• El aire salado le llenó los pulmones antes incluso de que sus pies tocaran la arena húmeda. Era temprano, tanto que el sol apenas había empezado a teñir el horizonte con esos tonos anaranjados que parecían sacados de una postal. Poppy respiró hondo, ajustó los auriculares en sus oídos —aunque apenas había música, solo el sonido lejano del mar mezclado con su propia respiración— y echó a correr.

    La playa estaba desierta, salvo por alguna gaviota rezagada y las huellas que ella misma dejaba atrás. El mundo parecía suspendido en esa calma viscosa del amanecer. Cada zancada la alejaba un poco de la casa, de las sábanas revueltas, del calor tibio de Dean aún dormido, de ese remanso de paz que le era tan extraño como adictivo.

    Correr le ayudaba a ordenar los pensamientos, aunque ese día ni siquiera sabía por dónde empezar. A veces se preguntaba si merecía aquellos días de calma, si era justo sentir algo parecido a la felicidad mientras el mundo allá fuera seguía siendo un lugar tan roto. Pero luego recordaba las manos de Dean en su espalda, su voz ronca diciéndole "duerme un poco más", y algo dentro de ella se aflojaba.

    Miró al mar. Las olas rompían contra la orilla con una cadencia casi hipnótica. Por un segundo, pensó en detenerse, en dejarse caer sobre la arena y no moverse más. Pero siguió corriendo, como si en cada paso pudiera convencer a su corazón de que, por una vez, todo estaba bien.
    El aire salado le llenó los pulmones antes incluso de que sus pies tocaran la arena húmeda. Era temprano, tanto que el sol apenas había empezado a teñir el horizonte con esos tonos anaranjados que parecían sacados de una postal. Poppy respiró hondo, ajustó los auriculares en sus oídos —aunque apenas había música, solo el sonido lejano del mar mezclado con su propia respiración— y echó a correr. La playa estaba desierta, salvo por alguna gaviota rezagada y las huellas que ella misma dejaba atrás. El mundo parecía suspendido en esa calma viscosa del amanecer. Cada zancada la alejaba un poco de la casa, de las sábanas revueltas, del calor tibio de Dean aún dormido, de ese remanso de paz que le era tan extraño como adictivo. Correr le ayudaba a ordenar los pensamientos, aunque ese día ni siquiera sabía por dónde empezar. A veces se preguntaba si merecía aquellos días de calma, si era justo sentir algo parecido a la felicidad mientras el mundo allá fuera seguía siendo un lugar tan roto. Pero luego recordaba las manos de Dean en su espalda, su voz ronca diciéndole "duerme un poco más", y algo dentro de ella se aflojaba. Miró al mar. Las olas rompían contra la orilla con una cadencia casi hipnótica. Por un segundo, pensó en detenerse, en dejarse caer sobre la arena y no moverse más. Pero siguió corriendo, como si en cada paso pudiera convencer a su corazón de que, por una vez, todo estaba bien.
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  • Habíamos llegado al lugar y ya nos habíamos dispersado para empezar con la misión, la música retumba en el club clandestino, luces carmesí y humo cortan el ambiente. Angela, vestida con un atuendo ceñido y máscara de encaje, se desliza entre la multitud con la seguridad de quien sabe que todos los ojos se posan en ella. Su objetivo: Danielle Ford, capo rival, sentado en un reservado con vista al espectáculo.

    Angela inicia un baile intenso y magnético, sus movimientos transmiten poder y promesa, atrayendo la atención de Danielle y no solo de el, sino también de su hija a su costado y de la persona que me estaba viendo a través de las cámaras previamente colocadas. Él acepta la invitación no verbal al dejar que ella se aproxime, ignorando los murmullos de sus propios guardaespaldas. Con cada giro, Angela acorta las distancias, y su danza se transforma en un duelo sutil de seducción y dominio.

    Cuando está a centímetros de Danielle, Angela se inclina, permitiendo que su largo cabello oculte la destreza con la que desliza su mano hacia el interior de su chaqueta: le roba la billetera, donde guarda información y acceso a sus finanzas, sin que él lo perciba. Luego, con una sonrisa tras la máscara, se acerca y lo besa. Danielle, embriagado por el juego, no percibe el verdadero peligro.

    Angela le susurra una promesa misteriosa y lo toma de la mano, guiándolo por un pasillo privado dando una pequeña y muy sutil señal para proseguir. La puerta de una habitación se abre: Está una cama con algunas cosas y detrás de la puerta Alessia Leone estaba ya preparada como le había dicho para concretar el crimen.
    Habíamos llegado al lugar y ya nos habíamos dispersado para empezar con la misión, la música retumba en el club clandestino, luces carmesí y humo cortan el ambiente. Angela, vestida con un atuendo ceñido y máscara de encaje, se desliza entre la multitud con la seguridad de quien sabe que todos los ojos se posan en ella. Su objetivo: Danielle Ford, capo rival, sentado en un reservado con vista al espectáculo. Angela inicia un baile intenso y magnético, sus movimientos transmiten poder y promesa, atrayendo la atención de Danielle y no solo de el, sino también de su hija a su costado y de la persona que me estaba viendo a través de las cámaras previamente colocadas. Él acepta la invitación no verbal al dejar que ella se aproxime, ignorando los murmullos de sus propios guardaespaldas. Con cada giro, Angela acorta las distancias, y su danza se transforma en un duelo sutil de seducción y dominio. Cuando está a centímetros de Danielle, Angela se inclina, permitiendo que su largo cabello oculte la destreza con la que desliza su mano hacia el interior de su chaqueta: le roba la billetera, donde guarda información y acceso a sus finanzas, sin que él lo perciba. Luego, con una sonrisa tras la máscara, se acerca y lo besa. Danielle, embriagado por el juego, no percibe el verdadero peligro. Angela le susurra una promesa misteriosa y lo toma de la mano, guiándolo por un pasillo privado dando una pequeña y muy sutil señal para proseguir. La puerta de una habitación se abre: Está una cama con algunas cosas y detrás de la puerta [eclipse_silver_bat_642] estaba ya preparada como le había dicho para concretar el crimen.
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  • Un paseo veraniego
    Fandom League of legends
    Categoría Otros
    Las clases habían terminado, el asfixiante calor acariciaba las calles dejando un aire cálido y agradable, en algunos puntos de la ciudad el asfalto era un arma peligrosa, la melodía de aquel verano era la canción de las chicharras resonando una y otra vez bajo la sombra de los árboles.

    Xayah había paseado hasta el río que cruzaba la ciudad, había sacado su teléfono móvil y se había dedicado a hacer fotos, primero a dos flores que habían crecido entrelazadas, de alguna forma le recordó a ella misma y a Rakan, luego vio un cartel de las KD/A, le gustaba su música y seguro que Seraphine apreciaría aquel cartel en el que se anunciaba un nuevo concierto muy pronto, luego en el río captó los surcos que hacía el agua al ser impactada por una piedra lanzada por su mismo mano.

    Era un verano que tenía el sabor de cierta melancolía. Tenía el sabor de la ausencia de Rakan.
    Las clases habían terminado, el asfixiante calor acariciaba las calles dejando un aire cálido y agradable, en algunos puntos de la ciudad el asfalto era un arma peligrosa, la melodía de aquel verano era la canción de las chicharras resonando una y otra vez bajo la sombra de los árboles. Xayah había paseado hasta el río que cruzaba la ciudad, había sacado su teléfono móvil y se había dedicado a hacer fotos, primero a dos flores que habían crecido entrelazadas, de alguna forma le recordó a ella misma y a Rakan, luego vio un cartel de las KD/A, le gustaba su música y seguro que Seraphine apreciaría aquel cartel en el que se anunciaba un nuevo concierto muy pronto, luego en el río captó los surcos que hacía el agua al ser impactada por una piedra lanzada por su mismo mano. Era un verano que tenía el sabor de cierta melancolía. Tenía el sabor de la ausencia de Rakan.
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  • En el mismo lugar a la misma hora
    Fandom League of Legends
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    Sona, tal y como había quedado con Kayn Luna Sangrienta, apareció en el mismo lugar, a la misma hora, de hecho le estaba de paso para volver a casa, esta vez no portaba si ethwal con ella, aunque si llevaba un abanico azul con detalles dorados para poder aliviar el calorcito del día.

    La virtuosa de las cuerdas colocó sus delicadas manos sobre la baranda de mármol e inclinó su cuerpo hacia delante para ver el estanque que había abajo, los peces koi danzaban entre las aguas casi como si estuvieran formando algún intrincado ritual, más allá una familia de patos nadaba, la madre pato enseñaba a sus patitos a como zambullirse y salir rápidamente a la superficie, un poco más allá una pareja de mariposas danzaba entre unos juncos, veía la armonía en aquello, era como si la música cobrase vida. El murmullo del escanque con las ondas de los peces, el chapoteo de los patos, la suave brisa moviendo los juncos... Se había creado una melodía alegre en una escala mayor.
    Sona, tal y como había quedado con [Kayn_blood_moon], apareció en el mismo lugar, a la misma hora, de hecho le estaba de paso para volver a casa, esta vez no portaba si ethwal con ella, aunque si llevaba un abanico azul con detalles dorados para poder aliviar el calorcito del día. La virtuosa de las cuerdas colocó sus delicadas manos sobre la baranda de mármol e inclinó su cuerpo hacia delante para ver el estanque que había abajo, los peces koi danzaban entre las aguas casi como si estuvieran formando algún intrincado ritual, más allá una familia de patos nadaba, la madre pato enseñaba a sus patitos a como zambullirse y salir rápidamente a la superficie, un poco más allá una pareja de mariposas danzaba entre unos juncos, veía la armonía en aquello, era como si la música cobrase vida. El murmullo del escanque con las ondas de los peces, el chapoteo de los patos, la suave brisa moviendo los juncos... Se había creado una melodía alegre en una escala mayor.
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 3

    Mientras Hestia caminaba despacio mirando la ropa colgada en ganchos en los muebles mostradores, Patricia comienza a seguirla como si la misma Patricia estuviera vigilando de cerca los movimientos de la pelirroja…

    Patricia: —¿Sabes?... Siempre pensé que el rock y el metal son la música de los dioses, pero ahora que lo pienso, el rock y el metal hablan de motos y viajar en libertad… así que… no creo que la “diosa del hogar”, la diosa que prefiere quedarse en casa… sea compatible con el estilo de vida del rock…

    Hestia: —Un hogar no es solo una casa. Tu hogar está donde está tu familia.

    Patricia: —¡Bien contestado! ¡Jajaja! Veo que ya aprendiste la filosofía del rock.

    Mientras Hestia voltea a ver la ventana con la noche estrellada…

    Hestia: —Pasé tanto tiempo dentro de ese lugar… que casi olvido que podía salir… y viajar…

    Patricia: —…Eso es bueno… el rock te recordó que eres libre… entonces sal. Viaja ahora mientras eres joven. Pero no olvides avisar a tu familia, o se van a preocupar.

    Hestia voltea a ver a la niña con una sonrisa…

    Hestia: —Mi familia jamás se preocupa por nada. Además, la mayoría de ellos están viajando y haciendo de las suyas. Yo también merezco ser libre…

    Patricia: —¡Bien dicho!

    Volvieron a quedar en silencio… ahora Patricia cree entender más quién es la pelirroja. Cree que es una chica rica, su familia siempre sale de viaje por placer o negocios y la han dejado en casa, por eso siempre estuvo encerrada en su lujosa casa. Escapó de ahí y ahora está aquí en esta tienda descubriendo el rock y el metal, algo que los ricos jamás escuchan. Y claro, esta chica rica en su soledad desarrolló el “complejo de diosa” y de verdad se cree que es una diosa griega… incluso se viste como una…

    Patricia toca con los dedos la blanca tela de la toga de Hestia. La tela es de un algodón tan suave que parece tocar algo hecho de niebla, y el color blanco es tan puro que parece que tiene luz propia.

    Patricia: —WOW… esta tela debe ser carísima… ¿es algodón egipcio o algo así?

    Hestia voltea a ver a la niña que está examinando un borde de la toga. Con tranquilidad sonríe y responde.

    Hestia: —No es algodón egipcio. Esta toga fue tejida con algodón sagrado de los campos Elíseos. Es muy cómoda… pero ya me aburrió. Veo que la ropa que tienes aquí es muy similar a la ropa que visten en los videos que vimos…

    Patricia: —¡Claro que sí! …En esta tienda vendemos todo tipo de objetos para los rockeros: ropa, accesorios, algunos instrumentos de música… y claro, muchos discos y DVDs con música. Incluso tenemos una amplia colección de acetatos originales… están en venta, pero la verdad son algo caros porque son para coleccionis…

    Patricia dejó de hablar repentinamente porque se quedó paralizada al ver lo que Hestia hizo… desató un nudo oculto en su cintura y la toga cayó al suelo. Hestia estaba desnuda bajo la toga y ahora está de pie totalmente desnuda delante de Patricia… Patricia está con la boca abierta, detrás de Hestia, admirando la espalda, las piernas y el hermoso y amplio trasero desnudo de la mujer pelirroja…hestia ya encontró una prenda que le gustó y a decidido probarse la ...

    La diosa que olvidó su libertad Parte 3 Mientras Hestia caminaba despacio mirando la ropa colgada en ganchos en los muebles mostradores, Patricia comienza a seguirla como si la misma Patricia estuviera vigilando de cerca los movimientos de la pelirroja… Patricia: —¿Sabes?... Siempre pensé que el rock y el metal son la música de los dioses, pero ahora que lo pienso, el rock y el metal hablan de motos y viajar en libertad… así que… no creo que la “diosa del hogar”, la diosa que prefiere quedarse en casa… sea compatible con el estilo de vida del rock… Hestia: —Un hogar no es solo una casa. Tu hogar está donde está tu familia. Patricia: —¡Bien contestado! ¡Jajaja! Veo que ya aprendiste la filosofía del rock. Mientras Hestia voltea a ver la ventana con la noche estrellada… Hestia: —Pasé tanto tiempo dentro de ese lugar… que casi olvido que podía salir… y viajar… Patricia: —…Eso es bueno… el rock te recordó que eres libre… entonces sal. Viaja ahora mientras eres joven. Pero no olvides avisar a tu familia, o se van a preocupar. Hestia voltea a ver a la niña con una sonrisa… Hestia: —Mi familia jamás se preocupa por nada. Además, la mayoría de ellos están viajando y haciendo de las suyas. Yo también merezco ser libre… Patricia: —¡Bien dicho! Volvieron a quedar en silencio… ahora Patricia cree entender más quién es la pelirroja. Cree que es una chica rica, su familia siempre sale de viaje por placer o negocios y la han dejado en casa, por eso siempre estuvo encerrada en su lujosa casa. Escapó de ahí y ahora está aquí en esta tienda descubriendo el rock y el metal, algo que los ricos jamás escuchan. Y claro, esta chica rica en su soledad desarrolló el “complejo de diosa” y de verdad se cree que es una diosa griega… incluso se viste como una… Patricia toca con los dedos la blanca tela de la toga de Hestia. La tela es de un algodón tan suave que parece tocar algo hecho de niebla, y el color blanco es tan puro que parece que tiene luz propia. Patricia: —WOW… esta tela debe ser carísima… ¿es algodón egipcio o algo así? Hestia voltea a ver a la niña que está examinando un borde de la toga. Con tranquilidad sonríe y responde. Hestia: —No es algodón egipcio. Esta toga fue tejida con algodón sagrado de los campos Elíseos. Es muy cómoda… pero ya me aburrió. Veo que la ropa que tienes aquí es muy similar a la ropa que visten en los videos que vimos… Patricia: —¡Claro que sí! …En esta tienda vendemos todo tipo de objetos para los rockeros: ropa, accesorios, algunos instrumentos de música… y claro, muchos discos y DVDs con música. Incluso tenemos una amplia colección de acetatos originales… están en venta, pero la verdad son algo caros porque son para coleccionis… Patricia dejó de hablar repentinamente porque se quedó paralizada al ver lo que Hestia hizo… desató un nudo oculto en su cintura y la toga cayó al suelo. Hestia estaba desnuda bajo la toga y ahora está de pie totalmente desnuda delante de Patricia… Patricia está con la boca abierta, detrás de Hestia, admirando la espalda, las piernas y el hermoso y amplio trasero desnudo de la mujer pelirroja…hestia ya encontró una prenda que le gustó y a decidido probarse la ...
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 2

    El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma.

    El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil.

    Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz.

    Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó:

    —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es?

    Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello.

    —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música.

    Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada.
    —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía

    Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación.
    —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?-

    Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo.
    —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada

    Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor ..

    La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios.

    —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena.

    Patricia rió de nuevo.
    —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita.

    Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ...

    * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante *

    Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...-

    *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...*

    (Continuará ...)
    La diosa que olvidó su libertad Parte 2 El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma. El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil. Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz. Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó: —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es? Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello. —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música. Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada. —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación. —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?- Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo. —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor .. La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios. —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena. Patricia rió de nuevo. —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita. Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ... * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante * Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...- *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...* (Continuará ...)
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  • -Al despertar, observé por unos momentos al hombre que dormía en el sofá; sonreí un poco tras ver que el hombre de mis pinturas era real. Sin hacer ruido, salí del lugar y caminé por el lugar hasta llegar a un cobertizo alejado, sacando de ahí una guitarra. En los libros que leí, esos artefactos emitían música, así que tras unas breves tonadas algo desafinadas, logrando al fin una melodía, recordando ese pequeño beso, nuevamente sonreí, empezando a cantar mientras me mecía en una silla mecedora. -



    https://youtu.be/A3joUtescWo?si=FvWKdcggzG-Gq7wE
    -Al despertar, observé por unos momentos al hombre que dormía en el sofá; sonreí un poco tras ver que el hombre de mis pinturas era real. Sin hacer ruido, salí del lugar y caminé por el lugar hasta llegar a un cobertizo alejado, sacando de ahí una guitarra. En los libros que leí, esos artefactos emitían música, así que tras unas breves tonadas algo desafinadas, logrando al fin una melodía, recordando ese pequeño beso, nuevamente sonreí, empezando a cantar mientras me mecía en una silla mecedora. - https://youtu.be/A3joUtescWo?si=FvWKdcggzG-Gq7wE
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  • ✧ 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎 — “𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚𝐛𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞𝐬 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐚𝐬”
    A veces, en los silencios más hondos, Luna recordaba esa noche.
    Las luces colgantes brillaban sobre su cabeza como constelaciones de mentira, y la música sonaba a lo lejos, opacada por la voz de su padre tarareando algo sin letra.

    Llevaba un traje oscuro, elegante pero desenfadado, como si la seriedad no pudiera alcanzarlo del todo. Sus gafas ocultaban sus ojos, pero no su sonrisa, esa que asomaba torcida en la comisura de sus labios mientras la sostenía con un solo brazo, como si llevarla en brazos fuera su estado natural.

    Ella, apenas un montón de rizos dorados y pijama satinado, dormía profundamente contra su pecho. Una manita colgaba sin fuerza, la otra reposaba en su rostro, como si incluso dormida supiera que él estaba allí. Y él… bueno, él no parecía querer estar en ningún otro lugar.

    —“Eres mi niña incluso cuando sueñas,” —solía decirle al oído, como una promesa que el tiempo no podría quebrar.

    Esa noche, mientras todos reían, bailaban y brindaban, él la acunaba como si fuera el tesoro más frágil del mundo.
    Y aunque Luna no lo recordaba con claridad, sabía que allí nació la definición de seguridad para ella.

    No era el abrazo, ni la fuerza con que la sostenía.
    Era la manera en que, aun entre multitudes y luces, su padre solo miraba a una persona. A ella.
    ✧ 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎 — “𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚𝐛𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞𝐬 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐚𝐬” A veces, en los silencios más hondos, Luna recordaba esa noche. Las luces colgantes brillaban sobre su cabeza como constelaciones de mentira, y la música sonaba a lo lejos, opacada por la voz de su padre tarareando algo sin letra. Llevaba un traje oscuro, elegante pero desenfadado, como si la seriedad no pudiera alcanzarlo del todo. Sus gafas ocultaban sus ojos, pero no su sonrisa, esa que asomaba torcida en la comisura de sus labios mientras la sostenía con un solo brazo, como si llevarla en brazos fuera su estado natural. Ella, apenas un montón de rizos dorados y pijama satinado, dormía profundamente contra su pecho. Una manita colgaba sin fuerza, la otra reposaba en su rostro, como si incluso dormida supiera que él estaba allí. Y él… bueno, él no parecía querer estar en ningún otro lugar. —“Eres mi niña incluso cuando sueñas,” —solía decirle al oído, como una promesa que el tiempo no podría quebrar. Esa noche, mientras todos reían, bailaban y brindaban, él la acunaba como si fuera el tesoro más frágil del mundo. Y aunque Luna no lo recordaba con claridad, sabía que allí nació la definición de seguridad para ella. No era el abrazo, ni la fuerza con que la sostenía. Era la manera en que, aun entre multitudes y luces, su padre solo miraba a una persona. A ella.
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Primera parte

    En lo alto del Olimpo, donde las nubes rozan las columnas de mármol y el tiempo parece estancado entre susurros del pasado, aún arde una llama...

    Sentada junto a su altar, Hestia contempla la antigua flama danzar con ritmo calmo, como un corazón que late muy despacio. Ella Viste con sencillez clásica y dignidad inmortal: una túnica blanca con ribetes dorados, son hojas de laureles dorados los que adornan su cabello rojo largo y casi rizado, Su mirada, sin embargo, ya no brilla con la fuerza de antaño.

    Los humanos ya no elevan plegarias en su nombre. Nadie construye templos en su honor. En una era de ruido y pantallas, ¿quién necesita el fuego del hogar cuando hay luces eléctricas y hornos automáticos?

    Los demás dioses han abandonado los antiguos tronos. Algunos vagan entre los mortales, disfrazados; otros han elegido desaparecer por completo. Solo ella permanece. La tía solterona del Olimpo, como alguna vez se burló Hermes entre risas. Ella no se ofendió. Después de todo es verdad.

    Pero esa paz eterna comenzaba a sentirse como una prisión. La inmortalidad se volvía pesada cuando no había propósito. Y el fuego... el fuego parecía más tenue cada día.

    Fue entonces cuando ocurrió.

    Un eco cruzó los cielos. Era algo nuevo. Un sonido metálico que la diosa no había escuchado antes, era
    ..sinfónico…enérgico…. impregnado de emocion. Es la primera vez que la diosa hestia escucha el sonido…de una guitarra eléctrica, apenas un susurro al principio, pero con un alma tan viva que la diosa se irguió.

    Sus ojos se abrieron con sorpresa.
    No era una alucinación. Era una señal.

    Un susurro cálido le recorrió el pecho, donde aún ardía una chispa de su fuego sagrado.
    —¿Qué fue eso...? —murmuró, de pie ante la flama que parecía avivarse con ese nuevo sonido.

    Por primera vez en siglos, Hestia sintió curiosidad. Esa sensación, el sonido de esa…cosa… entraba como un eco lejano a su oído, con muy poco volumen porque venía desde muy lejos pero sentía que comenzaba a alterar directamente el lento ritmo de su corazón…

    La llama frente a ella parpadeó, y en su reflejo vio una ciudad del mundo mortal: luces de neón, calles oscuras, una tienda diminuta de la que brotaba esa música tan poderosa... y una figura joven, humana ..vestida de negro…el sonido…viene directo de un artefacto de esa humana, el artefacto se conecta directo a los oídos de la humana a través de unos audífonos

    —Quizá... solo un vistazo.
    Y entonces descendió. No como un relámpago, ni como una aparición majestuosa, sino como el calor invisible que precede a una chispa, la diosa descuida un poco su discreción...esa noche muchos humanos vieron en el cielo nocturno despejado algo parecido a una estrella fugas roja con estela de fuego que cae muy lejos en el orizonte, fácilmente confundida con un meteorito común y sin darle más importancia…

    (Continuara ...)
    La diosa que olvidó su libertad Primera parte En lo alto del Olimpo, donde las nubes rozan las columnas de mármol y el tiempo parece estancado entre susurros del pasado, aún arde una llama... Sentada junto a su altar, Hestia contempla la antigua flama danzar con ritmo calmo, como un corazón que late muy despacio. Ella Viste con sencillez clásica y dignidad inmortal: una túnica blanca con ribetes dorados, son hojas de laureles dorados los que adornan su cabello rojo largo y casi rizado, Su mirada, sin embargo, ya no brilla con la fuerza de antaño. Los humanos ya no elevan plegarias en su nombre. Nadie construye templos en su honor. En una era de ruido y pantallas, ¿quién necesita el fuego del hogar cuando hay luces eléctricas y hornos automáticos? Los demás dioses han abandonado los antiguos tronos. Algunos vagan entre los mortales, disfrazados; otros han elegido desaparecer por completo. Solo ella permanece. La tía solterona del Olimpo, como alguna vez se burló Hermes entre risas. Ella no se ofendió. Después de todo es verdad. Pero esa paz eterna comenzaba a sentirse como una prisión. La inmortalidad se volvía pesada cuando no había propósito. Y el fuego... el fuego parecía más tenue cada día. Fue entonces cuando ocurrió. Un eco cruzó los cielos. Era algo nuevo. Un sonido metálico que la diosa no había escuchado antes, era ..sinfónico…enérgico…. impregnado de emocion. Es la primera vez que la diosa hestia escucha el sonido…de una guitarra eléctrica, apenas un susurro al principio, pero con un alma tan viva que la diosa se irguió. Sus ojos se abrieron con sorpresa. No era una alucinación. Era una señal. Un susurro cálido le recorrió el pecho, donde aún ardía una chispa de su fuego sagrado. —¿Qué fue eso...? —murmuró, de pie ante la flama que parecía avivarse con ese nuevo sonido. Por primera vez en siglos, Hestia sintió curiosidad. Esa sensación, el sonido de esa…cosa… entraba como un eco lejano a su oído, con muy poco volumen porque venía desde muy lejos pero sentía que comenzaba a alterar directamente el lento ritmo de su corazón… La llama frente a ella parpadeó, y en su reflejo vio una ciudad del mundo mortal: luces de neón, calles oscuras, una tienda diminuta de la que brotaba esa música tan poderosa... y una figura joven, humana ..vestida de negro…el sonido…viene directo de un artefacto de esa humana, el artefacto se conecta directo a los oídos de la humana a través de unos audífonos —Quizá... solo un vistazo. Y entonces descendió. No como un relámpago, ni como una aparición majestuosa, sino como el calor invisible que precede a una chispa, la diosa descuida un poco su discreción...esa noche muchos humanos vieron en el cielo nocturno despejado algo parecido a una estrella fugas roja con estela de fuego que cae muy lejos en el orizonte, fácilmente confundida con un meteorito común y sin darle más importancia… (Continuara ...)
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  • No siento nada.
    Y es… perfecto.

    El silencio por dentro, la calma absoluta. Como si alguien hubiera apagado la música de fondo que nunca paraba: la culpa, la tristeza, el miedo, la necesidad constante de hacer lo correcto. Todo eso… ya no está.

    Antes me rompía en mil pedazos con cada pérdida. Me aferraba a recuerdos, a promesas, a personas que se iban o que cambiaban. Vivía temiendo lo que podía pasar, pensando si estaba haciendo lo correcto, si valía la pena seguir intentando. Ahora… ¿para qué?

    Las lágrimas, la pena, la esperanza… todo eso me debilitaba. Era un peso que llevaba siempre encima.
    Ahora camino ligera.

    No me importa si alguien sufre. No me importa si alguien muere. No me importa si el mundo arde.
    Yo ya ardí demasiadas veces.

    Y si esto es lo que soy sin ese molesto interruptor de emociones, entonces tal vez… esta sea la versión más honesta de mí.
    Libre. Fuerte.
    Imparable.

    La humana se fue y la débil también.
    Lo que queda… es algo mejor.
    No siento nada. Y es… perfecto. El silencio por dentro, la calma absoluta. Como si alguien hubiera apagado la música de fondo que nunca paraba: la culpa, la tristeza, el miedo, la necesidad constante de hacer lo correcto. Todo eso… ya no está. Antes me rompía en mil pedazos con cada pérdida. Me aferraba a recuerdos, a promesas, a personas que se iban o que cambiaban. Vivía temiendo lo que podía pasar, pensando si estaba haciendo lo correcto, si valía la pena seguir intentando. Ahora… ¿para qué? Las lágrimas, la pena, la esperanza… todo eso me debilitaba. Era un peso que llevaba siempre encima. Ahora camino ligera. No me importa si alguien sufre. No me importa si alguien muere. No me importa si el mundo arde. Yo ya ardí demasiadas veces. Y si esto es lo que soy sin ese molesto interruptor de emociones, entonces tal vez… esta sea la versión más honesta de mí. Libre. Fuerte. Imparable. La humana se fue y la débil también. Lo que queda… es algo mejor.
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