• ─────── Bien, me presentaré, Soy Black Cat, muchos me conocen como La gata ladrona, soy acrobata y una ladrona profesional, no parpadees, me perderás de vista, aunque sabes, robar un banco sería más fácil..

    ๋࣭ ⭑⚝ Sonrió con una sonrisa malvada mientras daba una voltereta hacia atrás.
    ─────── Bien, me presentaré, Soy Black Cat, muchos me conocen como La gata ladrona, soy acrobata y una ladrona profesional, no parpadees, me perderás de vista, aunque sabes, robar un banco sería más fácil.. ๋࣭ ⭑⚝ Sonrió con una sonrisa malvada mientras daba una voltereta hacia atrás.
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    8
    0 turnos 0 maullidos
  • —— A veces, no es extrañar a las personas, Dioses, no.
    Es extrañar esa versión pasada de mí, la que entregó, la que hizo y deshizo cosas por los demás, esa pasión, ese amor, ese anhelo... extraño la versión de mi que llegó a amar sin restricciones, sin idea de los números rojos en el banco y poco interés en el "Qué dirán?"

    No queda más, que ser una versión más precavida y mejor, siempre. ~
    —— A veces, no es extrañar a las personas, Dioses, no. Es extrañar esa versión pasada de mí, la que entregó, la que hizo y deshizo cosas por los demás, esa pasión, ese amor, ese anhelo... extraño la versión de mi que llegó a amar sin restricciones, sin idea de los números rojos en el banco y poco interés en el "Qué dirán?" No queda más, que ser una versión más precavida y mejor, siempre. ~
    Me gusta
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • Calíope

    Lord Rockesby AU

    Llevamos una semana acogidos por nuestros vecinos más cercanos, antes de que acabe el mes estaremos de vuelta en Bath pero antes mis padres prometieron a nuestros anfitriones que pasaríamos tres semanas en su compañía.
    Apenas los conozco de echo si vine a este viaje junto a mi familia fue solo por qué me convenía, así me ahorraba usar yo solo un carruaje.
    En la cuidad me espera un acontecimiento al cuál di mi palabra de que asistiría, mis padres lo saben de echo ellos también han sido invitados.

    Antes de la cena de bienvenida nos reunimos todos para hacer las presentaciones adecuadas, conocimos a la viuda del Conde Gunningwroth y a sus dos hijas.

    Mis padres disfrutan merendado con nuestros invitados, en cambio yo logré llegar al jardín sin ser visto por ningún miembro de dicha familia.
    O eso pensaba, hasta que veo a la señorita Rosamund Gunningworth sentada en uno de los bancos admirando la voluptuosa fuente que se encuentra en frente.
    Calíope Lord Rockesby AU Llevamos una semana acogidos por nuestros vecinos más cercanos, antes de que acabe el mes estaremos de vuelta en Bath pero antes mis padres prometieron a nuestros anfitriones que pasaríamos tres semanas en su compañía. Apenas los conozco de echo si vine a este viaje junto a mi familia fue solo por qué me convenía, así me ahorraba usar yo solo un carruaje. En la cuidad me espera un acontecimiento al cuál di mi palabra de que asistiría, mis padres lo saben de echo ellos también han sido invitados. Antes de la cena de bienvenida nos reunimos todos para hacer las presentaciones adecuadas, conocimos a la viuda del Conde Gunningwroth y a sus dos hijas. Mis padres disfrutan merendado con nuestros invitados, en cambio yo logré llegar al jardín sin ser visto por ningún miembro de dicha familia. O eso pensaba, hasta que veo a la señorita [Th_Gunningworth] sentada en uno de los bancos admirando la voluptuosa fuente que se encuentra en frente.
    Me gusta
    1
    31 turnos 0 maullidos
  • - Que es lo que viste? -

    2016 un octubre 9.. ya creo que te dije lo que pasó, Oracio...

    Dr. Oracio pero que es lo que pasó después?...

    Bueno... Lo que pasó fue.. algo intenso.

    [• El hombre empieza a contar después de los atentados:

    - El joven Koroved vería aún congelado a sus compañeras prendidos en fuego, tratando de salvarse y salir de aquella situación... Pero al llegar la segunda luz, reaccioné, logrando correr en dirección hacia un pequeño búnker creado, era técnicamente un pequeño banco, aunque al entrar, parecía hospital.
    Vería a sus compañeros siendo tratados con bastante desesperación, a su vez que venían algunos más que entraban por la puerta, algunos en pies y esos que estaban en pie cargando a los moribundos.

    Gire mi cuerpo, luego vería a través de una rendija lo que pasaba afuera, hubo un segundo bombardeado... No fue una bomba normal o gas o lo que sea... Fue una maldita sustancia, el tal "Fósforo blanco". A través de esa rendija presencié aquellos acostados en la poca nieve llegarles una repentina lluvia de fuego, también otros en pie y algunos arrastrandose más al fondo... Lo que pasó fue unas de las cosas que nunca sacaré de mi cabeza: Las personas se estaban derritiendo y gritando. Algunos quisieron apagarse con agua, otros en la nieve, con viento, con miles de cosas; pero seguía quemando, como si fuera hierro al rojo vivo que le hubiera caído encoma.
    Vi como la piel se desprendía, el músculo se derretía y la grasa se volvía líquida o en fuego.. luego vino el olor, uno a podredumbre, madera, metal... No sé que olor había, pero simplemente no hubo comparación alguna.

    Luego de la lluvia vino una tormenta acompañado de plomo, órdenes y otras cosas más... Me dio creo que un golpe de adrenalina y otras cosas más de mi cuerpo que libero mi cuerpo.

    Luego hubo una pequeña guerrilla y luego de horas finalmente terminó, ganamos pero perdimos... Vi mis amigos morir en ese momento... Uno se quemó hasta los huesos, fue consecuencias de que el fuego le llegó hasta la grasa. -

    Tras terminar de contar y que el final fue solo todo un proceso de funeral y ya. •]

    Dr. Oracio: oh... Wow... Y puedes dibujar lo que recuerdas?.. claro, si quieres.

    Está bien.. no tengo problemas.

    [• agarra papel y un kit completo de dibujos, para luego empezar a dibujar, luego de minutos, le entrega el imagen de aquel día. •]

    •|| me quedé sin ideas, entonces simplemente hice una extensión de una publicación anterior ||•
    - Que es lo que viste? - 2016 un octubre 9.. ya creo que te dije lo que pasó, Oracio... Dr. Oracio pero que es lo que pasó después?... Bueno... Lo que pasó fue.. algo intenso. [• El hombre empieza a contar después de los atentados: - El joven Koroved vería aún congelado a sus compañeras prendidos en fuego, tratando de salvarse y salir de aquella situación... Pero al llegar la segunda luz, reaccioné, logrando correr en dirección hacia un pequeño búnker creado, era técnicamente un pequeño banco, aunque al entrar, parecía hospital. Vería a sus compañeros siendo tratados con bastante desesperación, a su vez que venían algunos más que entraban por la puerta, algunos en pies y esos que estaban en pie cargando a los moribundos. Gire mi cuerpo, luego vería a través de una rendija lo que pasaba afuera, hubo un segundo bombardeado... No fue una bomba normal o gas o lo que sea... Fue una maldita sustancia, el tal "Fósforo blanco". A través de esa rendija presencié aquellos acostados en la poca nieve llegarles una repentina lluvia de fuego, también otros en pie y algunos arrastrandose más al fondo... Lo que pasó fue unas de las cosas que nunca sacaré de mi cabeza: Las personas se estaban derritiendo y gritando. Algunos quisieron apagarse con agua, otros en la nieve, con viento, con miles de cosas; pero seguía quemando, como si fuera hierro al rojo vivo que le hubiera caído encoma. Vi como la piel se desprendía, el músculo se derretía y la grasa se volvía líquida o en fuego.. luego vino el olor, uno a podredumbre, madera, metal... No sé que olor había, pero simplemente no hubo comparación alguna. Luego de la lluvia vino una tormenta acompañado de plomo, órdenes y otras cosas más... Me dio creo que un golpe de adrenalina y otras cosas más de mi cuerpo que libero mi cuerpo. Luego hubo una pequeña guerrilla y luego de horas finalmente terminó, ganamos pero perdimos... Vi mis amigos morir en ese momento... Uno se quemó hasta los huesos, fue consecuencias de que el fuego le llegó hasta la grasa. - Tras terminar de contar y que el final fue solo todo un proceso de funeral y ya. •] Dr. Oracio: oh... Wow... Y puedes dibujar lo que recuerdas?.. claro, si quieres. Está bien.. no tengo problemas. [• agarra papel y un kit completo de dibujos, para luego empezar a dibujar, luego de minutos, le entrega el imagen de aquel día. •] •|| me quedé sin ideas, entonces simplemente hice una extensión de una publicación anterior 🗣️ ||•
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    Me entristece
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • ── Protocolo: Reparar bancos de memoria.
    Restaurando. . .
    ERROR FATAL. Reiniciando.

    [ Sus ojos se apagan, su cabeza cae un poco. Unos segundos después, vuelven a encenderse y el bucle continúa, sin saber cuánto tiempo lleva ahí. ]

    ── Protocolo: Reparar bancos de memoria.
    Restaurando. . .
    ERROR FATAL. Reiniciando.
    ── Protocolo: Reparar bancos de memoria. Restaurando. . . ERROR FATAL. Reiniciando. [ Sus ojos se apagan, su cabeza cae un poco. Unos segundos después, vuelven a encenderse y el bucle continúa, sin saber cuánto tiempo lleva ahí. ] ── Protocolo: Reparar bancos de memoria. Restaurando. . . ERROR FATAL. Reiniciando.
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    8
    0 turnos 0 maullidos
  • Su padre, Norman Osborn.
    Fandom Spiderman
    Categoría Romance
    STARTER PARA Norman Osborn

    Parque Midtown. 16:41 h.

    El cielo tenía un color gris, casi violeta que anunciaba una tarde indecisa. El viento, moviendo las copas de los árboles.

    Angelique caminaba con las manos hundidas en los bolsillos de su sudadera, el cabello oscuro cayendo en mechones rebeldes que le rozaban las mejillas cada vez que inclinaba la cabeza.

    Harry caminaba a su lado, medio metro por detrás, como siempre. Él hablaba; ella escuchaba sin que lo pareciera.

    —…y entonces Peter me dice que no entiende cómo funciona el nuevo microprocesador del club, ¡cuando yo llevo semanas diciéndole que si no estudia los fundamentos no hay nada que hacer! —Harry rió, un poco demasiado fuerte para el silencio del parque—. En serio, a veces creo que le falta un algo.

    Angelique levantó apenas la mirada, observándolo desde un ángulo casi imperceptible.

    —¿Solo un algo? —respondió, seca, aunque sus labios se levantaron apenas, sonriendo.

    Harry pareció reconfortarse con aquello. Con ella siempre se conformaba con poco.

    Caminaron unos metros más. Había niños jugando en un columpio, ancianos, un perro que olfateaba desesperadamente un arbusto. Todo extremadamente normal. Demasiado normal para el nudo que empezaba a formarse en el estómago de Angelique.

    Harry se aclaró la garganta.
    Ese sonido, esa forma de tensarse, ella ya la conocía.

    —Oye, An…
    Silencio.
    Angelique siguió caminando, sin prisa, como si no le hubiera escuchado.

    —An —repitió él, más bajo.
    Ella giró ligeramente la cabeza.

    —¿Qué pasa?

    Harry metió las manos en los bolsillos, nervioso, pero también entusiasmado. Había algo de niño pequeño a punto de revelar un secreto que lleva guardado demasiado tiempo.

    —Mi padre quiere conocerte.

    Angelique se detuvo.

    Harry la adelantó un paso, sorprendido por su reacción, y luego retrocedió para colocarse frente a ella.

    —¿En serio? —preguntó ella con voz suave, casi confusa.

    —Sí. Le... le hablé de ti. Y ya que insististe pues... Bueno, le has llamado la atención al Sr. Trabajo. Así que... bueno... —Se frotó la nuca—. Sé que soy muy pesado hablándote de él y entiendo que quieras conocer al Mandamás. Así que, considérate una privilegiada.

    Angelique arqueó una ceja.

    —¿Privilegiada?

    —Ya sabes cómo es él —mintió Harry. Porque Angelique no sabía cómo era él, no realmente—. Le gusta saber quién forma parte de mi vida. Dice que rodearse de mentes brillantes es crucial para crecer.

    Angelique bajó la mirada. “Mentes brillantes.”
    Ella no se consideraba una.
    Pero Norman Osborn…

    —La semana que viene.

    —¿La semana que viene?

    —Vamos... ¡No me digas que ahora te echas para atrás!

    Ella no contestó. Caminaron unos pasos más hasta un banco vacío. Angelique se dejó caer en un extremo, cruzando una pierna sobre la otra, ajustándose la manga.

    Harry se sentó a su lado, inclinándose hacia adelante con los codos sobre las rodillas.

    —Puedes decir que no —murmuró.

    Angelique lo miró.

    —Voy a ir —dijo.

    —Vas a encantarle.

    Angelique apartó la mirada hacia el camino del parque.

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Residencia Osborn. 18:59 h.

    El vestíbulo era amplio, impecable, envuelto en el perfume tenue de madera tratada. Todo brillaba. Todo estaba ordenado.

    Angelique se quedó de pie, con la mochila colgando suavemente de un hombro, mientras Harry se alejaba escaleras arriba para avisar a su padre.

    Su reflejo apareció fugazmente en una superficie de mármol pulido: negra de pies a cabeza, una sombra entre los tonos beige y dorados del hogar Osborn. El vestido negro caía hasta cubrirle los muslos; sus piernas desnudas, los zapatos a conjunto.

    Y entonces lo oyó: pasos. Sus pasos.

    Angelique levantó lentamente la cabeza hacia el pasillo de la derecha. Y Norman Osborn apareció.

    Traje oscuro perfectamente ceñido, camisa impoluta, la mirada más penetrante que ella había visto en su vida.

    No era simplemente un hombre imponente. Era un hombre acostumbrado a que la gente dejara de hablar al verlo. Un depredador elegante. Una mente que medía antes de actuar.

    Sus ojos tardaron exactamente un segundo en posarse sobre ella.

    Se detuvo a unos pasos de distancia, examinándola sin disimularlo.

    STARTER PARA [GREEN_GOBLIN] Parque Midtown. 16:41 h. El cielo tenía un color gris, casi violeta que anunciaba una tarde indecisa. El viento, moviendo las copas de los árboles. Angelique caminaba con las manos hundidas en los bolsillos de su sudadera, el cabello oscuro cayendo en mechones rebeldes que le rozaban las mejillas cada vez que inclinaba la cabeza. Harry caminaba a su lado, medio metro por detrás, como siempre. Él hablaba; ella escuchaba sin que lo pareciera. —…y entonces Peter me dice que no entiende cómo funciona el nuevo microprocesador del club, ¡cuando yo llevo semanas diciéndole que si no estudia los fundamentos no hay nada que hacer! —Harry rió, un poco demasiado fuerte para el silencio del parque—. En serio, a veces creo que le falta un algo. Angelique levantó apenas la mirada, observándolo desde un ángulo casi imperceptible. —¿Solo un algo? —respondió, seca, aunque sus labios se levantaron apenas, sonriendo. Harry pareció reconfortarse con aquello. Con ella siempre se conformaba con poco. Caminaron unos metros más. Había niños jugando en un columpio, ancianos, un perro que olfateaba desesperadamente un arbusto. Todo extremadamente normal. Demasiado normal para el nudo que empezaba a formarse en el estómago de Angelique. Harry se aclaró la garganta. Ese sonido, esa forma de tensarse, ella ya la conocía. —Oye, An… Silencio. Angelique siguió caminando, sin prisa, como si no le hubiera escuchado. —An —repitió él, más bajo. Ella giró ligeramente la cabeza. —¿Qué pasa? Harry metió las manos en los bolsillos, nervioso, pero también entusiasmado. Había algo de niño pequeño a punto de revelar un secreto que lleva guardado demasiado tiempo. —Mi padre quiere conocerte. Angelique se detuvo. Harry la adelantó un paso, sorprendido por su reacción, y luego retrocedió para colocarse frente a ella. —¿En serio? —preguntó ella con voz suave, casi confusa. —Sí. Le... le hablé de ti. Y ya que insististe pues... Bueno, le has llamado la atención al Sr. Trabajo. Así que... bueno... —Se frotó la nuca—. Sé que soy muy pesado hablándote de él y entiendo que quieras conocer al Mandamás. Así que, considérate una privilegiada. Angelique arqueó una ceja. —¿Privilegiada? —Ya sabes cómo es él —mintió Harry. Porque Angelique no sabía cómo era él, no realmente—. Le gusta saber quién forma parte de mi vida. Dice que rodearse de mentes brillantes es crucial para crecer. Angelique bajó la mirada. “Mentes brillantes.” Ella no se consideraba una. Pero Norman Osborn… —La semana que viene. —¿La semana que viene? —Vamos... ¡No me digas que ahora te echas para atrás! Ella no contestó. Caminaron unos pasos más hasta un banco vacío. Angelique se dejó caer en un extremo, cruzando una pierna sobre la otra, ajustándose la manga. Harry se sentó a su lado, inclinándose hacia adelante con los codos sobre las rodillas. —Puedes decir que no —murmuró. Angelique lo miró. —Voy a ir —dijo. —Vas a encantarle. Angelique apartó la mirada hacia el camino del parque. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Residencia Osborn. 18:59 h. El vestíbulo era amplio, impecable, envuelto en el perfume tenue de madera tratada. Todo brillaba. Todo estaba ordenado. Angelique se quedó de pie, con la mochila colgando suavemente de un hombro, mientras Harry se alejaba escaleras arriba para avisar a su padre. Su reflejo apareció fugazmente en una superficie de mármol pulido: negra de pies a cabeza, una sombra entre los tonos beige y dorados del hogar Osborn. El vestido negro caía hasta cubrirle los muslos; sus piernas desnudas, los zapatos a conjunto. Y entonces lo oyó: pasos. Sus pasos. Angelique levantó lentamente la cabeza hacia el pasillo de la derecha. Y Norman Osborn apareció. Traje oscuro perfectamente ceñido, camisa impoluta, la mirada más penetrante que ella había visto en su vida. No era simplemente un hombre imponente. Era un hombre acostumbrado a que la gente dejara de hablar al verlo. Un depredador elegante. Una mente que medía antes de actuar. Sus ojos tardaron exactamente un segundo en posarse sobre ella. Se detuvo a unos pasos de distancia, examinándola sin disimularlo.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    3
    17 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    La libertad a 200 por hora

    Llego a la ciudad corriendo.
    No sé cómo mis piernas me han traído hasta aquí.
    Solo sé que me siento en un banco y respiro hondo, tragándome el temblor en la garganta.

    No lloro.

    Prometí que no lo haría.
    Prometí que no lloraría por nada hasta volver a ver a Akane.

    Miro al suelo.
    Las sombras de mis propias pestañas tiemblan sobre mis mejillas…

    Y entonces dos botas negras se plantan frente a mí.
    Firme.
    Silenciosas.
    Casi como si me hubieran rastreado.

    Levanto la cabeza lentamente.

    Ryu.

    Con su típica expresión de loba que entiende todo sin necesitar palabras.

    Ryu:
    —Cachorrita… te he visto por aquí y quería darte esto.
    Yo ya no lo uso.

    Extiende las manos.
    En ellas… un casco de moto rosa.

    No un rosa cualquiera.
    Un rosa exactamente de mi estilo.
    Brillante por fuera, acolchado por dentro.
    Huele a nuevo.
    A recién comprado.

    A pensé en ti.

    Lili:
    —¿P-para mí?

    Ryu suelta un pequeño gruñido suave, un ronroneo lobuno.
    Sus colmillos asoman apenas, no como amenaza, sino como sonrisa.

    Ryu:
    —Póntelo.
    Nos vamos de aquí.

    Mis manos tiemblan cuando agarro el casco.
    Es tan… bonito.
    Tan yo.
    Y al mismo tiempo tan inesperado.

    Me lo pongo.

    La siento observarme.
    Quizás asegurándose de que encaja.
    Quizás comprobando que realmente estoy ahí, viva, entera… aunque por dentro me tambalee.

    Ryu camina hacia una moto deportiva negra, aparcada cercana.
    Una máquina de pura furia mecánica.

    La enciende.

    El motor ruge como un lobo ancestral.

    Ella me hace un gesto con la cabeza.

    No piensa insistir.
    No piensa obligarme.
    Solo… me invita.

    Y yo, sin pensarlo demasiado, subo.

    El mundo cambia en cuanto mis manos rodean su cintura.
    En cuanto siento su calor.

    La moto arranca.

    En dos segundos estamos volando por las calles, esquivando coches con precisión quirúrgica.
    La ciudad se convierte en líneas borrosas.
    El viento me golpea, pero no duele.

    Al principio me asusto.

    Pero…

    A medida que aprieto los brazos alrededor de Ryu…
    A medida que me sostengo en su espalda como si fuera el único punto firme de la realidad…

    Algo dentro de mí se rompe.

    Y algo nuevo emerge.

    Por primera vez en mucho, mucho tiempo…

    Siento libertad.

    Libertad de la sombra.
    De Arc.
    Del Caos.
    De mi nombre.
    De mi miedo.
    De mi dolor.
    De mi soledad.

    Y en ese instante, mientras volamos por la ciudad, solo existe una verdad:

    Estoy viva.
    Y no estoy sola.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La libertad a 200 por hora Llego a la ciudad corriendo. No sé cómo mis piernas me han traído hasta aquí. Solo sé que me siento en un banco y respiro hondo, tragándome el temblor en la garganta. No lloro. Prometí que no lo haría. Prometí que no lloraría por nada hasta volver a ver a Akane. Miro al suelo. Las sombras de mis propias pestañas tiemblan sobre mis mejillas… Y entonces dos botas negras se plantan frente a mí. Firme. Silenciosas. Casi como si me hubieran rastreado. Levanto la cabeza lentamente. Ryu. Con su típica expresión de loba que entiende todo sin necesitar palabras. Ryu: —Cachorrita… te he visto por aquí y quería darte esto. Yo ya no lo uso. Extiende las manos. En ellas… un casco de moto rosa. No un rosa cualquiera. Un rosa exactamente de mi estilo. Brillante por fuera, acolchado por dentro. Huele a nuevo. A recién comprado. A pensé en ti. Lili: —¿P-para mí? Ryu suelta un pequeño gruñido suave, un ronroneo lobuno. Sus colmillos asoman apenas, no como amenaza, sino como sonrisa. Ryu: —Póntelo. Nos vamos de aquí. Mis manos tiemblan cuando agarro el casco. Es tan… bonito. Tan yo. Y al mismo tiempo tan inesperado. Me lo pongo. La siento observarme. Quizás asegurándose de que encaja. Quizás comprobando que realmente estoy ahí, viva, entera… aunque por dentro me tambalee. Ryu camina hacia una moto deportiva negra, aparcada cercana. Una máquina de pura furia mecánica. La enciende. El motor ruge como un lobo ancestral. Ella me hace un gesto con la cabeza. No piensa insistir. No piensa obligarme. Solo… me invita. Y yo, sin pensarlo demasiado, subo. El mundo cambia en cuanto mis manos rodean su cintura. En cuanto siento su calor. La moto arranca. En dos segundos estamos volando por las calles, esquivando coches con precisión quirúrgica. La ciudad se convierte en líneas borrosas. El viento me golpea, pero no duele. Al principio me asusto. Pero… A medida que aprieto los brazos alrededor de Ryu… A medida que me sostengo en su espalda como si fuera el único punto firme de la realidad… Algo dentro de mí se rompe. Y algo nuevo emerge. Por primera vez en mucho, mucho tiempo… Siento libertad. Libertad de la sombra. De Arc. Del Caos. De mi nombre. De mi miedo. De mi dolor. De mi soledad. Y en ese instante, mientras volamos por la ciudad, solo existe una verdad: Estoy viva. Y no estoy sola.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin

    La libertad a 200 por hora

    Llego a la ciudad corriendo.
    No sé cómo mis piernas me han traído hasta aquí.
    Solo sé que me siento en un banco y respiro hondo, tragándome el temblor en la garganta.

    No lloro.

    Prometí que no lo haría.
    Prometí que no lloraría por nada hasta volver a ver a Akane.

    Miro al suelo.
    Las sombras de mis propias pestañas tiemblan sobre mis mejillas…

    Y entonces dos botas negras se plantan frente a mí.
    Firme.
    Silenciosas.
    Casi como si me hubieran rastreado.

    Levanto la cabeza lentamente.

    Ryu.

    Con su típica expresión de loba que entiende todo sin necesitar palabras.

    Ryu:
    —Cachorrita… te he visto por aquí y quería darte esto.
    Yo ya no lo uso.

    Extiende las manos.
    En ellas… un casco de moto rosa.

    No un rosa cualquiera.
    Un rosa exactamente de mi estilo.
    Brillante por fuera, acolchado por dentro.
    Huele a nuevo.
    A recién comprado.

    A pensé en ti.

    Lili:
    —¿P-para mí?

    Ryu suelta un pequeño gruñido suave, un ronroneo lobuno.
    Sus colmillos asoman apenas, no como amenaza, sino como sonrisa.

    Ryu:
    —Póntelo.
    Nos vamos de aquí.

    Mis manos tiemblan cuando agarro el casco.
    Es tan… bonito.
    Tan yo.
    Y al mismo tiempo tan inesperado.

    Me lo pongo.

    La siento observarme.
    Quizás asegurándose de que encaja.
    Quizás comprobando que realmente estoy ahí, viva, entera… aunque por dentro me tambalee.

    Ryu camina hacia una moto deportiva negra, aparcada cercana.
    Una máquina de pura furia mecánica.

    La enciende.

    El motor ruge como un lobo ancestral.

    Ella me hace un gesto con la cabeza.

    No piensa insistir.
    No piensa obligarme.
    Solo… me invita.

    Y yo, sin pensarlo demasiado, subo.

    El mundo cambia en cuanto mis manos rodean su cintura.
    En cuanto siento su calor.

    La moto arranca.

    En dos segundos estamos volando por las calles, esquivando coches con precisión quirúrgica.
    La ciudad se convierte en líneas borrosas.
    El viento me golpea, pero no duele.

    Al principio me asusto.

    Pero…

    A medida que aprieto los brazos alrededor de Ryu…
    A medida que me sostengo en su espalda como si fuera el único punto firme de la realidad…

    Algo dentro de mí se rompe.

    Y algo nuevo emerge.

    Por primera vez en mucho, mucho tiempo…

    Siento libertad.

    Libertad de la sombra.
    De Arc.
    Del Caos.
    De mi nombre.
    De mi miedo.
    De mi dolor.
    De mi soledad.

    Y en ese instante, mientras volamos por la ciudad, solo existe una verdad:

    Estoy viva.
    Y no estoy sola.
    2 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin

    La libertad a 200 por hora

    Llego a la ciudad corriendo.
    No sé cómo mis piernas me han traído hasta aquí.
    Solo sé que me siento en un banco y respiro hondo, tragándome el temblor en la garganta.

    No lloro.

    Prometí que no lo haría.
    Prometí que no lloraría por nada hasta volver a ver a Akane.

    Miro al suelo.
    Las sombras de mis propias pestañas tiemblan sobre mis mejillas…

    Y entonces dos botas negras se plantan frente a mí.
    Firme.
    Silenciosas.
    Casi como si me hubieran rastreado.

    Levanto la cabeza lentamente.

    Ryu.

    Con su típica expresión de loba que entiende todo sin necesitar palabras.

    Ryu:
    —Cachorrita… te he visto por aquí y quería darte esto.
    Yo ya no lo uso.

    Extiende las manos.
    En ellas… un casco de moto rosa.

    No un rosa cualquiera.
    Un rosa exactamente de mi estilo.
    Brillante por fuera, acolchado por dentro.
    Huele a nuevo.
    A recién comprado.

    A pensé en ti.

    Lili:
    —¿P-para mí?

    Ryu suelta un pequeño gruñido suave, un ronroneo lobuno.
    Sus colmillos asoman apenas, no como amenaza, sino como sonrisa.

    Ryu:
    —Póntelo.
    Nos vamos de aquí.

    Mis manos tiemblan cuando agarro el casco.
    Es tan… bonito.
    Tan yo.
    Y al mismo tiempo tan inesperado.

    Me lo pongo.

    La siento observarme.
    Quizás asegurándose de que encaja.
    Quizás comprobando que realmente estoy ahí, viva, entera… aunque por dentro me tambalee.

    Ryu camina hacia una moto deportiva negra, aparcada cercana.
    Una máquina de pura furia mecánica.

    La enciende.

    El motor ruge como un lobo ancestral.

    Ella me hace un gesto con la cabeza.

    No piensa insistir.
    No piensa obligarme.
    Solo… me invita.

    Y yo, sin pensarlo demasiado, subo.

    El mundo cambia en cuanto mis manos rodean su cintura.
    En cuanto siento su calor.

    La moto arranca.

    En dos segundos estamos volando por las calles, esquivando coches con precisión quirúrgica.
    La ciudad se convierte en líneas borrosas.
    El viento me golpea, pero no duele.

    Al principio me asusto.

    Pero…

    A medida que aprieto los brazos alrededor de Ryu…
    A medida que me sostengo en su espalda como si fuera el único punto firme de la realidad…

    Algo dentro de mí se rompe.

    Y algo nuevo emerge.

    Por primera vez en mucho, mucho tiempo…

    Siento libertad.

    Libertad de la sombra.
    De Arc.
    Del Caos.
    De mi nombre.
    De mi miedo.
    De mi dolor.
    De mi soledad.

    Y en ese instante, mientras volamos por la ciudad, solo existe una verdad:

    Estoy viva.
    Y no estoy sola.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 [Ryu] La libertad a 200 por hora Llego a la ciudad corriendo. No sé cómo mis piernas me han traído hasta aquí. Solo sé que me siento en un banco y respiro hondo, tragándome el temblor en la garganta. No lloro. Prometí que no lo haría. Prometí que no lloraría por nada hasta volver a ver a Akane. Miro al suelo. Las sombras de mis propias pestañas tiemblan sobre mis mejillas… Y entonces dos botas negras se plantan frente a mí. Firme. Silenciosas. Casi como si me hubieran rastreado. Levanto la cabeza lentamente. Ryu. Con su típica expresión de loba que entiende todo sin necesitar palabras. Ryu: —Cachorrita… te he visto por aquí y quería darte esto. Yo ya no lo uso. Extiende las manos. En ellas… un casco de moto rosa. No un rosa cualquiera. Un rosa exactamente de mi estilo. Brillante por fuera, acolchado por dentro. Huele a nuevo. A recién comprado. A pensé en ti. Lili: —¿P-para mí? Ryu suelta un pequeño gruñido suave, un ronroneo lobuno. Sus colmillos asoman apenas, no como amenaza, sino como sonrisa. Ryu: —Póntelo. Nos vamos de aquí. Mis manos tiemblan cuando agarro el casco. Es tan… bonito. Tan yo. Y al mismo tiempo tan inesperado. Me lo pongo. La siento observarme. Quizás asegurándose de que encaja. Quizás comprobando que realmente estoy ahí, viva, entera… aunque por dentro me tambalee. Ryu camina hacia una moto deportiva negra, aparcada cercana. Una máquina de pura furia mecánica. La enciende. El motor ruge como un lobo ancestral. Ella me hace un gesto con la cabeza. No piensa insistir. No piensa obligarme. Solo… me invita. Y yo, sin pensarlo demasiado, subo. El mundo cambia en cuanto mis manos rodean su cintura. En cuanto siento su calor. La moto arranca. En dos segundos estamos volando por las calles, esquivando coches con precisión quirúrgica. La ciudad se convierte en líneas borrosas. El viento me golpea, pero no duele. Al principio me asusto. Pero… A medida que aprieto los brazos alrededor de Ryu… A medida que me sostengo en su espalda como si fuera el único punto firme de la realidad… Algo dentro de mí se rompe. Y algo nuevo emerge. Por primera vez en mucho, mucho tiempo… Siento libertad. Libertad de la sombra. De Arc. Del Caos. De mi nombre. De mi miedo. De mi dolor. De mi soledad. Y en ese instante, mientras volamos por la ciudad, solo existe una verdad: Estoy viva. Y no estoy sola.
    Me encocora
    1
    1 comentario 1 compartido
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //Buenas, ya recupere mi laptop, así que me encargaré de hacer mas grande mi banco de imágenes y de contestar todo lo que debo.

    mil disculpas, jsjsjsjsj
    //Buenas, ya recupere mi laptop, así que me encargaré de hacer mas grande mi banco de imágenes y de contestar todo lo que debo. mil disculpas, jsjsjsjsj
    Me encocora
    1
    2 comentarios 0 compartidos
  • El sol de la tarde se colaba suavemente entre las copas de los árboles, tiñendo de oro viejo los senderos del parque. Sentado en un banco de madera una peculiar figura contrastaba con la tranquilidad del lugar: un oso hormiguero adulto con ropa clásica pero de mirada seria.
    El Vermilinguo un tanto aburrido columpiaba las piernas mientras sostenía un libro de ciencias bajo un brazo.

    —Hoy pasó algo inusual —dijo, rompiendo el silencio—. Los patos empezaron a pelear entre ellos. Uno le arrancó las plumas al otro del puro coraje, se supone que son criaturas pacíficas.

    Hubo una pausa. El Oso Hormiguero miró al cielo, luego al lago donde los patos se revolvían aún, en plena batalla acuática.
    El sol de la tarde se colaba suavemente entre las copas de los árboles, tiñendo de oro viejo los senderos del parque. Sentado en un banco de madera una peculiar figura contrastaba con la tranquilidad del lugar: un oso hormiguero adulto con ropa clásica pero de mirada seria. El Vermilinguo un tanto aburrido columpiaba las piernas mientras sostenía un libro de ciencias bajo un brazo. —Hoy pasó algo inusual —dijo, rompiendo el silencio—. Los patos empezaron a pelear entre ellos. Uno le arrancó las plumas al otro del puro coraje, se supone que son criaturas pacíficas. Hubo una pausa. El Oso Hormiguero miró al cielo, luego al lago donde los patos se revolvían aún, en plena batalla acuática.
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados