• *Las marcas de un desenlace para los contrarios se encontraban sobre su ropa y calzado, gotas carmesí en su rostro y melena, la chamarra de cuero que portaba siempre, atravesada sobre su hombro, tomándola con la diestra, su caminar pesado y su mirada llena de fastidio y cansancio, entre sus labios el último cigarrillo el cual estaba por terminar. *

    — De...detectie...-*La voz de aquella secretaria boba con gafas y vestuario de monja se escuchó tras ella*... Le ...dejaron un presente sobre su escritorio y...

    —No me interesa, ya puedes irte a descansar. 
    *Raven escupió la colilla del cigarrillo a una de las plantas que adornaban el pasillo, dejando atrás a su secretaria boca abierta, con la zurda abrió la puerta de su oficina, cerrándola con furia tras ella. * — ¡Por fin!, este maldito día se terminó. - Arrojó la chaqueta en uno de los sofás más cerca, tomó asiento en su silla giratoria, subió los pies sobre el escritorio, recargó su cabeza sobre el respaldo suspiro profundo y de reojo notó aquella pequeña caja sobre el escritorio, al lado de sus botas de batalla. 

    —¿Mmm?...

    *Colores serios y elegantes forraban el presente, junto a ella una pequeña tarjeta en color vino, bajó inmediatamente los pies y con ambas manos tomó el obsequio, un tanto insegura de que fuera algo que le causara alguna lesión, lo llevó a sus oídos asegurándose de que fuera una maldita bomba y sin más procedió a abrirla. *

    —... Son ciga...rrillos.

    *No cualquier cigarrillo, de los mejores, sus ojos se pusieron redondos y brillantes, inmediatamente leyó aquella tarjeta y ese mensaje se reflejó en una sonrisa ladina*. Ghost Writer
    *Las marcas de un desenlace para los contrarios se encontraban sobre su ropa y calzado, gotas carmesí en su rostro y melena, la chamarra de cuero que portaba siempre, atravesada sobre su hombro, tomándola con la diestra, su caminar pesado y su mirada llena de fastidio y cansancio, entre sus labios el último cigarrillo el cual estaba por terminar. * — De...detectie...-*La voz de aquella secretaria boba con gafas y vestuario de monja se escuchó tras ella*... Le ...dejaron un presente sobre su escritorio y... —No me interesa, ya puedes irte a descansar.  *Raven escupió la colilla del cigarrillo a una de las plantas que adornaban el pasillo, dejando atrás a su secretaria boca abierta, con la zurda abrió la puerta de su oficina, cerrándola con furia tras ella. * — ¡Por fin!, este maldito día se terminó. - Arrojó la chaqueta en uno de los sofás más cerca, tomó asiento en su silla giratoria, subió los pies sobre el escritorio, recargó su cabeza sobre el respaldo suspiro profundo y de reojo notó aquella pequeña caja sobre el escritorio, al lado de sus botas de batalla.  —¿Mmm?... *Colores serios y elegantes forraban el presente, junto a ella una pequeña tarjeta en color vino, bajó inmediatamente los pies y con ambas manos tomó el obsequio, un tanto insegura de que fuera algo que le causara alguna lesión, lo llevó a sus oídos asegurándose de que fuera una maldita bomba y sin más procedió a abrirla. * —... Son ciga...rrillos. *No cualquier cigarrillo, de los mejores, sus ojos se pusieron redondos y brillantes, inmediatamente leyó aquella tarjeta y ese mensaje se reflejó en una sonrisa ladina*. [BK201]
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  • .
    Cho abrió la puerta de la enorme casa, sintiendo cómo el eco del cerrojo resonaba en el vacío. Un silencio profundo la recibió, denso pero familiar. Se quitó los zapatos junto a la entrada, empujándolos con el pie hacia un rincón del mueble zapatero. Sus pasos descalzos resonaron ligeros en el suelo de mármol mientras recorría el pasillo iluminado con luces cálidas.

    La sala estaba impecable, como siempre. No había rastros de vida reciente: los cojines perfectamente colocados en el sofá, ni una taza en la mesa, ni el sonido de risas o de la televisión encendida. La ausencia era evidente.

    Dejó caer su mochila sobre el sillón más cercano, dejándose hundir en la suavidad del cuero mientras suspiraba. Su padre debía haber salido con su esposa y el niño. Era típico de él organizar cenas espontáneas para pasar tiempo con ellos, aunque rara vez le preguntaba si quería unirse.

    "Supongo que no le pasó por la cabeza invitarme…" murmuró, encogiéndose de hombros. No estaba molesta, al menos no mucho. Había aprendido a no esperar demasiado de estas dinámicas familiares. Su madrastra siempre parecía incómoda cuando Cho estaba cerca, y su medio hermano, aunque simpático, era un niño pequeño que solía cansarla rápido.

    Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, el espacio más amplio y frío de la casa. Abrió el refrigerador, revisando el contenido sin mucho entusiasmo. Sobras de alguna cena anterior, ensaladas perfectamente ordenadas en recipientes de vidrio, pero nada que realmente se le antojara. Cerró la puerta con un golpe suave y apoyó la frente contra ella, exhalando un largo suspiro.

    Después de un momento de contemplación, sacó su teléfono y abrió la app de comida a domicilio. Era más sencillo pedir algo con la tarjeta que su papá le había dado para evitar que le estuviera pidiendo dinero a cada rato. Elegir entre tantas opciones fue el único dilema. Finalmente, decidió por una hamburguesa doble con papas y un batido de chocolate. Algo reconfortante y lleno de calorías, justo lo que necesitaba esa noche.

    Mientras esperaba su pedido, subió a su habitación en el segundo piso, dejando el eco de sus pasos en la escalera de madera. Cerró la puerta detrás de ella y encendió las luces, observando su espacio. A diferencia del resto de la casa, su habitación tenía vida: pósters en las paredes, libros apilados en el escritorio, y una manta desordenada sobre la cama.

    Se dejó caer sobre el colchón, agarrando su tablet para ponerse al día con la serie que había dejado a medias. Aunque la casa era enorme, se sentía cómoda en la burbuja que había creado en su habitación. No necesitaba más esa noche.

    Cuando el timbre sonó, bajó corriendo las escaleras, casi tropezando en el último peldaño. Firmó el recibo y tomó la bolsa con la comida, agradeciendo al repartidor antes de cerrar la puerta. Regresó a su habitación con su botín, dispuesta a disfrutar de su pequeña cena para uno mientras el resto de la casa seguía vacía.

    Al menos, en ese enorme espacio que a veces se sentía demasiado grande para ella, había aprendido a encontrar consuelo en su soledad.

    . Cho abrió la puerta de la enorme casa, sintiendo cómo el eco del cerrojo resonaba en el vacío. Un silencio profundo la recibió, denso pero familiar. Se quitó los zapatos junto a la entrada, empujándolos con el pie hacia un rincón del mueble zapatero. Sus pasos descalzos resonaron ligeros en el suelo de mármol mientras recorría el pasillo iluminado con luces cálidas. La sala estaba impecable, como siempre. No había rastros de vida reciente: los cojines perfectamente colocados en el sofá, ni una taza en la mesa, ni el sonido de risas o de la televisión encendida. La ausencia era evidente. Dejó caer su mochila sobre el sillón más cercano, dejándose hundir en la suavidad del cuero mientras suspiraba. Su padre debía haber salido con su esposa y el niño. Era típico de él organizar cenas espontáneas para pasar tiempo con ellos, aunque rara vez le preguntaba si quería unirse. "Supongo que no le pasó por la cabeza invitarme…" murmuró, encogiéndose de hombros. No estaba molesta, al menos no mucho. Había aprendido a no esperar demasiado de estas dinámicas familiares. Su madrastra siempre parecía incómoda cuando Cho estaba cerca, y su medio hermano, aunque simpático, era un niño pequeño que solía cansarla rápido. Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, el espacio más amplio y frío de la casa. Abrió el refrigerador, revisando el contenido sin mucho entusiasmo. Sobras de alguna cena anterior, ensaladas perfectamente ordenadas en recipientes de vidrio, pero nada que realmente se le antojara. Cerró la puerta con un golpe suave y apoyó la frente contra ella, exhalando un largo suspiro. Después de un momento de contemplación, sacó su teléfono y abrió la app de comida a domicilio. Era más sencillo pedir algo con la tarjeta que su papá le había dado para evitar que le estuviera pidiendo dinero a cada rato. Elegir entre tantas opciones fue el único dilema. Finalmente, decidió por una hamburguesa doble con papas y un batido de chocolate. Algo reconfortante y lleno de calorías, justo lo que necesitaba esa noche. Mientras esperaba su pedido, subió a su habitación en el segundo piso, dejando el eco de sus pasos en la escalera de madera. Cerró la puerta detrás de ella y encendió las luces, observando su espacio. A diferencia del resto de la casa, su habitación tenía vida: pósters en las paredes, libros apilados en el escritorio, y una manta desordenada sobre la cama. Se dejó caer sobre el colchón, agarrando su tablet para ponerse al día con la serie que había dejado a medias. Aunque la casa era enorme, se sentía cómoda en la burbuja que había creado en su habitación. No necesitaba más esa noche. Cuando el timbre sonó, bajó corriendo las escaleras, casi tropezando en el último peldaño. Firmó el recibo y tomó la bolsa con la comida, agradeciendo al repartidor antes de cerrar la puerta. Regresó a su habitación con su botín, dispuesta a disfrutar de su pequeña cena para uno mientras el resto de la casa seguía vacía. Al menos, en ese enorme espacio que a veces se sentía demasiado grande para ella, había aprendido a encontrar consuelo en su soledad.
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  • Rapsodia en el Bosque
    Fandom Original
    Categoría Fantasía
    Había esencias en el aire.
    Mi pensamiento fragmentado sintió eso justo antes de que me despertara.

    El aire que fluía en mi cavidad nasal, contenía grandes cantidades de información. El dulce aroma de las flores, el del pasto verde brillante, el aroma refrescante de los árboles que se sentía como si pudiera limpiar mi pecho e incluso ese particular aroma del agua que estimulaba mi sedienta garganta.
    Mientras mi mente empezaba a estar consciente, la cantidad de información que recibía por los sonidos aumentó; El sonido de numerosas hojas frotándose unas con otras, el sonido de pequeños pájaros cantando alegremente, debajo de ellos, ocasionalmente había zumbidos producidos por los insectos e incluso el tenúe murmuro que generaba un pequeño río lejano.

    ¿Dónde estoy? Por lo menos, es obvio que no estoy en mi cuarto. Normalmente, cuando me levanto, siempre hay un olor causado por el sol en la sábana seca, el sonido del aire acondicionado, y el sonido de los carros que pasan en la avenida que está un poco más lejos, pero ninguno de esos está presente. Además… esta la luz verde que ha golpeado irregularmente mis párpados hasta ahora no es la de mi lámpara de escritorio que olvidé apagar, pero si es la luz del sol filtrada a través del follaje, ¿Verdad?
    Dejé de lado el deseo de regresar a ese profundo sueño que aun persistía, antes de abrir finalmente mis ojos.

    Parpadee varias veces debido al repentino lanzamiento de varios rayos de luz que se balanceaban.
    Mientras frotaba mis ojos, que estaban llenos de lágrimas, con la parte trasera de mi mano derecha, alcé lentamente la parte superior de mi cuerpo.

    —… ¿Dónde estoy…? -Murmuré involuntariamente-

    Lo que vi después fueron unos arbustos verdes. Había pequeñas flores blancas y amarillas en varias partes de ellos, las mariposas azul claro brillante estaban volando de un lado a otro entre ellas. Más o menos a cinco metros, la alfombra de pasto se cortaba, y de ahí en adelante, había un tramo de bosque profundo, alineado con los árboles gigantes que debieron de haber crecido por decenas de años.
    Mientras enfocaba mi vista en el hueco sombrío entre los troncos de los árboles, el bosque parecía continuar hasta donde llegaba la luz. La corteza rugosa del árbol y el piso estaban cubiertos con musgo, brillando verde y dorado bajo el sol.
    Miré hacia la derecha, y luego me di la vuelta, fui recibido por troncos de árboles viejos de todas direcciones. En otras palabras, parecía que estaba tendido en un pequeño claro de pasto, en medio de algún bosque. Por último miré hacia arriba, y a través del hueco que había entre las copas de los árboles que se extendían en todas direcciones, estaba el cielo azul donde las nubes dispersas estaban flotando, como esperaba.

    —¿Dónde es… este lugar? -Murmuré de nuevo mientras suspiraba.-

    Busqué en cada rincón y esquina de mi cabeza, pero no encontré la memoria de cómo llegué a tomar una siesta en este lugar. ¿Sonambulismo? ¿Amnesia? Al tiempo que esas palabras peligrosas cruzaban mi mente, de ninguna manera, lo negué rápidamente.

    Yo soy… mi nombre es Karu Arcadia. Veintidós años y 3 meses. Vivía… ¿vivo? En una habitación de un edificio de condominios, bastante cara para mí edad.
    Me sentí un poco calmado al recordar parte de mi información personal sin problemas, y una vez hecho eso más información había comenzado a fluir desde mis recuerdos.
    Actualmente, soy un ex trabajador jubilado después de partirme el lomo desde joven… aún más joven que ahora. Estaba aprovechando mis tan esperados días libres para ejercer la pereza. ¿Dinero? Meh, obtuve una pequeña suma que no gastaré ni en 3 vidas, después de estafar a unos casinos...
    Aunque eso me trajo algunos problemas, cosas menores.

    Y mientras más seguía excavando, más vagos recuerdos iban apareciendo.
    En medio de la oscuridad, recuerdo haber escuchado las palabras de una difusa pero clara voz. Cosas como: “Lo siento”, “Tu vida fue corta”, “Por favor ayuda”, y demás palabras entrecortadas lograba recordar.

    Ahora entiendo, yo había muerto... Lo de siempre, total, creo ya es mi tercera muerte del año.

    Sin embargo, de todos mis recuerdos, las palabras de esa voz se habían quedado clavadas en mí. Incluso recuerdo haber escuchado que me brindaría ayuda como guía.
    Una vez mis recuerdos fueron aclarados, me reincorpore levantándome del suelo. Dirigí mi mirada nuevamente al cielo antes de hablarle a la nada:

    —Oye… ¡No me andes jodiendo! ¡¡Estoy retirado!! -Y aunque mis palabras se perdieron en la nada de este bosque, yo seguí ahí esperando alguna clase de respuesta-
    Había esencias en el aire. Mi pensamiento fragmentado sintió eso justo antes de que me despertara. El aire que fluía en mi cavidad nasal, contenía grandes cantidades de información. El dulce aroma de las flores, el del pasto verde brillante, el aroma refrescante de los árboles que se sentía como si pudiera limpiar mi pecho e incluso ese particular aroma del agua que estimulaba mi sedienta garganta. Mientras mi mente empezaba a estar consciente, la cantidad de información que recibía por los sonidos aumentó; El sonido de numerosas hojas frotándose unas con otras, el sonido de pequeños pájaros cantando alegremente, debajo de ellos, ocasionalmente había zumbidos producidos por los insectos e incluso el tenúe murmuro que generaba un pequeño río lejano. ¿Dónde estoy? Por lo menos, es obvio que no estoy en mi cuarto. Normalmente, cuando me levanto, siempre hay un olor causado por el sol en la sábana seca, el sonido del aire acondicionado, y el sonido de los carros que pasan en la avenida que está un poco más lejos, pero ninguno de esos está presente. Además… esta la luz verde que ha golpeado irregularmente mis párpados hasta ahora no es la de mi lámpara de escritorio que olvidé apagar, pero si es la luz del sol filtrada a través del follaje, ¿Verdad? Dejé de lado el deseo de regresar a ese profundo sueño que aun persistía, antes de abrir finalmente mis ojos. Parpadee varias veces debido al repentino lanzamiento de varios rayos de luz que se balanceaban. Mientras frotaba mis ojos, que estaban llenos de lágrimas, con la parte trasera de mi mano derecha, alcé lentamente la parte superior de mi cuerpo. —… ¿Dónde estoy…? -Murmuré involuntariamente- Lo que vi después fueron unos arbustos verdes. Había pequeñas flores blancas y amarillas en varias partes de ellos, las mariposas azul claro brillante estaban volando de un lado a otro entre ellas. Más o menos a cinco metros, la alfombra de pasto se cortaba, y de ahí en adelante, había un tramo de bosque profundo, alineado con los árboles gigantes que debieron de haber crecido por decenas de años. Mientras enfocaba mi vista en el hueco sombrío entre los troncos de los árboles, el bosque parecía continuar hasta donde llegaba la luz. La corteza rugosa del árbol y el piso estaban cubiertos con musgo, brillando verde y dorado bajo el sol. Miré hacia la derecha, y luego me di la vuelta, fui recibido por troncos de árboles viejos de todas direcciones. En otras palabras, parecía que estaba tendido en un pequeño claro de pasto, en medio de algún bosque. Por último miré hacia arriba, y a través del hueco que había entre las copas de los árboles que se extendían en todas direcciones, estaba el cielo azul donde las nubes dispersas estaban flotando, como esperaba. —¿Dónde es… este lugar? -Murmuré de nuevo mientras suspiraba.- Busqué en cada rincón y esquina de mi cabeza, pero no encontré la memoria de cómo llegué a tomar una siesta en este lugar. ¿Sonambulismo? ¿Amnesia? Al tiempo que esas palabras peligrosas cruzaban mi mente, de ninguna manera, lo negué rápidamente. Yo soy… mi nombre es Karu Arcadia. Veintidós años y 3 meses. Vivía… ¿vivo? En una habitación de un edificio de condominios, bastante cara para mí edad. Me sentí un poco calmado al recordar parte de mi información personal sin problemas, y una vez hecho eso más información había comenzado a fluir desde mis recuerdos. Actualmente, soy un ex trabajador jubilado después de partirme el lomo desde joven… aún más joven que ahora. Estaba aprovechando mis tan esperados días libres para ejercer la pereza. ¿Dinero? Meh, obtuve una pequeña suma que no gastaré ni en 3 vidas, después de estafar a unos casinos... Aunque eso me trajo algunos problemas, cosas menores. Y mientras más seguía excavando, más vagos recuerdos iban apareciendo. En medio de la oscuridad, recuerdo haber escuchado las palabras de una difusa pero clara voz. Cosas como: “Lo siento”, “Tu vida fue corta”, “Por favor ayuda”, y demás palabras entrecortadas lograba recordar. Ahora entiendo, yo había muerto... Lo de siempre, total, creo ya es mi tercera muerte del año. Sin embargo, de todos mis recuerdos, las palabras de esa voz se habían quedado clavadas en mí. Incluso recuerdo haber escuchado que me brindaría ayuda como guía. Una vez mis recuerdos fueron aclarados, me reincorpore levantándome del suelo. Dirigí mi mirada nuevamente al cielo antes de hablarle a la nada: —Oye… ¡No me andes jodiendo! ¡¡Estoy retirado!! -Y aunque mis palabras se perdieron en la nada de este bosque, yo seguí ahí esperando alguna clase de respuesta-
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    Individual
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    Cualquier línea
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    Terminado
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  • ㅤSe había levantado un momento de la cama para ir al baño, dejando la ventana de su habitación abierta. No tardó nada en regresar, pero cuando lo hizo notó algo extraño.

    ㅤEn su habitación, precisamente en la cama, escritorio y piso habían no menos de doce gatitos. Enseguida se acercó a la ventana para ver si el responsable seguía allí, sin embargo allí no había nadie. Sólo los gatitos.

    ㅤSe había levantado un momento de la cama para ir al baño, dejando la ventana de su habitación abierta. No tardó nada en regresar, pero cuando lo hizo notó algo extraño. ㅤEn su habitación, precisamente en la cama, escritorio y piso habían no menos de doce gatitos. Enseguida se acercó a la ventana para ver si el responsable seguía allí, sin embargo allí no había nadie. Sólo los gatitos.
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  • No ha tenido la mejor noche de todas, pero tampoco se puede quejar. Nadie moverá los papeles de su escritorio ni continuará con las investigaciones más que él. Quizás solo necesita un poco de maquillaje para cubrir las ojeras y listo.
    No ha tenido la mejor noche de todas, pero tampoco se puede quejar. Nadie moverá los papeles de su escritorio ni continuará con las investigaciones más que él. Quizás solo necesita un poco de maquillaje para cubrir las ojeras y listo.
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  • ¡FicRolers!

    Por si no lo habéis notado, os comento que -en la version escritorio desde el ordenador- ¡se ha cambiado el gatito de la cabecera de la página para dar un ambiente más navideño a la plataforma!

    Además en el menú FicRol ahora aparece una nueva sección llamada "Arbol de Navidad" donde podréis ver a nuestro curioso gatito indagar dentro del árbol.

    También hay dos secciones más: Regalos enviados y Regalos Recibidos

    Desde "Regalos Enviados" podréis ver los regalos que habéis enviado a otros usuarios tanto antes como durante estas fechas.

    La pestaña "Regalos recibidos" os redirige a la sección Regalos de vuestro perfil.

    ¿Eso que cuelga de ahi es muérdago? ¡Parece que ya huele a galletas de jengibre! ¡Ya se respira Navidad!


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    ¡FicRolers! ✨ Por si no lo habéis notado, os comento que -en la version escritorio desde el ordenador- ¡se ha cambiado el gatito de la cabecera de la página para dar un ambiente más navideño a la plataforma! 🎄 Además en el menú FicRol ahora aparece una nueva sección llamada "Arbol de Navidad" 🎄 donde podréis ver a nuestro curioso gatito indagar dentro del árbol. También hay dos secciones más: Regalos enviados y Regalos Recibidos 🎁 Desde "Regalos Enviados" podréis ver los regalos que habéis enviado a otros usuarios tanto antes como durante estas fechas. La pestaña "Regalos recibidos" os redirige a la sección Regalos de vuestro perfil. ¿Eso que cuelga de ahi es muérdago? ¡Parece que ya huele a galletas de jengibre! 🍪 ¡Ya se respira Navidad! 🎄 #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • La Cena Silenciosa

    La mesa era enorme, de mármol blanco pulido, rodeada de sillas tapizadas en terciopelo gris. Un candelabro de cristal colgaba sobre ellos, iluminando la sala con una luz cálida pero distante, como si quisiera ofrecer consuelo sin lograrlo. La casa era, sin duda, un reflejo del éxito de su padre: todo impecable, todo caro, todo intocable. Pero para Cho, no era más que un escenario vacío.

    Sentada en una de las esquinas de la mesa, Cho observaba en silencio mientras su padre, su esposa y su hermanastro interactuaban como si ella no estuviera ahí. Su padre llevaba una camisa perfectamente planchada y hablaba animadamente con su esposa, una mujer que parecía diseñada para encajar en esa vida de lujo: cabello impecable, uñas perfectamente pintadas, y una sonrisa ensayada que solo usaba para quienes le importaban. Su hermanastro, un niño de seis años con energía desbordante, interrumpía constantemente, pidiendo más jugo o mostrando sus garabatos escolares.

    "Papá, mira esto, lo hice hoy en la escuela", dijo el niño, agitando un papel lleno de líneas torcidas y colores saturados.

    "¡Es increíble, campeón!", respondió su padre con una sonrisa amplia y genuina.

    Cho, por otro lado, se limitaba a picar la comida en su plato, sin probar bocado. Nadie le preguntó cómo había estado su día. Nadie notó que había llegado tarde porque había perdido el primer autobús. Nadie se percató de que no había dicho una sola palabra desde que se sentó.

    De vez en cuando, su padre la miraba de reojo, pero no decía nada. Tal vez no sabía qué decirle. Tal vez no le importaba. Cho ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que tuvieron una conversación que fuera más allá de lo básico.

    "¿Te gusta el salmón, Cho?" preguntó la esposa de su padre de repente, rompiendo el silencio.

    Cho levantó la mirada y asintió ligeramente. — Sí, está bien —, murmuró, aunque no había probado un solo bocado.

    La mujer simplemente asintió y volvió a concentrarse en su marido, como si la respuesta de Cho no hubiera tenido relevancia alguna.

    Mientras los demás reían y compartían anécdotas, Cho se sentía cada vez más pequeña, más ajena. Esta no era su familia. No importaba cuántas cenas compartieran o cuántas veces su padre intentara incluirla en su vida perfecta, siempre sería la hija del matrimonio anterior, la pieza que nunca encajaba.

    Terminó la cena sin decir nada más. Se levantó para llevar su plato a la cocina, pero nadie lo notó. Luego subió las escaleras hacia su habitación, su único refugio en esa casa.

    Al abrir la puerta, la familiaridad de su espacio la tranquilizó un poco. La habitación era grande, con muebles de madera tallada a mano y sábanas de las mejores telas, todo elegido con el dinero de su padre, quizá como una forma de limpiar su conciencia. Pero Cho se había asegurado de que el lugar tuviera su propio toque. Las paredes estaban cubiertas de pósters de sus bandas favoritas, un contraste extraño pero reconfortante con los acabados lujosos. Había estanterías repletas de libros de magia, cristales y objetos esotéricos, y veladoras que llenaban el aire con un tenue aroma a lavanda y sándalo. Sobre el escritorio, varios collares, anillos y pequeños amuletos se esparcían desordenadamente, junto con un diario abierto, donde a veces volcaba pensamientos que no podía decir en voz alta.

    Se dejó caer sobre la cama, mirando el techo alto decorado con molduras intrincadas. Aunque había llenado la habitación con cosas que la representaban, el espacio seguía pareciendo ajeno. Todo en esa casa le recordaba que no pertenecía ahí, ni a esa vida, ni a esa familia.

    Tomó una de las veladoras de su mesita y la encendió, observando la llama parpadear en el aire quieto. Quizá, pensó, el dinero podía comprar muebles lujosos y un techo perfecto, pero no podía comprar amor, ni cercanía, ni ese hogar que había perdido hacía mucho tiempo.
    La Cena Silenciosa La mesa era enorme, de mármol blanco pulido, rodeada de sillas tapizadas en terciopelo gris. Un candelabro de cristal colgaba sobre ellos, iluminando la sala con una luz cálida pero distante, como si quisiera ofrecer consuelo sin lograrlo. La casa era, sin duda, un reflejo del éxito de su padre: todo impecable, todo caro, todo intocable. Pero para Cho, no era más que un escenario vacío. Sentada en una de las esquinas de la mesa, Cho observaba en silencio mientras su padre, su esposa y su hermanastro interactuaban como si ella no estuviera ahí. Su padre llevaba una camisa perfectamente planchada y hablaba animadamente con su esposa, una mujer que parecía diseñada para encajar en esa vida de lujo: cabello impecable, uñas perfectamente pintadas, y una sonrisa ensayada que solo usaba para quienes le importaban. Su hermanastro, un niño de seis años con energía desbordante, interrumpía constantemente, pidiendo más jugo o mostrando sus garabatos escolares. "Papá, mira esto, lo hice hoy en la escuela", dijo el niño, agitando un papel lleno de líneas torcidas y colores saturados. "¡Es increíble, campeón!", respondió su padre con una sonrisa amplia y genuina. Cho, por otro lado, se limitaba a picar la comida en su plato, sin probar bocado. Nadie le preguntó cómo había estado su día. Nadie notó que había llegado tarde porque había perdido el primer autobús. Nadie se percató de que no había dicho una sola palabra desde que se sentó. De vez en cuando, su padre la miraba de reojo, pero no decía nada. Tal vez no sabía qué decirle. Tal vez no le importaba. Cho ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que tuvieron una conversación que fuera más allá de lo básico. "¿Te gusta el salmón, Cho?" preguntó la esposa de su padre de repente, rompiendo el silencio. Cho levantó la mirada y asintió ligeramente. — Sí, está bien —, murmuró, aunque no había probado un solo bocado. La mujer simplemente asintió y volvió a concentrarse en su marido, como si la respuesta de Cho no hubiera tenido relevancia alguna. Mientras los demás reían y compartían anécdotas, Cho se sentía cada vez más pequeña, más ajena. Esta no era su familia. No importaba cuántas cenas compartieran o cuántas veces su padre intentara incluirla en su vida perfecta, siempre sería la hija del matrimonio anterior, la pieza que nunca encajaba. Terminó la cena sin decir nada más. Se levantó para llevar su plato a la cocina, pero nadie lo notó. Luego subió las escaleras hacia su habitación, su único refugio en esa casa. Al abrir la puerta, la familiaridad de su espacio la tranquilizó un poco. La habitación era grande, con muebles de madera tallada a mano y sábanas de las mejores telas, todo elegido con el dinero de su padre, quizá como una forma de limpiar su conciencia. Pero Cho se había asegurado de que el lugar tuviera su propio toque. Las paredes estaban cubiertas de pósters de sus bandas favoritas, un contraste extraño pero reconfortante con los acabados lujosos. Había estanterías repletas de libros de magia, cristales y objetos esotéricos, y veladoras que llenaban el aire con un tenue aroma a lavanda y sándalo. Sobre el escritorio, varios collares, anillos y pequeños amuletos se esparcían desordenadamente, junto con un diario abierto, donde a veces volcaba pensamientos que no podía decir en voz alta. Se dejó caer sobre la cama, mirando el techo alto decorado con molduras intrincadas. Aunque había llenado la habitación con cosas que la representaban, el espacio seguía pareciendo ajeno. Todo en esa casa le recordaba que no pertenecía ahí, ni a esa vida, ni a esa familia. Tomó una de las veladoras de su mesita y la encendió, observando la llama parpadear en el aire quieto. Quizá, pensó, el dinero podía comprar muebles lujosos y un techo perfecto, pero no podía comprar amor, ni cercanía, ni ese hogar que había perdido hacía mucho tiempo.
    Me entristece
    Me encocora
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  • "Señora, hemos traducido uno de los escritos que encontramos de aquel llamado El Emperador"

    Nanjala abandonó todo lo que hacía para poder enfocarse, dejó los papeles y mapas que revisaba a un lado del escritorio para tomar los pergaminos entregados por el escriba, una de las personas más importantes en el proceso de poder encargarse de saber más sobre aquella figura casi desconocida que dicen que rigió aquel mundo cientos de años atrás.

    La emperatriz alzó una de sus cejas después de pasar los dedos por las hojas y revisar todo el contenido existente, habían muchas anotaciones, el hombre que entregó aquello era un experto en grafología y en lenguas muertas, por lo tanto puede decodificar cualquier escrito para poder traducirlo a su idioma.

    Ella quedó extrañada y chasqueo los labios después de ver la conclusión de aquel exhaustivo informe.

    — ¿Cómo que "Quién lo lea se la come entera"? Además, ¿Qué o quién es ese tal Gaige que firma este pergamino? —
    "Señora, hemos traducido uno de los escritos que encontramos de aquel llamado El Emperador" Nanjala abandonó todo lo que hacía para poder enfocarse, dejó los papeles y mapas que revisaba a un lado del escritorio para tomar los pergaminos entregados por el escriba, una de las personas más importantes en el proceso de poder encargarse de saber más sobre aquella figura casi desconocida que dicen que rigió aquel mundo cientos de años atrás. La emperatriz alzó una de sus cejas después de pasar los dedos por las hojas y revisar todo el contenido existente, habían muchas anotaciones, el hombre que entregó aquello era un experto en grafología y en lenguas muertas, por lo tanto puede decodificar cualquier escrito para poder traducirlo a su idioma. Ella quedó extrañada y chasqueo los labios después de ver la conclusión de aquel exhaustivo informe. — ¿Cómo que "Quién lo lea se la come entera"? Además, ¿Qué o quién es ese tal Gaige que firma este pergamino? —
    Me enjaja
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  • *Erik está en plenos exámenes, el niño se pasa las horas de la tarde estudiando. Por ello, Ate, estaba disponible para cuando su hijo necesitara ayuda en algo. Letha y los mellizos, tras hacer sus deberes de la escuela, se van a jugar sin armar mucho jaleo. Por su parte, Jormun está en su taller tallando los juguetes para sus hijos y sonriendo, recordando sus conversaciones con sus retoños. Las primeras nieves llegaron a esa zona de la dimensión privada. Sigrid se asoma a la ventana y llama a sus hermanos. Letha y Emrys se acercan con un ¡oh!. Los niños permanecen viendo nevar. Les tenta avisar a su hermano mayor, pero respetan su horario de estudio. No hace falta, Erik ve desde su escritorio como nieva fuera. Aun así, vuelve a su estudio, sin distracciones, piensa el niño, concentrado a su libro*
    *Erik está en plenos exámenes, el niño se pasa las horas de la tarde estudiando. Por ello, Ate, estaba disponible para cuando su hijo necesitara ayuda en algo. Letha y los mellizos, tras hacer sus deberes de la escuela, se van a jugar sin armar mucho jaleo. Por su parte, Jormun está en su taller tallando los juguetes para sus hijos y sonriendo, recordando sus conversaciones con sus retoños. Las primeras nieves llegaron a esa zona de la dimensión privada. Sigrid se asoma a la ventana y llama a sus hermanos. Letha y Emrys se acercan con un ¡oh!. Los niños permanecen viendo nevar. Les tenta avisar a su hermano mayor, pero respetan su horario de estudio. No hace falta, Erik ve desde su escritorio como nieva fuera. Aun así, vuelve a su estudio, sin distracciones, piensa el niño, concentrado a su libro*
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  • Para bien o mal, tendría que volver si o si al trabajo y, tras dejarlo bastante tiempo acumularse, de nuevo, tocaba el momento de retomarlo.

    Tomando todos los archivos, se sentó en su escritorio y usó su par de respuesto de gafas, ya que las otras se las dio a su esposo, comenzando a leer.

    —Vaya... si que han cambiando desde las nuevas leyes~
    Para bien o mal, tendría que volver si o si al trabajo y, tras dejarlo bastante tiempo acumularse, de nuevo, tocaba el momento de retomarlo. Tomando todos los archivos, se sentó en su escritorio y usó su par de respuesto de gafas, ya que las otras se las dio a su esposo, comenzando a leer. —Vaya... si que han cambiando desde las nuevas leyes~
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