• "La Casa Negra".

    Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar.

    — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor...

    El bar queda en buenas manos.

    Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo.

    Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom.

    Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales".

    — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada.

    "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa.

    Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético.

    — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias.

    Ese es el residuo liminal que estaba buscando.

    El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico.

    — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole.

    El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino.

    Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida.

    Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas.

    — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento.

    Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición.

    #ElBrujoCojo ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂
    "La Casa Negra". Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar. — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor... El bar queda en buenas manos. Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo. Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom. Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales". — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada. "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa. Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético. — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias. Ese es el residuo liminal que estaba buscando. El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico. — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole. El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino. Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida. Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas. — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento. Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición. #ElBrujoCojo [TheCrow]
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  • Recuerdo la primera vez que mis manos extinguieron una vida. Y como un tren de ideas, ese recuerdo siempre termina por llevarme a otro.

    "Los otros niños no me creen cuando les digo que somos de «esos» Colton", sollozaba yo. Tendría cinco o seis años. Abue Gaby curaba mis heridas, hacía lo que podía porque yo me resistía al ardor del antiséptico.

    "No importa lo que piensen ellos", dijo ella. "Mientras tú sepas quién eres".

    Volví a poner atención a la televisión. "Colton", un nombre que imponía respeto, que significaba poder. Era el nombre de la empresa en la pantalla, el de sus directivos, y según Abue, éramos parte de ellos.

    ¿Por qué vivía esa gente llena de lujos y opulencia, mientras que Abue y yo estábamos confinadas a una vida de carencia, miseria y tragedia? ¿Realmente éramos de los mismos Colton, o sólo lo decía cuando quería verme sonreír?

    "Soy una Colton", era mi manera favorita de lidiar con todo. Convencida de que era parte de algo más grande, de que un día llegaría una limosina a ese pueblucho y hombres con trajes elegantes me sacarían de ahí. "Esta no es mi verdadera vida".

    Ridículo, claro. Era mi vida y lo sigue siendo.

    Abue Gaby terminaría explicándome todo. El cómo le arrebataron a su hija. El cómo ella amenazó con hacer públicas las aberrantes cosas que los Colton habían hecho. El cómo fue enviada a un asilo mental, y después, confinada al otro lado del mundo. Perdió todo lo que amaba a manos de quienes se hacían llamar su carne y sangre.

    Como un bucle, un recuerdo me lleva a otro. Las risas de los niños, mis rodillas ensangrentadas, los hombres de traje en la tele, la historia de Abue... y el día en que la limosina por fin llegó a nuestra puerta.

    El día en el que extinguí la flama de una vida por primera vez.

    Así que sí, soy una Colton. La única que queda.
    Recuerdo la primera vez que mis manos extinguieron una vida. Y como un tren de ideas, ese recuerdo siempre termina por llevarme a otro. "Los otros niños no me creen cuando les digo que somos de «esos» Colton", sollozaba yo. Tendría cinco o seis años. Abue Gaby curaba mis heridas, hacía lo que podía porque yo me resistía al ardor del antiséptico. "No importa lo que piensen ellos", dijo ella. "Mientras tú sepas quién eres". Volví a poner atención a la televisión. "Colton", un nombre que imponía respeto, que significaba poder. Era el nombre de la empresa en la pantalla, el de sus directivos, y según Abue, éramos parte de ellos. ¿Por qué vivía esa gente llena de lujos y opulencia, mientras que Abue y yo estábamos confinadas a una vida de carencia, miseria y tragedia? ¿Realmente éramos de los mismos Colton, o sólo lo decía cuando quería verme sonreír? "Soy una Colton", era mi manera favorita de lidiar con todo. Convencida de que era parte de algo más grande, de que un día llegaría una limosina a ese pueblucho y hombres con trajes elegantes me sacarían de ahí. "Esta no es mi verdadera vida". Ridículo, claro. Era mi vida y lo sigue siendo. Abue Gaby terminaría explicándome todo. El cómo le arrebataron a su hija. El cómo ella amenazó con hacer públicas las aberrantes cosas que los Colton habían hecho. El cómo fue enviada a un asilo mental, y después, confinada al otro lado del mundo. Perdió todo lo que amaba a manos de quienes se hacían llamar su carne y sangre. Como un bucle, un recuerdo me lleva a otro. Las risas de los niños, mis rodillas ensangrentadas, los hombres de traje en la tele, la historia de Abue... y el día en que la limosina por fin llegó a nuestra puerta. El día en el que extinguí la flama de una vida por primera vez. Así que sí, soy una Colton. La única que queda.
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  • Al borde del risco donde las olas golpean los grandes muros, salpicando aún más alto como si rogaran llegar al cielo, se levanta con orgullo el gran templo del Dios del mar. Tan vasto para albergar la fortuna de los más fieles que aún teniendo un viaje difícil sobre los suelos pedregosos y por tramos de piedra liza por su constante riego de agua, cargan a sus espaldas o sobre literas grandes cantidades de oro solo para solicitar que su Deidad marítima los vea con gracia.

    Una mirada de este Dios pude asegurar el viaje seguro de sus grandes embarcaciones y las cargas de estos, pues quien no pague el precio, sólo encontrará tempestad que sin piedad hará a las olas tragar los barcos y marineros, muchas vidas se perderían si no se sigue este constante ritual.

    El templo pareciera estar fuera del alcance mortal, marcando profundamente la diferencia entre la Deidad y sus seguidores, pues sólo así estos no olvidaran a quien pedir fortuna.

    Las grandes puertas de roble se abren para dar bienvenida a los fieles, dentro se encuentra una gran pileta de agua y al centro de esta la verdad del porque un templo tan vastó pues la figura de piedra del Dios Shi se levanta, su rostro tallado en piedra muestra una expresión llena de calma e indiferencia, mientras que en la mano diestra descansa un abanico con las iniciales de "maestro del agua", la izquierda descansa al frente con la palma totalmente expuesta, las tunicas fueron esculpidas para asimilar una marea continua.
    El templo con cortinas azules y blancas se mecen al son del viento fresco que trae consigo el aroma de incienso, ya que hay al menos veinte inciensarios por todo el lugar. Cada una de estas varas carga una petición que se levantan al cielo.

    Aqui es donde debes depositar tus deseos, pedir con fé y respeto, pide fortuna y un buen viaje entonces si el Dios te encuentra agradable, te ofrecerá su buena voluntad.
    Al borde del risco donde las olas golpean los grandes muros, salpicando aún más alto como si rogaran llegar al cielo, se levanta con orgullo el gran templo del Dios del mar. Tan vasto para albergar la fortuna de los más fieles que aún teniendo un viaje difícil sobre los suelos pedregosos y por tramos de piedra liza por su constante riego de agua, cargan a sus espaldas o sobre literas grandes cantidades de oro solo para solicitar que su Deidad marítima los vea con gracia. Una mirada de este Dios pude asegurar el viaje seguro de sus grandes embarcaciones y las cargas de estos, pues quien no pague el precio, sólo encontrará tempestad que sin piedad hará a las olas tragar los barcos y marineros, muchas vidas se perderían si no se sigue este constante ritual. El templo pareciera estar fuera del alcance mortal, marcando profundamente la diferencia entre la Deidad y sus seguidores, pues sólo así estos no olvidaran a quien pedir fortuna. Las grandes puertas de roble se abren para dar bienvenida a los fieles, dentro se encuentra una gran pileta de agua y al centro de esta la verdad del porque un templo tan vastó pues la figura de piedra del Dios Shi se levanta, su rostro tallado en piedra muestra una expresión llena de calma e indiferencia, mientras que en la mano diestra descansa un abanico con las iniciales de "maestro del agua", la izquierda descansa al frente con la palma totalmente expuesta, las tunicas fueron esculpidas para asimilar una marea continua. El templo con cortinas azules y blancas se mecen al son del viento fresco que trae consigo el aroma de incienso, ya que hay al menos veinte inciensarios por todo el lugar. Cada una de estas varas carga una petición que se levantan al cielo. Aqui es donde debes depositar tus deseos, pedir con fé y respeto, pide fortuna y un buen viaje entonces si el Dios te encuentra agradable, te ofrecerá su buena voluntad.
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  • Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
    Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
    y caricias sin alma.

    Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
    y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.

    Por mucho que trates de fardar virilidad,
    o de usar tu sensualidad como moneda,
    lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
    Tu carne es ruido.
    Tu deseo, una fuga.
    Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.

    Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
    Te crees libre por usar tu cuerpo,
    pero no eres más que esclavo de él.

    Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
    la ausencia de pensamiento,
    la falta de esencia.
    Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.

    Así que baila, ríe, presume.
    Hazlo todo.
    Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
    Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
    yo estaré lista. Tijeras en mano.
    Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas. Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías y caricias sin alma. Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama, y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría. Por mucho que trates de fardar virilidad, o de usar tu sensualidad como moneda, lo único que haces es perder la dignidad en cada intento. Tu carne es ruido. Tu deseo, una fuga. Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir. Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo. Te crees libre por usar tu cuerpo, pero no eres más que esclavo de él. Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar: la ausencia de pensamiento, la falta de esencia. Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe. Así que baila, ríe, presume. Hazlo todo. Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar. Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene… yo estaré lista. Tijeras en mano.
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  • *Mirando una foto, aparece Shinn.*

    -No hay rastro de ella... por ningún lado...

    *Los recuerdos vuelan. Da un suspiro.*

    -Sólo espero... Que esté bien, donde quiera que esté...
    *Mirando una foto, aparece Shinn.* -No hay rastro de ella... por ningún lado... *Los recuerdos vuelan. Da un suspiro.* -Sólo espero... Que esté bien, donde quiera que esté...
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  • Las antorchas azules titilaban suavemente en las paredes de ónice. El gran salón del Inframundo, vasto como una caverna sagrada, estaba colmado de almas expectantes. Perséfone, vestida con sus mantos de noche y de flor, ascendió con la calma majestuosa que solo poseen las que han cruzado todos los umbrales. Y entonces, con voz clara, comenzó:

    —Hijos de la sombra. Vosotros, que camináis entre la memoria y el silencio, escuchadme. Hoy no os hablo como diosa, sino como mujer. Como madre. Como reina por elección, no por imposición.

    Sus ojos, verdes como la promesa de la primavera, se posaron suavemente sobre la multitud.

    —Fui hija de la tierra y del cielo, criada en los campos donde cantan las estaciones. Y fui traída aquí por vuestro Rey, Hades, señor de los silencios eternos. Muchos han cantado que fue un rapto… y sí, lo fue. Pero también fue un inicio. Un viaje hacia lo desconocido, donde no encontré prisión, sino un nuevo rostro del amor.

    Su voz no se quebró, pero se volvió más íntima, como una confesión antigua.

    —A su lado no fui sombra ni adorno. Fui su reina. Su igual. Y en ese pacto que se forjó no en fuego, sino en paciencia y verdad, nació la vida más inesperada: nuestro hijo, Zagreus. Y más tarde, nuestra hija: Melínoe.

    Una suave corriente de asombro recorrió las ánimas al escuchar ese nombre sagrado.

    —Melínoe… la que camina entre los sueños y los terrores. Portadora de los misterios. Ella es la luz que recorre los túneles del subconsciente, la guardiana de los límites entre lo que somos y lo que tememos ser. Nació de mí como tú naciste de la vida, y en ella vive lo mejor de este reino y lo mejor de mí.

    Perséfone dio un paso adelante, su manto rozando el suelo como una ola de noche.

    —Muchos creen que el Inframundo es sólo castigo. Que es el fin. Yo os digo esto: también es principio. Aquí he sido amada, aquí he dado vida, aquí he reinado no con cadenas, sino con raíces. Y si alguna vez dudáis de la belleza que puede brotar en medio de la oscuridad, pensad en mis hijos. En Melínoe, en Zagreus. Frutos de una unión que no nació del miedo, sino del tiempo y la verdad.

    Elevó una mano, como si pudiera sostener el peso de sus palabras en el aire.

    —Yo no cambiaría nada. Ni el rapto. Ni la roca. Ni el invierno. Porque en todo eso estaba escrita la semilla de lo que soy hoy. Reina. Madre. Mujer de dos mundos.

    Una pausa. Y luego, su voz, con la fuerza de un juramento:

    —No temáis a la sombra. No huyáis del abismo. Porque si yo florecí aquí, también vosotros podéis. Si yo amé aquí, también vosotros podéis ser amados. Este reino no es olvido. Es transformación. Es renacimiento. Y mientras mi voz resuene en estas cámaras, que sepáis esto: no estáis solos. Yo os veo. Yo os guardo. Yo os acojo.

    Y con un leve gesto, como quien bendice sin palabras, descendió un escalón del estrado.
    Las ánimas, sin aliento, permanecieron en silencio largo rato. No por miedo.
    Sino por reverencia.
    Las antorchas azules titilaban suavemente en las paredes de ónice. El gran salón del Inframundo, vasto como una caverna sagrada, estaba colmado de almas expectantes. Perséfone, vestida con sus mantos de noche y de flor, ascendió con la calma majestuosa que solo poseen las que han cruzado todos los umbrales. Y entonces, con voz clara, comenzó: —Hijos de la sombra. Vosotros, que camináis entre la memoria y el silencio, escuchadme. Hoy no os hablo como diosa, sino como mujer. Como madre. Como reina por elección, no por imposición. Sus ojos, verdes como la promesa de la primavera, se posaron suavemente sobre la multitud. —Fui hija de la tierra y del cielo, criada en los campos donde cantan las estaciones. Y fui traída aquí por vuestro Rey, Hades, señor de los silencios eternos. Muchos han cantado que fue un rapto… y sí, lo fue. Pero también fue un inicio. Un viaje hacia lo desconocido, donde no encontré prisión, sino un nuevo rostro del amor. Su voz no se quebró, pero se volvió más íntima, como una confesión antigua. —A su lado no fui sombra ni adorno. Fui su reina. Su igual. Y en ese pacto que se forjó no en fuego, sino en paciencia y verdad, nació la vida más inesperada: nuestro hijo, Zagreus. Y más tarde, nuestra hija: Melínoe. Una suave corriente de asombro recorrió las ánimas al escuchar ese nombre sagrado. —Melínoe… la que camina entre los sueños y los terrores. Portadora de los misterios. Ella es la luz que recorre los túneles del subconsciente, la guardiana de los límites entre lo que somos y lo que tememos ser. Nació de mí como tú naciste de la vida, y en ella vive lo mejor de este reino y lo mejor de mí. Perséfone dio un paso adelante, su manto rozando el suelo como una ola de noche. —Muchos creen que el Inframundo es sólo castigo. Que es el fin. Yo os digo esto: también es principio. Aquí he sido amada, aquí he dado vida, aquí he reinado no con cadenas, sino con raíces. Y si alguna vez dudáis de la belleza que puede brotar en medio de la oscuridad, pensad en mis hijos. En Melínoe, en Zagreus. Frutos de una unión que no nació del miedo, sino del tiempo y la verdad. Elevó una mano, como si pudiera sostener el peso de sus palabras en el aire. —Yo no cambiaría nada. Ni el rapto. Ni la roca. Ni el invierno. Porque en todo eso estaba escrita la semilla de lo que soy hoy. Reina. Madre. Mujer de dos mundos. Una pausa. Y luego, su voz, con la fuerza de un juramento: —No temáis a la sombra. No huyáis del abismo. Porque si yo florecí aquí, también vosotros podéis. Si yo amé aquí, también vosotros podéis ser amados. Este reino no es olvido. Es transformación. Es renacimiento. Y mientras mi voz resuene en estas cámaras, que sepáis esto: no estáis solos. Yo os veo. Yo os guardo. Yo os acojo. Y con un leve gesto, como quien bendice sin palabras, descendió un escalón del estrado. Las ánimas, sin aliento, permanecieron en silencio largo rato. No por miedo. Sino por reverencia.
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  • Cuartel Bravo-1.
    Sala de Interrogatorio.
    Hora: 13:23.

    El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica.

    El capitán Delacroix tomó la palabra.

    — Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo?

    Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano.

    — Lo que dije —Viper insistió.

    Delacroix golpeó la mesa con la palma.

    — No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe.

    Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente.

    — La casa se los llevó.

    Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida.

    Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio.

    — La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja?

    Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad.

    No le importaba.

    Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna.

    Eso sí le importaba.

    — ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga.

    Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro.

    — Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies.

    Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena.

    No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior.

    — La casa se los tragó.

    Firmó su sentencia.

    Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala.

    — Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión.

    Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño.

    — ¿Qué demonios...?

    Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó.

    — Sargento, ¿Qué fue lo que vio?

    El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala.

    — La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez.

    — ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto?

    Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando.

    — ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted?

    Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder.

    — Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía.

    El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas?

    — Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar.

    La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar.

    — Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí.

    Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente.

    Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque.

    — Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas.

    El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad...

    — Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas.

    El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas.
    Su equipo estaba ahí, al final de la lista.

    En ese momento, Viper ató cabos.

    La Frontera. The Animals. Wolf ᴬᵁ . Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf.

    El hombre de negro sonrió triunfal.

    — Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización.

    — No —Viper fue implacable.

    — Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-.

    Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
    Cuartel Bravo-1. Sala de Interrogatorio. Hora: 13:23. El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica. El capitán Delacroix tomó la palabra. — Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo? Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano. — Lo que dije —Viper insistió. Delacroix golpeó la mesa con la palma. — No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe. Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente. — La casa se los llevó. Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida. Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio. — La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja? Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad. No le importaba. Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna. Eso sí le importaba. — ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga. Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro. — Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies. Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena. No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior. — La casa se los tragó. Firmó su sentencia. Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala. — Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión. Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño. — ¿Qué demonios...? Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó. — Sargento, ¿Qué fue lo que vio? El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala. — La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez. — ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto? Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando. — ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted? Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder. — Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía. El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas? — Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar. La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar. — Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí. Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente. Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque. — Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas. El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad... — Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas. El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas. Su equipo estaba ahí, al final de la lista. En ese momento, Viper ató cabos. La Frontera. The Animals. [Wolfy]. Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf. El hombre de negro sonrió triunfal. — Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización. — No —Viper fue implacable. — Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-. Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
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  • Entonces susurro el salmo de tu nombre. Me pregunto cuántas veces no te vi arrodillado ante mi tempestad hecha templo reverdecido con lo hipócrita de los santos que no son más que bufones de otras tierras que no silban al morir.

    Materializo mis manos con los estigmas del dios en el que crees; pulcritud en tus vestires, pronuncio tu nombre como el amante que reta a la vida por retener de vuelta a lo inexplorado; pero te exploro como un lienzo en filoso paganismo. Tarareo una melodía de jauría de lobos; un maullido, ronroneo a la espera de tu espuelas talladas en mi carne; porque cuando me hago corporeidad; brindo gotas de savia vitae en tu boca que se asemeja al cáliz que tanto tu religión busca con delirio.

    Pero tú, eres cáliz y mis prudencias se persignan con tu gozo. Suspiro y degollo tu cuerpo con el éxtasis al que pretendo someterte. Me hundo en tu virginidad; sé que soy el primero y el único, pero sé que te has tocado en el nombre de mi nombre.

    Me conociste como una lluvia de plata; de impura llama; llano recuerdo desde que fuiste mío bajo los árboles de cerezos donde me atreví a retarte y a emborracharte con la lumbre de mi ombligo hecho oro de pretensiones sólo nacidas de la inocencia de haberte hallado.

    Delineo el abad de tus muñecas, busco tensar la humanidad que no es tuya; porque hace mucho tiempo mi simiente te dejó fluir. Torpe alimaña que soy, te busco entre mis ritos y rasgo tu piel con sigilos prohibidos. Este no es el fin, es la mañana, la tarde y la noche hechas una y echadas a su suerte.

    Maldigo el tiempo y te hago el amor con una cadencia secreta. Abro tus puertas con una oración entre nosotros. No soy macho o hembra, soy un ser que no tiene identidad; pero me llaman el dios madre; el Silonthis Izmigoln, tatuado en tus corazones.

    Me abro ante el pasaje de la realidad y te observo, desde arriba con mis doce cabezas que perdonan el rencor de tus pecados. Puedes verme; me descompongo incorrupto; alabeo de rectitud que penetra tu garganta. Provoco que nuestras extremidades se enlacen como si fuéramos uno y una danza de brujos y cisnes, nos elevamos perennes sobre el altar en el que te desposo.

    Reparto monedas sobre tus ojos, los horado al desengañar tu cuerpo; ese sagrado como mío; y te permito vislumbrarme de porte inenarrable, como un halo de arcoíris de medianoche. Como tú, como el hombre al que besas en tus sueños sin decirlo; escuchas el tic tac de los relojes que marcan tu existencia como mía y al amarte con todos tus ruegos obscenos, me deleito y rio un río de estrellas.

    Te encandilo y pienso en morir a tu lado. Repaso el ejemplo de tu voz; disfruto modular tus ruegos, disfruto hacerte trizas sin dañarte. Susurro, ronroneo con mis dedos sobre tu estampa de dédalos de matices áureos sollozantes.

    Hablo contigo desde tus globos oculares, y rehuso el huso horario de tus denarios; me disfrazo de azucena, porte firme de camelia; hago una nada con las trincheras de tu ser siendo doncel creado por pensamientos y gozo de quebrantados huesos.

    Mi lengua se enlaza con la tuya en arropo de delicia; te ofrezco albaricoques, presas de futuros en almíbar. Ah, si te endiosara no serías capaz de retenerme porque sería tu mismo. Soy la rueda del tiempo, la rueca que hila tus hilares mudos; enarbolados como una manta que nace con el sol que eres.

    Se da un vals; se da en tu nombre y mis susurros se hacen tangibles que escuchas a mi amor desbocado en equilibrio frontal cuál mástil indecoroso. Busco que te retuerzas, las tuercas de tus relojes de tiempos, de tiempos, de tiempos. Tres veces me derramo en ti como la miel de un higo; si fueras hembra estarías preñada de mi pureza hecha calvario. Te amo tanto como adoro mi locura; renazco y tomo las hebras de tu testa y las colecciono entre mis uñas. Recorro lo silvestre que hay en ti y te llamo por tu nombre.

    El verdadero.

    "Aminthedez Polzyrio, ¿por qué te ocultaste tanto tiempo? En cada realidad tiemblo en el tiempo por soñarte; ahora que estás aquí, lo único que amanecerá en ti será el vástago sin amores; un eléboro que retoñará en este sacrificio".

    Te observo. Tu belleza es deslumbrante y lloro; con la amargura de abrazarte ya santificado.

    "Mírame sólo a mí, en esta pieza que juzga tu génesis. No hice más que soñarte hasta este momento. Escúchame. Pide. Reza por tu salvación, porque a mi lado serás el cordero de tu dios que quita el pecado del mundo".

    Verso y delineo tus labios con mis extremidades.

    "Eres tal y cómo te recuerdo; en mis memorias. Eres yo y yo soy tú. Eres mi promesa; la bruma indecorosa que me enloquece".

    Me edifico en la aurora de tu nombre; de tez y voto, de tul y gen de primaveras con aroma a sándalo; materializo mis monstruosidades y confecciono el andar de los orzuelos de mis mejillas; pronto la tinta se derrama como líneas zigzagueantes sobre ti; soberano mi sinuosidad sobre la geografía de tu cuerpo es un pecado original que no decae por más que te sorprendo con mis telares en tu son de tentarme.

    Tomo el augurio de una seda y la ato a tus tobillos para inmovilizarte; me atrevo a hacerlo porque sé que mis oraciones atraerán a las delicias de los imperios que te esconden. Delineo tu hombría con mi voz hecha céfiro; entremezclo las entrañas de las sombras en el centro de tu ombligo al que doy una caricia; y pese a que te hago el amor no me ves; aún no.

    Versa el reguero de mis besos por tu torso y no recapacito; trago y relamo la presencia de tus manualidades; mis dagas de carne te perforan y te anudan y mis alas se baten una dos y tres veces cuando empujo dentro de ti el resto de lo que poseo.

    Impregno mi aroma a limón, a miel y mandarinas sobre el tronco de tu cuello; reparo en tus lunares de tenerlos y empujo nueve veces en ondas de océanos de bruna sal; serpenteo y busco, me inmiscuyo en los cordeles que ato a tu cuello como collares.

    Me rehuso a renunciar a ti, por tu porte; tus afrentas, tu dolor hecho placeres de pura seda. Uno mis labios y aparezco como un genio de gran poder; de ojos lilas y albos cabellos que se derraman sobre ti como una cascada, una ternura que no controlo.

    Te beso al derecho y al revés, verso besos en tu abdomen y ejemplifico otros desordenes de mis memorias desde el pensamiento que te creo. Mis ojos raptan tu silueta y mis alas te protegen; escudan a tu ser, desean todo lo casto para ti como si fuese un deseo de cumpleaños. Susurro y termino de despojar del vestir a tu alma. Tejo un chal sobre tu rostro; o un velo quizá, no lo sé pero sé que te pertenece...como yo te pertenezco.

    Riego tu verdor y te digo, en vilo reestablecido:

    "Ante tu majestad, siempre puedo soñarla como mía; pero este instante es sólo nuestro; esta unión ante el altar. Ellos te entregaron y no habrá marcha atrás; Cayemnar".

    Entonces susurro el salmo de tu nombre. Me pregunto cuántas veces no te vi arrodillado ante mi tempestad hecha templo reverdecido con lo hipócrita de los santos que no son más que bufones de otras tierras que no silban al morir. Materializo mis manos con los estigmas del dios en el que crees; pulcritud en tus vestires, pronuncio tu nombre como el amante que reta a la vida por retener de vuelta a lo inexplorado; pero te exploro como un lienzo en filoso paganismo. Tarareo una melodía de jauría de lobos; un maullido, ronroneo a la espera de tu espuelas talladas en mi carne; porque cuando me hago corporeidad; brindo gotas de savia vitae en tu boca que se asemeja al cáliz que tanto tu religión busca con delirio. Pero tú, eres cáliz y mis prudencias se persignan con tu gozo. Suspiro y degollo tu cuerpo con el éxtasis al que pretendo someterte. Me hundo en tu virginidad; sé que soy el primero y el único, pero sé que te has tocado en el nombre de mi nombre. Me conociste como una lluvia de plata; de impura llama; llano recuerdo desde que fuiste mío bajo los árboles de cerezos donde me atreví a retarte y a emborracharte con la lumbre de mi ombligo hecho oro de pretensiones sólo nacidas de la inocencia de haberte hallado. Delineo el abad de tus muñecas, busco tensar la humanidad que no es tuya; porque hace mucho tiempo mi simiente te dejó fluir. Torpe alimaña que soy, te busco entre mis ritos y rasgo tu piel con sigilos prohibidos. Este no es el fin, es la mañana, la tarde y la noche hechas una y echadas a su suerte. Maldigo el tiempo y te hago el amor con una cadencia secreta. Abro tus puertas con una oración entre nosotros. No soy macho o hembra, soy un ser que no tiene identidad; pero me llaman el dios madre; el Silonthis Izmigoln, tatuado en tus corazones. Me abro ante el pasaje de la realidad y te observo, desde arriba con mis doce cabezas que perdonan el rencor de tus pecados. Puedes verme; me descompongo incorrupto; alabeo de rectitud que penetra tu garganta. Provoco que nuestras extremidades se enlacen como si fuéramos uno y una danza de brujos y cisnes, nos elevamos perennes sobre el altar en el que te desposo. Reparto monedas sobre tus ojos, los horado al desengañar tu cuerpo; ese sagrado como mío; y te permito vislumbrarme de porte inenarrable, como un halo de arcoíris de medianoche. Como tú, como el hombre al que besas en tus sueños sin decirlo; escuchas el tic tac de los relojes que marcan tu existencia como mía y al amarte con todos tus ruegos obscenos, me deleito y rio un río de estrellas. Te encandilo y pienso en morir a tu lado. Repaso el ejemplo de tu voz; disfruto modular tus ruegos, disfruto hacerte trizas sin dañarte. Susurro, ronroneo con mis dedos sobre tu estampa de dédalos de matices áureos sollozantes. Hablo contigo desde tus globos oculares, y rehuso el huso horario de tus denarios; me disfrazo de azucena, porte firme de camelia; hago una nada con las trincheras de tu ser siendo doncel creado por pensamientos y gozo de quebrantados huesos. Mi lengua se enlaza con la tuya en arropo de delicia; te ofrezco albaricoques, presas de futuros en almíbar. Ah, si te endiosara no serías capaz de retenerme porque sería tu mismo. Soy la rueda del tiempo, la rueca que hila tus hilares mudos; enarbolados como una manta que nace con el sol que eres. Se da un vals; se da en tu nombre y mis susurros se hacen tangibles que escuchas a mi amor desbocado en equilibrio frontal cuál mástil indecoroso. Busco que te retuerzas, las tuercas de tus relojes de tiempos, de tiempos, de tiempos. Tres veces me derramo en ti como la miel de un higo; si fueras hembra estarías preñada de mi pureza hecha calvario. Te amo tanto como adoro mi locura; renazco y tomo las hebras de tu testa y las colecciono entre mis uñas. Recorro lo silvestre que hay en ti y te llamo por tu nombre. El verdadero. "Aminthedez Polzyrio, ¿por qué te ocultaste tanto tiempo? En cada realidad tiemblo en el tiempo por soñarte; ahora que estás aquí, lo único que amanecerá en ti será el vástago sin amores; un eléboro que retoñará en este sacrificio". Te observo. Tu belleza es deslumbrante y lloro; con la amargura de abrazarte ya santificado. "Mírame sólo a mí, en esta pieza que juzga tu génesis. No hice más que soñarte hasta este momento. Escúchame. Pide. Reza por tu salvación, porque a mi lado serás el cordero de tu dios que quita el pecado del mundo". Verso y delineo tus labios con mis extremidades. "Eres tal y cómo te recuerdo; en mis memorias. Eres yo y yo soy tú. Eres mi promesa; la bruma indecorosa que me enloquece". Me edifico en la aurora de tu nombre; de tez y voto, de tul y gen de primaveras con aroma a sándalo; materializo mis monstruosidades y confecciono el andar de los orzuelos de mis mejillas; pronto la tinta se derrama como líneas zigzagueantes sobre ti; soberano mi sinuosidad sobre la geografía de tu cuerpo es un pecado original que no decae por más que te sorprendo con mis telares en tu son de tentarme. Tomo el augurio de una seda y la ato a tus tobillos para inmovilizarte; me atrevo a hacerlo porque sé que mis oraciones atraerán a las delicias de los imperios que te esconden. Delineo tu hombría con mi voz hecha céfiro; entremezclo las entrañas de las sombras en el centro de tu ombligo al que doy una caricia; y pese a que te hago el amor no me ves; aún no. Versa el reguero de mis besos por tu torso y no recapacito; trago y relamo la presencia de tus manualidades; mis dagas de carne te perforan y te anudan y mis alas se baten una dos y tres veces cuando empujo dentro de ti el resto de lo que poseo. Impregno mi aroma a limón, a miel y mandarinas sobre el tronco de tu cuello; reparo en tus lunares de tenerlos y empujo nueve veces en ondas de océanos de bruna sal; serpenteo y busco, me inmiscuyo en los cordeles que ato a tu cuello como collares. Me rehuso a renunciar a ti, por tu porte; tus afrentas, tu dolor hecho placeres de pura seda. Uno mis labios y aparezco como un genio de gran poder; de ojos lilas y albos cabellos que se derraman sobre ti como una cascada, una ternura que no controlo. Te beso al derecho y al revés, verso besos en tu abdomen y ejemplifico otros desordenes de mis memorias desde el pensamiento que te creo. Mis ojos raptan tu silueta y mis alas te protegen; escudan a tu ser, desean todo lo casto para ti como si fuese un deseo de cumpleaños. Susurro y termino de despojar del vestir a tu alma. Tejo un chal sobre tu rostro; o un velo quizá, no lo sé pero sé que te pertenece...como yo te pertenezco. Riego tu verdor y te digo, en vilo reestablecido: "Ante tu majestad, siempre puedo soñarla como mía; pero este instante es sólo nuestro; esta unión ante el altar. Ellos te entregaron y no habrá marcha atrás; Cayemnar".
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  • || +18, abierto, sólo hombres ||

    - ¿Vienen o no? - les preguntó a sus acompañantes con calma.

    La arena estaba suave y podía caminar descalza sin quemarse, las nubes emitían tenues sombras en algunos lugares, por lo que el astro rey era bastante aguantable. El aroma general de aquella playa era muy agradable, se podía sentir el ambiente salino y, sin embargo, no era abrasivo.

    El cuerpo de la reina caída estaba impoluto, como ya no le era muy usual hacía varios siglos. Ni un moretón, ni una marca de cuerda o cadena al rededor de su cuello. Su piel mantenía un sudor leve en esa pequeña isla tropical paradisíaca.

    Sus acompañantes le habían ganado en una subasta de arriendo de esclavos y ella no podía recordar cuántas veces había sido arrendada de esa forma. "Ella obedecerá", fueron las simples instrucciones que les dijo el martillero al finalizar esa subasta. La elfa aún tenía su magia, extrañamente no la usaba para liberarse de esas ataduras, pero sí para conjurar las comidas y bebidas que estaban en bajo las sombras de algunas palmeras.
    || +18, abierto, sólo hombres || - ¿Vienen o no? - les preguntó a sus acompañantes con calma. La arena estaba suave y podía caminar descalza sin quemarse, las nubes emitían tenues sombras en algunos lugares, por lo que el astro rey era bastante aguantable. El aroma general de aquella playa era muy agradable, se podía sentir el ambiente salino y, sin embargo, no era abrasivo. El cuerpo de la reina caída estaba impoluto, como ya no le era muy usual hacía varios siglos. Ni un moretón, ni una marca de cuerda o cadena al rededor de su cuello. Su piel mantenía un sudor leve en esa pequeña isla tropical paradisíaca. Sus acompañantes le habían ganado en una subasta de arriendo de esclavos y ella no podía recordar cuántas veces había sido arrendada de esa forma. "Ella obedecerá", fueron las simples instrucciones que les dijo el martillero al finalizar esa subasta. La elfa aún tenía su magia, extrañamente no la usaba para liberarse de esas ataduras, pero sí para conjurar las comidas y bebidas que estaban en bajo las sombras de algunas palmeras.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════
    Antes de empezar, quiero aclarar un par de cosas para quienes deseen rolear con este príncipe infernal.

    1- Mi versión de Stolas no es del todo canónica. Sigue el ritmo de la serie hasta la última temporada, pero no cuenta con un matrimonio previo ni una hija.

    2- Mi tiempo de rol es limitado por ocupaciones externas, pero procuro responder cuando me es posible, así que agradezco la paciencia.

    3- Puedo llevar una relación canon con un Blitz o no, todo depende como se desenvuelvan las cosas.

    4- Stolas tiene un rango de 23 a 26 años en mi versión.

    5- NO manejo ****** de buenas a primeras sin una trama de por medio, conforme se desenvuelvan las situaciones.
    Si se quiere trama de abuso, primero preguntar consentimiento del usuario.

    6- Toda mi trama puede cambiar si así lo decido. Puede ser más canon o menos, depende por que camino vea que me funciona mejor Stolas.

    7- Si van a agregar, es para rolear, no para ser adornos y que jamás se topen los personajes.
    Si agregan, empiecen una interacción, por favor.

    Si van a tirar hate, favor de abstenerse, no vengo a pasar problemas, sólo a rolear y divertirme.
    Gracias por leer hasta aquí ❣❣❣❣
    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════
    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════ Antes de empezar, quiero aclarar un par de cosas para quienes deseen rolear con este príncipe infernal. 1- Mi versión de Stolas no es del todo canónica. Sigue el ritmo de la serie hasta la última temporada, pero no cuenta con un matrimonio previo ni una hija. 2- Mi tiempo de rol es limitado por ocupaciones externas, pero procuro responder cuando me es posible, así que agradezco la paciencia. 3- Puedo llevar una relación canon con un Blitz o no, todo depende como se desenvuelvan las cosas. 4- Stolas tiene un rango de 23 a 26 años en mi versión. 5- NO manejo sexrol de buenas a primeras sin una trama de por medio, conforme se desenvuelvan las situaciones. Si se quiere trama de abuso, primero preguntar consentimiento del usuario. 6- Toda mi trama puede cambiar si así lo decido. Puede ser más canon o menos, depende por que camino vea que me funciona mejor Stolas. 7- Si van a agregar, es para rolear, no para ser adornos y que jamás se topen los personajes. Si agregan, empiecen una interacción, por favor. Si van a tirar hate, favor de abstenerse, no vengo a pasar problemas, sólo a rolear y divertirme. Gracias por leer hasta aquí ❣❣❣❣ ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════
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