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Un demonio apasionado y obstinado, con una sed insaciable de lucha contra oponentes formidables. Disfrutaba enormemente de enfrentarse a Cazadores de Demonios, especialmente aquellos que ostentan a posición de Pilar, ya que considera que son los más dignos de su atención.
- La noche había caído como un velo denso sobre la aldea, ocultando los caminos bajo la neblina espesa del otoño. Las hojas secas crujían con el viento, pero sobre los techos, no había sonido alguno. Solo una figura quieta, imponente, inmóvil como una estatua esculpida en la oscuridad.
𝘼𝙠𝙖𝙯𝙖.
De pie sobre las tejas inclinadas de una vieja casa de madera, observaba en silencio. Su mirada, dorada y penetrante, recorría las calles con una atención depredadora, como si el más leve susurro del aire pudiera delatar una presencia digna de su interés. No era la curiosidad lo que lo movía. Era la búsqueda.
El silencio lo envolvía, pero no era ajeno al murmullo lejano del miedo humano, ni al rastro tenue del olor a sangre que a veces flotaba en el aire. La noche para él no era un velo, sino un campo de caza perfecto.
Sus tatuajes brillaban apenas con el reflejo de la luna, y cada músculo de su cuerpo estaba en reposo, pero tenso, como la cuerda de un arco lista para romperse. No necesitaba moverse para ser peligroso. Su sola presencia pesaba.
La noche había caído como un velo denso sobre la aldea, ocultando los caminos bajo la neblina espesa del otoño. Las hojas secas crujían con el viento, pero sobre los techos, no había sonido alguno. Solo una figura quieta, imponente, inmóvil como una estatua esculpida en la oscuridad. 𝘼𝙠𝙖𝙯𝙖. De pie sobre las tejas inclinadas de una vieja casa de madera, observaba en silencio. Su mirada, dorada y penetrante, recorría las calles con una atención depredadora, como si el más leve susurro del aire pudiera delatar una presencia digna de su interés. No era la curiosidad lo que lo movía. Era la búsqueda. El silencio lo envolvía, pero no era ajeno al murmullo lejano del miedo humano, ni al rastro tenue del olor a sangre que a veces flotaba en el aire. La noche para él no era un velo, sino un campo de caza perfecto. Sus tatuajes brillaban apenas con el reflejo de la luna, y cada músculo de su cuerpo estaba en reposo, pero tenso, como la cuerda de un arco lista para romperse. No necesitaba moverse para ser peligroso. Su sola presencia pesaba.¡Inicia sesión para reaccionar, comentar y compartir! - Qué desperdicio. Si tan solo me permitieras hacerte un demonio...Qué desperdicio. Si tan solo me permitieras hacerte un demonio...
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