• Es hora del ritual de purificación..

    *Comentó mientras ya desnuda solo con conjuro escrito en la espalda, camino tranquila hasta adentrarse en el lago. *
    Es hora del ritual de purificación.. *Comentó mientras ya desnuda solo con conjuro escrito en la espalda, camino tranquila hasta adentrarse en el lago. *
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  • ¿Será que ya me volví oficialmente un viejo aburrido...? Necesito salir, conocer gente o al menos dejar de hablarle solo al celular.
















    // este es un llamado de emergencia(? Para buscarle amistades, rivales, familia (????, a mi Joonsey por milésima vez.

    Todos con los que solía interactuar se inactivaron o me abandonaron el rol, y en verdad me da pena abandonar esta acc.
    ¿Será que ya me volví oficialmente un viejo aburrido...? Necesito salir, conocer gente o al menos dejar de hablarle solo al celular. // este es un llamado de emergencia(? Para buscarle amistades, rivales, familia (????, a mi Joonsey por milésima vez. Todos con los que solía interactuar se inactivaron o me abandonaron el rol, y en verdad me da pena abandonar esta acc.
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  • — Huye. Escóndete. Protégete tras tus finos muros de cristal. La verdad eventualmente tirará tus murallas abajo y verás que no defenderse, nunca es una opción. —


    ᴼᵗʳᵃ ᵛᶦᶜᵗᵒʳᶦᵃ ᵖᵃʳᵃ ˡᵒˢ ᶠ*ᵏᶦⁿᵍ ᴿᵃⁿᵍᵉʳˢ
    — Huye. Escóndete. Protégete tras tus finos muros de cristal. La verdad eventualmente tirará tus murallas abajo y verás que no defenderse, nunca es una opción. — ᴼᵗʳᵃ ᵛᶦᶜᵗᵒʳᶦᵃ ᵖᵃʳᵃ ˡᵒˢ ᶠ*ᵏᶦⁿᵍ ᴿᵃⁿᵍᵉʳˢ
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  • Mira Salem , te voy a mostrar un secreto..

    - saca una foto antigua que tenía escondida entre su cuaderno de notas, de un hombre rubio con rasgos ingleses vistiendo uniforme militar. El gato miro la foto y luego a la mujer-

    Si , es Jack en sus años mozos, cuando era integrante de la KGB, nadie hasta la actualidad sabe cómo un inglés termino participando en el comité de seguridad.

    - el gato le maulla y luego coloca la pata en la fotografía -

    No de hecho no hay fotografía registradas está la salve antes de que volviera de misión.

    Jack: ahora se dónde está esa bendita foto..

    - entre el gato y la mujer se erizaron al escuchar la voz de Jack se presentó en la habitación sin emitir ni un ruido. Escondiendo la fotografía en el bolsillo , el hombre de cincuenta y algo alzó una ceja seriamente -

    Jack: hablé con el cónsul de Ucrania, y con el presidente de Rusia. Según lo que me solicitaste

    - la joven sonrió oscureciendo su mirada-

    Perfecto , que comience los juegos..
    Mira Salem , te voy a mostrar un secreto.. - saca una foto antigua que tenía escondida entre su cuaderno de notas, de un hombre rubio con rasgos ingleses vistiendo uniforme militar. El gato miro la foto y luego a la mujer- Si , es Jack en sus años mozos, cuando era integrante de la KGB, nadie hasta la actualidad sabe cómo un inglés termino participando en el comité de seguridad. - el gato le maulla y luego coloca la pata en la fotografía - No de hecho no hay fotografía registradas está la salve antes de que volviera de misión. Jack: ahora se dónde está esa bendita foto.. - entre el gato y la mujer se erizaron al escuchar la voz de Jack se presentó en la habitación sin emitir ni un ruido. Escondiendo la fotografía en el bolsillo , el hombre de cincuenta y algo alzó una ceja seriamente - Jack: hablé con el cónsul de Ucrania, y con el presidente de Rusia. Según lo que me solicitaste - la joven sonrió oscureciendo su mirada- Perfecto , que comience los juegos..
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  • jure..con sangre ,el mantenerme de ilusion...si estos astros hoy daran poder,a mi fuerza interior,soy quien protege a todo a quel viejo ritual ,me desconecte de aquel umbral de cualquier noche estelar ,hoy mis brazos,te querran a ti ,quiero escuchar tu voz ,mi cielo ,aunque duela debo darte esta opcion ,puedo darte todo y mucho mas ,o quieres verme suplicar ,ya mirame...ya mirame.....si queda algo que no sepa yo ,o ya no habra un nosotros dos ....y ven..y ven..mirame...

    jure..con sangre ,el mantenerme de ilusion...si estos astros hoy daran poder,a mi fuerza interior,soy quien protege a todo a quel viejo ritual ,me desconecte de aquel umbral de cualquier noche estelar ,hoy mis brazos,te querran a ti ,quiero escuchar tu voz ,mi cielo ,aunque duela debo darte esta opcion ,puedo darte todo y mucho mas ,o quieres verme suplicar ,ya mirame...ya mirame.....si queda algo que no sepa yo ,o ya no habra un nosotros dos ....y ven..y ven..mirame...
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  • — 𝐸𝑙 𝐴𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑉𝑒𝑙𝑜 𝐸𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜 —

    El teatro estaba vacío. Las butacas cubiertas por sábanas blancas, como tumbas de espectadores ausentes. El aire olía a polvo antiguo y a rosas secas. Solo el eco respiraba en ese lugar, caminando por las vigas como un gato hambriento.

    Y en el escenario...
    Johan.

    Vestido de terciopelo negro con bordes dorados. Sentado frente a un espejo alto, ovalado, de esos que no reflejan tanto como devuelven memorias. Frente a él, una mesa con frascos de maquillaje, máscaras apiladas, pelucas, anillos, guantes y vendas. Tantas veces había cambiado de rostro que sus dedos sabían maquillarlo con los ojos cerrados.
    Hoy le tocaba ser alguien nuevo. O quizás alguien olvidado.

    —¿Quién seré esta noche? —se preguntó, y la voz no tenía ni una pizca de ironía. Era real la duda. Terriblemente real.

    Le habló a su reflejo, pero su reflejo no le devolvió la palabra.
    Solo lo miró, paciente, como se mira a alguien que se sigue ahogando en un pozo donde ya no hay agua.

    Porque Johan ya fue todo.

    Fue dios en una tierra sin fe. Fue demonio donde solo quedaba culpa.
    Fue padre, verdugo, sanador, mártir, traidor, maestro, esclavo, amante, tumba.
    Fue cada cosa con la misma pasión con la que un adicto busca el próximo trago de sí mismo.

    Y ahora...
    Ahora no quedaba nada.

    Pero debía actuar. Porque el silencio también exige máscaras. Porque incluso cuando el universo se duerme, alguien tiene que mantener viva la ilusión de que la historia continúa.

    Tomó un anillo. Lo giró entre los dedos.
    Un objeto antiguo. Recuerdo de un rol que lo marcó... aunque ya no recordaba cuál.
    Solo sabía que alguien —algún Johan pasado— había amado con ese anillo. O tal vez traicionado.

    —Hoy seré un salvador que no cree en la salvación —murmuró, mientras se cubría la cara con polvo blanco—. O un farsante que, por una vez, dice la verdad.

    Y entonces sonrió.
    No con burla. Sino con esa melancolía digna de un monstruo que ha jugado a ser humano demasiadas veces... y se ha olvidado de qué vino primero.

    Se puso de pie.
    La luz del escenario lo abrazó como un ritual. No había público. No había obra. Pero había que actuar. Porque el teatro no necesita testigos. Solo necesita que alguien lo mantenga vivo.

    Y Johan siempre está dispuesto.
    A ser todo.
    A ser nada.
    A interpretar cualquier cosa, menos a sí mismo.
    — 𝐸𝑙 𝐴𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑉𝑒𝑙𝑜 𝐸𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜 — El teatro estaba vacío. Las butacas cubiertas por sábanas blancas, como tumbas de espectadores ausentes. El aire olía a polvo antiguo y a rosas secas. Solo el eco respiraba en ese lugar, caminando por las vigas como un gato hambriento. Y en el escenario... Johan. Vestido de terciopelo negro con bordes dorados. Sentado frente a un espejo alto, ovalado, de esos que no reflejan tanto como devuelven memorias. Frente a él, una mesa con frascos de maquillaje, máscaras apiladas, pelucas, anillos, guantes y vendas. Tantas veces había cambiado de rostro que sus dedos sabían maquillarlo con los ojos cerrados. Hoy le tocaba ser alguien nuevo. O quizás alguien olvidado. —¿Quién seré esta noche? —se preguntó, y la voz no tenía ni una pizca de ironía. Era real la duda. Terriblemente real. Le habló a su reflejo, pero su reflejo no le devolvió la palabra. Solo lo miró, paciente, como se mira a alguien que se sigue ahogando en un pozo donde ya no hay agua. Porque Johan ya fue todo. Fue dios en una tierra sin fe. Fue demonio donde solo quedaba culpa. Fue padre, verdugo, sanador, mártir, traidor, maestro, esclavo, amante, tumba. Fue cada cosa con la misma pasión con la que un adicto busca el próximo trago de sí mismo. Y ahora... Ahora no quedaba nada. Pero debía actuar. Porque el silencio también exige máscaras. Porque incluso cuando el universo se duerme, alguien tiene que mantener viva la ilusión de que la historia continúa. Tomó un anillo. Lo giró entre los dedos. Un objeto antiguo. Recuerdo de un rol que lo marcó... aunque ya no recordaba cuál. Solo sabía que alguien —algún Johan pasado— había amado con ese anillo. O tal vez traicionado. —Hoy seré un salvador que no cree en la salvación —murmuró, mientras se cubría la cara con polvo blanco—. O un farsante que, por una vez, dice la verdad. Y entonces sonrió. No con burla. Sino con esa melancolía digna de un monstruo que ha jugado a ser humano demasiadas veces... y se ha olvidado de qué vino primero. Se puso de pie. La luz del escenario lo abrazó como un ritual. No había público. No había obra. Pero había que actuar. Porque el teatro no necesita testigos. Solo necesita que alguien lo mantenga vivo. Y Johan siempre está dispuesto. A ser todo. A ser nada. A interpretar cualquier cosa, menos a sí mismo.
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  • *El ojo del dios demonio no brillaba con fuego, ni se agitaba con odio. Era sereno, casi humano... pero eso era lo más inquietante. Había una quietud en su mirada que no correspondía a ningún mortal. Como si hubiera visto incontables eras pasar, como si nada en este mundo pudiera sorprenderlo ya.
    La piel que lo rodeaba estaba marcada por el tiempo, pero no por el desgaste; eran huellas de viejas batallas, pactos rotos y silencios demasiado largos. Aquel ojo no buscaba a nadie… observaba, evaluaba, esperando el momento justo para actuar.
    No hablaba. No amenazaba. Solo miraba, y con eso bastaba para que hasta el más valiente dudara de su próximo paso.
    No era ira. No era furia. Era paciencia. Una paciencia inhumana, forjada en la eternidad.*
    *El ojo del dios demonio no brillaba con fuego, ni se agitaba con odio. Era sereno, casi humano... pero eso era lo más inquietante. Había una quietud en su mirada que no correspondía a ningún mortal. Como si hubiera visto incontables eras pasar, como si nada en este mundo pudiera sorprenderlo ya. La piel que lo rodeaba estaba marcada por el tiempo, pero no por el desgaste; eran huellas de viejas batallas, pactos rotos y silencios demasiado largos. Aquel ojo no buscaba a nadie… observaba, evaluaba, esperando el momento justo para actuar. No hablaba. No amenazaba. Solo miraba, y con eso bastaba para que hasta el más valiente dudara de su próximo paso. No era ira. No era furia. Era paciencia. Una paciencia inhumana, forjada en la eternidad.*
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  • Tatuar siempre me relaja por un rato
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  • [Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.]

    —¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada?
    Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección.
    Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo.

    (Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.)

    —Hay algo hermoso en el acto de romper.
    No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos.
    Las personas... son como estatuas mal talladas.
    Yo no destruyo. Yo libero.
    Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario.

    (Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.)

    —No te culpes por desearme.
    Todos lo hacen.
    No por quién soy… sino por lo que despierto.
    No soy un amante. No soy un salvador.
    Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa.
    Y lo sabés.
    Por eso siempre volvés.

    (Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.)

    —Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar.
    Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser…
    recordarás mi voz.
    Y entenderás que jamás tuviste elección.
    Porque yo…
    ya estoy dentro de vos.

    [Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.] —¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada? Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección. Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo. (Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.) —Hay algo hermoso en el acto de romper. No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos. Las personas... son como estatuas mal talladas. Yo no destruyo. Yo libero. Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario. (Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.) —No te culpes por desearme. Todos lo hacen. No por quién soy… sino por lo que despierto. No soy un amante. No soy un salvador. Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa. Y lo sabés. Por eso siempre volvés. (Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.) —Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar. Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser… recordarás mi voz. Y entenderás que jamás tuviste elección. Porque yo… ya estoy dentro de vos.
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  • (voz baja, pausada, como un suspiro):
    “Un nuevo día... aunque, a decir verdad, todos los días aquí se sienten igual. El reloj avanza, pero el tiempo... no cambia.”

    [Toma su cofia con delicadeza, la acomoda sobre su cabello plateado.]

    “Perfecto. Ni una arruga, ni una falla. Las apariencias son lo único que permanece intacto en esta casa... incluso cuando todo lo demás se descompone.”

    [Camina hacia la puerta del pasillo principal, sus dedos rozan la pared.]

    “El polvo ha regresado. Otra vez. Aunque lo limpie cien veces, siempre vuelve. Como los recuerdos…”

    [Se detiene frente a una ventana, mirando hacia el jardín abandonado.]

    “Las flores no han florecido desde hace… ¿cuánto ya? Bah, da igual. Aunque renacieran, ¿quién las admiraría? ¿Quién tendría el valor de cruzar ese umbral maldito?”

    [Suspira con calma, no con tristeza, sino con resignación aprendida.]

    “Poco importa. El té debe estar caliente antes de la primera hora. Las reglas deben cumplirse, incluso si nadie más las recuerda. Incluso si solo yo quedo para obedecerlas.”

    [Su mirada se endurece apenas un instante, antes de sonreír otra vez con suavidad.]

    “Sí… Un nuevo día. El mismo ritual. La misma soledad. Y sin embargo, aquí sigo. Porque mientras yo respire… esta casa no dormirá del todo."
    (voz baja, pausada, como un suspiro): “Un nuevo día... aunque, a decir verdad, todos los días aquí se sienten igual. El reloj avanza, pero el tiempo... no cambia.” [Toma su cofia con delicadeza, la acomoda sobre su cabello plateado.] “Perfecto. Ni una arruga, ni una falla. Las apariencias son lo único que permanece intacto en esta casa... incluso cuando todo lo demás se descompone.” [Camina hacia la puerta del pasillo principal, sus dedos rozan la pared.] “El polvo ha regresado. Otra vez. Aunque lo limpie cien veces, siempre vuelve. Como los recuerdos…” [Se detiene frente a una ventana, mirando hacia el jardín abandonado.] “Las flores no han florecido desde hace… ¿cuánto ya? Bah, da igual. Aunque renacieran, ¿quién las admiraría? ¿Quién tendría el valor de cruzar ese umbral maldito?” [Suspira con calma, no con tristeza, sino con resignación aprendida.] “Poco importa. El té debe estar caliente antes de la primera hora. Las reglas deben cumplirse, incluso si nadie más las recuerda. Incluso si solo yo quedo para obedecerlas.” [Su mirada se endurece apenas un instante, antes de sonreír otra vez con suavidad.] “Sí… Un nuevo día. El mismo ritual. La misma soledad. Y sin embargo, aquí sigo. Porque mientras yo respire… esta casa no dormirá del todo."
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