• ——— 𝙻𝚊 𝙷𝚊𝚋𝚒𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝙽𝚎𝚐𝚛𝚊

    Un nivel por debajo del club, oculto incluso para los ojos más curiosos, se encuentra La Habitación Negra.
    No hay acceso libre, no hay llaves visibles. Solo unos pocos conocen su existencia. Este santuario subterráneo no está destinado al placer, sino al poder.

    La Habitación Negra es el arsenal personal, meticulosamente mantenido, del ex-líder de The Animals. Un recuerdo de su reinado. Un lugar donde la violencia descansa como una bestia enjaulada, esperando ser despertada.

    Entre sus paredes reforzadas se encuentra lo último en ingeniería armamentística, tanto clásica como experimental. Cada pieza ha sido seleccionada especialmente por su letalidad contra objetivos de cualquier naturaleza.

    Entre su contenido se encuentran:

    ——— Armas de fuego modificadas (pistolas silenciadas, subfusiles compactos, rifles de precisión).
    ——— Munición de todo tipo.
    ——— Cuchillas ceremoniales y navajas de diseño personalizado.
    ——— Explosivos inteligentes y cargas controladas.
    ——— Dispositivos de rastreo y vigilancia de última generación.
    ——— Chalecos tácticos, trajes de camuflaje urbano y equipo para infiltración.
    ——— Drogas de combate, estimulantes y antídotos en cápsulas selladas.
    ——— Documentación falsificada, chips de identidad, teléfonos sin rastro.
    ——— Un espacio reservado para artefactos antiguos, algunos imposibles de catalogar.

    Kalhi NigDurgae Wolf ᴬᵁ
    ——— 𝙻𝚊 𝙷𝚊𝚋𝚒𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝙽𝚎𝚐𝚛𝚊 Un nivel por debajo del club, oculto incluso para los ojos más curiosos, se encuentra La Habitación Negra. No hay acceso libre, no hay llaves visibles. Solo unos pocos conocen su existencia. Este santuario subterráneo no está destinado al placer, sino al poder. La Habitación Negra es el arsenal personal, meticulosamente mantenido, del ex-líder de The Animals. Un recuerdo de su reinado. Un lugar donde la violencia descansa como una bestia enjaulada, esperando ser despertada. Entre sus paredes reforzadas se encuentra lo último en ingeniería armamentística, tanto clásica como experimental. Cada pieza ha sido seleccionada especialmente por su letalidad contra objetivos de cualquier naturaleza. Entre su contenido se encuentran: ——— Armas de fuego modificadas (pistolas silenciadas, subfusiles compactos, rifles de precisión). ——— Munición de todo tipo. ——— Cuchillas ceremoniales y navajas de diseño personalizado. ——— Explosivos inteligentes y cargas controladas. ——— Dispositivos de rastreo y vigilancia de última generación. ——— Chalecos tácticos, trajes de camuflaje urbano y equipo para infiltración. ——— Drogas de combate, estimulantes y antídotos en cápsulas selladas. ——— Documentación falsificada, chips de identidad, teléfonos sin rastro. ——— Un espacio reservado para artefactos antiguos, algunos imposibles de catalogar. [kalh1] [Wolfy]
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  • Año 4E 200 — Skyrim, al borde de la ruptura

    El viento ruge en las montañas, pero los oídos de los hombres han olvidado cómo escucharlo.
    Los clanes se fragmentan, los Vigilantes de Stendarr rastrean pactos oscuros, y el Imperio apenas respira tras su guerra contra el Dominio Aldmeri.

    En medio de esta calma quebradiza, el mundo tiembla por una razón que aún no comprende:

    Dos Sangres de Dragón han despertado.

    El primero, elegido por los dioses, siente en su alma el deber de proteger el equilibrio.

    La segunda, nacida del rugido de Alduin, carga un linaje que el mundo debería temer… pero ella no comparte la voluntad de su creador.

    Alduin la observa desde más allá del tiempo.
    Él la ve como su legado, su heredera, su criatura destinada a ser llama y fin.
    Ella, en cambio, se pregunta si su sangre define su destino… o si aún puede elegir otro camino.

    Los dragones duermen.
    El grito ancestral retumba en sueños.
    Y las estrellas aguardan la elección que cambiará el curso de Nirn.
    Año 4E 200 — Skyrim, al borde de la ruptura El viento ruge en las montañas, pero los oídos de los hombres han olvidado cómo escucharlo. Los clanes se fragmentan, los Vigilantes de Stendarr rastrean pactos oscuros, y el Imperio apenas respira tras su guerra contra el Dominio Aldmeri. En medio de esta calma quebradiza, el mundo tiembla por una razón que aún no comprende: Dos Sangres de Dragón han despertado. El primero, elegido por los dioses, siente en su alma el deber de proteger el equilibrio. La segunda, nacida del rugido de Alduin, carga un linaje que el mundo debería temer… pero ella no comparte la voluntad de su creador. Alduin la observa desde más allá del tiempo. Él la ve como su legado, su heredera, su criatura destinada a ser llama y fin. Ella, en cambio, se pregunta si su sangre define su destino… o si aún puede elegir otro camino. Los dragones duermen. El grito ancestral retumba en sueños. Y las estrellas aguardan la elección que cambiará el curso de Nirn.
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  • [REGISTRO DE MISIÓN — ARCHIVO CLASIFICADO | PROTOCOLO IRON 6]**
    **Operativo en solitario: Ghost Shinozawa (Kamen Rider VX)**
    **Ubicación:** Zona Industrial Abandonada #73, Distrito Neotokyo
    **Amenaza:** Protocolo Omega-Unit — Ejército Autónomo de Drones Bélicos Clase X

    ---

    **\[INICIO DEL REGISTRO DE COMBATE]**

    23:01 horas.
    La noche cae sin luna. El zumbido metálico de hélices y engranajes retumba entre fábricas oxidadas. Una nube densa de polvo cubre la zona como una cortina espectral.

    Caminando a paso firme entre las sombras, ** Shinozawa** activa su *VX Driver*. El visor se enciende con una luz esmeralda brillante.

    —*Sistema en línea. Reconocimiento completo. Ciento veintiocho objetivos hostiles detectados.*
    —Ciento veintiocho, ¿eh…? —responde Shinozawa con una sonrisa cansada—. Hoy no hay apoyo. Que empiece el show.

    **“Henshin.”**

    Con un giro y el chasquido de los mecanismos, el cuerpo de Shinozawa se cubre con la armadura VX, reforzada por el *Grasshopper Combat Module*. Su silueta brilla entre los restos industriales mientras las luces verdes parpadean por su cuerpo.

    Los robots, con ojos rojos y armamento integrado, reaccionan al instante. Uno levanta el brazo: *"Objetivo identificado. Nivel de amenaza: máximo. Ejecución autorizada."*

    La primera oleada cae sobre él. Shinozawa salta entre las torres metálicas, sus movimientos veloces como ráfagas de viento. Un golpe giratorio destroza a tres drones de combate.

    —¡Kaiser Kick! —grita mientras su pierna se rodea de energía cinética. Impacta el suelo. Una onda expansiva destruye un pelotón completo.

    Explosiones, chispas, metal volando. Pero los números siguen creciendo.

    Shinozawa se lanza al núcleo de la horda. Dispara su *VX Shotgun* integrada, usa su escudo para rechazar ráfagas láser, y combina sus técnicas cuerpo a cuerpo con la precisión mecánica de su armadura.

    —¿Eso es todo lo que tienen? ¡Vamos, estoy justo aquí!

    Lo rodean. Un centinela mayor se activa: dos metros de titanio puro, una inteligencia limitada pero brutal. Le lanza un brazo garra giratorio. Shinozawa recibe el impacto, es lanzado contra un muro. El casco se agrieta un poco.

    —Ngh… buena patada. —Se levanta, sangrando por la comisura del labio, pero firme—. No me caigo tan fácil.

    Activa el *Hyper Mode Protocol*. Su armadura brilla aún más, emitiendo un chillido mecánico. La siguiente oleada apenas tiene tiempo de reaccionar.

    **"Final Ride: *Grasshopper Breaker Rush*."**

    Shinozawa corre a una velocidad imposible, multiplicando los impactos. Cada salto y giro deja una estela verde fosforescente. Golpes sincronizados destrozan la cadena de comando de los drones. En menos de treinta segundos, el núcleo del ejército cae.

    La última explosión ilumina la zona como si fuera de día. Luego, silencio.

    Shinozawa, de pie entre los restos ardientes, apaga el modo combate. Su respiración es pesada, pero no tambalea.

    —*Misión cumplida. Cero civiles afectados. Amenaza neutralizada.*
    —No necesito ser una leyenda —murmura, mientras mira el cielo—. Solo tengo que ser quien se mantenga en pie cuando nadie más puede.

    Suelta una sonrisa leve, aunque nadie lo vea.

    **\[FIN DEL REGISTRO]**
    [REGISTRO DE MISIÓN — ARCHIVO CLASIFICADO | PROTOCOLO IRON 6]** **Operativo en solitario: Ghost Shinozawa (Kamen Rider VX)** **Ubicación:** Zona Industrial Abandonada #73, Distrito Neotokyo **Amenaza:** Protocolo Omega-Unit — Ejército Autónomo de Drones Bélicos Clase X --- **\[INICIO DEL REGISTRO DE COMBATE]** 23:01 horas. La noche cae sin luna. El zumbido metálico de hélices y engranajes retumba entre fábricas oxidadas. Una nube densa de polvo cubre la zona como una cortina espectral. Caminando a paso firme entre las sombras, ** Shinozawa** activa su *VX Driver*. El visor se enciende con una luz esmeralda brillante. —*Sistema en línea. Reconocimiento completo. Ciento veintiocho objetivos hostiles detectados.* —Ciento veintiocho, ¿eh…? —responde Shinozawa con una sonrisa cansada—. Hoy no hay apoyo. Que empiece el show. **“Henshin.”** Con un giro y el chasquido de los mecanismos, el cuerpo de Shinozawa se cubre con la armadura VX, reforzada por el *Grasshopper Combat Module*. Su silueta brilla entre los restos industriales mientras las luces verdes parpadean por su cuerpo. Los robots, con ojos rojos y armamento integrado, reaccionan al instante. Uno levanta el brazo: *"Objetivo identificado. Nivel de amenaza: máximo. Ejecución autorizada."* La primera oleada cae sobre él. Shinozawa salta entre las torres metálicas, sus movimientos veloces como ráfagas de viento. Un golpe giratorio destroza a tres drones de combate. —¡Kaiser Kick! —grita mientras su pierna se rodea de energía cinética. Impacta el suelo. Una onda expansiva destruye un pelotón completo. Explosiones, chispas, metal volando. Pero los números siguen creciendo. Shinozawa se lanza al núcleo de la horda. Dispara su *VX Shotgun* integrada, usa su escudo para rechazar ráfagas láser, y combina sus técnicas cuerpo a cuerpo con la precisión mecánica de su armadura. —¿Eso es todo lo que tienen? ¡Vamos, estoy justo aquí! Lo rodean. Un centinela mayor se activa: dos metros de titanio puro, una inteligencia limitada pero brutal. Le lanza un brazo garra giratorio. Shinozawa recibe el impacto, es lanzado contra un muro. El casco se agrieta un poco. —Ngh… buena patada. —Se levanta, sangrando por la comisura del labio, pero firme—. No me caigo tan fácil. Activa el *Hyper Mode Protocol*. Su armadura brilla aún más, emitiendo un chillido mecánico. La siguiente oleada apenas tiene tiempo de reaccionar. **"Final Ride: *Grasshopper Breaker Rush*."** Shinozawa corre a una velocidad imposible, multiplicando los impactos. Cada salto y giro deja una estela verde fosforescente. Golpes sincronizados destrozan la cadena de comando de los drones. En menos de treinta segundos, el núcleo del ejército cae. La última explosión ilumina la zona como si fuera de día. Luego, silencio. Shinozawa, de pie entre los restos ardientes, apaga el modo combate. Su respiración es pesada, pero no tambalea. —*Misión cumplida. Cero civiles afectados. Amenaza neutralizada.* —No necesito ser una leyenda —murmura, mientras mira el cielo—. Solo tengo que ser quien se mantenga en pie cuando nadie más puede. Suelta una sonrisa leve, aunque nadie lo vea. **\[FIN DEL REGISTRO]**
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  • Un deseo por cumplir.
    Categoría Fantasía
    El infierno no es fuego, al menos no solo eso.

    Bajo la superficie del mundo humano, mucho más allá de su entendimiento y lo comprensible, existe un reino tejido con sombras vivas y estructuras que respiran como si el pisaje tuviera voluntad. En lo más profundo del noveno círculo, entre ruinas flotantes y enormes palacios de obsidiana, se erige la Corte Carmesí, el trono de un largo linaje de poderosos demonios caídos, donde el tiempo se derrama lento y espeso como la sangre ceremonial.

    Neriah Viremont, hija del linaje puro de los primeros, próxima sucesora en el trono como reina de la raza demoníaca, aguarda en ese mundo subterráneo. Con ojos que han visto mil generaciones morir, piel marcada por pactos arcanos, y un corazón que late con curiosidad...no por necesidad. La coronación se acerca, es inminente. Todos los saben. Las demás casas se inclinan con respeto y su nombre recorre el inmenso salón con claro respeto. Aún no estaba lista, aún no podía aceptar el difícil cargo de reina porque había algo más que quería hacer. Algo que ni la eternidad del infierno podían ofrecerle: la experiencia humana.

    [Aquí empezaría nuestro rol]

    Y entonces, la invocación.

    Un zumbido rasga el aire pesado del lugar. Un circulo de invocación se abre a su alrededor flameando con un fulgor que no pertenece al infierno. Reconocía la magia humana, la mujer entrecerró los ojos. Alguien la llamaba.

    A pesar de que tenía un compromiso más grande con su raza, cualquier escapatoria funcionaba. Se dejó arrastrar, no por obligación, sino por aburrimiento. Por impulso.

    El aire cambia.

    De pronto, abre los ojos en una habitación fría, con olor a incienso y tiza. Frente a ella ve una especie diferente, el aspecto humano le parecía tan frágil a diferencia de los demonios. Sabía que estaba ahí para cumplir un deseo a cambio de ofrendas.

    –¿Deseo...?—Murmura, su voz cargada de un acento muy diferente, diferenciandola de ese mundo. —¿Que es lo que quieres, humanx?

    Sus ojos brillantes y astutos como los de un gato recorrieron lo observaron de arriba a abajo. Acababa de tener una increíble idea. Neriah sonríe, con colmillos semi ocultos tras sus labios rojos. No hay compasión en su rostro...solo diversión. Antes de que él torpe humano pudiera responder, ella se apresuró a poner un dedo sobre sus labios para callarlo.

    –Te diré algo. Debes saber que no soy cualquier entidad, no cumplo deseos así como así. Soy la próxima reina de un largo linaje de sangre pura. Pero... — Quito lentamente el dedo sobre sus labios, antes de moverse un poco por la habitación con paso silenciosos como el humo. — Si a cambio, me dejas quedarme un tiempo en tu mundo y enseñarme las cosas humanas que hace tu raza...

    Su mano se extiende, con dedos tan elegantes como letales.

    –Entonces, y solo entonces... consideraré concederte lo que tanto anhelas.
    El infierno no es fuego, al menos no solo eso. Bajo la superficie del mundo humano, mucho más allá de su entendimiento y lo comprensible, existe un reino tejido con sombras vivas y estructuras que respiran como si el pisaje tuviera voluntad. En lo más profundo del noveno círculo, entre ruinas flotantes y enormes palacios de obsidiana, se erige la Corte Carmesí, el trono de un largo linaje de poderosos demonios caídos, donde el tiempo se derrama lento y espeso como la sangre ceremonial. Neriah Viremont, hija del linaje puro de los primeros, próxima sucesora en el trono como reina de la raza demoníaca, aguarda en ese mundo subterráneo. Con ojos que han visto mil generaciones morir, piel marcada por pactos arcanos, y un corazón que late con curiosidad...no por necesidad. La coronación se acerca, es inminente. Todos los saben. Las demás casas se inclinan con respeto y su nombre recorre el inmenso salón con claro respeto. Aún no estaba lista, aún no podía aceptar el difícil cargo de reina porque había algo más que quería hacer. Algo que ni la eternidad del infierno podían ofrecerle: la experiencia humana. [Aquí empezaría nuestro rol] Y entonces, la invocación. Un zumbido rasga el aire pesado del lugar. Un circulo de invocación se abre a su alrededor flameando con un fulgor que no pertenece al infierno. Reconocía la magia humana, la mujer entrecerró los ojos. Alguien la llamaba. A pesar de que tenía un compromiso más grande con su raza, cualquier escapatoria funcionaba. Se dejó arrastrar, no por obligación, sino por aburrimiento. Por impulso. El aire cambia. De pronto, abre los ojos en una habitación fría, con olor a incienso y tiza. Frente a ella ve una especie diferente, el aspecto humano le parecía tan frágil a diferencia de los demonios. Sabía que estaba ahí para cumplir un deseo a cambio de ofrendas. –¿Deseo...?—Murmura, su voz cargada de un acento muy diferente, diferenciandola de ese mundo. —¿Que es lo que quieres, humanx? Sus ojos brillantes y astutos como los de un gato recorrieron lo observaron de arriba a abajo. Acababa de tener una increíble idea. Neriah sonríe, con colmillos semi ocultos tras sus labios rojos. No hay compasión en su rostro...solo diversión. Antes de que él torpe humano pudiera responder, ella se apresuró a poner un dedo sobre sus labios para callarlo. –Te diré algo. Debes saber que no soy cualquier entidad, no cumplo deseos así como así. Soy la próxima reina de un largo linaje de sangre pura. Pero... — Quito lentamente el dedo sobre sus labios, antes de moverse un poco por la habitación con paso silenciosos como el humo. — Si a cambio, me dejas quedarme un tiempo en tu mundo y enseñarme las cosas humanas que hace tu raza... Su mano se extiende, con dedos tan elegantes como letales. –Entonces, y solo entonces... consideraré concederte lo que tanto anhelas.
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  • La arena no era arena, eran fragmentos de deseos olvidados que crujían como huesos bajo sus pies. El mar no era mar, sino una masa oscura y espesa que reflejaba las caras distorsionadas cada vez que la luna falsa se asomaba entre las nubes. El aire olía a sal, hierro, y...a electricidad estática. Los dedos enguantados de los Vigilantes le hundían las garras en sus brazos, marcando su piel a través de la fina tela de su vestido. Ella respiró hondo, sintiendo como las runas de supresión en sus muñecas latían en sincronía con su pulso acelerado. Cada símbolo era un clavo en su magia, un intento del Consejo por domesticar lo que era indomable.

    El Capitán de los Vigilantes avanzó, su armadura chirriaba con cada paso sobre la arena brillante. La espada rúnica en su mano dejaba un rastro de luz azulada en el aire, como si cortara la realidad misma.

    — Terminemos esto, Kael —dijo uno de Los Vigilantes, mientras ajustaba su agarre en el brazo izquierdo de Svetla— hay que llevarla ante el Consejo antes de que...

    — Antes de que ¿qué? —interrumpió ella, alzando la vista con una sonrisa desafiante. Su mechón blanco brillaba bajo la luz lunar— ¿antes de que él Capitán recuerde que...su esposa también pidió un deseo una vez? Uno que él no supo darle.

    El Capitán se tensó. El filo de su espada tembló levemente

    "Si...ahí está. La grieta en tu armadura, capitán" Pensó.

    «𝘌𝘴𝘤𝘶𝘱𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳.» Murmuró Luc, con su silueta semitransparente flotando a un lado de ella. Pero él sabía que ella no moriría. No hoy.

    Svetla cerró los ojos y escuchó. Más allá de las palabras de los Vigilantes, que seguían discutiendo que hacer. Más allá de la voz de la sombra fantasmal que siempre la acompañaba. Más allá del crujir de sus propios pasos. Allí, estaba el verdadero sonido de ese lugar:

    𝙀𝙡 𝙢𝙖𝙧.

    No. 𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘳. No era el simple oleaje de un océano humano, sino el susurro del Primer Caos, aquel que existía antes de que los deseos tuvieran un nombre. Era un murmullo que le hablaba en lenguas olvidadas, que le recordaba lo que era: hija del abismo, tejedora de costuras entre mundos, vendedora de deseos.

    — ¿Sabes que le pasa al mar cuando alguien le pide un deseo...? —susurró Svetla.

    — Cállate —gruñó el capitan, ignorando el significado tras las palabras de la castaña— No puedes escapar, Le'ron. tus poderes están...

    — ¿Bloqueados? —Svetla rió, y en ese momento, la primera gota de sangre cayó de su nariz a la arena. Los vigilantes no la vieron hundirse en el suelo, no sintieron como los granos de deseos olvidados absorbían la gota rojiza— quizás los poderes pueden ser robados, Kael. Pero el caos... 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘴.

    Con un movimiento brusco, la castaña retorció su brazo izquierdo hasta sentir el crujido del hueso dislocándose. El dolor no importaba, porque había algo que callaría al dolor pronto...la libertad.

    Las runas de supresión necesitaban contacto completo para funcionar. Un hueso fuera de lugar, una herida abierta, y la cadena se rompía por un instante. Un segundo. Un segundo era todo lo que necesitaba.

    "Ven a mi" Susurró al mar, pero no con palabras, sino con el lenguaje de las cosas que se rompen. "Cómo yo voy a ti."

    𝙀𝙡 𝙤𝙘𝙚𝙖𝙣𝙤 𝙧𝙪𝙜𝙞𝙤.

    No fue una ola lo que vino, sino una herida en el mundo que se abrió desde las profundidades hasta la orilla. Los Vigilantes gritaron cuando el agua negra les golpeó, pero el verdadero horror llegó cuando vieran lo que realmente era:

    Millones de manos translucidas, bocas abiertas en gritos silenciados, dedos que buscaban agarrar, arrastrar. Los restos de todos los deseos no pagados, las promesas rotas que el mar había recolectado desde el principio de los tiempos.

    — ¡Sueltenla! —alcanzó a gritar uno de Los Vigilantes antes de que la primera mano se cerrara alrededor de su tobillo.

    No necesitó que se lo dijeran dos veces. Con un movimiento fluido –como si el dolor de su brazo le perteneciera a otro cuerpo–, se zafó de los agarres y saltó hacia la brecha.

    El agua fría la envolvió como un vientre materno. Por un momento, todo fue silencio y oscuridad. Luego, las voces comenzaron. "𝘜𝘯 𝘰𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘨𝘶𝘥𝘢..." "𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰..." "𝘜𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳..."

    Eran los ecos de los pactos que el mar recordaba. Sintió cómo sus pulmones ardían, pero no por falta de aire –nadie se ahoga aqui– sino porque el caos le preguntaba: "¿𝘘𝘶𝘦 𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰, 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘰𝘴𝘢?"

    — ¡Lo que sea! —gritó, y su voz resonó en el mismo caos como un disparo.

    El mar rió. Y entonces, la escupió.

    La castaña cayó de rodillas en la arena. Una arena que no era más que solo arena. Frente a un mar que si era mar. Otra playa, está vez en el plano primario. El agua salada que escupió estaba teñida de rojo, pero no era sangre... 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘵𝘢𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰.

    A su lado, Luc se materializó, más pálido que de costumbre –como si eso fuera posible–.

    «𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘰. 𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘦𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘦𝘴.» Murmuró.

    Ella no respondió. Se limitó a mirar hacia el horizonte, dónde la luna –esta vez, una real. La luna que conocía– se reflejaba sobre aguas demasiado tranquilas.

    En su muñeca, dónde antes estaban las runas de supresión, ahora había una marca nueva. Una que parecía girar si la mirabas demasiado tiempo.

    "Todo deseo tiene un costo..." Pensó, acariciando la marca.
    La arena no era arena, eran fragmentos de deseos olvidados que crujían como huesos bajo sus pies. El mar no era mar, sino una masa oscura y espesa que reflejaba las caras distorsionadas cada vez que la luna falsa se asomaba entre las nubes. El aire olía a sal, hierro, y...a electricidad estática. Los dedos enguantados de los Vigilantes le hundían las garras en sus brazos, marcando su piel a través de la fina tela de su vestido. Ella respiró hondo, sintiendo como las runas de supresión en sus muñecas latían en sincronía con su pulso acelerado. Cada símbolo era un clavo en su magia, un intento del Consejo por domesticar lo que era indomable. El Capitán de los Vigilantes avanzó, su armadura chirriaba con cada paso sobre la arena brillante. La espada rúnica en su mano dejaba un rastro de luz azulada en el aire, como si cortara la realidad misma. — Terminemos esto, Kael —dijo uno de Los Vigilantes, mientras ajustaba su agarre en el brazo izquierdo de Svetla— hay que llevarla ante el Consejo antes de que... — Antes de que ¿qué? —interrumpió ella, alzando la vista con una sonrisa desafiante. Su mechón blanco brillaba bajo la luz lunar— ¿antes de que él Capitán recuerde que...su esposa también pidió un deseo una vez? Uno que él no supo darle. El Capitán se tensó. El filo de su espada tembló levemente "Si...ahí está. La grieta en tu armadura, capitán" Pensó. «𝘌𝘴𝘤𝘶𝘱𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳.» Murmuró Luc, con su silueta semitransparente flotando a un lado de ella. Pero él sabía que ella no moriría. No hoy. Svetla cerró los ojos y escuchó. Más allá de las palabras de los Vigilantes, que seguían discutiendo que hacer. Más allá de la voz de la sombra fantasmal que siempre la acompañaba. Más allá del crujir de sus propios pasos. Allí, estaba el verdadero sonido de ese lugar: 𝙀𝙡 𝙢𝙖𝙧. No. 𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘳. No era el simple oleaje de un océano humano, sino el susurro del Primer Caos, aquel que existía antes de que los deseos tuvieran un nombre. Era un murmullo que le hablaba en lenguas olvidadas, que le recordaba lo que era: hija del abismo, tejedora de costuras entre mundos, vendedora de deseos. — ¿Sabes que le pasa al mar cuando alguien le pide un deseo...? —susurró Svetla. — Cállate —gruñó el capitan, ignorando el significado tras las palabras de la castaña— No puedes escapar, Le'ron. tus poderes están... — ¿Bloqueados? —Svetla rió, y en ese momento, la primera gota de sangre cayó de su nariz a la arena. Los vigilantes no la vieron hundirse en el suelo, no sintieron como los granos de deseos olvidados absorbían la gota rojiza— quizás los poderes pueden ser robados, Kael. Pero el caos... 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘴. Con un movimiento brusco, la castaña retorció su brazo izquierdo hasta sentir el crujido del hueso dislocándose. El dolor no importaba, porque había algo que callaría al dolor pronto...la libertad. Las runas de supresión necesitaban contacto completo para funcionar. Un hueso fuera de lugar, una herida abierta, y la cadena se rompía por un instante. Un segundo. Un segundo era todo lo que necesitaba. "Ven a mi" Susurró al mar, pero no con palabras, sino con el lenguaje de las cosas que se rompen. "Cómo yo voy a ti." 𝙀𝙡 𝙤𝙘𝙚𝙖𝙣𝙤 𝙧𝙪𝙜𝙞𝙤. No fue una ola lo que vino, sino una herida en el mundo que se abrió desde las profundidades hasta la orilla. Los Vigilantes gritaron cuando el agua negra les golpeó, pero el verdadero horror llegó cuando vieran lo que realmente era: Millones de manos translucidas, bocas abiertas en gritos silenciados, dedos que buscaban agarrar, arrastrar. Los restos de todos los deseos no pagados, las promesas rotas que el mar había recolectado desde el principio de los tiempos. — ¡Sueltenla! —alcanzó a gritar uno de Los Vigilantes antes de que la primera mano se cerrara alrededor de su tobillo. No necesitó que se lo dijeran dos veces. Con un movimiento fluido –como si el dolor de su brazo le perteneciera a otro cuerpo–, se zafó de los agarres y saltó hacia la brecha. El agua fría la envolvió como un vientre materno. Por un momento, todo fue silencio y oscuridad. Luego, las voces comenzaron. "𝘜𝘯 𝘰𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘨𝘶𝘥𝘢..." "𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰..." "𝘜𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳..." Eran los ecos de los pactos que el mar recordaba. Sintió cómo sus pulmones ardían, pero no por falta de aire –nadie se ahoga aqui– sino porque el caos le preguntaba: "¿𝘘𝘶𝘦 𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰, 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘰𝘴𝘢?" — ¡Lo que sea! —gritó, y su voz resonó en el mismo caos como un disparo. El mar rió. Y entonces, la escupió. La castaña cayó de rodillas en la arena. Una arena que no era más que solo arena. Frente a un mar que si era mar. Otra playa, está vez en el plano primario. El agua salada que escupió estaba teñida de rojo, pero no era sangre... 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘵𝘢𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰. A su lado, Luc se materializó, más pálido que de costumbre –como si eso fuera posible–. «𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘰. 𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘦𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘦𝘴.» Murmuró. Ella no respondió. Se limitó a mirar hacia el horizonte, dónde la luna –esta vez, una real. La luna que conocía– se reflejaba sobre aguas demasiado tranquilas. En su muñeca, dónde antes estaban las runas de supresión, ahora había una marca nueva. Una que parecía girar si la mirabas demasiado tiempo. "Todo deseo tiene un costo..." Pensó, acariciando la marca.
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  • —¿Quieres ser inmortal?

    —Hmm… sí, puedo decirte cómo.

    —No es tan difícil como crees.

    —Hay muchas formas: rituales, pactos, juegos con el tiempo, cosas que ni siquiera tienen nombre en tu idioma.

    —Pero no te lo recomiendo.

    —No porque sea imposible, sino porque duele.

    —Mucho.

    —Para volverte inmortal, tienes que renunciar a todo lo que más amas.

    —Y no me refiero solo a personas.

    —Me refiero a tu hogar, tus recuerdos felices, el sonido de la risa sincera, la sensación de un abrazo que significa algo.

    —Al principio, piensas que puedes soportarlo.

    —Que vale la pena.

    —Que el sacrificio es pequeño comparado con la eternidad.

    —Pero luego… un día te das cuenta de que ya no recuerdas el rostro de quien más querías.

    —Otro día, olvidas por qué alguna vez reíste de verdad.

    —Y al final, solo eres un nombre flotando en el vacío, sin significado, sin raíces, sin nadie.

    —¿Sigue sonando atractivo?

    —Porque te lo digo como alguien que ha visto a muchos tomar ese camino…

    —Y ninguno, ni uno solo, ha terminado feliz.
    —¿Quieres ser inmortal? —Hmm… sí, puedo decirte cómo. —No es tan difícil como crees. —Hay muchas formas: rituales, pactos, juegos con el tiempo, cosas que ni siquiera tienen nombre en tu idioma. —Pero no te lo recomiendo. —No porque sea imposible, sino porque duele. —Mucho. —Para volverte inmortal, tienes que renunciar a todo lo que más amas. —Y no me refiero solo a personas. —Me refiero a tu hogar, tus recuerdos felices, el sonido de la risa sincera, la sensación de un abrazo que significa algo. —Al principio, piensas que puedes soportarlo. —Que vale la pena. —Que el sacrificio es pequeño comparado con la eternidad. —Pero luego… un día te das cuenta de que ya no recuerdas el rostro de quien más querías. —Otro día, olvidas por qué alguna vez reíste de verdad. —Y al final, solo eres un nombre flotando en el vacío, sin significado, sin raíces, sin nadie. —¿Sigue sonando atractivo? —Porque te lo digo como alguien que ha visto a muchos tomar ese camino… —Y ninguno, ni uno solo, ha terminado feliz.
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  • El bosque era espeso y fresco, con el murmullo de las hojas danzando en la brisa. "X" avanzaba por el sendero sin prisa, dejando que el sonido de la naturaleza lo envolviera. Era un día tranquilo, de esos en los que el mundo parecía respirar en calma.

    Pero, entonces, algo alteró la armonía.

    Un golpe seco retumbó entre los árboles. Luego otro. Y otro más.

    "X" se detuvo, agudizando el oído. No eran pasos, ni el crujir de una rama al romperse. Eran impactos, repetitivos y fuertes, como si algo estuviera castigando la madera con violencia.

    Con curiosidad, desvió su camino, moviéndose con sigilo entre los arbustos. Se asomó entre las sombras y lo vio.

    Un joven, no mayor de veinte años, con guantes de boxeo y la ropa empapada de sudor, lanzaba golpes contra un grueso tronco seco. Su postura era firme, su mirada concentrada. No notaba nada más, solo el desafío que tenía frente a él.

    Cada golpe hacía vibrar la madera. La corteza se astillaba con cada impacto, pero el joven no se detenía. Su respiración era pesada, rítmica, casi como un ritual.

    Entonces, "X" vio el instante en que todo cambió.

    El muchacho inhaló profundo, tensó los músculos y lanzó un último golpe con toda su fuerza.

    El sonido fue como un trueno. La madera crujió, se partió de inmediato, y el tronco entero cayó al suelo con un estruendo seco. Al mismo tiempo, el guante en su mano derecha se rasgó, incapaz de soportar la fuerza descomunal que había liberado.

    "X" contuvo la respiración, observando al joven que ahora miraba su guante roto con indiferencia. No parecía sorprendido. No parecía satisfecho. Solo suspiró, comenzando a quitárselo con calma.

    Aún no sabía que estaba siendo observado.
    El bosque era espeso y fresco, con el murmullo de las hojas danzando en la brisa. "X" avanzaba por el sendero sin prisa, dejando que el sonido de la naturaleza lo envolviera. Era un día tranquilo, de esos en los que el mundo parecía respirar en calma. Pero, entonces, algo alteró la armonía. Un golpe seco retumbó entre los árboles. Luego otro. Y otro más. "X" se detuvo, agudizando el oído. No eran pasos, ni el crujir de una rama al romperse. Eran impactos, repetitivos y fuertes, como si algo estuviera castigando la madera con violencia. Con curiosidad, desvió su camino, moviéndose con sigilo entre los arbustos. Se asomó entre las sombras y lo vio. Un joven, no mayor de veinte años, con guantes de boxeo y la ropa empapada de sudor, lanzaba golpes contra un grueso tronco seco. Su postura era firme, su mirada concentrada. No notaba nada más, solo el desafío que tenía frente a él. Cada golpe hacía vibrar la madera. La corteza se astillaba con cada impacto, pero el joven no se detenía. Su respiración era pesada, rítmica, casi como un ritual. Entonces, "X" vio el instante en que todo cambió. El muchacho inhaló profundo, tensó los músculos y lanzó un último golpe con toda su fuerza. El sonido fue como un trueno. La madera crujió, se partió de inmediato, y el tronco entero cayó al suelo con un estruendo seco. Al mismo tiempo, el guante en su mano derecha se rasgó, incapaz de soportar la fuerza descomunal que había liberado. "X" contuvo la respiración, observando al joven que ahora miraba su guante roto con indiferencia. No parecía sorprendido. No parecía satisfecho. Solo suspiró, comenzando a quitárselo con calma. Aún no sabía que estaba siendo observado.
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    > Las semanas anteriores, el joven fue entrenado por su salvador: Dante. Éste le otorgó un arco con flechas encantadas; una del hielo y otra de fuego. Durante ese tiempo, pasaron las mañanas y tardes entrenando su puntería y combate para convertirse en un cazador como lo era su maestro. Conforme pasaban los días, el castaño cogió una gran admiración al albino, tomándolo como su aspiración para continuar en ese mundo caótico, en lo que antes era la bella Fortuna. No solo perfeccionó sus técnicas de pelea, sino que si olfato se acostumbró a los nuevos olores de esa cuidad, reconociendo el aroma de los demonios y bestias que debía cazar a varios metros de distancia; junto a ello, sus orejas captaban los sonidos provenientes de ellos, siendo que sus habilidades híbridas se agudizaron. Un humano con las capacidades y fortalezas de un canino: se volvió un cazador ejemplar.

    > Esa tarde, le encomendaron una misión individual: eliminar a los demonios de la zona norte de Fortuna. Habían recibido reportes de sobrevivientes en aquel lugar. Mandar a un perro era crucial; un rescatista. Aceptó la misión sin dudar. Su orgullo y afán de no decepcionar a Dante jugabna un papel al aceptar misiones sin compañía. Se encontraba en dicha zona, dentro de un edificio abandonado y destruido por los impactos de las criaturas. Apuntó su arco a una de ellas, cargado con una flecha de fuego; su intención era quemar a las cercanas y al que impactara. Pero algo cambió ese plan. Un hombre vagaba por las calles, encubierto de la cabeza a los pies; se dirigía directamente a ellos. Si disparaba, podría dañar al civil. Pero, hubo algo que captó toda su atención, más que el hecho de que un hombre se acercara a esas bestias sin un arma.

    (Huele similar a Dante, mas no es él... ¿Quién es?)

    > Salió el edificio; su paso fue al hombre. Las bestias lo percibieron y corrieron hacia él. Preparó nuevamente su flecha; esta vez la lanzó, acertando en la cabeza de una de las criaturas, la cual al caer prendió en fuego, tocando a las demás.

    — ¡Aléjate! — Gritó al hombre misterioso. Debía protegerlo.
    > Las semanas anteriores, el joven fue entrenado por su salvador: Dante. Éste le otorgó un arco con flechas encantadas; una del hielo y otra de fuego. Durante ese tiempo, pasaron las mañanas y tardes entrenando su puntería y combate para convertirse en un cazador como lo era su maestro. Conforme pasaban los días, el castaño cogió una gran admiración al albino, tomándolo como su aspiración para continuar en ese mundo caótico, en lo que antes era la bella Fortuna. No solo perfeccionó sus técnicas de pelea, sino que si olfato se acostumbró a los nuevos olores de esa cuidad, reconociendo el aroma de los demonios y bestias que debía cazar a varios metros de distancia; junto a ello, sus orejas captaban los sonidos provenientes de ellos, siendo que sus habilidades híbridas se agudizaron. Un humano con las capacidades y fortalezas de un canino: se volvió un cazador ejemplar. > Esa tarde, le encomendaron una misión individual: eliminar a los demonios de la zona norte de Fortuna. Habían recibido reportes de sobrevivientes en aquel lugar. Mandar a un perro era crucial; un rescatista. Aceptó la misión sin dudar. Su orgullo y afán de no decepcionar a Dante jugabna un papel al aceptar misiones sin compañía. Se encontraba en dicha zona, dentro de un edificio abandonado y destruido por los impactos de las criaturas. Apuntó su arco a una de ellas, cargado con una flecha de fuego; su intención era quemar a las cercanas y al que impactara. Pero algo cambió ese plan. Un hombre vagaba por las calles, encubierto de la cabeza a los pies; se dirigía directamente a ellos. Si disparaba, podría dañar al civil. Pero, hubo algo que captó toda su atención, más que el hecho de que un hombre se acercara a esas bestias sin un arma. (Huele similar a Dante, mas no es él... ¿Quién es?) > Salió el edificio; su paso fue al hombre. Las bestias lo percibieron y corrieron hacia él. Preparó nuevamente su flecha; esta vez la lanzó, acertando en la cabeza de una de las criaturas, la cual al caer prendió en fuego, tocando a las demás. — ¡Aléjate! — Gritó al hombre misterioso. Debía protegerlo.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • «Lealtad.

    Pertenecerse a uno mismo y a alguien más por desición propia. Afrenta completa al egoísta sentido de preservación. ¿O una extensión de él?

    Lealtad. Pactos que se crean, por los que se vive, se sangra, se sufre y se muere. Pactos que otorgan significado. Dos meñiques que se unen.

    Lealtad, eso que surge cuando alimentas a un cachorro con la idea de que lucha por algo más grande que él, y haces que ataque con la ferocidad de un león.»
    «Lealtad. Pertenecerse a uno mismo y a alguien más por desición propia. Afrenta completa al egoísta sentido de preservación. ¿O una extensión de él? Lealtad. Pactos que se crean, por los que se vive, se sangra, se sufre y se muere. Pactos que otorgan significado. Dos meñiques que se unen. Lealtad, eso que surge cuando alimentas a un cachorro con la idea de que lucha por algo más grande que él, y haces que ataque con la ferocidad de un león.»
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  • ▭▬▬ ▬ ▬▬▬▬▛ ▜▬▬▬▬ ▬

    (TEMA SENSIBLE NO APTO PARA TODO PÚBLICO)

    𝑹𝒆𝒅 𝑷𝒂𝒓𝒕𝒊𝒆𝒔 ꧂





    Las "Fiestas Rojas" por su traducción del inglés, son ostentosas reuniones donde solo asisten, la crema de la crema, la Elite.

    Dentro de las paredes de esa fiesta se esconden: pactos satánicos, rituales virginales, ab*sos y v*olaciones de todo tipo, sacrificios y derramamiento de sangre, pr*stitucion y redes de tr*fico de toda indole.

    También se pactan el exito de artistas, compañías, políticos, ideologías, personas influyentes como también el fracaso, la ruina incluso la muerte de cualquier estorbo a los intereses de la Elite 𝕴𝖑𝖑𝖚𝖒𝖎𝖓𝖆𝖙𝖎.

    Solo celebra una vez al año...

    Y todo invitado tiene que vestir una túnica roja simbolizando una sola cosa:

    Ellos están manchados de sangre de sus víctimas, sangre que acumulan para 𝐿𝑢𝑐𝑖𝑓𝑒𝑟 𝑜 𝐵𝑎𝑝ℎ𝑜𝑚𝑒𝑡

    ɪʟʟᴜᴍɪɴᴀᴛɪ
    ◢✥𝐆azú✥◣
    ▭▬▬ ▬ ▬▬▬▬▛ 👁️ ▜▬▬▬▬ ▬ (TEMA SENSIBLE NO APTO PARA TODO PÚBLICO) ⸻🍷 𝑹𝒆𝒅 𝑷𝒂𝒓𝒕𝒊𝒆𝒔 ꧂ 🎃 Las "Fiestas Rojas" por su traducción del inglés, son ostentosas reuniones donde solo asisten, la crema de la crema, la Elite. Dentro de las paredes de esa fiesta se esconden: pactos satánicos, rituales virginales, ab*sos y v*olaciones de todo tipo, sacrificios y derramamiento de sangre, pr*stitucion y redes de tr*fico de toda indole. También se pactan el exito de artistas, compañías, políticos, ideologías, personas influyentes como también el fracaso, la ruina incluso la muerte de cualquier estorbo a los intereses de la Elite 𝕴𝖑𝖑𝖚𝖒𝖎𝖓𝖆𝖙𝖎. Solo celebra una vez al año... Y todo invitado tiene que vestir una túnica roja simbolizando una sola cosa: Ellos están manchados de sangre de sus víctimas, sangre que acumulan para 𝐿𝑢𝑐𝑖𝑓𝑒𝑟 𝑜 𝐵𝑎𝑝ℎ𝑜𝑚𝑒𝑡 ɪʟʟᴜᴍɪɴᴀᴛɪ ◢✥𝐆azú✥◣
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