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    =| AT WORK! Una disculpa, el trabajo me absorbe por ahora. Seguiré con lo pendiente dentro de 3 horas aprox.
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  • El amor... Es tan bueno cuando está... Es tan doloroso y destructivo cuando se va... Yo lo amaba... Lo amaba tanto que las palabras no serían suficientes para expresar lo que sentía... Pensé en un futuro con el... Pero ahora se fue... ¿Como puedo seguir? Si siento un dolor en el corazón que me desgarra la vida, que me mata y me destruye... ¿Como puedo siquiera pensar en el futuro si todo mi futuro estaba con el?... Yo no merezco esto...
    El amor... Es tan bueno cuando está... Es tan doloroso y destructivo cuando se va... Yo lo amaba... Lo amaba tanto que las palabras no serían suficientes para expresar lo que sentía... Pensé en un futuro con el... Pero ahora se fue... ¿Como puedo seguir? Si siento un dolor en el corazón que me desgarra la vida, que me mata y me destruye... ¿Como puedo siquiera pensar en el futuro si todo mi futuro estaba con el?... Yo no merezco esto...
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  • No.. Aun no... Tengo que seguir con mi investigación, tengo que encontrar forma de revertir para asi poder ayudar.. No puedo estar quieta.
    No.. Aun no... Tengo que seguir con mi investigación, tengo que encontrar forma de revertir para asi poder ayudar.. No puedo estar quieta.
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  • —Sakura permaneció recargado contra la pared del pasillo vacío, el uniforme un poco desajustado, como si ya hubiera librado demasiadas batallas en un solo día. No había nadie alrededor, y eso… no era nuevo.—

    "Cuando no tengo a nadie cerca… no se siente como soledad, exactamente. Se siente como existir en modo invisible. Como si todo el mundo siguiera girando, y yo estuviera solo en pausa."

    —Hablaba sin dramatismo, con esa calma que viene de acostumbrarse demasiado al silencio. Su voz era firme, pero en el fondo vibraba una grieta que no pedía lástima… solo ser notada.—

    "No es que me moleste estar solo. Aprendí a moverme entre la gente sin esperar que se queden. Lo que pesa… es darte cuenta de que incluso cuando haces todo bien, nadie se queda lo suficiente para preguntarte si estás bien."

    —Se cruzó de brazos, mirando a la nada con los ojos cargados de algo entre resignación y fuego contenido.—

    "A veces solo quisiera que alguien me viera. No por lo que aparento. No por lo que esperan. Solo… que me vean. Y aun así, elijo seguir en pie. Porque si no tengo a nadie… al menos me tengo a mí."
    —Sakura permaneció recargado contra la pared del pasillo vacío, el uniforme un poco desajustado, como si ya hubiera librado demasiadas batallas en un solo día. No había nadie alrededor, y eso… no era nuevo.— "Cuando no tengo a nadie cerca… no se siente como soledad, exactamente. Se siente como existir en modo invisible. Como si todo el mundo siguiera girando, y yo estuviera solo en pausa." —Hablaba sin dramatismo, con esa calma que viene de acostumbrarse demasiado al silencio. Su voz era firme, pero en el fondo vibraba una grieta que no pedía lástima… solo ser notada.— "No es que me moleste estar solo. Aprendí a moverme entre la gente sin esperar que se queden. Lo que pesa… es darte cuenta de que incluso cuando haces todo bien, nadie se queda lo suficiente para preguntarte si estás bien." —Se cruzó de brazos, mirando a la nada con los ojos cargados de algo entre resignación y fuego contenido.— "A veces solo quisiera que alguien me viera. No por lo que aparento. No por lo que esperan. Solo… que me vean. Y aun así, elijo seguir en pie. Porque si no tengo a nadie… al menos me tengo a mí."
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  • ⠀⠀ʜᴀʙíᴀ ᴍáꜱ ᴅᴇ 𝟣
    ✴ ───────────

    Se alistó para poder bajar al poblado y cumplir con su deber, alimentar a un convaleciente Kazuo con comida que no sea cocinada por ella.

    Porque, en honor a la verdad, para preparar platos era un fiasco, lo había intentado pero había fracasado estrepitosamente.

    El triste esfuerzo de sopa de verduras había quedado como agua de calcetín, incomible.

    La primavera había llegado y con ella tibios rayos de sol se asomaban . Por esto Liz no necesitaba de mucho para abrigarse y lo agradecía, ya que las unicas prendas que le quedaban eran los kimonos que Kazuo le había obsequiado.

    Se vistió con uno negro y sobre el, su capa holgada para cubrir el bulto de su vientre. No quería que nadie en el pueblo supiera aún de su estado.

    Debido a los últimos ataques de entes ponzoñosos, Elizabeth había decidido volver a sus antiguos hábitos: cargar su espada a donde quiera que vaya, sin importar qué. La amenaza estaba latente.

    Con su arma en la espalda emprendió camino.

    Llegando al poblado se dirigió sin dudarlo al puesto de ramén para pedir el delicioso udón de miso, la comida favorita de su prometido.

    Era costumbre que las personas se quedasen viéndola por sus rasgos tan distintivos, a fin de cuentas era una extranjera y eso no cambiaría.
    Pero esta vez había algo diferente... se sentía asediada mas de lo normal, en cada paso que daba parecía que alguien lo daba con ella.
    Elizabeth se giraba cada cierto tiempo buscando algun indicio, pero nada.

    Terminó convenciéndose que estaba con paranoia por los eventos recientes asi que el resto de compras y paseos por el mercado hizo caso omiso a ese presentimiento que le erizaba la piel cada tanto.

    El retorno fue rápido, ya deseaba encontrarse con Kazuo y ver como disfrutaría de su plato favorito.

    Elizabeth daba paso largos atravesando los toris desgastados que anunciaban la llegada al templo .

    ── Lee-zy. ──

    Una voz grave certera como lanza atravesó los oídos de Elizabeth quien estaba a metros de entrar a su hogar.

    Liz en un letal y agresivo movimiento desenfundó su espada girando sobre sus talones dejando caer la afilada hoja de esta sobre la garganta de quien se había atrevido a seguirla hasta ahí.

    Al verlo se soprendió, esperaba que el hombre tuviera ojos rasgados y piel pálida, pero no. Era un pelirrojo alto,fornido, con la piel encurtida por la batalla y esos ojos... ese par de ojos carmesí.

    ── ¡¿QUIEN ERES?! ¿Quien te envía? Responde de inmediato si no quieres perder tu vida como la miserable rata acosadora que haz sido siguiéndome hasta aquí. - Espetó con un tono amenazante que rayaba lo colérico.

    ── No haz cambiado nada Leezy - dijo con una sonrisa burlesca, mientras su temple parecía inmutable, estaba en calma a pesar de tener la espada en su garganta ── ...Tan temperamental como siempre, desde pequeña tenías esa voz de mando, nadie era capaz de ganarte.

    Elizabeth no entendía nada ¿De que hablaba? ¿Como se atrevía a hablar de su infancia? ¿Quien era este cretino y por qué tenía esos ojos... ese pelo ?

    Furiosa ejerce una presión contenida, la hoja de su espada se encrusta en la piel ajena generando un corte superficial sobre la vena yugular. Haciendo que de la herida fluya un hilo delgado de sangre que se deslizaba manchando de rojo lentamente toda su garganta

    ── Responde.

    ── Uuff - levantó sus manos como señal de que su intención no era atacar── Soy Elías, nadie me mandó. Te conozco desde siempre porque... - dudó en seguir hablando.

    ── ¿Porque qué? No juegues conmigo, paciencia no tengo - dijo elvando aún más su espada cambiando el ángulo de esta a uno mortal

    ── Soy tu hermano.

    ⋮||⋮ Continuación de https://ficrol.com/posts/243909

    ⠀⠀ʜᴀʙíᴀ ᴍáꜱ ᴅᴇ 𝟣 ✴ ─────────── Se alistó para poder bajar al poblado y cumplir con su deber, alimentar a un convaleciente Kazuo con comida que no sea cocinada por ella. Porque, en honor a la verdad, para preparar platos era un fiasco, lo había intentado pero había fracasado estrepitosamente. El triste esfuerzo de sopa de verduras había quedado como agua de calcetín, incomible. La primavera había llegado y con ella tibios rayos de sol se asomaban . Por esto Liz no necesitaba de mucho para abrigarse y lo agradecía, ya que las unicas prendas que le quedaban eran los kimonos que Kazuo le había obsequiado. Se vistió con uno negro y sobre el, su capa holgada para cubrir el bulto de su vientre. No quería que nadie en el pueblo supiera aún de su estado. Debido a los últimos ataques de entes ponzoñosos, Elizabeth había decidido volver a sus antiguos hábitos: cargar su espada a donde quiera que vaya, sin importar qué. La amenaza estaba latente. Con su arma en la espalda emprendió camino. Llegando al poblado se dirigió sin dudarlo al puesto de ramén para pedir el delicioso udón de miso, la comida favorita de su prometido. Era costumbre que las personas se quedasen viéndola por sus rasgos tan distintivos, a fin de cuentas era una extranjera y eso no cambiaría. Pero esta vez había algo diferente... se sentía asediada mas de lo normal, en cada paso que daba parecía que alguien lo daba con ella. Elizabeth se giraba cada cierto tiempo buscando algun indicio, pero nada. Terminó convenciéndose que estaba con paranoia por los eventos recientes asi que el resto de compras y paseos por el mercado hizo caso omiso a ese presentimiento que le erizaba la piel cada tanto. El retorno fue rápido, ya deseaba encontrarse con Kazuo y ver como disfrutaría de su plato favorito. Elizabeth daba paso largos atravesando los toris desgastados que anunciaban la llegada al templo . ── Lee-zy. ── Una voz grave certera como lanza atravesó los oídos de Elizabeth quien estaba a metros de entrar a su hogar. Liz en un letal y agresivo movimiento desenfundó su espada girando sobre sus talones dejando caer la afilada hoja de esta sobre la garganta de quien se había atrevido a seguirla hasta ahí. Al verlo se soprendió, esperaba que el hombre tuviera ojos rasgados y piel pálida, pero no. Era un pelirrojo alto,fornido, con la piel encurtida por la batalla y esos ojos... ese par de ojos carmesí. 🌹── ¡¿QUIEN ERES?! ¿Quien te envía? Responde de inmediato si no quieres perder tu vida como la miserable rata acosadora que haz sido siguiéndome hasta aquí. - Espetó con un tono amenazante que rayaba lo colérico. ── No haz cambiado nada Leezy - dijo con una sonrisa burlesca, mientras su temple parecía inmutable, estaba en calma a pesar de tener la espada en su garganta ── ...Tan temperamental como siempre, desde pequeña tenías esa voz de mando, nadie era capaz de ganarte. Elizabeth no entendía nada ¿De que hablaba? ¿Como se atrevía a hablar de su infancia? ¿Quien era este cretino y por qué tenía esos ojos... ese pelo ? Furiosa ejerce una presión contenida, la hoja de su espada se encrusta en la piel ajena generando un corte superficial sobre la vena yugular. Haciendo que de la herida fluya un hilo delgado de sangre que se deslizaba manchando de rojo lentamente toda su garganta 🌹── Responde. ── Uuff - levantó sus manos como señal de que su intención no era atacar── Soy Elías, nadie me mandó. Te conozco desde siempre porque... - dudó en seguir hablando. 🌹── ¿Porque qué? No juegues conmigo, paciencia no tengo - dijo elvando aún más su espada cambiando el ángulo de esta a uno mortal ── Soy tu hermano. ⋮||⋮ Continuación de https://ficrol.com/posts/243909
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  • El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo.
    Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada.

    El muchacho ya no era un niño.

    *“Mira nomás…”*
    Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo.
    *“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”*

    Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas.
    Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken.

    Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos.

    *“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”*
    No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto.

    Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero.

    Y lo había hecho. Lo estaba haciendo.

    *“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”*

    A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador.

    Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda.

    Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró:

    —Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo.

    Una pausa.

    —Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino.

    Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría.

    Aquel joven allá abajo…
    **no era solo el futuro.**
    Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda,
    Y lo demostraría.



    https://youtu.be/IyGXYVXVWjQ?si=QJpBkXpDelGIFswa
    El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo. Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada. El muchacho ya no era un niño. *“Mira nomás…”* Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo. *“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”* Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas. Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken. Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos. *“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”* No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto. Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero. Y lo había hecho. Lo estaba haciendo. *“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”* A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador. Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda. Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró: —Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo. Una pausa. —Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino. Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría. Aquel joven allá abajo… **no era solo el futuro.** Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda, Y lo demostraría. https://youtu.be/IyGXYVXVWjQ?si=QJpBkXpDelGIFswa
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  • SHINEI NOUZEN

    *Había demasiados deberes que tenía que hacer en la Academia Militar. Demasiados. Tantos, que sólo podía privarme de horas de sueño.
    Calculen cómo me dejaba todo esto: diez horas de Artillería y Armaduras.; tres horas de matemáticas; comidas: hora y media; aseo personal: una hora; papeleo militar: una hora; «George»: dos horas; dormir: ocho horas. Total: veintiséis horas y media. La nave ni siquiera se regía según el día de Santuario, de veinticinco horas, porque una vez en marcha, seguíamos la hora de Greenwich y el calendario universal. Así que mi única opción era adaptarme al modo zombie día tras día.
    Estaba sentado en la sala de juego un día, hacia la una de la madrugada, luchando con las matemáticas, cuando entró el capitán Blackstone.*

    - Buenas noches, mi capitán - *le dije.*
    - Buenos días, querrá decir. ¿Qué demonios le pasa, hijo? ¿Insomnio?
    - No exactamente.

    *Cogió el montón de hojas, diciendo:*

    - ¿No puede encargarse su sargento de todos estos papeles? Ah, ya comprendo. Váyase a la cama.
    - Pero, mi capitán...
    - Vuelva a sentarse, Johnnie. Me proponía hablarle. Nunca le veo aquí, en la sala de juego, por las tardes. Paso ante su habitación y siempre está trabajando en su mesa. Cuando su compañero se acuesta, usted se traslada aquí. ¿Cuál es el problema?
    - Bueno..., parece que no consigo ponerme al día.
    - Eso no lo consigue nadie. ¿Cómo va su trabajo en la Armería?
    - Muy bien. Creo que lo completaremos.
    - También yo lo creo. Mire, hijo, usted ha de tener sentido de la proporción. Tiene dos deberes primordiales. El primero cuidarse de que el equipo de su pelotón esté a punto, y
    eso ya lo hace. No tiene que preocuparse por el pelotón en sí, como le dije. El segundo, y tan importante como el otro, es que se encuentre dispuesto para luchar. Se olvida de eso.
    - Estaré dispuesto, mi capitán.
    - Tonterías. No está haciendo ejercicio, y pierde sueño. ¿Es así como se prepara una bajada? Cuando uno dirige un pelotón, hijo, ha de estar en forma. De aquí en adelante,
    hará ejercicio desde las cuatro y media a las seis todos los días. Estará en la cama y con la luz apagada a las once y, si tarda en dormirse quince minutos dos noches seguidas,
    informará al médico para que le imponga un tratamiento. Es una orden.
    - Si, señor.

    *Sentí que los mamparos caían sobre mi y añadí desesperado:*

    -Mi capitán, no veo cómo puedo acostarme a las once y a la vez encargarme de que se haga todo.
    - Entonces, que no se haga. Como le dije. muchacho, ha de tener sentido de la proporción. Dígame en qué emplea su tiempo.

    *Se lo dije y asintió.*

    - Lo que me figuraba. - *Recogió el cuaderno de «deberes» de matemáticas y volvió a dejarlo.* -Esto, por ejemplo. Desde luego, quiere trabajar en ello, pero ¿por qué ha de
    hacerlo con tanta intensidad antes de que nos metamos en acción?
    - Bueno, yo pensé...
    - Lo que no hizo precisamente fue pensar. Hay cuatro posibilidades, y sólo una le exige que termine esos deberes. Primera: podrían matarle. Segunda: podría recibir una herida y retirarse con una comisión honoraria. Tercera: podría salir bien, pero que le suspendiera en su Formulario Treinta y Uno su examinador, es decir yo. Lo cual es precisamente lo
    que tanto teme de momento. Pero, hijo, yo ni siquiera le permitiré bajar si usted aparece con los ojos enrojecidos por falta de sueño y los músculos fláccidos por falta de ejercicio.
    La cuarta posibilidad es que usted comprenda bien su deber, en cuyo caso tal vez le deje dirigir un pelotón. Entonces supongamos que lo hace y que nos ofrece la mejor actuación desde que Aquiles mató a Héctor, y yo le apruebo. Sólo en ese caso habría de terminar sus ejercicios de matemáticas. De modo que puede realizarlos en el viaje de regreso. Con esto queda liquidado el asunto: ya hablaré yo con la capitana. Y ahora mismo le relevo del resto de sus tareas. En el camino de vuelta a casa podrá dedicar tiempo a las matemáticas. Si es que volvemos a casa. Pero jamás llegará a ninguna parte si no aprende a establecer prioridades. ¡Váyase a la cama!

    *Así que el capitán Blackstone me enseñó la importancia del descanso, y desde ese entonces aprendí a valorar en su debido valor la importancia del sueño...
    Dormir y descansar no son una recompensa o un premio. Son algo necesario para la salud, porque así se recuperan energías. Establecer prioridades para poder aprovechar al máximo el tiempo y sacar el máximo provecho a los recursos es la mejor manera para conseguir progresos. Disciplina: la piedra angular...*
    SHINEI NOUZEN *Había demasiados deberes que tenía que hacer en la Academia Militar. Demasiados. Tantos, que sólo podía privarme de horas de sueño. Calculen cómo me dejaba todo esto: diez horas de Artillería y Armaduras.; tres horas de matemáticas; comidas: hora y media; aseo personal: una hora; papeleo militar: una hora; «George»: dos horas; dormir: ocho horas. Total: veintiséis horas y media. La nave ni siquiera se regía según el día de Santuario, de veinticinco horas, porque una vez en marcha, seguíamos la hora de Greenwich y el calendario universal. Así que mi única opción era adaptarme al modo zombie día tras día. Estaba sentado en la sala de juego un día, hacia la una de la madrugada, luchando con las matemáticas, cuando entró el capitán Blackstone.* - Buenas noches, mi capitán - *le dije.* - Buenos días, querrá decir. ¿Qué demonios le pasa, hijo? ¿Insomnio? - No exactamente. *Cogió el montón de hojas, diciendo:* - ¿No puede encargarse su sargento de todos estos papeles? Ah, ya comprendo. Váyase a la cama. - Pero, mi capitán... - Vuelva a sentarse, Johnnie. Me proponía hablarle. Nunca le veo aquí, en la sala de juego, por las tardes. Paso ante su habitación y siempre está trabajando en su mesa. Cuando su compañero se acuesta, usted se traslada aquí. ¿Cuál es el problema? - Bueno..., parece que no consigo ponerme al día. - Eso no lo consigue nadie. ¿Cómo va su trabajo en la Armería? - Muy bien. Creo que lo completaremos. - También yo lo creo. Mire, hijo, usted ha de tener sentido de la proporción. Tiene dos deberes primordiales. El primero cuidarse de que el equipo de su pelotón esté a punto, y eso ya lo hace. No tiene que preocuparse por el pelotón en sí, como le dije. El segundo, y tan importante como el otro, es que se encuentre dispuesto para luchar. Se olvida de eso. - Estaré dispuesto, mi capitán. - Tonterías. No está haciendo ejercicio, y pierde sueño. ¿Es así como se prepara una bajada? Cuando uno dirige un pelotón, hijo, ha de estar en forma. De aquí en adelante, hará ejercicio desde las cuatro y media a las seis todos los días. Estará en la cama y con la luz apagada a las once y, si tarda en dormirse quince minutos dos noches seguidas, informará al médico para que le imponga un tratamiento. Es una orden. - Si, señor. *Sentí que los mamparos caían sobre mi y añadí desesperado:* -Mi capitán, no veo cómo puedo acostarme a las once y a la vez encargarme de que se haga todo. - Entonces, que no se haga. Como le dije. muchacho, ha de tener sentido de la proporción. Dígame en qué emplea su tiempo. *Se lo dije y asintió.* - Lo que me figuraba. - *Recogió el cuaderno de «deberes» de matemáticas y volvió a dejarlo.* -Esto, por ejemplo. Desde luego, quiere trabajar en ello, pero ¿por qué ha de hacerlo con tanta intensidad antes de que nos metamos en acción? - Bueno, yo pensé... - Lo que no hizo precisamente fue pensar. Hay cuatro posibilidades, y sólo una le exige que termine esos deberes. Primera: podrían matarle. Segunda: podría recibir una herida y retirarse con una comisión honoraria. Tercera: podría salir bien, pero que le suspendiera en su Formulario Treinta y Uno su examinador, es decir yo. Lo cual es precisamente lo que tanto teme de momento. Pero, hijo, yo ni siquiera le permitiré bajar si usted aparece con los ojos enrojecidos por falta de sueño y los músculos fláccidos por falta de ejercicio. La cuarta posibilidad es que usted comprenda bien su deber, en cuyo caso tal vez le deje dirigir un pelotón. Entonces supongamos que lo hace y que nos ofrece la mejor actuación desde que Aquiles mató a Héctor, y yo le apruebo. Sólo en ese caso habría de terminar sus ejercicios de matemáticas. De modo que puede realizarlos en el viaje de regreso. Con esto queda liquidado el asunto: ya hablaré yo con la capitana. Y ahora mismo le relevo del resto de sus tareas. En el camino de vuelta a casa podrá dedicar tiempo a las matemáticas. Si es que volvemos a casa. Pero jamás llegará a ninguna parte si no aprende a establecer prioridades. ¡Váyase a la cama! *Así que el capitán Blackstone me enseñó la importancia del descanso, y desde ese entonces aprendí a valorar en su debido valor la importancia del sueño... Dormir y descansar no son una recompensa o un premio. Son algo necesario para la salud, porque así se recuperan energías. Establecer prioridades para poder aprovechar al máximo el tiempo y sacar el máximo provecho a los recursos es la mejor manera para conseguir progresos. Disciplina: la piedra angular...*
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  • Nada mal, debo conseguir mas material para mis experimentos, necesito ver las reacciones de varias plantas para hacer mejores medicinas.
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  • —Me niego a seguir caminando, el camino se volvió pesado. Así que podrías cargarme mientras avanzamos.
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  • '╭❥ "Hay cosas y personas por las cuales vale la pena vencer el miedo y seguir adelante, tú eres una de esas personas que... con su manera de ser hace como si apareciera una especie de mano invisible, que te toma y te jala hacia a ti, de forma casi magnética, y que te obliga a no separarse de ti."

    https://www.youtube.com/watch?v=DGjlmKo3Lig
    '╭❥ "Hay cosas y personas por las cuales vale la pena vencer el miedo y seguir adelante, tú eres una de esas personas que... con su manera de ser hace como si apareciera una especie de mano invisible, que te toma y te jala hacia a ti, de forma casi magnética, y que te obliga a no separarse de ti." https://www.youtube.com/watch?v=DGjlmKo3Lig
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