• Camino a la inmortalidad I
    Fandom Renegado inmortal
    Categoría Fantasía
    ★Shen Wang Lin★

    Camino a la inmortalidad, primera parte l

    Había pasado el último tiempo de su vida como un príncipe mortal, siempre había amado demasiado a su familia Pero aún así sentía que él no encajaba del todo en ese mundo en el cual había nacido.

    Sin darse cuenta se había tropezado con algo completamente diferente, su mundo cambio esa noche en que murió, nadie sabía, nadie esperaba eso, todos pensaban que seguí haciendo la misma persona de antes pero después de eso él había cambiado muchísimo y en muchos aspectos tanto así que ni siquiera su familia cercana se dio cuenta.

    La historia de Shen Wang Lin había terminado, la historia de Wang Lin comenzaba.

    La vida se había ido en un instante, el segundo príncipe había caído en un pozo profundo sin que nadie pudiera rescatarlo ya que había escapado como siempre hacía del palacio, Wang Lin amaba la libertad tanto como amaba el día o la noche, siempre supo que dentro de él había algo completamente diferente que no le permitía ser como todos sus hermanos. amaba a su familia con locura pero desgraciadamente no podía cumplir con los deberes de un simple príncipe mortal, dentro de él se revelaba a eso, algo dentro de él le decía que no había nacido para casarse y formar una familia como todas las demás personas o al menos no de la forma tradicional.

    Había caído en un pozo tan profundo que mientras eso sucedida el mismo pensaba en la vida que llevo, en la juventud que desperdicio pero también pensaba que moriría sin que nadie jamás supiera que había sucedido.

    Finalmente en la oscuridad del pozo más profundo que alguna vez había visto, el segundo príncipe de Veridia había muerto...
    ★Shen Wang Lin★ Camino a la inmortalidad, primera parte l Había pasado el último tiempo de su vida como un príncipe mortal, siempre había amado demasiado a su familia Pero aún así sentía que él no encajaba del todo en ese mundo en el cual había nacido. Sin darse cuenta se había tropezado con algo completamente diferente, su mundo cambio esa noche en que murió, nadie sabía, nadie esperaba eso, todos pensaban que seguí haciendo la misma persona de antes pero después de eso él había cambiado muchísimo y en muchos aspectos tanto así que ni siquiera su familia cercana se dio cuenta. La historia de Shen Wang Lin había terminado, la historia de Wang Lin comenzaba. La vida se había ido en un instante, el segundo príncipe había caído en un pozo profundo sin que nadie pudiera rescatarlo ya que había escapado como siempre hacía del palacio, Wang Lin amaba la libertad tanto como amaba el día o la noche, siempre supo que dentro de él había algo completamente diferente que no le permitía ser como todos sus hermanos. amaba a su familia con locura pero desgraciadamente no podía cumplir con los deberes de un simple príncipe mortal, dentro de él se revelaba a eso, algo dentro de él le decía que no había nacido para casarse y formar una familia como todas las demás personas o al menos no de la forma tradicional. Había caído en un pozo tan profundo que mientras eso sucedida el mismo pensaba en la vida que llevo, en la juventud que desperdicio pero también pensaba que moriría sin que nadie jamás supiera que había sucedido. Finalmente en la oscuridad del pozo más profundo que alguna vez había visto, el segundo príncipe de Veridia había muerto...
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    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 𝐑𝐞𝐧𝐧𝐞𝐫

    Lilith Renner es la tormenta disfrazada de reina del curso. Entre labios brillantes y miradas afiladas, es la chica que sabe todos los secretos… y decide cuáles revelar. En línea juega a ser hechicera, pero en la vida real ya tiene el poder de enredarte sin que te des cuenta. Inteligente, implacable y con una estética tan afilada como su lengua, Lilith no vino a encajar: vino a destacar.




    ㅤㅤㅤㅤㅤ Nahomy Perez



    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


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    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [Mon_Renner] Lilith Renner es la tormenta disfrazada de reina del curso. Entre labios brillantes y miradas afiladas, es la chica que sabe todos los secretos… y decide cuáles revelar. En línea juega a ser hechicera, pero en la vida real ya tiene el poder de enredarte sin que te des cuenta. Inteligente, implacable y con una estética tan afilada como su lengua, Lilith no vino a encajar: vino a destacar. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [mirage_gold_bear_477] 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • No todos los casos de Joon como detective terminaban con una sonrisa de satisfacción o el aplauso silencioso de la justicia. Aquel día, tras la visita al museo, la realidad lo envolvió con la misma frialdad de siempre, aunque con un tono más áspero, más denso, como una sombra que no se aparta del pecho. Las pistas que obtuvo no eran reveladoras ni esperanzadoras. Por el contrario, eran fragmentos sueltos, piezas de un rompecabezas sin imagen, una maraña de detalles que no encajaban, que se burlaban de su cansancio y se aferraban a su mente como si le susurraran que estaba perdido.

    Había pasado tantas veces por esta ruta. Sabía que no todos los días se encuentra a los culpables, que no todas las personas aparecen, que no siempre hay cuerpos que enterrar o lágrimas que cerrar. A veces lo único que quedaba era un vacío, un expediente abierto, una silla vacía en la estación y una sensación punzante de impotencia que se arrastraba a casa con él. Ese caso en particular era uno de esos. Uno que parecía no tener salida, que lo había llevado a mirar al techo durante la noche, una y otra vez, con los ojos abiertos y la mente tambaleando en el borde de la duda.

    Porque, más allá del deber, más allá del uniforme o del reconocimiento, estaba Joon: un hombre solo en medio de las sombras, en una esquina de su cuarto, con la cabeza baja, encorvado sobre sí mismo como si pudiera esconderse del peso de su propia conciencia. No era la primera vez que se sentía así, pero sí una de las más duras. La pregunta que le retumbaba no era “¿quién lo hizo?”, sino “¿de verdad hice todo lo que pude?”. Las palabras del informe policial ya no lo consolaban, y los procedimientos, por más correctos que fueran, no servían para acallar el eco de las ausencias que dejaba tras cada caso sin cerrar.

    Había algo cruelmente constante en su oficio: la línea entre el éxito y el fracaso era tan delgada que podía romperse sin que nadie lo notara… salvo él. Y mientras las luces del museo se apagaban al otro lado de la ciudad, Joon seguía inmóvil, encorvado en ese rincón, con el alma cargada de silencios y ojos que no dormían. Porque la verdad es que a veces, ser un buen detective no era suficiente.


    #nightfallrevenge - De vuelta al presente
    No todos los casos de Joon como detective terminaban con una sonrisa de satisfacción o el aplauso silencioso de la justicia. Aquel día, tras la visita al museo, la realidad lo envolvió con la misma frialdad de siempre, aunque con un tono más áspero, más denso, como una sombra que no se aparta del pecho. Las pistas que obtuvo no eran reveladoras ni esperanzadoras. Por el contrario, eran fragmentos sueltos, piezas de un rompecabezas sin imagen, una maraña de detalles que no encajaban, que se burlaban de su cansancio y se aferraban a su mente como si le susurraran que estaba perdido. Había pasado tantas veces por esta ruta. Sabía que no todos los días se encuentra a los culpables, que no todas las personas aparecen, que no siempre hay cuerpos que enterrar o lágrimas que cerrar. A veces lo único que quedaba era un vacío, un expediente abierto, una silla vacía en la estación y una sensación punzante de impotencia que se arrastraba a casa con él. Ese caso en particular era uno de esos. Uno que parecía no tener salida, que lo había llevado a mirar al techo durante la noche, una y otra vez, con los ojos abiertos y la mente tambaleando en el borde de la duda. Porque, más allá del deber, más allá del uniforme o del reconocimiento, estaba Joon: un hombre solo en medio de las sombras, en una esquina de su cuarto, con la cabeza baja, encorvado sobre sí mismo como si pudiera esconderse del peso de su propia conciencia. No era la primera vez que se sentía así, pero sí una de las más duras. La pregunta que le retumbaba no era “¿quién lo hizo?”, sino “¿de verdad hice todo lo que pude?”. Las palabras del informe policial ya no lo consolaban, y los procedimientos, por más correctos que fueran, no servían para acallar el eco de las ausencias que dejaba tras cada caso sin cerrar. Había algo cruelmente constante en su oficio: la línea entre el éxito y el fracaso era tan delgada que podía romperse sin que nadie lo notara… salvo él. Y mientras las luces del museo se apagaban al otro lado de la ciudad, Joon seguía inmóvil, encorvado en ese rincón, con el alma cargada de silencios y ojos que no dormían. Porque la verdad es que a veces, ser un buen detective no era suficiente. #nightfallrevenge - De vuelta al presente
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    𓆩 𝘖𝘧𝘧 𓆪

    Entre una taza de café frío y una playlist de Sailor Moon...
    me dieron ganas de escribir.

    Busco rol
    nada apurado, nada forzado.
    me gustan las conexiones que empiezan con silencios cómodos y terminan con carcajadas a las 3AM.
    slice of life, workplace drama, secretos que se ocultan con sonrisas…
    también estoy abierta a ideas con perfume de noche.

    Puedo ser Tsubasa, la asistente educada del centro de idiomas.
    puedo ser Usagi_OneeSama, la voz que se escucha… pero nunca se ve.
    o podemos mezclarlas.

    No prometo amor.
    prometo tensión, miradas que pesan y diálogos que respiran.

    Si quieres escribir algo que se sienta como un domingo con lluvia y vino tinto,
    invitame.
    respondo lento, pero real.


    𓆩 𝘶𝘴𝘢𝘨𝘪 𝘴𝘦𝘦𝘴 𝘺𝘰𝘶.𓆪

    𓆩 𝘖𝘧𝘧 𓆪 Entre una taza de café frío y una playlist de Sailor Moon... me dieron ganas de escribir. Busco rol nada apurado, nada forzado. me gustan las conexiones que empiezan con silencios cómodos y terminan con carcajadas a las 3AM. slice of life, workplace drama, secretos que se ocultan con sonrisas… también estoy abierta a ideas con perfume de noche. 🔥 Puedo ser Tsubasa, la asistente educada del centro de idiomas. puedo ser Usagi_OneeSama, la voz que se escucha… pero nunca se ve. o podemos mezclarlas. No prometo amor. prometo tensión, miradas que pesan y diálogos que respiran. Si quieres escribir algo que se sienta como un domingo con lluvia y vino tinto, invitame. respondo lento, pero real. 𓆩 𝘶𝘴𝘢𝘨𝘪 𝘴𝘦𝘦𝘴 𝘺𝘰𝘶.𓆪 💋
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  • Espera espera, ¿me estás diciendo que hay gente que se disfraza para luchar contra el crimen, solo porque tienen poderes?

    *Hace una pausa y niega con la cabeza, más divertido que otra cosa, como si le costara tomárselo en serio*

    Viejo, a mí no me vas a ver arriesgando el trasero en mallas

    *Se sienta sobre una caja oxidada, dejando caer el peso con desgano, mientras apoya un codo en la rodilla y mira al frente con expresión relajada*

    Eso de andar por ahí vigilando a la gente… no es lo mío

    *Chasquea los dedos despreocupado, una pequeña chispa salta entre ellos*
    Espera espera, ¿me estás diciendo que hay gente que se disfraza para luchar contra el crimen, solo porque tienen poderes? *Hace una pausa y niega con la cabeza, más divertido que otra cosa, como si le costara tomárselo en serio* Viejo, a mí no me vas a ver arriesgando el trasero en mallas *Se sienta sobre una caja oxidada, dejando caer el peso con desgano, mientras apoya un codo en la rodilla y mira al frente con expresión relajada* Eso de andar por ahí vigilando a la gente… no es lo mío *Chasquea los dedos despreocupado, una pequeña chispa salta entre ellos*
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  • La plaza estaba viva. El sol del mediodía brillaba fuerte sobre las piedras del suelo, calentándolas apenas, y las palomas revoloteaban entre los bancos y las fuentes. Pero lo que realmente llenaba el aire no era el calor ni los pasos apresurados de los transeúntes, sino la música.

    Un grupo de músicos se había instalado en el corazón del lugar: un contrabajo viejo, una guitarra desgastada pero afinada con esmero, una trompeta brillante y una caja rítmica que marcaba el compás como el latido de un corazón animado. La gente se detenía, sonreía, lanzaba unas monedas al sombrero que habían dejado abierto frente a ellos. El ambiente estaba envuelto en melodía y alegría.

    Fue entonces que apareció el pequeño vagabundo.

    Con su mochila cruzada al pecho, los pantalones anaranjados llenos de polvo y su clásico mechón despeinado tapándole los ojos, se detuvo a unos metros del grupo, completamente maravillado. Su expresión era de asombro puro, como si la música le hiciera cosquillas al alma.

    —¡Ooooh! ¡Qué genial suena eso! —exclamó, dando un par de saltitos sin poder evitarlo.

    Los músicos lo miraron, sorprendidos por la efusividad del niño. Uno de ellos, el guitarrista, sonrió mientras seguía tocando.

    —¿Te gusta la música, pequeño?

    —¡Me encanta! —respondió con una enorme sonrisa—. ¡Siempre la escucho cuando puedo! A veces le canto a Don Niebla, pero no es muy buen público… creo que no tiene oídos —rió bajito.

    Luego, con un gesto súbito, se acercó corriendo y se detuvo frente al grupo, con las manos detrás de la espalda como quien hace una petición importante.

    —¿Puedo unirme? ¡Sé hacer ritmos con una lata y puedo cantar un poco!.

    Los músicos intercambiaron miradas, algunos conteniendo una risa ante tanta energía, pero todos sinceros en su ternura. El trompetista, un hombre canoso de ojos cálidos, bajó un poco su instrumento y le preguntó:

    —¿Sabes seguir el ritmo?

    El pequeño asintió con fuerza, sacando una cuchara abollada de su bolsa como si fuera un tesoro.

    —¡Claro que sí! ¡Y si me equivoco, improviso! Es más divertido así.

    El guitarrista soltó una carcajada, mientras el de la caja rítmica palmeaba un espacio vacío en el banco junto a él.

    —¡Entonces ven! Hoy, tenemos un nuevo miembro por este día.


    https://youtu.be/FftpHzKlCqI?si=WL-IeF8rAzCg1TBu
    La plaza estaba viva. El sol del mediodía brillaba fuerte sobre las piedras del suelo, calentándolas apenas, y las palomas revoloteaban entre los bancos y las fuentes. Pero lo que realmente llenaba el aire no era el calor ni los pasos apresurados de los transeúntes, sino la música. Un grupo de músicos se había instalado en el corazón del lugar: un contrabajo viejo, una guitarra desgastada pero afinada con esmero, una trompeta brillante y una caja rítmica que marcaba el compás como el latido de un corazón animado. La gente se detenía, sonreía, lanzaba unas monedas al sombrero que habían dejado abierto frente a ellos. El ambiente estaba envuelto en melodía y alegría. Fue entonces que apareció el pequeño vagabundo. Con su mochila cruzada al pecho, los pantalones anaranjados llenos de polvo y su clásico mechón despeinado tapándole los ojos, se detuvo a unos metros del grupo, completamente maravillado. Su expresión era de asombro puro, como si la música le hiciera cosquillas al alma. —¡Ooooh! ¡Qué genial suena eso! —exclamó, dando un par de saltitos sin poder evitarlo. Los músicos lo miraron, sorprendidos por la efusividad del niño. Uno de ellos, el guitarrista, sonrió mientras seguía tocando. —¿Te gusta la música, pequeño? —¡Me encanta! —respondió con una enorme sonrisa—. ¡Siempre la escucho cuando puedo! A veces le canto a Don Niebla, pero no es muy buen público… creo que no tiene oídos —rió bajito. Luego, con un gesto súbito, se acercó corriendo y se detuvo frente al grupo, con las manos detrás de la espalda como quien hace una petición importante. —¿Puedo unirme? ¡Sé hacer ritmos con una lata y puedo cantar un poco!. Los músicos intercambiaron miradas, algunos conteniendo una risa ante tanta energía, pero todos sinceros en su ternura. El trompetista, un hombre canoso de ojos cálidos, bajó un poco su instrumento y le preguntó: —¿Sabes seguir el ritmo? El pequeño asintió con fuerza, sacando una cuchara abollada de su bolsa como si fuera un tesoro. —¡Claro que sí! ¡Y si me equivoco, improviso! Es más divertido así. El guitarrista soltó una carcajada, mientras el de la caja rítmica palmeaba un espacio vacío en el banco junto a él. —¡Entonces ven! Hoy, tenemos un nuevo miembro por este día. https://youtu.be/FftpHzKlCqI?si=WL-IeF8rAzCg1TBu
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  • Estaba en una tienda de conveniencia comprando algunas cosas como ramen o suplementos para su dia día mientras se cruzó con el espacio de farmacéuticos y en una esquina ve unos cuantos c0ndon3s de diferentes colores y por curiosidad toma uno de ellos de una caja de color azul

    "Nunca había visto uno en persona ¿y si son tan resistentes como dicen?" -piensa por un momento y luego ve a un par de adolescentes que la miraban de forma fisgona

    -¿que me ven? ¿nunca vieron a alguien comprando confones?-dice de forma sardonica
    Estaba en una tienda de conveniencia comprando algunas cosas como ramen o suplementos para su dia día mientras se cruzó con el espacio de farmacéuticos y en una esquina ve unos cuantos c0ndon3s de diferentes colores y por curiosidad toma uno de ellos de una caja de color azul "Nunca había visto uno en persona ¿y si son tan resistentes como dicen?" -piensa por un momento y luego ve a un par de adolescentes que la miraban de forma fisgona -¿que me ven? ¿nunca vieron a alguien comprando confones?-dice de forma sardonica
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  • En cierta realidad, en la que no se aguantan la consciencia de las cosas, un pescador esbozó un trabalenguas con sus desglosados rezos, esos con forma de cordeles y carnadas, que ante mí exhibía, como si no fuera asunto de sus alevines. Retenía unos cuatro gusanos en su caja más preciada, con la que se anunció el reguero de sus besos sobre el lagomar de sus prudencias. El pescador me contemplaba convencido que era mi turno. Aventurarme en la pesca de espíritus corrosivos no endiosaba a ninguno. Demás que corrompían sus propios anhelos y se tornaban sombreados sus párpados, a medida que los más cautos, preparaban las redes.

    Mi barca, humilde y de estrechas lunas de dunas, fierros macizos de mansos génesis, se entreveía entre el ramaje de las aguas, en las que, para mi suerte, sometía el decorado de las sonrisas que en todos pastaban. ¿Era el alba o se decantaba el cantar de las estrellas entre nosotros? Conté una cantidad escasa de lunares sobre mi propio gen de eternidades. Tracé un dulce de albaricoque sobre la piedra más cercana y me hice el loco: no había más que decir.

    El pescador me estudió convencido; sorteó mis propios atavíos y coronó mi testa con una cuchilla de guadañas, que, ante la hechura de sus poderes de lirios de linajes, se atrevió a verme con otros ojos. Con más respeto que en el instante en el que forjé mis botas de lianas y bambúes. Me ajustó el gorrito. Ahí debía almacenar las presas. Junto a mis orejas, que tantas injurias han escuchado. Él me llama por mi nombre; “Qipaimnarr”, me dice. En nuestra lengua significa cachorro de luz que monta al higo de las montañas, en su brazal de seda.

    No lo hace por maldad. Él me hurtó de mi cuna; llegué a sus orillas y lo engañé con mi cola de pez de coloridas escamas.

    A sus noventa años aún es jovencito. Ríe pese a la escasez de sus dientes; es sabio y pasta ante mis turbios augurios; un umbral de cometas y tersas mañanas con aroma a eucalipto.

    “Qipaimnarr”, me llama. “Hoy habrá buena cosecha. En el amanecer de las cosechas se denota en la detonada de la esperanza de embelesos de tesura”.

    “Busca los ojos de los huracanes en el mar de hierba. El lagomar es a veces, ingrato y tozudo. Quieres ver la paz en él pero, en los siempre de los Para Siempre, siembra una lección a los más más cautos”.

    “¿Los más cautos saben de las lecciones que quiere impartir?”.

    “A veces aprehender a leerlo es como una desiderata. Siempre tiene algo que decir”.

    “¿Y quién llama a su puerta en cada momento? ¿No es la desiderata misma?”, pregunto con las uñas a flor de piel. Degusto una alhaja de lagomar.

    Él calla con la sabiduría pincelada en sus arrugas. Tensa el fuego de la fogata acuosa con la que nos protegemos. Un amuleto para la desiderata. Dos para los que somos nosotros los enclenques que la repasamos al despertar. Decir las erratas de la vida que nos gobierna es empíreo que nos gobierna, entre arroyos y arrullos, entre logística de números que contamos cada vez, y cada vez más, conforme desnudamos nuestras almas ante el terrario, comandan los barcos de escasez.

    Nuestra tersura de rostros alegra el tiempo de los tres tiempos.

    Un espíritu, muy parecido al mío, se alza a la deriva. Toca mis dedos y retrocedo; no temo.

    Mahenh, el pescador al que le debo más que las lecciones que me imparte, me anuncia que guarde silencio. Es abogado de la gracia de entre los seres que provienen de ese pasto acuoso que repta entre nosotros. Y como si se tratara de un objeto de inquisición, él escuda entre los arropes de lo solemne que se puede edificar. Tensa el sostén de sus mejillas contra la garra que le acaricia las entrañas. Se perfila sereno. No hay daño, tan sólo una aguarda la caricia que entre retienen el albor de sus estelas.

    Intriga la emoción. Lo corrosivo atrae; el cambio que eso conmueve. Aprieto los parpados hasta ver las luces que desprende cada uno, que se acerca, sin recato, desnudos con sus propias luminarias.

    Su inocencia me conmueve.

    Entreabro mis pupilas y, allí y sólo allí, deslizan en mis siluetas su fantasmal música. Doy brincos, me perfilo en este solemne sueño que me hechiza. Mi compañero de aventuras retiene el centro de mis núcleos. La inconsciencia reluce entre sus rasgos pero no ha sido derrotado: el pescador sostiene mis manazas, como león de añiles trigales; y no me deja marchar.

    Compone para mí un arrullo de cordialidad. La fineza de su vozarrón delineado como un arrullo entre los puentes de lo que es rito en esa realidad fantástica, no me concierne porque no es para mí el decoro de lo enunciado. Lo corroe un rastro de brea de eso que nos embruja y, pese a su gentil sonrisa en esos momentos de tensión, logro pescar lo que pronuncia con forma corpórea. Deslizo mi carcaj entre los hilos de la tierra y las carcajadas me atraen. Los espíritus revelan sus rostros. Macilento, quizá rebelde. Atraen mi atención y los seis que cuento con el alma en vilo, ante mis carencias, me penetran y rescatan.

    Y sobrevivo ante las afrentas de los más justos.

    El pescador, sometido al perpetuo en júbilo, me zarandea de entre los aparecidos.

    Observo un gris arbóreo en sus pupilas, en las que se asoma una sonrisa que decomisa mi miedo a perderme entre las brumas de los cuatro puntos cardinales. Él me abraza y gobierna mi silencio con una felicidad que viene a mí en forma de relicario. Lo cuelga entre uno de mis dedos; entreveo que es uno de los huesos que él mismo se ha retirado para darme protección. Está bañado con ocre. Adornado por perlas de luz. Ahí entreveo el pastizal del obsequio, que me demuestra con mi orgullo envalentonado, que he golpeado a mi propio proceder en el fértil terreno.

    El mar de hierba decora el rastro de la espera; habrá que esperar a las siguientes lecciones, y, en el instante en que me restriega una carantoña en la cabeza; me anuncia que pasé la prueba en la que todos recuperan la inocencia y el ser criaturas de bien, es el dominio que debo demostrar ahora, de todas mis tonadas musicales.

    Me doy cuenta, que estoy completo.
    En cierta realidad, en la que no se aguantan la consciencia de las cosas, un pescador esbozó un trabalenguas con sus desglosados rezos, esos con forma de cordeles y carnadas, que ante mí exhibía, como si no fuera asunto de sus alevines. Retenía unos cuatro gusanos en su caja más preciada, con la que se anunció el reguero de sus besos sobre el lagomar de sus prudencias. El pescador me contemplaba convencido que era mi turno. Aventurarme en la pesca de espíritus corrosivos no endiosaba a ninguno. Demás que corrompían sus propios anhelos y se tornaban sombreados sus párpados, a medida que los más cautos, preparaban las redes. Mi barca, humilde y de estrechas lunas de dunas, fierros macizos de mansos génesis, se entreveía entre el ramaje de las aguas, en las que, para mi suerte, sometía el decorado de las sonrisas que en todos pastaban. ¿Era el alba o se decantaba el cantar de las estrellas entre nosotros? Conté una cantidad escasa de lunares sobre mi propio gen de eternidades. Tracé un dulce de albaricoque sobre la piedra más cercana y me hice el loco: no había más que decir. El pescador me estudió convencido; sorteó mis propios atavíos y coronó mi testa con una cuchilla de guadañas, que, ante la hechura de sus poderes de lirios de linajes, se atrevió a verme con otros ojos. Con más respeto que en el instante en el que forjé mis botas de lianas y bambúes. Me ajustó el gorrito. Ahí debía almacenar las presas. Junto a mis orejas, que tantas injurias han escuchado. Él me llama por mi nombre; “Qipaimnarr”, me dice. En nuestra lengua significa cachorro de luz que monta al higo de las montañas, en su brazal de seda. No lo hace por maldad. Él me hurtó de mi cuna; llegué a sus orillas y lo engañé con mi cola de pez de coloridas escamas. A sus noventa años aún es jovencito. Ríe pese a la escasez de sus dientes; es sabio y pasta ante mis turbios augurios; un umbral de cometas y tersas mañanas con aroma a eucalipto. “Qipaimnarr”, me llama. “Hoy habrá buena cosecha. En el amanecer de las cosechas se denota en la detonada de la esperanza de embelesos de tesura”. “Busca los ojos de los huracanes en el mar de hierba. El lagomar es a veces, ingrato y tozudo. Quieres ver la paz en él pero, en los siempre de los Para Siempre, siembra una lección a los más más cautos”. “¿Los más cautos saben de las lecciones que quiere impartir?”. “A veces aprehender a leerlo es como una desiderata. Siempre tiene algo que decir”. “¿Y quién llama a su puerta en cada momento? ¿No es la desiderata misma?”, pregunto con las uñas a flor de piel. Degusto una alhaja de lagomar. Él calla con la sabiduría pincelada en sus arrugas. Tensa el fuego de la fogata acuosa con la que nos protegemos. Un amuleto para la desiderata. Dos para los que somos nosotros los enclenques que la repasamos al despertar. Decir las erratas de la vida que nos gobierna es empíreo que nos gobierna, entre arroyos y arrullos, entre logística de números que contamos cada vez, y cada vez más, conforme desnudamos nuestras almas ante el terrario, comandan los barcos de escasez. Nuestra tersura de rostros alegra el tiempo de los tres tiempos. Un espíritu, muy parecido al mío, se alza a la deriva. Toca mis dedos y retrocedo; no temo. Mahenh, el pescador al que le debo más que las lecciones que me imparte, me anuncia que guarde silencio. Es abogado de la gracia de entre los seres que provienen de ese pasto acuoso que repta entre nosotros. Y como si se tratara de un objeto de inquisición, él escuda entre los arropes de lo solemne que se puede edificar. Tensa el sostén de sus mejillas contra la garra que le acaricia las entrañas. Se perfila sereno. No hay daño, tan sólo una aguarda la caricia que entre retienen el albor de sus estelas. Intriga la emoción. Lo corrosivo atrae; el cambio que eso conmueve. Aprieto los parpados hasta ver las luces que desprende cada uno, que se acerca, sin recato, desnudos con sus propias luminarias. Su inocencia me conmueve. Entreabro mis pupilas y, allí y sólo allí, deslizan en mis siluetas su fantasmal música. Doy brincos, me perfilo en este solemne sueño que me hechiza. Mi compañero de aventuras retiene el centro de mis núcleos. La inconsciencia reluce entre sus rasgos pero no ha sido derrotado: el pescador sostiene mis manazas, como león de añiles trigales; y no me deja marchar. Compone para mí un arrullo de cordialidad. La fineza de su vozarrón delineado como un arrullo entre los puentes de lo que es rito en esa realidad fantástica, no me concierne porque no es para mí el decoro de lo enunciado. Lo corroe un rastro de brea de eso que nos embruja y, pese a su gentil sonrisa en esos momentos de tensión, logro pescar lo que pronuncia con forma corpórea. Deslizo mi carcaj entre los hilos de la tierra y las carcajadas me atraen. Los espíritus revelan sus rostros. Macilento, quizá rebelde. Atraen mi atención y los seis que cuento con el alma en vilo, ante mis carencias, me penetran y rescatan. Y sobrevivo ante las afrentas de los más justos. El pescador, sometido al perpetuo en júbilo, me zarandea de entre los aparecidos. Observo un gris arbóreo en sus pupilas, en las que se asoma una sonrisa que decomisa mi miedo a perderme entre las brumas de los cuatro puntos cardinales. Él me abraza y gobierna mi silencio con una felicidad que viene a mí en forma de relicario. Lo cuelga entre uno de mis dedos; entreveo que es uno de los huesos que él mismo se ha retirado para darme protección. Está bañado con ocre. Adornado por perlas de luz. Ahí entreveo el pastizal del obsequio, que me demuestra con mi orgullo envalentonado, que he golpeado a mi propio proceder en el fértil terreno. El mar de hierba decora el rastro de la espera; habrá que esperar a las siguientes lecciones, y, en el instante en que me restriega una carantoña en la cabeza; me anuncia que pasé la prueba en la que todos recuperan la inocencia y el ser criaturas de bien, es el dominio que debo demostrar ahora, de todas mis tonadas musicales. Me doy cuenta, que estoy completo.
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  • El sol del mediodía bañaba el penthouse con un resplandor casi celestial, haciendo relucir el mármol blanco y las molduras doradas que hablaban de un lujo sobrio, cuidadosamente calculado. Las cortinas se mecían con la brisa, y el murmullo lejano de la ciudad parecía un eco irrelevante frente al imperio silencioso que reinaba entre esas paredes.

    Elisabetta estaba sentada en su diván favorito, con una pierna cruzada sobre la otra, envuelta en una bata de seda marfil con bordes dorados. Sus uñas perfectas brillaban mientras sostenía la revista que uno de sus asistentes le había entregado minutos antes.

    EMPORIO MAGAZINE 2025.

    Ahí estaba ella, en la portada. Imponente, inalcanzable, con las gafas oscuras cubriéndole los ojos y una expresión que no dejaba espacio a dudas: era poder, era belleza, era peligro.

    "Moda, poder y muerte: la fórmula de Elisabetta di Vincenzo."
    "La mujer que convirtió los negocios en arte."

    Sus ojos amatistas recorrieron lentamente el titular. Ladeó el rostro apenas, como si saboreara cada palabra impresa con la misma intensidad con la que saboreaba una victoria bien ganada. Luego, sin apartar la mirada de la portada, dejó escapar una suave carcajada, apenas audible.

    —Les tomó tiempo entender... —musitó.

    En el margen inferior de la portada, una frase resaltada con picardía captó su atención:

    “¿Quién es el hombre que siempre la acompaña a todos lados? ¿Será su guardaespaldas como ella dice, o será algo más?”

    Elisabetta entrecerró los ojos y su sonrisa se transformó en una línea seductora de malicia pura. Apoyó el mentón sobre la mano con gesto teatral y elegante, y murmuró como si hablara consigo misma, aunque sabía que él estaba allí:

    —Les fascina especular... pero nadie entiende que el peligro real nunca se ve venir.

    El guardaespaldas, apostado discretamente a unos pasos, no dijo una palabra. Pero en su postura relajada había tensión contenida, como la de un león que observa, callado, esperando que alguien cruce la línea equivocada.

    Ella lo sabía. Siempre lo sabía.

    —¿Y tú? —preguntó, sin volverse, con voz suave pero cortante—. ¿Te molesta que empiecen a sospechar?

    Khaleb Jaddour
    El sol del mediodía bañaba el penthouse con un resplandor casi celestial, haciendo relucir el mármol blanco y las molduras doradas que hablaban de un lujo sobrio, cuidadosamente calculado. Las cortinas se mecían con la brisa, y el murmullo lejano de la ciudad parecía un eco irrelevante frente al imperio silencioso que reinaba entre esas paredes. Elisabetta estaba sentada en su diván favorito, con una pierna cruzada sobre la otra, envuelta en una bata de seda marfil con bordes dorados. Sus uñas perfectas brillaban mientras sostenía la revista que uno de sus asistentes le había entregado minutos antes. EMPORIO MAGAZINE 2025. Ahí estaba ella, en la portada. Imponente, inalcanzable, con las gafas oscuras cubriéndole los ojos y una expresión que no dejaba espacio a dudas: era poder, era belleza, era peligro. "Moda, poder y muerte: la fórmula de Elisabetta di Vincenzo." "La mujer que convirtió los negocios en arte." Sus ojos amatistas recorrieron lentamente el titular. Ladeó el rostro apenas, como si saboreara cada palabra impresa con la misma intensidad con la que saboreaba una victoria bien ganada. Luego, sin apartar la mirada de la portada, dejó escapar una suave carcajada, apenas audible. —Les tomó tiempo entender... —musitó. En el margen inferior de la portada, una frase resaltada con picardía captó su atención: “¿Quién es el hombre que siempre la acompaña a todos lados? ¿Será su guardaespaldas como ella dice, o será algo más?” Elisabetta entrecerró los ojos y su sonrisa se transformó en una línea seductora de malicia pura. Apoyó el mentón sobre la mano con gesto teatral y elegante, y murmuró como si hablara consigo misma, aunque sabía que él estaba allí: —Les fascina especular... pero nadie entiende que el peligro real nunca se ve venir. El guardaespaldas, apostado discretamente a unos pasos, no dijo una palabra. Pero en su postura relajada había tensión contenida, como la de un león que observa, callado, esperando que alguien cruce la línea equivocada. Ella lo sabía. Siempre lo sabía. —¿Y tú? —preguntó, sin volverse, con voz suave pero cortante—. ¿Te molesta que empiecen a sospechar? [cosmic_beryl_zebra_425]
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  • Primer encuentro con Ana Ivanovna. 📍 Gran Teatro Nacional de Seúl | 📅 Sábado, 23 de septiembre de 2023 | 🕗 20:00 hrs 🎭 Gala de apertura de temporada – Fusión de arte alternativo y danza clásica
    Fandom OC
    Categoría Original
    Aquella noche, 2 años atrás, Haneul debutaba en el escenario más prestigioso de Seúl, bajo las luces imponentes del Gran Teatro Nacional. El terciopelo rojo de las cortinas, el eco solemne del suelo de madera y el murmullo contenido del público le parecían más grandes que él.

    Era la primera vez que usaba su nombre artístico en público: BLUEVEIL.

    Había sido invitado a interpretar una pieza vocal alternativa durante la gala de apertura, una colaboración especial con una bailarina clásica. No conocía a la artista. No la había visto ensayar. Solo sabía que debía cantar mientras ella danzaba.

    Mientras ajustaba el micrófono con las manos un poco frías, centrado en mantener el ritmo de su respiración, al escuchar los primeros acordes del piano, la vio

    Ella salía al escenario con una elegancia que no buscaba impresionar, pero lo hacía igual. Cabello rojizo recogido con soltura, silueta contenida y firme. Sus movimientos eran tan exactos como expresivos. No bailaba: narraba.

    Él entró justo cuando ella giraba con suavidad, como si flotara. Y algo ocurrió.

    El ritmo de su voz se entrelazó con la cadencia de su cuerpo. Sin ensayo previo. Sin indicaciones.
    Solo una sincronía inesperada que encajaba de forma natural.
    Aquella noche, 2 años atrás, Haneul debutaba en el escenario más prestigioso de Seúl, bajo las luces imponentes del Gran Teatro Nacional. El terciopelo rojo de las cortinas, el eco solemne del suelo de madera y el murmullo contenido del público le parecían más grandes que él. Era la primera vez que usaba su nombre artístico en público: BLUEVEIL. Había sido invitado a interpretar una pieza vocal alternativa durante la gala de apertura, una colaboración especial con una bailarina clásica. No conocía a la artista. No la había visto ensayar. Solo sabía que debía cantar mientras ella danzaba. Mientras ajustaba el micrófono con las manos un poco frías, centrado en mantener el ritmo de su respiración, al escuchar los primeros acordes del piano, la vio Ella salía al escenario con una elegancia que no buscaba impresionar, pero lo hacía igual. Cabello rojizo recogido con soltura, silueta contenida y firme. Sus movimientos eran tan exactos como expresivos. No bailaba: narraba. Él entró justo cuando ella giraba con suavidad, como si flotara. Y algo ocurrió. El ritmo de su voz se entrelazó con la cadencia de su cuerpo. Sin ensayo previo. Sin indicaciones. Solo una sincronía inesperada que encajaba de forma natural.
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