| 𝗘𝗸𝗸𝗼𝗿𝗮 |
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| ??? αñoѕ |
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  • Género Femenino
  • Raza Demonio
  • Fandom OC
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  • Soltero(a)
  • Cumpleaños 16 de octubre
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  • Se unió en octubre 2023
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    Acción , Aventura , Ciencia ficción , Comedia , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original
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Esᴛᴀ ᴄᴜᴇɴᴛᴀ ɴᴏ ᴀᴛɪᴇɴᴅᴇ ᴍᴇɴsᴀᴊᴇs ᴘʀɪᴠᴀᴅᴏs. Pᴀʀᴀ ᴄᴜᴀʟϙᴜɪᴇʀ ɪɴᴛᴇʀᴀᴄᴄɪᴏ́ɴ, ᴇᴛɪϙᴜᴇᴛᴀ ʏ ᴘᴜʙʟɪᴄᴀ ᴇɴ ᴇʟ ᴘᴇʀғɪʟ.

Rᴏʟ ᴄᴏɴ ᴄᴏɴᴛᴇxᴛᴏ, ᴀᴅᴜʟᴛᴏ —ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ ᴇxᴘʟɪᴄɪᴛᴏ, ᴛᴇʀʀᴏʀ ʏ ɢᴏʀᴇ—
Esᴛᴀ ᴄᴜᴇɴᴛᴀ ɴᴏ ᴀᴛɪᴇɴᴅᴇ ᴍᴇɴsᴀᴊᴇs ᴘʀɪᴠᴀᴅᴏs. Pᴀʀᴀ ᴄᴜᴀʟϙᴜɪᴇʀ ɪɴᴛᴇʀᴀᴄᴄɪᴏ́ɴ, ᴇᴛɪϙᴜᴇᴛᴀ ʏ ᴘᴜʙʟɪᴄᴀ ᴇɴ ᴇʟ ᴘᴇʀғɪʟ. Rᴏʟ ᴄᴏɴ ᴄᴏɴᴛᴇxᴛᴏ, ᴀᴅᴜʟᴛᴏ —ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ ᴇxᴘʟɪᴄɪᴛᴏ, ᴛᴇʀʀᴏʀ ʏ ɢᴏʀᴇ—
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  • La vida la alcanzó como el rayo que rompe la noche.

    Violento, súbito. Y despiadado.

    Su pecho se arqueó. Una fuerza invisible la desgarró desde dentro, y, por primera vez, sus pulmones buscaron el mundo.

    El aire entró con fuerza, desplazando el líquido negro que los ocupaba, una sustancia viscosa y corrupta que parecía hecha de luto y raíces muertas. Tosió. Tosió como una criatura nacida del fango y la tortura.

    Cada espasmo la sacudió entera, haciéndole temblar con la violencia que gritaba no debes estar viva.

    El agua, entonces, volvió a reclamarla.
    Su cuerpo fue tragado otra vez por el pantano, pero ya no era el mismo barro. Su consciencia se encendió en la profundidad y una sombra, un residuo de poder y voluntad, creció bajo la superficie.

    Allí donde su cuerpo tocara el mundo, surgió una mancha: negra, densa, oleosa, un error en la piel del paisaje. No solo manchaba: devoraba. Crecía con hambre, extendiéndose en filamentos que ondulaban como tentáculos suaves sobre el agua.

    Y fue esa misma mancha la que la sostuvo.

    La alzó sin prisa, sin manos. El pantano le perteneció por ese instante, y la depositó en la orilla, a salvo.

    Ekkora se incorporó.

    Sus piernas, hasta entonces ajenas a la gravedad, temblaban como juncos en el viento. Cada músculo era torpe, débil, pero su aura, incluso en ese estado, era imposible de ignorar.

    No brillaba.
    No ardía.

    Negra.
    Profunda.

    Se sentía como un vacío que tiraba mundo hacia ella, como un campo magnético atrayendo si mover todo lo que le rodeaba. Una tensión en el aire, espesa y húmeda, que anunciaba que algo imposible había ocurrido. Y nada podría detenerla.

    Entonces, abrió los ojos.
    Y no eran ojos humanos.

    Al principio vacíos, oscuros, el infinito en las profundas cuencas. Pero, en un segundo, se redefinieron, adoptando la forma de la realidad que la rodeaba, con una chispa de la magia que el brujo embulló en sus venas; Ya no negros, ahora celestes.

    La magia de Tolek, la desesperación de su amor, los huesos de Side, la oscuridad que una vez fue Blackhole... ahora latían en su interior, en su piel, en su existencia.
    La vida la alcanzó como el rayo que rompe la noche. Violento, súbito. Y despiadado. Su pecho se arqueó. Una fuerza invisible la desgarró desde dentro, y, por primera vez, sus pulmones buscaron el mundo. El aire entró con fuerza, desplazando el líquido negro que los ocupaba, una sustancia viscosa y corrupta que parecía hecha de luto y raíces muertas. Tosió. Tosió como una criatura nacida del fango y la tortura. Cada espasmo la sacudió entera, haciéndole temblar con la violencia que gritaba no debes estar viva. El agua, entonces, volvió a reclamarla. Su cuerpo fue tragado otra vez por el pantano, pero ya no era el mismo barro. Su consciencia se encendió en la profundidad y una sombra, un residuo de poder y voluntad, creció bajo la superficie. Allí donde su cuerpo tocara el mundo, surgió una mancha: negra, densa, oleosa, un error en la piel del paisaje. No solo manchaba: devoraba. Crecía con hambre, extendiéndose en filamentos que ondulaban como tentáculos suaves sobre el agua. Y fue esa misma mancha la que la sostuvo. La alzó sin prisa, sin manos. El pantano le perteneció por ese instante, y la depositó en la orilla, a salvo. Ekkora se incorporó. Sus piernas, hasta entonces ajenas a la gravedad, temblaban como juncos en el viento. Cada músculo era torpe, débil, pero su aura, incluso en ese estado, era imposible de ignorar. No brillaba. No ardía. Negra. Profunda. Se sentía como un vacío que tiraba mundo hacia ella, como un campo magnético atrayendo si mover todo lo que le rodeaba. Una tensión en el aire, espesa y húmeda, que anunciaba que algo imposible había ocurrido. Y nada podría detenerla. Entonces, abrió los ojos. Y no eran ojos humanos. Al principio vacíos, oscuros, el infinito en las profundas cuencas. Pero, en un segundo, se redefinieron, adoptando la forma de la realidad que la rodeaba, con una chispa de la magia que el brujo embulló en sus venas; Ya no negros, ahora celestes. La magia de Tolek, la desesperación de su amor, los huesos de Side, la oscuridad que una vez fue Blackhole... ahora latían en su interior, en su piel, en su existencia.
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  • 𝘜𝘯 𝘴𝘶𝘦ñ𝘰, 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘧𝘦𝘣𝘳𝘪𝘭, 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴.
    𝘜𝘯 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘰 𝘳𝘰𝘣𝘢𝘥𝘰.

    𝘓𝘰 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦.
    𝘓𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢.

    𝘜𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘣𝘭𝘦, 𝘥𝘦 𝘮𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰𝘴, 𝘢𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘺 𝘵𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢𝘴.

    𝘜𝘯 𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰, 𝘷𝘪𝘴𝘤𝘰𝘴𝘰, 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘭𝘪𝘻𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘰.

    𝘚𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘢.
    𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢.

    ¿𝘘𝘶é 𝘦𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘤𝘦?
    𝘕𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢... 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳𝘭𝘰.

    𝘌𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘭𝘦 𝘤𝘶𝘣𝘳𝘦 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘣𝘪𝘭𝘭𝘰𝘴.
    𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘰𝘥𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴.
    𝘌𝘭 𝘱𝘦𝘤𝘩𝘰.

    𝘌𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘭𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰.
    𝘓𝘦 𝘩𝘪𝘦𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘪𝘦𝘭, 𝘭𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘭𝘮𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘢𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰 𝘩𝘦𝘭𝘢𝘥𝘰.

    𝘊𝘰𝘳𝘳𝘦.
    𝘕𝘢𝘥𝘢.

    𝘚𝘦 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘴𝘶𝘳𝘢, 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘭𝘭á𝘯𝘥𝘰𝘭𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢.

    𝘌𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘤𝘶𝘤𝘩𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘢𝘳𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴...
    𝘺 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦, 𝘦𝘵𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘣𝘶𝘳𝘭á𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘨𝘰𝘯í𝘢.
    𝘜𝘯 𝘴𝘶𝘦ñ𝘰, 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘧𝘦𝘣𝘳𝘪𝘭, 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴. 𝘜𝘯 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘰 𝘳𝘰𝘣𝘢𝘥𝘰. 𝘓𝘰 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘓𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢. 𝘜𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘣𝘭𝘦, 𝘥𝘦 𝘮𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰𝘴, 𝘢𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘺 𝘵𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢𝘴. 𝘜𝘯 𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰, 𝘷𝘪𝘴𝘤𝘰𝘴𝘰, 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘭𝘪𝘻𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘰. 𝘚𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘢. 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢. ¿𝘘𝘶é 𝘦𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘤𝘦? 𝘕𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢... 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳𝘭𝘰. 𝘌𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘭𝘦 𝘤𝘶𝘣𝘳𝘦 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘣𝘪𝘭𝘭𝘰𝘴. 𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘰𝘥𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴. 𝘌𝘭 𝘱𝘦𝘤𝘩𝘰. 𝘌𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘭𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰. 𝘓𝘦 𝘩𝘪𝘦𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘪𝘦𝘭, 𝘭𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘭𝘮𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘢𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰 𝘩𝘦𝘭𝘢𝘥𝘰. 𝘊𝘰𝘳𝘳𝘦. 𝘕𝘢𝘥𝘢. 𝘚𝘦 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘴𝘶𝘳𝘢, 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘭𝘭á𝘯𝘥𝘰𝘭𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢. 𝘌𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘤𝘶𝘤𝘩𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘢𝘳𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴... 𝘺 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦, 𝘦𝘵𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘣𝘶𝘳𝘭á𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘨𝘰𝘯í𝘢.
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  • Side murió cuando BlackHole escogió la extinción antes que el sometimiento que Christopher Baudelair demandó. La niña fue entonces un saco vacío de alma, lleno de carne, pero Tolek Zientek, el brujo, quien alguna vez fue su amante, se negó a dejarla partir... del todo.

    Él lo supo y recogió los restos. Él partió hacia la ciénaga olvidada, allí donde la naturaleza aún habla en susurros a quien quiera oírla.

    En medio de aquel barro espeso y rumoroso, bajo un cielo sin luna, los restos fueron sembrados, pero no descansaron. El brujo conjuró su magia, invocando la fuerza de la vida misma para despertar algo nuevo a partir de la muerte.

    La tierra bebió su hechizo.

    Una flor negra emergió del fango. Cada latido de la ciénaga hinchaba sus pétalos cerrados.

    Durante tres noches creció, fuerte y vibrante, hasta alcanzar casi un metro de ancho. Todo en ella exudaba vitalidad cruda, brutal, como si algo dentro luchara por nacer.

    Finalmente, en la cuarta madrugada, el primer pétalo bajó, abriéndose hacia el mundo. Fue entonces que toda la planta tembló como si recibiera una descarga, se contrajo sobre sí misma con violencia, y en un suspiro largo y húmedo, se hundió en el lodazal hasta desaparecer.

    Nada quedó del alma de Side, ni de la esencia de BlackHole. Solo aquellos huesos, una chispa agónica de esencia demoníaca, y los recuerdos, la obstinación y el amor de Tolek, embebiendo lo que sembró allí.

    Del lodo, flota hacia la superficie una figura: un embrión maduro, una joven mujer, pálida como la luna y de cabello oscuro como las noches. Su cuerpo pequeño recuerda vagamente a Side, pero algo diferente, algo nuevo.

    Ella flota allí, suspendida sobre el agua inmóvil, los ojos cerrados, la piel sin el más mínimo temblor. No respira. No parece viva.

    Y sin embargo, lo está.

    Algo, en lo más profundo, late, esperando ser recibida y entregada a esta nueva existencia.
    Side murió cuando BlackHole escogió la extinción antes que el sometimiento que [frost_topaz_hare_445] demandó. La niña fue entonces un saco vacío de alma, lleno de carne, pero [Tolek], el brujo, quien alguna vez fue su amante, se negó a dejarla partir... del todo. Él lo supo y recogió los restos. Él partió hacia la ciénaga olvidada, allí donde la naturaleza aún habla en susurros a quien quiera oírla. En medio de aquel barro espeso y rumoroso, bajo un cielo sin luna, los restos fueron sembrados, pero no descansaron. El brujo conjuró su magia, invocando la fuerza de la vida misma para despertar algo nuevo a partir de la muerte. La tierra bebió su hechizo. Una flor negra emergió del fango. Cada latido de la ciénaga hinchaba sus pétalos cerrados. Durante tres noches creció, fuerte y vibrante, hasta alcanzar casi un metro de ancho. Todo en ella exudaba vitalidad cruda, brutal, como si algo dentro luchara por nacer. Finalmente, en la cuarta madrugada, el primer pétalo bajó, abriéndose hacia el mundo. Fue entonces que toda la planta tembló como si recibiera una descarga, se contrajo sobre sí misma con violencia, y en un suspiro largo y húmedo, se hundió en el lodazal hasta desaparecer. Nada quedó del alma de Side, ni de la esencia de BlackHole. Solo aquellos huesos, una chispa agónica de esencia demoníaca, y los recuerdos, la obstinación y el amor de Tolek, embebiendo lo que sembró allí. Del lodo, flota hacia la superficie una figura: un embrión maduro, una joven mujer, pálida como la luna y de cabello oscuro como las noches. Su cuerpo pequeño recuerda vagamente a Side, pero algo diferente, algo nuevo. Ella flota allí, suspendida sobre el agua inmóvil, los ojos cerrados, la piel sin el más mínimo temblor. No respira. No parece viva. Y sin embargo, lo está. Algo, en lo más profundo, late, esperando ser recibida y entregada a esta nueva existencia.
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  • Huesos. Blancos. Pequeños. Frágiles.

    Relegados al amparo de un bolsillo mágico, dormitando como semillas de mal antiguo.

    Y, aún muertos, vibran.

    Una pulsación tenue, apenas un susurro en la tela encantada delata la carga energética que preservan: no simple magia, sino esencia demoníaca… latente, primitiva, debilitada por el fin, pero jamás extinta.

    Embebidos en corrupción, envueltos en silencio, los huesos respiran poder.

    No el que fue.

    No el que es.

    El que vendrá.

    Prometedores. Como la chispa que antecede a la creación.
    Huesos. Blancos. Pequeños. Frágiles. Relegados al amparo de un bolsillo mágico, dormitando como semillas de mal antiguo. Y, aún muertos, vibran. Una pulsación tenue, apenas un susurro en la tela encantada delata la carga energética que preservan: no simple magia, sino esencia demoníaca… latente, primitiva, debilitada por el fin, pero jamás extinta. Embebidos en corrupción, envueltos en silencio, los huesos respiran poder. No el que fue. No el que es. El que vendrá. Prometedores. Como la chispa que antecede a la creación.
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