• Voy a empezar a diseñar mi vestido navideño. *Se dice animada para entrar en una habitación para empezar a trabajar, poniéndose de fondo música clásica para concentrarse*
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
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    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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  • Ecos
    Categoría Suspenso
    La luz tenue de los faroles apenas alcanzaba a mojar el suelo; todo lo demás quedaba devorado por un negro espeso que parecía escucharlo todo.
    A cada metro, la oscuridad cambiaba de forma.
    Entonces llegó el primer sonido metálico.
    Como si algo chocara contra sí mismo con un ritmo irregular, casi inquietantemente suave.
    No era música, pero tenía esa cualidad hipnótica que obligaba a prestar atención.
    El segundo sonido lo siguió de inmediato:
    un golpe hueco, breve, como si algo más pesado hubiese tocado tierra para después arrastrarse medio centímetro.
    Los dos sonidos volvieron, más cerca:
    el tintineo sutil de piezas pequeñas moviéndose entre sí,
    y después el impacto seco de algo que no tenía por qué estar allí.

    —Sé exactamente dónde estás.
    La luz tenue de los faroles apenas alcanzaba a mojar el suelo; todo lo demás quedaba devorado por un negro espeso que parecía escucharlo todo. A cada metro, la oscuridad cambiaba de forma. Entonces llegó el primer sonido metálico. Como si algo chocara contra sí mismo con un ritmo irregular, casi inquietantemente suave. No era música, pero tenía esa cualidad hipnótica que obligaba a prestar atención. El segundo sonido lo siguió de inmediato: un golpe hueco, breve, como si algo más pesado hubiese tocado tierra para después arrastrarse medio centímetro. Los dos sonidos volvieron, más cerca: el tintineo sutil de piezas pequeñas moviéndose entre sí, y después el impacto seco de algo que no tenía por qué estar allí. —Sé exactamente dónde estás.
    Tipo
    Individual
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔

    Querido diario…

    Dicen que todo fugitivo deja un rastro.
    
Yo dejé cuatro….
    
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar.

    La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento.

    Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio.

    En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura.

    
Mi renuncia.
    
Mi acto final como hija de esa casa.

    Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos.

    El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti.
    El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran.

    El anillo de Adriano:
    
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores.

    El anillo de Giulia:
    
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos
    Una pureza forzada… no elegida.

    Y mi anillo.
    
El compromiso con Nikolai Romanov.


    La corona que debía cargar sin haberla pedido.

    Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba.

    Pero había algo más que debía abandonar.
    A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años.
    
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde.

    Ella solía decirme:

    "Una Moretti siempre debe recordar quién es."

    Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí.
    
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero.

    El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta:

    La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma.

    Huir fue dolor.
Frío.
Silencio.
    
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada

    Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado.

    Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre.

    Hasta llegar a Londres.
    La lluvia era un látigo.
    El viento, un verdugo.
    
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante.

    Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma.
    
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett…

    sin acento.

    Entonces… ella apareció.

    Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto.
    
Ojos filosos.

    Labios rojos.
    
Presencia que imponía respeto sin pedirlo.

    —Niña —dijo con voz grave, segura—

    así no se muere.
    Vamos.
    Te levantarás.

    No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí.

    Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres.
    
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo.
    Me llevó a su refugio.

    Me alimentó.

    Me dio un baño caliente.

    Ropa limpia.
    Una cama que no juzgaba.

    Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado:
    Tiempo.
    Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye.

    Empieza cuando uno se permite renacer.


    — Scarlett Moretti

    ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…

    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔 Querido diario… Dicen que todo fugitivo deja un rastro. 
Yo dejé cuatro…. 
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar. La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento. Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio. En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura. … 
Mi renuncia. 
Mi acto final como hija de esa casa. … Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos. El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti. El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran. El anillo de Adriano: 
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores. El anillo de Giulia: 
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos Una pureza forzada… no elegida. Y mi anillo. 
El compromiso con Nikolai Romanov.
 La corona que debía cargar sin haberla pedido. Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba. Pero había algo más que debía abandonar. A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años. 
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde. Ella solía decirme: "Una Moretti siempre debe recordar quién es." Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí. 
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero. El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta: La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma. Huir fue dolor.
Frío.
Silencio. 
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado. Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre. Hasta llegar a Londres. La lluvia era un látigo. El viento, un verdugo. 
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante. Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma. 
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett… sin acento. Entonces… ella apareció. Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto. 
Ojos filosos.
 Labios rojos. 
Presencia que imponía respeto sin pedirlo. —Niña —dijo con voz grave, segura— así no se muere. Vamos. Te levantarás. No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí. Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres. 
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo. Me llevó a su refugio.
 Me alimentó.
 Me dio un baño caliente.
 Ropa limpia. Una cama que no juzgaba. Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado: Tiempo. Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye. Empieza cuando uno se permite renacer. — Scarlett Moretti
 ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…
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  • 【El joven había ido a la librería ya que debía buscar algunos libros que le faltaban para sus trabajos tomo algunos sobre animales marinos, historia y otros que él quería leer se tomó su tiempo revisando que si fueran todos lo que necesitaba entonces los fue a pagar en cuanto los pago salió de ahí muy emocionado le apasionaba lo que aprendía aunque a veces su mente divagaba en su familia sobre todo en su padre le dolía que no lo apoyara en su sueño, pero ya había decidido que no seguiría los deseos de su familia y seria feliz haciendo lo que más ama mientras caminaba tenia los audífonos puestos escuchando música mientras leía uno de los libros sobre los animales marinos estaba tranquilo era de los pocos momentos en donde tenía paz libero un poco de su aroma flores blancas y brisa marina de forma inconsciente ya que estaba muy concentrado y feliz leyendo】
    【El joven había ido a la librería ya que debía buscar algunos libros que le faltaban para sus trabajos tomo algunos sobre animales marinos, historia y otros que él quería leer se tomó su tiempo revisando que si fueran todos lo que necesitaba entonces los fue a pagar en cuanto los pago salió de ahí muy emocionado le apasionaba lo que aprendía aunque a veces su mente divagaba en su familia sobre todo en su padre le dolía que no lo apoyara en su sueño, pero ya había decidido que no seguiría los deseos de su familia y seria feliz haciendo lo que más ama mientras caminaba tenia los audífonos puestos escuchando música mientras leía uno de los libros sobre los animales marinos estaba tranquilo era de los pocos momentos en donde tenía paz libero un poco de su aroma flores blancas y brisa marina de forma inconsciente ya que estaba muy concentrado y feliz leyendo】
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  • EL estudio del Tao
    Fandom Mo Dao Zu Shi
    Categoría Aventura
    CHINA ANTIGUA, Montaña Celestial

    Cuando los primeros rayos de sol aparecieron en los tejados de aquel recóndito lugar llamado por los cultivadores como "Tianshan" o Montaña Celestial, daba paso a un hermoso paisaje onírico.

    Los pequeños de distintas flores comenzaban a brotar, de la pequeña alfombra verde que aun resistia al paso de la estación. Un viento frío recorria todo aquel lugar, el invierno se aproximaba y con ello todo una extensa alfombra blanca pronto remplazaría aquella vegetación dominando asi por al menos unos 3 o 4 meses antes de que llegara nuevamente la primavera; algunos de los pequeños ayudantes que tenía su maestra jugaban a recolectar palos y leña entre el pequeño bosque que rodeaba la montaña para el invierno.

    Entre todos los pequeños ayudantes, existía un joven taoista, y último discipulo de la gran maestra Baoshan Sanren, un joven soñador que deseaba terminar su entrenamiento para ayudar al mundo exterior con su deseo y fe inquebrantable.

    Xiao Xingchen, era el nombre que su maestra le puso cuando fue acogido desde su mas tierna infancia, creció a lado de su maestra para ser un cultivador como sus dos hermanos mayores de cultivo que ya habían partido de la secta mucho antes que el.

    Ahora a sus 16 años, pasaba su tiempo en meditacion, entrenando con su maestra en el manejo de la espada, incluso desde muy joven habia desarrollado su propia tecnica "Frost"el cual era letal para todo aquel que deseara una muerte segura; así también como aprendiendo las 6 artes: ritos, música, Tiro con arco, conduccion de carros (montar a caballo), caligrafía y matemáticas.

    Aun cuando fuera un joven cultivador, no dejaba de lado aprender sobre los antiguos eruditos llegando a cosiderarse como Daozhang a muy temprana edad.

    Metido entre montañas de libros, Xiao Xingchen estudiaba sobre los preceptos basicos del Taoismo, con la misma dedicación y pasión que hacía sus entrenamientos.
    1. No albergues odio ni celos en tu corazón.
    2. Mantén un corazón amable y no mates.
    3. Mantén la pureza y sé retraído en tus interacciones sociales.
    4. No pongas tu mente en el deseo sexual ni des lugar a la pasión.
    5. No pronuncies malas palabras.
    6. No tomes licor ni drogas.
    7. No envidies si otros son mejores que tú.
    8. No critiques ni debatas las escrituras y enseñanzas.
    9. No crees disturbios a través de la argumentación verbal.
    10. Sé ecuánime y de todo corazón en todas tus acciones.

    Solo un año mas..y podré salir de la Mansión a viajar por el mundo...

    CHINA ANTIGUA, Montaña Celestial Cuando los primeros rayos de sol aparecieron en los tejados de aquel recóndito lugar llamado por los cultivadores como "Tianshan" o Montaña Celestial, daba paso a un hermoso paisaje onírico. Los pequeños de distintas flores comenzaban a brotar, de la pequeña alfombra verde que aun resistia al paso de la estación. Un viento frío recorria todo aquel lugar, el invierno se aproximaba y con ello todo una extensa alfombra blanca pronto remplazaría aquella vegetación dominando asi por al menos unos 3 o 4 meses antes de que llegara nuevamente la primavera; algunos de los pequeños ayudantes que tenía su maestra jugaban a recolectar palos y leña entre el pequeño bosque que rodeaba la montaña para el invierno. Entre todos los pequeños ayudantes, existía un joven taoista, y último discipulo de la gran maestra Baoshan Sanren, un joven soñador que deseaba terminar su entrenamiento para ayudar al mundo exterior con su deseo y fe inquebrantable. Xiao Xingchen, era el nombre que su maestra le puso cuando fue acogido desde su mas tierna infancia, creció a lado de su maestra para ser un cultivador como sus dos hermanos mayores de cultivo que ya habían partido de la secta mucho antes que el. Ahora a sus 16 años, pasaba su tiempo en meditacion, entrenando con su maestra en el manejo de la espada, incluso desde muy joven habia desarrollado su propia tecnica "Frost"el cual era letal para todo aquel que deseara una muerte segura; así también como aprendiendo las 6 artes: ritos, música, Tiro con arco, conduccion de carros (montar a caballo), caligrafía y matemáticas. Aun cuando fuera un joven cultivador, no dejaba de lado aprender sobre los antiguos eruditos llegando a cosiderarse como Daozhang a muy temprana edad. Metido entre montañas de libros, Xiao Xingchen estudiaba sobre los preceptos basicos del Taoismo, con la misma dedicación y pasión que hacía sus entrenamientos. 1. No albergues odio ni celos en tu corazón. 2. Mantén un corazón amable y no mates. 3. Mantén la pureza y sé retraído en tus interacciones sociales. 4. No pongas tu mente en el deseo sexual ni des lugar a la pasión. 5. No pronuncies malas palabras. 6. No tomes licor ni drogas. 7. No envidies si otros son mejores que tú. 8. No critiques ni debatas las escrituras y enseñanzas. 9. No crees disturbios a través de la argumentación verbal. 10. Sé ecuánime y de todo corazón en todas tus acciones. Solo un año mas..y podré salir de la Mansión a viajar por el mundo...
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    Grupal
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  • 𝐃𝐞𝐢𝐚𝐧𝐢𝐫𝐚 𝐙𝐡𝐨𝐫𝐤𝐞𝐚𝐬
    "𝑬𝒍 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒎𝒊𝒓𝒂, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒐𝒄𝒐𝒔 𝒗𝒆𝒏."

    La música del evento se filtraba entre los cristales del rooftop, mezclándose con las luces de la ciudad que parecían parpadear solo para ella. Deianira apoyó una mano en la baranda, el cóctel en la otra, mientras el flash de alguna cámara la capturaba sin que se inmutara. El vestido —de satén blanco, cortado justo donde debía— parecía más una extensión de su piel que una prenda.

    No hablaba, pero su presencia llenaba el aire: fría, brillante, como si perteneciera a un mundo donde nadie podía alcanzarla del todo. Aun así, su mirada azul recorrió el lugar buscando algo que la sacara de la rutina de los flashes, los halagos vacíos y los contratos firmados en copas de champán.

    Quizás alguien distinto.
    O quizás solo una excusa para no sentirse tan sola entre tanta perfección.
    𝐃𝐞𝐢𝐚𝐧𝐢𝐫𝐚 𝐙𝐡𝐨𝐫𝐤𝐞𝐚𝐬 "𝑬𝒍 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒎𝒊𝒓𝒂, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒐𝒄𝒐𝒔 𝒗𝒆𝒏." La música del evento se filtraba entre los cristales del rooftop, mezclándose con las luces de la ciudad que parecían parpadear solo para ella. Deianira apoyó una mano en la baranda, el cóctel en la otra, mientras el flash de alguna cámara la capturaba sin que se inmutara. El vestido —de satén blanco, cortado justo donde debía— parecía más una extensión de su piel que una prenda. No hablaba, pero su presencia llenaba el aire: fría, brillante, como si perteneciera a un mundo donde nadie podía alcanzarla del todo. Aun así, su mirada azul recorrió el lugar buscando algo que la sacara de la rutina de los flashes, los halagos vacíos y los contratos firmados en copas de champán. Quizás alguien distinto. O quizás solo una excusa para no sentirse tan sola entre tanta perfección.
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  • Nuestra Boda 💒
    Fandom El que sea
    Categoría Romance
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia.

    Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar.
    Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados.

    Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
    En el cálido atardecer bañado por una suave brisa, el jardín estaba impecablemente decorado, cada detalle reflejaba el amor y la ilusión de Ángela y Alessia. Las flores aromáticas parecían susurrar promesas y los rayos dorados del sol acariciaban los rostros de los invitados, y las madrinas Thalya, Olivia y la hermana de Constantin y el ya mencionado padrino, quienes con sonrisas y emocionados abrazos estaban llegando, llenando el espacio de esa energía especial que solo un momento tan esperado puede generar. Coquetos arreglos de luces colgaban entre las ramas de los árboles, creando un ambiente íntimo y mágico. La música suave acompañaba el murmullo alegre de conversaciones y risas contenidas, mientras las últimas copas de vino se alzaban en brindis anticipados. Sin embargo, entre todos los rostros radiantes y vestidos de gala, había una ausencia que marcaba el ritmo de los latidos: la esperada Alessia aún no hacía su entrada, y el silencio cargado de esperanza se mezclaba con la dulce ansiedad en el corazón de Ángela, quien esperaba con la mirada llena de amor que su novia cruzara finalmente el umbral para comenzar juntos ese nuevo capítulo de sus vidas.
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    Grupal
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  • - - Theron, ¿te desvelaste toda la noche escuchando música deprimente y bebiendo? - -

    》 ¿Sabías que a los cantantes masculinos que interpretan canciones sentimentales con una voz suave, melódica e íntima se les llama crooners?
    Ven...escuchemos Frank Sinatra, Bing Crosby y Dean Martin.~ ♡
    (Sí está bien ebria)
    - - Theron, ¿te desvelaste toda la noche escuchando música deprimente y bebiendo? - - 》 ¿Sabías que a los cantantes masculinos que interpretan canciones sentimentales con una voz suave, melódica e íntima se les llama crooners? Ven...escuchemos Frank Sinatra, Bing Crosby y Dean Martin.~ ♡ (Sí está bien ebria)
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