• La llegada a un nuevo mundo
    Fandom Oc
    Categoría Slice of Life
    La noche respiraba en silencio. Las sombras parecían plegarse a cada paso de la pelirroja, como si reconocieran en ella a la dueña legítima de la oscuridad.
    La luna colgaba alta, plateando el contorno de los edificios abandonados y el polvo que danzaba con el viento. Aquel era un mundo ajeno, otra dimensión de las tantas que había cruzado, y aun así el mismo sentimiento de vacío la acompañaba como una vieja herida que nunca cerraba.

    Tiana avanzó entre los escombros con paso felino, la chamarra de cuero abierta ondeando apenas por la brisa nocturna. Su mirada jade se detuvo en la distancia, donde un resplandor rojizo marcaba el lugar del portal.
    “Al fin… después de tanto tiempo.”
    El eco de sus pensamientos fue tan frío como su sonrisa.

    Dos figuras custodiaban el arco rúnico, susurros apagados que no lograban escapar del rugido sordo del poder contenido en aquel sello. Tiana se detuvo a unos metros, observando. Una parte de ella, la que aún recordaba la compasión, dudó. La otra la más fuerte, la que había sobrevivido a la traición y al exilio ardía por desatar el fuego.

    –Supongo que no esperaban visitas –murmuró, la voz baja, ronca, impregnada de burla.

    Uno de los guardias giró bruscamente al escucharla. El otro retrocedió apenas un paso, percibiendo la energía que la envolvía. Humo oscuro comenzó a brotar de entre los labios de Tiana, ascendiendo en espirales lentas hacia el cielo.

    –Denme una razón –sus ojos brillaron con un destello carmesí– para no convertir este lugar en un recuerdo carbonizado.

    El aire se volvió denso cómo esperando la confrontación inminente , más en cambio los guardias dieron la espalda al portal reconociendo a la pelirroja , aburrida simplemente ingreso en aquel espiral de magia.

    -Donde carajos estoy ahora ?-
    La noche respiraba en silencio. Las sombras parecían plegarse a cada paso de la pelirroja, como si reconocieran en ella a la dueña legítima de la oscuridad. La luna colgaba alta, plateando el contorno de los edificios abandonados y el polvo que danzaba con el viento. Aquel era un mundo ajeno, otra dimensión de las tantas que había cruzado, y aun así el mismo sentimiento de vacío la acompañaba como una vieja herida que nunca cerraba. Tiana avanzó entre los escombros con paso felino, la chamarra de cuero abierta ondeando apenas por la brisa nocturna. Su mirada jade se detuvo en la distancia, donde un resplandor rojizo marcaba el lugar del portal. “Al fin… después de tanto tiempo.” El eco de sus pensamientos fue tan frío como su sonrisa. Dos figuras custodiaban el arco rúnico, susurros apagados que no lograban escapar del rugido sordo del poder contenido en aquel sello. Tiana se detuvo a unos metros, observando. Una parte de ella, la que aún recordaba la compasión, dudó. La otra la más fuerte, la que había sobrevivido a la traición y al exilio ardía por desatar el fuego. –Supongo que no esperaban visitas –murmuró, la voz baja, ronca, impregnada de burla. Uno de los guardias giró bruscamente al escucharla. El otro retrocedió apenas un paso, percibiendo la energía que la envolvía. Humo oscuro comenzó a brotar de entre los labios de Tiana, ascendiendo en espirales lentas hacia el cielo. –Denme una razón –sus ojos brillaron con un destello carmesí– para no convertir este lugar en un recuerdo carbonizado. El aire se volvió denso cómo esperando la confrontación inminente , más en cambio los guardias dieron la espalda al portal reconociendo a la pelirroja , aburrida simplemente ingreso en aquel espiral de magia. -Donde carajos estoy ahora ?-
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  • LA LUNA EXIGE FUEGO
    Fandom One Piece, libre
    Categoría Terror
    PORTGAS D. ACE

    *El campo era el infierno, pero no por mi voluntad, sino por la maldición que brotaba de mi piel. Cada uno de los enemigos cercanos se reducía a cenizas, y aunque eso podía celebrarse, yo no podía hacerlo.*

    *La luna llena colgaba como un ojo blanco sobre el caos, y su luz parecía clavarse en mi espalda, en mi pecho, en mis huesos, atravesándome dolorosamente, dejándome de rodillas, jadeando. Mis manos ya no eran mías. Ni siquiera eran humanas. Con ellas me aferraba al suelo, dejando marcas ardientes sobre la piedra. Las garras crecían, los colmillos se asomaban, y mi voz se quebraba entre rugidos y gritos.*

    —¡No ahora!

    *Un gruñido reemplazaba mi voz, mientras mi sombra se alargaba y se deformaba.
    Los soldados enemigos retrocedieron, no por miedo al fuego, sino por lo que veían emerger de él, de mí: un lobo envuelto en llamas, con ojos como carbones vivos y una furia que no distinguía aliados de amenazas.*

    —Aaaah!! Ggggghhh!!!

    *Pero aún resistía. Me aferraba a mi nombre, a mi memoria, a la promesa que había hecho bajo un cielo más amable, más natural, fuera de esta isla. Viviremos sin arrepentimientos, y seremos más libres que nadie...*

    *Cada latido era una batalla. Cada llama, una advertencia. Temblores incontrolables sacudían mi ser.
    Y entonces, en medio del estruendo, se alzó. Mitad hombre, mitad bestia, completamente fuego.
    No para destruir.
    Sino para proteger los secretos que se ocultaban en este lugar.*

    —Grrrrrrrrrr!!! GRRRRRR!!!

    *Las historias que escuché al fijar el rumbo hacia acá eran ciertas. En esta isla el aire está enrarecido, y la luna tiene un efecto maldito sobre aquellos a los que baña con su luz cuando mira en lo alto sin parpadear.
    La luna exige fuego, exige sangre enemiga, exige, reclama la fuerza de aquellos que doblega a su voluntad para proteger el tesoro que se guarda celosamente en algún lugar de esta isla...*

    —WAAAAAAUUUUUUUUUUU!!!!

    *Eché la cabeza atrás, ofrendando mi garganta a la luna, y un aullido animal cimbró el aire. Ya no era tan sólo un hombre que podía usar el fuego. Ahora era un licántropo...
    ¿Cuándo hubiera imaginado que mi deseo sería mi maldición?
    La pregunta de aquel anciano vagabundo al desembarcar en esta isla me había parecido extraña. Pero respondí con sinceridad. Si pudiera elegir alguna criatura de oscuridad que me gustaría ser, yo había escogido el hombre lobo. ¿Pero volverme uno así como así?
    Tenía que liberarme... Así que continuaba con esa lucha interior, aferrándome a la humanidad que aún conservaba, la cual se extinguía lenta, pero implacablemente.*

    "Debo volver al mar..."

    *Fue lo que quise decir. Pero en lugar de eso los rugidos completamente ininteligibles de una bestia sustituyeron mi voz...*
    PORTGAS D. ACE *El campo era el infierno, pero no por mi voluntad, sino por la maldición que brotaba de mi piel. Cada uno de los enemigos cercanos se reducía a cenizas, y aunque eso podía celebrarse, yo no podía hacerlo.* *La luna llena colgaba como un ojo blanco sobre el caos, y su luz parecía clavarse en mi espalda, en mi pecho, en mis huesos, atravesándome dolorosamente, dejándome de rodillas, jadeando. Mis manos ya no eran mías. Ni siquiera eran humanas. Con ellas me aferraba al suelo, dejando marcas ardientes sobre la piedra. Las garras crecían, los colmillos se asomaban, y mi voz se quebraba entre rugidos y gritos.* —¡No ahora! *Un gruñido reemplazaba mi voz, mientras mi sombra se alargaba y se deformaba. Los soldados enemigos retrocedieron, no por miedo al fuego, sino por lo que veían emerger de él, de mí: un lobo envuelto en llamas, con ojos como carbones vivos y una furia que no distinguía aliados de amenazas.* —Aaaah!! Ggggghhh!!! *Pero aún resistía. Me aferraba a mi nombre, a mi memoria, a la promesa que había hecho bajo un cielo más amable, más natural, fuera de esta isla. Viviremos sin arrepentimientos, y seremos más libres que nadie...* *Cada latido era una batalla. Cada llama, una advertencia. Temblores incontrolables sacudían mi ser. Y entonces, en medio del estruendo, se alzó. Mitad hombre, mitad bestia, completamente fuego. No para destruir. Sino para proteger los secretos que se ocultaban en este lugar.* —Grrrrrrrrrr!!! GRRRRRR!!! *Las historias que escuché al fijar el rumbo hacia acá eran ciertas. En esta isla el aire está enrarecido, y la luna tiene un efecto maldito sobre aquellos a los que baña con su luz cuando mira en lo alto sin parpadear. La luna exige fuego, exige sangre enemiga, exige, reclama la fuerza de aquellos que doblega a su voluntad para proteger el tesoro que se guarda celosamente en algún lugar de esta isla...* —WAAAAAAUUUUUUUUUUU!!!! *Eché la cabeza atrás, ofrendando mi garganta a la luna, y un aullido animal cimbró el aire. Ya no era tan sólo un hombre que podía usar el fuego. Ahora era un licántropo... ¿Cuándo hubiera imaginado que mi deseo sería mi maldición? La pregunta de aquel anciano vagabundo al desembarcar en esta isla me había parecido extraña. Pero respondí con sinceridad. Si pudiera elegir alguna criatura de oscuridad que me gustaría ser, yo había escogido el hombre lobo. ¿Pero volverme uno así como así? Tenía que liberarme... Así que continuaba con esa lucha interior, aferrándome a la humanidad que aún conservaba, la cual se extinguía lenta, pero implacablemente.* "Debo volver al mar..." *Fue lo que quise decir. Pero en lugar de eso los rugidos completamente ininteligibles de una bestia sustituyeron mi voz...*
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  • — Toca preparar la cena. ¿Unos espaguetis a la carbonara? Sí es verdad, es pequeña está olla con todo lo que como.
    — Toca preparar la cena. ¿Unos espaguetis a la carbonara? Sí es verdad, es pequeña está olla con todo lo que como.
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  • — Mira lo que le traje a Carboncillo de la ciudad, Alan. A Mich le traje uno de pececito también.~

    [shadow_copper_lobster_243]
    — Mira lo que le traje a Carboncillo de la ciudad, Alan. A Mich le traje uno de pececito también.~ [shadow_copper_lobster_243]
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  • “Donde mueren las voces”

    Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=QHnwDuzR1wg&list=RDQHnwDuzR1wg&start_radio=1

    Nysarra tenía nueve años y ojos demasiado cansados para su edad. No porque supiera mucho, sino porque veía más de lo que debía. Los otros niños en el campamento decían que estaba loca, que hablaba sola, que tenía pesadillas a gritos.
    Solo su hermano mayor, Elian, le creía.
    Elian le había dado un pequeño aparato de metal, como un walkie-talkie sin antena.
    —Si te pasa algo... algo de verdad, aprieta este botón. Yo vendré. Siempre — Y él lo hacía. Siempre.

    Pero la noche del tercer viernes, los muertos no susurraban... gritaban.

    Nysarra temblaba en su litera mientras las sombras se estiraban por las paredes. Aquello no era como los otros fantasmas. No se lamentaba ni pedía ayuda. Este ser quería algo. Sentía su hambre. Cuando vio cómo la forma oscura se materializaba frente a su cama, con ojos como carbones ardientes y dedos que goteaban sombra líquida, no pensó. Corrió. Descalza, con los pies helados, se internó en el bosque, tropezando con raíces y ramas. La criatura venía tras ella, siempre detrás, sin hacer ruido pero llenándolo todo. En medio de su huida, sus dedos se cerraron alrededor del aparato de Elian. Lo apretó.

    Y él vino.

    Apareció con linterna en mano, gritando su nombre entre la oscuridad.
    —¡Nia! ¿Dónde estás?- Ella corrió hacia su voz, pero el suelo era barro resbaloso y la orilla del río estaba cerca.

    Un mal paso.
    Un grito.
    Agua helada.

    El mundo giró. Nysarra apenas sabía flotar. Gritó. Tragó agua. Brazos fuertes la tomaron.

    Elian.

    Entre la corriente, logró empujarla hacia una rama. Ella se sostuvo, temblando, llorando.

    —¡Sube! —le gritó entre sollozos.
    —La rama no aguanta a los dos —respondió él. Le sonrió. Como siempre. Como si no tuviera miedo. Y se soltó.
    —¡¡Elian!!- Gritó Nyssa desesperada.
    —Te amo, Nia. Nunca olvides eso- Su cuerpo fue arrastrado por el agua. Nysarra bajó como pudo, rodando por barro, raíces, ramas. Sangraba, tenía raspones en el rostro y piernas, pero no se detuvo. Lo encontró flotando cerca de la orilla, inmóvil, con los ojos cerrados. Lo arrastró fuera del río, con manos temblorosas.
    —Vamos, Elian. Ya, despierta... -Le apretó el pecho. Le sopló aire. Lloró sobre él. Pero su hermano ya no estaba. El campamento despertó con su llanto. La encontraron abrazada al cuerpo. Y entonces comenzaron los murmullos.

    "Es su culpa."
    "Esa niña está maldita."
    "¿No decía que hablaba con los muertos?"

    Nyssara solo calló. Desde ese día evitaba hablar de Elian. No porque lo hubiera olvidado, sino porque pronunciar su nombre dolía más que el silencio. En sueños, él seguía apareciendo. Nunca hablaba. A veces estaba de pie bajo el agua, con la linterna encendida en la mano, aún goteando río. Otras, aparecía en la rama rota, justo antes de soltarse, con esa sonrisa suya que parecía perdonarlo todo. Y a veces… solo estaba allí, de pie junto a su cama, empapado y temblando, con los ojos llenos de amor y pena.

    El aparato que Elian le había dado aún descansaba bajo su almohada. Lo apretaba cada noche, sabiendo que no volvería a responder. Y sin embargo, parte de ella no dejaba de esperar. Dejó de llorar en voz alta. Se guardó el dolor como un secreto sucio, como si haber sobrevivido fuera un castigo que debía pagar en silencio.

    Dejó de ser la misma. La poca esperanza que alguna vez había habitado en su pecho se desvaneció. Ya no soñaba con días mejores, ni buscaba consuelo. Solo existía. Su familia también cambió. Su madre apenas la miraba, como si temiera lo que vería en sus ojos. Su padre hablaba con distancia, como si las palabras se volvieran espinas en su garganta. Nadie lo decía, pero todos la juzgaban. Como si su dolor fuera menos válido. Como si su existencia fuera una culpa.
    “Donde mueren las voces” Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=QHnwDuzR1wg&list=RDQHnwDuzR1wg&start_radio=1 Nysarra tenía nueve años y ojos demasiado cansados para su edad. No porque supiera mucho, sino porque veía más de lo que debía. Los otros niños en el campamento decían que estaba loca, que hablaba sola, que tenía pesadillas a gritos. Solo su hermano mayor, Elian, le creía. Elian le había dado un pequeño aparato de metal, como un walkie-talkie sin antena. —Si te pasa algo... algo de verdad, aprieta este botón. Yo vendré. Siempre — Y él lo hacía. Siempre. Pero la noche del tercer viernes, los muertos no susurraban... gritaban. Nysarra temblaba en su litera mientras las sombras se estiraban por las paredes. Aquello no era como los otros fantasmas. No se lamentaba ni pedía ayuda. Este ser quería algo. Sentía su hambre. Cuando vio cómo la forma oscura se materializaba frente a su cama, con ojos como carbones ardientes y dedos que goteaban sombra líquida, no pensó. Corrió. Descalza, con los pies helados, se internó en el bosque, tropezando con raíces y ramas. La criatura venía tras ella, siempre detrás, sin hacer ruido pero llenándolo todo. En medio de su huida, sus dedos se cerraron alrededor del aparato de Elian. Lo apretó. Y él vino. Apareció con linterna en mano, gritando su nombre entre la oscuridad. —¡Nia! ¿Dónde estás?- Ella corrió hacia su voz, pero el suelo era barro resbaloso y la orilla del río estaba cerca. Un mal paso. Un grito. Agua helada. El mundo giró. Nysarra apenas sabía flotar. Gritó. Tragó agua. Brazos fuertes la tomaron. Elian. Entre la corriente, logró empujarla hacia una rama. Ella se sostuvo, temblando, llorando. —¡Sube! —le gritó entre sollozos. —La rama no aguanta a los dos —respondió él. Le sonrió. Como siempre. Como si no tuviera miedo. Y se soltó. —¡¡Elian!!- Gritó Nyssa desesperada. —Te amo, Nia. Nunca olvides eso- Su cuerpo fue arrastrado por el agua. Nysarra bajó como pudo, rodando por barro, raíces, ramas. Sangraba, tenía raspones en el rostro y piernas, pero no se detuvo. Lo encontró flotando cerca de la orilla, inmóvil, con los ojos cerrados. Lo arrastró fuera del río, con manos temblorosas. —Vamos, Elian. Ya, despierta... -Le apretó el pecho. Le sopló aire. Lloró sobre él. Pero su hermano ya no estaba. El campamento despertó con su llanto. La encontraron abrazada al cuerpo. Y entonces comenzaron los murmullos. "Es su culpa." "Esa niña está maldita." "¿No decía que hablaba con los muertos?" Nyssara solo calló. Desde ese día evitaba hablar de Elian. No porque lo hubiera olvidado, sino porque pronunciar su nombre dolía más que el silencio. En sueños, él seguía apareciendo. Nunca hablaba. A veces estaba de pie bajo el agua, con la linterna encendida en la mano, aún goteando río. Otras, aparecía en la rama rota, justo antes de soltarse, con esa sonrisa suya que parecía perdonarlo todo. Y a veces… solo estaba allí, de pie junto a su cama, empapado y temblando, con los ojos llenos de amor y pena. El aparato que Elian le había dado aún descansaba bajo su almohada. Lo apretaba cada noche, sabiendo que no volvería a responder. Y sin embargo, parte de ella no dejaba de esperar. Dejó de llorar en voz alta. Se guardó el dolor como un secreto sucio, como si haber sobrevivido fuera un castigo que debía pagar en silencio. Dejó de ser la misma. La poca esperanza que alguna vez había habitado en su pecho se desvaneció. Ya no soñaba con días mejores, ni buscaba consuelo. Solo existía. Su familia también cambió. Su madre apenas la miraba, como si temiera lo que vería en sus ojos. Su padre hablaba con distancia, como si las palabras se volvieran espinas en su garganta. Nadie lo decía, pero todos la juzgaban. Como si su dolor fuera menos válido. Como si su existencia fuera una culpa.
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  • Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta infantil se movía con firmeza, sin miedo.

    ★¡Vamos, Don Niebla! ¡Por allá escuché a más pequeñines! —gritó el pequeño vagabundo, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación.

    Don Niebla, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas inhumanas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: los conejitos alados que habían rescatado antes. Su máscara de porcelana, con su eterna expresión pintada de payaso triste, parecía aún más fantasmal con el reflejo del fuego.

    El pequeño, con una mano sujetado al abrigo de Don Niebla y la otra extendida al frente, conjuraba una a una burbujas transparentes y chispeantes como discos de agua.

    ★¡¡Disck-Disck splash!! —exclamó, lanzando una ráfaga de burbujas hacia un árbol que estaba por caer en llamas. Las burbujas estallaron en ondas de energía acuosa, frenando el fuego lo suficiente para abrir un camino.

    Ambos se abrieron paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Don Niebla se agachó para permitir que un ciervo con alas rotas y un par de zorros diminutos se ocultaran bajo su abrigo. El pequeño vagabundo chasqueó la lengua, agitando la brújula rota colgando de su bolsa.

    ★¡Dice que para allá hay más amigos! ¡Vamos, vamos! —dijo sin detenerse, jadeando de la emoción, no del miedo.

    A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un niño de cabello alborotado y su enorme guardián brumoso desaparecían entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño ejército de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación.
    El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura.

    † ᴷʳᵉʰ... ᴸᵒˢ ᵛⁱᵛᵒˢ... ⁿᵒ ᵈᵉᵇᵉʳⁱᵃⁿ ᵐᵒʳⁱʳ ˢᵒˡᵒˢ... —

    susurró Don Niebla con una voz que nadie más podría entender.

    Pero el pequeño vagabundo simplemente sonrió.

    ★¡Lo hicimos bien, amigo! ¡Nos ganamos cena extra esta noche!
    Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta infantil se movía con firmeza, sin miedo. ★¡Vamos, Don Niebla! ¡Por allá escuché a más pequeñines! —gritó el pequeño vagabundo, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación. Don Niebla, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas inhumanas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: los conejitos alados que habían rescatado antes. Su máscara de porcelana, con su eterna expresión pintada de payaso triste, parecía aún más fantasmal con el reflejo del fuego. El pequeño, con una mano sujetado al abrigo de Don Niebla y la otra extendida al frente, conjuraba una a una burbujas transparentes y chispeantes como discos de agua. ★¡¡Disck-Disck splash!! —exclamó, lanzando una ráfaga de burbujas hacia un árbol que estaba por caer en llamas. Las burbujas estallaron en ondas de energía acuosa, frenando el fuego lo suficiente para abrir un camino. Ambos se abrieron paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Don Niebla se agachó para permitir que un ciervo con alas rotas y un par de zorros diminutos se ocultaran bajo su abrigo. El pequeño vagabundo chasqueó la lengua, agitando la brújula rota colgando de su bolsa. ★¡Dice que para allá hay más amigos! ¡Vamos, vamos! —dijo sin detenerse, jadeando de la emoción, no del miedo. A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un niño de cabello alborotado y su enorme guardián brumoso desaparecían entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño ejército de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación. El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura. † ᴷʳᵉʰ... ᴸᵒˢ ᵛⁱᵛᵒˢ... ⁿᵒ ᵈᵉᵇᵉʳⁱᵃⁿ ᵐᵒʳⁱʳ ˢᵒˡᵒˢ... — susurró Don Niebla con una voz que nadie más podría entender. Pero el pequeño vagabundo simplemente sonrió. ★¡Lo hicimos bien, amigo! ¡Nos ganamos cena extra esta noche!
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  • Era la cuarta noche sin ver el cielo. El bosque de Las Sombras, así lo llaman los ancianos y no sin razón. Las ramas se retuercen como dedos artríticos tapando la mayor parte del cielo. Esa noche, me asignaron la guardia del segundo turno, siempre el segundo, cuando la medianoche ya se ha asentado en los huesos y la fatiga pesa más que la armadura.

    Caminaba en círculos alrededor del campamento, con la linterna colgando de mi guantelete, su luz temblando contra los árboles parecia que dudara de sí misma y casi se apagaba. Podía oír la respiración de mis compañeros dormidos y algo más, algo que no pertenecía a nuestro mundo. Un crujido, una rama quebrándose.. no por el viento, lo sabía.

    Instintivamente, posé la mano sobre el pomo de mi espada, y me detuve. No dije nada. Solo apagué la linterna y esperé. En completa oscuridad, todo se siente más real.

    Entonces lo vi, o al menos, lo intuí. Dos ojos, como carbones ardientes, parpadeando a unos pasos de mí. La criatura no respiraba, solo me observaba supongo que esperaba que titubeara y que diera un paso atrás.

    Pero no lo hice. Encendí la linterna de golpe, y en su destello dorado, la figura se desvaneció como niebla bajo el sol. No dejó huellas ni hizo algún sonido, solo el aroma a tierra húmeda y un leve susurro, como si dijera mi nombre.

    Volví al fuego con mis manos temblando, pero no desperté a nadie. ¿Qué les diría? Que el bosque me miró y que por esta vez, apartó la vista.

    A veces me pregunto qué habría pasado si yo hubiera sido el que desviaba los ojos primero.
    Era la cuarta noche sin ver el cielo. El bosque de Las Sombras, así lo llaman los ancianos y no sin razón. Las ramas se retuercen como dedos artríticos tapando la mayor parte del cielo. Esa noche, me asignaron la guardia del segundo turno, siempre el segundo, cuando la medianoche ya se ha asentado en los huesos y la fatiga pesa más que la armadura. Caminaba en círculos alrededor del campamento, con la linterna colgando de mi guantelete, su luz temblando contra los árboles parecia que dudara de sí misma y casi se apagaba. Podía oír la respiración de mis compañeros dormidos y algo más, algo que no pertenecía a nuestro mundo. Un crujido, una rama quebrándose.. no por el viento, lo sabía. Instintivamente, posé la mano sobre el pomo de mi espada, y me detuve. No dije nada. Solo apagué la linterna y esperé. En completa oscuridad, todo se siente más real. Entonces lo vi, o al menos, lo intuí. Dos ojos, como carbones ardientes, parpadeando a unos pasos de mí. La criatura no respiraba, solo me observaba supongo que esperaba que titubeara y que diera un paso atrás. Pero no lo hice. Encendí la linterna de golpe, y en su destello dorado, la figura se desvaneció como niebla bajo el sol. No dejó huellas ni hizo algún sonido, solo el aroma a tierra húmeda y un leve susurro, como si dijera mi nombre. Volví al fuego con mis manos temblando, pero no desperté a nadie. ¿Qué les diría? Que el bosque me miró y que por esta vez, apartó la vista. A veces me pregunto qué habría pasado si yo hubiera sido el que desviaba los ojos primero.
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  • Melioë, diosa de mentira y verdad, de odio y amor, de locura y cordura, de luz y oscuridad, de vida y muerte... Una mujer de hermosa e irresistible belleza y de un poder incontenible e inestable, hija de la primavera misma, era como un capullo oscuro que florecía en la penumbra, completamente hermoso, con un aroma dulce y de granate intenso, una flor rodeada de espinas muy afiladas capaces de atravesar incluso almas.
    Melinoë, forjada en el fuego del inframundo, como una flor que crece en la adversidad, hija no solo de nombre de Hades, sino también en espíritu del dios más temido por mortales, almas y dioses. Aunque no corría la sangre del dios de la muerte por sus venas, el fuego implacable de este sí lo hacía, y la había vuelto una mujer fuerte e imponente. Su madre, la diosa que florece incluso en el fuego del inframundo, la mujer que llevó vida al lugar más muerto de todo el mundo, la había vuelto dulce, bondadosa y completamente capaz de llorar por los que vagaban sin rumbo y por aquellos a quienes ella corrompía.
    La diosa se encontraba sentada en la sala del trono, sola, mirando cada detalle como si sus ojos no fueran a ver de nuevo aquello. Lo miró sin parar: las molduras, el color de las paredes, cada textura de estas, cada pequeña línea en el mármol negro del piso, cada adorno en las columnas, hasta que llegó al candelabro en la esquina de la pared. Una vela solitaria brillaba arrogante, iluminando la oscuridad de la sala con fuerza, como si ella sola pudiera hacer desaparecer toda la tiniebla del Hades.
    La diosa, que siempre había carecido de la capacidad de sentir dolor cuando estaba dentro de aquel castillo, se vio tentada en tocarla, en sentir el irradiado calor en su piel, en tener entre sus dedos esa llama arrogante que luchaba contra la adversidad tal como ella luchaba por no iluminar el inframundo como siempre lo hacía. Tocó la cera caliente que escurría por el torso alargado de la vela, y la sensación le agradó, cedosa, como si un aceite se esparciera por sus dedos. El aroma también era adictivo, dulce y carbonizado, como los árboles quemados por los ríos de lava en el Tártaro. No lo pudo resistir y tomó la vela entre sus manos, llenándolas de cera. Aferrada al calor que apenas si la rozaba, que apenas si la hacía sentir abrigada, y entonces, con la luz titilando entre sus manos y la cera bañándolas, la apagó, cerrando sus manos sobre el pabilo como quien quita una vida de tajo, apagándola de golpe sin preguntar ni dar explicaciones.


    #desafiodivino #misiondiarialunes ─⁠──⁠─ ☾
    Melioë, diosa de mentira y verdad, de odio y amor, de locura y cordura, de luz y oscuridad, de vida y muerte... Una mujer de hermosa e irresistible belleza y de un poder incontenible e inestable, hija de la primavera misma, era como un capullo oscuro que florecía en la penumbra, completamente hermoso, con un aroma dulce y de granate intenso, una flor rodeada de espinas muy afiladas capaces de atravesar incluso almas. Melinoë, forjada en el fuego del inframundo, como una flor que crece en la adversidad, hija no solo de nombre de Hades, sino también en espíritu del dios más temido por mortales, almas y dioses. Aunque no corría la sangre del dios de la muerte por sus venas, el fuego implacable de este sí lo hacía, y la había vuelto una mujer fuerte e imponente. Su madre, la diosa que florece incluso en el fuego del inframundo, la mujer que llevó vida al lugar más muerto de todo el mundo, la había vuelto dulce, bondadosa y completamente capaz de llorar por los que vagaban sin rumbo y por aquellos a quienes ella corrompía. La diosa se encontraba sentada en la sala del trono, sola, mirando cada detalle como si sus ojos no fueran a ver de nuevo aquello. Lo miró sin parar: las molduras, el color de las paredes, cada textura de estas, cada pequeña línea en el mármol negro del piso, cada adorno en las columnas, hasta que llegó al candelabro en la esquina de la pared. Una vela solitaria brillaba arrogante, iluminando la oscuridad de la sala con fuerza, como si ella sola pudiera hacer desaparecer toda la tiniebla del Hades. La diosa, que siempre había carecido de la capacidad de sentir dolor cuando estaba dentro de aquel castillo, se vio tentada en tocarla, en sentir el irradiado calor en su piel, en tener entre sus dedos esa llama arrogante que luchaba contra la adversidad tal como ella luchaba por no iluminar el inframundo como siempre lo hacía. Tocó la cera caliente que escurría por el torso alargado de la vela, y la sensación le agradó, cedosa, como si un aceite se esparciera por sus dedos. El aroma también era adictivo, dulce y carbonizado, como los árboles quemados por los ríos de lava en el Tártaro. No lo pudo resistir y tomó la vela entre sus manos, llenándolas de cera. Aferrada al calor que apenas si la rozaba, que apenas si la hacía sentir abrigada, y entonces, con la luz titilando entre sus manos y la cera bañándolas, la apagó, cerrando sus manos sobre el pabilo como quien quita una vida de tajo, apagándola de golpe sin preguntar ni dar explicaciones. #desafiodivino #misiondiarialunes ─⁠──⁠─ ☾
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  • - Se escuchaba el ruido de la televisión de fondo mientras ella se estaba vistiendo con pantalón negro , camisa negra y un cinturon del mismo tono.

    " Noticias internacionales, el día de ayer en el lado oeste de Londres, la policía encontró, en el departamento de uno de los integrantes de la familia Carbone, una escena escalofriante.
    Aún se está investigando para saber si Paul Carbone que podría ser el cuerpo descuartizado que se encontró, junto a más de 8 de su equipo de seguridad.
    Las cámaras de seguridad no captaron nada solo hubo interferencia en ciertos puntos.
    Los vecinos del lugar tampoco vieron a nadie salir , ¿Será un asesinato perfectamente ejecutado, o un ataque de ira por parte del integrante de la familia Carbone?
    Lo sabremos dentro de los días "

    La mujer escucho la noticia mientras se preparaba un mokaccino, el café se había vuelto su mejor amigo estos meses para mantenerse despierta. En eso su teléfono suena , mira el número y reconoce el prefijo, Turquía -

    Aló..

    : En que diablos pensabas mujer!. Por esa razón mandaste a tu hijo conmigo?

    También es un gusto escucharte Asla, tanto tiempo.

    : no me cambies el tema, toma el primer vuelo y ven a casa. Necesito los detalles de lo que ocurre ... Hermana

    - esa palabra no la había escuchado en más de 20 años cuando a los 15 se fue de la protección de los Soykan.-

    Bien iré pero te responderé solo lo que puedas saber

    : Enviaré a Ati para que vaya a recogerte al aeropuerto.

    -del otro lado colgaron el teléfono, y la joven solo suspiro, Aslan era astuto pero impulsivo, no podía contarle todo si lo hacía podía involucrarlos en una guerra estúpida. Tomo su chaqueta , miro un momento la televisión y luego la apagó, saliendo de la habitación en dirección al aeropuerto -
    - Se escuchaba el ruido de la televisión de fondo mientras ella se estaba vistiendo con pantalón negro , camisa negra y un cinturon del mismo tono. " Noticias internacionales, el día de ayer en el lado oeste de Londres, la policía encontró, en el departamento de uno de los integrantes de la familia Carbone, una escena escalofriante. Aún se está investigando para saber si Paul Carbone que podría ser el cuerpo descuartizado que se encontró, junto a más de 8 de su equipo de seguridad. Las cámaras de seguridad no captaron nada solo hubo interferencia en ciertos puntos. Los vecinos del lugar tampoco vieron a nadie salir , ¿Será un asesinato perfectamente ejecutado, o un ataque de ira por parte del integrante de la familia Carbone? Lo sabremos dentro de los días " La mujer escucho la noticia mientras se preparaba un mokaccino, el café se había vuelto su mejor amigo estos meses para mantenerse despierta. En eso su teléfono suena , mira el número y reconoce el prefijo, Turquía - Aló.. 📱: En que diablos pensabas mujer!. Por esa razón mandaste a tu hijo conmigo? También es un gusto escucharte Asla, tanto tiempo. 📱: no me cambies el tema, toma el primer vuelo y ven a casa. Necesito los detalles de lo que ocurre ... Hermana - esa palabra no la había escuchado en más de 20 años cuando a los 15 se fue de la protección de los Soykan.- Bien iré pero te responderé solo lo que puedas saber 📱: Enviaré a Ati para que vaya a recogerte al aeropuerto. -del otro lado colgaron el teléfono, y la joven solo suspiro, Aslan era astuto pero impulsivo, no podía contarle todo si lo hacía podía involucrarlos en una guerra estúpida. Tomo su chaqueta , miro un momento la televisión y luego la apagó, saliendo de la habitación en dirección al aeropuerto -
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  • - Después de volver al departamento, salió con un traje negro completo y un cubre boca, su cabello era de color negro, llevaba un estuche de guitarra, dónde llevaba su rifle de francotirador. Camino con calma hacia unas 6 cuadras y entro a un edificio como si fuera parte de los residentes, utilizo las escaleras de emergencia hasta llegar a la azotea . Ahí arriba saco el arma del estuche preparo el arma con suma tranquilidad silbando, se cubrió la boca con el pañuelo que llevaba y busco el ángulo apoyando su rodilla en el piso buscando su objetivo con la mira.-

    Vamos niño bonito dame tu mejor imagen..

    - dijo agudizando su mirada hasta que pudo ver a Paul Carbone saliendo de una habitación. Una sonrisa se amplio debajo del pañuelo-

    Te tengo...Di whisky..

    - cargo el arma y disparo , el disparo atravesó la ventana rompiéndola y diendole en el hombro del francés. El equipo de seguridad corrió a cubrirlo mientras el objetivo se escondía detrás de un sillon-

    Aah vamos.. te creía más duro.

    - balas comenzaron a salir desde el departamento buscando a la persona.
    Mientras la joven tarareaba el " puente de Londres", guardando el rifle y sacando una pistola que apunto al pilar del edificio enganchando un gancho al concreto. Se lanzó en dirección a la ventana ya rota y entro como alma en pena , sacando dos cuchillos en cada mano y comenzó a atacar a los guardias-

    - Después de volver al departamento, salió con un traje negro completo y un cubre boca, su cabello era de color negro, llevaba un estuche de guitarra, dónde llevaba su rifle de francotirador. Camino con calma hacia unas 6 cuadras y entro a un edificio como si fuera parte de los residentes, utilizo las escaleras de emergencia hasta llegar a la azotea . Ahí arriba saco el arma del estuche preparo el arma con suma tranquilidad silbando, se cubrió la boca con el pañuelo que llevaba y busco el ángulo apoyando su rodilla en el piso buscando su objetivo con la mira.- Vamos niño bonito dame tu mejor imagen.. - dijo agudizando su mirada hasta que pudo ver a Paul Carbone saliendo de una habitación. Una sonrisa se amplio debajo del pañuelo- Te tengo...Di whisky.. - cargo el arma y disparo , el disparo atravesó la ventana rompiéndola y diendole en el hombro del francés. El equipo de seguridad corrió a cubrirlo mientras el objetivo se escondía detrás de un sillon- Aah vamos.. te creía más duro. - balas comenzaron a salir desde el departamento buscando a la persona. Mientras la joven tarareaba el " puente de Londres", guardando el rifle y sacando una pistola que apunto al pilar del edificio enganchando un gancho al concreto. Se lanzó en dirección a la ventana ya rota y entro como alma en pena , sacando dos cuchillos en cada mano y comenzó a atacar a los guardias-
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