Los peculiares fetiches de algunos demonios no terminaba de entenderlos del todo, aunque tampoco era quien para juzgar cuando a él le gustaban quizá otros peores, no se negaba a ello aunque, si era sincero, comenzaba a extrañar la intimidad más allá de sólo entregar el cuerpo a cualquier desconocido.
Los peculiares fetiches de algunos demonios no terminaba de entenderlos del todo, aunque tampoco era quien para juzgar cuando a él le gustaban quizá otros peores, no se negaba a ello aunque, si era sincero, comenzaba a extrañar la intimidad más allá de sólo entregar el cuerpo a cualquier desconocido.
