• - El Emperador de china estaba camimado, por los largos pasillos del palacio la noche parecia muy tranquila mientras caminaba por alli-

    ¡Hao! , es muy silencioso esto y eso que es demaciado grande.
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  • — Se habían quedado dormidos, cuando finalmente el trabajo les había dado un descanso, al instante se organizaron para pasar todo el día juntos. Salieron, cenaron, hicieron alguna tontería y terminaron en casa de Daniel, como ya se estaba haciendo casi costumbre. Como era de esperarse, una vez puertas adentro, la desesperación por el cuerpo del otro floreció en un instante, empujándolos a la acción sin tenerle el más mínimo cuidado a lo demás.
    Se les fue el tiempo, siempre les pasaba cuando estaban juntos haciendo cualquier cosa, a Daniel no le importaba, sentía que últimamente podría dedicarle cada instante de su tiempo sin ningún remordimiento, era perfecto.

    Eventualmente se quedaron dormidos, pretendieron ver una película, pero el cansancio de sus cuerpos los derrotó en minutos. Estaban cansados por el largo día, pero no parecían cansarse de estar juntos, por eso, al despertar después de un rato, ya con los brazos adormecidos por la posición incómoda en el sofá, el más jóven murmuró algo sobre que se quedara esa noche, mientras se ponía de pie —aún adormilado— y se dirigía a la habitación tomándolo torpemente se la mano.

    Una vez allí ocurrieron dos cosas, que por separado no hubieran tenido ningún efecto, pero que juntas podían desatar unas cuantas intrigas en el mayor y un problema para Daniel.
    Dejó la luz encendida, a veces lo hacia, una tenue luz fría que armonizaba la habitación y, aún entre su sueño, se quitó la camiseta que llevaba — probablemente por el calor, una costumbre que ya tenía al dormir — y así se acostó al lado de su novio, quedando dormido al instante.

    Daniel dormía profundamente, tenía el sueño muy pesado y había que sacudirlo un poco para despertarlo, se encontraba boca abajo, con sus brazos debajo de la cabeza y el cuerpo semi destapado. Fue en esa posición, bajo la luz débil, que en la espalda del modelo podía distinguirse algo peculiar: dos marcas perfectamente simétricas, arriba y al centro, a ambos lados de la columna, allí parecían hacerse espejo y no se veían como manchas en la piel, tenían un ligero relieve, como cicatrices.

    Al ver eso cualquiera podría conectar un par de cables y entender porque Daniel siempre ocultaba su espalda, lo hacía de forma sutil, pero lo hacía. Restricciones en la ropa que modelaba, rechazos a sesiones en la playa, evitar en encaje y las aberturas, en la intimidad la luz siempre apagada, jamás le daba la espalda a Eunwoo cuando lo tenía muy cerca. Todo eso parecian pequeños descuidos o coincidencias, pero bajo análisis tenía sentido y es que no era algo fácil de ignorar si se veía, sobre todo en un modelo.

    El jóven y su novio nunca habían dormido juntos hasta entonces, al menos no se habían quedado a dormir juntos por las noches, por lo que tal descuido no sería posible hasta entonces, donde el jóven dormía tranquilamente, sin advertir nada de lo que pasaba en el mundo real.—

    Eunwoo Kim
    — Se habían quedado dormidos, cuando finalmente el trabajo les había dado un descanso, al instante se organizaron para pasar todo el día juntos. Salieron, cenaron, hicieron alguna tontería y terminaron en casa de Daniel, como ya se estaba haciendo casi costumbre. Como era de esperarse, una vez puertas adentro, la desesperación por el cuerpo del otro floreció en un instante, empujándolos a la acción sin tenerle el más mínimo cuidado a lo demás. Se les fue el tiempo, siempre les pasaba cuando estaban juntos haciendo cualquier cosa, a Daniel no le importaba, sentía que últimamente podría dedicarle cada instante de su tiempo sin ningún remordimiento, era perfecto. Eventualmente se quedaron dormidos, pretendieron ver una película, pero el cansancio de sus cuerpos los derrotó en minutos. Estaban cansados por el largo día, pero no parecían cansarse de estar juntos, por eso, al despertar después de un rato, ya con los brazos adormecidos por la posición incómoda en el sofá, el más jóven murmuró algo sobre que se quedara esa noche, mientras se ponía de pie —aún adormilado— y se dirigía a la habitación tomándolo torpemente se la mano. Una vez allí ocurrieron dos cosas, que por separado no hubieran tenido ningún efecto, pero que juntas podían desatar unas cuantas intrigas en el mayor y un problema para Daniel. Dejó la luz encendida, a veces lo hacia, una tenue luz fría que armonizaba la habitación y, aún entre su sueño, se quitó la camiseta que llevaba — probablemente por el calor, una costumbre que ya tenía al dormir — y así se acostó al lado de su novio, quedando dormido al instante. Daniel dormía profundamente, tenía el sueño muy pesado y había que sacudirlo un poco para despertarlo, se encontraba boca abajo, con sus brazos debajo de la cabeza y el cuerpo semi destapado. Fue en esa posición, bajo la luz débil, que en la espalda del modelo podía distinguirse algo peculiar: dos marcas perfectamente simétricas, arriba y al centro, a ambos lados de la columna, allí parecían hacerse espejo y no se veían como manchas en la piel, tenían un ligero relieve, como cicatrices. Al ver eso cualquiera podría conectar un par de cables y entender porque Daniel siempre ocultaba su espalda, lo hacía de forma sutil, pero lo hacía. Restricciones en la ropa que modelaba, rechazos a sesiones en la playa, evitar en encaje y las aberturas, en la intimidad la luz siempre apagada, jamás le daba la espalda a Eunwoo cuando lo tenía muy cerca. Todo eso parecian pequeños descuidos o coincidencias, pero bajo análisis tenía sentido y es que no era algo fácil de ignorar si se veía, sobre todo en un modelo. El jóven y su novio nunca habían dormido juntos hasta entonces, al menos no se habían quedado a dormir juntos por las noches, por lo que tal descuido no sería posible hasta entonces, donde el jóven dormía tranquilamente, sin advertir nada de lo que pasaba en el mundo real.— [whisper_scarlet_hawk_977]
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  • *La joven se encontraba en una pista de patinaje al aire libre, patinando un tanto entretenida ya que la misma no era de permanecer mucho tiempo tranquila y por ellos siempre buscaba que hacer*
    *La joven se encontraba en una pista de patinaje al aire libre, patinando un tanto entretenida ya que la misma no era de permanecer mucho tiempo tranquila y por ellos siempre buscaba que hacer*
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  • Tan tranquilo estaba el ambiente a esa hora de la madrugada. Silencio, completo silencio en medio de la gran urbe en Shibuya. Su distracción únicamente eran los faros de los automóviles que iluminaban las calles. Su mente comenzaba a entrar en un estado de paz, casi disociativo. Entre sus dedos sostenía un cigarro que llevó a su boca al doblar su brazo, atinó a suspirar y encendió el tabaco, caló tranquilamente y se quedó mirando a la nada. — Tsk, tanta miseria mundana... Creo que empiezo a acostumbrarme. —
    Tan tranquilo estaba el ambiente a esa hora de la madrugada. Silencio, completo silencio en medio de la gran urbe en Shibuya. Su distracción únicamente eran los faros de los automóviles que iluminaban las calles. Su mente comenzaba a entrar en un estado de paz, casi disociativo. Entre sus dedos sostenía un cigarro que llevó a su boca al doblar su brazo, atinó a suspirar y encendió el tabaco, caló tranquilamente y se quedó mirando a la nada. — Tsk, tanta miseria mundana... Creo que empiezo a acostumbrarme. —
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  • *Estaba todo bien, su padre hablando con el tranquilamente, hasta que repentinamente se fue, sin decir una sola palabra.*

    —... ¿Papá?...—

    *Abel no entendia que habia para que su padre se fuera tan repentinamente, ¿Que habia hecho mal?, pensaba.*
    *Estaba todo bien, su padre hablando con el tranquilamente, hasta que repentinamente se fue, sin decir una sola palabra.* —... ¿Papá?...— *Abel no entendia que habia para que su padre se fuera tan repentinamente, ¿Que habia hecho mal?, pensaba.*
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  • Rastros de tinta.
    Fandom Hololive/OC
    Categoría Otros
    Shiori Novella

    Nerissa no estaba de humor ¿Dónde diablos está Shiori? Todo era extraño, había desaparecido de la nada y sabiendo que eran fugitivas, le preocupaba en exceso que quizás haya ocurrido lo peor.

    Shiori le había contado a Nerissa sobre diferentes lugares donde se escondía, pero...

    — ¡¿Por qué no me pudo dar una dirección?! — Dijo algo enfadada.

    Shiori le había estado dejando pistas, por Dios ¿No era más fácil decirle la dirección de los lugares? Pero, por mucho que le frustrara, entendía la precaución de Shiori, siempre había sido precavida, y, aunque a veces le diera rabia, era la líder del grupo, tendría motivos para hacerlo así.

    — Cuando la encuentre, más le vale al menos decirme algo bonito... — Murmuró, suspirando.

    Tras seguir las pistas de Shiori durante un tiempo, hoy era el día... O eso esperaba Nerissa.

    Un bloque de apartamentos, menudo escondite, alzó la mirada, viendo las escaleras que tenía que subir. — No podría haber elegido un lugar peor. — Se quejó, bajó la mirada, derrotada ¿Tendría que subir escaleras?¿No había un ascensor? — Me estás haciendo trabajar mucho Shiori. — Realmente... Por mucho que se quejara, estaba preocupada.

    Profundamente preocupada.

    — En serio... ¿Estás bien? — Murmuró para sus adentros mientras subía la escaleras hasta finalmente alcanzar el piso que creía que era, solamente esperaba no haberse equivocado.

    Fue a la puerta indicada, metió la llave y... ¡Clic! — No me lo puedo creer, ha funcionado de verdad. — Otra vez, su mente prodigiosa daba frutos.

    Entró en el apartamento, todo estaba ordenado, quizás... Demasiado, como se nota que Shiori era archivista.

    Al cruzar hacia la sala, sus ojos se posaron inmediatamente sobre una libreta que había en la mesa... Se acercó tranquilamente y tomó asiento antes de tomar la libreta y abrirla para comenzar a leer. — Más te vale ser útil... —
    [specter_copper_horse_768] Nerissa no estaba de humor ¿Dónde diablos está Shiori? Todo era extraño, había desaparecido de la nada y sabiendo que eran fugitivas, le preocupaba en exceso que quizás haya ocurrido lo peor. Shiori le había contado a Nerissa sobre diferentes lugares donde se escondía, pero... — ¡¿Por qué no me pudo dar una dirección?! — Dijo algo enfadada. Shiori le había estado dejando pistas, por Dios ¿No era más fácil decirle la dirección de los lugares? Pero, por mucho que le frustrara, entendía la precaución de Shiori, siempre había sido precavida, y, aunque a veces le diera rabia, era la líder del grupo, tendría motivos para hacerlo así. — Cuando la encuentre, más le vale al menos decirme algo bonito... — Murmuró, suspirando. Tras seguir las pistas de Shiori durante un tiempo, hoy era el día... O eso esperaba Nerissa. Un bloque de apartamentos, menudo escondite, alzó la mirada, viendo las escaleras que tenía que subir. — No podría haber elegido un lugar peor. — Se quejó, bajó la mirada, derrotada ¿Tendría que subir escaleras?¿No había un ascensor? — Me estás haciendo trabajar mucho Shiori. — Realmente... Por mucho que se quejara, estaba preocupada. Profundamente preocupada. — En serio... ¿Estás bien? — Murmuró para sus adentros mientras subía la escaleras hasta finalmente alcanzar el piso que creía que era, solamente esperaba no haberse equivocado. Fue a la puerta indicada, metió la llave y... ¡Clic! — No me lo puedo creer, ha funcionado de verdad. — Otra vez, su mente prodigiosa daba frutos. Entró en el apartamento, todo estaba ordenado, quizás... Demasiado, como se nota que Shiori era archivista. Al cruzar hacia la sala, sus ojos se posaron inmediatamente sobre una libreta que había en la mesa... Se acercó tranquilamente y tomó asiento antes de tomar la libreta y abrirla para comenzar a leer. — Más te vale ser útil... —
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  • ((Escena para quien quiera entrar a rol ))

    Aquella tarde en París era hermosa. Hubiese sido un delito no aprovechar aquel hermoso sol, dando el clima unos días de tregua.

    El ángel salió a dar un paseo en su día libre. Pidió un café amargo para llevar y se dejó guiar por la marea que daba vida a aquella hermosa ciudad.

    Esperaba no ser reconocido; últimamente sus recientes trabajos le habían dado un poco de popularidad. Aunque confiaba en que en las fotos se viera lo suficientemente cambiado como para no llamar la atención por la calles.

    Caminaba tranquilamente, parándose en algún que otro show callejero. Daba igual la temperatura o clima que hiciera; siempre iba con sus guantes para evitar algún contacto desafortunado. Quería disfrutar la de la tarde sin que por accidente le restará tiempo de vida a aquella persona que hubiese sido tocada.
    ((Escena para quien quiera entrar a rol 💛)) Aquella tarde en París era hermosa. Hubiese sido un delito no aprovechar aquel hermoso sol, dando el clima unos días de tregua. El ángel salió a dar un paseo en su día libre. Pidió un café amargo para llevar y se dejó guiar por la marea que daba vida a aquella hermosa ciudad. Esperaba no ser reconocido; últimamente sus recientes trabajos le habían dado un poco de popularidad. Aunque confiaba en que en las fotos se viera lo suficientemente cambiado como para no llamar la atención por la calles. Caminaba tranquilamente, parándose en algún que otro show callejero. Daba igual la temperatura o clima que hiciera; siempre iba con sus guantes para evitar algún contacto desafortunado. Quería disfrutar la de la tarde sin que por accidente le restará tiempo de vida a aquella persona que hubiese sido tocada.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Loki Queen Ishtar La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
    [loki_q1] La perturbación Mi llegada no fue esperada. Pero tampoco pasó desapercibida. Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla. Sasha lo sintió. No como un ruido. No como una visión. Sino como una ofensa. El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo. Los pilares respondieron primero. Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir. Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra. No hubo preguntas. No las necesitaban. Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera. —Ryu. La respuesta no fue inmediata. Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila. —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso. Llegaría. Siempre llegaba. Pero a su manera. --- Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba. El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío. Lo ignoré. Había sobrevivido al Caos. Al corte. Un castillo no iba a detenerme. Pero entonces… algo rozó mi percepción. Me detuve. No fue hostilidad directa. Tampoco curiosidad humana. Era… presencia. Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás. Al lado. Sonreí, ladeando un poco la cabeza. —Así que no estoy sola… —murmuré. El viento cambió de dirección. La luz pareció vacilar un segundo. Sea lo que fuera, no pertenecía al camino… pero tampoco al castillo. Y eso lo hacía interesante.
    La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
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    La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
    La perturbación Mi llegada no fue esperada. Pero tampoco pasó desapercibida. Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla. Sasha lo sintió. No como un ruido. No como una visión. Sino como una ofensa. El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo. Los pilares respondieron primero. Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir. Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra. No hubo preguntas. No las necesitaban. Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera. —Ryu. La respuesta no fue inmediata. Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila. —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso. Llegaría. Siempre llegaba. Pero a su manera. --- Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba. El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío. Lo ignoré. Había sobrevivido al Caos. Al corte. Un castillo no iba a detenerme. Pero entonces… algo rozó mi percepción. Me detuve. No fue hostilidad directa. Tampoco curiosidad humana. Era… presencia. Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás. Al lado. Sonreí, ladeando un poco la cabeza. —Así que no estoy sola… —murmuré. El viento cambió de dirección. La luz pareció vacilar un segundo. Sea lo que fuera, no pertenecía al camino… pero tampoco al castillo. Y eso lo hacía interesante.
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  • "¿Qué?¿Acaso no puedo fumar tranquila? Si te molesta el humo, hay muchos lugares donde sentarse... ¿O es que quieres un cigarrillo?"
    "¿Qué?¿Acaso no puedo fumar tranquila? Si te molesta el humo, hay muchos lugares donde sentarse... ¿O es que quieres un cigarrillo?"
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