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    #. Me siento mal por dejar mi cuenta abandonada :(
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  • —¿Un bosque? ¿¡Por qué siempre tiene que ser un bosque!? ¿Cuando será una mansión lujosa abandonada para variar un poco?
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  • Fire and Blood
    Fandom OC
    Categoría Acción
    Arthur Colton

    "𝘚𝘰𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢".

    Vaya mentira. Brenda lo sentía en sus huesos, en ese nudo en la garganta que nunca la dejaba en paz. Como un cosquilleo en su nuca, o la sensación de ser observada en la oscuridad por un animal salvaje, la angustia omnipresente tenía un motivo, y uno sólo:

    Él seguía con vida.

    Poco importaban a estas alturas los cómos y los porqués. O de eso, Brenda trataba de convencerse.

    "Finca Colton. Prohibido el paso".

    El letrero apenas podía leerse. Víctima del óxido, del tiempo y el olvido, tal como la cadena que resguardaba la reja de aquella mansión abandonada. Nula resistencia ofreció, Schwartzel la cortó como si fuera mantequilla.

    Brenda juró que la reja, al abrirse por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, dio un suspiro de alivio, de esa paz que llega cuando el final está cerca.

    — Sé que estás aquí. — Como el rugido de una leona, la voz de Brenda reverberó entre el polvo y la podredumbre. Nunca antes había estado en esa mansión, que ahora era hogar de nada más que amargos recuerdos, pero algo en su sangre hacía que se sintiese familiar.

    — Muéstrame lo que queda de tu rostro, Arthur Colton.
    [architecti_audi_nos] "𝘚𝘰𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢". Vaya mentira. Brenda lo sentía en sus huesos, en ese nudo en la garganta que nunca la dejaba en paz. Como un cosquilleo en su nuca, o la sensación de ser observada en la oscuridad por un animal salvaje, la angustia omnipresente tenía un motivo, y uno sólo: Él seguía con vida. Poco importaban a estas alturas los cómos y los porqués. O de eso, Brenda trataba de convencerse. "Finca Colton. Prohibido el paso". El letrero apenas podía leerse. Víctima del óxido, del tiempo y el olvido, tal como la cadena que resguardaba la reja de aquella mansión abandonada. Nula resistencia ofreció, Schwartzel la cortó como si fuera mantequilla. Brenda juró que la reja, al abrirse por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, dio un suspiro de alivio, de esa paz que llega cuando el final está cerca. — Sé que estás aquí. — Como el rugido de una leona, la voz de Brenda reverberó entre el polvo y la podredumbre. Nunca antes había estado en esa mansión, que ahora era hogar de nada más que amargos recuerdos, pero algo en su sangre hacía que se sintiese familiar. — Muéstrame lo que queda de tu rostro, Arthur Colton.
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  • El Renacer de una Sobreviviente en el Cruel Desierto
    Fandom Happy Tree Friends, High/Crossover
    Categoría Acción
    -Una hormiga deseambula en medio del desierto atraída por el fuerte dolor metálico proveniente de un pequeño charco de sangre que crece poco a poco con cada gota que cae encima. A los pies de un gran acantilado se encuentra un árbol seco y muerto que decora el despiadado desierto. En una de las fuertes ramas, yace una puercoespín mutante de pelaje rojo intenso boca arriba y empalada por una rama gruesa en la zona izquierda de su abdomen, cómo si le hubiese atravesado una estaca con un pequeño grupo de hormigas concentradas en aquella zona. La sangre seca escurrió a lo largo del tronco con el cuerpo de la criatura que es sostenida en medio del aire con los brazos abiertos y las piernas separadas y dobladas, con la espalda arqueda hacia atrás por el empalamiento.
    A los pies del tronco, se encuentra el cadaver de un humano que presenta desde la garganta hasta el torso clavado por varias púas larguísimas que le atravesaron su cuerpo estando "bañado" en su propia sangre seca y desnucado tras la caída de gran altura pero lo curioso que ninguna hormiga está invadiendo aquel cadaver. Las hormigas que están inspeccionando la zona empalada de la puercoespín caminan en círculos de forma rápida provocando que el cuerpo de la víctima reaccione, el corazón comienza a latir de nuevo y despierte mientras escurre una gran cantidad de sangre espesa por su boca, dificultandole respirar por la nariz al yacer boca arriba, mueve sus ojos de un lado a otro y su cerebro va dislumbrando en que situación se encuentra que la roedora respira más agitada que empieza a gemir de dolor porque cada respiración repercute en la zona empalada causandole más dolor y más sangre salga por su boca. Con la visión de "estando de cabeza" ve que cerca suyo hay un pequeño soplete junto con un celular, unas llaves y cigarrillos esparcidos por el suelo. Con dificultad estira su mano hasta alcanzar el soplete haciendo que su herida sangre más que el líquido carmesí escurra hacia el tronco que la tiene cautiva, recorriendo su espalda hasta su cabeza y las púas cayendo al suelo. Podía sentir su espalda lumbar que está "desnuda" al perder una gran cantidad de púas que están alojadas en el cadaver del humano. Ya con el soplete en mano, presiona el botón para que expulse una pequeña llamarada, sin soltarlo baja la mano con el soplete a los pies del tronco seco, acerca la llama al tronco que rapidamente se prende fuego, la madera se quema que lentamente va ascendiendo hasta aquella "estaca" que atravesa a la puercoespín que grita de dolor mientras se agita con fuerza quemandose la zona lumbar que se cauteriza, la rama gruesa se quiebra que la hembra cae de costado en el suelo y a un lado del cadaver humano.
    Siente cómo si su corazón estallará con los látidos que parece querer salir por su boca, con la respiración hiperventilada y con la estaca enterrada en su costado izquierdo mientras observa cómo el árbol seco se va desintegrando por el fuego que lo calcina que la malherida puercoespín cierra lentamente sus ojos hasta desmayarse producto del dolor. Sola y abandonada en medio de un hinóspito y cruel desierto...
    Viltrum Mark
    -Una hormiga deseambula en medio del desierto atraída por el fuerte dolor metálico proveniente de un pequeño charco de sangre que crece poco a poco con cada gota que cae encima. A los pies de un gran acantilado se encuentra un árbol seco y muerto que decora el despiadado desierto. En una de las fuertes ramas, yace una puercoespín mutante de pelaje rojo intenso boca arriba y empalada por una rama gruesa en la zona izquierda de su abdomen, cómo si le hubiese atravesado una estaca con un pequeño grupo de hormigas concentradas en aquella zona. La sangre seca escurrió a lo largo del tronco con el cuerpo de la criatura que es sostenida en medio del aire con los brazos abiertos y las piernas separadas y dobladas, con la espalda arqueda hacia atrás por el empalamiento. A los pies del tronco, se encuentra el cadaver de un humano que presenta desde la garganta hasta el torso clavado por varias púas larguísimas que le atravesaron su cuerpo estando "bañado" en su propia sangre seca y desnucado tras la caída de gran altura pero lo curioso que ninguna hormiga está invadiendo aquel cadaver. Las hormigas que están inspeccionando la zona empalada de la puercoespín caminan en círculos de forma rápida provocando que el cuerpo de la víctima reaccione, el corazón comienza a latir de nuevo y despierte mientras escurre una gran cantidad de sangre espesa por su boca, dificultandole respirar por la nariz al yacer boca arriba, mueve sus ojos de un lado a otro y su cerebro va dislumbrando en que situación se encuentra que la roedora respira más agitada que empieza a gemir de dolor porque cada respiración repercute en la zona empalada causandole más dolor y más sangre salga por su boca. Con la visión de "estando de cabeza" ve que cerca suyo hay un pequeño soplete junto con un celular, unas llaves y cigarrillos esparcidos por el suelo. Con dificultad estira su mano hasta alcanzar el soplete haciendo que su herida sangre más que el líquido carmesí escurra hacia el tronco que la tiene cautiva, recorriendo su espalda hasta su cabeza y las púas cayendo al suelo. Podía sentir su espalda lumbar que está "desnuda" al perder una gran cantidad de púas que están alojadas en el cadaver del humano. Ya con el soplete en mano, presiona el botón para que expulse una pequeña llamarada, sin soltarlo baja la mano con el soplete a los pies del tronco seco, acerca la llama al tronco que rapidamente se prende fuego, la madera se quema que lentamente va ascendiendo hasta aquella "estaca" que atravesa a la puercoespín que grita de dolor mientras se agita con fuerza quemandose la zona lumbar que se cauteriza, la rama gruesa se quiebra que la hembra cae de costado en el suelo y a un lado del cadaver humano. Siente cómo si su corazón estallará con los látidos que parece querer salir por su boca, con la respiración hiperventilada y con la estaca enterrada en su costado izquierdo mientras observa cómo el árbol seco se va desintegrando por el fuego que lo calcina que la malherida puercoespín cierra lentamente sus ojos hasta desmayarse producto del dolor. Sola y abandonada en medio de un hinóspito y cruel desierto... [Invencible_Mark_Viltrum_17]
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  • — ¡Groar¡

    Es la primera acción de la criatura al volver a la vida, sacude ligeramente la cabeza y comienza a mover su cuerpo para comprobar la calidad del enlace tenno-warframe.

    Luego comienza a explorar el sitio donde fue dejado la última vez, lo que llaman como escuela, abandonada, descuidada y hasta atemorizante, junto a la figura dragoniana hay una pila de libros que el tenno guardó antes de irse.

    Los toma para guardarlos, esperando salir con algo de historia de este lugar tan alejado de la mano del hombre.
    — ¡Groar¡ Es la primera acción de la criatura al volver a la vida, sacude ligeramente la cabeza y comienza a mover su cuerpo para comprobar la calidad del enlace tenno-warframe. Luego comienza a explorar el sitio donde fue dejado la última vez, lo que llaman como escuela, abandonada, descuidada y hasta atemorizante, junto a la figura dragoniana hay una pila de libros que el tenno guardó antes de irse. Los toma para guardarlos, esperando salir con algo de historia de este lugar tan alejado de la mano del hombre.
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  • Catch me. I catch you.
    Fandom The Animals
    Categoría Acción
    con ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂

    Dos años pasaron desde la disolución de The Animals, pero Wolf había hecho el esfuerzo de mantenerse en contacto, más con algunos, menos con otros. Con Crow, las cosas eran especialmente complicadas: la tensión entre ambos no había terminado de desaparecer con el tiempo, solo se había vuelto más silenciosa, más controlada. Aun así, Wolf jamás desaprovechaba una oportunidad para saber de él, aunque fuera desde lejos, sin un contacto real.

    Esa misma mañana, la noticia le alcanzó en el taller mecánico donde pretendía ganarse la vida: Zeta, ex piloto profesional convertido en leyenda del asfalto clandestino, estaba organizando una carrera en los márgenes del Bronx, una ruta ilegal que atravesaba túneles en desuso, vías de tren, calles abandonadas y tramos abiertos al tránsito civil. Y sólo los mejores serían invitados.

    Wolf lo supo al instante: Crow estaría allí.

    Habían pasado tres meses desde la última vez que lo vio. Tres meses sin su voz, sin su aroma, sin ese brillo calculador en sus ojos. Wolf no se engañaba: le extrañaba, le necesitaba, e iría a por él.

    No se inscribió, no se presentó en la línea de salida. Esperó. Paciente, oculto en las calles aledañas. Conocía el recorrido, conocía New York como la palma de su mano, y dejó que la carrera avanzara para luego, a mitad de recorrido, unirse al circuito.

    Su motocicleta rugió como un animal liberado mientras tomaba una curva para aparecer junto al auto de Crow. El casco cubría su cabeza, ocultaba su rostro, pero nunca podría disfrazar su talle, su porte.

    El cuerpo tendido sobre el manillar en perfecta comunión con su bestia motorizada.

    Cuando lo tuvo a su lado, aceleró. El motor respondió con fiereza, vibrando con furia. Fue una provocación clara, una llamada. Un desafío, solo ellos dos, como en los viejos tiempos. Nada que decir, nada que explicar.
    con [TheCrow] Dos años pasaron desde la disolución de The Animals, pero Wolf había hecho el esfuerzo de mantenerse en contacto, más con algunos, menos con otros. Con Crow, las cosas eran especialmente complicadas: la tensión entre ambos no había terminado de desaparecer con el tiempo, solo se había vuelto más silenciosa, más controlada. Aun así, Wolf jamás desaprovechaba una oportunidad para saber de él, aunque fuera desde lejos, sin un contacto real. Esa misma mañana, la noticia le alcanzó en el taller mecánico donde pretendía ganarse la vida: Zeta, ex piloto profesional convertido en leyenda del asfalto clandestino, estaba organizando una carrera en los márgenes del Bronx, una ruta ilegal que atravesaba túneles en desuso, vías de tren, calles abandonadas y tramos abiertos al tránsito civil. Y sólo los mejores serían invitados. Wolf lo supo al instante: Crow estaría allí. Habían pasado tres meses desde la última vez que lo vio. Tres meses sin su voz, sin su aroma, sin ese brillo calculador en sus ojos. Wolf no se engañaba: le extrañaba, le necesitaba, e iría a por él. No se inscribió, no se presentó en la línea de salida. Esperó. Paciente, oculto en las calles aledañas. Conocía el recorrido, conocía New York como la palma de su mano, y dejó que la carrera avanzara para luego, a mitad de recorrido, unirse al circuito. Su motocicleta rugió como un animal liberado mientras tomaba una curva para aparecer junto al auto de Crow. El casco cubría su cabeza, ocultaba su rostro, pero nunca podría disfrazar su talle, su porte. El cuerpo tendido sobre el manillar en perfecta comunión con su bestia motorizada. Cuando lo tuvo a su lado, aceleró. El motor respondió con fiereza, vibrando con furia. Fue una provocación clara, una llamada. Un desafío, solo ellos dos, como en los viejos tiempos. Nada que decir, nada que explicar.
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  • //De nuevo, esto es larguito. Seguimos con el lore de la visión de Dante.

    La incesante lucha estaba acabando con sus fuerzas. Heridas que no paraban de sangrar, varios huesos rotos y los agónicos gemidos y rugidos de los sumidos en la lujuria de sangre, que no terminaban nunca.

    Una manada de estos logró llevarle hasta una vieja iglesia abandonada. Irónico, ¿verdad? Un lugar antaño santo, plagado por un nido de criaturas infectas y profanas.
    La hediondez de aquella zona le causaba nauseas e incluso mareos. ¿Cómo era posible? ¿De dónde habían salido tantos enloquecidos? Y lo más extraño... Todos y cada uno de ellos supuraban una singular espuma rosácea por la boca.

    Siguió usando sus fieles dagas de titanio para rebanar a cada una de esas criaturas y sin embargo, estas no se desintegraban, no convulsionaban hasta morir. No tenía sentido, los sumidos en la lujuria de sangre reaccionaban al titanio como gremlins a la luz solar.

    Dante se abría paso como podía hasta que quedó acorralado en el interior de la vieja edificación, su espalda chocando con una gigantesca y polvorienta estatua de la virgen María que juraría estaba llorando.

    -¡¿De dónde han salido todos estos mal nacidos?!- Escuchó la voz de Rio.

    -¡Dante! ¡Más te vale no dejarte acorralar, imbécil!- Nikolai también estaba allí.

    -¡¿Y lo dice el que no puede salir de entre los contenedores de basura?! Agh! ¡Mierda!- Tegan se unió pero fue mordido fuertemente por uno de los enloquecidos.

    -¡Dante! ¡Dante!- Esa voz... La había escuchado antes. ¿Dónde?

    ¿Por qué sentía que se le venía el mundo encima al escucharla?

    -¡No entres ahí, es demasiado peligroso!- Lucan parecía intentar impedir que esa persona, desesperada, entrase en el edificio en el que Dante se encontraba atrapado por los engendros.

    Sin embargo no consiguió sostener a dicha persona. Dante pudo sentir como se le encogía el pecho y se le aceleraban los latidos a un punto que resultaba imposible para él, biológicamente hablando.
    Vio una figura en la puerta, una sombra, no sabía quien era.

    -Aquí acaba el juego, guerrero...- Una voz femenina resonó con saña de entre las sombras y roció a Dante en un extraño polvo rojizo.

    Sin querer lo inhaló. Eso era... ¿Carmesí?

    Tosió varias veces mientras se le engarrotaban los músculos y la visión se volvía borrosa. Todo su cuerpo ardía y dolía horrores. La cabeza... Parecía que fuera a estallar de un momento a otro. Nauseas, mal estar y... Sed.

    Las criaturas pasaron a centrar su atención el la figura en la puerta, iban a abalanzarse sobre dicha persona pero Dante, aprovechando la poca cordura que aún estaba conservando, corrió veloz a destrozar a cada uno de esos inmundos monstruos.
    Inmundos monstruos... ¿Él se estaba volviendo uno en ese momento? Lo sentía, sentía que perdía el control. Empezó a escupir espuma rosada. Ya no podía ni sostener sus dagas.

    -Hazlo... Ya... Por favor no permitas... Que me vuelva como ellos. No p-permitas... Aghh! Que... Que te haga daño... ¡Hazlo-Ngh!- Dante le suplicaba que lo matasen.

    Aunque no pudo ver el rostro de la persona allí presente, si alcanzó a notar sus lágrimas, su desesperación y dolor. Como gritaba su nombre y maldecía con impotencia.
    Escuchó los gritos de sus compañeros de fondo mientras su mente se resquebrajaba, se fragmentaba, eliminando cualquier rastro del hombre que fue. Ya no podía hablar, solo rugir como una bestia. Y sin embargo, en cierto modo, aún no se había perdido del todo, aún era consciente de lo que veía y parcialmente escuchaba.

    Un dolor agudo en el pecho le permitió unos últimos segundos de claridad mental. Le habían clavado su propia daga en el corazón. Unas manos temblorosas la sostenían, bañadas en lágrimas que no dejaban de caer.

    -Lo siento... Lo siento...- Esa temblorosa voz que cargaba con un gran dolor le pedía disculpas a Dante sin cesar.

    Mientras los sonidos se volvían ecos que desaparecían a lo lejos de un túnel y todo a su alrededor parecía marchar a cámara lenta mientras se desvanecía, alcanzó a susurrar una última despedida con su sangre y la espuma rosácea mezclándose y desbordando de sus labios.

    [...]

    Despertó de golpe, sobresaltado. La respiración acelerada y un terrible nudo en la garganta y el estómago.

    ¿Otra vez?

    Sí, otra vez la maldita pesadilla sobre su muerte. Pero ahora... Pudo ver más. Sus compañeros guerreros estaban allí también, era una ardua batalla. Y... ¿Quién era esa persona? ¿Quién gritaba su nombre y lloraba con desesperación?
    ¿Podía ser?...

    Estaba realmente cansado de esto. Ni siquiera sabía cuando iba a suceder.

    Encendió un cigarrillo y se quedó mirando por la ventana pensativo, exhausto.
    //De nuevo, esto es larguito. Seguimos con el lore de la visión de Dante. La incesante lucha estaba acabando con sus fuerzas. Heridas que no paraban de sangrar, varios huesos rotos y los agónicos gemidos y rugidos de los sumidos en la lujuria de sangre, que no terminaban nunca. Una manada de estos logró llevarle hasta una vieja iglesia abandonada. Irónico, ¿verdad? Un lugar antaño santo, plagado por un nido de criaturas infectas y profanas. La hediondez de aquella zona le causaba nauseas e incluso mareos. ¿Cómo era posible? ¿De dónde habían salido tantos enloquecidos? Y lo más extraño... Todos y cada uno de ellos supuraban una singular espuma rosácea por la boca. Siguió usando sus fieles dagas de titanio para rebanar a cada una de esas criaturas y sin embargo, estas no se desintegraban, no convulsionaban hasta morir. No tenía sentido, los sumidos en la lujuria de sangre reaccionaban al titanio como gremlins a la luz solar. Dante se abría paso como podía hasta que quedó acorralado en el interior de la vieja edificación, su espalda chocando con una gigantesca y polvorienta estatua de la virgen María que juraría estaba llorando. -¡¿De dónde han salido todos estos mal nacidos?!- Escuchó la voz de Rio. -¡Dante! ¡Más te vale no dejarte acorralar, imbécil!- Nikolai también estaba allí. -¡¿Y lo dice el que no puede salir de entre los contenedores de basura?! Agh! ¡Mierda!- Tegan se unió pero fue mordido fuertemente por uno de los enloquecidos. -¡Dante! ¡Dante!- Esa voz... La había escuchado antes. ¿Dónde? ¿Por qué sentía que se le venía el mundo encima al escucharla? -¡No entres ahí, es demasiado peligroso!- Lucan parecía intentar impedir que esa persona, desesperada, entrase en el edificio en el que Dante se encontraba atrapado por los engendros. Sin embargo no consiguió sostener a dicha persona. Dante pudo sentir como se le encogía el pecho y se le aceleraban los latidos a un punto que resultaba imposible para él, biológicamente hablando. Vio una figura en la puerta, una sombra, no sabía quien era. -Aquí acaba el juego, guerrero...- Una voz femenina resonó con saña de entre las sombras y roció a Dante en un extraño polvo rojizo. Sin querer lo inhaló. Eso era... ¿Carmesí? Tosió varias veces mientras se le engarrotaban los músculos y la visión se volvía borrosa. Todo su cuerpo ardía y dolía horrores. La cabeza... Parecía que fuera a estallar de un momento a otro. Nauseas, mal estar y... Sed. Las criaturas pasaron a centrar su atención el la figura en la puerta, iban a abalanzarse sobre dicha persona pero Dante, aprovechando la poca cordura que aún estaba conservando, corrió veloz a destrozar a cada uno de esos inmundos monstruos. Inmundos monstruos... ¿Él se estaba volviendo uno en ese momento? Lo sentía, sentía que perdía el control. Empezó a escupir espuma rosada. Ya no podía ni sostener sus dagas. -Hazlo... Ya... Por favor no permitas... Que me vuelva como ellos. No p-permitas... Aghh! Que... Que te haga daño... ¡Hazlo-Ngh!- Dante le suplicaba que lo matasen. Aunque no pudo ver el rostro de la persona allí presente, si alcanzó a notar sus lágrimas, su desesperación y dolor. Como gritaba su nombre y maldecía con impotencia. Escuchó los gritos de sus compañeros de fondo mientras su mente se resquebrajaba, se fragmentaba, eliminando cualquier rastro del hombre que fue. Ya no podía hablar, solo rugir como una bestia. Y sin embargo, en cierto modo, aún no se había perdido del todo, aún era consciente de lo que veía y parcialmente escuchaba. Un dolor agudo en el pecho le permitió unos últimos segundos de claridad mental. Le habían clavado su propia daga en el corazón. Unas manos temblorosas la sostenían, bañadas en lágrimas que no dejaban de caer. -Lo siento... Lo siento...- Esa temblorosa voz que cargaba con un gran dolor le pedía disculpas a Dante sin cesar. Mientras los sonidos se volvían ecos que desaparecían a lo lejos de un túnel y todo a su alrededor parecía marchar a cámara lenta mientras se desvanecía, alcanzó a susurrar una última despedida con su sangre y la espuma rosácea mezclándose y desbordando de sus labios. [...] Despertó de golpe, sobresaltado. La respiración acelerada y un terrible nudo en la garganta y el estómago. ¿Otra vez? Sí, otra vez la maldita pesadilla sobre su muerte. Pero ahora... Pudo ver más. Sus compañeros guerreros estaban allí también, era una ardua batalla. Y... ¿Quién era esa persona? ¿Quién gritaba su nombre y lloraba con desesperación? ¿Podía ser?... Estaba realmente cansado de esto. Ni siquiera sabía cuando iba a suceder. Encendió un cigarrillo y se quedó mirando por la ventana pensativo, exhausto.
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  • "Caminando con los Muertos" (Parte I).

    Para caminar por el mundo de los muertos se necesitan dos pies. Siempre lo evitó por ser cojo, pese a que su linaje muestra amplias aptitudes para la materia.

    Pero ya no está cojo, entonces... ¿Cuál es su excusa ahora?

    Flojera.

    Tolek estaba tendido sobre la cama de James, un lecho bien improvisado en la antigua fábrica abandonada, mirando al techo de paneles desgastados por el bien marcado paso del tiempo.

    Todo estaba tranquilo, demasiado silencioso.

    La quietud, hacía varios meses, envolvía su vida y su entorno como una capa plástica pegada a la superficie. Como los trajes de las heroínas de Marvel, constrictora e imposible.

    Irreal.

    Tolek frunció el ceño cuando la palabra irreal se hizo presente en su mente. Había algo en esa irrealidad que no encajaba, por supuesto, frente a lo muy real que era su situación estática.

    El Brujo Cojo era una entidad tan habituada al caos, que el regalo de la estabilidad que hace tiempo ya le había otorgado Veles le parecía impropio, algo que, aunque bien merecido y a veces hasta cómodo, no dejaba de parecerle ajeno.

    Y ahí estaba la respuesta.

    Tolek, como el brujo de tradición profundamente pagana que era, sabía leer las señales que la existencia le susurraba al oído. Sabía que cada día era un ciclo, uno dentro de un ciclo mayor que, a su vez, era envuelto por otro ciclo aún mayor y así sucesivamente. Mientras más amplio el ciclo, más implacable es la fuerza que lo empuja cuyo eco impulsa al ciclo que contiene, y así este último repite el ritmo con el que, a su vez, este contiene.

    En su estabilidad estática, Tolek estaba ignorando cómodamente el ritmo que marcaba el ciclo que le contenía y sólo era cuestión de tiempo para que este le empujara a seguir fluyendo.

    Y la existencia no es amable con quienes ignoran sus ciclos.

    Con un gruñido de desaprobación que no era sino la flojera abandonando su cuerpo, el brujo se puso de pie para emprender su camino. Se calzó sus botas, echó mano a su bastón y se dirigió a la estancia más abierta de la fábrica.

    — Lester, ven aquí. Necesito tu ayuda —llamó.

    Y el ave, un cuervo ligeramente más grande de lo normal, se hizo presente posándose sobre su hombro como una sombra que no necesita luz para existir.

    — Aquí estoy, amo. ¿Adónde vamos? —Preguntó el ave, su voz aterciopelada adivinando las intenciones del brujo.

    — A la tierra de los muertos. Algo me dice que tengo asuntos pendientes ahí... —respondió el brujo.

    — Te tomaste tu tiempo, amo —se mofó el ave.

    Y cómo no.

    #ElBrujoCojo
    "Caminando con los Muertos" (Parte I). Para caminar por el mundo de los muertos se necesitan dos pies. Siempre lo evitó por ser cojo, pese a que su linaje muestra amplias aptitudes para la materia. Pero ya no está cojo, entonces... ¿Cuál es su excusa ahora? Flojera. Tolek estaba tendido sobre la cama de James, un lecho bien improvisado en la antigua fábrica abandonada, mirando al techo de paneles desgastados por el bien marcado paso del tiempo. Todo estaba tranquilo, demasiado silencioso. La quietud, hacía varios meses, envolvía su vida y su entorno como una capa plástica pegada a la superficie. Como los trajes de las heroínas de Marvel, constrictora e imposible. Irreal. Tolek frunció el ceño cuando la palabra irreal se hizo presente en su mente. Había algo en esa irrealidad que no encajaba, por supuesto, frente a lo muy real que era su situación estática. El Brujo Cojo era una entidad tan habituada al caos, que el regalo de la estabilidad que hace tiempo ya le había otorgado Veles le parecía impropio, algo que, aunque bien merecido y a veces hasta cómodo, no dejaba de parecerle ajeno. Y ahí estaba la respuesta. Tolek, como el brujo de tradición profundamente pagana que era, sabía leer las señales que la existencia le susurraba al oído. Sabía que cada día era un ciclo, uno dentro de un ciclo mayor que, a su vez, era envuelto por otro ciclo aún mayor y así sucesivamente. Mientras más amplio el ciclo, más implacable es la fuerza que lo empuja cuyo eco impulsa al ciclo que contiene, y así este último repite el ritmo con el que, a su vez, este contiene. En su estabilidad estática, Tolek estaba ignorando cómodamente el ritmo que marcaba el ciclo que le contenía y sólo era cuestión de tiempo para que este le empujara a seguir fluyendo. Y la existencia no es amable con quienes ignoran sus ciclos. Con un gruñido de desaprobación que no era sino la flojera abandonando su cuerpo, el brujo se puso de pie para emprender su camino. Se calzó sus botas, echó mano a su bastón y se dirigió a la estancia más abierta de la fábrica. — Lester, ven aquí. Necesito tu ayuda —llamó. Y el ave, un cuervo ligeramente más grande de lo normal, se hizo presente posándose sobre su hombro como una sombra que no necesita luz para existir. — Aquí estoy, amo. ¿Adónde vamos? —Preguntó el ave, su voz aterciopelada adivinando las intenciones del brujo. — A la tierra de los muertos. Algo me dice que tengo asuntos pendientes ahí... —respondió el brujo. — Te tomaste tu tiempo, amo —se mofó el ave. Y cómo no. #ElBrujoCojo
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  • -Una de sus giras musicales, tuvo que ir s Jairo, aun no llegaban a Belogo, por lo cual el frío es abrumador, se sentó a descansar un poco en una banca de una ciudad abandonada.

    Tratando de calentar sus manos con su aliento, en efecto, el frío del planeta congelado por el Estelaron, podría llegar a ser terrible. -
    -Una de sus giras musicales, tuvo que ir s Jairo, aun no llegaban a Belogo, por lo cual el frío es abrumador, se sentó a descansar un poco en una banca de una ciudad abandonada. Tratando de calentar sus manos con su aliento, en efecto, el frío del planeta congelado por el Estelaron, podría llegar a ser terrible. -
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  • -Bastante solitaria, Robin dejo el cielo, antes de bajar, dejo una carta a los superiores que pronto volvería y estaría bien, volando fue rumbo a la masion donde ella solía vivir con su hermano, actualmente abandonada, solo se conserva en buen estado porque ella paga para que le den mantenimiento.

    Algo nostalgica, abrió la puerta, subiendo las escaleras, se detuvo frente al gran cuadro que es de su hermano, aunque él se desvío del camino de la armonía, se marchó para buscar la redención de los errores cometidos.

    Pues en busca de tratar de protegerla a ella, Sunday sin darse cuenta lastimo o pudo haber lastimado a otros.

    Frente al cuatro, Robin se detuvo a contemplarlo en silencio.-
    -Bastante solitaria, Robin dejo el cielo, antes de bajar, dejo una carta a los superiores que pronto volvería y estaría bien, volando fue rumbo a la masion donde ella solía vivir con su hermano, actualmente abandonada, solo se conserva en buen estado porque ella paga para que le den mantenimiento. Algo nostalgica, abrió la puerta, subiendo las escaleras, se detuvo frente al gran cuadro que es de su hermano, aunque él se desvío del camino de la armonía, se marchó para buscar la redención de los errores cometidos. Pues en busca de tratar de protegerla a ella, Sunday sin darse cuenta lastimo o pudo haber lastimado a otros. Frente al cuatro, Robin se detuvo a contemplarlo en silencio.-
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