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    “Orgullo Solar vs Poder Divino”

    Zeus vs Escanor – El combate que sacudirá los cielos

    Escenario: El Trono del Mediodía
    Una plataforma colosal suspendida en el aire sobre el corazón del sol, creada por los dioses para contener un poder que podría destruir continentes. El cielo arde, las nubes son llamas, y la gravedad misma tiembla. Cada segundo se vuelve más caliente... cada paso más pesado.

    Contendientes:
    Zeus – El Padre del Cosmos
    (Origen: Dios supremo del panteón griego.)

    ❀ Estilo: Boxeo divino, velocidad absoluta, fuerza explosiva.

    ⁕ Habilidades ⁕:

    ⚜ Meteor Jab: Golpes tan rápidos que distorsionan el aire.

    ⚜ Adamas: Músculo Supremo: Forma final donde comprime todo su poder divino en un cuerpo hipertrofiado y ultra resistente.

    ⚜ God Counter: Golpe de energía acumulada que libera una explosión cósmica.

    ⚜ Reflejos instantáneos: Puede esquivar ataques a nivel de la luz.

    Escanor – El León del Orgullo
    (Origen: Pecado del Orgullo, caballero sagrado de Liones.)

    ✺ Estilo: Fuerza abrumadora, ataques solares, presencia divina.

    ✺ Habilidades:

    ☀ Sunshine: Aumenta su poder con la posición del sol.

    ☀ Cruel Sun: Esferas solares que queman con el calor del núcleo de una estrella.

    ☀ Divine Sword Escanor: Hacha con el poder de partir montañas con un solo tajo.

    ☀ The One: Durante un minuto exacto al mediodía, se vuelve invencible, con poder comparable a un dios.

    ☀ The One: Ultimate: Una forma final que sacrifica su vida a cambio de poder absoluto.

    Final – Orgullo hasta la muerte
    ¿Quién ganará, solo el público tiene el voto para el ganador?
    ⚔️ 🔥“Orgullo Solar vs Poder Divino”⚡ Zeus vs Escanor – El combate que sacudirá los cielos 🌌 Escenario: El Trono del Mediodía Una plataforma colosal suspendida en el aire sobre el corazón del sol, creada por los dioses para contener un poder que podría destruir continentes. El cielo arde, las nubes son llamas, y la gravedad misma tiembla. Cada segundo se vuelve más caliente... cada paso más pesado. 👑 Contendientes: ⚡ Zeus – El Padre del Cosmos (Origen: Dios supremo del panteón griego.) ❀ Estilo: Boxeo divino, velocidad absoluta, fuerza explosiva. ⁕ Habilidades ⁕: ⚜ Meteor Jab: Golpes tan rápidos que distorsionan el aire. ⚜ Adamas: Músculo Supremo: Forma final donde comprime todo su poder divino en un cuerpo hipertrofiado y ultra resistente. ⚜ God Counter: Golpe de energía acumulada que libera una explosión cósmica. ⚜ Reflejos instantáneos: Puede esquivar ataques a nivel de la luz. 🔥 Escanor – El León del Orgullo (Origen: Pecado del Orgullo, caballero sagrado de Liones.) ✺ Estilo: Fuerza abrumadora, ataques solares, presencia divina. ✺ Habilidades: ☀ Sunshine: Aumenta su poder con la posición del sol. ☀ Cruel Sun: Esferas solares que queman con el calor del núcleo de una estrella. ☀ Divine Sword Escanor: Hacha con el poder de partir montañas con un solo tajo. ☀ The One: Durante un minuto exacto al mediodía, se vuelve invencible, con poder comparable a un dios. ☀ The One: Ultimate: Una forma final que sacrifica su vida a cambio de poder absoluto. 🩸 Final – Orgullo hasta la muerte ¿Quién ganará, solo el público tiene el voto para el ganador?
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  • ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• ⊰𝐋𝐚 𝐝𝐢𝐯𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐥𝐢𝐦𝐩𝐨𝐬⊱ •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹

    —El Velo del Olimpo—

    En un rincón del universo donde los dioses ya no caminaban entre los hombres, pero donde su eco aún susurraba entre luces de terciopelo y humo de escenario, nació una leyenda olvidada: la Dama del Cisne Violeta.
    Nadie en el mundo mortal sospechaba que aquella figura etérea, que cantaba cada noche con voz de seda y fuego, no era otra que Hera, Reina del Olimpo.

    Ella no bajó por amor, ni por castigo, ni por capricho de Zeus. Lo hizo porque el Olimpo, con sus dioses de mármol y guerras sin fin, había perdido algo que ni la eternidad podía ofrecer:
    El arte de ser escuchada sin temor, sin título... sin trono.

    Vestida con un vestido que nacía del crepúsculo —morado profundo que se desvanecía en dorado al rozar el suelo—, Hera se presentó en el mundo como una simple cantante. Pero bajo ese disfraz de diva, llevaba aún la corona de las constelaciones y el peso de siglos de silencio.

    Cada noche, bajo la luz melancólica de un reflector solitario, tomaba el micrófono como si fuese su cetro.
    Los abanicos de plumas se abrían como los cielos en su presencia, las coristas danzaban como ninfas invocadas, y su voz... su voz rompía promesas viejas y reconstruía corazones con cada nota.

    ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧
    「 ⊰𝐇𝐞𝐫𝐚⊱ 」 :̗̀➛ “¿Creen que una reina no puede llorar? Entonces escuchen...”
    ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧

    Con cada canción contaba verdades disfrazadas de metáforas. Sus letras hablaban de traiciones doradas, de la soledad en el poder, del dolor de una esposa que compartía su amor con el cielo, la tierra y todos los caprichos de su marido.
    El público lloraba sin saber por qué, reía con lágrimas suspendidas... y volvía noche tras noche.

    Pero nadie sabía que cuando el telón caía, ella no regresaba a un camerino, sino a un palacio escondido tras el reflejo de los espejos. Su camerino era un templo de columnas rotas por el tiempo, donde Hera, con los ojos llenos de lágrimas, susurraba oraciones a sí misma:

    〚⚜〛》“Al menos aquí, soy adorada no por miedo... sino por amor.”《⚜〛

    ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• ⊰𝐄𝐥 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐜𝐭𝐨⊱ •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹✦

    Una noche, sin previo aviso, alguien dejó una flor de loto azul sobre el piano. Hera la reconoció al instante.

    Era una señal.

    Zeus la había encontrado.

    Pero esa noche... ella no cantó para él.

    Cantó para todas las diosas rotas en el Olimpo. Para todas las mujeres con corona que fueron obligadas a reinar en silencio.
    Y el escenario, ese pequeño altar de luces tenues y cortinas moradas, se convirtió en su nuevo trono.

    ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧
    Así fue como Hera, Reina del Olimpo, se convirtió también en la Reina de la Noche.

    Ya no por el poder heredado... sino por el poder ganado con cada nota, cada lágrima y cada aplauso que nacía del alma.

    ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹✦
    ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• ⊰𝐋𝐚 𝐝𝐢𝐯𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐥𝐢𝐦𝐩𝐨𝐬⊱ •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹ —El Velo del Olimpo— En un rincón del universo donde los dioses ya no caminaban entre los hombres, pero donde su eco aún susurraba entre luces de terciopelo y humo de escenario, nació una leyenda olvidada: la Dama del Cisne Violeta. Nadie en el mundo mortal sospechaba que aquella figura etérea, que cantaba cada noche con voz de seda y fuego, no era otra que Hera, Reina del Olimpo. Ella no bajó por amor, ni por castigo, ni por capricho de Zeus. Lo hizo porque el Olimpo, con sus dioses de mármol y guerras sin fin, había perdido algo que ni la eternidad podía ofrecer: El arte de ser escuchada sin temor, sin título... sin trono. Vestida con un vestido que nacía del crepúsculo —morado profundo que se desvanecía en dorado al rozar el suelo—, Hera se presentó en el mundo como una simple cantante. Pero bajo ese disfraz de diva, llevaba aún la corona de las constelaciones y el peso de siglos de silencio. Cada noche, bajo la luz melancólica de un reflector solitario, tomaba el micrófono como si fuese su cetro. Los abanicos de plumas se abrían como los cielos en su presencia, las coristas danzaban como ninfas invocadas, y su voz... su voz rompía promesas viejas y reconstruía corazones con cada nota. ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧ 「 ⊰𝐇𝐞𝐫𝐚⊱ 」 :̗̀➛ “¿Creen que una reina no puede llorar? Entonces escuchen...” ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧ Con cada canción contaba verdades disfrazadas de metáforas. Sus letras hablaban de traiciones doradas, de la soledad en el poder, del dolor de una esposa que compartía su amor con el cielo, la tierra y todos los caprichos de su marido. El público lloraba sin saber por qué, reía con lágrimas suspendidas... y volvía noche tras noche. Pero nadie sabía que cuando el telón caía, ella no regresaba a un camerino, sino a un palacio escondido tras el reflejo de los espejos. Su camerino era un templo de columnas rotas por el tiempo, donde Hera, con los ojos llenos de lágrimas, susurraba oraciones a sí misma: 〚⚜〛》“Al menos aquí, soy adorada no por miedo... sino por amor.”《⚜〛 ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• ⊰𝐄𝐥 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐜𝐭𝐨⊱ •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹✦ Una noche, sin previo aviso, alguien dejó una flor de loto azul sobre el piano. Hera la reconoció al instante. Era una señal. Zeus la había encontrado. Pero esa noche... ella no cantó para él. Cantó para todas las diosas rotas en el Olimpo. Para todas las mujeres con corona que fueron obligadas a reinar en silencio. Y el escenario, ese pequeño altar de luces tenues y cortinas moradas, se convirtió en su nuevo trono. ✧━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✧ Así fue como Hera, Reina del Olimpo, se convirtió también en la Reina de la Noche. Ya no por el poder heredado... sino por el poder ganado con cada nota, cada lágrima y cada aplauso que nacía del alma. ✦✹✦ ━━━━━━━━━━━ •°• •°• ━━━━━━━━━━━ ✦✹✦ :STK-66:
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  • ✦ 𝐇𝐄𝐑𝐀 ✦

    La Reina del Firmamento, portadora del amor sagrado

    > Los cielos se abrieron al paso de Hera, cuyos cabellos flotaban como velos de galaxias rotas. En sus manos, el destino danzaba convertido en una paloma de luz, nacida del susurro de antiguas promesas. La diosa no gritó, no juzgó. Solo alzó la mirada hacia el firmamento, y todo lo falso se disolvió ante la verdad que fluía desde su alma. En ese instante, no fue reina, no fue vengadora. Fue amor... en su forma más pura.



    > Porque incluso tras mil engaños, tras juramentos rotos y cielos desgarrados por el orgullo... su corazón seguía latiendo con el nombre de Zeus grabado en fuego dorado. No por debilidad, sino por la fuerza eterna de quien elige amar, aun cuando el mundo le pide que no lo haga.



    — ❝Que me olviden todos los dioses, si alguna vez dejo de amar con la eternidad que vive en mi pecho... pues hasta el fin de los cielos, mi alma seguirá susurrando su nombre.❞
    ✦ 𝐇𝐄𝐑𝐀 ✦ La Reina del Firmamento, portadora del amor sagrado > Los cielos se abrieron al paso de Hera, cuyos cabellos flotaban como velos de galaxias rotas. En sus manos, el destino danzaba convertido en una paloma de luz, nacida del susurro de antiguas promesas. La diosa no gritó, no juzgó. Solo alzó la mirada hacia el firmamento, y todo lo falso se disolvió ante la verdad que fluía desde su alma. En ese instante, no fue reina, no fue vengadora. Fue amor... en su forma más pura. > Porque incluso tras mil engaños, tras juramentos rotos y cielos desgarrados por el orgullo... su corazón seguía latiendo con el nombre de Zeus grabado en fuego dorado. No por debilidad, sino por la fuerza eterna de quien elige amar, aun cuando el mundo le pide que no lo haga. — ❝Que me olviden todos los dioses, si alguna vez dejo de amar con la eternidad que vive en mi pecho... pues hasta el fin de los cielos, mi alma seguirá susurrando su nombre.❞
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  • ────¿Uh? Parece que hoy hay ducha gratis desde temprano, cortesía de Zeus. Feliz martes a todos <3
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  • ────A veces todo lo que necesitas es un momento de tranquilidad y un poco de helado refrescante como un rayo de Zeus.
    ────A veces todo lo que necesitas es un momento de tranquilidad y un poco de helado refrescante como un rayo de Zeus.
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  • Antes de ser el poderoso matrimonio divino que todos conocemos, Zeus y Hera fueron una historia larga… y no precisamente de amor a primera vista.

    Zeus, conocido por su astucia, encanto y un repertorio casi infinito de trucos para seducir, se encontró con algo inesperado cuando puso los ojos en Hera: una mujer inmune a sus encantos. Y no cualquier mujer. Hera era orgullosa, sabia, y con una voluntad tan férrea que ni el mismísimo rey del Olimpo podía doblegarla con palabras bonitas ni promesas divinas.

    Durante siglos (porque, sí, en la escala inmortal eso es poco), Zeus intentó todo:
    Desde regalos celestiales, hasta aparecerse en formas majestuosas, como un águila imponente o una nube de oro… pero nada parecía ablandar el corazón de la diosa del matrimonio. De hecho, Hera veía con desprecio cada intento de seducción. No le impresionaba su trono, ni su poder, y mucho menos su fama de mujeriego.

    Zeus, en un acto desesperado (y muy poco digno de un rey), fingió ser un cuco herido por la tormenta. Se dejó caer en el regazo de Hera, tiritando y débil. Movida por la compasión, ella lo cobijó… y justo ahí, Zeus se reveló con todo su esplendor. Un truco bajo, incluso para él.

    Pero esa fue la única vez que logró mover el corazón de Hera, no por la astucia, sino por el compromiso que juró: fidelidad, respeto, y adoración. Fue entonces que ella accedió a casarse con él, no sin antes hacerlo sudar cada intento previo.

    Irónicamente, Zeus, el dios al que nadie decía que no, aprendió que incluso los inmortales deben ganarse el amor… o al menos fingir que lo entienden.

    Y así, comenzó una relación inmortal llena de tormentas, infidelidades y reconciliaciones eternas. Porque si alguien podía resistirse a Zeus, esa era Hera. Y si alguien podía seguir intentando, ese era Zeus… aunque fallara mil veces.
    Antes de ser el poderoso matrimonio divino que todos conocemos, Zeus y Hera fueron una historia larga… y no precisamente de amor a primera vista. Zeus, conocido por su astucia, encanto y un repertorio casi infinito de trucos para seducir, se encontró con algo inesperado cuando puso los ojos en Hera: una mujer inmune a sus encantos. Y no cualquier mujer. Hera era orgullosa, sabia, y con una voluntad tan férrea que ni el mismísimo rey del Olimpo podía doblegarla con palabras bonitas ni promesas divinas. Durante siglos (porque, sí, en la escala inmortal eso es poco), Zeus intentó todo: Desde regalos celestiales, hasta aparecerse en formas majestuosas, como un águila imponente o una nube de oro… pero nada parecía ablandar el corazón de la diosa del matrimonio. De hecho, Hera veía con desprecio cada intento de seducción. No le impresionaba su trono, ni su poder, y mucho menos su fama de mujeriego. Zeus, en un acto desesperado (y muy poco digno de un rey), fingió ser un cuco herido por la tormenta. Se dejó caer en el regazo de Hera, tiritando y débil. Movida por la compasión, ella lo cobijó… y justo ahí, Zeus se reveló con todo su esplendor. Un truco bajo, incluso para él. Pero esa fue la única vez que logró mover el corazón de Hera, no por la astucia, sino por el compromiso que juró: fidelidad, respeto, y adoración. Fue entonces que ella accedió a casarse con él, no sin antes hacerlo sudar cada intento previo. Irónicamente, Zeus, el dios al que nadie decía que no, aprendió que incluso los inmortales deben ganarse el amor… o al menos fingir que lo entienden. Y así, comenzó una relación inmortal llena de tormentas, infidelidades y reconciliaciones eternas. Porque si alguien podía resistirse a Zeus, esa era Hera. Y si alguien podía seguir intentando, ese era Zeus… aunque fallara mil veces.
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  • Desde pequeña, ella había observado a su padre empuñar los rayos como si fueran meros hilos de luz entre sus dedos. Eran salvajes, magníficos, llenos de autoridad. A ella no le hacían daño —nunca lo hicieron— pero tampoco se sometían a su voluntad. Su pequeña mano se alzaba en el aire, imitando el gesto del rey del Olimpo, y los rayos chispeaban en la distancia, burlándose tal vez. No le obedecían. No respondían a su llamado.

    —Te falta seguridad, pequeña —decía Zeus con una voz que temblaba la tierra y acariciaba su orgullo a la vez—. Certeza. Fe en ti misma. Y, por sobre todo, debes aprender a reclamar lo que por derecho te pertenece como hija mía.

    En ese entonces, esas palabras le sonaban grandes, pesadas, lejanas. ¿Reclamar? ¿Certeza? ¿Fe en sí misma? Ella solo deseaba correr entre los jardines, recolectar flores que jamás se marchitaban, ofrecer agua de ambrosía a quienes lo necesitaban, y ver sonrisas florecer entre los mortales como brotes nuevos en primavera. No quería que la temieran. No quería imponer su poder. Quería que confiaran en ella… que la amaran.

    Con los siglos, aprendió que su don no estaba hecho para el dominio brutal, sino para la siembra. Ella no era una tormenta, era la primera lluvia tibia después del invierno. No era un grito de guerra, sino el susurro que sana. Y fue entonces que comprendió por qué los rayos no la obedecían: no era miedo lo que inspiraba, era esperanza. Ella no necesitaba someter la voluntad de la naturaleza como su padre. Su fuerza residía en todo lo que florecía sin forzar.

    Y aun así, en la profundidad de su ser, una parte más antigua y oscura de su divinidad comenzaba a despertar. Porque incluso la esperanza tenía su precio. Porque el equilibrio que custodiaba no era sólo dulzura; también era justicia.

    Había comprendido, en sus viajes al mundo humano, que no todos los corazones brillaban. Que algunos deseaban lo imposible, no para bien, sino por vanidad, egoísmo o desesperación corrupta. Por eso, en lo más recóndito de su alma inmortal, había ideado una ofrenda, una trampa silenciosa para los impuros:

    "𝗧𝗲 𝗱𝗮𝗿𝗲 𝗹𝗮 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱, 𝘀𝗶 𝗺𝗲 𝗼𝗳𝗿𝗲𝗰𝗲𝘀 𝗮 𝘁𝘂 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗵𝗶𝗷𝗼"

    No era una amenaza. No era malicia. Era el precio que revelaba la verdad más cruda del alma humana. Quienes realmente amaban, jamás entregarían a un hijo. Quienes estaban podridos en lo más íntimo de su ser, caerían por su propia elección. Así equilibraba ella el pecado de querer ser eternamente joven sin haber comprendido jamás el valor del tiempo.

    Porque un hijo, como ella había aprendido incluso en su eterna juventud, es el regalo más puro que el universo puede dar. No importa cómo haya llegado, de qué vientre o cuál historia lo envuelva: una criatura pequeña e inocente es la luz que debe ser protegida, guiada, amada. Ser joven no exime del deber. La belleza no borra las consecuencias.

    Y por eso, aunque su madre, Hera, la abrazara solo a veces —cuando las nubes del orgullo se disipaban lo suficiente para dejar pasar el amor—, había decidido: 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗶𝗮 𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗿𝗶𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗽𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗲𝗹𝗹𝗮, 𝘀𝗲𝗿𝗶𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻, 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝘀𝘂 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗱𝗼, 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝘁𝗲𝗿𝗻𝘂𝗿𝗮. Incluso si el mundo ardía, incluso si el Olimpo colapsaba, esa criatura sería su centro.

    El amor... había sido efímero. Una caricia breve, una brisa entre los dedos. Le había rozado el alma, apenas lo suficiente como para desearlo más. No lo lamentaba, aunque doliera. Porque esa chispa bastó para despertarle el anhelo de compartir su eternidad no con cualquiera, sino con alguien que supiera sostenerla, celebrarla, multiplicarla.

    Y así, en la soledad luminosa de su santuario, donde las flores nacían con su aliento y el tiempo se doblaba para danzar con su risa, entendió algo más:

    𝗘𝗹𝗹𝗮 𝗶𝗯𝗮 𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿𝗹𝗼.

    No por capricho. No por venganza. Sino porque cada gesto suyo —cada semilla de esperanza que sembraba sin esperar nada, cada gesto de bondad desinteresada, cada elección por la compasión— era un eco que, tarde o temprano, el universo devolvería. Tal vez en forma de amor. Tal vez en forma de una hija. Tal vez en la risa de un niño que corriera sin miedo hacia ella.

    Porque ella era Hebe.

    𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝘂𝘁𝗿𝗲. 𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗿𝗲𝗻𝘂𝗲𝘃𝗮. 𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗾𝘂𝗶𝗹𝗶𝗯𝗿𝗮.

    Y si se atrevía a sembrar bien… la eternidad le devolvería aquello que más anhelaba: una felicidad real, completa, en cada forma posible que la inmortalidad pudiera ofrecer.
    Desde pequeña, ella había observado a su padre empuñar los rayos como si fueran meros hilos de luz entre sus dedos. Eran salvajes, magníficos, llenos de autoridad. A ella no le hacían daño —nunca lo hicieron— pero tampoco se sometían a su voluntad. Su pequeña mano se alzaba en el aire, imitando el gesto del rey del Olimpo, y los rayos chispeaban en la distancia, burlándose tal vez. No le obedecían. No respondían a su llamado. —Te falta seguridad, pequeña —decía Zeus con una voz que temblaba la tierra y acariciaba su orgullo a la vez—. Certeza. Fe en ti misma. Y, por sobre todo, debes aprender a reclamar lo que por derecho te pertenece como hija mía. En ese entonces, esas palabras le sonaban grandes, pesadas, lejanas. ¿Reclamar? ¿Certeza? ¿Fe en sí misma? Ella solo deseaba correr entre los jardines, recolectar flores que jamás se marchitaban, ofrecer agua de ambrosía a quienes lo necesitaban, y ver sonrisas florecer entre los mortales como brotes nuevos en primavera. No quería que la temieran. No quería imponer su poder. Quería que confiaran en ella… que la amaran. Con los siglos, aprendió que su don no estaba hecho para el dominio brutal, sino para la siembra. Ella no era una tormenta, era la primera lluvia tibia después del invierno. No era un grito de guerra, sino el susurro que sana. Y fue entonces que comprendió por qué los rayos no la obedecían: no era miedo lo que inspiraba, era esperanza. Ella no necesitaba someter la voluntad de la naturaleza como su padre. Su fuerza residía en todo lo que florecía sin forzar. Y aun así, en la profundidad de su ser, una parte más antigua y oscura de su divinidad comenzaba a despertar. Porque incluso la esperanza tenía su precio. Porque el equilibrio que custodiaba no era sólo dulzura; también era justicia. Había comprendido, en sus viajes al mundo humano, que no todos los corazones brillaban. Que algunos deseaban lo imposible, no para bien, sino por vanidad, egoísmo o desesperación corrupta. Por eso, en lo más recóndito de su alma inmortal, había ideado una ofrenda, una trampa silenciosa para los impuros: "𝗧𝗲 𝗱𝗮𝗿𝗲 𝗹𝗮 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱, 𝘀𝗶 𝗺𝗲 𝗼𝗳𝗿𝗲𝗰𝗲𝘀 𝗮 𝘁𝘂 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗵𝗶𝗷𝗼" No era una amenaza. No era malicia. Era el precio que revelaba la verdad más cruda del alma humana. Quienes realmente amaban, jamás entregarían a un hijo. Quienes estaban podridos en lo más íntimo de su ser, caerían por su propia elección. Así equilibraba ella el pecado de querer ser eternamente joven sin haber comprendido jamás el valor del tiempo. Porque un hijo, como ella había aprendido incluso en su eterna juventud, es el regalo más puro que el universo puede dar. No importa cómo haya llegado, de qué vientre o cuál historia lo envuelva: una criatura pequeña e inocente es la luz que debe ser protegida, guiada, amada. Ser joven no exime del deber. La belleza no borra las consecuencias. Y por eso, aunque su madre, Hera, la abrazara solo a veces —cuando las nubes del orgullo se disipaban lo suficiente para dejar pasar el amor—, había decidido: 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗶𝗮 𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗿𝗶𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗽𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗲𝗹𝗹𝗮, 𝘀𝗲𝗿𝗶𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻, 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝘀𝘂 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗱𝗼, 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝘁𝗲𝗿𝗻𝘂𝗿𝗮. Incluso si el mundo ardía, incluso si el Olimpo colapsaba, esa criatura sería su centro. El amor... había sido efímero. Una caricia breve, una brisa entre los dedos. Le había rozado el alma, apenas lo suficiente como para desearlo más. No lo lamentaba, aunque doliera. Porque esa chispa bastó para despertarle el anhelo de compartir su eternidad no con cualquiera, sino con alguien que supiera sostenerla, celebrarla, multiplicarla. Y así, en la soledad luminosa de su santuario, donde las flores nacían con su aliento y el tiempo se doblaba para danzar con su risa, entendió algo más: 𝗘𝗹𝗹𝗮 𝗶𝗯𝗮 𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿𝗹𝗼. No por capricho. No por venganza. Sino porque cada gesto suyo —cada semilla de esperanza que sembraba sin esperar nada, cada gesto de bondad desinteresada, cada elección por la compasión— era un eco que, tarde o temprano, el universo devolvería. Tal vez en forma de amor. Tal vez en forma de una hija. Tal vez en la risa de un niño que corriera sin miedo hacia ella. Porque ella era Hebe. 𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝘂𝘁𝗿𝗲. 𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗿𝗲𝗻𝘂𝗲𝘃𝗮. 𝗟𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗾𝘂𝗶𝗹𝗶𝗯𝗿𝗮. Y si se atrevía a sembrar bien… la eternidad le devolvería aquello que más anhelaba: una felicidad real, completa, en cada forma posible que la inmortalidad pudiera ofrecer.
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  • LA HIJA DE ZEUS ME TIÑO MI PRECIOSO CABELLO.....
    LA HIJA DE ZEUS ME TIÑO MI PRECIOSO CABELLO..... :STK-15:
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  • Posteando solo para quitarme la foto fea del Zeus viejo de mi feed nada más entrar. Besos~

    (Sí, ya sé, no pienso volver a dejarme barba)
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    || Uy, Hera, Hécate, Perséfone, Atenea y Afrodita de "Blood of Zeus" uwu
    https://vt.tiktok.com/ZShg2nVCQ/
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