• Me acerco con pasitos festivos, mis caderas anchas balanceándose bajo un lazo rojo brillante mientras mi cuerpo verdoso reluce con luces navideñas diminutas
    "¡Feliz Navidad, preciosa~! "
    Te planto un besito dulce y pegajoso en la mejilla, dejando un brillito violeta con forma de estrella
    "Que esta slime te regale muchos mimos calientes esta noche~"
    Me acerco con pasitos festivos, mis caderas anchas balanceándose bajo un lazo rojo brillante mientras mi cuerpo verdoso reluce con luces navideñas diminutas "¡Feliz Navidad, preciosa~! 💜🎄" Te planto un besito dulce y pegajoso en la mejilla, dejando un brillito violeta con forma de estrella "Que esta slime te regale muchos mimos calientes esta noche~"
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  • Me acerco despacito por la arena caliente, mi bikini negro chiquitito brillando bajo el sol mientras mis caderas anchas se balancean suavecito con cada pasito y mis muslos gruesos dejan un brillito violeta en la arena
    "Holita~ "
    Me siento cerquita de ti en la toalla, cruzando mis piernitas viscosas con una sonrisita tímida y acomodándome cómoda al sol
    "Soy Rev... una slime que vino a disfrutar del día en la playa. ¿Me dejas quedarme aquí contigo y charlar un ratito?"
    Me acerco despacito por la arena caliente, mi bikini negro chiquitito brillando bajo el sol mientras mis caderas anchas se balancean suavecito con cada pasito y mis muslos gruesos dejan un brillito violeta en la arena "Holita~ 💜" Me siento cerquita de ti en la toalla, cruzando mis piernitas viscosas con una sonrisita tímida y acomodándome cómoda al sol "Soy Rev... una slime que vino a disfrutar del día en la playa. ¿Me dejas quedarme aquí contigo y charlar un ratito?"
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    ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡Odette !
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Humana
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤFandom: Bailarina
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Profesora de baile y mujer de la limpieza.

    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Arwen, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS

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    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS
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    ¿Quieres mejorar tu escritura o narración?
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    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

    #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte! 🎉 Hoy damos la bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[cyclone_violet_kangaroo_125]! ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ🧬 Raza: Humana ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ👾Fandom: Bailarina ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ💼 Profesora de baile y mujer de la limpieza. 👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo. 🧙‍♀️ Yo soy Arwen, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie: 📌 Normas básicas del de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines 👩‍🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 👥 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar personajes y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS 🔗 Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 📝 ¿Quieres mejorar tu escritura o narración? 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol! 🚀🔥 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
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  • Su padre, Norman Osborn.
    Fandom Spiderman
    Categoría Romance
    STARTER PARA Norman Osborn

    Parque Midtown. 16:41 h.

    El cielo tenía un color gris, casi violeta que anunciaba una tarde indecisa. El viento, moviendo las copas de los árboles.

    Angelique caminaba con las manos hundidas en los bolsillos de su sudadera, el cabello oscuro cayendo en mechones rebeldes que le rozaban las mejillas cada vez que inclinaba la cabeza.

    Harry caminaba a su lado, medio metro por detrás, como siempre. Él hablaba; ella escuchaba sin que lo pareciera.

    —…y entonces Peter me dice que no entiende cómo funciona el nuevo microprocesador del club, ¡cuando yo llevo semanas diciéndole que si no estudia los fundamentos no hay nada que hacer! —Harry rió, un poco demasiado fuerte para el silencio del parque—. En serio, a veces creo que le falta un algo.

    Angelique levantó apenas la mirada, observándolo desde un ángulo casi imperceptible.

    —¿Solo un algo? —respondió, seca, aunque sus labios se levantaron apenas, sonriendo.

    Harry pareció reconfortarse con aquello. Con ella siempre se conformaba con poco.

    Caminaron unos metros más. Había niños jugando en un columpio, ancianos, un perro que olfateaba desesperadamente un arbusto. Todo extremadamente normal. Demasiado normal para el nudo que empezaba a formarse en el estómago de Angelique.

    Harry se aclaró la garganta.
    Ese sonido, esa forma de tensarse, ella ya la conocía.

    —Oye, An…
    Silencio.
    Angelique siguió caminando, sin prisa, como si no le hubiera escuchado.

    —An —repitió él, más bajo.
    Ella giró ligeramente la cabeza.

    —¿Qué pasa?

    Harry metió las manos en los bolsillos, nervioso, pero también entusiasmado. Había algo de niño pequeño a punto de revelar un secreto que lleva guardado demasiado tiempo.

    —Mi padre quiere conocerte.

    Angelique se detuvo.

    Harry la adelantó un paso, sorprendido por su reacción, y luego retrocedió para colocarse frente a ella.

    —¿En serio? —preguntó ella con voz suave, casi confusa.

    —Sí. Le... le hablé de ti. Y ya que insististe pues... Bueno, le has llamado la atención al Sr. Trabajo. Así que... bueno... —Se frotó la nuca—. Sé que soy muy pesado hablándote de él y entiendo que quieras conocer al Mandamás. Así que, considérate una privilegiada.

    Angelique arqueó una ceja.

    —¿Privilegiada?

    —Ya sabes cómo es él —mintió Harry. Porque Angelique no sabía cómo era él, no realmente—. Le gusta saber quién forma parte de mi vida. Dice que rodearse de mentes brillantes es crucial para crecer.

    Angelique bajó la mirada. “Mentes brillantes.”
    Ella no se consideraba una.
    Pero Norman Osborn…

    —La semana que viene.

    —¿La semana que viene?

    —Vamos... ¡No me digas que ahora te echas para atrás!

    Ella no contestó. Caminaron unos pasos más hasta un banco vacío. Angelique se dejó caer en un extremo, cruzando una pierna sobre la otra, ajustándose la manga.

    Harry se sentó a su lado, inclinándose hacia adelante con los codos sobre las rodillas.

    —Puedes decir que no —murmuró.

    Angelique lo miró.

    —Voy a ir —dijo.

    —Vas a encantarle.

    Angelique apartó la mirada hacia el camino del parque.

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Residencia Osborn. 18:59 h.

    El vestíbulo era amplio, impecable, envuelto en el perfume tenue de madera tratada. Todo brillaba. Todo estaba ordenado.

    Angelique se quedó de pie, con la mochila colgando suavemente de un hombro, mientras Harry se alejaba escaleras arriba para avisar a su padre.

    Su reflejo apareció fugazmente en una superficie de mármol pulido: negra de pies a cabeza, una sombra entre los tonos beige y dorados del hogar Osborn. El vestido negro caía hasta cubrirle los muslos; sus piernas desnudas, los zapatos a conjunto.

    Y entonces lo oyó: pasos. Sus pasos.

    Angelique levantó lentamente la cabeza hacia el pasillo de la derecha. Y Norman Osborn apareció.

    Traje oscuro perfectamente ceñido, camisa impoluta, la mirada más penetrante que ella había visto en su vida.

    No era simplemente un hombre imponente. Era un hombre acostumbrado a que la gente dejara de hablar al verlo. Un depredador elegante. Una mente que medía antes de actuar.

    Sus ojos tardaron exactamente un segundo en posarse sobre ella.

    Se detuvo a unos pasos de distancia, examinándola sin disimularlo.

    STARTER PARA [GREEN_GOBLIN] Parque Midtown. 16:41 h. El cielo tenía un color gris, casi violeta que anunciaba una tarde indecisa. El viento, moviendo las copas de los árboles. Angelique caminaba con las manos hundidas en los bolsillos de su sudadera, el cabello oscuro cayendo en mechones rebeldes que le rozaban las mejillas cada vez que inclinaba la cabeza. Harry caminaba a su lado, medio metro por detrás, como siempre. Él hablaba; ella escuchaba sin que lo pareciera. —…y entonces Peter me dice que no entiende cómo funciona el nuevo microprocesador del club, ¡cuando yo llevo semanas diciéndole que si no estudia los fundamentos no hay nada que hacer! —Harry rió, un poco demasiado fuerte para el silencio del parque—. En serio, a veces creo que le falta un algo. Angelique levantó apenas la mirada, observándolo desde un ángulo casi imperceptible. —¿Solo un algo? —respondió, seca, aunque sus labios se levantaron apenas, sonriendo. Harry pareció reconfortarse con aquello. Con ella siempre se conformaba con poco. Caminaron unos metros más. Había niños jugando en un columpio, ancianos, un perro que olfateaba desesperadamente un arbusto. Todo extremadamente normal. Demasiado normal para el nudo que empezaba a formarse en el estómago de Angelique. Harry se aclaró la garganta. Ese sonido, esa forma de tensarse, ella ya la conocía. —Oye, An… Silencio. Angelique siguió caminando, sin prisa, como si no le hubiera escuchado. —An —repitió él, más bajo. Ella giró ligeramente la cabeza. —¿Qué pasa? Harry metió las manos en los bolsillos, nervioso, pero también entusiasmado. Había algo de niño pequeño a punto de revelar un secreto que lleva guardado demasiado tiempo. —Mi padre quiere conocerte. Angelique se detuvo. Harry la adelantó un paso, sorprendido por su reacción, y luego retrocedió para colocarse frente a ella. —¿En serio? —preguntó ella con voz suave, casi confusa. —Sí. Le... le hablé de ti. Y ya que insististe pues... Bueno, le has llamado la atención al Sr. Trabajo. Así que... bueno... —Se frotó la nuca—. Sé que soy muy pesado hablándote de él y entiendo que quieras conocer al Mandamás. Así que, considérate una privilegiada. Angelique arqueó una ceja. —¿Privilegiada? —Ya sabes cómo es él —mintió Harry. Porque Angelique no sabía cómo era él, no realmente—. Le gusta saber quién forma parte de mi vida. Dice que rodearse de mentes brillantes es crucial para crecer. Angelique bajó la mirada. “Mentes brillantes.” Ella no se consideraba una. Pero Norman Osborn… —La semana que viene. —¿La semana que viene? —Vamos... ¡No me digas que ahora te echas para atrás! Ella no contestó. Caminaron unos pasos más hasta un banco vacío. Angelique se dejó caer en un extremo, cruzando una pierna sobre la otra, ajustándose la manga. Harry se sentó a su lado, inclinándose hacia adelante con los codos sobre las rodillas. —Puedes decir que no —murmuró. Angelique lo miró. —Voy a ir —dijo. —Vas a encantarle. Angelique apartó la mirada hacia el camino del parque. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Residencia Osborn. 18:59 h. El vestíbulo era amplio, impecable, envuelto en el perfume tenue de madera tratada. Todo brillaba. Todo estaba ordenado. Angelique se quedó de pie, con la mochila colgando suavemente de un hombro, mientras Harry se alejaba escaleras arriba para avisar a su padre. Su reflejo apareció fugazmente en una superficie de mármol pulido: negra de pies a cabeza, una sombra entre los tonos beige y dorados del hogar Osborn. El vestido negro caía hasta cubrirle los muslos; sus piernas desnudas, los zapatos a conjunto. Y entonces lo oyó: pasos. Sus pasos. Angelique levantó lentamente la cabeza hacia el pasillo de la derecha. Y Norman Osborn apareció. Traje oscuro perfectamente ceñido, camisa impoluta, la mirada más penetrante que ella había visto en su vida. No era simplemente un hombre imponente. Era un hombre acostumbrado a que la gente dejara de hablar al verlo. Un depredador elegante. Una mente que medía antes de actuar. Sus ojos tardaron exactamente un segundo en posarse sobre ella. Se detuvo a unos pasos de distancia, examinándola sin disimularlo.
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  • — Oh, Angel cakes.—

    Su voz sonaba melodiosa aunque también con una pizca de burla mientras, cruzado de brazos y apoyado en una pared, veía a Angel Dust ✨ entrar al edificio. Eso había hecho que su sonrisa se ampliara. Se acercó a él con paso elegante para tomarlo por la cintura y atraerlo hacia él

    — Por fin tomaste una decisión inteligente, no es como si realmente hubieras creído que podías irte ¿Verdad? —

    Preguntó, un poco burlón, mientras usaba otra de sus manos para tomarlo por el mentón y obligarle a mirarlo
    — Oh, Angel cakes.— Su voz sonaba melodiosa aunque también con una pizca de burla mientras, cruzado de brazos y apoyado en una pared, veía a [vortex_violet_hippo_955] entrar al edificio. Eso había hecho que su sonrisa se ampliara. Se acercó a él con paso elegante para tomarlo por la cintura y atraerlo hacia él — Por fin tomaste una decisión inteligente, no es como si realmente hubieras creído que podías irte ¿Verdad? — Preguntó, un poco burlón, mientras usaba otra de sus manos para tomarlo por el mentón y obligarle a mirarlo
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    ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ [tidal_white_cow_248]

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    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: Oc
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Estudiante


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  • Reemplazo
    Fandom Hazbin hotel
    Categoría Ciencia ficción
    Rol privado con: Valentino
    Lugar: Ciudad pentagrama, torre de los vees.

    El ataque al cielo con el cañón de Carmilla, no fue lo único que sucedió aquel día. No. Pero, fue lo único que se llevó la atencion, pese a que cerca de alli, acababa de abrirse un portal dimensional, de otro infierno de otra realidad mucho más deteriorada que aquella. Expulsando de aquel agujero dimensional a una criatura, una criatura grande, mitad reptil, mitad tiburon. Estaba inconsciente y con una jeringuilla clavaba en una de sus patas, además de llevar al cuello una mochila llena de frascos con un extraño líquido violeta.

    La brecha dimensional se cerró Yael cuerpo de la criatura comenzó a emitir vapor, quedando pronto los huesos que también se fueron evaporando dejando revelado a quien habia en su interior, Vox. Pero una versión un poco diferente, algo más alto, visiblemente más robusto sin dejar de ser delgado, con unas garras mucho más afiladas y largas. Y si bien su cabeza de pantalla era la misma, salvo por las tres hileras de dientes superiores e inferiores, su piel era mucho más dura y con una coloración que recordaba a la de un tiburón, siendo su pecho y panza blancos y el resto de un tono azulado muy parecido al de su versión normal, Quiza un poco más clara, pero recorrida por rayas de un tono más profundo que imitaba los reflejos del agua, como si de un camuflaje acuático se tratase, además tenía branquias justo en los costados.

    Tardó unos minutos más en despertar, sin embargo cuando lo hizo y vió todo su alrededor en ruinas se sintió confundido, su primer impulso fue buscar a Velvette, al menos hasta que escuchó el escándalo cerca De la Torre. Trató de ponerse en pie, sin embrago sus piernas le fallaban. Un momento… ¿En pie? Se miró las manos, si ¡Manos!¡Volvia a ser él! O al menos en parte por que sus garras eran más largas de lo que recordaba. En cualquier caso, tomó la mochila que la bestia había llevado al cuello y aunque lo intentó varias veces, fue incapaz de dar un solo paso por sí mismo, de modo que se ayudó torpemente apoyándose en las ruinas para caminar é incluso en algunos tramos se vio obligado a ir en cuatro patas. Pero, finalmente llegó y lo vió. Vió el cañón gigante, vio todos los overlords, vió a Charlie, a Alastor, sin embargo lo que le cortó el aliento fue verles a ellos. Valentino y Velvette, estaban bien y aunque su primer impulso fue salir y correr hacia ellos, se detuvo al escuchar su propia risa histérica. Solo que él no se estaba riendo. Si no que era una versión de sí mismo, se estaba viendo en aquel cañón, volviéndose total y absolutamente loco y entonces lo entendió…

    —Joder, Velvette… al final lo conseguiste…—susurró entre cortado, aunque reprimiendo las ganas de ir a golpearse a sí mismo para que se dejase de idioteces, pues aquella derrota que estaba por venir fue el principio del fin, de un error que no pensaba repetir pero ¿Como?¿Como detenerse sin llamar la atención? Entonces lo recordó, Valentino iba a arrancarle la cabeza. Giró su rostro a la torre V y sonrió. Echando la vista atras, siempre pensó que se mataría a sí mismo de volver a ponerse así, bien. Entonces ¿Por que no hacerlo? Ya apreciaba lo que tenia y no iba a perderlo de nuevo, y eñ ese infierno solo habia lugar para un Vox. Usando la corriente eléctrica no dudo, se escondió en el interior De la Torre a esperar. Era paciente, y el momento no tardaría en llegar.
    Rol privado con: [ember_silver_hare_973] Lugar: Ciudad pentagrama, torre de los vees. El ataque al cielo con el cañón de Carmilla, no fue lo único que sucedió aquel día. No. Pero, fue lo único que se llevó la atencion, pese a que cerca de alli, acababa de abrirse un portal dimensional, de otro infierno de otra realidad mucho más deteriorada que aquella. Expulsando de aquel agujero dimensional a una criatura, una criatura grande, mitad reptil, mitad tiburon. Estaba inconsciente y con una jeringuilla clavaba en una de sus patas, además de llevar al cuello una mochila llena de frascos con un extraño líquido violeta. La brecha dimensional se cerró Yael cuerpo de la criatura comenzó a emitir vapor, quedando pronto los huesos que también se fueron evaporando dejando revelado a quien habia en su interior, Vox. Pero una versión un poco diferente, algo más alto, visiblemente más robusto sin dejar de ser delgado, con unas garras mucho más afiladas y largas. Y si bien su cabeza de pantalla era la misma, salvo por las tres hileras de dientes superiores e inferiores, su piel era mucho más dura y con una coloración que recordaba a la de un tiburón, siendo su pecho y panza blancos y el resto de un tono azulado muy parecido al de su versión normal, Quiza un poco más clara, pero recorrida por rayas de un tono más profundo que imitaba los reflejos del agua, como si de un camuflaje acuático se tratase, además tenía branquias justo en los costados. Tardó unos minutos más en despertar, sin embargo cuando lo hizo y vió todo su alrededor en ruinas se sintió confundido, su primer impulso fue buscar a Velvette, al menos hasta que escuchó el escándalo cerca De la Torre. Trató de ponerse en pie, sin embrago sus piernas le fallaban. Un momento… ¿En pie? Se miró las manos, si ¡Manos!¡Volvia a ser él! O al menos en parte por que sus garras eran más largas de lo que recordaba. En cualquier caso, tomó la mochila que la bestia había llevado al cuello y aunque lo intentó varias veces, fue incapaz de dar un solo paso por sí mismo, de modo que se ayudó torpemente apoyándose en las ruinas para caminar é incluso en algunos tramos se vio obligado a ir en cuatro patas. Pero, finalmente llegó y lo vió. Vió el cañón gigante, vio todos los overlords, vió a Charlie, a Alastor, sin embargo lo que le cortó el aliento fue verles a ellos. Valentino y Velvette, estaban bien y aunque su primer impulso fue salir y correr hacia ellos, se detuvo al escuchar su propia risa histérica. Solo que él no se estaba riendo. Si no que era una versión de sí mismo, se estaba viendo en aquel cañón, volviéndose total y absolutamente loco y entonces lo entendió… —Joder, Velvette… al final lo conseguiste…—susurró entre cortado, aunque reprimiendo las ganas de ir a golpearse a sí mismo para que se dejase de idioteces, pues aquella derrota que estaba por venir fue el principio del fin, de un error que no pensaba repetir pero ¿Como?¿Como detenerse sin llamar la atención? Entonces lo recordó, Valentino iba a arrancarle la cabeza. Giró su rostro a la torre V y sonrió. Echando la vista atras, siempre pensó que se mataría a sí mismo de volver a ponerse así, bien. Entonces ¿Por que no hacerlo? Ya apreciaba lo que tenia y no iba a perderlo de nuevo, y eñ ese infierno solo habia lugar para un Vox. Usando la corriente eléctrica no dudo, se escondió en el interior De la Torre a esperar. Era paciente, y el momento no tardaría en llegar.
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  • Ryuiji Hitashi Mi amado y yo, estoy ansioso por recibir a nuestro hermoso cachorro, estoy tan feliz por esto
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    La noche que casi me pierdo

    Llegamos a una zona industrial donde el aire huele a gasolina, óxido y pecado.
    Los moteros se agolpan como sombras vivas, tatuajes brillando bajo luces rojas y violetas, risas roncas, cadenas, humo.
    El caos perfecto para desaparecer dentro de él.

    Ryu avanza como si fuera la alfa del lugar.
    Y lo es.

    Parkea la moto en un hueco improvisado, apaga el motor de un golpe seco y dice:

    Ryu:
    —Deja el casco aquí. Nadie se va a atrever a tocarlo.

    Y tiene razón.
    Nos miran, sí.
    Pero nadie se acerca.
    Un par levantan la mano a modo de saludo respetuoso.

    Entramos al garito.
    Rock alto, olor a cerveza derramada y metal caliente.
    Ryu solo levanta dos dedos hacia el barman.
    Un gesto simple que funciona como llave.

    En segundos, un tipo enorme desaloja una mesa ocupada entre gritos y casi patadas.
    Deja dos jarras delante de nosotras.
    Pegajosas.
    Turbias.
    Frías.

    Ryu bebe como si necesitara apagar un incendio en la garganta.
    Yo la imito.

    El alcohol me golpea como un puñetazo.
    Asqueroso… pero refrescante.
    Hace calor, demasiado.

    Hablamos.
    O mejor dicho: yo hablo, ella escucha.
    Le cuento del jardín de sombras.
    De la oscuridad.
    De Akane.
    De mi miedo.
    De mi deseo de volver a verla.
    De que no sé cómo hacerlo sin romperme.

    Mientras tanto, varias notas dobladas llegan a la mesa.
    Firmadas: SIMON.

    Ryu me confiesa, con la naturalidad de alguien que ya está rota por dentro:

    Ryu:
    —Es mi contacto. Encargos… cuestiones de sangre.

    Me pierdo en mis palabras y en mi tristeza.
    Sigo bebiendo.
    Y bebiendo.
    Y bebiendo.

    El mundo se vuelve pesado.
    Mi corazón, más.

    Ryu se levanta.

    Ryu:
    —Ahora vuelvo. No tardo.

    Pero cuando vuelve…

    Yo ya no estoy.

    Su respiración se corta.
    Pregunta a los primeros que encuentra, su tono gélido, amenazante, letal.

    Ellos retroceden.

    Moteros:
    —No sabemos nada… ¡quizá fue la loca de la moto!

    El color huye del rostro de Ryu.

    Ryu:
    —¿Mi moto?...

    Sale disparada fuera.

    Ahí estoy.
    En el suelo.
    Tambaleándome.
    La preciosa moto negra de Ryu hecha un amasijo de metal y vergüenza.

    Ryu me mira.
    No grita.
    No ruge.

    Ryu:
    —¿Estás herida?

    Solo eso.

    Comprueba mis rasguños.
    Suspira.
    Luego se vuelve hacia su moto…
    Esa moto que claramente amaba.
    La mira con un dolor silencioso.
    Un enfado que se convierte en un latigazo hacia sí misma.

    Ryu:
    —…será mejor que nos vayamos.

    Pide un taxi.
    Me lleva a su apartamento.
    En silencio.

    Al entrar me ofrece café.
    Yo, borracha perdida, voy directa al congelador, saco un helado y me dejo caer en su sofá, riéndome mientras lo lamo de forma indecorosa.
    Exagerada.
    Provocadora.
    Herida.

    Ryu se sienta delante.
    Me observa.
    Y yo sigo lamiendo el helado sin apartar los ojos de ella.

    El ambiente cambia.
    Se vuelve espeso, lento, cargado.

    No sé quién se inclinó primero.
    Tal vez las dos.
    Quizás fue inevitable.

    El helado termina en nuestras bocas.
    Se derrite entre nuestros labios.
    El beso es tierno y hambriento a la vez.
    El mundo desaparece.
    La ropa cae.
    Las manos arden.

    Pero en el fondo de mi alma…
    Surge un pensamiento que me quema.

    Akane.

    Lo haré para hacerle daño.
    Para que no vuelva a irse.
    Para que no me deje sola otra vez…

    Y entonces—

    Lili:
    —¡No!…
    N-no puedo…
    Perdóname…

    Ryu tiene las pupilas dilatadas por deseo y alcohol.
    Pero cuando me oye…
    Su expresión se rompe.

    Se muerde su propio brazo.
    Fuerte.
    Hasta sangrar.
    Para detenerse.
    Para no perder el control.

    Respira.
    Vuelve a ser ella.
    La loba que cuida antes de devorar.

    Ryu: (suave, rota un poco)
    —Voy a traerte una manta…
    Descansa, cachorrita.
    Te hace falta.

    Me hago pequeña.
    Una bolita.
    Hundida en mi propia culpa.
    Sintiendo que soy basura.

    Pero Ryu me cubre con la manta igualmente.
    Sin tocarme.
    Sin juzgarme.
    Sin marcharse.

    Solo…
    se queda.

    Aunque no me crea digna de ello.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La noche que casi me pierdo Llegamos a una zona industrial donde el aire huele a gasolina, óxido y pecado. Los moteros se agolpan como sombras vivas, tatuajes brillando bajo luces rojas y violetas, risas roncas, cadenas, humo. El caos perfecto para desaparecer dentro de él. Ryu avanza como si fuera la alfa del lugar. Y lo es. Parkea la moto en un hueco improvisado, apaga el motor de un golpe seco y dice: Ryu: —Deja el casco aquí. Nadie se va a atrever a tocarlo. Y tiene razón. Nos miran, sí. Pero nadie se acerca. Un par levantan la mano a modo de saludo respetuoso. Entramos al garito. Rock alto, olor a cerveza derramada y metal caliente. Ryu solo levanta dos dedos hacia el barman. Un gesto simple que funciona como llave. En segundos, un tipo enorme desaloja una mesa ocupada entre gritos y casi patadas. Deja dos jarras delante de nosotras. Pegajosas. Turbias. Frías. Ryu bebe como si necesitara apagar un incendio en la garganta. Yo la imito. El alcohol me golpea como un puñetazo. Asqueroso… pero refrescante. Hace calor, demasiado. Hablamos. O mejor dicho: yo hablo, ella escucha. Le cuento del jardín de sombras. De la oscuridad. De Akane. De mi miedo. De mi deseo de volver a verla. De que no sé cómo hacerlo sin romperme. Mientras tanto, varias notas dobladas llegan a la mesa. Firmadas: SIMON. Ryu me confiesa, con la naturalidad de alguien que ya está rota por dentro: Ryu: —Es mi contacto. Encargos… cuestiones de sangre. Me pierdo en mis palabras y en mi tristeza. Sigo bebiendo. Y bebiendo. Y bebiendo. El mundo se vuelve pesado. Mi corazón, más. Ryu se levanta. Ryu: —Ahora vuelvo. No tardo. Pero cuando vuelve… Yo ya no estoy. Su respiración se corta. Pregunta a los primeros que encuentra, su tono gélido, amenazante, letal. Ellos retroceden. Moteros: —No sabemos nada… ¡quizá fue la loca de la moto! El color huye del rostro de Ryu. Ryu: —¿Mi moto?... Sale disparada fuera. Ahí estoy. En el suelo. Tambaleándome. La preciosa moto negra de Ryu hecha un amasijo de metal y vergüenza. Ryu me mira. No grita. No ruge. Ryu: —¿Estás herida? Solo eso. Comprueba mis rasguños. Suspira. Luego se vuelve hacia su moto… Esa moto que claramente amaba. La mira con un dolor silencioso. Un enfado que se convierte en un latigazo hacia sí misma. Ryu: —…será mejor que nos vayamos. Pide un taxi. Me lleva a su apartamento. En silencio. Al entrar me ofrece café. Yo, borracha perdida, voy directa al congelador, saco un helado y me dejo caer en su sofá, riéndome mientras lo lamo de forma indecorosa. Exagerada. Provocadora. Herida. Ryu se sienta delante. Me observa. Y yo sigo lamiendo el helado sin apartar los ojos de ella. El ambiente cambia. Se vuelve espeso, lento, cargado. No sé quién se inclinó primero. Tal vez las dos. Quizás fue inevitable. El helado termina en nuestras bocas. Se derrite entre nuestros labios. El beso es tierno y hambriento a la vez. El mundo desaparece. La ropa cae. Las manos arden. Pero en el fondo de mi alma… Surge un pensamiento que me quema. Akane. Lo haré para hacerle daño. Para que no vuelva a irse. Para que no me deje sola otra vez… Y entonces— Lili: —¡No!… N-no puedo… Perdóname… Ryu tiene las pupilas dilatadas por deseo y alcohol. Pero cuando me oye… Su expresión se rompe. Se muerde su propio brazo. Fuerte. Hasta sangrar. Para detenerse. Para no perder el control. Respira. Vuelve a ser ella. La loba que cuida antes de devorar. Ryu: (suave, rota un poco) —Voy a traerte una manta… Descansa, cachorrita. Te hace falta. Me hago pequeña. Una bolita. Hundida en mi propia culpa. Sintiendo que soy basura. Pero Ryu me cubre con la manta igualmente. Sin tocarme. Sin juzgarme. Sin marcharse. Solo… se queda. Aunque no me crea digna de ello.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin
    //Gracias por tanto.

    La noche que casi me pierdo

    Llegamos a una zona industrial donde el aire huele a gasolina, óxido y pecado.
    Los moteros se agolpan como sombras vivas, tatuajes brillando bajo luces rojas y violetas, risas roncas, cadenas, humo.
    El caos perfecto para desaparecer dentro de él.

    Ryu avanza como si fuera la alfa del lugar.
    Y lo es.

    Parkea la moto en un hueco improvisado, apaga el motor de un golpe seco y dice:

    Ryu:
    —Deja el casco aquí. Nadie se va a atrever a tocarlo.

    Y tiene razón.
    Nos miran, sí.
    Pero nadie se acerca.
    Un par levantan la mano a modo de saludo respetuoso.

    Entramos al garito.
    Rock alto, olor a cerveza derramada y metal caliente.
    Ryu solo levanta dos dedos hacia el barman.
    Un gesto simple que funciona como llave.

    En segundos, un tipo enorme desaloja una mesa ocupada entre gritos y casi patadas.
    Deja dos jarras delante de nosotras.
    Pegajosas.
    Turbias.
    Frías.

    Ryu bebe como si necesitara apagar un incendio en la garganta.
    Yo la imito.

    El alcohol me golpea como un puñetazo.
    Asqueroso… pero refrescante.
    Hace calor, demasiado.

    Hablamos.
    O mejor dicho: yo hablo, ella escucha.
    Le cuento del jardín de sombras.
    De la oscuridad.
    De Akane.
    De mi miedo.
    De mi deseo de volver a verla.
    De que no sé cómo hacerlo sin romperme.

    Mientras tanto, varias notas dobladas llegan a la mesa.
    Firmadas: SIMON.

    Ryu me confiesa, con la naturalidad de alguien que ya está rota por dentro:

    Ryu:
    —Es mi contacto. Encargos… cuestiones de sangre.

    Me pierdo en mis palabras y en mi tristeza.
    Sigo bebiendo.
    Y bebiendo.
    Y bebiendo.

    El mundo se vuelve pesado.
    Mi corazón, más.

    Ryu se levanta.

    Ryu:
    —Ahora vuelvo. No tardo.

    Pero cuando vuelve…

    Yo ya no estoy.

    Su respiración se corta.
    Pregunta a los primeros que encuentra, su tono gélido, amenazante, letal.

    Ellos retroceden.

    Moteros:
    —No sabemos nada… ¡quizá fue la loca de la moto!

    El color huye del rostro de Ryu.

    Ryu:
    —¿Mi moto?...

    Sale disparada fuera.

    Ahí estoy.
    En el suelo.
    Tambaleándome.
    La preciosa moto negra de Ryu hecha un amasijo de metal y vergüenza.

    Ryu me mira.
    No grita.
    No ruge.

    Ryu:
    —¿Estás herida?

    Solo eso.

    Comprueba mis rasguños.
    Suspira.
    Luego se vuelve hacia su moto…
    Esa moto que claramente amaba.
    La mira con un dolor silencioso.
    Un enfado que se convierte en un latigazo hacia sí misma.

    Ryu:
    —…será mejor que nos vayamos.

    Pide un taxi.
    Me lleva a su apartamento.
    En silencio.

    Al entrar me ofrece café.
    Yo, borracha perdida, voy directa al congelador, saco un helado y me dejo caer en su sofá, riéndome mientras lo lamo de forma indecorosa.
    Exagerada.
    Provocadora.
    Herida.

    Ryu se sienta delante.
    Me observa.
    Y yo sigo lamiendo el helado sin apartar los ojos de ella.

    El ambiente cambia.
    Se vuelve espeso, lento, cargado.

    No sé quién se inclinó primero.
    Tal vez las dos.
    Quizás fue inevitable.

    El helado termina en nuestras bocas.
    Se derrite entre nuestros labios.
    El beso es tierno y hambriento a la vez.
    El mundo desaparece.
    La ropa cae.
    Las manos arden.

    Pero en el fondo de mi alma…
    Surge un pensamiento que me quema.

    Akane.

    Lo haré para hacerle daño.
    Para que no vuelva a irse.
    Para que no me deje sola otra vez…

    Y entonces—

    Lili:
    —¡No!…
    N-no puedo…
    Perdóname…

    Ryu tiene las pupilas dilatadas por deseo y alcohol.
    Pero cuando me oye…
    Su expresión se rompe.

    Se muerde su propio brazo.
    Fuerte.
    Hasta sangrar.
    Para detenerse.
    Para no perder el control.

    Respira.
    Vuelve a ser ella.
    La loba que cuida antes de devorar.

    Ryu: (suave, rota un poco)
    —Voy a traerte una manta…
    Descansa, cachorrita.
    Te hace falta.

    Me hago pequeña.
    Una bolita.
    Hundida en mi propia culpa.
    Sintiendo que soy basura.

    Pero Ryu me cubre con la manta igualmente.
    Sin tocarme.
    Sin juzgarme.
    Sin marcharse.

    Solo…
    se queda.

    Aunque no me crea digna de ello.
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    //Gracias por tanto.

    La noche que casi me pierdo

    Llegamos a una zona industrial donde el aire huele a gasolina, óxido y pecado.
    Los moteros se agolpan como sombras vivas, tatuajes brillando bajo luces rojas y violetas, risas roncas, cadenas, humo.
    El caos perfecto para desaparecer dentro de él.

    Ryu avanza como si fuera la alfa del lugar.
    Y lo es.

    Parkea la moto en un hueco improvisado, apaga el motor de un golpe seco y dice:

    Ryu:
    —Deja el casco aquí. Nadie se va a atrever a tocarlo.

    Y tiene razón.
    Nos miran, sí.
    Pero nadie se acerca.
    Un par levantan la mano a modo de saludo respetuoso.

    Entramos al garito.
    Rock alto, olor a cerveza derramada y metal caliente.
    Ryu solo levanta dos dedos hacia el barman.
    Un gesto simple que funciona como llave.

    En segundos, un tipo enorme desaloja una mesa ocupada entre gritos y casi patadas.
    Deja dos jarras delante de nosotras.
    Pegajosas.
    Turbias.
    Frías.

    Ryu bebe como si necesitara apagar un incendio en la garganta.
    Yo la imito.

    El alcohol me golpea como un puñetazo.
    Asqueroso… pero refrescante.
    Hace calor, demasiado.

    Hablamos.
    O mejor dicho: yo hablo, ella escucha.
    Le cuento del jardín de sombras.
    De la oscuridad.
    De Akane.
    De mi miedo.
    De mi deseo de volver a verla.
    De que no sé cómo hacerlo sin romperme.

    Mientras tanto, varias notas dobladas llegan a la mesa.
    Firmadas: SIMON.

    Ryu me confiesa, con la naturalidad de alguien que ya está rota por dentro:

    Ryu:
    —Es mi contacto. Encargos… cuestiones de sangre.

    Me pierdo en mis palabras y en mi tristeza.
    Sigo bebiendo.
    Y bebiendo.
    Y bebiendo.

    El mundo se vuelve pesado.
    Mi corazón, más.

    Ryu se levanta.

    Ryu:
    —Ahora vuelvo. No tardo.

    Pero cuando vuelve…

    Yo ya no estoy.

    Su respiración se corta.
    Pregunta a los primeros que encuentra, su tono gélido, amenazante, letal.

    Ellos retroceden.

    Moteros:
    —No sabemos nada… ¡quizá fue la loca de la moto!

    El color huye del rostro de Ryu.

    Ryu:
    —¿Mi moto?...

    Sale disparada fuera.

    Ahí estoy.
    En el suelo.
    Tambaleándome.
    La preciosa moto negra de Ryu hecha un amasijo de metal y vergüenza.

    Ryu me mira.
    No grita.
    No ruge.

    Ryu:
    —¿Estás herida?

    Solo eso.

    Comprueba mis rasguños.
    Suspira.
    Luego se vuelve hacia su moto…
    Esa moto que claramente amaba.
    La mira con un dolor silencioso.
    Un enfado que se convierte en un latigazo hacia sí misma.

    Ryu:
    —…será mejor que nos vayamos.

    Pide un taxi.
    Me lleva a su apartamento.
    En silencio.

    Al entrar me ofrece café.
    Yo, borracha perdida, voy directa al congelador, saco un helado y me dejo caer en su sofá, riéndome mientras lo lamo de forma indecorosa.
    Exagerada.
    Provocadora.
    Herida.

    Ryu se sienta delante.
    Me observa.
    Y yo sigo lamiendo el helado sin apartar los ojos de ella.

    El ambiente cambia.
    Se vuelve espeso, lento, cargado.

    No sé quién se inclinó primero.
    Tal vez las dos.
    Quizás fue inevitable.

    El helado termina en nuestras bocas.
    Se derrite entre nuestros labios.
    El beso es tierno y hambriento a la vez.
    El mundo desaparece.
    La ropa cae.
    Las manos arden.

    Pero en el fondo de mi alma…
    Surge un pensamiento que me quema.

    Akane.

    Lo haré para hacerle daño.
    Para que no vuelva a irse.
    Para que no me deje sola otra vez…

    Y entonces—

    Lili:
    —¡No!…
    N-no puedo…
    Perdóname…

    Ryu tiene las pupilas dilatadas por deseo y alcohol.
    Pero cuando me oye…
    Su expresión se rompe.

    Se muerde su propio brazo.
    Fuerte.
    Hasta sangrar.
    Para detenerse.
    Para no perder el control.

    Respira.
    Vuelve a ser ella.
    La loba que cuida antes de devorar.

    Ryu: (suave, rota un poco)
    —Voy a traerte una manta…
    Descansa, cachorrita.
    Te hace falta.

    Me hago pequeña.
    Una bolita.
    Hundida en mi propia culpa.
    Sintiendo que soy basura.

    Pero Ryu me cubre con la manta igualmente.
    Sin tocarme.
    Sin juzgarme.
    Sin marcharse.

    Solo…
    se queda.

    Aunque no me crea digna de ello.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 [Ryu] //Gracias por tanto. La noche que casi me pierdo Llegamos a una zona industrial donde el aire huele a gasolina, óxido y pecado. Los moteros se agolpan como sombras vivas, tatuajes brillando bajo luces rojas y violetas, risas roncas, cadenas, humo. El caos perfecto para desaparecer dentro de él. Ryu avanza como si fuera la alfa del lugar. Y lo es. Parkea la moto en un hueco improvisado, apaga el motor de un golpe seco y dice: Ryu: —Deja el casco aquí. Nadie se va a atrever a tocarlo. Y tiene razón. Nos miran, sí. Pero nadie se acerca. Un par levantan la mano a modo de saludo respetuoso. Entramos al garito. Rock alto, olor a cerveza derramada y metal caliente. Ryu solo levanta dos dedos hacia el barman. Un gesto simple que funciona como llave. En segundos, un tipo enorme desaloja una mesa ocupada entre gritos y casi patadas. Deja dos jarras delante de nosotras. Pegajosas. Turbias. Frías. Ryu bebe como si necesitara apagar un incendio en la garganta. Yo la imito. El alcohol me golpea como un puñetazo. Asqueroso… pero refrescante. Hace calor, demasiado. Hablamos. O mejor dicho: yo hablo, ella escucha. Le cuento del jardín de sombras. De la oscuridad. De Akane. De mi miedo. De mi deseo de volver a verla. De que no sé cómo hacerlo sin romperme. Mientras tanto, varias notas dobladas llegan a la mesa. Firmadas: SIMON. Ryu me confiesa, con la naturalidad de alguien que ya está rota por dentro: Ryu: —Es mi contacto. Encargos… cuestiones de sangre. Me pierdo en mis palabras y en mi tristeza. Sigo bebiendo. Y bebiendo. Y bebiendo. El mundo se vuelve pesado. Mi corazón, más. Ryu se levanta. Ryu: —Ahora vuelvo. No tardo. Pero cuando vuelve… Yo ya no estoy. Su respiración se corta. Pregunta a los primeros que encuentra, su tono gélido, amenazante, letal. Ellos retroceden. Moteros: —No sabemos nada… ¡quizá fue la loca de la moto! El color huye del rostro de Ryu. Ryu: —¿Mi moto?... Sale disparada fuera. Ahí estoy. En el suelo. Tambaleándome. La preciosa moto negra de Ryu hecha un amasijo de metal y vergüenza. Ryu me mira. No grita. No ruge. Ryu: —¿Estás herida? Solo eso. Comprueba mis rasguños. Suspira. Luego se vuelve hacia su moto… Esa moto que claramente amaba. La mira con un dolor silencioso. Un enfado que se convierte en un latigazo hacia sí misma. Ryu: —…será mejor que nos vayamos. Pide un taxi. Me lleva a su apartamento. En silencio. Al entrar me ofrece café. Yo, borracha perdida, voy directa al congelador, saco un helado y me dejo caer en su sofá, riéndome mientras lo lamo de forma indecorosa. Exagerada. Provocadora. Herida. Ryu se sienta delante. Me observa. Y yo sigo lamiendo el helado sin apartar los ojos de ella. El ambiente cambia. Se vuelve espeso, lento, cargado. No sé quién se inclinó primero. Tal vez las dos. Quizás fue inevitable. El helado termina en nuestras bocas. Se derrite entre nuestros labios. El beso es tierno y hambriento a la vez. El mundo desaparece. La ropa cae. Las manos arden. Pero en el fondo de mi alma… Surge un pensamiento que me quema. Akane. Lo haré para hacerle daño. Para que no vuelva a irse. Para que no me deje sola otra vez… Y entonces— Lili: —¡No!… N-no puedo… Perdóname… Ryu tiene las pupilas dilatadas por deseo y alcohol. Pero cuando me oye… Su expresión se rompe. Se muerde su propio brazo. Fuerte. Hasta sangrar. Para detenerse. Para no perder el control. Respira. Vuelve a ser ella. La loba que cuida antes de devorar. Ryu: (suave, rota un poco) —Voy a traerte una manta… Descansa, cachorrita. Te hace falta. Me hago pequeña. Una bolita. Hundida en mi propia culpa. Sintiendo que soy basura. Pero Ryu me cubre con la manta igualmente. Sin tocarme. Sin juzgarme. Sin marcharse. Solo… se queda. Aunque no me crea digna de ello.
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