• Noche de halloween
    Fandom Scooby doo
    Categoría Suspenso
    — como cada época de halloween la joven se dedicaba a entrar a sitios abandonados, normalmente lo hacía con su grupo de amigos pero aquella noche decidió hacerlo sola, pésima idea.
    Llevaba puestos unos lentes, un suéter anaranjado y una falda, era una noche un tanto fresca, corría un viento que hacía todo más tenebroso.
    Finalmente luego de observar los alrededores, comenzó a adentrarse al sitio, abriendo el portón principal para luego dirigirse hacia aquel la entrada hogar que parecía más una mansión abandonada, una vez dentro continuó caminando con lentitud hasta que escuchó un ruido junto a la sensación de alguien pasar cerca suyo, provocando que se tropezara y cayera de pecho al ruidoso suelo, comenzando con nerviosismo a buscar sus lentes los cuales habrían caído y provocaban que su vista se volviera borrosa.
    — como cada época de halloween la joven se dedicaba a entrar a sitios abandonados, normalmente lo hacía con su grupo de amigos pero aquella noche decidió hacerlo sola, pésima idea. Llevaba puestos unos lentes, un suéter anaranjado y una falda, era una noche un tanto fresca, corría un viento que hacía todo más tenebroso. Finalmente luego de observar los alrededores, comenzó a adentrarse al sitio, abriendo el portón principal para luego dirigirse hacia aquel la entrada hogar que parecía más una mansión abandonada, una vez dentro continuó caminando con lentitud hasta que escuchó un ruido junto a la sensación de alguien pasar cerca suyo, provocando que se tropezara y cayera de pecho al ruidoso suelo, comenzando con nerviosismo a buscar sus lentes los cuales habrían caído y provocaban que su vista se volviera borrosa.
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  • Se vieme halloween asi que a buscar nuevas casas abandonadas para investigar.
    Se vieme halloween asi que a buscar nuevas casas abandonadas para investigar.
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  • — Está pieza es una máscara Ko-omote del teatro Noh, data del periodo Edo. Fue encontrado en Kioto, en un cofre sellado dentro de una casa de té abandonada... donde dicen que la actriz que la usó por última vez desapareció tras una función particularmente conmovedora ¡HAHAHA~! Ah, pero no es solo una reliquia... esta dama de madera tiene la curiosa cualidad de... suavizar las percepciones. Hace que su dueño sea poco interesante para ciertos sentidos más allá de lo físico. Aham, una pieza invaluable para quien aprecie la discreción en sus negocios más delicados ~
    — Está pieza es una máscara Ko-omote del teatro Noh, data del periodo Edo. Fue encontrado en Kioto, en un cofre sellado dentro de una casa de té abandonada... donde dicen que la actriz que la usó por última vez desapareció tras una función particularmente conmovedora ¡HAHAHA~! Ah, pero no es solo una reliquia... esta dama de madera tiene la curiosa cualidad de... suavizar las percepciones. Hace que su dueño sea poco interesante para ciertos sentidos más allá de lo físico. Aham, una pieza invaluable para quien aprecie la discreción en sus negocios más delicados ~
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  • Crónicas del Olvido — Capítulo II: El Templo de Ceniza

    Tras la purificación del Templo del Viento, el grupo se refugia en las ruinas de un monasterio oculto entre las montañas de Tharion. Allí, Kael estudia el fragmento recuperado, que vibra con una energía que parece responder a su presencia. Elen lo ayuda a estabilizarlo, mientras Sira entrena con Tharos, intentando controlar sus ráfagas de fuego sin que se desborde su furia.

    Pero algo se acerca.

    Los sabios del monasterio hablan de un segundo templo: el Templo de Ceniza, enterrado bajo una ciudad abandonada, donde el fuego y la tierra se entrelazan. Se dice que allí yace un fragmento mayor del Amuleto, custodiado por una criatura que fue forjada por el propio Señor de las Sombras: el Centinela de Carbón, una amalgama de roca viva y llamas corruptas.

    El viaje es arduo. El grupo atraviesa zonas donde la magia elemental se comporta de forma errática. Elen apenas logra mantener la vegetación viva. Tharos siente que el fuego dentro de él se vuelve más agresivo. Sira comienza a tener visiones de Lidica, pero distorsionadas, como si alguien estuviera manipulando sus recuerdos.
    Kael, por su parte, comienza a escuchar voces en los fragmentos. No palabras. Emociones. Ecos de Yukine.

    “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.”

    Al llegar, el grupo encuentra el templo sumergido en una cámara volcánica. El calor es insoportable. El suelo tiembla. Y en el centro, el Centinela de Carbón se alza: una criatura de veinte metros, con un núcleo incandescente y brazos de obsidiana que se regeneran al romperse.
    La batalla comienza.

    • Sira se mueve entre las columnas, cortando los tendones de lava que sostienen al Centinela.
    • Tharos desata su fuego, pero el enemigo lo absorbe, volviéndose más fuerte.
    • Elen crea barreras de raíces endurecidas, pero el calor las calcina.
    • Kael intenta canalizar el fragmento, pero el templo mismo lo rechaza.

    El Centinela lanza una onda de magma que hiere gravemente a Tharos. Elen corre a salvarlo, pero queda atrapada bajo escombros. Sira grita, pero es empujada por una ráfaga de calor. Kael, solo, se acerca al núcleo.

    Kael coloca el fragmento en el altar. El templo tiembla. El Centinela se detiene. El fragmento brilla… y se divide.

    Una parte se fusiona con Kael, revelando una memoria sellada: una visión de Yukine, en sus últimos momentos, canalizando el poder del sello roto. Kael no entiende la magia, pero siente la intención. La estructura. La forma.

    Con ese conocimiento, Kael conjura un hechizo de contención que no destruye al Centinela… lo purifica.

    La criatura se desmorona, y el núcleo cae al suelo: un fragmento mayor del Amuleto, intacto.

    Tharos sobrevive, pero queda con quemaduras profundas. Elen, herida, logra estabilizarlo. Sira, silenciosa, observa el fragmento. Kael lo sostiene, sabiendo que cada paso los acerca… pero también los expone.

    El Señor de las Sombras siente el cambio. En su trono de oscuridad, el Amuleto corrompido vibra con furia. Y por primera vez… se mueve.


    Crónicas del Olvido — Capítulo II: El Templo de Ceniza Tras la purificación del Templo del Viento, el grupo se refugia en las ruinas de un monasterio oculto entre las montañas de Tharion. Allí, Kael estudia el fragmento recuperado, que vibra con una energía que parece responder a su presencia. Elen lo ayuda a estabilizarlo, mientras Sira entrena con Tharos, intentando controlar sus ráfagas de fuego sin que se desborde su furia. Pero algo se acerca. Los sabios del monasterio hablan de un segundo templo: el Templo de Ceniza, enterrado bajo una ciudad abandonada, donde el fuego y la tierra se entrelazan. Se dice que allí yace un fragmento mayor del Amuleto, custodiado por una criatura que fue forjada por el propio Señor de las Sombras: el Centinela de Carbón, una amalgama de roca viva y llamas corruptas. El viaje es arduo. El grupo atraviesa zonas donde la magia elemental se comporta de forma errática. Elen apenas logra mantener la vegetación viva. Tharos siente que el fuego dentro de él se vuelve más agresivo. Sira comienza a tener visiones de Lidica, pero distorsionadas, como si alguien estuviera manipulando sus recuerdos. Kael, por su parte, comienza a escuchar voces en los fragmentos. No palabras. Emociones. Ecos de Yukine. “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.” Al llegar, el grupo encuentra el templo sumergido en una cámara volcánica. El calor es insoportable. El suelo tiembla. Y en el centro, el Centinela de Carbón se alza: una criatura de veinte metros, con un núcleo incandescente y brazos de obsidiana que se regeneran al romperse. La batalla comienza. • Sira se mueve entre las columnas, cortando los tendones de lava que sostienen al Centinela. • Tharos desata su fuego, pero el enemigo lo absorbe, volviéndose más fuerte. • Elen crea barreras de raíces endurecidas, pero el calor las calcina. • Kael intenta canalizar el fragmento, pero el templo mismo lo rechaza. El Centinela lanza una onda de magma que hiere gravemente a Tharos. Elen corre a salvarlo, pero queda atrapada bajo escombros. Sira grita, pero es empujada por una ráfaga de calor. Kael, solo, se acerca al núcleo. Kael coloca el fragmento en el altar. El templo tiembla. El Centinela se detiene. El fragmento brilla… y se divide. Una parte se fusiona con Kael, revelando una memoria sellada: una visión de Yukine, en sus últimos momentos, canalizando el poder del sello roto. Kael no entiende la magia, pero siente la intención. La estructura. La forma. Con ese conocimiento, Kael conjura un hechizo de contención que no destruye al Centinela… lo purifica. La criatura se desmorona, y el núcleo cae al suelo: un fragmento mayor del Amuleto, intacto. Tharos sobrevive, pero queda con quemaduras profundas. Elen, herida, logra estabilizarlo. Sira, silenciosa, observa el fragmento. Kael lo sostiene, sabiendo que cada paso los acerca… pero también los expone. El Señor de las Sombras siente el cambio. En su trono de oscuridad, el Amuleto corrompido vibra con furia. Y por primera vez… se mueve.
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  • • En el seno de una vasta pradera expuesta al sol matinal, situada fuera de la civilización, Agrias se sienta sobre los restos de una columna, en unas ruinas abandonadas para revisar las últimas cartas dirigidas a ellas. El estado de los sobres además del sello parecía indicar que la correspondencia había atravesado un viaje turbulento para llegar, llevadas por palomas mensajeras.

    – Una carta de Ramza, y otra de Orran. Espero que les vaya bien sin mí.

    • Mientras abre los sobres mediante el cuidadoso corte de una daga afilada, por la mente de la guerrera pasa cómo todos debieron huir de Ivalice, marcados como herejes por la Iglesia de Glabados debido a la Guerra que llevaron a cabo contra los Lucavi, los cuales eran considerados dioses sacros, ignorando la cruda realidad. Una vez con el pergaminos en las manos comienza a leer primeramente la carta de su antiguo compañero de armas.

    “Querida Agrias,

    ¿Cómo ha ido en los últimos meses? Afortunadamente tanto yo como Alma estamos a salvo en otra tierra que no puedo especificar por si nuestros perseguidores interceptan la carta.

    En el lugar donde ahora vivimos llevamos una vida humilde, lejos de la guerra. Alma pronto se va a casar. Yo simplemente no puedo pensar en otra cosa que no sea regresar a Ivalice un día con aliados suficientes para impartir justicia por mi propia mano. La Iglesia no debe continuar aprovechándose de la gente.

    Confío en que continuáis viva, querida amiga. Después de todo vuestra habilidad con la espada difícilmente tiene rival. Lamento la muerte de Ovelia, y lamento más aún saber quién lo hizo. Nunca me habría esperado algo así de Delita.

    Espero vuestra respuesta con paciencia.

    Ramza.”

    • Una leve sonrisa agridulce se dibuja en el rostro de la mujer, con sentimientos encontrados en su interior. A continuación procede a abrir el segundo sobre.

    "Saludos, Lady Agrias.

    Esta carta la estoy escribiendo a toda prisa, pues los Confesores pronto me atraparán si no logro huir de Ivalice.

    Los Documentos Durai de mi autoría explicando la verdad además de limpiar vuestro nombre y el de Ramza fueron clasificados como Prohibidos por la Iglesia. A modo de consecuencia además fui marcado como Hereje.

    Por si es la última vez que puedo comunicarme, deseo que esos mentirosos jamás sean capaces de atraparos con vida. Lo que hicísteis a costa de vuestro honor y tranquilidad personal no ha de caer en el olvido.

    Nuestros caminos se cruzarán de nuevo, en esta vida o en la otra.

    Orran Durai."

    • Agrias siente como el fuego recorre su sangre. Con rabia contenida destruye las cartas para que no puedan ser leídas por nadie más.

    – Todo en lo que se me ha educado y en lo que he creído no fue más que una farsa. La nobleza nunca fue de fiar, la Iglesia de Glabados menos aún con semejante depravación en sus instituciones. A pesar de haber destruído a los Lucavi todavía continúan con sus macabros juegos. Ivalice nunca tuvo solución, es un Estado Fallido.

    • Cierra los ojos por un momento para inspirar, espirar y tratar de calmarse.

    – Por ahora solamente puedo procurar vivir un día más. Princesa Ovelia, os he fallado al final. Algún día podré compensar todo lo que no pude lograr, Ramza. Igual que vos. Lo juro.
    • En el seno de una vasta pradera expuesta al sol matinal, situada fuera de la civilización, Agrias se sienta sobre los restos de una columna, en unas ruinas abandonadas para revisar las últimas cartas dirigidas a ellas. El estado de los sobres además del sello parecía indicar que la correspondencia había atravesado un viaje turbulento para llegar, llevadas por palomas mensajeras. – Una carta de Ramza, y otra de Orran. Espero que les vaya bien sin mí. • Mientras abre los sobres mediante el cuidadoso corte de una daga afilada, por la mente de la guerrera pasa cómo todos debieron huir de Ivalice, marcados como herejes por la Iglesia de Glabados debido a la Guerra que llevaron a cabo contra los Lucavi, los cuales eran considerados dioses sacros, ignorando la cruda realidad. Una vez con el pergaminos en las manos comienza a leer primeramente la carta de su antiguo compañero de armas. “Querida Agrias, ¿Cómo ha ido en los últimos meses? Afortunadamente tanto yo como Alma estamos a salvo en otra tierra que no puedo especificar por si nuestros perseguidores interceptan la carta. En el lugar donde ahora vivimos llevamos una vida humilde, lejos de la guerra. Alma pronto se va a casar. Yo simplemente no puedo pensar en otra cosa que no sea regresar a Ivalice un día con aliados suficientes para impartir justicia por mi propia mano. La Iglesia no debe continuar aprovechándose de la gente. Confío en que continuáis viva, querida amiga. Después de todo vuestra habilidad con la espada difícilmente tiene rival. Lamento la muerte de Ovelia, y lamento más aún saber quién lo hizo. Nunca me habría esperado algo así de Delita. Espero vuestra respuesta con paciencia. Ramza.” • Una leve sonrisa agridulce se dibuja en el rostro de la mujer, con sentimientos encontrados en su interior. A continuación procede a abrir el segundo sobre. "Saludos, Lady Agrias. Esta carta la estoy escribiendo a toda prisa, pues los Confesores pronto me atraparán si no logro huir de Ivalice. Los Documentos Durai de mi autoría explicando la verdad además de limpiar vuestro nombre y el de Ramza fueron clasificados como Prohibidos por la Iglesia. A modo de consecuencia además fui marcado como Hereje. Por si es la última vez que puedo comunicarme, deseo que esos mentirosos jamás sean capaces de atraparos con vida. Lo que hicísteis a costa de vuestro honor y tranquilidad personal no ha de caer en el olvido. Nuestros caminos se cruzarán de nuevo, en esta vida o en la otra. Orran Durai." • Agrias siente como el fuego recorre su sangre. Con rabia contenida destruye las cartas para que no puedan ser leídas por nadie más. – Todo en lo que se me ha educado y en lo que he creído no fue más que una farsa. La nobleza nunca fue de fiar, la Iglesia de Glabados menos aún con semejante depravación en sus instituciones. A pesar de haber destruído a los Lucavi todavía continúan con sus macabros juegos. Ivalice nunca tuvo solución, es un Estado Fallido. • Cierra los ojos por un momento para inspirar, espirar y tratar de calmarse. – Por ahora solamente puedo procurar vivir un día más. Princesa Ovelia, os he fallado al final. Algún día podré compensar todo lo que no pude lograr, Ramza. Igual que vos. Lo juro.
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  • Zwëihanherz Rising Sun
    Fandom Zwëihanherz: Rising Sun
    Categoría Otros
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido.
    ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba.
    ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior.
    ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa.
    ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara.
    ​El Cairo: El Viaje Comienza
    ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento.
    ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano.
    ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada.
    ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta.
    ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible.
    ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo.
    ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos.
    ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo.
    ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente.
    ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido. ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba. ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior. ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa. ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara. ​El Cairo: El Viaje Comienza ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento. ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano. ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada. ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta. ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible. ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo. ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos. ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo. ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente. ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
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  • Rara vez organizaba un encuentro, esta clase de invitaciones no era normal para el Yakuza, quien empezaba sus riñas ahora y en el momento preciso en el que sus pies tocaban alguna zona enemiga.

    Toparse de primeras con aquella mujer fue extraño, pero le llamo la atención lo directa y dispuesta que estaba a intercambiar golpes con aquel hombre, eso le hizo dibujar una pequeña sonrisa.

    Se quedo sentado en uno de los bancos de aquella vieja estación abandonada, mirando desde el largo recorrido con las luces que aun que débiles, alumbraban el espacio requerido sobre todo en la parte superior del estacionamiento.

    El solo espero mirando en la vieja entrada que llevaba a unos escalones a bajo, mientras tanto en su mano izquierda jugaba con un contador manual.

    ─ Chok...Chok....Chok.

    Lyra Velvetthorn
    Rara vez organizaba un encuentro, esta clase de invitaciones no era normal para el Yakuza, quien empezaba sus riñas ahora y en el momento preciso en el que sus pies tocaban alguna zona enemiga. Toparse de primeras con aquella mujer fue extraño, pero le llamo la atención lo directa y dispuesta que estaba a intercambiar golpes con aquel hombre, eso le hizo dibujar una pequeña sonrisa. Se quedo sentado en uno de los bancos de aquella vieja estación abandonada, mirando desde el largo recorrido con las luces que aun que débiles, alumbraban el espacio requerido sobre todo en la parte superior del estacionamiento. El solo espero mirando en la vieja entrada que llevaba a unos escalones a bajo, mientras tanto en su mano izquierda jugaba con un contador manual. ㊗️ ─ Chok...Chok....Chok. [legend_onyx_bull_636]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ᴼᶠᶠ 》Hi, Llegué hace poco a la plataforma con muchas ganas de crear historias, Irina tiene un carácter difícil pero que eso no les espante 🥹. Si alguien quiere interactuar con ella es más que bienvenidx. Estos días he redactado algunos starters, los dejo aquí

    Cantina de mala muerte https://ficrol.com/posts/311360

    Casa abandonada en medio del bosque
    https://ficrol.com/posts/311642

    Cafetería
    https://ficrol.com/posts/311931

    PD: Lo más probable es que pronto borre esta publicación...

    Muchas gracias a lxs que ya han empezado a conocerla, me hace muy feliz
    ᴼᶠᶠ 》Hi, Llegué hace poco a la plataforma con muchas ganas de crear historias, Irina tiene un carácter difícil pero que eso no les espante 🥹. Si alguien quiere interactuar con ella es más que bienvenidx. Estos días he redactado algunos starters, los dejo aquí 📍 Cantina de mala muerte https://ficrol.com/posts/311360 📍Casa abandonada en medio del bosque https://ficrol.com/posts/311642 📍 Cafetería https://ficrol.com/posts/311931 PD: Lo más probable es que pronto borre esta publicación... Muchas gracias a lxs que ya han empezado a conocerla, me hace muy feliz✨️
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ⸢ ᴛʜᴇ ʟᴀsᴛ ᴀʟᴄʜᴇᴍɪsᴛ ⸥
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ◞ ❪❛ 1 ❫
    ㅤㅤㅤㅤa new little life for a grand hero . . . !

    ㅤㅤㅤEl Último Alquimista, El Relámpago Negro, El Mortuorio Renegado, títulos que algún día significaron algo, pero que, cuando los cielos se oscurecieron, presenciando el fin, se desvanecieron en un nuevo amanecer... El mundo dejó de pensar, dejó de reflexionar; solo enfrenta y deja pasar, y eso pasó con él. ¿Qué sucedía cuando un héroe salvaba el mundo?, ¿Qué pasaba después del ''vivió feliz para siempre''?, en su caso, ni lo uno, ni lo otro.

    ㅤㅤㅤTras saborear el amargo gusto del abandono por los que alguna vez consideró camaradas, todo lo que encontró Jeffrey en su ''destino'' fue una casa abandonada, vieja y destrozada, obtenida por ayudar a algún extraño que tenía problemas más graves de los que las autoridades podían solucionar, y allí se quedó, recostado con nada más que una mochila, algunas prendas y algunos caprichos que alguna vez tuvo, enfrentando al mundo por su propia cuenta a la avanzada edad de dieciséis años y medio. Durante aquella primera noche en la que sus pensamientos lo atormentaban con el recuerdo de su abuelo, palideciendo ante la muerte y desvaneciéndose en un último aliento, la mirada seria de Jeffrey buscaba algún consuelo entre aquellas viejas placas de madera que sostenían el techo, en donde veía pasar algunas cucarachas...
    ㅤㅤㅤ— Al menos tengo compañía.
    ㅤㅤㅤIntentó verlo de esa manera, para no sentirse tan solo.
    ㅤㅤㅤ— [...] Será mejor que intente dormir un poco, mañana debo...
    ㅤㅤㅤContempló un bostezo cuando se estiró lo suficiente en el frío suelo, tapándose con una vieja colcha polvorienta que estaba cerca del placar, uno de los pocos muebles, viejos y rotos pero que aún permanecían dentro de la casa abandonada.
    ㅤㅤㅤ— ...Inscribirme... a la escuela...
    ㅤㅤㅤSusurró una última vez, abrazándose a si mismo para conservar el calor ante un pequeño azote de viento que entró por la ventana...

    ㅤㅤㅤㅤㅤEn el pueblo de Duskwood, en el condado de Fisher's Lagoon, se habla acerca de un muchacho particular... Nunca se le ve salir de esa vieja casa abandonada; que cuentan las leyendas locales, le perteneció a una familia indígena que fue brutalmente asesinada en el siglo 19, y que sus espíritus, aún moran atormentando a quiénes se atreven a asomarse.
    Pero él no le teme a los espíritus; ya no le teme a los muertos, porque alguna vez fue uno...

    Y cuando el sol se asomó por la ventana.

    La llama azul del Último Alquimista volvió a brillar.
    ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ⸢ ᴛʜᴇ ʟᴀsᴛ ᴀʟᴄʜᴇᴍɪsᴛ ⸥ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ◞ ❪❛ 1 ❫ ㅤㅤㅤㅤa new little life for a grand hero . . . ! ㅤㅤㅤEl Último Alquimista, El Relámpago Negro, El Mortuorio Renegado, títulos que algún día significaron algo, pero que, cuando los cielos se oscurecieron, presenciando el fin, se desvanecieron en un nuevo amanecer... El mundo dejó de pensar, dejó de reflexionar; solo enfrenta y deja pasar, y eso pasó con él. ¿Qué sucedía cuando un héroe salvaba el mundo?, ¿Qué pasaba después del ''vivió feliz para siempre''?, en su caso, ni lo uno, ni lo otro. ㅤㅤㅤTras saborear el amargo gusto del abandono por los que alguna vez consideró camaradas, todo lo que encontró Jeffrey en su ''destino'' fue una casa abandonada, vieja y destrozada, obtenida por ayudar a algún extraño que tenía problemas más graves de los que las autoridades podían solucionar, y allí se quedó, recostado con nada más que una mochila, algunas prendas y algunos caprichos que alguna vez tuvo, enfrentando al mundo por su propia cuenta a la avanzada edad de dieciséis años y medio. Durante aquella primera noche en la que sus pensamientos lo atormentaban con el recuerdo de su abuelo, palideciendo ante la muerte y desvaneciéndose en un último aliento, la mirada seria de Jeffrey buscaba algún consuelo entre aquellas viejas placas de madera que sostenían el techo, en donde veía pasar algunas cucarachas... ㅤㅤㅤ— Al menos tengo compañía. ㅤㅤㅤIntentó verlo de esa manera, para no sentirse tan solo. ㅤㅤㅤ— [...] Será mejor que intente dormir un poco, mañana debo... ㅤㅤㅤContempló un bostezo cuando se estiró lo suficiente en el frío suelo, tapándose con una vieja colcha polvorienta que estaba cerca del placar, uno de los pocos muebles, viejos y rotos pero que aún permanecían dentro de la casa abandonada. ㅤㅤㅤ— ...Inscribirme... a la escuela... ㅤㅤㅤSusurró una última vez, abrazándose a si mismo para conservar el calor ante un pequeño azote de viento que entró por la ventana... ㅤㅤㅤㅤㅤEn el pueblo de Duskwood, en el condado de Fisher's Lagoon, se habla acerca de un muchacho particular... Nunca se le ve salir de esa vieja casa abandonada; que cuentan las leyendas locales, le perteneció a una familia indígena que fue brutalmente asesinada en el siglo 19, y que sus espíritus, aún moran atormentando a quiénes se atreven a asomarse. Pero él no le teme a los espíritus; ya no le teme a los muertos, porque alguna vez fue uno... Y cuando el sol se asomó por la ventana. La llama azul del Último Alquimista volvió a brillar.
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  • —Asriel no tuvo mas eleccion que mudarse a una propiedad abandonada en los suburbios,dentro de la misma encontro un colchon viejo y algunos muebles llenos de polvo—

    —Todo gran hombre comenzo desde lo mas bajo...que estoy diciendo,esto es una pozilga,lo unico positivo es que tengo un techo encima de mi cabeza en lugar de dormir en la calle..
    —Asriel no tuvo mas eleccion que mudarse a una propiedad abandonada en los suburbios,dentro de la misma encontro un colchon viejo y algunos muebles llenos de polvo— —Todo gran hombre comenzo desde lo mas bajo...que estoy diciendo,esto es una pozilga,lo unico positivo es que tengo un techo encima de mi cabeza en lugar de dormir en la calle..
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