• Capítulo II — La Furia Silenciosa de la Adolescente Maldita

    A los dieciséis años, Luna no era una adolescente común. Mientras otras chicas aprendían a maquillarse o soñaban con amores de verano, ella ya había fundado una empresa internacional:
    NoxTech International, una firma de inteligencia artificial, vigilancia, armamento tecnológico y comercio internacional.

    Su abuelo la ayudó a abrir las puertas, pero fue su mente —afilada como un cristal roto— la que selló contratos, aplastó competencia y estableció alianzas con gobiernos sin rostro.
    A ojos del mundo, era una prodigio callada, excéntrica, con una mirada que nadie podía sostener por mucho tiempo. Su empresa se convirtió en su escudo, pero también en su arma.

    Sin embargo, conforme crecía su imperio… crecía ella.

    La maldición de las Tres Caras ya no se ocultaba fácilmente.

    Fase Humana (La Más Frágil)
    Durante el día, Luna usaba su “máscara humana”:
    Cabello blanco como el invierno, ojos marrones que reflejaban demasiado, y una piel cubierta de tatuajes que se movían lentamente, como serpientes dormidas bajo su piel.
    Era en esta fase donde sentía hambre, cansancio, e incluso algo parecido a soledad. En la humanidad estaba su herencia más débil, pero también la más dolorosa.

    Era en esta forma donde soñaba con su madre, con su risa, con sus manos cubriéndola del frío. Donde aún recordaba el olor de la leña y el canto de las aves en las montañas.

    Pero en cada despertar… volvía la ira.

    Fase Celestial (La Memoria del Padre)
    Durante la noche, bajo la luz de la luna llena o cuando tocaba la electricidad con las manos, su cuerpo cambiaba. Su piel brillaba en tonos dorados y azulados, sus ojos se volvían plateados, y una voz surgía de su garganta que no parecía humana: la voz del dios olvidado.

    En esta fase, Luna tenía visiones. Veía los pasillos del Reino Celestial, las traiciones, los banquetes manchados de sangre, y el momento exacto en que los dioses decretaron la desaparición de su padre.

    La fase celestial le daba conocimiento, clarividencia, control sobre la energía y el metal.
    Pero le arrebataba su cuerpo durante horas. A veces despertaba en ciudades que no conocía, hablando lenguas muertas.

    Fase Demoníaca (El Legado de la Maldición)
    La peor parte. La cara que no controlaba.

    Aparecía cuando sentía miedo extremo, ira profunda o culpa. Su cuerpo se retorcía, sus huesos se alargaban, su rostro se dividía en fisuras, y dos cuernos oscuros emergían.
    Su voz se transformaba en un eco rasgado. Sus ojos se teñían de rojo con una pupila vertical, y su sombra se alargaba como si estuviera viva.

    En esa fase, Luna no pensaba… sobrevivía.

    En más de una ocasión, sus enemigos desaparecieron sin dejar rastro. Rumores en la red oscura hablaban de una "dama blanca" que aparecía cuando te atrevías a tocar lo prohibido.
    A veces, ella misma se encontraba con sangre en las manos, sin recordar cómo llegó ahí.

    La Adolescente que Nadie Puede Amar
    Mientras su nombre se volvía leyenda en el mundo corporativo, Luna no podía tener amigos, ni amantes, ni aliados verdaderos.
    Cada intento de acercarse a alguien terminaba en una tragedia: pesadillas, fiebre, locura… o muerte.

    Los dioses habían sido crueles.
    No le bastaba con que nadie la adorara.
    También la habían condenado a destruir todo lo que tocara.

    Por eso, cuando Luna cumplió 18 años, tomó una decisión que selló su destino:

    “Si no puedo ser amada… seré temida.
    Si mi nombre no puede ser una plegaria… que sea una maldición.”

    Desde entonces, Luna ha trabajado desde las sombras, construyendo su red global de influencia, infiltrando templos antiguos, destruyendo cultos secretos, y descubriendo los nombres verdaderos de los dioses que la maldijeron.

    Porque la hija del dios olvidado no ha olvidado nada.
    Y sabe que, algún día, las tres caras de su maldición…
    se convertirán en armas.
    Capítulo II — La Furia Silenciosa de la Adolescente Maldita A los dieciséis años, Luna no era una adolescente común. Mientras otras chicas aprendían a maquillarse o soñaban con amores de verano, ella ya había fundado una empresa internacional: NoxTech International, una firma de inteligencia artificial, vigilancia, armamento tecnológico y comercio internacional. Su abuelo la ayudó a abrir las puertas, pero fue su mente —afilada como un cristal roto— la que selló contratos, aplastó competencia y estableció alianzas con gobiernos sin rostro. A ojos del mundo, era una prodigio callada, excéntrica, con una mirada que nadie podía sostener por mucho tiempo. Su empresa se convirtió en su escudo, pero también en su arma. Sin embargo, conforme crecía su imperio… crecía ella. La maldición de las Tres Caras ya no se ocultaba fácilmente. 🔹 Fase Humana (La Más Frágil) Durante el día, Luna usaba su “máscara humana”: Cabello blanco como el invierno, ojos marrones que reflejaban demasiado, y una piel cubierta de tatuajes que se movían lentamente, como serpientes dormidas bajo su piel. Era en esta fase donde sentía hambre, cansancio, e incluso algo parecido a soledad. En la humanidad estaba su herencia más débil, pero también la más dolorosa. Era en esta forma donde soñaba con su madre, con su risa, con sus manos cubriéndola del frío. Donde aún recordaba el olor de la leña y el canto de las aves en las montañas. Pero en cada despertar… volvía la ira. 🔸 Fase Celestial (La Memoria del Padre) Durante la noche, bajo la luz de la luna llena o cuando tocaba la electricidad con las manos, su cuerpo cambiaba. Su piel brillaba en tonos dorados y azulados, sus ojos se volvían plateados, y una voz surgía de su garganta que no parecía humana: la voz del dios olvidado. En esta fase, Luna tenía visiones. Veía los pasillos del Reino Celestial, las traiciones, los banquetes manchados de sangre, y el momento exacto en que los dioses decretaron la desaparición de su padre. La fase celestial le daba conocimiento, clarividencia, control sobre la energía y el metal. Pero le arrebataba su cuerpo durante horas. A veces despertaba en ciudades que no conocía, hablando lenguas muertas. 🔥 Fase Demoníaca (El Legado de la Maldición) La peor parte. La cara que no controlaba. Aparecía cuando sentía miedo extremo, ira profunda o culpa. Su cuerpo se retorcía, sus huesos se alargaban, su rostro se dividía en fisuras, y dos cuernos oscuros emergían. Su voz se transformaba en un eco rasgado. Sus ojos se teñían de rojo con una pupila vertical, y su sombra se alargaba como si estuviera viva. En esa fase, Luna no pensaba… sobrevivía. En más de una ocasión, sus enemigos desaparecieron sin dejar rastro. Rumores en la red oscura hablaban de una "dama blanca" que aparecía cuando te atrevías a tocar lo prohibido. A veces, ella misma se encontraba con sangre en las manos, sin recordar cómo llegó ahí. 🌒 La Adolescente que Nadie Puede Amar Mientras su nombre se volvía leyenda en el mundo corporativo, Luna no podía tener amigos, ni amantes, ni aliados verdaderos. Cada intento de acercarse a alguien terminaba en una tragedia: pesadillas, fiebre, locura… o muerte. Los dioses habían sido crueles. No le bastaba con que nadie la adorara. También la habían condenado a destruir todo lo que tocara. Por eso, cuando Luna cumplió 18 años, tomó una decisión que selló su destino: “Si no puedo ser amada… seré temida. Si mi nombre no puede ser una plegaria… que sea una maldición.” Desde entonces, Luna ha trabajado desde las sombras, construyendo su red global de influencia, infiltrando templos antiguos, destruyendo cultos secretos, y descubriendo los nombres verdaderos de los dioses que la maldijeron. Porque la hija del dios olvidado no ha olvidado nada. Y sabe que, algún día, las tres caras de su maldición… se convertirán en armas.
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • ¡NOTICIA DE ÚLTIMA HORA!
    Transmisión en vivo desde las inmediaciones del estadio de Mazda, Hiroshima


    "¡Caos, espuma y gritos en dialecto romano! Lo que parecía ser una tranquila celebración por la victoria del equipo local se ha convertido en una escena digna del Coliseo Romano. La responsable: una misteriosa rubia. Que estaba claramente bajo los efectos del alcohol y causó varios disturbios por el vecindario."

    Testigos afirman que la mujer, que responde al nombre de "Blondie Máxima" (según ella, emperatriz legítima de Roma y ahora de Hiroshima), irrumpió en la celebración gritando;

    "No tengo ni idea...hip, pero parece que lo rojo ganó! Y la bandera de Roma tiene color rojo...¿No? Significa que hay que beber!"

    La susodicha fue vista brindando con cerveza varias horas hasta confundir una estatua religiosa del templo con un antiguo senador romano, el asunto fue comprometido por las muchas obsenidades hacia dicha estatua.

    La policía local intentó detenerla, pero la susodicha pudo escapar entre la multitud del festejo. Las autoridades piden que si ven una rubia de entre unos 25-30 años bajo los efectos del alcohol causando problemas. Se pongan en contacto rápidamente.

    Ahora, el tiempo.

    | Vuelvo en un par de meses cuando dejen de buscar a Bee. Saludos a todos. (?
    📺 ¡NOTICIA DE ÚLTIMA HORA! 📍 Transmisión en vivo desde las inmediaciones del estadio de Mazda, Hiroshima 🔴🎤 "¡Caos, espuma y gritos en dialecto romano! Lo que parecía ser una tranquila celebración por la victoria del equipo local se ha convertido en una escena digna del Coliseo Romano. La responsable: una misteriosa rubia. Que estaba claramente bajo los efectos del alcohol y causó varios disturbios por el vecindario." Testigos afirman que la mujer, que responde al nombre de "Blondie Máxima" (según ella, emperatriz legítima de Roma y ahora de Hiroshima), irrumpió en la celebración gritando; "No tengo ni idea...hip, pero parece que lo rojo ganó! Y la bandera de Roma tiene color rojo...¿No? Significa que hay que beber!" La susodicha fue vista brindando con cerveza varias horas hasta confundir una estatua religiosa del templo con un antiguo senador romano, el asunto fue comprometido por las muchas obsenidades hacia dicha estatua. La policía local intentó detenerla, pero la susodicha pudo escapar entre la multitud del festejo. Las autoridades piden que si ven una rubia de entre unos 25-30 años bajo los efectos del alcohol causando problemas. Se pongan en contacto rápidamente. Ahora, el tiempo. | Vuelvo en un par de meses cuando dejen de buscar a Bee. Saludos a todos. (?
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝐔𝐧 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐯𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐚́𝐬.
    Fandom Genshin Impact, Fantasyverse
    Categoría Otros
    Se habían olvidado de ella, y los pocos que aún sabían su nombre la llamaban "Kairos", temían pronunciar su verdadero nombre 𝑰𝒔𝒕𝒂𝒓𝒐𝒕𝒉.

    Había salido a caminar por Teyvat, había posado sus pies desnudos en los dominios del arconte del viento, en las ruinas de lo que en algún momento fue un venerable templo, un templo donde se la reconocía.

    Sus dorados orbes se detuvieron en unos hilichurls que parecían danzar, adorando algo antiguo, una sonrisa apareció en sus labios. Sus pequeños... todavía pensaban en ella.

    Los vientos la mecieron hasta el punto que podía verles con suma claridad, aquellos que una vez fueron "civilizados", aquellos que alguna vez la adoraron.

    Moviendo su mano en una pequeña floritura pareció que los hilichurls tenían... ¿Forma humana? Solo fue un cambio momentáneo, casi solo unos instantes, 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝘩𝑎𝑏𝜄́𝑎 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑎𝑡𝑟𝑎́𝑠.
    Se habían olvidado de ella, y los pocos que aún sabían su nombre la llamaban "Kairos", temían pronunciar su verdadero nombre 𝑰𝒔𝒕𝒂𝒓𝒐𝒕𝒉. Había salido a caminar por Teyvat, había posado sus pies desnudos en los dominios del arconte del viento, en las ruinas de lo que en algún momento fue un venerable templo, un templo donde se la reconocía. Sus dorados orbes se detuvieron en unos hilichurls que parecían danzar, adorando algo antiguo, una sonrisa apareció en sus labios. Sus pequeños... todavía pensaban en ella. Los vientos la mecieron hasta el punto que podía verles con suma claridad, aquellos que una vez fueron "civilizados", aquellos que alguna vez la adoraron. Moviendo su mano en una pequeña floritura pareció que los hilichurls tenían... ¿Forma humana? Solo fue un cambio momentáneo, casi solo unos instantes, 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝘩𝑎𝑏𝜄́𝑎 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑎𝑡𝑟𝑎́𝑠.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Disculpa? Porque debería aceptar visitas incómodas, este es mi templo, mi hogar en donde almas y criaturas cómo tu, tan repugnantes, no es bien vista
    Disculpa? Porque debería aceptar visitas incómodas, este es mi templo, mi hogar en donde almas y criaturas cómo tu, tan repugnantes, no es bien vista
    Me gusta
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • ╔════ஓ๑༶๑ஓ════╗
    ❝ Ilitía.❞
    ╚════ஓ๑༶๑ஓ════╝

    ❝ Antes de la primera respiración,
    antes del primer latido,
    ya he caminado contigo.

    Soy la guardiana de lo invisible,
    la que asiste sin ser llamada en voz,
    pero siempre sentida en alma.

    No hay espada en mis manos,
    pero todo guerrero ha pasado por las mías.
    No hay altar que me contenga,
    porque mi templo es cada vientre,
    mi plegaria, cada nacimiento.

    Yo soy la calma que sostiene,
    la fuerza que no grita.
    El inicio... y el puente entre lo eterno y lo frágil. ❞
    ────────────ஓ๑༶๑ஓ──────────
    ╔════ஓ๑༶๑ஓ════╗ ❝ Ilitía.❞ ╚════ஓ๑༶๑ஓ════╝ ❝ Antes de la primera respiración, antes del primer latido, ya he caminado contigo. Soy la guardiana de lo invisible, la que asiste sin ser llamada en voz, pero siempre sentida en alma. No hay espada en mis manos, pero todo guerrero ha pasado por las mías. No hay altar que me contenga, porque mi templo es cada vientre, mi plegaria, cada nacimiento. Yo soy la calma que sostiene, la fuerza que no grita. El inicio... y el puente entre lo eterno y lo frágil. ❞ ────────────ஓ๑༶๑ஓ──────────
    Me gusta
    Me encocora
    6
    3 turnos 0 maullidos
  • Era el solsticio del quinto sol, el día marcado por los códices como el Juicio del Tezcatlipoca, el día en que los corazones serían sopesados por el humo negro que todo lo ve.

    El pueblo, temeroso y desnudo bajo los jirones del destino, observaba desde abajo, sabiendo que nadie saldría indemne. Desde las alturas, se escuchaba el retumbar de tambores hechos con piel de prisionero que golpeaban con fuerza y en ritmo. El humo de las antorchas se mezclaba con los cánticos guturales que invocaban a la Deidad, Tezcatlioca, el dios del espejo que refleja lo peor de cada hombre.

    Cuando el eclipse comenzó, el sol se tornó un ojo cerrado. Las aves huyeron, los perros dejaron de ladrar y gemían temerosos, los niños enmudecieron. El cielo se tornó rojo, luego gris opaco, y finalmente, negro como el abismo donde habita el Espejo Humeante.

    Desde la cima del templo, uno de los sacerdotes alzó los brazos con una daga de obsidiana, que parecía sangrar por voluntad propia. Su voz resonó:


    —¡Hoy el Tezcatlipoca se arrastra desde el humo para devorar a los débiles! ¡Hoy el juicio recae sobre nuestra sangre!

    Uno a uno, los elegidos subieron. Guerreros, doncellas, incluso nobles. Ninguno gritó. La daga silbaba en el aire, y los corazones ardientes eran alzados hacia el eclipse, como ofrendas para detener el olvido. Pero no fue suficiente... El eclipse no se detuvo.

    ...
    Era el solsticio del quinto sol, el día marcado por los códices como el Juicio del Tezcatlipoca, el día en que los corazones serían sopesados por el humo negro que todo lo ve. El pueblo, temeroso y desnudo bajo los jirones del destino, observaba desde abajo, sabiendo que nadie saldría indemne. Desde las alturas, se escuchaba el retumbar de tambores hechos con piel de prisionero que golpeaban con fuerza y en ritmo. El humo de las antorchas se mezclaba con los cánticos guturales que invocaban a la Deidad, Tezcatlioca, el dios del espejo que refleja lo peor de cada hombre. Cuando el eclipse comenzó, el sol se tornó un ojo cerrado. Las aves huyeron, los perros dejaron de ladrar y gemían temerosos, los niños enmudecieron. El cielo se tornó rojo, luego gris opaco, y finalmente, negro como el abismo donde habita el Espejo Humeante. Desde la cima del templo, uno de los sacerdotes alzó los brazos con una daga de obsidiana, que parecía sangrar por voluntad propia. Su voz resonó: —¡Hoy el Tezcatlipoca se arrastra desde el humo para devorar a los débiles! ¡Hoy el juicio recae sobre nuestra sangre! Uno a uno, los elegidos subieron. Guerreros, doncellas, incluso nobles. Ninguno gritó. La daga silbaba en el aire, y los corazones ardientes eran alzados hacia el eclipse, como ofrendas para detener el olvido. Pero no fue suficiente... El eclipse no se detuvo. ...
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Los días había pasado, apenas dos o tres a lo sumo. Las pesadillas de Kazuo eran cada vez más intensas, más vividas. El hermano de 𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆 seguía en una estancia indefinida en las termas cercanas al templo. Seguían muchos frentes abiertos.

    Sin embargo lo que más le preocupaba a Kazuo, aquello que le arrancaba el sueño, era el estado de Elizabeth. Saber que había tenido repetidos pinchazos de dolor en el vientre lo tenía muy intranquilo.

    Sin poder soportarlo más, fué en busca de Elizabeth. No necesitaba llamarla a voces, este era más que capaz de capar tu aroma y seguir el mismo. Finalmente sale fuera y la encuentra cerca del cerezo que se situaba en el centro del templo. Los estorninos cantaban desde sus ramas, como si se sintiesmran atraídos por la presencia de ella.

    Este camina hasta estar cerca, dedicándole una suave sonrisa. Tomó ambas manos con las suyas, tirando de estas para acercarla un poco a él.

    - Elizabeth... Quiero proponerte algo...- Comenzó a decir con un tono amable.

    - Me gustaría que bajaramos a la ciudad. Y encontrar una matrona sacerdotisa que te examine. No estoy tranquilo sabiendo que tienes esos pinchazos.- Dijo este acercándose más, hasta que la rodea con sus brazos, encajando su rostro entre su hombro y su cuello.

    - No se que tanto nos podrá decir. Dudo que sepa algo siendo un hijo concebido por un demonio y, no me siento cómodo revelándole ese dato . Pero creo que no estaré tranquilo hasta saber qué todo está bien. - Dijo en un susurro. Lo suficientemente alto para que lo pudiera escuchar.

    -Si ella no es capaz de decirnos algo buscaré a alguien en el mundo de los espíritus. Aún no sé cómo pero lo haré.- Dijo finalmente.

    Este se quedó ahí, abrazado a ella, aguardando su respuesta.
    Los días había pasado, apenas dos o tres a lo sumo. Las pesadillas de Kazuo eran cada vez más intensas, más vividas. El hermano de [Liz_bloodFlame] seguía en una estancia indefinida en las termas cercanas al templo. Seguían muchos frentes abiertos. Sin embargo lo que más le preocupaba a Kazuo, aquello que le arrancaba el sueño, era el estado de Elizabeth. Saber que había tenido repetidos pinchazos de dolor en el vientre lo tenía muy intranquilo. Sin poder soportarlo más, fué en busca de Elizabeth. No necesitaba llamarla a voces, este era más que capaz de capar tu aroma y seguir el mismo. Finalmente sale fuera y la encuentra cerca del cerezo que se situaba en el centro del templo. Los estorninos cantaban desde sus ramas, como si se sintiesmran atraídos por la presencia de ella. Este camina hasta estar cerca, dedicándole una suave sonrisa. Tomó ambas manos con las suyas, tirando de estas para acercarla un poco a él. - Elizabeth... Quiero proponerte algo...- Comenzó a decir con un tono amable. - Me gustaría que bajaramos a la ciudad. Y encontrar una matrona sacerdotisa que te examine. No estoy tranquilo sabiendo que tienes esos pinchazos.- Dijo este acercándose más, hasta que la rodea con sus brazos, encajando su rostro entre su hombro y su cuello. - No se que tanto nos podrá decir. Dudo que sepa algo siendo un hijo concebido por un demonio y, no me siento cómodo revelándole ese dato . Pero creo que no estaré tranquilo hasta saber qué todo está bien. - Dijo en un susurro. Lo suficientemente alto para que lo pudiera escuchar. -Si ella no es capaz de decirnos algo buscaré a alguien en el mundo de los espíritus. Aún no sé cómo pero lo haré.- Dijo finalmente. Este se quedó ahí, abrazado a ella, aguardando su respuesta.
    Me gusta
    Me shockea
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • *Aunque en los ultimos dias el frio era mas intenso que de costumbre, eso no impidió a Kaori realizar sus deberes como Kunoichi, patrullando las calles en busca de actividad, ella sentia que el duro entrenamiento en el templo le ayudaria a no caer ante el frio, ya que estaba acostumbrada a climas extremos, y estaba en lo correcto, ya que esa noche el frio no le afectó*

    *Lo que no contaba ella era que los dias siguientes si le harían efecto, Kaori se habria enfermado, ahora se encontraba dentro de su casa en su forma de Kitsune desatada, utilizando sus colas para manterse en calor*

    Quien me manda a mi a patrullar... a... achuu~
    *Aunque en los ultimos dias el frio era mas intenso que de costumbre, eso no impidió a Kaori realizar sus deberes como Kunoichi, patrullando las calles en busca de actividad, ella sentia que el duro entrenamiento en el templo le ayudaria a no caer ante el frio, ya que estaba acostumbrada a climas extremos, y estaba en lo correcto, ya que esa noche el frio no le afectó* *Lo que no contaba ella era que los dias siguientes si le harían efecto, Kaori se habria enfermado, ahora se encontraba dentro de su casa en su forma de Kitsune desatada, utilizando sus colas para manterse en calor* Quien me manda a mi a patrullar... a... achuu~
    Me encocora
    Me enjaja
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • - “La verdadera Luna no brilla”
    Luna no nació para ser adorada, aunque ese era su destino.
    Hija de una deidad olvidada y una humana moribunda, cargaba con un linaje maldito y divino. A sus espaldas, el mundo la llamaba "diosa", sin conocer la verdad detrás del velo.

    De día, era deslumbrante: piel pálida, cabello de plata, ojos como cristales de agua. La perfección hecha carne. Su belleza era una ilusión, una capa tejida con magia ancestral para ocultar lo que realmente era.

    Pero en la oscuridad…
    Cuando se miraba en el reflejo del río sagrado o cuando la luna llena tocaba su piel…
    Su rostro se quebraba.

    Aparecían los múltiples ojos: unos llorosos, otros vacíos. De sus mejillas colgaban fauces negras y húmedas, y sus uñas, largas y opacas, se curvaban como garras de bestia. Era aterradora incluso para sí misma.

    Y sin embargo…

    Aun con todo eso, seguía amando las cosas pequeñas.
    Escuchar historias de humanos, cuidar niños en secreto desde las sombras, dibujar constelaciones en las cuevas con luz de luciérnaga. Nadie sabía que la "diosa del eclipse" tenía el alma más bondadosa que los mismos ángeles del templo.

    Una vez dijo en voz baja:

    —“No soy bella. Soy verdad. Y la verdad a veces... da miedo.”

    Y así vivía Luna.
    Dividida entre el papel que el mundo esperaba que desempeñara y la criatura que realmente era.
    Esperando quizás, un día, ser vista tal cual es… y que alguien no huya al ver sus ojos múltiples, sino que diga:

    “Ahora sí veo tu divinidad.”

    - “La verdadera Luna no brilla” Luna no nació para ser adorada, aunque ese era su destino. Hija de una deidad olvidada y una humana moribunda, cargaba con un linaje maldito y divino. A sus espaldas, el mundo la llamaba "diosa", sin conocer la verdad detrás del velo. De día, era deslumbrante: piel pálida, cabello de plata, ojos como cristales de agua. La perfección hecha carne. Su belleza era una ilusión, una capa tejida con magia ancestral para ocultar lo que realmente era. Pero en la oscuridad… Cuando se miraba en el reflejo del río sagrado o cuando la luna llena tocaba su piel… Su rostro se quebraba. Aparecían los múltiples ojos: unos llorosos, otros vacíos. De sus mejillas colgaban fauces negras y húmedas, y sus uñas, largas y opacas, se curvaban como garras de bestia. Era aterradora incluso para sí misma. Y sin embargo… Aun con todo eso, seguía amando las cosas pequeñas. Escuchar historias de humanos, cuidar niños en secreto desde las sombras, dibujar constelaciones en las cuevas con luz de luciérnaga. Nadie sabía que la "diosa del eclipse" tenía el alma más bondadosa que los mismos ángeles del templo. Una vez dijo en voz baja: —“No soy bella. Soy verdad. Y la verdad a veces... da miedo.” Y así vivía Luna. Dividida entre el papel que el mundo esperaba que desempeñara y la criatura que realmente era. Esperando quizás, un día, ser vista tal cual es… y que alguien no huya al ver sus ojos múltiples, sino que diga: “Ahora sí veo tu divinidad.”
    Me gusta
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Recuerdos de un Zorro.

    Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2)


    "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera."

    Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre.

    Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar.

    Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles.

    Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos.

    Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma.

    Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas.

    Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido.

    Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo.

    En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad.

    "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro.

    Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó.

    Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario.

    La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella.

    Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo.

    Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla.

    Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí.

    Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth.

    Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo.
    ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos?
    Él no está aquí, no puede volver... ¿no?

    Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar.

    —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios.

    Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
    Recuerdos de un Zorro. Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2) "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera." Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre. Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar. Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles. Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos. Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma. Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas. Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido. Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo. En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad. "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro. Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó. Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario. La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella. Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo. Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla. Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí. Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth. Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo. ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos? Él no está aquí, no puede volver... ¿no? Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar. —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios. Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados