• Sentada en la cubierta del Thousand Sunny, con la brisa marina acariciando su rostro, Robin cerró los ojos y dejó que el sonido de las olas la envolviera. La noche era tranquila, la luna se reflejaba en el agua como un espejo que separaba dos mundos. En momentos como este, solía sumergirse en sus pensamientos, en los rastros de su pasado que, aunque difusos, seguían formando parte de ella.

    Recordó la soledad. No la soledad de estar sin compañía, sino la de no tener a nadie en quien confiar. Durante años, había vivido como una sombra, siempre en fuga, temiendo que el día siguiente fuera el final. Su vida se había construido sobre el miedo y la desconfianza, con alianzas efímeras y sonrisas vacías. Había aprendido a ser pragmática, a no esperar nada de nadie, a ser una sobreviviente en un mundo que la quería muerta.

    Pero entonces, llegaron ellos. Los Mugiwara. Un grupo de piratas que parecían desafiar toda lógica, que reían en la cara del peligro y que, contra toda razón, la aceptaron sin condiciones. Al principio, le había costado entenderlo. No podía concebir un mundo donde las personas se ayudaran sin esperar nada a cambio. La idea de que alguien pudiera arriesgar su vida por ella era inconcebible.

    Y sin embargo, lo hicieron.

    Robin abrió los ojos y miró el cielo estrellado. Aún se preguntaba en qué momento exacto había cambiado. Quizá fue en Alabasta, cuando Luffy le extendió la mano sin dudar. Quizá en Skypiea, cuando los vio reír juntos bajo un cielo dorado. O quizá en Enies Lobby, cuando escuchó sus voces gritar que la querían de vuelta, cuando se permitió, por primera vez en muchos años, querer vivir.

    Ya no era la arqueóloga solitaria con un precio por su cabeza y un corazón blindado. Ahora, era una Mugiwara. Tenía un lugar donde pertenecer, personas a las que llamar amigos, un sueño que ya no perseguía sola. El miedo a ser traicionada había sido reemplazado por la certeza de que, sin importar lo que pasara, ellos estarían allí.

    Robin sonrió, con esa expresión serena que solo mostraba cuando se sentía verdaderamente en paz. La noche seguía su curso, el mar susurraba canciones antiguas, y por primera vez en su vida, supo con absoluta certeza que ya no estaba sola.
    Sentada en la cubierta del Thousand Sunny, con la brisa marina acariciando su rostro, Robin cerró los ojos y dejó que el sonido de las olas la envolviera. La noche era tranquila, la luna se reflejaba en el agua como un espejo que separaba dos mundos. En momentos como este, solía sumergirse en sus pensamientos, en los rastros de su pasado que, aunque difusos, seguían formando parte de ella. Recordó la soledad. No la soledad de estar sin compañía, sino la de no tener a nadie en quien confiar. Durante años, había vivido como una sombra, siempre en fuga, temiendo que el día siguiente fuera el final. Su vida se había construido sobre el miedo y la desconfianza, con alianzas efímeras y sonrisas vacías. Había aprendido a ser pragmática, a no esperar nada de nadie, a ser una sobreviviente en un mundo que la quería muerta. Pero entonces, llegaron ellos. Los Mugiwara. Un grupo de piratas que parecían desafiar toda lógica, que reían en la cara del peligro y que, contra toda razón, la aceptaron sin condiciones. Al principio, le había costado entenderlo. No podía concebir un mundo donde las personas se ayudaran sin esperar nada a cambio. La idea de que alguien pudiera arriesgar su vida por ella era inconcebible. Y sin embargo, lo hicieron. Robin abrió los ojos y miró el cielo estrellado. Aún se preguntaba en qué momento exacto había cambiado. Quizá fue en Alabasta, cuando Luffy le extendió la mano sin dudar. Quizá en Skypiea, cuando los vio reír juntos bajo un cielo dorado. O quizá en Enies Lobby, cuando escuchó sus voces gritar que la querían de vuelta, cuando se permitió, por primera vez en muchos años, querer vivir. Ya no era la arqueóloga solitaria con un precio por su cabeza y un corazón blindado. Ahora, era una Mugiwara. Tenía un lugar donde pertenecer, personas a las que llamar amigos, un sueño que ya no perseguía sola. El miedo a ser traicionada había sido reemplazado por la certeza de que, sin importar lo que pasara, ellos estarían allí. Robin sonrió, con esa expresión serena que solo mostraba cuando se sentía verdaderamente en paz. La noche seguía su curso, el mar susurraba canciones antiguas, y por primera vez en su vida, supo con absoluta certeza que ya no estaba sola.
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  • Extraño esoos dia piratas en que viajaaba por los mares , aquellos lugarles increíbles del mundo me sentia libre conmigo.
    Extraño esoos dia piratas en que viajaaba por los mares , aquellos lugarles increíbles del mundo me sentia libre conmigo.
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  • - Estigia
    Armoniosa

    Vamos por todo y por nada, así de sencillos, nada perdemos todo es experiencia, el gemido de tu voz en mi oído quiero escucharlo como canto perpetuo, en las mañanas, en las tardes, por cada noche, el tiempo que se pueda las veces que quieras, de fuego el Alma y cuerpo hecho de papel, pintamos y marcamos para siempre colores invisibles, existentes en memorias que nos hacen recordar placeres, solo nuestros, el sonido de la cama rechinando, la hermosa melodía de palmas causado por el azote salvaje a tus nalgas, has visto tu cuello en el espejo y sientes aún en tus entrañas y sobre tu piel la fuerza de mis dientes, ha pasado tiempo. pero el cuerpo recuerda de manera permanente, la luna fue testigo, las estrellas cómplices incondicionales de aquellas calurosas noches en el jardín, no somos ayer, ni presente, fuimos desde el principio y seremos hasta el fin, por un momento que valga la vida y en mi muerte quiera recordar, te haré mía, porque si, porque lo mereces y lo deseo yo, te provocare, te haré arder, con una sonrisa me verás y te darás cuenta que lo que yo te ofrezco no se puede encontrar en ningún otro lugar, soy la bestia, el humilde, Dios de la venganza y el Señor de los piratas, tomaré de ti lo que me plazca, te pondré grilletes de locura y un collar en el cuello con el nombre de lujuria, entonces te verás como mi esclava y tu piel sentirá la libertad de ser amada, codiciada al éxtasis, infierno o cielo no importará ninguno, por besos de un momento que conviertan el día en un único recuerdo, valdrá y nos veremos libres en la jungla de cojines y sábanas, a perversidad y dulzura hasta que la vida nos alcance o alguno de los dos se canse .
    - Estigia Armoniosa Vamos por todo y por nada, así de sencillos, nada perdemos todo es experiencia, el gemido de tu voz en mi oído quiero escucharlo como canto perpetuo, en las mañanas, en las tardes, por cada noche, el tiempo que se pueda las veces que quieras, de fuego el Alma y cuerpo hecho de papel, pintamos y marcamos para siempre colores invisibles, existentes en memorias que nos hacen recordar placeres, solo nuestros, el sonido de la cama rechinando, la hermosa melodía de palmas causado por el azote salvaje a tus nalgas, has visto tu cuello en el espejo y sientes aún en tus entrañas y sobre tu piel la fuerza de mis dientes, ha pasado tiempo. pero el cuerpo recuerda de manera permanente, la luna fue testigo, las estrellas cómplices incondicionales de aquellas calurosas noches en el jardín, no somos ayer, ni presente, fuimos desde el principio y seremos hasta el fin, por un momento que valga la vida y en mi muerte quiera recordar, te haré mía, porque si, porque lo mereces y lo deseo yo, te provocare, te haré arder, con una sonrisa me verás y te darás cuenta que lo que yo te ofrezco no se puede encontrar en ningún otro lugar, soy la bestia, el humilde, Dios de la venganza y el Señor de los piratas, tomaré de ti lo que me plazca, te pondré grilletes de locura y un collar en el cuello con el nombre de lujuria, entonces te verás como mi esclava y tu piel sentirá la libertad de ser amada, codiciada al éxtasis, infierno o cielo no importará ninguno, por besos de un momento que conviertan el día en un único recuerdo, valdrá y nos veremos libres en la jungla de cojines y sábanas, a perversidad y dulzura hasta que la vida nos alcance o alguno de los dos se canse .
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Y si jugamos a los piratas ? arr
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  • — ¿Ese fue el nivel de los piratas bestia...? Pf...
    #SeductiveSunday
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  • El sonido de las olas golpeando suavemente el casco del Thousand Sunny llenaba el aire mientras Robin descansaba en la cubierta. La tarde era tranquila, el sol proyectaba un cálido resplandor dorado sobre el océano, y el bullicio habitual de sus compañeros piratas parecía haberse desvanecido, al menos por unos momentos. Robin, sentada con un libro abierto en sus manos, no leía realmente. Sus ojos recorrían las líneas de texto, pero su mente estaba atrapada en pensamientos del pasado.

    Había sido Miss All Sunday, la mano derecha de Crocodile, una figura envuelta en misterio y miedo. Aún podía sentir el peso de la máscara que había llevado durante tanto tiempo: el papel de la mujer inescrutable que siempre tenía un as bajo la manga, que ofrecía una sonrisa mientras urdía traiciones y esquemas. No tenía elección entonces; vivir como una herramienta era la única manera de sobrevivir. Había aprendido a no confiar en nadie, a mantener a todos a distancia y a asumir que cualquier conexión era una amenaza.

    Pero todo eso había cambiado.

    Robin alzó la vista del libro y observó el barco que ahora llamaba hogar. Luffy reía ruidosamente en la proa, probablemente porque Usopp había contado una de sus exageradas historias. Chopper trotaba alrededor, intentando convencer a Sanji de que no necesitaba comer más verduras. Incluso Zoro, que dormía bajo la sombra de las velas, irradiaba una tranquilidad contagiosa. Era una vida que jamás imaginó tener.

    "Robin-chwan, ¿un té?" La voz de Sanji la sacó de sus pensamientos. Él había aparecido con una taza perfectamente preparada, inclinándose como siempre con una mezcla de devoción y dramatismo. Robin sonrió, aceptando la taza. "Gracias, Sanji-kun."

    Esa simple interacción la llenó de calidez. Era tan... normal. No había dobles intenciones, no había cálculos. Solo una pequeña muestra de amabilidad que, en otra época, habría considerado peligrosa o manipuladora.

    Mientras sorbía el té, sus pensamientos volvieron a Arabasta, donde todo comenzó a cambiar. Luffy y los demás habían enfrentado a Crocodile no solo por el país, sino por sus propios ideales de justicia y amistad. Habían sido lo opuesto a todo lo que conocía: desinteresados, honestos y, de alguna manera, increíblemente tercos. Y cuando Luffy le ofreció un lugar en su barco, no lo había entendido. ¿Por qué querrían a alguien como ella, una mujer con una recompensa que la marcaba como peligrosa y una historia llena de sombras?

    Ahora sabía la respuesta. Luffy no veía el pasado como una carga insuperable. Para él, lo único que importaba era quién eras en ese momento y hacia dónde querías ir.

    Robin cerró los ojos, dejando que la brisa marina acariciara su rostro. Había noches en las que las sombras del pasado intentaban alcanzarla, susurros de traiciones pasadas y memorias de soledad. Pero ahora, tenía voces más fuertes que esas sombras: el grito entusiasta de Luffy, la risa escandalosa de Nami, las bromas de Usopp, las disputas de Zoro y Sanji.

    Y en esos momentos, cuando los recuerdos la acechaban, recordaba algo simple pero poderoso: ya no era Miss All Sunday. Era Nico Robin, la arqueóloga de los Piratas del Sombrero de Paja, y nunca había sentido tanto alivio por ello.
    El sonido de las olas golpeando suavemente el casco del Thousand Sunny llenaba el aire mientras Robin descansaba en la cubierta. La tarde era tranquila, el sol proyectaba un cálido resplandor dorado sobre el océano, y el bullicio habitual de sus compañeros piratas parecía haberse desvanecido, al menos por unos momentos. Robin, sentada con un libro abierto en sus manos, no leía realmente. Sus ojos recorrían las líneas de texto, pero su mente estaba atrapada en pensamientos del pasado. Había sido Miss All Sunday, la mano derecha de Crocodile, una figura envuelta en misterio y miedo. Aún podía sentir el peso de la máscara que había llevado durante tanto tiempo: el papel de la mujer inescrutable que siempre tenía un as bajo la manga, que ofrecía una sonrisa mientras urdía traiciones y esquemas. No tenía elección entonces; vivir como una herramienta era la única manera de sobrevivir. Había aprendido a no confiar en nadie, a mantener a todos a distancia y a asumir que cualquier conexión era una amenaza. Pero todo eso había cambiado. Robin alzó la vista del libro y observó el barco que ahora llamaba hogar. Luffy reía ruidosamente en la proa, probablemente porque Usopp había contado una de sus exageradas historias. Chopper trotaba alrededor, intentando convencer a Sanji de que no necesitaba comer más verduras. Incluso Zoro, que dormía bajo la sombra de las velas, irradiaba una tranquilidad contagiosa. Era una vida que jamás imaginó tener. "Robin-chwan, ¿un té?" La voz de Sanji la sacó de sus pensamientos. Él había aparecido con una taza perfectamente preparada, inclinándose como siempre con una mezcla de devoción y dramatismo. Robin sonrió, aceptando la taza. "Gracias, Sanji-kun." Esa simple interacción la llenó de calidez. Era tan... normal. No había dobles intenciones, no había cálculos. Solo una pequeña muestra de amabilidad que, en otra época, habría considerado peligrosa o manipuladora. Mientras sorbía el té, sus pensamientos volvieron a Arabasta, donde todo comenzó a cambiar. Luffy y los demás habían enfrentado a Crocodile no solo por el país, sino por sus propios ideales de justicia y amistad. Habían sido lo opuesto a todo lo que conocía: desinteresados, honestos y, de alguna manera, increíblemente tercos. Y cuando Luffy le ofreció un lugar en su barco, no lo había entendido. ¿Por qué querrían a alguien como ella, una mujer con una recompensa que la marcaba como peligrosa y una historia llena de sombras? Ahora sabía la respuesta. Luffy no veía el pasado como una carga insuperable. Para él, lo único que importaba era quién eras en ese momento y hacia dónde querías ir. Robin cerró los ojos, dejando que la brisa marina acariciara su rostro. Había noches en las que las sombras del pasado intentaban alcanzarla, susurros de traiciones pasadas y memorias de soledad. Pero ahora, tenía voces más fuertes que esas sombras: el grito entusiasta de Luffy, la risa escandalosa de Nami, las bromas de Usopp, las disputas de Zoro y Sanji. Y en esos momentos, cuando los recuerdos la acechaban, recordaba algo simple pero poderoso: ya no era Miss All Sunday. Era Nico Robin, la arqueóloga de los Piratas del Sombrero de Paja, y nunca había sentido tanto alivio por ello.
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  • —Para que luego digan que los piratas no se bañan. El que diga eso no conoce lo mucho que un honesto y humilde capitán pirata disfruta del agua fresca de una cascada virgen—

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday

    ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Para que luego digan que los piratas no se bañan. El que diga eso no conoce lo mucho que un honesto y humilde capitán pirata disfruta del agua fresca de una cascada virgen— ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • Travesía al infierno
    Fandom Piratas del Caribe
    Categoría Aventura
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤS𝐨m𝐨s d𝐨s p𝐞r𝐬o𝐧a𝐬 𝐪u𝐞
    ㅤㅤㅤㅤ𝐧o s𝐞 𝐬o𝐩o𝐫t𝐚n d𝐞m𝐚s𝐢a𝐝o
    ㅤㅤㅤㅤq𝐮e t𝐢e𝐧e𝐧 𝐪u𝐞 𝐭r𝐚b𝐚j𝐚r j𝐮n𝐭o𝐬
    ㅤㅤㅤㅤ𝐩a𝐫a e𝐧c𝐨n𝐭r𝐚r a o𝐭r𝐚 𝐩e𝐫s𝐨n𝐚
    ㅤㅤㅤㅤ𝐚 𝐥a q𝐮e n𝐨 𝐬o𝐩o𝐫t𝐚n p𝐚r𝐚 𝐞n𝐜o𝐧t𝐫a𝐫
    ㅤㅤㅤㅤ𝐮n t𝐞s𝐨r𝐨 𝐩e𝐫d𝐢d𝐨. S𝐚l𝐝r𝐚́ 𝐛i𝐞n,
    ㅤㅤㅤㅤ𝐩o𝐫 𝐬u𝐩u𝐞s𝐭o.

    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Charlotte Lockhart

    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ-Llaves… Siempre tienen que ser dichosas llaves…- masculló el capitán. Ni siquiera sentía, a esas alturas de su vida, el vaivén del barco sobre las olas del mar. Casi era una danza que el capitán nunca dejaba de bailar. Tan hecho estaba a aquella nave. La había perdido y recuperado tantas veces que hasta mareaba recordarlo. Pero era suya, su Perla. Y aquel barco casi parecía entender sus pensamientos, sus movimientos. ¿De qué otro modo si no, cuando el capitán se levantó de su silla y se acercó al escritorio situado contra la pared de madera, se entendería que la nave se escorase lo suficiente como para que la botella se deslizara perfectamente hacia la mano del pirata? La abrió con cierto aire gruñón y se llevo esta directa a los labios. Pero al no recibir liquido ni sabor en la boca compuso un gesto extrañado.

    -Puñeta.

    Devolvió la botella al lugar de donde la había recogido y tuvo que hacer un par de quiebros antes de volver hacia el escritorio situado delante de los ventanales que ofrecían una preciosa vista del mar desde la popa.

    La aguda mente del capitán pirata ya había trazado el plan perfecto. Era simple. Para encontrar el Tesoro de Poseidón tan solo debía encontrar la llave… Y sabia donde estaba la llave. Lo sabia de sobra. La había visto durante años cuando ÉL había sido su segundo de a bordo. Otro de los muchos secretos que Héctor Barbossa juró llevarse a la tumba. Otro de los muchos secretos que ahora descansaban…

    -…En el dichoso Infierno…- gruñó con desaire antes de pasear sus dedos de forma distraída por aquellas líneas. Sus ojos oscuros parecían siquiera ver el mapa que tenia delante. La verdad era que sabía perfectamente a donde tenia que ir, y sabia como ir… Bueno, lo sospechaba.

    Solo una persona sabia como ir…

    Ella.

    Habían pasado solo un par de dias desde que diera con aquel mapa. Se había pasado cuatro horas en aquella taberna de Tortuga. Apostando, bebiendo. Casi hasta perder el sentido. Apostando casi el sombrero. O eso queria que pensaran sus contrincantes. Al final de la noche -o al comienzo del día- salía de la taberna mientras todos en el interior libraban una pelea que sus triquiñuelas jugando al póker habían comenzado.

    Se guardó rápidamente el mapa en el interior del chaquetón y se mezcló entre la ebria multitud con la mayor de las prestezas. Hasta hacerse invisible.

    El Tesoro de Poseidón. La llave de la Eternidad.

    -Héctor…- había gruñido el pirata.

    Lo había visto caer. Lo había visto morir. Lo había visto tirarse al océano. Solo para salvar la vida de su propia hija. Se había pasado la vida peleando contra aquel hombre, vengándose y buscando redención. Toda una vida deseando mandar a ese traicionero y egoísta bucanero. Y ahora… Demonios, hasta lo echaba de menos.

    Se había arrepentido durante tanto tiempo…

    Y ahora solo tenia una cosa muy clara: para rescatar a Héctor Barbossa necesitaba encontrar a…

    >> -Charlotte -le dijo a Joshamee Gibbs minutos más tarde en el castillo de popa acomodando sus manos a las manijas del timón.

    La cara de Gibbs era un poema y parecía estar procesando la información recibida como si no recordara.

    -Lockhart -dijo solamente Sparrow.

    Los ojos claros de Gibbs se abrieron de golpe y sus labios formaron una sorprendida y muda letra “o”. El Capitán Sparrow asintió.

    -Te arrancará las entrañas -asintió Gibbs.

    Sparrow asintió también.

    -Y me sacará los ojos… -dijo con toda la tranquilidad del mundo, como si aquello fuera lo más normal- Asegúrate de darme un buen funeral. Con ron. Mucho ron.

    Gibbs asintió como si aquel comentario fuera lo más normal del mundo.

    -¿A dónde vamos, capitán? -preguntó Gibbs.

    -A la boca del lobo…

    -En cuanto vea las velas nos mandará al Infierno, capitán… -intentó convencerlo.

    -Entonces me ahorrará la mitad del camino. Seremos afortunados…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter #StarterRol #PiratasdelCaribe
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤS𝐨m𝐨s d𝐨s p𝐞r𝐬o𝐧a𝐬 𝐪u𝐞 ㅤㅤㅤㅤ𝐧o s𝐞 𝐬o𝐩o𝐫t𝐚n d𝐞m𝐚s𝐢a𝐝o ㅤㅤㅤㅤq𝐮e t𝐢e𝐧e𝐧 𝐪u𝐞 𝐭r𝐚b𝐚j𝐚r j𝐮n𝐭o𝐬 ㅤㅤㅤㅤ𝐩a𝐫a e𝐧c𝐨n𝐭r𝐚r a o𝐭r𝐚 𝐩e𝐫s𝐨n𝐚 ㅤㅤㅤㅤ𝐚 𝐥a q𝐮e n𝐨 𝐬o𝐩o𝐫t𝐚n p𝐚r𝐚 𝐞n𝐜o𝐧t𝐫a𝐫 ㅤㅤㅤㅤ𝐮n t𝐞s𝐨r𝐨 𝐩e𝐫d𝐢d𝐨. S𝐚l𝐝r𝐚́ 𝐛i𝐞n, ㅤㅤㅤㅤ𝐩o𝐫 𝐬u𝐩u𝐞s𝐭o. ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [pirat3witch] ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ-Llaves… Siempre tienen que ser dichosas llaves…- masculló el capitán. Ni siquiera sentía, a esas alturas de su vida, el vaivén del barco sobre las olas del mar. Casi era una danza que el capitán nunca dejaba de bailar. Tan hecho estaba a aquella nave. La había perdido y recuperado tantas veces que hasta mareaba recordarlo. Pero era suya, su Perla. Y aquel barco casi parecía entender sus pensamientos, sus movimientos. ¿De qué otro modo si no, cuando el capitán se levantó de su silla y se acercó al escritorio situado contra la pared de madera, se entendería que la nave se escorase lo suficiente como para que la botella se deslizara perfectamente hacia la mano del pirata? La abrió con cierto aire gruñón y se llevo esta directa a los labios. Pero al no recibir liquido ni sabor en la boca compuso un gesto extrañado. -Puñeta. Devolvió la botella al lugar de donde la había recogido y tuvo que hacer un par de quiebros antes de volver hacia el escritorio situado delante de los ventanales que ofrecían una preciosa vista del mar desde la popa. La aguda mente del capitán pirata ya había trazado el plan perfecto. Era simple. Para encontrar el Tesoro de Poseidón tan solo debía encontrar la llave… Y sabia donde estaba la llave. Lo sabia de sobra. La había visto durante años cuando ÉL había sido su segundo de a bordo. Otro de los muchos secretos que Héctor Barbossa juró llevarse a la tumba. Otro de los muchos secretos que ahora descansaban… -…En el dichoso Infierno…- gruñó con desaire antes de pasear sus dedos de forma distraída por aquellas líneas. Sus ojos oscuros parecían siquiera ver el mapa que tenia delante. La verdad era que sabía perfectamente a donde tenia que ir, y sabia como ir… Bueno, lo sospechaba. Solo una persona sabia como ir… Ella. Habían pasado solo un par de dias desde que diera con aquel mapa. Se había pasado cuatro horas en aquella taberna de Tortuga. Apostando, bebiendo. Casi hasta perder el sentido. Apostando casi el sombrero. O eso queria que pensaran sus contrincantes. Al final de la noche -o al comienzo del día- salía de la taberna mientras todos en el interior libraban una pelea que sus triquiñuelas jugando al póker habían comenzado. Se guardó rápidamente el mapa en el interior del chaquetón y se mezcló entre la ebria multitud con la mayor de las prestezas. Hasta hacerse invisible. El Tesoro de Poseidón. La llave de la Eternidad. -Héctor…- había gruñido el pirata. Lo había visto caer. Lo había visto morir. Lo había visto tirarse al océano. Solo para salvar la vida de su propia hija. Se había pasado la vida peleando contra aquel hombre, vengándose y buscando redención. Toda una vida deseando mandar a ese traicionero y egoísta bucanero. Y ahora… Demonios, hasta lo echaba de menos. Se había arrepentido durante tanto tiempo… Y ahora solo tenia una cosa muy clara: para rescatar a Héctor Barbossa necesitaba encontrar a… >> -Charlotte -le dijo a Joshamee Gibbs minutos más tarde en el castillo de popa acomodando sus manos a las manijas del timón. La cara de Gibbs era un poema y parecía estar procesando la información recibida como si no recordara. -Lockhart -dijo solamente Sparrow. Los ojos claros de Gibbs se abrieron de golpe y sus labios formaron una sorprendida y muda letra “o”. El Capitán Sparrow asintió. -Te arrancará las entrañas -asintió Gibbs. Sparrow asintió también. -Y me sacará los ojos… -dijo con toda la tranquilidad del mundo, como si aquello fuera lo más normal- Asegúrate de darme un buen funeral. Con ron. Mucho ron. Gibbs asintió como si aquel comentario fuera lo más normal del mundo. -¿A dónde vamos, capitán? -preguntó Gibbs. -A la boca del lobo… -En cuanto vea las velas nos mandará al Infierno, capitán… -intentó convencerlo. -Entonces me ahorrará la mitad del camino. Seremos afortunados… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter #StarterRol #PiratasdelCaribe ㅤ
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  • ¿Solo yo escucho la OST de Piratas del Caribe "He's a pirate" cuando veo a [b4stirate] en mi Inicio? *-*

    El poder de un FC <3

    https://www.youtube.com/watch?v=BuYf0taXoNw
    ¿Solo yo escucho la OST de Piratas del Caribe "He's a pirate" cuando veo a [b4stirate] en mi Inicio? *-* El poder de un FC <3 https://www.youtube.com/watch?v=BuYf0taXoNw
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    Justo el domingo volví a ver Piratas del Caribe y la maldición de la Perla Negra. Y Jack Sparrow acaba de aceptar mi petición de amistad, de pequeña fue mi primer amor platónico.
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