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    Distribución del ático :

    Primera planta : Comedor ~ cocina
    Junto a estos están los despachos individuales del matrimonio y hay un baño pequeño

    Segunda planta : Dormitorio principal, junto a este el baño de la pareja , el vestidor que ocupa el mismo espacio que el dormitorio, en este está el tocador de Mitsuru.
    Luego hay una habitación bastante grande pero vacía actualmente.

    Tercera planta : Gimnasio privado
    Cuarta planta : piscina climatizada

    Akihiko Sanada
    Distribución del ático : Primera planta : Comedor ~ cocina Junto a estos están los despachos individuales del matrimonio y hay un baño pequeño Segunda planta : Dormitorio principal, junto a este el baño de la pareja , el vestidor que ocupa el mismo espacio que el dormitorio, en este está el tocador de Mitsuru. Luego hay una habitación bastante grande pero vacía actualmente. Tercera planta : Gimnasio privado Cuarta planta : piscina climatizada [Sanada_Thcx]
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  • #MonoRol | La ira de una infancia rota

    Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar."

    El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida.

    En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve.

    Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban.

    —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo?

    Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas.

    Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona.

    —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo.

    —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento.

    Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv.

    —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas.

    Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso.

    —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia.

    La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca.

    —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella.

    Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada.

    Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas.

    La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida.

    —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza.

    Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada.

    Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
    #MonoRol | La ira de una infancia rota Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar." El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida. En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve. Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban. —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo? Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas. Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona. —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo. —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento. Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv. —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas. Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso. —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca. —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella. Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada. Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas. La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida. —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza. Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada. Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
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  • Bueno ya no puedo seguir distraída es hora de trabajar.

    *Se levanta de su silla del comedor, tronando un poco su cuello al moverlo de lado a lado, al tiempo en que estira su cuerpo despertando un poco sus sentidos en lo que saca un chicle de su mochila para mantenerse despierta*

    Maldito reguetón, es lo único que escuchan en este lugar, no terminan de entender que hay mejores géneros

    *Termina de bajar las escaleras y tomando su lugar comienza con su rutina de contar la caja, para luego con su típica voz fingida dulce y melosa dice*

    Bienvenido, es tanto $ muchas gracias por su visita regrese pronto

    *Suspiro soplando mi cabello*
    Bueno ya no puedo seguir distraída es hora de trabajar. *Se levanta de su silla del comedor, tronando un poco su cuello al moverlo de lado a lado, al tiempo en que estira su cuerpo despertando un poco sus sentidos en lo que saca un chicle de su mochila para mantenerse despierta* Maldito reguetón, es lo único que escuchan en este lugar, no terminan de entender que hay mejores géneros *Termina de bajar las escaleras y tomando su lugar comienza con su rutina de contar la caja, para luego con su típica voz fingida dulce y melosa dice* Bienvenido, es tanto $ muchas gracias por su visita regrese pronto *Suspiro soplando mi cabello*
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  • Era temprano por la mañana, y Junior se encontraba en la mesa del comedor, desayunando tranquilamente bajo la vigilancia de los sirvientes de su padre.

    Cuando terminara el desayuno debía encaminarse hacia la biblioteca, pues recibiría la primer tutoría de tantas en el día; aunque fuera un niño genio, todavía seguía formándose.

    Llevándose el último trozo de fruta a la boca, Junior masticó lentamente, dirigiéndole una mirada a Hiro , que esperaba fuera de su entendimiento; sus ojos se movieron de la puerta hacia su lugar.

    "Sígueme" decían.

    Después, bebió un poco de agua, se limpió la boca con una servilleta, y se levantó.

    Sin emitir palabra, se retiró del comedor, caminando a paso tranquilo y esperando que el androide lo siguiera.


    Era temprano por la mañana, y Junior se encontraba en la mesa del comedor, desayunando tranquilamente bajo la vigilancia de los sirvientes de su padre. Cuando terminara el desayuno debía encaminarse hacia la biblioteca, pues recibiría la primer tutoría de tantas en el día; aunque fuera un niño genio, todavía seguía formándose. Llevándose el último trozo de fruta a la boca, Junior masticó lentamente, dirigiéndole una mirada a [Hiritox3], que esperaba fuera de su entendimiento; sus ojos se movieron de la puerta hacia su lugar. "Sígueme" decían. Después, bebió un poco de agua, se limpió la boca con una servilleta, y se levantó. Sin emitir palabra, se retiró del comedor, caminando a paso tranquilo y esperando que el androide lo siguiera.
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  • 𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈

    — S. XIX —

    La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día.

    ¿Qué sería esta vez?

    El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre.

    Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón.

    —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal.
    Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos.

    Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo.

    Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora…

    Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema.

    Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente.

    —Perfecto —musitó.

    Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy.

    Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus.
    Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos.

    De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles.
    Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios.

    ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo.

    Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil.

    Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa.

    —¿Qué demon…?

    Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta.

    —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto!

    Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado.
    —¿Por qué?

    —¡Para hacer la ocasión más feliz!

    Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba.
    “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría.

    Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos.

    Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez.

    Quizá Finnian tenía algo de razón.

    Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa.

    Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
    𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈 — S. XIX — La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día. ¿Qué sería esta vez? El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre. Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón. —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal. Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos. Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo. Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora… Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema. Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente. —Perfecto —musitó. Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy. Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus. Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos. De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles. Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios. ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo. Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil. Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa. —¿Qué demon…? Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta. —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto! Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado. —¿Por qué? —¡Para hacer la ocasión más feliz! Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba. “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría. Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos. Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez. Quizá Finnian tenía algo de razón. Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa. Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
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  • La invitación
    Fandom Bridgerton
    Categoría Drama
    Los lacayos se están encargando de llevar las compras que lleve acabo esta misma mañana a mis aposentos.
    Nuestro mayordomo me explico que mi hija se encuentra reunida con el ama de llaves en el comedor.

    Por el pasillo escucho como mi hija a mis espaldas empieza a cambiar todas mis ordenes.
    Esta sigue siendo mi casa y no dejaré que lo olvide.

    -Mrs Varley retírese, quiero hablar a solas con mi hija.

    Prudence Dankworth
    Los lacayos se están encargando de llevar las compras que lleve acabo esta misma mañana a mis aposentos. Nuestro mayordomo me explico que mi hija se encuentra reunida con el ama de llaves en el comedor. Por el pasillo escucho como mi hija a mis espaldas empieza a cambiar todas mis ordenes. Esta sigue siendo mi casa y no dejaré que lo olvide. -Mrs Varley retírese, quiero hablar a solas con mi hija. [Th_Featherington]
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
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  • "Ecos de Hielo y Fuego"
    Fandom Juego de Tronos
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟𝑎́ 𝑒𝑛 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜,
    ㅤㅤㅤ𝑂𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 ℎ𝑖𝑒𝑙𝑜.
    ㅤㅤㅤ𝑃𝑜𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜,
    ㅤㅤㅤ𝑀𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑖𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟𝑒𝑐𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜.
    ㅤㅤㅤ𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟 𝑑𝑜𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠,
    ㅤㅤㅤ𝐶𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒́ 𝑙𝑜 𝑠𝑢𝑓𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑑𝑖𝑜
    ㅤㅤㅤ𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑢𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑙 ℎ𝑖𝑒𝑙𝑜
    ㅤㅤㅤ𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑠 𝑒𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡𝑒
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤ˹ 𝐽𝜎𝜋 𝑆𝜋𝜎𝜔



    La llegada de Jon Nieve a Rocadragón había llegado con la petición de una ayuda que Daenerys no sabía si estaba dispuesta a entregar. Realmente Daenerys no tenia por qué acceder a su petición, mucho menos después de que Jon Nieve se resistiera a hincar la rodilla y jurarle lealtad. ¿Qué clase de negociación era esa? ¿Por qué tendría ella que ayudar a un Rey en el Norte que no la aceptaría como Reina? Si Jon Nieve era testarudo, Daenerys lo era mucho más. Si había conseguido llegar hasta Poniente, si había conseguido lo que había conseguido hasta aquel día se debía solamente a la fe que había mantenido en si misma y en su objetivo. Había llegado a Poniente para gobernar los Siete Reinos y, el Norte se resistía a prosternarse mas aun asi llegaban a sus costas con una petición bastante peculiar…

    En vista de que tenía muchos preparativos, planes de batalla y asuntos que resolver había decidido posponer su decisión acerca de Jon Nieve y el vidriagón. Quizás un par de dias de silencio sobre el tema, sin una decisión tomada ayudaran al bastardo de Ned Stark a entrar en razón.

    Había pasado un día entero desde que Jon Nieve, Davos Seaworth y algunos norteños llegaran a las playas de Rocadragón y a todos se les habían proporcionado habitaciones cómodas, calientes y comida en la mesa. Aquella noche, Jon Nieve y su consejero recibirían una invitación verbalizada por Missandei en la que Daenerys Targaryen invitaba a ambos a una cena privada con ella y sus consejeros: Tyrion Lannister, Barristan Selmy, Missandei, Gusano Gris y Daario Naharis.

    Para cuando Davos y Jon llegaron al comedor principal una generosa hoguera crepitaba en la chimenea, la mesa estaba puesta con ornamentada vajilla proveniente de Meereen y varias botellas de vino del Rejo estaban repartidas por la mesa. La Reina aún no había llegado, como tampoco Missandei, su más fiel amiga. El resto de comensales charlaban cerca de la chimenea.

    Daario Naharis discutía con Sir Barristan y Gusano Gris algún plan de batalla. Y Tyrion parecía andar inmerso en sus propias cavilaciones con la mirada de sus ojos prendida en las llamas. Todos ellos se giraron hacia los recién llegados cuando los goznes de las puertas chirriaron de forma sorda anunciando su entrada.

    -Así que este es el Rey en el Norte -dijo Sir Barristan de forma amigable acercándose a Jon y a Davos y extendiendo una mano hacia el primero- He oído hablar de tus hazañas, Jon Nieve. En el Muro, en el campo de batalla... incluso los viejos soldados como yo escuchan las historias. Tu padre, Eddard Stark, habría estado orgulloso. Era un hombre honorable, uno de los mejores que he conocido.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    ㅤㅤㅤ𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟𝑎́ 𝑒𝑛 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜, ㅤㅤㅤ𝑂𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 ℎ𝑖𝑒𝑙𝑜. ㅤㅤㅤ𝑃𝑜𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜, ㅤㅤㅤ𝑀𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑖𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟𝑒𝑐𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜. ㅤㅤㅤ𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟 𝑑𝑜𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠, ㅤㅤㅤ𝐶𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒́ 𝑙𝑜 𝑠𝑢𝑓𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑑𝑖𝑜 ㅤㅤㅤ𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑢𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑙 ℎ𝑖𝑒𝑙𝑜 ㅤㅤㅤ𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑠 𝑒𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡𝑒 ㅤㅤ ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤ˹ [IKnwNthng] ㅤ La llegada de Jon Nieve a Rocadragón había llegado con la petición de una ayuda que Daenerys no sabía si estaba dispuesta a entregar. Realmente Daenerys no tenia por qué acceder a su petición, mucho menos después de que Jon Nieve se resistiera a hincar la rodilla y jurarle lealtad. ¿Qué clase de negociación era esa? ¿Por qué tendría ella que ayudar a un Rey en el Norte que no la aceptaría como Reina? Si Jon Nieve era testarudo, Daenerys lo era mucho más. Si había conseguido llegar hasta Poniente, si había conseguido lo que había conseguido hasta aquel día se debía solamente a la fe que había mantenido en si misma y en su objetivo. Había llegado a Poniente para gobernar los Siete Reinos y, el Norte se resistía a prosternarse mas aun asi llegaban a sus costas con una petición bastante peculiar… En vista de que tenía muchos preparativos, planes de batalla y asuntos que resolver había decidido posponer su decisión acerca de Jon Nieve y el vidriagón. Quizás un par de dias de silencio sobre el tema, sin una decisión tomada ayudaran al bastardo de Ned Stark a entrar en razón. Había pasado un día entero desde que Jon Nieve, Davos Seaworth y algunos norteños llegaran a las playas de Rocadragón y a todos se les habían proporcionado habitaciones cómodas, calientes y comida en la mesa. Aquella noche, Jon Nieve y su consejero recibirían una invitación verbalizada por Missandei en la que Daenerys Targaryen invitaba a ambos a una cena privada con ella y sus consejeros: Tyrion Lannister, Barristan Selmy, Missandei, Gusano Gris y Daario Naharis. Para cuando Davos y Jon llegaron al comedor principal una generosa hoguera crepitaba en la chimenea, la mesa estaba puesta con ornamentada vajilla proveniente de Meereen y varias botellas de vino del Rejo estaban repartidas por la mesa. La Reina aún no había llegado, como tampoco Missandei, su más fiel amiga. El resto de comensales charlaban cerca de la chimenea. Daario Naharis discutía con Sir Barristan y Gusano Gris algún plan de batalla. Y Tyrion parecía andar inmerso en sus propias cavilaciones con la mirada de sus ojos prendida en las llamas. Todos ellos se giraron hacia los recién llegados cuando los goznes de las puertas chirriaron de forma sorda anunciando su entrada. -Así que este es el Rey en el Norte -dijo Sir Barristan de forma amigable acercándose a Jon y a Davos y extendiendo una mano hacia el primero- He oído hablar de tus hazañas, Jon Nieve. En el Muro, en el campo de batalla... incluso los viejos soldados como yo escuchan las historias. Tu padre, Eddard Stark, habría estado orgulloso. Era un hombre honorable, uno de los mejores que he conocido. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • Descubierta
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Drama
    En este rol me pondré un au para hacer de la Condesa Viuda Lady Gunningworth

    AU Sullivan, ama de llaves de la Condesa viuda Lady GunningworthPenélope Bridgerton

    Araminta

    Durante el desayuno disfrutábamos comiendo en completo silencio como hacemos cada mañana. Mientras nuestro mayordomo finalmente me hace entrega del correo, no hay ningún baile cerca ni nada que merezca la pena leer.
    Rosamund fue directa a sus clases de piano mientras Posy, en verdad no caí en el momento exacto en que abandono el comedor.
    Seguramente este leyendo otro de esos estúpidos libros que no la sirven para nada o bordando.

    Pase el resto de la mañana disfrutando de un día maravilloso de compras.

    A la hora del almuerzo termine comiendo sola, no deseaba la compañía de ninguna de mis dos hijas.

    Estoy decepcionada con Rosamund, puse todas mis esperanzas en ella y no ha conseguido captar la atención de algún candidato digno.
    Tengo que ser mucho más dura con esa insolente muchacha.
    En este rol me pondré un au para hacer de la Condesa Viuda Lady Gunningworth AU Sullivan, ama de llaves de la Condesa viuda Lady Gunningworth[Pluma_CX] Araminta Durante el desayuno disfrutábamos comiendo en completo silencio como hacemos cada mañana. Mientras nuestro mayordomo finalmente me hace entrega del correo, no hay ningún baile cerca ni nada que merezca la pena leer. Rosamund fue directa a sus clases de piano mientras Posy, en verdad no caí en el momento exacto en que abandono el comedor. Seguramente este leyendo otro de esos estúpidos libros que no la sirven para nada o bordando. Pase el resto de la mañana disfrutando de un día maravilloso de compras. A la hora del almuerzo termine comiendo sola, no deseaba la compañía de ninguna de mis dos hijas. Estoy decepcionada con Rosamund, puse todas mis esperanzas en ella y no ha conseguido captar la atención de algún candidato digno. Tengo que ser mucho más dura con esa insolente muchacha.
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  • " ¿𝐘 𝐭ú? 𝐏𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐡𝐚𝐛í𝐚𝐬 𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐮 𝐝𝐮𝐞ñ𝐚, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... "





    Miraba a la gata enrollarse y ronronear sobre el mueble, justo al lado de él. Enarco una ceja realmente confundido por su presencia, no supo en qué momento la gatita había sido llevada a su propiedad, mucho menos entendía el porqué ahora estaba de color negro, sabiendo que ella tenía el pelaje del pecho de color blanco.

    La tomo entre sus manos, solo para notar que sus manos se manchaban con algo negro al tocarla y con ligero aroma a quemado.

    — ¿Volviste a jugar en la chimenea, Красивый? — Preguntó como si el animal fuera a entenderlo. Aunque termino recibiendo un maullido como respuesta.

    A los pocos segundos vio como Leo perseguía a la mascota de Jade, seguido de algunas sirvientas tratando de atraparlos. El bullicio terminó por inundar la mansión entera. La gata de Rubí se bajó de sus brazos y fue corriendo a seguirles el paso.

    — Señor, Aún no tenemos información del señor Ryan. No hemos podido contactarnos con él ni con la señorita Vanya. — Dijo su asistente.

    Kiev volteo a mirarlo, ignorando por completo el desastre ocasionado por las mascotas. Al menos ya no estaba tan silencioso el lugar. Al escuchar sobre la noticia, suspiro de cansancio, hace poco había visto la noticia del lío que se habían metido ambos, en su intento de liberar monos, quería contactarse para ver si el problema era demasiado fuerte, pero no hubo respuesta.

    — Está bien, lo más probable es que sigan con lo suyo. Concéntrate en el almuerzo de la tarde. — Dejo de lado aquel asunto. Quería concentrarse en el almuerzo que se haría por su cumpleaños con las chicas, algo realmente tranquilo.

    Su asistente solo asintió, estuvo a punto de decir algo más cuando se escuchó un estruendo realmente fuerte por el área del comedor.

    — Y lleven a los animales a limpiarse, muevan el almuerzo al jardín. Evitemos problemas con la comida. — Dijo mientras se levantaba del sofá. Necesitaba un baño.
    " ¿𝐘 𝐭ú? 𝐏𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐡𝐚𝐛í𝐚𝐬 𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐮 𝐝𝐮𝐞ñ𝐚, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... " Miraba a la gata enrollarse y ronronear sobre el mueble, justo al lado de él. Enarco una ceja realmente confundido por su presencia, no supo en qué momento la gatita había sido llevada a su propiedad, mucho menos entendía el porqué ahora estaba de color negro, sabiendo que ella tenía el pelaje del pecho de color blanco. La tomo entre sus manos, solo para notar que sus manos se manchaban con algo negro al tocarla y con ligero aroma a quemado. — ¿Volviste a jugar en la chimenea, Красивый? — Preguntó como si el animal fuera a entenderlo. Aunque termino recibiendo un maullido como respuesta. A los pocos segundos vio como Leo perseguía a la mascota de Jade, seguido de algunas sirvientas tratando de atraparlos. El bullicio terminó por inundar la mansión entera. La gata de Rubí se bajó de sus brazos y fue corriendo a seguirles el paso. — Señor, Aún no tenemos información del señor Ryan. No hemos podido contactarnos con él ni con la señorita Vanya. — Dijo su asistente. Kiev volteo a mirarlo, ignorando por completo el desastre ocasionado por las mascotas. Al menos ya no estaba tan silencioso el lugar. Al escuchar sobre la noticia, suspiro de cansancio, hace poco había visto la noticia del lío que se habían metido ambos, en su intento de liberar monos, quería contactarse para ver si el problema era demasiado fuerte, pero no hubo respuesta. — Está bien, lo más probable es que sigan con lo suyo. Concéntrate en el almuerzo de la tarde. — Dejo de lado aquel asunto. Quería concentrarse en el almuerzo que se haría por su cumpleaños con las chicas, algo realmente tranquilo. Su asistente solo asintió, estuvo a punto de decir algo más cuando se escuchó un estruendo realmente fuerte por el área del comedor. — Y lleven a los animales a limpiarse, muevan el almuerzo al jardín. Evitemos problemas con la comida. — Dijo mientras se levantaba del sofá. Necesitaba un baño.
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  • Hace unos días anunciaron en el comedor un platillo sorpresa que sería limitado para unos cuantos alumnos. Yu había esperado este día, incluso puso una alarma en su celular para recordarlo, pero ni el celular que tenía 1% de batería y él se dieron cuenta cuando el timbre sono.

    Se dio prisa, pero no pudo llegar a tiempo; siendo el último en llegar, viendo como un alumno se llevaba el último que quedaba.

    —¡NO! ¡FALTÓ YO! ¡NO CIERREN!—
    Exclamó frente a la barra del comedor. —¡Tengo hambre!—Desesperado y hambiento espero que sus palabras fueran escuchadas y un alma gentil se compadezco de este pobre chico idiota.

    Hace unos días anunciaron en el comedor un platillo sorpresa que sería limitado para unos cuantos alumnos. Yu había esperado este día, incluso puso una alarma en su celular para recordarlo, pero ni el celular que tenía 1% de batería y él se dieron cuenta cuando el timbre sono. Se dio prisa, pero no pudo llegar a tiempo; siendo el último en llegar, viendo como un alumno se llevaba el último que quedaba. —¡NO! ¡FALTÓ YO! ¡NO CIERREN!— Exclamó frente a la barra del comedor. —¡Tengo hambre!—Desesperado y hambiento espero que sus palabras fueran escuchadas y un alma gentil se compadezco de este pobre chico idiota.
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