• El baile que cambió todo
    Categoría Contemporáneo
    El vals comenzó con una elegancia casi solemne, y Daphne sintió, otra vez, que todas las miradas del salón caían sobre ella. No la intimidaba pero sí la cansaba. Aun así, cuando el príncipe Friedrich se acercó con esa sonrisa amable y esa cortesía impecable que tanto tranquilizaba a las madres de Londres, ella respondió como se esperaba de una dama.

    Él tenía intención. Seria. Clara.

    Y Daphne lo sabía.

    El príncipe extendió la mano hacia ella con una delicadeza que rozaba la ternura.

    —¿Me permitiría este baile, señorita Bridgerton?

    Una parte de ella (obediente) estaba lista para aceptarlo. El príncipe era un buen hombre. Respetuoso. Educado. Admirado. Todo lo que cualquiera podría desear para un matrimonio ventajoso… y quizá incluso para una vida tranquila.

    Daphne alzó la mano para tomar la suya.
    El vals comenzó con una elegancia casi solemne, y Daphne sintió, otra vez, que todas las miradas del salón caían sobre ella. No la intimidaba pero sí la cansaba. Aun así, cuando el príncipe Friedrich se acercó con esa sonrisa amable y esa cortesía impecable que tanto tranquilizaba a las madres de Londres, ella respondió como se esperaba de una dama. Él tenía intención. Seria. Clara. Y Daphne lo sabía. El príncipe extendió la mano hacia ella con una delicadeza que rozaba la ternura. —¿Me permitiría este baile, señorita Bridgerton? Una parte de ella (obediente) estaba lista para aceptarlo. El príncipe era un buen hombre. Respetuoso. Educado. Admirado. Todo lo que cualquiera podría desear para un matrimonio ventajoso… y quizá incluso para una vida tranquila. Daphne alzó la mano para tomar la suya.
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  • mi abuelo amó a mi abuela una mujer mortal.... mi padre amó a mi madre una mujer mortal.... ¿Es mi destino amar a una mujer que no sea una diosa?
    mi abuelo amó a mi abuela una mujer mortal.... mi padre amó a mi madre una mujer mortal.... ¿Es mi destino amar a una mujer que no sea una diosa? :STK-31:
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  • Retrospectiva del viaje padre e hijo.

    Si, su hijo puede ser un joven musculoso, bravo, violento, precioso como su madre y todo un hombre, pero si le dice "llévame" su papá lo hace.
    Retrospectiva del viaje padre e hijo. Si, su hijo puede ser un joven musculoso, bravo, violento, precioso como su madre y todo un hombre, pero si le dice "llévame" su papá lo hace.
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  • De ser cuatro gatos, a ser ciento y la madre... no estoy yo acostumbrado a tanta familia.
    De ser cuatro gatos, a ser ciento y la madre... no estoy yo acostumbrado a tanta familia.
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  • [ Rojo. ]

    —...Q u é...

    [ El mundo a su alrededor se derrumba, la presión insoportable asfixiándolo y haciendo más intenso el dolor. ¡Rojo! ¡Números rojos, rojos como la sangre que ha sido derramada! ]

    —No... No, no, no, no... ¿Por qué? No, esto no tiene sentido, yo... Estudié por meses, PUTOS MESES los resultados de esta JODIDA YEGUA DE MIERDA, ¿¿Y SE LE OCURRE LLEGAR EN SEGUNDO LUGAR 𝑯 𝑶 𝒀??

    [ ¡ROJO! ]

    —No... Hubo un error, tiene que ser eso...

    [ ¡Shock y negación, la primer fase! ¡El rojo de los números que indican un fracaso catastrófico y devastador! ¡Meses de esfuerzo, meses de trabajo, MESES DE SALARIO! ¡EVAPORÁNDOSE EN UN INSTANTE COMO SI NADA IMPORTARAN! ]

    —Hijos de puta... Los mato, ¡los mato, LOS VOY A MATAR A TODOS! ¡LO ARREGLARON, SÉ QUE LO ARREGLARON!

    [ ¡RABIA! ¡Ira que arde con la intensidad que sólo conoce quien cree haberlo perdido todo, y descubre que se podía llegar más hondo! ¡Qué aún podían arrebatarle algo! ]

    —Nggh... Kkggh...

    [ Un sollozo débil y patético, lágrimas saladas que anuncian la siguiente fase: ¡DEPRESIÓN! ]

    —Se acabó... Me van a romper las putas piernas, me van a cortar los jodidos dedos...

    [ Aceptación, la aceptación de la miseria, del fracaso, de la desolación. Y, de ese repulsivo, infinito abismo de la más grande bajeza humana, surge: ]

    —...De nuevo.

    [ ¡LOCURA! ¡La locura que sólo alguien como este pobre diablo conoce! Sería cuerdo retirarse ahora, sería comprensible retraerse en el dolor, ¡pero quienes han tocado ESTE fondo de JɄɆ₲Ø ya no piensan como una persona cuerda, normal, parte sana y funcional de la sociedad. ]

    —¡¡DE NUEVO!! ¡¡DOBLE!! ¡¡TODO O NADA!! ¡¡DE NUEVO, PUTA MADRE, DE NUEVO!!
    [ Rojo. ] —...Q u é... [ El mundo a su alrededor se derrumba, la presión insoportable asfixiándolo y haciendo más intenso el dolor. ¡Rojo! ¡Números rojos, rojos como la sangre que ha sido derramada! ] —No... No, no, no, no... ¿Por qué? No, esto no tiene sentido, yo... Estudié por meses, PUTOS MESES los resultados de esta JODIDA YEGUA DE MIERDA, ¿¿Y SE LE OCURRE LLEGAR EN SEGUNDO LUGAR 𝑯 𝑶 𝒀?? [ ¡ROJO! ] —No... Hubo un error, tiene que ser eso... [ ¡Shock y negación, la primer fase! ¡El rojo de los números que indican un fracaso catastrófico y devastador! ¡Meses de esfuerzo, meses de trabajo, MESES DE SALARIO! ¡EVAPORÁNDOSE EN UN INSTANTE COMO SI NADA IMPORTARAN! ] —Hijos de puta... Los mato, ¡los mato, LOS VOY A MATAR A TODOS! ¡LO ARREGLARON, SÉ QUE LO ARREGLARON! [ ¡RABIA! ¡Ira que arde con la intensidad que sólo conoce quien cree haberlo perdido todo, y descubre que se podía llegar más hondo! ¡Qué aún podían arrebatarle algo! ] —Nggh... Kkggh... [ Un sollozo débil y patético, lágrimas saladas que anuncian la siguiente fase: ¡DEPRESIÓN! ] —Se acabó... Me van a romper las putas piernas, me van a cortar los jodidos dedos... [ Aceptación, la aceptación de la miseria, del fracaso, de la desolación. Y, de ese repulsivo, infinito abismo de la más grande bajeza humana, surge: ] —...De nuevo. [ ¡LOCURA! ¡La locura que sólo alguien como este pobre diablo conoce! Sería cuerdo retirarse ahora, sería comprensible retraerse en el dolor, ¡pero quienes han tocado ESTE fondo de JɄɆ₲Ø ya no piensan como una persona cuerda, normal, parte sana y funcional de la sociedad. ] —¡¡DE NUEVO!! ¡¡DOBLE!! ¡¡TODO O NADA!! ¡¡DE NUEVO, PUTA MADRE, DE NUEVO!!
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  • Cecilia Immergreen Gigi Murin Raora Panthera

    *La sala principal de Justice estaba teñida por el rojo del fuego danzando en la chimenea. Las luces siempre lúgubres, siempre tensas parpadeaban como si sintieran el humor de su líder.

    Yo estaba de pie frente a la mesa central, una mano apoyada sobre los documentos estratégicos aún abiertos… pero olvidados desde que recibí la noticia.

    Mi voz cortó el silencio con la frialdad del acero*

    -Reúnanse. Ahora.

    *La orden resonó en todo el cuartel. El aire entero pareció contener la respiración. Al cabo de unos segundos, escuché pasos apresurados acercarse. Cuando todos estuvieron presentes, alcé la mirada.

    Mi expresión era tranquila… demasiado tranquila. Ese tipo de tranquilidad que hace temblar incluso a quienes no temen a nada.*

    -Supongo que ya todas han escuchado los rumores

    *murmuré mientras mis dedos recorrían el borde dorado de la mesa*

    -Nuestra querida Raora… tomará un camino inesperado. Un camino que la une a Hakos Baelz.

    *El nombre casi ardió en mi lengua.*

    -Miembro del Consejo

    *continué, dejando caer la palabra como si pesara toneladas*

    - Nuestro enemigo directo. Y ahora… madre de la familia que Raora ha decidido formar.

    *Me acomodé el cabello hacia atrás, con la elegancia calculada de quien nunca pierde el control.*

    -No los llamé aquí para escándalos ni quejas infantiles. Los llamé porque este asunto importa. Y porque quiero escuchar, uno por uno, cómo piensan actuar ahora que una de las nuestras ha enlazado su destino con el del enemigo.

    *Una pausa. Una sonrisa ligera. Peligrosa.*

    -Y antes de que alguna piense en abrir la boca para juzgarla… recuerden quién soy. Y recuerden que antes de tomar cualquier decisión, yo seré quien determine si esto es una amenaza… o una oportunidad.

    *Mis ojos brillaron intensamente, como brasas encendidas.*

    -Hablen.

    *La reunión ha comenzado.*
    [ember_amethyst_octopus_437] [echo_peach_crab_589] [divine_eyes] *La sala principal de Justice estaba teñida por el rojo del fuego danzando en la chimenea. Las luces siempre lúgubres, siempre tensas parpadeaban como si sintieran el humor de su líder. Yo estaba de pie frente a la mesa central, una mano apoyada sobre los documentos estratégicos aún abiertos… pero olvidados desde que recibí la noticia. Mi voz cortó el silencio con la frialdad del acero* -Reúnanse. Ahora. *La orden resonó en todo el cuartel. El aire entero pareció contener la respiración. Al cabo de unos segundos, escuché pasos apresurados acercarse. Cuando todos estuvieron presentes, alcé la mirada. Mi expresión era tranquila… demasiado tranquila. Ese tipo de tranquilidad que hace temblar incluso a quienes no temen a nada.* -Supongo que ya todas han escuchado los rumores *murmuré mientras mis dedos recorrían el borde dorado de la mesa* -Nuestra querida Raora… tomará un camino inesperado. Un camino que la une a Hakos Baelz. *El nombre casi ardió en mi lengua.* -Miembro del Consejo *continué, dejando caer la palabra como si pesara toneladas* - Nuestro enemigo directo. Y ahora… madre de la familia que Raora ha decidido formar. *Me acomodé el cabello hacia atrás, con la elegancia calculada de quien nunca pierde el control.* -No los llamé aquí para escándalos ni quejas infantiles. Los llamé porque este asunto importa. Y porque quiero escuchar, uno por uno, cómo piensan actuar ahora que una de las nuestras ha enlazado su destino con el del enemigo. *Una pausa. Una sonrisa ligera. Peligrosa.* -Y antes de que alguna piense en abrir la boca para juzgarla… recuerden quién soy. Y recuerden que antes de tomar cualquier decisión, yo seré quien determine si esto es una amenaza… o una oportunidad. *Mis ojos brillaron intensamente, como brasas encendidas.* -Hablen. *La reunión ha comenzado.*
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  • El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa.

    No viajó.
    No salió demasiado.
    No llamó a su madre.

    Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido.

    Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla.

    —Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo.

    Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña.

    Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado?

    Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión.
    —Basta. Lo voy a hacer.

    Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón.

    *Click.*

    Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público.

    La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando.
    Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió:

    > “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series .”

    Volvió a dudar cinco segundos más.
    Luego presionó “Publicar”.

    Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso.

    Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
    El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa. No viajó. No salió demasiado. No llamó a su madre. Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido. Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla. —Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo. Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña. Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado? Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión. —Basta. Lo voy a hacer. Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón. *Click.* Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público. La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando. Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió: > “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series 😂.” Volvió a dudar cinco segundos más. Luego presionó “Publicar”. Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
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  • Sophie Bridgerton Madre au

    ¿Tiene un momento?.
    [Cinderella] Madre au ¿Tiene un momento?.
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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


    ---

    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
    la Luna no responde.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Leyenda de Yue Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse. No quiero dormir. Necesito hacerlo. La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo, y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba. El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo. Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla. Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo. —Deja que te cuente… — Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada. --- La leyenda de Yue Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios. Solo vacío… y criaturas hambrientas. —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios. Veo a Yue antes de ser sagrada: un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta. Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros hasta dejarlos como cáscaras muertas. Y entonces la Luna aparece. Blanca, gigante, perfecta. Yue cae sobre ella… buscando pureza. Y la encuentra. Elune. La Diosa Lunar no la destruye. No lucha. Solo extiende un sueño. Y Yue queda atrapada. Un sueño para ella… pero mil años para su alma. Mil años con la Diosa. Mil años aprendiendo de los espíritus. Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos. Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche. Pero en su corazón ha pasado una vida entera. Una vida que cambió su especie. Una vida que la hizo elegir. Decidió proteger lo que por primera vez había amado. Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro. Eligió a los más poderosos entre ellos y los sumergió en un sueño sagrado de mil años. Selin estaba entre ellos. Mi abuela. La madre de Jennifer. De ese sueño nació lo imposible: la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron. La magia de protección lunar. La magia de los Custodios. --- Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna, la guerra fue brutal. Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen, arrancó de su propio corazón una espada de luz. Esa espada la condenó y la liberó. La espada de Elune. Se convirtió en Espada y Escudo de Elune. Aniquiló a su raza entera. Y murió en el mismo acto. Su alma se fragmentó. La del Espada. La del Escudo. Ambas quedaron dispersas en el cosmos, esperando a sus portadores. —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente— eres la Espada de Elune. Veythra. Tu sombra lo sabe. Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre. Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura. —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros… siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer. A Yuna. Veo a Yuna bebé, envuelta en luz. Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia. Por pureza absoluta. —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. — La voz de Selin se quiebra. —Ese poder está en peligro. — --- El despertar Despierto violentamente. El corazón me explota en el pecho. La sombra se contrae. La Luna vibra. —¡YUNA! —grito incorporándome. La habitación parece más pequeña. Más oscura. —¡Yuna está en peligro! — Y por primera vez en mucho tiempo… la Luna no responde.
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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


    ---

    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
    la Luna no responde.
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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


    ---

    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
    la Luna no responde.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Leyenda de Yue Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse. No quiero dormir. Necesito hacerlo. La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo, y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba. El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo. Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla. Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo. —Deja que te cuente… — Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada. --- La leyenda de Yue Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios. Solo vacío… y criaturas hambrientas. —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios. Veo a Yue antes de ser sagrada: un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta. Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros hasta dejarlos como cáscaras muertas. Y entonces la Luna aparece. Blanca, gigante, perfecta. Yue cae sobre ella… buscando pureza. Y la encuentra. Elune. La Diosa Lunar no la destruye. No lucha. Solo extiende un sueño. Y Yue queda atrapada. Un sueño para ella… pero mil años para su alma. Mil años con la Diosa. Mil años aprendiendo de los espíritus. Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos. Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche. Pero en su corazón ha pasado una vida entera. Una vida que cambió su especie. Una vida que la hizo elegir. Decidió proteger lo que por primera vez había amado. Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro. Eligió a los más poderosos entre ellos y los sumergió en un sueño sagrado de mil años. Selin estaba entre ellos. Mi abuela. La madre de Jennifer. De ese sueño nació lo imposible: la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron. La magia de protección lunar. La magia de los Custodios. --- Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna, la guerra fue brutal. Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen, arrancó de su propio corazón una espada de luz. Esa espada la condenó y la liberó. La espada de Elune. Se convirtió en Espada y Escudo de Elune. Aniquiló a su raza entera. Y murió en el mismo acto. Su alma se fragmentó. La del Espada. La del Escudo. Ambas quedaron dispersas en el cosmos, esperando a sus portadores. —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente— eres la Espada de Elune. Veythra. Tu sombra lo sabe. Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre. Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura. —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros… siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer. A Yuna. Veo a Yuna bebé, envuelta en luz. Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia. Por pureza absoluta. —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. — La voz de Selin se quiebra. —Ese poder está en peligro. — --- El despertar Despierto violentamente. El corazón me explota en el pecho. La sombra se contrae. La Luna vibra. —¡YUNA! —grito incorporándome. La habitación parece más pequeña. Más oscura. —¡Yuna está en peligro! — Y por primera vez en mucho tiempo… la Luna no responde.
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