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    El Nacimiento del Oni Lunar y Las Cadenas del Equilibrio

    En un mundo donde la sangre determina el destino y las estrellas observan el alma, existe una joven marcada por 2 fuerzas ancestrales.

    Akane no es una elegida. Es una consecuencia.

    Heredera del caos de Jenifer y la realeza del Clan Ishtar a través de su madre Sasha.

    Esta forma no vino sola. Trajo consigo cadenas, grilletes invisibles que surgen como sombra del poder que aún no le pertenece. Cadenas que pesan más cuanto más se atreve. Cadenas que no atan, pero advierten: el equilibrio entre la destrucción y la belleza aún pende de un hilo.

    ""Cada relato está en la sección de comentarios de cada imagen""
    El Nacimiento del Oni Lunar y Las Cadenas del Equilibrio En un mundo donde la sangre determina el destino y las estrellas observan el alma, existe una joven marcada por 2 fuerzas ancestrales. Akane no es una elegida. Es una consecuencia. Heredera del caos de Jenifer y la realeza del Clan Ishtar a través de su madre Sasha. Esta forma no vino sola. Trajo consigo cadenas, grilletes invisibles que surgen como sombra del poder que aún no le pertenece. Cadenas que pesan más cuanto más se atreve. Cadenas que no atan, pero advierten: el equilibrio entre la destrucción y la belleza aún pende de un hilo. ""Cada relato está en la sección de comentarios de cada imagen""
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  • "Pagar por sexo. ¿Por qué no? Cobrar por un buen servicio otorga dignidad. Y no hay nada más sensual que la dignidad bien vestida."

    "Las gratis aburren ya, como las que creen que tener mucha carne las hace especiales, y encima se ofrecen desnudas, como si no fueran todas iguales."

    "Mismo cabello de moda, mismo complejo de princesa sin reino ni realeza ni clase. Mismos tacones, mismo maquillaje, todas sin ropa. Como filetes en un escaparate de carnicería. Si las colgaras en filas y les cortaras las cabezas, ya no podrías distinguir un par de ubres de otras."

    "Mientras tanto, las mujeres que realmente interesan, apenas se ven. Están muy ocupadas queriéndose a sí mismas, siendo especiales, dedicándose a sus cosas. Valiendo la pena, valiendo cada centavo que deseen cobrar."

    El naga pidió autorización antes de compartir la foto junto al número de la señorita en cuestión. Sus colegas lo agradecerían tanto como él.
    "Pagar por sexo. ¿Por qué no? Cobrar por un buen servicio otorga dignidad. Y no hay nada más sensual que la dignidad bien vestida." "Las gratis aburren ya, como las que creen que tener mucha carne las hace especiales, y encima se ofrecen desnudas, como si no fueran todas iguales." "Mismo cabello de moda, mismo complejo de princesa sin reino ni realeza ni clase. Mismos tacones, mismo maquillaje, todas sin ropa. Como filetes en un escaparate de carnicería. Si las colgaras en filas y les cortaras las cabezas, ya no podrías distinguir un par de ubres de otras." "Mientras tanto, las mujeres que realmente interesan, apenas se ven. Están muy ocupadas queriéndose a sí mismas, siendo especiales, dedicándose a sus cosas. Valiendo la pena, valiendo cada centavo que deseen cobrar." El naga pidió autorización antes de compartir la foto junto al número de la señorita en cuestión. Sus colegas lo agradecerían tanto como él.
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  • ¿Así que aquí también se enamoran? — Preguntó la pobre pensando que solo en la realeza existía la posibilidad de enamorarse.
    ¿Así que aquí también se enamoran? — Preguntó la pobre pensando que solo en la realeza existía la posibilidad de enamorarse.
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  • Una nueva oportunidad
    Categoría Fantasía
    Una joven Alexandra de 19 años llego hasta los reinos humanos en su desesperación por esconderse de quienes la cazaban en nombre de Ian decidió desaparecer del reino Fae hasta que fuera seguro volver, pues habiendo huido con el hijo de Ian en su vientre, el cual ya había perdido por culpa del mismo Ian, no la dejaría tranquila.

    Llego a un reino humano e hizo lo que alguien como ella siempre hace, ayudar a los que lo necesitan, aun con su magia bloqueada la joven mujer era completamente capaz de curar enfermos, suturar heridas, romper maldiciones e incluso preparar medicamentos. Tenia conocimiento en hierbas y magia elemental, de esa que no necesita energía mágica propia solo lo que la intención ofrece.

    Ella comenzó curando a los pobres, esos que solo le podían ofrecer pan o refugio por una noche, después sus habilidades llegaron a oídos de quien le ofrecía monedas de oro, de los soldados que le daban raciones de comida, después a los nobles que le daban joyas y banquetes, hasta que sus acciones llegaron a oídos de la realeza.

    Ellos la habían mandado llamar, llevándola con una legión de solados como escolta, ella sabia que aquello podía significar muchas cosas, así que iba cubierta entera, solo con su cabello y labios visibles, su identidad era lo mas valioso que poseía, no lo entregaría por nada.

    La llevaron a una habitación oscura donde para su sorpresa solo se encontraba una bella joven que la miraba inquiridoramente. Supuso seria de la raleza, por lo que inmediatamente hizo una reverencia. Ella conocía bien los protocolos, la habían educado en ellos toda una vida.

    — Buenas noches su majestad...

    Dijo sin mostrar su rostro, con una voz suave y tranquila

    ||Rol con ᴅᴀᴇᴍʏʀᴀ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ
    Una joven Alexandra de 19 años llego hasta los reinos humanos en su desesperación por esconderse de quienes la cazaban en nombre de Ian decidió desaparecer del reino Fae hasta que fuera seguro volver, pues habiendo huido con el hijo de Ian en su vientre, el cual ya había perdido por culpa del mismo Ian, no la dejaría tranquila. Llego a un reino humano e hizo lo que alguien como ella siempre hace, ayudar a los que lo necesitan, aun con su magia bloqueada la joven mujer era completamente capaz de curar enfermos, suturar heridas, romper maldiciones e incluso preparar medicamentos. Tenia conocimiento en hierbas y magia elemental, de esa que no necesita energía mágica propia solo lo que la intención ofrece. Ella comenzó curando a los pobres, esos que solo le podían ofrecer pan o refugio por una noche, después sus habilidades llegaron a oídos de quien le ofrecía monedas de oro, de los soldados que le daban raciones de comida, después a los nobles que le daban joyas y banquetes, hasta que sus acciones llegaron a oídos de la realeza. Ellos la habían mandado llamar, llevándola con una legión de solados como escolta, ella sabia que aquello podía significar muchas cosas, así que iba cubierta entera, solo con su cabello y labios visibles, su identidad era lo mas valioso que poseía, no lo entregaría por nada. La llevaron a una habitación oscura donde para su sorpresa solo se encontraba una bella joven que la miraba inquiridoramente. Supuso seria de la raleza, por lo que inmediatamente hizo una reverencia. Ella conocía bien los protocolos, la habían educado en ellos toda una vida. — Buenas noches su majestad... Dijo sin mostrar su rostro, con una voz suave y tranquila ||Rol con [fable_topaz_zebra_366]
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    Tutor y mejor amigo de Anneliese. Julián ama mucho a Anneliese, pero sabe que no puede darle lo que un rey puede, ya que no pertenece a la realeza. Su amor es muy desinteresado.

    Aunque Julián se comporta mayormente formal, sobre todo en las situaciones adecuadas, trata a Anneliese con informalidad y como a una amiga, aconsejándola como tal y llevándola al pueblo (algo que no hace la realeza) mientras ejerce de tutor.

    * Busco a Julian para hacer tramas ( muy ricas y variadas ).
    * Posible otp con Anneliese.
    * Profesión: Tutor de la casa real.
    * Sugerencia de FC: Charlie Hunnam. Mientras sea rubio y de ojos azules, puede valer cualquiera, en realidad. Solo se pide coherencia y respetar algo el canon. Charlie Hunnam me parece que cuadra muy bien, y me hace mucha ilusión.
    * Pese a ser canon, yo no soy estricta con el canon. Soy probablemente la persona menos canon del mundo. De hecho, me gustaría crear tramas originales y planear mucho drama juntos. ¿No esta la magia de rolear y escribir en ser originales?
    * Compromiso. No pido estar 24/7, pero responsabilidad afectiva.
    * No tengo un mínimo ni máximo real de líneas. Soy de escribir mucho, lo admito. Pero en realidad la extensión de un rol depende de este. A veces comienzan cortos y acaban largos, y viceversa. Valora la calidad y la cantidad por igual, no te sientas presionado por ello. Me conformo con ver interés real.
    Tutor y mejor amigo de Anneliese. Julián ama mucho a Anneliese, pero sabe que no puede darle lo que un rey puede, ya que no pertenece a la realeza. Su amor es muy desinteresado. Aunque Julián se comporta mayormente formal, sobre todo en las situaciones adecuadas, trata a Anneliese con informalidad y como a una amiga, aconsejándola como tal y llevándola al pueblo (algo que no hace la realeza) mientras ejerce de tutor. * Busco a Julian para hacer tramas ( muy ricas y variadas ). * Posible otp con Anneliese. * Profesión: Tutor de la casa real. * Sugerencia de FC: Charlie Hunnam. Mientras sea rubio y de ojos azules, puede valer cualquiera, en realidad. Solo se pide coherencia y respetar algo el canon. Charlie Hunnam me parece que cuadra muy bien, y me hace mucha ilusión. * Pese a ser canon, yo no soy estricta con el canon. Soy probablemente la persona menos canon del mundo. De hecho, me gustaría crear tramas originales y planear mucho drama juntos. ¿No esta la magia de rolear y escribir en ser originales? * Compromiso. No pido estar 24/7, pero responsabilidad afectiva. * No tengo un mínimo ni máximo real de líneas. Soy de escribir mucho, lo admito. Pero en realidad la extensión de un rol depende de este. A veces comienzan cortos y acaban largos, y viceversa. Valora la calidad y la cantidad por igual, no te sientas presionado por ello. Me conformo con ver interés real.
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  • "El primer paso de Zagreus en la luz" (todos son recuerdos de ella)

    El aire, espeso y enrarecido por siglos de sombra, se disolvió con el primer suspiro de la madre. Perséfone, en su eterno silencio entre la luz y la oscuridad, sintió la pulsación de su hijo a su lado. Zagreus, el joven dios nacido del inframundo, caminaba a su lado como quien se enfrenta a lo inexplorado, sin temor ni duda, pero con esa curiosidad contenida propia de quien tiene el peso de ser el hijo de dos mundos.

    Salieron del palacio donde la oscuridad se dilataba en columnas de mármol negro, y el aire se volvió más ligero a medida que ascendían. Perséfone, serena y firme, no habló, pero su presencia era suficiente. Cada paso suyo era un acto de realeza tranquila, la seguridad de quien conoce el curso del mundo, de quien lo ve florecer y marchitarse en la misma respiración. Su hija, como testigo de los muertos, llevaba consigo la marca de lo eterno, y su hijo, como sangre de su misma carne, llevaba ya en su pecho la promesa de su destino.

    Zagreus, joven y despierto, no sentía el desconcierto que los hombres sentirían al estar fuera del Inframundo. Era un dios, y el mundo era suyo por derecho. Lo caminaba como quien se sabe parte de un ciclo sin fin. Pero todo a su alrededor era nuevo: la luz del sol le bañaba la piel, una luz que no conocía más allá de las sombras, y el viento, cargado con los aromas del mundo de los vivos, le erizaba los sentidos. El canto de los pájaros lo hizo detenerse un momento, pues sonaba distinto al eco muerto de las almas, como una vibración irrepetible, de esas que surgen solo en el tiempo.

    Perséfone no se volvió. Ella lo había visto nacer, pero no había esperado que su hijo sintiera el peso del mundo en ese instante. Ya lo había sentido ella, en su juventud, cuando abandonó la tierra de los dioses para unirse a Hades. Sabía lo que el sol podía hacer, cómo la luz invade cada rincón de la memoria, despertando recuerdos que dormían profundamente.

    Y en ese momento, la joven divinidad miró a su madre. No era una mirada de súplica ni de pregunta. Era simplemente un cruce de miradas entre ellos, un reconocimiento tácito de todo lo que el uno significaba para el otro. No hacía falta nada más. No hacía falta hablar.

    Caminaron sin prisa entre los vivos, y los caminos se llenaron de cosas nuevas para él: una anciana que se aferraba a la imagen de su hijo fallecido, los niños que reían sin miedo, las flores que brotaban de la tierra, humildes pero hermosas. Perséfone caminaba por entre ellos, en un suave equilibrio, como si ella misma aún estuviera en la franja entre lo vivo y lo muerto. Y su hijo la seguía, observando, aprendiendo, sin el peso de las palabras.

    Un hombre en el mercado, al ver a Perséfone, la reconoció y se arrodilló sin decir palabra. A su lado, Zagreus lo observó con una calma feroz. No necesitaba preguntar quién era él. Sabía que su madre había sido reina aquí, en la luz del mundo que tanto amaba y tanto odiaba, un lugar donde la vida nunca había sido tan fácil. La gente le temía, le deseaba y la veneraba, sin comprender del todo su origen ni el precio de su amor.

    Sin embargo, el hijo no era como ella. Aunque su esencia venía del mismo reino que su madre había abrazado, su forma, su paso por el mundo, era diferente. La luz no le quemaba, pero no era ella quien le llamaba; en él, el aire de los vivos se volvía una melodía extraña, una que ni siquiera su madre podría comprender completamente. Él estaba destinado a ser algo distinto.

    Al final de ese primer día, cuando el sol se retiró por detrás de las montañas y el cielo tomó un tono violeta, Perséfone posó su mirada en Zagreus. No era una mirada de aprobación o consuelo. No había necesidad de tales gestos. Era una mirada de conocimiento, de esa sabiduría ancestral que sólo puede venir de quien ha estado entre dos mundos y los ha dominado.

    Zagreus, sin apartar los ojos de su madre, supo lo que había aprendido, y lo que aún debía aprender. Ese paso entre los vivos no era más que el principio de un viaje mucho más largo, uno donde la luz y la oscuridad se entrelazarían constantemente, desdibujando los límites de lo que era, lo que sería y lo que podría ser.

    El regreso fue igual de callado. Perséfone no necesitaba mirar atrás, pues sabía que su hijo nunca dejaría de caminar, ni de aprender, ni de descubrir su lugar en el vasto e implacable círculo del destino.
    "El primer paso de Zagreus en la luz" (todos son recuerdos de ella) El aire, espeso y enrarecido por siglos de sombra, se disolvió con el primer suspiro de la madre. Perséfone, en su eterno silencio entre la luz y la oscuridad, sintió la pulsación de su hijo a su lado. Zagreus, el joven dios nacido del inframundo, caminaba a su lado como quien se enfrenta a lo inexplorado, sin temor ni duda, pero con esa curiosidad contenida propia de quien tiene el peso de ser el hijo de dos mundos. Salieron del palacio donde la oscuridad se dilataba en columnas de mármol negro, y el aire se volvió más ligero a medida que ascendían. Perséfone, serena y firme, no habló, pero su presencia era suficiente. Cada paso suyo era un acto de realeza tranquila, la seguridad de quien conoce el curso del mundo, de quien lo ve florecer y marchitarse en la misma respiración. Su hija, como testigo de los muertos, llevaba consigo la marca de lo eterno, y su hijo, como sangre de su misma carne, llevaba ya en su pecho la promesa de su destino. Zagreus, joven y despierto, no sentía el desconcierto que los hombres sentirían al estar fuera del Inframundo. Era un dios, y el mundo era suyo por derecho. Lo caminaba como quien se sabe parte de un ciclo sin fin. Pero todo a su alrededor era nuevo: la luz del sol le bañaba la piel, una luz que no conocía más allá de las sombras, y el viento, cargado con los aromas del mundo de los vivos, le erizaba los sentidos. El canto de los pájaros lo hizo detenerse un momento, pues sonaba distinto al eco muerto de las almas, como una vibración irrepetible, de esas que surgen solo en el tiempo. Perséfone no se volvió. Ella lo había visto nacer, pero no había esperado que su hijo sintiera el peso del mundo en ese instante. Ya lo había sentido ella, en su juventud, cuando abandonó la tierra de los dioses para unirse a Hades. Sabía lo que el sol podía hacer, cómo la luz invade cada rincón de la memoria, despertando recuerdos que dormían profundamente. Y en ese momento, la joven divinidad miró a su madre. No era una mirada de súplica ni de pregunta. Era simplemente un cruce de miradas entre ellos, un reconocimiento tácito de todo lo que el uno significaba para el otro. No hacía falta nada más. No hacía falta hablar. Caminaron sin prisa entre los vivos, y los caminos se llenaron de cosas nuevas para él: una anciana que se aferraba a la imagen de su hijo fallecido, los niños que reían sin miedo, las flores que brotaban de la tierra, humildes pero hermosas. Perséfone caminaba por entre ellos, en un suave equilibrio, como si ella misma aún estuviera en la franja entre lo vivo y lo muerto. Y su hijo la seguía, observando, aprendiendo, sin el peso de las palabras. Un hombre en el mercado, al ver a Perséfone, la reconoció y se arrodilló sin decir palabra. A su lado, Zagreus lo observó con una calma feroz. No necesitaba preguntar quién era él. Sabía que su madre había sido reina aquí, en la luz del mundo que tanto amaba y tanto odiaba, un lugar donde la vida nunca había sido tan fácil. La gente le temía, le deseaba y la veneraba, sin comprender del todo su origen ni el precio de su amor. Sin embargo, el hijo no era como ella. Aunque su esencia venía del mismo reino que su madre había abrazado, su forma, su paso por el mundo, era diferente. La luz no le quemaba, pero no era ella quien le llamaba; en él, el aire de los vivos se volvía una melodía extraña, una que ni siquiera su madre podría comprender completamente. Él estaba destinado a ser algo distinto. Al final de ese primer día, cuando el sol se retiró por detrás de las montañas y el cielo tomó un tono violeta, Perséfone posó su mirada en Zagreus. No era una mirada de aprobación o consuelo. No había necesidad de tales gestos. Era una mirada de conocimiento, de esa sabiduría ancestral que sólo puede venir de quien ha estado entre dos mundos y los ha dominado. Zagreus, sin apartar los ojos de su madre, supo lo que había aprendido, y lo que aún debía aprender. Ese paso entre los vivos no era más que el principio de un viaje mucho más largo, uno donde la luz y la oscuridad se entrelazarían constantemente, desdibujando los límites de lo que era, lo que sería y lo que podría ser. El regreso fue igual de callado. Perséfone no necesitaba mirar atrás, pues sabía que su hijo nunca dejaría de caminar, ni de aprender, ni de descubrir su lugar en el vasto e implacable círculo del destino.
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  • —Me pregunto si deberé mezclarme entre la multitud...
    Esto de ya no pertenecer a la realeza es... más complicado de lo que creí.

    Tomó un profundo respiro, suspirando y calmando sus nervios mientras se acomodaba la ropa un poco, observando sus alrededores.
    Ya había pasado un tiempo desde que fue rebajado a ser un simple demonio más, pero comenzaba a acostumbrarse a vivir fuera de sus privilegios reales (o de menos intentaba).
    —Me pregunto si deberé mezclarme entre la multitud... Esto de ya no pertenecer a la realeza es... más complicado de lo que creí. Tomó un profundo respiro, suspirando y calmando sus nervios mientras se acomodaba la ropa un poco, observando sus alrededores. Ya había pasado un tiempo desde que fue rebajado a ser un simple demonio más, pero comenzaba a acostumbrarse a vivir fuera de sus privilegios reales (o de menos intentaba).
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    Sapphire Royale: El Alma de la Realeza

    Envuelto en un frasco que parece haber sido tallado por joyeros reales, "Sapphire Royale" brilla como una corona líquida. Su botella azul profundo con detalles plateados y gemas resplandecientes evoca el esplendor de la nobleza. El tapón, en forma de corona majestuosa, remata esta joya aromática, transmitiendo poder, elegancia y sofisticación.

    Es una fragancia refinada y poderosa, con notas de salida cítricas y marinas, un corazón floral de jazmín y lirio de los valles, y un fondo ambarado con toques de almizcle blanco. Ideal para quienes caminan con la gracia de un monarca y la presencia de una leyenda.

    Modelo: Albedo
    Colaboración con La Compañía IshtarLust

    💙 Sapphire Royale: El Alma de la Realeza 💙 Envuelto en un frasco que parece haber sido tallado por joyeros reales, "Sapphire Royale" brilla como una corona líquida. Su botella azul profundo con detalles plateados y gemas resplandecientes evoca el esplendor de la nobleza. El tapón, en forma de corona majestuosa, remata esta joya aromática, transmitiendo poder, elegancia y sofisticación. Es una fragancia refinada y poderosa, con notas de salida cítricas y marinas, un corazón floral de jazmín y lirio de los valles, y un fondo ambarado con toques de almizcle blanco. Ideal para quienes caminan con la gracia de un monarca y la presencia de una leyenda. Modelo: Albedo Colaboración con La Compañía IshtarLust
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  • *Taoqi en ese momento se acercó al joven príncipe, Mydei , hace una reverencia ante él pues sabe que ella solo en términos de realeza, solo era una plebeya, no tenía un titulo real por lo que debe mostrarse asi ante él. *

    Buenas, joven príncipe, vengo con la intención de ser su guardiana mientras esta de visita.

    *Comentó de forma solemne, manteniendo mucho respeto ante el contrario.

    No se atrevia a levantar la mirada hasta que él le indicará, eso es como muestra de respeto ante el linaje real de Mydei. *
    *Taoqi en ese momento se acercó al joven príncipe, [ripple_pearl_monkey_639], hace una reverencia ante él pues sabe que ella solo en términos de realeza, solo era una plebeya, no tenía un titulo real por lo que debe mostrarse asi ante él. * Buenas, joven príncipe, vengo con la intención de ser su guardiana mientras esta de visita. *Comentó de forma solemne, manteniendo mucho respeto ante el contrario. No se atrevia a levantar la mirada hasta que él le indicará, eso es como muestra de respeto ante el linaje real de Mydei. *
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  • Academi San Vladimir
    Fandom Academia De Vampiros
    Categoría Original
    10:00 AM – En los bosques profundos de Montana

    Los pasos de mis botas resonaban a lo largo del pasillo sombrío de aquel lugar. El sol ya estaba en su pleno apogeo, pero, a diferencia de las personas normales, debía caminar con extremo cuidado. El sueño era algo sagrado, y más aún para un Moroi, la realeza vampírica del siglo XXI.

    Ajusté mi bolso de gimnasio y doblé la siguiente esquina a la derecha. Caminé por el campus, pisando el pasto verde mientras algunos pájaros piaban, posándose en los árboles frutales. Un cuervo negro de ojos sangre se posó en el alféizar de una ventana cercana, lanzando un graznido.

    Saqué un poco de maíz de mi bolso, colocándolo cerca de su lugar.

    —No me mires así, ni siquiera debería estar aquí. —Sacudí mis manos y avancé a paso firme hasta entrar al gimnasio.

    Dejé caer mi bolso en aquel piso pulido de madera y tomé un vendaje del bol, envolviendo mis manos para comenzar el entrenamiento.

    «Vampiros del siglo XXI con magia, pero tan frágiles como una hoja de papel...» —pensé, dejando escapar una risita burlona mientras hacía mis estiramientos.

    Tomé una postura firme cuando, de repente, sentí algo aproximarse. Elevando mi pierna derecha, moví mi cuerpo en la dirección contraria al objeto próximo. Una bola de fuego pasó a mi lado.

    —No deberías tener esos pensamientos, pequeña dhampir...
    📍 10:00 AM – En los bosques profundos de Montana Los pasos de mis botas resonaban a lo largo del pasillo sombrío de aquel lugar. El sol ya estaba en su pleno apogeo, pero, a diferencia de las personas normales, debía caminar con extremo cuidado. El sueño era algo sagrado, y más aún para un Moroi, la realeza vampírica del siglo XXI. Ajusté mi bolso de gimnasio y doblé la siguiente esquina a la derecha. Caminé por el campus, pisando el pasto verde mientras algunos pájaros piaban, posándose en los árboles frutales. Un cuervo negro de ojos sangre se posó en el alféizar de una ventana cercana, lanzando un graznido. Saqué un poco de maíz de mi bolso, colocándolo cerca de su lugar. —No me mires así, ni siquiera debería estar aquí. —Sacudí mis manos y avancé a paso firme hasta entrar al gimnasio. Dejé caer mi bolso en aquel piso pulido de madera y tomé un vendaje del bol, envolviendo mis manos para comenzar el entrenamiento. «Vampiros del siglo XXI con magia, pero tan frágiles como una hoja de papel...» —pensé, dejando escapar una risita burlona mientras hacía mis estiramientos. Tomé una postura firme cuando, de repente, sentí algo aproximarse. Elevando mi pierna derecha, moví mi cuerpo en la dirección contraria al objeto próximo. Una bola de fuego pasó a mi lado. —No deberías tener esos pensamientos, pequeña dhampir...
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