• @SilverStC | Metropolis | #WaitingGame

    Hay invitaciones que no se rechazan, aunque una sepa que esconden tanto riesgo como promesas.

    Esta noche no es sobre la cena, ni sobre el vino. Es sobre la partida que empieza en cuanto se abra la puerta del coche.

    La pregunta no es qué puede ofrecerme él… sino cuánto está dispuesto a pagar por mi atención.

    Y, entre nosotros: nadie gana apostando contra mí.

    S.


    Silver se miró una última vez en el espejo del recibidor. El vestido caía con perfección medida, sin una arruga fuera de lugar. El collar que había elegido no era el más caro, pero sí el más insinuante. En la mesita de entrada reposaba la pequeña caja con el diamante regalado por el ladrón, cerrada y olvidada… al menos por ahora.

    El sonido de un motor impecablemente afinado rompió la calma de la calle. Silver se acercó a la ventana: el coche negro, blindado, esperaba con discreción letal. Ella sabía que el estaba dentro, aguardando con esa paciencia que es otra forma de poder.

    Respiró hondo, tomó su clutch de seda y cerró la puerta tras de sí. Cada paso hasta la vereda era un movimiento de ajedrez en sí mismo. Y esta noche, ella jugaba como reina.
    📸 @SilverStC | Metropolis | #WaitingGame Hay invitaciones que no se rechazan, aunque una sepa que esconden tanto riesgo como promesas. Esta noche no es sobre la cena, ni sobre el vino. Es sobre la partida que empieza en cuanto se abra la puerta del coche. La pregunta no es qué puede ofrecerme él… sino cuánto está dispuesto a pagar por mi atención. Y, entre nosotros: nadie gana apostando contra mí. —🖤 S. Silver se miró una última vez en el espejo del recibidor. El vestido caía con perfección medida, sin una arruga fuera de lugar. El collar que había elegido no era el más caro, pero sí el más insinuante. En la mesita de entrada reposaba la pequeña caja con el diamante regalado por el ladrón, cerrada y olvidada… al menos por ahora. El sonido de un motor impecablemente afinado rompió la calma de la calle. Silver se acercó a la ventana: el coche negro, blindado, esperaba con discreción letal. Ella sabía que el estaba dentro, aguardando con esa paciencia que es otra forma de poder. Respiró hondo, tomó su clutch de seda y cerró la puerta tras de sí. Cada paso hasta la vereda era un movimiento de ajedrez en sí mismo. Y esta noche, ella jugaba como reina.
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  • 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠

    Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla.
    Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado.

    Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente.
    Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir.

    Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖."
    Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica.
    Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más.

    Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo.

    Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses.
    Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada.
    Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos.
    El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo.

    Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida.

    La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto.
    Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto.
    Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero…

    Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más.
    Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta.

    UN AÑO DESPUES

    Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua.
    Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza.
    Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía.

    En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida.
    Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda.
    Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo.

    Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema.
    En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos.

    Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él.

    Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año.

    — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita.


    [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 [FIGHTERAUR0R] Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla. Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado. Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente. Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir. Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖." Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica. Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más. Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo. Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses. Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada. Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos. El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo. Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida. La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto. Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto. Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero… Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más. Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta. UN AÑO DESPUES Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua. Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza. Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía. En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida. Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda. Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo. Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema. En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos. Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él. Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año. — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita. [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    La habitación estaba en penumbras, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba desde la ventana.
    Nia descansaba contra el hombro de Yoko, encajando en el contraste de sus cuerpos: pequeña y delicada junto a la silueta firme y generosa de la pelirroja.

    El calor de la cercanía se hacía evidente. El leve roce de los cabellos de Nia contra la piel de Yoko la hizo estremecerse apenas, mientras la joven, con gesto curioso, giraba el rostro hacia ella. Sus ojos claros se encontraron en un instante que se volvió más largo de lo necesario, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse allí.

    —Estás demasiado cerca… —murmuró Yoko, aunque su voz carecía de verdadera protesta.
    Nia sonrió suavemente, ladeando la cabeza.
    —Entonces, ¿quieres que me aleje?

    El silencio fue respuesta suficiente. Entre risas bajas y un aire cargado de complicidad, ninguna de las dos se movió, dejando que la cercanía hablara por ellas.
    La habitación estaba en penumbras, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba desde la ventana. Nia descansaba contra el hombro de Yoko, encajando en el contraste de sus cuerpos: pequeña y delicada junto a la silueta firme y generosa de la pelirroja. El calor de la cercanía se hacía evidente. El leve roce de los cabellos de Nia contra la piel de Yoko la hizo estremecerse apenas, mientras la joven, con gesto curioso, giraba el rostro hacia ella. Sus ojos claros se encontraron en un instante que se volvió más largo de lo necesario, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse allí. —Estás demasiado cerca… —murmuró Yoko, aunque su voz carecía de verdadera protesta. Nia sonrió suavemente, ladeando la cabeza. —Entonces, ¿quieres que me aleje? El silencio fue respuesta suficiente. Entre risas bajas y un aire cargado de complicidad, ninguna de las dos se movió, dejando que la cercanía hablara por ellas.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Hablaré de forma seria, soy quisquillosa cuando roleo tramas sobre honkai star rail y más los personajes, si desean rol con temática de honkai star rail, deberán saber el lore y sobre los personajes...
    Me fastidia cuando tratan de cambiar algo de algún personaje para encajar bien.
    Hablaré de forma seria, soy quisquillosa cuando roleo tramas sobre honkai star rail y más los personajes, si desean rol con temática de honkai star rail, deberán saber el lore y sobre los personajes... Me fastidia cuando tratan de cambiar algo de algún personaje para encajar bien.
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  • -Un día más, se despertó en su habitación del exprés Astral, sentada en en su cama, se levanta y se acercó a la ventana mirando el exterior, viendo el espacio, cerro los ojos tras un largo suspiro.

    Caminado rumbo a un pequeño escritorio, sacó una hoja y comenzó a escribir una carta.. En la misma escribió cosas que ya no puede decir, sentimientos ocultos, deseos que no se pueden realizar...

    Cuando termino, la metió a un sobre, cerrando el mismo, en ese momento entra 7 de marzo en su habitación. -

    Marzo: ¿otra carta? ¿Porque escribes cartas que nunca mandas?-. Pregunto la pelirrosa con mucha curiosidad. -

    -Robin la miró y solo mostró una sonrisa algo nostalgica -.

    Supongo que es como un desahogo de palabras y gesto que ya no puedo mostrar.

    -Responde tomando la carta para guardarla en una caja donde ya tenía otras más escritas. -

    Si... Palabras que se quedaron sin decir.

    -Susurra para ella misma mientras sus manos tiemblan y guarda la caja con todas esas cartas, las cuales solo son testigos mudos de sentimientos ahora ocultos, los cuales ahora no puede decir y aunque lo intentará, nada pasaría, cerro la caja y la volvió a guardar. -

    https://youtu.be/XfL7-l9HQcI?si=huvfTv0rwVjrrH6N
    -Un día más, se despertó en su habitación del exprés Astral, sentada en en su cama, se levanta y se acercó a la ventana mirando el exterior, viendo el espacio, cerro los ojos tras un largo suspiro. Caminado rumbo a un pequeño escritorio, sacó una hoja y comenzó a escribir una carta.. En la misma escribió cosas que ya no puede decir, sentimientos ocultos, deseos que no se pueden realizar... Cuando termino, la metió a un sobre, cerrando el mismo, en ese momento entra 7 de marzo en su habitación. - Marzo: ¿otra carta? ¿Porque escribes cartas que nunca mandas?-. Pregunto la pelirrosa con mucha curiosidad. - -Robin la miró y solo mostró una sonrisa algo nostalgica -. Supongo que es como un desahogo de palabras y gesto que ya no puedo mostrar. -Responde tomando la carta para guardarla en una caja donde ya tenía otras más escritas. - Si... Palabras que se quedaron sin decir. -Susurra para ella misma mientras sus manos tiemblan y guarda la caja con todas esas cartas, las cuales solo son testigos mudos de sentimientos ahora ocultos, los cuales ahora no puede decir y aunque lo intentará, nada pasaría, cerro la caja y la volvió a guardar. - https://youtu.be/XfL7-l9HQcI?si=huvfTv0rwVjrrH6N
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  • Todavía me quedan muchas cajas por rellenar, ayer mis amigas Mary y Rachel estuvieron ayudándome.
    Dentro de una semana estaré en Vancouver, estudiando la carrera de mis sueños y también conoceré a mi madre biológica y a mi hermana mayor.

    Tía Elisabeth Turner
    Todavía me quedan muchas cajas por rellenar, ayer mis amigas Mary y Rachel estuvieron ayudándome. Dentro de una semana estaré en Vancouver, estudiando la carrera de mis sueños y también conoceré a mi madre biológica y a mi hermana mayor. Tía [Turney_thcx]
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  • 𝑫𝒆𝒃𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓 "𝒂𝒅𝒊𝒐́𝒔"
    Fandom ZYXS
    Categoría Drama
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰….ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ
    𝘖𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢.
    𝘝𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢𝘴.

    Sus mensajes con el tiempo habían dejado de ser tan frecuentes, al grado de contestar solo un par de veces al día. Masthian podía vivir con eso, pero cuando empezaron a ser solo un par a la semana, comenzó la preocupación. La buscó, por supuesto. Fue a su casa, la buscó en las tiendas de saldos que sabía que frecuentaba, incluso trató de seguir sus historias de Instagram, pero parecía que se la había tragado la tierra.

    Hasta que un día, sin más, le soltó la noticia: Había obtenido una beca para estudiar fuera del país, se iría a Europa. ¿Cuando? ¿Por qué no le había dicho? ¿Podían verse antes? Ninguna de esas preguntas tuvo respuestas. Todos los días, un mensaje y un intento de llamada que no atendían ni respondían.

    Esa mañana, descubrió que el mensaje simplemente no fue recibido y la llamada lo mandaba directamente a buzón. Entró en pánico. Salió corriendo de casa de su abuela hasta el barrio donde Nicole vivía. Se encontró las puertas y ventanas cerradas.

    𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘭𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ
    𝘛𝘶́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰...
    𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴

    Sintió como el corazón poco a poco se le fue acelerando, a medida que se acercaba y comprobaba que la casa estaba vacía. Su familia nunca cerraba las cortinas, a sus padres no les gustaba que las ventanas estuvieran cerradas... ¿Dónde estaba su perro? ¿Por qué no ladraba?

    Su diestra fue a abrir la rejita que conectaba al patio y por un momento, cuando esta cedió sin problema, pensó que solo sería un cambio extraño de preferencias. Hasta que recordó que esa reja nunca había cerrado. Cuando tenían 8 años, habían estrellado sus bicicletas en ella y nunca repararon el seguro que atoraba la puerta. Tragó saliva mientras entraba al lugar.

    ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ
    𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦
    𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳

    Miró a su al rededor; al jardín de las rosas de su madre, donde constantemente de pequeños los regañaban por que les gustaba meterse ahí y jugar entre los rosales. Cuando por fin dejaron de jugar, Masthian se había encargado de una vez a la semana cortar la rosa más bonita y dejarla en la habitación de Nicole. En todos sus años de conocerse, recién el año pasado empezó a verse decente ese jardín. Justo cuando ellos dejaron de frecuentarse.

    Avanzó por el caminito de piedra, algunas losetas quebradas y sueltas. La mayoría por su culpa, cuando llegaban después de la escuela y dejaban caer las bicicletas ahí. Y luego estaban los pequeños hoyos que el perrito de Nicole hacía.

    Cuando la conoció, tenía un labrador que después de unos cuantos años, murió. Recordaba la depresión que envolvió a la castaña. Y también su cara de emoción cuando apareció con un cachorro a los pocos días en su sala. Había tenido que cruzar media ciudad para encontrar a un cachorro que se pareciera a la mascota que había perdido. Que silencioso era el patio sin el rufián que siempre lo recibía entre ladridos y lengüetazos.

    𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭, ¿𝘺 𝘲𝘶𝘦́ 𝘮𝘢́𝘴 𝘥𝘢.ᐣ
    𝘝𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥
    𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦, 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦
    𝘕𝘰 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘭𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢


    Quiso abrir la puerta, aún manteniendo esa vaga esperanza, aún sabiendo que se podía ver las ventanas incluso atrancadas. No cedió el picaporte, por más que intentó girar la perilla. Su corazón para ese momento ya estaba roto.

    Giró el cuerpo hacia la derecha, buscando la escalerilla que usaba para subir a la habitación de su amiga por las noches, cuando les tocaba la guardia. Su ventana daba al patio. Sabía que debajo de ella, estaba el escritorio. Un sin fin de veces, Masthian había acudido a ella para estudiar juntos. Y cada una de ellas, se había quedado embobado viéndola mientras trataba de explicarle el tema que estaban estudiando. Todas las veces que estudió con ella, había reprobado. Y después de cada una de esas sesiones, cuando regresaba a casa, se decía que al día siguiente le diría y la invitaría a salir.

    No estaba la escalera. Y el momento de decirle que estaba completamente enamorado de ella, también se había ido.

    ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ
    𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘵𝘦
    𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳

    Rodeó el patio, dirigiéndose a la parte trasera de la casa. La bicicleta, la casita de muñecas y el armario donde su padre guardaba la herramienta. Estaban cubiertos con mantas y asegurados con candados y cadenas. Nunca se habían molestado en hacerlo, la camioneta de su abuela siempre estuvo estacionada ahí, no había forma de sacarlo sin moverla. No recordaba una sola vez que hubiera podido caminar por aquel lugar sin tener que pegar la panza a la pared para poder pasar.

    Todo estaba cubierto de mantas y aún así, conocía a la perfección que había debajo. De no ser por que llegó una edad en la que ya no les permitieron hacer pijamadas juntos, probablemente Masthian habría pasado toda su infancia, adolescencia y el principio de su adultez metido en esa casa.

    Y entonces, una caja llamó su atención. Estaba fuera de cualquier cubierta, a medio cerrar y de su interior, sobresalía la manga de una sudadera que reconoció de inmediato. Era suya. Estaba bajo el pequeño techo de la bodega que había en el patio, si llovía, no se mojaría. Pero era obvio que la habían dejado ahí apropósito. Lo comprobó al acercarse, su nombre estaba escrito con la letra redonda y agraciada de Nicole.

    𝘠 𝘰𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴
    𝘊𝘰𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢
    𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦
    𝘘𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦
    𝘕𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘧𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴
    𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢

    Empezó a hiperventilar. La sudadera no fue un regalo realmente, pero después de que Nicole se la pidió por tercera vez, dejó de pedirla de regreso. Frecuentemente, la usaba para sus cacerías en tiendas, buscando ofertas. Decía que era perfecta para guardar cosas.

    Un llavero, con la foto de los doce, la última vez que se habían juntado, antes de que todos siguieran sus propios caminos. El recuerdo de esa noche lo asaltó. Estuvieron a punto de besarse, pero el retrocedió y no hablaron más. Después de eso, sus encuentros apenas y duraron un cuarto de hora.

    Quiso seguir revisando, distinguió una camiseta que una vez dejó y ella usaba de pijama. La cajita que habían pintado junto a Hanary. Los collares a juego... Las lágrimas le hacían difícil saber que había.

    Casi quince años de amistad, de estar juntos prácticamente todos los días. Tantas risas, sonrojos, los latidos desenfrenados cuando se tomaban las manos... Todo eso, entraba en una caja de cartón.

    En una caja de cartón olvidada en su cochera. No, ni siquiera olvidada. Abandonada, puesta ahí sin si quiera preocuparse por cubrirla. ¿Esperaba Nicole que él la encontrara? Era un mal chiste.

    Cuando por fin se dejó caer con todo la dignidad que tenía encima, sacó su celular y entre berridos y lamentos le marcó a su primo. Si le entendió o no, la verdad es que no importaba. Se abrazó a lo único que aún conservaba el olor de la castaña, la sudadera y esperó a que llegara.

    𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟.
    ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰….ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ 𝘖𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢. 𝘝𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢𝘴. Sus mensajes con el tiempo habían dejado de ser tan frecuentes, al grado de contestar solo un par de veces al día. Masthian podía vivir con eso, pero cuando empezaron a ser solo un par a la semana, comenzó la preocupación. La buscó, por supuesto. Fue a su casa, la buscó en las tiendas de saldos que sabía que frecuentaba, incluso trató de seguir sus historias de Instagram, pero parecía que se la había tragado la tierra. Hasta que un día, sin más, le soltó la noticia: Había obtenido una beca para estudiar fuera del país, se iría a Europa. ¿Cuando? ¿Por qué no le había dicho? ¿Podían verse antes? Ninguna de esas preguntas tuvo respuestas. Todos los días, un mensaje y un intento de llamada que no atendían ni respondían. Esa mañana, descubrió que el mensaje simplemente no fue recibido y la llamada lo mandaba directamente a buzón. Entró en pánico. Salió corriendo de casa de su abuela hasta el barrio donde Nicole vivía. Se encontró las puertas y ventanas cerradas. 𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘭𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰 ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.ᐣ 𝘛𝘶́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰... 𝘠 𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘴 Sintió como el corazón poco a poco se le fue acelerando, a medida que se acercaba y comprobaba que la casa estaba vacía. Su familia nunca cerraba las cortinas, a sus padres no les gustaba que las ventanas estuvieran cerradas... ¿Dónde estaba su perro? ¿Por qué no ladraba? Su diestra fue a abrir la rejita que conectaba al patio y por un momento, cuando esta cedió sin problema, pensó que solo sería un cambio extraño de preferencias. Hasta que recordó que esa reja nunca había cerrado. Cuando tenían 8 años, habían estrellado sus bicicletas en ella y nunca repararon el seguro que atoraba la puerta. Tragó saliva mientras entraba al lugar. ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳 Miró a su al rededor; al jardín de las rosas de su madre, donde constantemente de pequeños los regañaban por que les gustaba meterse ahí y jugar entre los rosales. Cuando por fin dejaron de jugar, Masthian se había encargado de una vez a la semana cortar la rosa más bonita y dejarla en la habitación de Nicole. En todos sus años de conocerse, recién el año pasado empezó a verse decente ese jardín. Justo cuando ellos dejaron de frecuentarse. Avanzó por el caminito de piedra, algunas losetas quebradas y sueltas. La mayoría por su culpa, cuando llegaban después de la escuela y dejaban caer las bicicletas ahí. Y luego estaban los pequeños hoyos que el perrito de Nicole hacía. Cuando la conoció, tenía un labrador que después de unos cuantos años, murió. Recordaba la depresión que envolvió a la castaña. Y también su cara de emoción cuando apareció con un cachorro a los pocos días en su sala. Había tenido que cruzar media ciudad para encontrar a un cachorro que se pareciera a la mascota que había perdido. Que silencioso era el patio sin el rufián que siempre lo recibía entre ladridos y lengüetazos. 𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭, ¿𝘺 𝘲𝘶𝘦́ 𝘮𝘢́𝘴 𝘥𝘢.ᐣ 𝘝𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦, 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘕𝘰 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘭𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢 Quiso abrir la puerta, aún manteniendo esa vaga esperanza, aún sabiendo que se podía ver las ventanas incluso atrancadas. No cedió el picaporte, por más que intentó girar la perilla. Su corazón para ese momento ya estaba roto. Giró el cuerpo hacia la derecha, buscando la escalerilla que usaba para subir a la habitación de su amiga por las noches, cuando les tocaba la guardia. Su ventana daba al patio. Sabía que debajo de ella, estaba el escritorio. Un sin fin de veces, Masthian había acudido a ella para estudiar juntos. Y cada una de ellas, se había quedado embobado viéndola mientras trataba de explicarle el tema que estaban estudiando. Todas las veces que estudió con ella, había reprobado. Y después de cada una de esas sesiones, cuando regresaba a casa, se decía que al día siguiente le diría y la invitaría a salir. No estaba la escalera. Y el momento de decirle que estaba completamente enamorado de ella, también se había ido. ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.ᐣ ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳.ᐣ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘦 𝘢 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘳 Rodeó el patio, dirigiéndose a la parte trasera de la casa. La bicicleta, la casita de muñecas y el armario donde su padre guardaba la herramienta. Estaban cubiertos con mantas y asegurados con candados y cadenas. Nunca se habían molestado en hacerlo, la camioneta de su abuela siempre estuvo estacionada ahí, no había forma de sacarlo sin moverla. No recordaba una sola vez que hubiera podido caminar por aquel lugar sin tener que pegar la panza a la pared para poder pasar. Todo estaba cubierto de mantas y aún así, conocía a la perfección que había debajo. De no ser por que llegó una edad en la que ya no les permitieron hacer pijamadas juntos, probablemente Masthian habría pasado toda su infancia, adolescencia y el principio de su adultez metido en esa casa. Y entonces, una caja llamó su atención. Estaba fuera de cualquier cubierta, a medio cerrar y de su interior, sobresalía la manga de una sudadera que reconoció de inmediato. Era suya. Estaba bajo el pequeño techo de la bodega que había en el patio, si llovía, no se mojaría. Pero era obvio que la habían dejado ahí apropósito. Lo comprobó al acercarse, su nombre estaba escrito con la letra redonda y agraciada de Nicole. 𝘠 𝘰𝘫𝘢𝘭𝘢́ 𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘊𝘰𝘯 𝘵𝘶𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘘𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘘𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘢 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘕𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘧𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢 Empezó a hiperventilar. La sudadera no fue un regalo realmente, pero después de que Nicole se la pidió por tercera vez, dejó de pedirla de regreso. Frecuentemente, la usaba para sus cacerías en tiendas, buscando ofertas. Decía que era perfecta para guardar cosas. Un llavero, con la foto de los doce, la última vez que se habían juntado, antes de que todos siguieran sus propios caminos. El recuerdo de esa noche lo asaltó. Estuvieron a punto de besarse, pero el retrocedió y no hablaron más. Después de eso, sus encuentros apenas y duraron un cuarto de hora. Quiso seguir revisando, distinguió una camiseta que una vez dejó y ella usaba de pijama. La cajita que habían pintado junto a Hanary. Los collares a juego... Las lágrimas le hacían difícil saber que había. Casi quince años de amistad, de estar juntos prácticamente todos los días. Tantas risas, sonrojos, los latidos desenfrenados cuando se tomaban las manos... Todo eso, entraba en una caja de cartón. En una caja de cartón olvidada en su cochera. No, ni siquiera olvidada. Abandonada, puesta ahí sin si quiera preocuparse por cubrirla. ¿Esperaba Nicole que él la encontrara? Era un mal chiste. Cuando por fin se dejó caer con todo la dignidad que tenía encima, sacó su celular y entre berridos y lamentos le marcó a su primo. Si le entendió o no, la verdad es que no importaba. Se abrazó a lo único que aún conservaba el olor de la castaña, la sudadera y esperó a que llegara. 𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟.
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  • -Aquella oscuridad volvió a surgir aun mas poderosa del cuerpo del ángel de la armonía, pues una nueva alma había sido tomada por esa ser-.

    Te dije guerrera ninja qué no jugaras con fuego, aun asi te arriesgate para salvar a esta desdicha chica.

    -La voz que salía del la boca de Robin sonaba distorsionada, pues al tomar también el alma de Akali, se había vuelto aún más fuerte -.

    Ambas son MIAS
    Y no las dejaré ir..

    -Su carcajada se dejo escuchar por toda la habitación, espejos explotan, rasgando la piel de la huésped -.
    -Aquella oscuridad volvió a surgir aun mas poderosa del cuerpo del ángel de la armonía, pues una nueva alma había sido tomada por esa ser-. Te dije guerrera ninja qué no jugaras con fuego, aun asi te arriesgate para salvar a esta desdicha chica. -La voz que salía del la boca de Robin sonaba distorsionada, pues al tomar también el alma de Akali, se había vuelto aún más fuerte -. Ambas son MIAS Y no las dejaré ir.. -Su carcajada se dejo escuchar por toda la habitación, espejos explotan, rasgando la piel de la huésped -.
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  • Había preparado aquello con mucha antelación. Lo había dejado todo listo antes de emprender su misión por tierras británicas donde era posible que cualquiera cosa pudiera salir mal.

    Porque así era él, detallista, meticuloso y observador.

    Había pensado mucho en que regalarle, pero viendo como estaban los tiempos y como iban evolucionado, teniendo en cuenta lo que Barnabas y él se traían entre manos, al final había buscado una forma de proteger a Jessica aunque él estuviera lejos. Y ahora que estaba custodiado en las celdas del MACUSA no podría estar mas lejos de ella.

    Aquella mañana la pequeña caja negra de terciopelo y su correspondiente nota llegaría a su mesa.

    " 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑧 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑛̃𝑜𝑠, 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠𝑎.
    𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑡𝑎𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜.
    𝑇𝑎𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑒𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑚𝑖, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖 𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜.
    𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠."

    El anillo era sencillo al menos a simple vista, estaba hecho con plata de duendes, y su piedra guardaba un hechizo protector que se activaba si su propietario, con el que creaba un vinculo instantáneo al lucirlo estaba en peligro.
    No era un arma, era simplemente un salvavidas, un hechizo de emergencia si Jessica se veía desarmada en algún momento.

    Sabia que 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠 tiraría aquella caja en cuanto supiera que venia de él, pero el británico no perdía la esperanza, tan solo porque que la aceptara implicaría que siempre estaría mínimamente protegida.
    Había preparado aquello con mucha antelación. Lo había dejado todo listo antes de emprender su misión por tierras británicas donde era posible que cualquiera cosa pudiera salir mal. Porque así era él, detallista, meticuloso y observador. Había pensado mucho en que regalarle, pero viendo como estaban los tiempos y como iban evolucionado, teniendo en cuenta lo que Barnabas y él se traían entre manos, al final había buscado una forma de proteger a Jessica aunque él estuviera lejos. Y ahora que estaba custodiado en las celdas del MACUSA no podría estar mas lejos de ella. Aquella mañana la pequeña caja negra de terciopelo y su correspondiente nota llegaría a su mesa. " 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑧 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑛̃𝑜𝑠, 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠𝑎. 𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑡𝑎𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜. 𝑇𝑎𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑒𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑚𝑖, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖 𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜. 𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠." El anillo era sencillo al menos a simple vista, estaba hecho con plata de duendes, y su piedra guardaba un hechizo protector que se activaba si su propietario, con el que creaba un vinculo instantáneo al lucirlo estaba en peligro. No era un arma, era simplemente un salvavidas, un hechizo de emergencia si Jessica se veía desarmada en algún momento. Sabia que [FIGHTERAUR0R] tiraría aquella caja en cuanto supiera que venia de él, pero el británico no perdía la esperanza, tan solo porque que la aceptara implicaría que siempre estaría mínimamente protegida.
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  • Trece. De. Agosto.
    Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto.

    Esa fecha se repetia en su cabeza como un martillo percutor desde hacía un mes. Sabia perfectamente qué ocurria ese dia y sabia perfectamente que todo tenia que ser... perfecto.

    No es que Dean fuera la persona más detallista del mundo, ni la más organizada. A decir verdad era bastante torpe en lo que a esa clase de fechas se referia. Pero desde bien temprano de aquel señalado dia, Dean WInchester comenzó a hacer el mayor de sus esfuerzos. Despertando a Sam e intentando no perturbar el sueño de la pelirroja, Dean y Sam dedicaron horas a la decoracion del bunker.

    -¿No crees que es demasiado? -preguntó Sam cuando consiguieron ubicar el globo numero doscientos treinta y uno.

    Dean caminó un par de pasos atrás y revisó con su mirada la estancia.

    -No -resolvió al final.

    >> Había preparado desayuno y habia comprado una tarta que bien podría dar de comer a veinte comensales. Todo perfectamente preparado en la biblioteca del bunker. Tras despertar a 𝑃𝑜𝑝𝑝𝑦 𝐷𝑎𝑣𝑖𝑒𝑠 la escoltaba ahora cubriéndole los ojos hasta la biblioteca donde, al llegar destapó sus orbes y la dejó disfrutar de la estancia.

    -Feliz cumpleaños, preciosa -dijo el cazador dejando un beso en su mejilla.

    La acompañó hasta la mesa donde, al lado de la tarta algunos regalos aguardaban. El de Dean era pequeño, bastante sencillo en realidad. Una caja capaz de contener un único anillo y dentro de esta, una sortija cuyo simple adorno era el pequeño dibujo grabado de varias amapolas alrededor de la anilla.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Trece. De. Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Trece de Agosto. Esa fecha se repetia en su cabeza como un martillo percutor desde hacía un mes. Sabia perfectamente qué ocurria ese dia y sabia perfectamente que todo tenia que ser... perfecto. No es que Dean fuera la persona más detallista del mundo, ni la más organizada. A decir verdad era bastante torpe en lo que a esa clase de fechas se referia. Pero desde bien temprano de aquel señalado dia, Dean WInchester comenzó a hacer el mayor de sus esfuerzos. Despertando a Sam e intentando no perturbar el sueño de la pelirroja, Dean y Sam dedicaron horas a la decoracion del bunker. -¿No crees que es demasiado? -preguntó Sam cuando consiguieron ubicar el globo numero doscientos treinta y uno. Dean caminó un par de pasos atrás y revisó con su mirada la estancia. -No -resolvió al final. >> Había preparado desayuno y habia comprado una tarta que bien podría dar de comer a veinte comensales. Todo perfectamente preparado en la biblioteca del bunker. Tras despertar a [WxmenLettrs] la escoltaba ahora cubriéndole los ojos hasta la biblioteca donde, al llegar destapó sus orbes y la dejó disfrutar de la estancia. -Feliz cumpleaños, preciosa -dijo el cazador dejando un beso en su mejilla. La acompañó hasta la mesa donde, al lado de la tarta algunos regalos aguardaban. El de Dean era pequeño, bastante sencillo en realidad. Una caja capaz de contener un único anillo y dentro de esta, una sortija cuyo simple adorno era el pequeño dibujo grabado de varias amapolas alrededor de la anilla. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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