• - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer.

    Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará.

    Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata.

    - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo.

    La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven.

    -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella.

    -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más.

    El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
    - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer. Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará. Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata. - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo. La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven. -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella. -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más. El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
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  • Por razones de fuerza mayor, terminó transformándose de nuevo, aunque sólo a medias pues no tenía tiempo para perder, lo cual le dejó con orejas y cola felinas por indeterminado tiempo.
    Por razones de fuerza mayor, terminó transformándose de nuevo, aunque sólo a medias pues no tenía tiempo para perder, lo cual le dejó con orejas y cola felinas por indeterminado tiempo.
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  • ㅤㅤ¿Qué decir de ella? Dependiendo de a quién se le pregunte se pueden obtener diferentes respuestas.
    Por un lado, Jia es una joven muy linda y con una sonrisa brillante que haría sentir bien a cualquiera, pero que en los últimos años ha dejado de mostrar. Es solo una pobre niña que está tratando de salir adelante sin tener demasiada ayuda de parte de sus progenitores.

    ㅤㅤ❝Creí que tenían un buen futuro, la familia Yoon. El padre era un oficial de policía muy disciplinado y con gran sentido de la justicia. La madre era una excelente chef que preparaba los mejores platillos que cualquiera haya degustado… Fue una total lástima el enterarme que el oficial terminó por caer en el alcohol y mató a varios inocentes en el trabajo. Escuché que también quiso asesinar a su esposa e hija… Bueno, ni hablar, justo, de la mujer que terminó en depresión y cayó en drogas. La niña tuvo que crecer muy rápido y arreglárselas por su cuenta, aunque los abuelos ayudaron un poco, pero no pudieron llevársela para darle mejor vida…❞, comentan algunos. Pero, no todos tienen esa misma opinión.

    ㅤㅤOtros la ven como una diablilla, siempre causando problemas, siendo irrespetuosa con los mayores y con un vocabulario muy vulgar. Lo único lindo que tiene es su apariencia inocente.

    ㅤㅤ❝Esa mocosa… ¡Me robó tres veces está semana! Es demasiado rápida, siempre quitándome cosas de la tienda cuando estoy ocupada… ¿Qué? ¡Claro que no me importa que esté en una “situación difícil”! ¡Todos tenemos tiempos complicados! Ella es lo suficientemente mayor para darse cuenta que debe hacer las cosas bien y con honra. ¡Y que no te engañe si actúa dulce! Es toda una mentirosa y manipuladora. Lo que es más, mejor ni se acerquen a ella. Hasta ha peleado en el colegio, todavía no puedo creer que no la han expulsado… Es una gran decepción.❞

    ㅤㅤㅤ¿Y qué es lo que Jia dice al respecto?

    —¿Debe interesarme lo que digan los demás? Vaya, no sabía que vivía para otros en vez de mí misma. Hago lo que se me da en gana, ¿qué harán? ¿Llevarme a prisión también? No me hagan reír. Hay cosas peores allá afuera y se rascan el culo mientras miran hacia otro lado. Imbéciles.

    ㅤㅤPor supuesto, ella tiene su propia forma de ver las cosas. Culpese a los padres o al ambiente del barrio donde viven, lo que fuese, ella ya se ha formado de esa manera y es difícil sacarla de ahí. Lo positivo es que no se ha metido en las drogas como su madre… no aún, al menos. Pero bueno, algunas lenguas de por ahí comentan todo lo contrario. A saber en qué anda realmente.
    ㅤㅤ¿Qué decir de ella? Dependiendo de a quién se le pregunte se pueden obtener diferentes respuestas. Por un lado, Jia es una joven muy linda y con una sonrisa brillante que haría sentir bien a cualquiera, pero que en los últimos años ha dejado de mostrar. Es solo una pobre niña que está tratando de salir adelante sin tener demasiada ayuda de parte de sus progenitores. ㅤㅤ❝Creí que tenían un buen futuro, la familia Yoon. El padre era un oficial de policía muy disciplinado y con gran sentido de la justicia. La madre era una excelente chef que preparaba los mejores platillos que cualquiera haya degustado… Fue una total lástima el enterarme que el oficial terminó por caer en el alcohol y mató a varios inocentes en el trabajo. Escuché que también quiso asesinar a su esposa e hija… Bueno, ni hablar, justo, de la mujer que terminó en depresión y cayó en drogas. La niña tuvo que crecer muy rápido y arreglárselas por su cuenta, aunque los abuelos ayudaron un poco, pero no pudieron llevársela para darle mejor vida…❞, comentan algunos. Pero, no todos tienen esa misma opinión. ㅤㅤOtros la ven como una diablilla, siempre causando problemas, siendo irrespetuosa con los mayores y con un vocabulario muy vulgar. Lo único lindo que tiene es su apariencia inocente. ㅤㅤ❝Esa mocosa… ¡Me robó tres veces está semana! Es demasiado rápida, siempre quitándome cosas de la tienda cuando estoy ocupada… ¿Qué? ¡Claro que no me importa que esté en una “situación difícil”! ¡Todos tenemos tiempos complicados! Ella es lo suficientemente mayor para darse cuenta que debe hacer las cosas bien y con honra. ¡Y que no te engañe si actúa dulce! Es toda una mentirosa y manipuladora. Lo que es más, mejor ni se acerquen a ella. Hasta ha peleado en el colegio, todavía no puedo creer que no la han expulsado… Es una gran decepción.❞ ㅤㅤㅤ¿Y qué es lo que Jia dice al respecto? —¿Debe interesarme lo que digan los demás? Vaya, no sabía que vivía para otros en vez de mí misma. Hago lo que se me da en gana, ¿qué harán? ¿Llevarme a prisión también? No me hagan reír. Hay cosas peores allá afuera y se rascan el culo mientras miran hacia otro lado. Imbéciles. ㅤㅤPor supuesto, ella tiene su propia forma de ver las cosas. Culpese a los padres o al ambiente del barrio donde viven, lo que fuese, ella ya se ha formado de esa manera y es difícil sacarla de ahí. Lo positivo es que no se ha metido en las drogas como su madre… no aún, al menos. Pero bueno, algunas lenguas de por ahí comentan todo lo contrario. A saber en qué anda realmente.
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  • Lazos de sangre
    Fandom Lucifer // OC
    Categoría Original
    Para ser una noche de sábado, Lucifer se encontraba, sorpresivamente, en casa, hacía unos días había comenzado a sentirse mal, algo que no pasaba ya que él no se enfermaba, había empezado con síntomas como una especie de ataque de ansiedad, sudor frío, hambre (algo que tampoco sentía), temblaba y sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, por lo que se encontraba recostado en el sofá de su casa mientras uno de sus empleados, le obligaba a beber algo insípido que según él, se llamaba "solución salina", sabía a nada y eso irritaba a Lucifer que estaba a nada de aventar a alguien por el balcón. Durante las últimas 48 horas había consumido cantidades peligrosas para cualquier humano de alcohol y drogas esperando deshacerse de esa estúpida sensación, más nada le había aliviado, empezaba a preguntarse si quizá aquello tenía relación con que su padre lo estaba cazando...¿y si alguno de sus hermanos lo envenenó y él no se dio cuenta?, ¿y si habían encontrado la forma de debilitarlo mientras estaba en su forma humana?, empezó a entrar en pánico cuando un terrible dolor lo recorrió desde la cabeza, hasta la punta de sus pies.
    Necesitaba respuestas...sentía que estaba muriendo.
    Para ser una noche de sábado, Lucifer se encontraba, sorpresivamente, en casa, hacía unos días había comenzado a sentirse mal, algo que no pasaba ya que él no se enfermaba, había empezado con síntomas como una especie de ataque de ansiedad, sudor frío, hambre (algo que tampoco sentía), temblaba y sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, por lo que se encontraba recostado en el sofá de su casa mientras uno de sus empleados, le obligaba a beber algo insípido que según él, se llamaba "solución salina", sabía a nada y eso irritaba a Lucifer que estaba a nada de aventar a alguien por el balcón. Durante las últimas 48 horas había consumido cantidades peligrosas para cualquier humano de alcohol y drogas esperando deshacerse de esa estúpida sensación, más nada le había aliviado, empezaba a preguntarse si quizá aquello tenía relación con que su padre lo estaba cazando...¿y si alguno de sus hermanos lo envenenó y él no se dio cuenta?, ¿y si habían encontrado la forma de debilitarlo mientras estaba en su forma humana?, empezó a entrar en pánico cuando un terrible dolor lo recorrió desde la cabeza, hasta la punta de sus pies. Necesitaba respuestas...sentía que estaba muriendo.
    Tipo
    Individual
    Líneas
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  • En su forma felina, se encontraba sentado en su balcón mirando la luna llena, el viento se enredaba en su fino pelaje y él disfrutaba de la calma y los sonidos de la noche que le llegaban nítidos y claros. Se sentía en paz en su forma animal, algo que no lograba como humano.
    En su forma felina, se encontraba sentado en su balcón mirando la luna llena, el viento se enredaba en su fino pelaje y él disfrutaba de la calma y los sonidos de la noche que le llegaban nítidos y claros. Se sentía en paz en su forma animal, algo que no lograba como humano.
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  • • 𝙶𝚊𝚝𝚘𝚃𝚎𝚛𝚊𝚙𝚒𝚊 •

    ”𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨, 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚"






    Daba pequeñas caricias hacia aquella felina, que, ronroneando restregaba su carita en la del hombre ruso.


    Kiev, había hablado con Rubí. Ella le aconsejo algo. La GatoTerapia, aunque se notaba a lenguas que era una clase de engaño, el se quedó escuchándola.

    Y en cerrar de ojos, prácticamente la pelirroja, ahora pelinegra, dejo a su gata Hanna en sus brazos, para luego huir. Fue difícil tratar con la gata, quien solo se dedicaba a morderle la cara o los dedos. Pero en poco tiempo, ambos llegaron acostumbrarse con la presencia del otro. Y ahora, la quería tanto que no dudaba hacer algún gasto en sus comidas, o algún accesorio, entre ellos, muchos juguetes que solo usaba una vez. Ahora entendía porque Ryan amaba a esa pequeña felina.
    • 𝙶𝚊𝚝𝚘𝚃𝚎𝚛𝚊𝚙𝚒𝚊 • ”𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨, 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚" Daba pequeñas caricias hacia aquella felina, que, ronroneando restregaba su carita en la del hombre ruso. Kiev, había hablado con Rubí. Ella le aconsejo algo. La GatoTerapia, aunque se notaba a lenguas que era una clase de engaño, el se quedó escuchándola. Y en cerrar de ojos, prácticamente la pelirroja, ahora pelinegra, dejo a su gata Hanna en sus brazos, para luego huir. Fue difícil tratar con la gata, quien solo se dedicaba a morderle la cara o los dedos. Pero en poco tiempo, ambos llegaron acostumbrarse con la presencia del otro. Y ahora, la quería tanto que no dudaba hacer algún gasto en sus comidas, o algún accesorio, entre ellos, muchos juguetes que solo usaba una vez. Ahora entendía porque Ryan amaba a esa pequeña felina.
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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  • el dragón aparece donde se encontraba Sebastián Michaelis
    cuando siempre era al revés..

    se presentaría con una fría neblina, pero tenue
    flotando en el aire mirando al demonio con una mirada
    fría con la diestra abierta sin ofrecerle que fuese tomada
    comenzando a cantar...

    Levanto mis manos hacia el Sol
    Intento encontrar un corazón
    Que llene el vació de la soledad
    Que llevo dentro
    Limpie mis pecados en el mar
    Deje tu promesa de cambiar
    No quiero olvidar mis sueños
    Y seguir sintiendo miedo
    No quiero volver a perder
    La esperanza de volverte a ver
    Mire al futuro sin dudar!
    Lo que venga me da igual
    El hielo no podrá apagar!
    Lo que yo te pude amar
    No queda nada más
    Solo la historia sin final
    Y mostrarte en esos versos
    Lo que yo te pude amar
    La ira se aferra a mi interior
    Y pienso momentos que se van
    Que dejan historias rotas
    Y el dolor de la impotencia
    El día más oscuro ya está aquí
    Perdido en otra realidad
    Sintiéndome tan solo que me estoy
    Desvaneciendo
    Me duele tanto comprender
    Que nada será como ayer
    No quiero volver a perder
    La esperanza de volverte a ver
    La esperanza de volverte a ver!
    Me duele tanto comprender
    Que nada será como ayer
    No quiero volver a perder
    La esperanza de volverte a ver
    Volverte a ver!
    Mire al futuro sin dudar!
    Lo que venga me da igual
    El hielo no podrá apagar!
    Lo que yo te pude amar
    No queda nada más
    Solo la historia sin final
    Y mostrarte en esos versos
    Lo que yo te pude amar

    https://www.youtube.com/watch?v=Sa_cYEFGn9c



    el dragón aparece donde se encontraba [Michaelis] cuando siempre era al revés.. se presentaría con una fría neblina, pero tenue flotando en el aire mirando al demonio con una mirada fría con la diestra abierta sin ofrecerle que fuese tomada comenzando a cantar... Levanto mis manos hacia el Sol Intento encontrar un corazón Que llene el vació de la soledad Que llevo dentro Limpie mis pecados en el mar Deje tu promesa de cambiar No quiero olvidar mis sueños Y seguir sintiendo miedo No quiero volver a perder La esperanza de volverte a ver Mire al futuro sin dudar! Lo que venga me da igual El hielo no podrá apagar! Lo que yo te pude amar No queda nada más Solo la historia sin final Y mostrarte en esos versos Lo que yo te pude amar La ira se aferra a mi interior Y pienso momentos que se van Que dejan historias rotas Y el dolor de la impotencia El día más oscuro ya está aquí Perdido en otra realidad Sintiéndome tan solo que me estoy Desvaneciendo Me duele tanto comprender Que nada será como ayer No quiero volver a perder La esperanza de volverte a ver La esperanza de volverte a ver! Me duele tanto comprender Que nada será como ayer No quiero volver a perder La esperanza de volverte a ver Volverte a ver! Mire al futuro sin dudar! Lo que venga me da igual El hielo no podrá apagar! Lo que yo te pude amar No queda nada más Solo la historia sin final Y mostrarte en esos versos Lo que yo te pude amar https://www.youtube.com/watch?v=Sa_cYEFGn9c
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  • - ¡Groar!

    Sacude su cabeza y luego da unos cuantos pasos hacia adelante, mientras su cuerpo logra drenar el veneno a través de los orificios de balas que lograron entrar en su espalda, una manera extraña para curarse.

    Se inclina mientras espera que su cuerpo responda, aunque sea lentamente.
    - ¡Groar! Sacude su cabeza y luego da unos cuantos pasos hacia adelante, mientras su cuerpo logra drenar el veneno a través de los orificios de balas que lograron entrar en su espalda, una manera extraña para curarse. Se inclina mientras espera que su cuerpo responda, aunque sea lentamente.
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  • Luz artificial es lo único que disipa la oscuridad de ese pobre, desordenado y apretado apartamento. Un foco es lo único que ha utilizado durante los últimos cuatro años, el mismo que usa en este momento para leer un gris y arrugado periódico de 1982.
    —Tal y como supuse; no hay nada interesante. Bueno, al menos tengo con qué sacarme el dolor de nuca.

    El viejo papel ochentero cayó sobre la mugrosa mesa, una que cuenta con múltiples trocitos de tergopol esparcidos en su largo y ancho. Él, el hombre de las quemaduras, se recargó perezosamente sobre el respaldo de la silla, la cual poco a poco empezó a inclinarse.
    Su inquietante mirada carmesí, respaldada por las oscuras marcas en sus párpados, se alzaron hacia el techo, aquel que estaba tan lleno de manchas como la noche estrellada de Van Gogh. Su vista se pierde temporalmente, como si estuviera buscando algo al alinear aquellos puntos de orden aleatorio. No fue hasta que alguien llamó a la puerta y eso logró hacer que el hombre espabile.

    —¿Quien es? —Gritó Russo, quien se oía desganado y desinteresado. Él quitó la mirada del techo, para prestar su atención a la puerta.
    Luz artificial es lo único que disipa la oscuridad de ese pobre, desordenado y apretado apartamento. Un foco es lo único que ha utilizado durante los últimos cuatro años, el mismo que usa en este momento para leer un gris y arrugado periódico de 1982. —Tal y como supuse; no hay nada interesante. Bueno, al menos tengo con qué sacarme el dolor de nuca. El viejo papel ochentero cayó sobre la mugrosa mesa, una que cuenta con múltiples trocitos de tergopol esparcidos en su largo y ancho. Él, el hombre de las quemaduras, se recargó perezosamente sobre el respaldo de la silla, la cual poco a poco empezó a inclinarse. Su inquietante mirada carmesí, respaldada por las oscuras marcas en sus párpados, se alzaron hacia el techo, aquel que estaba tan lleno de manchas como la noche estrellada de Van Gogh. Su vista se pierde temporalmente, como si estuviera buscando algo al alinear aquellos puntos de orden aleatorio. No fue hasta que alguien llamó a la puerta y eso logró hacer que el hombre espabile. —¿Quien es? —Gritó Russo, quien se oía desganado y desinteresado. Él quitó la mirada del techo, para prestar su atención a la puerta.
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