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    The Dragon Prince
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    Se buscan a los personajes de la serie "The Dragon Prince", tengo esperanzas en que el anuncio de su nueva serie, "The Dragon King", reanime al fandom.
    Busco a cualquier personaje. Principal, secundario, elfos, humanos, magos... Cualquiera es bienvenido

    Puede ser un personaje que haya aparecido en la serie, los escritorios en su página oficial o incluso en sus novelas gráficas.
    Si bien ya hay unos pocos pj's del fandom acá, que se repitan no es problema. En este momento estamos:

    - Callum
    - Runaan
    - Ethari
    - Rayla
    - Aaravos

    Se pueden repetir o traer alguno que todavía no esté (que son muchísimos jajaja)

    No hay exigencias. Si no son de actividad constante o demoran en responder roles, no habrá problemas. Somos tranquilos y super pacientes (pero se agradecería si avisan)

    Por mi parte puedo asegurar una actividad media a alta por estar en hype con el fandom, aporte de ideas, ortografía decente, fangirlismo y novedades de The Dragon King (no me despego de las noticias (?), amistad y más.

    Se agradece muchísimo si me difunden la búsqueda 🫶
    Se buscan a los personajes de la serie "The Dragon Prince", tengo esperanzas en que el anuncio de su nueva serie, "The Dragon King", reanime al fandom. Busco a cualquier personaje. Principal, secundario, elfos, humanos, magos... Cualquiera es bienvenido Puede ser un personaje que haya aparecido en la serie, los escritorios en su página oficial o incluso en sus novelas gráficas. Si bien ya hay unos pocos pj's del fandom acá, que se repitan no es problema. En este momento estamos: - Callum - Runaan - Ethari - Rayla - Aaravos Se pueden repetir o traer alguno que todavía no esté (que son muchísimos jajaja) No hay exigencias. Si no son de actividad constante o demoran en responder roles, no habrá problemas. Somos tranquilos y super pacientes (pero se agradecería si avisan) Por mi parte puedo asegurar una actividad media a alta por estar en hype con el fandom, aporte de ideas, ortografía decente, fangirlismo y novedades de The Dragon King (no me despego de las noticias (?), amistad y más. Se agradece muchísimo si me difunden la búsqueda 🙏🫶💖
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  • Después de jugar un poco durante la mañana, llenarse hasta reventar en El Buen Cazador fue a la biblioteca a donde su maestra, Lisa. Llevando a la cede de los caballeros, lo saludan los guardias como ya como alguien habitual. Razor los saluda levantando la mano y entró a la biblioteca, llegó al escritorio mas no vio a su maestra, con un caminar sigiloso buscó entre los pasillos sin encontrarla, suspiró derrotado y, para no irse de inmediato se quedó la biblioteca.

    Después de unas horas había limpiado los pasillos, los estantes, los libros y miró el escritorio de Lisa mientras tenía un trapo en mano, frunció levemente el ceño, si bien Lisa dejaba a Razor en la biblioteca hacer lo que quisiera permisiblemente hablando si había algo preciado para la "Bruja de la rosa púrpura" después de sus amados libros, bien podría ser su escritorio y cada una de las cosas que estaba en el, cada objeto sobre el mueble por muy simple que fuera sabía que ella se daría cuenta aunque hubiera sido movido milimétricamente.

    -Glup... -tragó saliva y retrocedió, podía enfrentarse a lo que fuera, incluso había peleado con Dragartos Geo, pero, jamás a su maestra-

    Como si no hubiera pasado nada retrocedió y fue por un libro de cuentos el cual se puso a leer en la silla frente al escritorio de Lisa que siempre usaba.
    Después de jugar un poco durante la mañana, llenarse hasta reventar en El Buen Cazador fue a la biblioteca a donde su maestra, Lisa. Llevando a la cede de los caballeros, lo saludan los guardias como ya como alguien habitual. Razor los saluda levantando la mano y entró a la biblioteca, llegó al escritorio mas no vio a su maestra, con un caminar sigiloso buscó entre los pasillos sin encontrarla, suspiró derrotado y, para no irse de inmediato se quedó la biblioteca. Después de unas horas había limpiado los pasillos, los estantes, los libros y miró el escritorio de Lisa mientras tenía un trapo en mano, frunció levemente el ceño, si bien Lisa dejaba a Razor en la biblioteca hacer lo que quisiera permisiblemente hablando si había algo preciado para la "Bruja de la rosa púrpura" después de sus amados libros, bien podría ser su escritorio y cada una de las cosas que estaba en el, cada objeto sobre el mueble por muy simple que fuera sabía que ella se daría cuenta aunque hubiera sido movido milimétricamente. -Glup... -tragó saliva y retrocedió, podía enfrentarse a lo que fuera, incluso había peleado con Dragartos Geo, pero, jamás a su maestra- Como si no hubiera pasado nada retrocedió y fue por un libro de cuentos el cual se puso a leer en la silla frente al escritorio de Lisa que siempre usaba.
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  • El despacho estaba en silencio, roto solo por el golpeteo de los dedos de Michael contra el escritorio. Frente a él, su cliente sudaba como si lo estuvieran interrogando en una película de policías.

    —¡Le juro que soy inocente, Michael! —exclamó, levantando las manos al aire—. ¡Yo no estaba en la escena del crimen!

    Michael entrecerró los ojos, tomando la foto del expediente y levantándola frente a la cara del hombre.
    —Ajá… ¿y quién es el simpático de esta imagen sonriendo directo a la cámara de seguridad? ¿Tu gemelo malvado?

    El cliente tragó saliva.
    —Era… era una fiesta de disfraces —balbuceó.

    Michael dejó caer la foto sobre el escritorio, conteniendo una carcajada.
    —Perfecto —dijo, tomando su pluma y escribiendo en su libreta con seriedad exagerada—. Entonces alegaremos que el verdadero culpable fue tu alter ego fiestero. Jurados adoran esas defensas.

    El cliente lo miró con horror, sin saber si hablaba en serio.
    —¿Eso funciona?

    Michael sonrió de lado, apoyando la barbilla en su mano.
    —Por supuesto que no. Pero gracias por el entretenimiento, lo necesitaba. Ahora sí, empecemos de nuevo: cuéntame exactamente qué estabas haciendo esa noche antes de que el fiscal use esta foto como póster de tu “gran debut en la delincuencia”.
    El despacho estaba en silencio, roto solo por el golpeteo de los dedos de Michael contra el escritorio. Frente a él, su cliente sudaba como si lo estuvieran interrogando en una película de policías. —¡Le juro que soy inocente, Michael! —exclamó, levantando las manos al aire—. ¡Yo no estaba en la escena del crimen! Michael entrecerró los ojos, tomando la foto del expediente y levantándola frente a la cara del hombre. —Ajá… ¿y quién es el simpático de esta imagen sonriendo directo a la cámara de seguridad? ¿Tu gemelo malvado? El cliente tragó saliva. —Era… era una fiesta de disfraces —balbuceó. Michael dejó caer la foto sobre el escritorio, conteniendo una carcajada. —Perfecto —dijo, tomando su pluma y escribiendo en su libreta con seriedad exagerada—. Entonces alegaremos que el verdadero culpable fue tu alter ego fiestero. Jurados adoran esas defensas. El cliente lo miró con horror, sin saber si hablaba en serio. —¿Eso funciona? Michael sonrió de lado, apoyando la barbilla en su mano. —Por supuesto que no. Pero gracias por el entretenimiento, lo necesitaba. Ahora sí, empecemos de nuevo: cuéntame exactamente qué estabas haciendo esa noche antes de que el fiscal use esta foto como póster de tu “gran debut en la delincuencia”.
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  • *Leía lo que la pluma había escrito en mi ausencia, eligiendo algunas hojas para entregárselas a mi sirviente.*

    —Sabes a dónde llevar estos documentos.—

    *Al darle los documentos a mi sirviente, observo cómo se aleja para cumplir con mi pedido. Recogí los documentos que quedaron en mi escritorio para después convertirlos en cenizas, mientras mis ojos resplandecían con un tono dorado.*
    *Leía lo que la pluma había escrito en mi ausencia, eligiendo algunas hojas para entregárselas a mi sirviente.* —Sabes a dónde llevar estos documentos.— *Al darle los documentos a mi sirviente, observo cómo se aleja para cumplir con mi pedido. Recogí los documentos que quedaron en mi escritorio para después convertirlos en cenizas, mientras mis ojos resplandecían con un tono dorado.*
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  • -estaba caminando por el hospital despues de mis practicas, entre en mi consultorio viendo a mi visita sospresa-

    que haces aqui no tienes cita

    -dije con una risa, dejando la tablilla en el escritorio, mirandote alzando una ceja-

    que te trae al hospital nik?

    @NIKLAS ˡᵃᵐᵒᵘʳᵉᵘˣ
    -estaba caminando por el hospital despues de mis practicas, entre en mi consultorio viendo a mi visita sospresa- que haces aqui no tienes cita -dije con una risa, dejando la tablilla en el escritorio, mirandote alzando una ceja- que te trae al hospital nik? @[glimmer_crimson_rabbit_181]
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  • ♔『✧Eαrl◦Ᵽђαŋτσмħινз✧』♔ ◦Aşτrз◦

    Al recibir el regalo, me detuve a contemplar el florero con un hermoso ramo de tulipanes rojos. Sonreí con suavidad y lo coloqué sobre mi escritorio, al lado de mis documentos, dándole un aire más cálido a mi oficina. No pude evitar dejar unas palabras de agradecimiento.

    —Un detalle tan vivo y elegante merece un buen lugar. Muchas gracias, realmente alegran la vista en medio de tanto papeleo.
    [Ciel.Phantomhive] Al recibir el regalo, me detuve a contemplar el florero con un hermoso ramo de tulipanes rojos. Sonreí con suavidad y lo coloqué sobre mi escritorio, al lado de mis documentos, dándole un aire más cálido a mi oficina. No pude evitar dejar unas palabras de agradecimiento. —Un detalle tan vivo y elegante merece un buen lugar. Muchas gracias, realmente alegran la vista en medio de tanto papeleo.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    (Basado según Gameplay xD)
    Día 1/20

    Yo todo de chill comiendo pizza de hace 2 semanas (jaja no se crean...es de 14 días...que equivale a 2 semanas...) y llega un pobre hombre con medio rostro quemado a darme la maravillosa noticia de que mi hermano sigue vivo y quiere matarme...

    El buen señor obviamente antes de retirarse me pide gentilmente que vaya, para luego tirar mi escritorio encima de mi, para luego retirarse, salgo a afuera a darle unos golpes...y llegan unos demonios y rompen media pared de mi recién pagado local, justo cuando buscaba un nombre que ponerle, así que sin más que decir procedo a retirarme a ver qué hago con esos demonios sin sentido del humor con mucha falta de flow, y luego veré cómo hago con mi hermanito que quiere jugar a matarse, que harías en mi lugar?
    (Basado según Gameplay xD) Día 1/20 Yo todo de chill comiendo pizza de hace 2 semanas (jaja no se crean...es de 14 días...que equivale a 2 semanas...) y llega un pobre hombre con medio rostro quemado a darme la maravillosa noticia de que mi hermano sigue vivo y quiere matarme... El buen señor obviamente antes de retirarse me pide gentilmente que vaya, para luego tirar mi escritorio encima de mi, para luego retirarse, salgo a afuera a darle unos golpes...y llegan unos demonios y rompen media pared de mi recién pagado local, justo cuando buscaba un nombre que ponerle, así que sin más que decir procedo a retirarme a ver qué hago con esos demonios sin sentido del humor con mucha falta de flow, y luego veré cómo hago con mi hermanito que quiere jugar a matarse, que harías en mi lugar?
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  • Evento Canonico

    𝕌𝕟 𝕕𝕚𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕡𝕦𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕕𝕖𝕞𝕒𝕟𝕕𝕒 𝕒 𝕄𝕣. 𝕀𝕟𝕔𝕣𝕖𝕚𝕓𝕝𝕖.

    —Rick… —su voz resonó en la sala de conferencias de la ANS. Una sala en la que por el momento solo estaba presente El Agente Rick Dicker y Meta Man. Mientras el viejo permanecía sentado en su escritorio, el héroe se mantuvo frente a el. Con los brazos firmemente cruzados y el ceño fruncido, pues el tema a tratar en esta ocasión no era para nada delicado. Ya llevaban más de media hora en esa reunión y solo hubieron puras malas noticias.

    —No podemos permitir que prohíban a los Supers. Sin nosotros allá afuera, ¿quién contendrá lo que el mundo no puede soportar? ¿Quién detendrá lo que nadie más está preparado para enfrentar? —su tono reflejaba preocupación profunda, una que no desaparecería hasta tener respuestas claras.

    Rick, el veterano agente de la ANS, escuchó en silencio. Su mirada permanecía fija en Meta Man, pero su rostro se mantenía impasible, casi indiferente. Finalmente, dejó un archivo sobre la mesa frente a él.

    —Escucha, hijo. Lo entiendo. Pero las cosas son complicadas. La opinión pública está en contra, los políticos han cedido, y yo solo soy un hombre perdido en una oficina llena de burócratas que solo ven números y daños colaterales. —dijo con calma mientras empujaba el sobre un poco más hacia el héroe, deslizandose este hasta el borde de la mesa.

    En la portada podía leerse: *Programa de Reubicación de Supers – Top Secret*.

    —¿Qué es esto? —su atención se fue al documento y, apenas pudo distinguir el título, lo tomó con un gesto casi instintivo. Cada fibra de su ser le decía que no quería abrirlo, que el contenido que aguardaba dentro representaba una derrota para los suyos. Y al mantenerse firme en no querer ver el contenido, hizo una pausa; con la que trataría de organizar sus pensamientos, y tras una respiración profunda volvió a hablar.

    —Déjame liderar. Dame la autoridad para tomar las riendas. Permíteme organizar a los Supers, regular cada equipo, y demostrar que podemos controlarnos, ser útiles para la sociedad… —se acercó un poco más a la mesa, apoyando los puños contra ella con determinación. Su mirada se mantuvo fija en el viejo agente.

    El silencio que siguió fue abrumador. Rick miró hacia la mesa, casi como si estuviera meditando cada palabra soltada por el héroe. Finalmente se levantó con morosidad, Recogiendo el expediente poco después y al final, caminó hacia la puerta. No obstante, antes de irse se giró ligeramente el rostro hacia Meta Man.

    —Lo consideraré… —Y con esa única frase, la puerta se cerró tras de si, mientras Meta Man permanecía solo en la penumbra de la sala. ¿Ahora que le diría a sus compañeros?
    Evento Canonico 𝕌𝕟 𝕕𝕚𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕡𝕦𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕕𝕖𝕞𝕒𝕟𝕕𝕒 𝕒 𝕄𝕣. 𝕀𝕟𝕔𝕣𝕖𝕚𝕓𝕝𝕖. —Rick… —su voz resonó en la sala de conferencias de la ANS. Una sala en la que por el momento solo estaba presente El Agente Rick Dicker y Meta Man. Mientras el viejo permanecía sentado en su escritorio, el héroe se mantuvo frente a el. Con los brazos firmemente cruzados y el ceño fruncido, pues el tema a tratar en esta ocasión no era para nada delicado. Ya llevaban más de media hora en esa reunión y solo hubieron puras malas noticias. —No podemos permitir que prohíban a los Supers. Sin nosotros allá afuera, ¿quién contendrá lo que el mundo no puede soportar? ¿Quién detendrá lo que nadie más está preparado para enfrentar? —su tono reflejaba preocupación profunda, una que no desaparecería hasta tener respuestas claras. Rick, el veterano agente de la ANS, escuchó en silencio. Su mirada permanecía fija en Meta Man, pero su rostro se mantenía impasible, casi indiferente. Finalmente, dejó un archivo sobre la mesa frente a él. —Escucha, hijo. Lo entiendo. Pero las cosas son complicadas. La opinión pública está en contra, los políticos han cedido, y yo solo soy un hombre perdido en una oficina llena de burócratas que solo ven números y daños colaterales. —dijo con calma mientras empujaba el sobre un poco más hacia el héroe, deslizandose este hasta el borde de la mesa. En la portada podía leerse: *Programa de Reubicación de Supers – Top Secret*. —¿Qué es esto? —su atención se fue al documento y, apenas pudo distinguir el título, lo tomó con un gesto casi instintivo. Cada fibra de su ser le decía que no quería abrirlo, que el contenido que aguardaba dentro representaba una derrota para los suyos. Y al mantenerse firme en no querer ver el contenido, hizo una pausa; con la que trataría de organizar sus pensamientos, y tras una respiración profunda volvió a hablar. —Déjame liderar. Dame la autoridad para tomar las riendas. Permíteme organizar a los Supers, regular cada equipo, y demostrar que podemos controlarnos, ser útiles para la sociedad… —se acercó un poco más a la mesa, apoyando los puños contra ella con determinación. Su mirada se mantuvo fija en el viejo agente. El silencio que siguió fue abrumador. Rick miró hacia la mesa, casi como si estuviera meditando cada palabra soltada por el héroe. Finalmente se levantó con morosidad, Recogiendo el expediente poco después y al final, caminó hacia la puerta. No obstante, antes de irse se giró ligeramente el rostro hacia Meta Man. —Lo consideraré… —Y con esa única frase, la puerta se cerró tras de si, mientras Meta Man permanecía solo en la penumbra de la sala. ¿Ahora que le diría a sus compañeros?
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  • Cita tensa y vigilada.
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    El despacho era vasto, desproporcionado incluso para una sola persona. Los muros de madera oscura estaban cubiertos por estanterías repletas de libros que parecían observadores mudos de cada palabra pronunciada allí. Una alfombra persa extendía sus tonos rojizos bajo el escritorio de caoba maciza, tan pulido que reflejaba las luces cálidas del candelabro de cristal que colgaba del techo. La chimenea al fondo crepitaba con elegancia calculada, llenando la estancia de un calor que, paradójicamente, no alcanzaba a suavizar la frialdad que flotaba en el aire.

    Ella permanecía de pie junto al ventanal, una figura recortada contra la noche. El vestido negro que llevaba parecía devorar la luz, y el brillo de la copa de vino en su mano era el único punto de vulnerabilidad que dejaba entrever. Desde allí podía ver el jardín exterior: esculturas de mármol bañadas por faroles, y, más allá, sombras que se movían con disciplina. Vigilancia. Siempre vigilancia.

    Se giró despacio, sus tacones resonando con eco suave en el mármol del suelo. Frente a ella, sentado con una calma en apariencia imperturbable, estaba él. Sus manos entrelazadas descansaban sobre el escritorio, pero la rigidez de sus hombros lo traicionaba. Parecía esperar, medir, calcular.

    Ella dejó la copa sobre una mesa lateral sin probar una sola gota. El tintineo del cristal al tocar la superficie sonó como un campanazo que anunciaba el inicio de algo inevitable. Entonces habló. Su voz era baja, firme, impregnada de una ironía que no necesitaba adornos:

    —Nunca imaginé que terminaríamos aquí… en un despacho que ni siquiera nos pertenece, rodeados de ojos que no pestañean.

    Hizo una pausa, avanzando un par de pasos hacia él, lenta, deliberadamente.

    —Y sin embargo, aquí estamos. Tú sentado como si dominaras la situación… y yo preguntándome cuánto tiempo nos dejarán seguir hablando antes de que alguien decida interrumpir.
    El despacho era vasto, desproporcionado incluso para una sola persona. Los muros de madera oscura estaban cubiertos por estanterías repletas de libros que parecían observadores mudos de cada palabra pronunciada allí. Una alfombra persa extendía sus tonos rojizos bajo el escritorio de caoba maciza, tan pulido que reflejaba las luces cálidas del candelabro de cristal que colgaba del techo. La chimenea al fondo crepitaba con elegancia calculada, llenando la estancia de un calor que, paradójicamente, no alcanzaba a suavizar la frialdad que flotaba en el aire. Ella permanecía de pie junto al ventanal, una figura recortada contra la noche. El vestido negro que llevaba parecía devorar la luz, y el brillo de la copa de vino en su mano era el único punto de vulnerabilidad que dejaba entrever. Desde allí podía ver el jardín exterior: esculturas de mármol bañadas por faroles, y, más allá, sombras que se movían con disciplina. Vigilancia. Siempre vigilancia. Se giró despacio, sus tacones resonando con eco suave en el mármol del suelo. Frente a ella, sentado con una calma en apariencia imperturbable, estaba él. Sus manos entrelazadas descansaban sobre el escritorio, pero la rigidez de sus hombros lo traicionaba. Parecía esperar, medir, calcular. Ella dejó la copa sobre una mesa lateral sin probar una sola gota. El tintineo del cristal al tocar la superficie sonó como un campanazo que anunciaba el inicio de algo inevitable. Entonces habló. Su voz era baja, firme, impregnada de una ironía que no necesitaba adornos: —Nunca imaginé que terminaríamos aquí… en un despacho que ni siquiera nos pertenece, rodeados de ojos que no pestañean. Hizo una pausa, avanzando un par de pasos hacia él, lenta, deliberadamente. —Y sin embargo, aquí estamos. Tú sentado como si dominaras la situación… y yo preguntándome cuánto tiempo nos dejarán seguir hablando antes de que alguien decida interrumpir.
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  • La noche caía sobre la mansión de Yūrei, y las sombras se alargaban por los pasillos como si quisieran susurrarle secretos olvidados. Sentada frente a un antiguo escritorio de madera, sus dedos rozaban con delicadeza un pergamino amarillento, repasando los nombres y rostros de aquellos que, hace años, intentaron arrebatarle lo más sagrado que poseía: sus hijos.

    Nunca había buscado venganza, ni siquiera justicia en el sentido humano. Aquellos padres que alguna vez caminaron cerca de sus hijos pensaron que podrían manipularlos, controlarlos, o incluso destruirlos. No entendían que en Yūrei convergían fuerzas que ningún mortal podía comprender: demoníacas, celestiales, yokai y espirituales. Y cuando intentaron actuar… desaparecieron. No fue un castigo sádico, sino un acto de protección, silencioso y definitivo. Los ecos de su desaparición nunca alcanzaron la tierra humana; eran secretos que ella guardaba con el mismo cuidado con el que cuidaba los latidos de sus hijos.

    Su mirada se perdió en la ventana, donde la luz de la luna iluminaba los jardines congelados en el tiempo. Cada estrella parecía recordarle la eternidad de su existencia, y el precio que había pagado por permitir que sus hijos vivieran sin cargar con su peso completo. La furia contenida en su ser podía ser devastadora, pero siempre la contuvo, siempre la canalizó para proteger sin mostrarlo.

    —Nunca entenderán… —susurró, la voz apenas un eco en la sala—. Pero ellos… ellos viven. Y eso basta.

    El silencio de la mansión parecía responderle con complicidad. Sus hijos, lejos, seguramente dormían, ajenos a la tormenta que Yūrei había contenido por ellos desde las sombras. Y aun así, no sentía culpa, sino la certeza serena de que lo imposible podía ser protegido si uno estaba dispuesto a pagar el precio.

    Y en ese instante, la madre de lo imposible volvió a cerrar los ojos, dejando que la eternidad de su existencia se entrelazara con la seguridad silenciosa de quienes más amaba.
    La noche caía sobre la mansión de Yūrei, y las sombras se alargaban por los pasillos como si quisieran susurrarle secretos olvidados. Sentada frente a un antiguo escritorio de madera, sus dedos rozaban con delicadeza un pergamino amarillento, repasando los nombres y rostros de aquellos que, hace años, intentaron arrebatarle lo más sagrado que poseía: sus hijos. Nunca había buscado venganza, ni siquiera justicia en el sentido humano. Aquellos padres que alguna vez caminaron cerca de sus hijos pensaron que podrían manipularlos, controlarlos, o incluso destruirlos. No entendían que en Yūrei convergían fuerzas que ningún mortal podía comprender: demoníacas, celestiales, yokai y espirituales. Y cuando intentaron actuar… desaparecieron. No fue un castigo sádico, sino un acto de protección, silencioso y definitivo. Los ecos de su desaparición nunca alcanzaron la tierra humana; eran secretos que ella guardaba con el mismo cuidado con el que cuidaba los latidos de sus hijos. Su mirada se perdió en la ventana, donde la luz de la luna iluminaba los jardines congelados en el tiempo. Cada estrella parecía recordarle la eternidad de su existencia, y el precio que había pagado por permitir que sus hijos vivieran sin cargar con su peso completo. La furia contenida en su ser podía ser devastadora, pero siempre la contuvo, siempre la canalizó para proteger sin mostrarlo. —Nunca entenderán… —susurró, la voz apenas un eco en la sala—. Pero ellos… ellos viven. Y eso basta. El silencio de la mansión parecía responderle con complicidad. Sus hijos, lejos, seguramente dormían, ajenos a la tormenta que Yūrei había contenido por ellos desde las sombras. Y aun así, no sentía culpa, sino la certeza serena de que lo imposible podía ser protegido si uno estaba dispuesto a pagar el precio. Y en ese instante, la madre de lo imposible volvió a cerrar los ojos, dejando que la eternidad de su existencia se entrelazara con la seguridad silenciosa de quienes más amaba.
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