• Si alguien me pregunta quién fuera el amor de mi vida jamás dudaré en decir tu nombre AJB aunque el tiempo pase no te olvido
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    Dos años fué lo que el zorro espero. Dos años que para él un suplicio resultó. Cada noche miraba al cielo, esperando ver ese destello esmeralda, ese destello que una vez trajo al color escarlata.

    Para un ser eterno dos años suelen ser un chasquido en el tiempo, pero aún así, sin saber si volvería a verla, el tiempo pasó despacio, perdiendo la esperanza día tras día, sin la certeza de volverla a ver. Puesto que el destello verde él nunca alcanzó a ver. Kazuo se arrepentía de no haber seguido su instinto, de no haber escuchado su corazón y si la razón. Algo en su pecho se planto y enraizó, en el momento en el que sus ojos zafiros se cruzaron con los de ella, tan rojos y vibrantes como el fuego, penetrando en el interior de su alma, encendiendo una llama que jamás pudo ser apagada.

    Esta partió al alba, ni siquiera pudo decirle adiós. Pero ese día, sin que ninguno de ellos lo supiera aún, sus almas habían sido unidas por algo más allá de lo mundano.

    Dos años pasaron hasta que esta volvió. Recorriendo un camino largo, pesado y cansado. Pero al fin su templo encontró, un lugar que solo aparece para aquellos que necesiten hallarlo. El camino se abrió para 𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆 , directo al encuentro de este. Sus almas se volvieron a encontrar, y sin poderse contener se unieron en una vorágine imparable, uniendo lo que nunca debió ser separado.

    El zorro quedó embelesado, y por primera vez en siglos de vida supongo de verdad cual era el significado de la palabra "amar"
    Dos años fué lo que el zorro espero. Dos años que para él un suplicio resultó. Cada noche miraba al cielo, esperando ver ese destello esmeralda, ese destello que una vez trajo al color escarlata. Para un ser eterno dos años suelen ser un chasquido en el tiempo, pero aún así, sin saber si volvería a verla, el tiempo pasó despacio, perdiendo la esperanza día tras día, sin la certeza de volverla a ver. Puesto que el destello verde él nunca alcanzó a ver. Kazuo se arrepentía de no haber seguido su instinto, de no haber escuchado su corazón y si la razón. Algo en su pecho se planto y enraizó, en el momento en el que sus ojos zafiros se cruzaron con los de ella, tan rojos y vibrantes como el fuego, penetrando en el interior de su alma, encendiendo una llama que jamás pudo ser apagada. Esta partió al alba, ni siquiera pudo decirle adiós. Pero ese día, sin que ninguno de ellos lo supiera aún, sus almas habían sido unidas por algo más allá de lo mundano. Dos años pasaron hasta que esta volvió. Recorriendo un camino largo, pesado y cansado. Pero al fin su templo encontró, un lugar que solo aparece para aquellos que necesiten hallarlo. El camino se abrió para [Liz_bloodFlame] , directo al encuentro de este. Sus almas se volvieron a encontrar, y sin poderse contener se unieron en una vorágine imparable, uniendo lo que nunca debió ser separado. El zorro quedó embelesado, y por primera vez en siglos de vida supongo de verdad cual era el significado de la palabra "amar"
    ── "𝐸𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜𝑠, ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎 𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑟𝑒𝑓𝑢𝑔𝑖𝑜 𝑦 ℎ𝑜𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑙𝑖𝑡𝑎𝑟𝑖𝑎. 𝑇𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑚𝑢𝑒𝑣𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑠𝑖𝑛 ℎ𝑜𝑟𝑎𝑠, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 ℎ𝑎𝑔𝑎 𝑐𝑒𝑛𝑖𝑧𝑎𝑠 𝑦 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑎𝑠 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑚𝑎ñ𝑎𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑣𝑜𝑙𝑎𝑟, 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟á 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑚𝑒𝑚𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠 𝑦 𝑙𝑎𝑠 𝑚í𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑛𝑐𝑖ó𝑛 𝑠𝑖𝑛 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙"

    Desde que se conocieron en ese bosque entre llamas danzantes color zafiro ( https://ficrol.com/posts/178240 ) pasaron dos largos años en los cuales Liz recorrió cinco de los siete reinos en el terreno continental, sin lograr mucho más que saciar su sed de venganza, ganar unas cuantas batallas ajenas, conocer diferentes culturas y añadir algunas cicatrices a la colección.
    Ya cansada de tanto andar como un susurro del destino y recordando las misteriosas palabras de la vidente todo encajó a la perfección; el camino que debía escoger era de regreso al lugar donde para ella había sido una burbuja de la realidad, necesitaba paz, necesitaba deshacerse de la culpa que la carcomía viva por todos los eventos recientes.

    Fueron al rededor de siete semanas en barco y dos meses de caminata, hasta que por fin llegó. Todo estaba como lo recordaba, el Tori desgastado que daba la bienvenida y el templo siempre bien mantenido y pulcro.

    Para su fortuna en ese monte no sólo halló paz, también encontró el amor que esquivo nunca había tocado su puerta.
    Este Yōkai esperó pacientemente su regreso, Elizabeth en sus manos se sentía segura, como si fuera una frágil hoja resguardada del soplo del viento, olvidaba por un momento la guerrera nata llena de ira que vivía en ella y eso de alguna manera era un bálsamo para su alma.

    Cada rosa tiene su espina, sólo en las manos correctas no lastima

    Kazuo y Elizabeth se encontraron bajo la noche estrellada gracias a la estela ausente de una caprichosa luz esmeralda que no intentaba otra cosa que unir dos almas que sin saberlo se buscaban
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  • -le acaban de decir que es la única lute encargada de cuidar de dos adanes simplemente agarro una soda y se puso a tomar disfrutando de los pocos segundos de paz que va a tener dónde esa información sea real. Cuidar de un Adán ya es difícil ahora imaginen a dos ?!!!-
    -le acaban de decir que es la única lute encargada de cuidar de dos adanes simplemente agarro una soda y se puso a tomar disfrutando de los pocos segundos de paz que va a tener dónde esa información sea real. Cuidar de un Adán ya es difícil ahora imaginen a dos ?!!!-
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  • Lucia levantó la mirada del libro cuando escuchó la puerta de la tienda cerrarse. Era la hora de almorzar, pero algo en la manera en que Carmina entró le hizo sentir una preocupación silenciosa. Su nieta llevaba el cabello planchado, algo que solo hacía cuando estaba sumergida en pensamientos tristes.

    Dejó el libro a un lado, observándola en silencio mientras Carmina caminaba hacia la cocina, evitando el contacto visual. Lucia la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que algo la estaba consumiendo por dentro.

    —Carmina, ven, siéntate conmigo un momento —le pidió con voz suave, señalando el sofá.

    Carmina dudó por un instante, pero luego soltó un suspiro y se acercó al sofá, dejándose caer junto a su abuela. Durante unos segundos, solo miró sus manos, retorciendo un mechón de su cabello planchado.

    —¿Qué sucede, cariño? —le preguntó Lucia, sabiendo que su nieta necesitaba sacar lo que tenía dentro.

    Carmina jugueteó con su cabello, mirando hacia abajo. Cuando finalmente habló, su voz era baja y quebradiza.

    —No quiero parecerme a ella, abuela —susurró, y Lucia supo inmediatamente que hablaba de su madre.

    —Es como... —Carmina continuó, buscando las palabras—, a veces me miro en el espejo y veo algo que no quiero ver. Mi cabello... me recuerda a ella. No puedo evitarlo. Lo plancho porque así siento que lo estoy cambiando, pero ni así se siente bien. Me siento incómoda conmigo misma, como si no pudiera escapar de eso.

    Lucia escuchó con atención, apretando suavemente la mano de Carmina en señal de apoyo. Sabía que había mucho más detrás de esas palabras, y que su nieta necesitaba tiempo para decirlo todo.

    —Y... mis amigas del colegio… ya todas hicieron sus vidas. Apenas me hablan. Están estudiando, viajando, haciendo cosas... y yo estoy aquí, en la tienda, como si me hubiera quedado atrás. —Carmina apretó los labios, tratando de contener las lágrimas que ya estaban asomando—. Es como si todas me hubieran olvidado, como si no importara para nadie.

    Lucia sintió una punzada en el corazón. Sabía cuánto significaban esas amistades para Carmina, y verla tan aislada, tan sola, la llenaba de tristeza. Luego, una idea cruzó por su mente, una amiga de la que había escuchado hablar, pero no conocía mucho.

    —¿Y qué hay de Jade? —preguntó suavemente—. Sé que no la veo mucho por aquí, pero por lo que me has dicho, parece que es importante para ti. No sé mucho de ella, pero siempre hablas de lo que comparten. ¿No es ella parte de tu vida ahora?

    Carmina parpadeó, sorprendida por la mención de Jade. Bajó la mirada por un momento y suspiró.

    —Sí, Jade es... especial. Pero con ella tampoco puedo hablar de cómo me siento realmente. No sé por qué, abuela... simplemente siento que no puedo ser totalmente honesta. No quiero que piense que estoy rota o que algo está mal conmigo. Así que hablamos de cosas más superficiales, y aunque eso ayuda por un rato... no es lo que necesito.

    Lucia asintió, su expresión calmada mientras escuchaba a su nieta desahogarse.

    —Y lo peor es que no entiendo por qué todo me afecta tanto. Mi vida es buena, abuela. Tengo la tienda, te tengo a ti, tengo mi salud... pero aun así, todo se siente tan pesado. —Carmina comenzó a llorar otra vez, las lágrimas corriendo por sus mejillas mientras buscaba respuestas en la confusión que sentía—. No debería sentirme así, pero no puedo evitarlo. Me siento sola, como si todos se fueran, como si me quedara estancada mientras el resto sigue adelante.

    Lucia la observó con el corazón encogido. Sabía que los sentimientos de su nieta no siempre tenían una explicación simple o fácil, y que, a veces, la tristeza aparecía incluso en los momentos de mayor estabilidad.

    —Incluso el chico... —continuó Carmina, ahora con la voz más rota—. ¿Recuerdas al joven rubio del que te hablé? Él… me dijo algo muy raro. Dijo que me parecía a su mamá. Al principio no supe qué pensar, pero… de alguna manera, me dio ternura. Él hablaba de ella con tanto cariño, como si pensar en su madre le trajera paz. Y eso fue tan diferente a cómo me siento yo cuando pienso en la mía…

    Carmina se detuvo un momento, secándose las lágrimas con la manga de su blusa.

    —Pero hace mucho que no sé nada de él tampoco. Es como si, al igual que todos los demás, también se hubiera ido. —Al decirlo, su voz se quebró por completo, y Carmina se cubrió el rostro con las manos, soltando sollozos que llevaba demasiado tiempo conteniendo.

    Lucia, con ternura infinita, la atrajo hacia ella, abrazándola y acariciando su cabello con delicadeza. La sentía tan vulnerable, tan herida por todas esas pérdidas, tanto físicas como emocionales.

    —Es normal sentirte así, mi niña —murmuró Lucia con suavidad—. A veces las personas que amamos se alejan, y eso duele, pero no significa que lo que compartiste con ellos no sea valioso. Y aunque ahora te cueste verlo, eres mucho más que tus recuerdos o lo que otros te han dejado atrás.

    Carmina se hundió más en el abrazo, dejando que las palabras de su abuela la envolvieran. El dolor seguía ahí, como una sombra persistente, pero en ese momento, en los brazos de Lucia, encontró un poco de consuelo.
    Lucia levantó la mirada del libro cuando escuchó la puerta de la tienda cerrarse. Era la hora de almorzar, pero algo en la manera en que Carmina entró le hizo sentir una preocupación silenciosa. Su nieta llevaba el cabello planchado, algo que solo hacía cuando estaba sumergida en pensamientos tristes. Dejó el libro a un lado, observándola en silencio mientras Carmina caminaba hacia la cocina, evitando el contacto visual. Lucia la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que algo la estaba consumiendo por dentro. —Carmina, ven, siéntate conmigo un momento —le pidió con voz suave, señalando el sofá. Carmina dudó por un instante, pero luego soltó un suspiro y se acercó al sofá, dejándose caer junto a su abuela. Durante unos segundos, solo miró sus manos, retorciendo un mechón de su cabello planchado. —¿Qué sucede, cariño? —le preguntó Lucia, sabiendo que su nieta necesitaba sacar lo que tenía dentro. Carmina jugueteó con su cabello, mirando hacia abajo. Cuando finalmente habló, su voz era baja y quebradiza. —No quiero parecerme a ella, abuela —susurró, y Lucia supo inmediatamente que hablaba de su madre. —Es como... —Carmina continuó, buscando las palabras—, a veces me miro en el espejo y veo algo que no quiero ver. Mi cabello... me recuerda a ella. No puedo evitarlo. Lo plancho porque así siento que lo estoy cambiando, pero ni así se siente bien. Me siento incómoda conmigo misma, como si no pudiera escapar de eso. Lucia escuchó con atención, apretando suavemente la mano de Carmina en señal de apoyo. Sabía que había mucho más detrás de esas palabras, y que su nieta necesitaba tiempo para decirlo todo. —Y... mis amigas del colegio… ya todas hicieron sus vidas. Apenas me hablan. Están estudiando, viajando, haciendo cosas... y yo estoy aquí, en la tienda, como si me hubiera quedado atrás. —Carmina apretó los labios, tratando de contener las lágrimas que ya estaban asomando—. Es como si todas me hubieran olvidado, como si no importara para nadie. Lucia sintió una punzada en el corazón. Sabía cuánto significaban esas amistades para Carmina, y verla tan aislada, tan sola, la llenaba de tristeza. Luego, una idea cruzó por su mente, una amiga de la que había escuchado hablar, pero no conocía mucho. —¿Y qué hay de Jade? —preguntó suavemente—. Sé que no la veo mucho por aquí, pero por lo que me has dicho, parece que es importante para ti. No sé mucho de ella, pero siempre hablas de lo que comparten. ¿No es ella parte de tu vida ahora? Carmina parpadeó, sorprendida por la mención de Jade. Bajó la mirada por un momento y suspiró. —Sí, Jade es... especial. Pero con ella tampoco puedo hablar de cómo me siento realmente. No sé por qué, abuela... simplemente siento que no puedo ser totalmente honesta. No quiero que piense que estoy rota o que algo está mal conmigo. Así que hablamos de cosas más superficiales, y aunque eso ayuda por un rato... no es lo que necesito. Lucia asintió, su expresión calmada mientras escuchaba a su nieta desahogarse. —Y lo peor es que no entiendo por qué todo me afecta tanto. Mi vida es buena, abuela. Tengo la tienda, te tengo a ti, tengo mi salud... pero aun así, todo se siente tan pesado. —Carmina comenzó a llorar otra vez, las lágrimas corriendo por sus mejillas mientras buscaba respuestas en la confusión que sentía—. No debería sentirme así, pero no puedo evitarlo. Me siento sola, como si todos se fueran, como si me quedara estancada mientras el resto sigue adelante. Lucia la observó con el corazón encogido. Sabía que los sentimientos de su nieta no siempre tenían una explicación simple o fácil, y que, a veces, la tristeza aparecía incluso en los momentos de mayor estabilidad. —Incluso el chico... —continuó Carmina, ahora con la voz más rota—. ¿Recuerdas al joven rubio del que te hablé? Él… me dijo algo muy raro. Dijo que me parecía a su mamá. Al principio no supe qué pensar, pero… de alguna manera, me dio ternura. Él hablaba de ella con tanto cariño, como si pensar en su madre le trajera paz. Y eso fue tan diferente a cómo me siento yo cuando pienso en la mía… Carmina se detuvo un momento, secándose las lágrimas con la manga de su blusa. —Pero hace mucho que no sé nada de él tampoco. Es como si, al igual que todos los demás, también se hubiera ido. —Al decirlo, su voz se quebró por completo, y Carmina se cubrió el rostro con las manos, soltando sollozos que llevaba demasiado tiempo conteniendo. Lucia, con ternura infinita, la atrajo hacia ella, abrazándola y acariciando su cabello con delicadeza. La sentía tan vulnerable, tan herida por todas esas pérdidas, tanto físicas como emocionales. —Es normal sentirte así, mi niña —murmuró Lucia con suavidad—. A veces las personas que amamos se alejan, y eso duele, pero no significa que lo que compartiste con ellos no sea valioso. Y aunque ahora te cueste verlo, eres mucho más que tus recuerdos o lo que otros te han dejado atrás. Carmina se hundió más en el abrazo, dejando que las palabras de su abuela la envolvieran. El dolor seguía ahí, como una sombra persistente, pero en ese momento, en los brazos de Lucia, encontró un poco de consuelo.
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  • —Tener esto, imagino que se siente exactamente como cuando alguien se compra un auto deportivo rojo en la crisis de mediana edad. Carajo, que viejo estoy.— Se le escapa una carcajada tras decir eso.
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  • ×~ Ahora mismo se puede decir que Legoshi es el lobo más feliz del universo entero. Tiene una mariposa en el hocico. Si algo le pasa se va a cabrear un montón ~×
    ×~ Ahora mismo se puede decir que Legoshi es el lobo más feliz del universo entero. Tiene una mariposa en el hocico. Si algo le pasa se va a cabrear un montón ~×
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    —¿Debería decir... Soy ese? (?
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  • Me encontraba nuevamente en ese lugar, en la penumbra de mis propios sueños. Y ahí estaba él, esa versión oscura de mí mismo, sentado en una silla, sonriendo con esa mueca que me llenaba de inquietud. Sus ojos brillaban con un resplandor siniestro que me helaba la sangre. Pero esta vez, no me limité a observar desde la distancia, a ser un espectador pasivo de mi propio tormento. Esta vez, me armé de valor, aunque fuera solo un intento desesperado por hallar una forma de detener esto.

    Di un paso hacia él, mi respiración era pesada, y mis manos temblaban, pero me obligué a mantener la mirada fija en la suya. La habitación parecía distorsionarse a nuestro alrededor, las sombras se retorcían, como si compartieran la burla de aquella presencia.

    —Quiero hablar contigo —dije, con la voz tensa, cada palabra un esfuerzo.

    La figura oscura levantó una ceja, y su sonrisa se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas, como si estuviera realmente interesado en lo que yo tuviera que decir. Pero conocía esa expresión, esa forma de arquear los labios. Había un tono sutil de burla en cada gesto suyo, en cada movimiento.

    "¿Hablar?" su voz resonó con un eco profundo que reverberó en la oscuridad que nos envolvía

    Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras. Sabía que no podía confiar en él, que cada palabra que dijera estaría teñida de ese cinismo que emanaba de su ser, pero aun así, debía intentarlo.
    El otro yo rio, una carcajada baja y amarga, que hizo que el aire se sintiera más pesado, casi irrespirable. Se puso de pie, y aunque la distancia entre nosotros seguía siendo la misma, su presencia se hizo más opresiva.

    "Te escucho..."
    Me encontraba nuevamente en ese lugar, en la penumbra de mis propios sueños. Y ahí estaba él, esa versión oscura de mí mismo, sentado en una silla, sonriendo con esa mueca que me llenaba de inquietud. Sus ojos brillaban con un resplandor siniestro que me helaba la sangre. Pero esta vez, no me limité a observar desde la distancia, a ser un espectador pasivo de mi propio tormento. Esta vez, me armé de valor, aunque fuera solo un intento desesperado por hallar una forma de detener esto. Di un paso hacia él, mi respiración era pesada, y mis manos temblaban, pero me obligué a mantener la mirada fija en la suya. La habitación parecía distorsionarse a nuestro alrededor, las sombras se retorcían, como si compartieran la burla de aquella presencia. —Quiero hablar contigo —dije, con la voz tensa, cada palabra un esfuerzo. La figura oscura levantó una ceja, y su sonrisa se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas, como si estuviera realmente interesado en lo que yo tuviera que decir. Pero conocía esa expresión, esa forma de arquear los labios. Había un tono sutil de burla en cada gesto suyo, en cada movimiento. "¿Hablar?" su voz resonó con un eco profundo que reverberó en la oscuridad que nos envolvía Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras. Sabía que no podía confiar en él, que cada palabra que dijera estaría teñida de ese cinismo que emanaba de su ser, pero aun así, debía intentarlo. El otro yo rio, una carcajada baja y amarga, que hizo que el aire se sintiera más pesado, casi irrespirable. Se puso de pie, y aunque la distancia entre nosotros seguía siendo la misma, su presencia se hizo más opresiva. "Te escucho..."
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    Buenas! Supongo que no seré el unico que ve poca actividad en las pocas salas de rol que tenemos al alcance. He estado pensando en iniciar un proyecto para una sala de rol diferente, es decir, con un proposito. Si quieres formar parte o aportar tu grano de arena para una comunidad mas activa de role-play, escríbeme al privado. Gracias!
    Buenas! Supongo que no seré el unico que ve poca actividad en las pocas salas de rol que tenemos al alcance. He estado pensando en iniciar un proyecto para una sala de rol diferente, es decir, con un proposito. Si quieres formar parte o aportar tu grano de arena para una comunidad mas activa de role-play, escríbeme al privado. Gracias!
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  • "𝐄𝐫𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫~ , 𝐝𝐞𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐬𝐮𝐬𝐩𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐞𝐬, 𝐚𝐮𝐧𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐞𝐬. "





    Cantaba al son de la música reproducida de su celular, mientras acariciaba al pequeño cachorro que vestía un traje, quien se hallaba sobre su pecho desnudo descansando como un buen bebé. Claramente era la mascota que se había llevado de la propiedad de su amigo. No sé sentía culpable, Kiev estaba muy ocupado así que le daría las atenciones que necesitaba el pequeño.

    — Te voy a cambiar el nombre, para guardar el secreto. Porque te amo y me amas. Y a alguien debemos respeto.

    Descansaba sobre la gran cama king simplemente con un pantalón de dormir y una bata que usaba a medias, su pecho descubierto con cicatrices notorias con una historia detrás de ella.

    — Te voy a cambiar el nombre, en base a lo que has traído. Ahora te llamarás Gloria, lo tienes bien merecido ~

    Escuchar música siempre lo relajaba pero amaba cantarla con todo y sentimiento, lo necesitaba más ahora que estaba encerrado debido al intenso tratamiento que recibió por parte de Arturia, no habia pesadillas, solo una vida tranquila mientras esperaba noticias de la pelirroja y la llegada de Vanya de sus vacaciones.

    — Delante de la gente, no me mires, no suspires, no me llames. Aunque me ames.

    Termino alzando al cachorro, quien se terminó levantando, al ver al rubio movió su colita de forma rápida, estaba contento pese a que interrumpieron su sueño, y el italiano siguió cantando.

    —Delante de la gente, soy tu amigo. Hoy te digo, qué castigo. Que dolor, que dolor.

    Soltó unas cuantas risas cuando el pequeño animal lamió su rostro, ya cansado de permanecer en cama estos días, decidió por fin levantarse. Dejo a Leo en el piso y salió de la habitación con celular en mano, el cual paso a reproducir otra canción, esa las de "señoras" como solía decir uno de sus hombres.


    — ¡Dejaste que de ti me enamorara! Y me acostumbraste solamente a tu cariño. Y ahora estoy pagando mi condena, ¡tu no debiste estar conmigo, siendo ajena!.

    No le importo el cambio de la canción, simplemente siguió con lo suyo mientras pensaba en que comer, lavo sus manos y las sacudió antes de secarse, nuevamente se cambió la canción debido a una gota de agua.

    — Me dicen bombom asesin— Dejo de cantar inmediatamente cuando sintio que le jalaban el pantalón desde abajo, su mirada se dirigío al pequeño cachorro quien lo jalaba con sus fuerzas. Lo cargo en sus brazos y apagó su celular, camino en dirección al comedero de Leo para darle algo de comida. Observó al pequeño comer contento, y luego la sala vacía. Odiaba estar en lugares tan solitarios. — Extraño a Vanya, me preguntó cuando volverá mi amiga del mal.




    "𝐄𝐫𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫~ , 𝐝𝐞𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐬𝐮𝐬𝐩𝐢𝐫𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐞𝐬, 𝐚𝐮𝐧𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐞𝐬. " Cantaba al son de la música reproducida de su celular, mientras acariciaba al pequeño cachorro que vestía un traje, quien se hallaba sobre su pecho desnudo descansando como un buen bebé. Claramente era la mascota que se había llevado de la propiedad de su amigo. No sé sentía culpable, Kiev estaba muy ocupado así que le daría las atenciones que necesitaba el pequeño. — Te voy a cambiar el nombre, para guardar el secreto. Porque te amo y me amas. Y a alguien debemos respeto. Descansaba sobre la gran cama king simplemente con un pantalón de dormir y una bata que usaba a medias, su pecho descubierto con cicatrices notorias con una historia detrás de ella. — Te voy a cambiar el nombre, en base a lo que has traído. Ahora te llamarás Gloria, lo tienes bien merecido ~ Escuchar música siempre lo relajaba pero amaba cantarla con todo y sentimiento, lo necesitaba más ahora que estaba encerrado debido al intenso tratamiento que recibió por parte de Arturia, no habia pesadillas, solo una vida tranquila mientras esperaba noticias de la pelirroja y la llegada de Vanya de sus vacaciones. — Delante de la gente, no me mires, no suspires, no me llames. Aunque me ames. Termino alzando al cachorro, quien se terminó levantando, al ver al rubio movió su colita de forma rápida, estaba contento pese a que interrumpieron su sueño, y el italiano siguió cantando. —Delante de la gente, soy tu amigo. Hoy te digo, qué castigo. Que dolor, que dolor. Soltó unas cuantas risas cuando el pequeño animal lamió su rostro, ya cansado de permanecer en cama estos días, decidió por fin levantarse. Dejo a Leo en el piso y salió de la habitación con celular en mano, el cual paso a reproducir otra canción, esa las de "señoras" como solía decir uno de sus hombres. — ¡Dejaste que de ti me enamorara! Y me acostumbraste solamente a tu cariño. Y ahora estoy pagando mi condena, ¡tu no debiste estar conmigo, siendo ajena!. No le importo el cambio de la canción, simplemente siguió con lo suyo mientras pensaba en que comer, lavo sus manos y las sacudió antes de secarse, nuevamente se cambió la canción debido a una gota de agua. — Me dicen bombom asesin— Dejo de cantar inmediatamente cuando sintio que le jalaban el pantalón desde abajo, su mirada se dirigío al pequeño cachorro quien lo jalaba con sus fuerzas. Lo cargo en sus brazos y apagó su celular, camino en dirección al comedero de Leo para darle algo de comida. Observó al pequeño comer contento, y luego la sala vacía. Odiaba estar en lugares tan solitarios. — Extraño a Vanya, me preguntó cuando volverá mi amiga del mal.
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