• Les demostraré , no necesito más protección y lucharé mis propias batallas en esta guerra aunque eso me cueste mi propia vida .
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  • ━━━━━━━━━━━⊱⋆⊰━━━━━━━━━━━━
    ◢✥𝐆azú✥◣

    ⟁Dejame contarte una historia...𓂀



    Los cuervos pregonaban la muerte desde las alturas del cielo, la negrura de las aguas manifestaban el sombrío abismo de su profundidad y la ciudad abandonada susurraba voces de lamentos mientras Gazú y su acompañante viajaban en el lago del misterio꧂

    ⟁Una vez... Una mujer se enamoro de un noble soldado, todos los dias ella visitaba este lago para pedirle a la luna que protegiera a su prometido cuando emprendía su camino hacia la guerra... Todos los días ella venía a rezar por su prometido, pedía que su amor fuera eterno y que jamás el tiempo lo empañe...𓂀

    Gazú hizo una pausa pues se escucho a lo lejos silbidos, quizás el viento o quizás fantasmas del pasado...

    ●▬▬▬「 ✦ Rol Libre ✦ 」▬▬▬ ●
    ━━━━━━━━━━━⊱⋆⊰━━━━━━━━━━━━ ◢✥𝐆azú✥◣ ⟁Dejame contarte una historia...𓂀 Los cuervos pregonaban la muerte desde las alturas del cielo, la negrura de las aguas manifestaban el sombrío abismo de su profundidad y la ciudad abandonada susurraba voces de lamentos mientras Gazú y su acompañante viajaban en el lago del misterio꧂ ⟁Una vez... Una mujer se enamoro de un noble soldado, todos los dias ella visitaba este lago para pedirle a la luna que protegiera a su prometido cuando emprendía su camino hacia la guerra... Todos los días ella venía a rezar por su prometido, pedía que su amor fuera eterno y que jamás el tiempo lo empañe...𓂀 Gazú hizo una pausa pues se escucho a lo lejos silbidos, quizás el viento o quizás fantasmas del pasado... ●▬▬▬「 ✦ Rol Libre ✦ 」▬▬▬ ●
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  • La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia.

    Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso.

    Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin.

    Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí.

    Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades.

    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.

    Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio.

    Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre.

    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.

    Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
    La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia. Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso. Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin. Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí. Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio. Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
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    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪
    Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir.

    La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas.
    Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜"
    Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola.
    Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie

    -"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎"
    -"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥"
    -"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰"
    -"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"

    -"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴"
    El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas.
    Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente

    ▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano

    Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito.
    Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano

    ── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito.

    En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron.

    ▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata!
    ▔ ¡Larga vida!
    ▔ ¡Que viva!

    La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
    🄲🄰🄿. 🄸🅅 ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪ Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir. La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas. Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜" Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola. Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie -"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎" -"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥" -"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰" -"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦" -"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴" El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas. Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente ▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito. Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano 🌹── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito. En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron. ▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata! ▔ ¡Larga vida! ▔ ¡Que viva! La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [ Oh, Radagon, fiel cazador de la Orden Dorada. Aún tienes que convertirte en mí. Aún tienes que convertirte en un dios. Que nos destruyan a ambos. ¡Mi otra mitad! ]

    No se sabía mucho sobre Radagon antes de que se uniera a las filas de los héroes durante las Guerras de Liurnia. Fue visto como un gran campeón con mechones pelirrojos, y dirigió una gran hueste dorada contra Liurnia, donde se enfrentó a Lady Rennala en la batalla.Aunque se libraron dos guerras entre los reinos de Leyndell y Liurnia, la Primera Guerra de Liurniay la Segunda, no hubo vencedor en ninguna de las dos. Radagon finalmente se arrepintió de sus agresiones territoriales purificándose con Lágrima lunar y juró su amor a Rennala.Se convirtió en esposo de la reina cariana, casándose con ella en la Iglesia de los Juramentos. Rennala le regaló una espada que era otorgada por las reinas carianas a sus cónyuges para honrar una longeva tradición.Después de contraer matrimonio con Rennala y unirse al linaje cariano,ordenó a los preceptores mágicos carianos que se pusieran máscaras de confianza, para dejar en claro que todos sus asuntos debían mantenerse en estricta privacidad.

    Radagon y Rennala tuvieron tres hijos: Radahn, Ranni y Rykard. Mientras era esposo de Rennala, Radagon estudió hechicería de piedras refulgentes en la Academia de Raya Lucaria.

    Después de que Godfrey, primer Señor del Círculo fue despojado de la Gracia y desterrado de las Tierras Intermedias, Radagon regresó a la capital donde se casó con la Reina Márika y se convirtió en su Rey Consorte y segundo Señor del Círculo. Antes de dejar a Rennala, Radagon le regaló una Gran Runa sellada dentro de un huevo ámbar. Su partida dejó desconsolada a Rennala y la llevó a ser depuesta por la Academia, siendo encarcelada finalmente en la Gran Biblioteca. Sus tres hijos del matrimonio anterior fueron elevados a la condición de semidioses como hijastros de la Reina Márika.
    Radagon y Márika tuvieron gemelos: Malenia y Miquella, sus hijos eran Empíreos, pero sufrieron dolencias de nacimiento: Malenia albergaba la putrefacción roja en su interior y Miquella fue maldecido con la infancia eterna.

    Mientras estaba casado con Márika, Radagon estudió encantamientos. Él y el conocimiento que obtuvo estudiando tanto la hechicería como los encantamientos probablemente influyeron en la formación del fundamentalismo de la Orden Dorada, ya que combinaba inteligencia y fe, y se decía que era erudición en todo menos en el nombre.Su hijo Miquella siguió sus pasos fundamentalistas y creó varios encantamientos como regalos para su padre. Radagon devolvió el favor con un regalo de gratitud al joven Miquella.
    [ Oh, Radagon, fiel cazador de la Orden Dorada. Aún tienes que convertirte en mí. Aún tienes que convertirte en un dios. Que nos destruyan a ambos. ¡Mi otra mitad! ] No se sabía mucho sobre Radagon antes de que se uniera a las filas de los héroes durante las Guerras de Liurnia. Fue visto como un gran campeón con mechones pelirrojos, y dirigió una gran hueste dorada contra Liurnia, donde se enfrentó a Lady Rennala en la batalla.Aunque se libraron dos guerras entre los reinos de Leyndell y Liurnia, la Primera Guerra de Liurniay la Segunda, no hubo vencedor en ninguna de las dos. Radagon finalmente se arrepintió de sus agresiones territoriales purificándose con Lágrima lunar y juró su amor a Rennala.Se convirtió en esposo de la reina cariana, casándose con ella en la Iglesia de los Juramentos. Rennala le regaló una espada que era otorgada por las reinas carianas a sus cónyuges para honrar una longeva tradición.Después de contraer matrimonio con Rennala y unirse al linaje cariano,ordenó a los preceptores mágicos carianos que se pusieran máscaras de confianza, para dejar en claro que todos sus asuntos debían mantenerse en estricta privacidad. Radagon y Rennala tuvieron tres hijos: Radahn, Ranni y Rykard. Mientras era esposo de Rennala, Radagon estudió hechicería de piedras refulgentes en la Academia de Raya Lucaria. Después de que Godfrey, primer Señor del Círculo fue despojado de la Gracia y desterrado de las Tierras Intermedias, Radagon regresó a la capital donde se casó con la Reina Márika y se convirtió en su Rey Consorte y segundo Señor del Círculo. Antes de dejar a Rennala, Radagon le regaló una Gran Runa sellada dentro de un huevo ámbar. Su partida dejó desconsolada a Rennala y la llevó a ser depuesta por la Academia, siendo encarcelada finalmente en la Gran Biblioteca. Sus tres hijos del matrimonio anterior fueron elevados a la condición de semidioses como hijastros de la Reina Márika. Radagon y Márika tuvieron gemelos: Malenia y Miquella, sus hijos eran Empíreos, pero sufrieron dolencias de nacimiento: Malenia albergaba la putrefacción roja en su interior y Miquella fue maldecido con la infancia eterna. Mientras estaba casado con Márika, Radagon estudió encantamientos. Él y el conocimiento que obtuvo estudiando tanto la hechicería como los encantamientos probablemente influyeron en la formación del fundamentalismo de la Orden Dorada, ya que combinaba inteligencia y fe, y se decía que era erudición en todo menos en el nombre.Su hijo Miquella siguió sus pasos fundamentalistas y creó varios encantamientos como regalos para su padre. Radagon devolvió el favor con un regalo de gratitud al joven Miquella.
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    [Por desgracia, aquí estoy de nuevo para reclamarlo una vez más. Yo, Godfrey, ¡El primer Señor del Círculo]

    Godfrey es considerado como el primer Señor del Círculo de la Orden Dorada, y ex consorte de la Reina Márika la Eterna. Godfrey fue una vez un guerrero feroz, pero cuando juró sus votos para convertirse en Señor, comenzó a llevar a la bestia regente Serosh a sus espaldas, con el fin de calmar su incesante deseo de batalla.

    Por orden de Márika, Godfrey lideró la guerra contra los gigantes, pasando a los gigantes por la espada y confinando su llama en la cima de los Picos de los gigantes.Esta guerra marcó el nacimiento del Árbol Áureo,una época que sería gobernada por la Reina Márika y su Señor del Círculo.

    Godfrey y su descendencia con la Reina Márika se convirtieron en los primeros semidioses, considerados como el Linaje Dorado. La imagen de Serosh se convirtió en un emblema del Linaje Dorado, actuando como consejero y guía para ellos. Miembros notables del Linaje Dorado incluyen a Godwyn el Dorado, los gemelos Augurios Mohg y Morgott, y el débil Godrick, el último del Linaje Dorado.

    Antes de que llegara a ser una personificación del Orden, todo estaba en oposición al Árbol Áureo.Esta época comenzó en medio de conflictos y Godfrey era considerado el Señor de la Batalla. Empuñaba una gran hacha de dos hojas en la batalla, un arma que simbolizaba la promesa de actuar como un señor y que más tarde se convertiría en un símbolo del Linaje Dorado.La ornamentación del hacha también se convertiría en un símbolo del caballero Ordovis, quien comandó a los caballeros del crisol bajo el mando de Godfrey.
    Como Señor de la Batalla, Godfrey luchó en muchos conflictos. Durante el asedio al castillo de Morne, Godfrey venció a un héroe solitario que luchó por venganza. Además de liderar la guerra contra los gigantes, se enfrentó solo al Señor de la Tormenta. Sin embargo, cuando cayó su último enemigo, según dice la historia, el color de los ojos de Godfrey se desvaneció. Al final de su campaña, aunque sus ejércitos dorados permanecían invencibles e incólumes, encontró su Gracia perdida, deteriorada y marchita.Él y sus guerreros fueron abordados por la Reina Márika, quien les informó que los había despojado de su Gracia. Les ordenó que abandonaran las Tierras Intermedias para hacer la guerra en una tierra lejana, donde vivirían y morirían. Así, Godfrey y sus parientes se convirtieron en los primeros Sinluz,y abandonaron juntos las Tierras Intermedias en una peregrinación conocida como la Larga Marcha, al final de la cual Godfrey se despojó de la realeza y se convirtió una vez más en un simple guerrero

    [Marika : Mi señor. Os despojo a ti y a tus hombres de la Gracia.
    Con la mirada teñida de oscuro, seréis expulsados de las Tierras Intermedias.
    Guerrearéis en una tierra lejana, donde viviréis y moriréis.]
    [Por desgracia, aquí estoy de nuevo para reclamarlo una vez más. Yo, Godfrey, ¡El primer Señor del Círculo] Godfrey es considerado como el primer Señor del Círculo de la Orden Dorada, y ex consorte de la Reina Márika la Eterna. Godfrey fue una vez un guerrero feroz, pero cuando juró sus votos para convertirse en Señor, comenzó a llevar a la bestia regente Serosh a sus espaldas, con el fin de calmar su incesante deseo de batalla. Por orden de Márika, Godfrey lideró la guerra contra los gigantes, pasando a los gigantes por la espada y confinando su llama en la cima de los Picos de los gigantes.Esta guerra marcó el nacimiento del Árbol Áureo,una época que sería gobernada por la Reina Márika y su Señor del Círculo. Godfrey y su descendencia con la Reina Márika se convirtieron en los primeros semidioses, considerados como el Linaje Dorado. La imagen de Serosh se convirtió en un emblema del Linaje Dorado, actuando como consejero y guía para ellos. Miembros notables del Linaje Dorado incluyen a Godwyn el Dorado, los gemelos Augurios Mohg y Morgott, y el débil Godrick, el último del Linaje Dorado. Antes de que llegara a ser una personificación del Orden, todo estaba en oposición al Árbol Áureo.Esta época comenzó en medio de conflictos y Godfrey era considerado el Señor de la Batalla. Empuñaba una gran hacha de dos hojas en la batalla, un arma que simbolizaba la promesa de actuar como un señor y que más tarde se convertiría en un símbolo del Linaje Dorado.La ornamentación del hacha también se convertiría en un símbolo del caballero Ordovis, quien comandó a los caballeros del crisol bajo el mando de Godfrey. Como Señor de la Batalla, Godfrey luchó en muchos conflictos. Durante el asedio al castillo de Morne, Godfrey venció a un héroe solitario que luchó por venganza. Además de liderar la guerra contra los gigantes, se enfrentó solo al Señor de la Tormenta. Sin embargo, cuando cayó su último enemigo, según dice la historia, el color de los ojos de Godfrey se desvaneció. Al final de su campaña, aunque sus ejércitos dorados permanecían invencibles e incólumes, encontró su Gracia perdida, deteriorada y marchita.Él y sus guerreros fueron abordados por la Reina Márika, quien les informó que los había despojado de su Gracia. Les ordenó que abandonaran las Tierras Intermedias para hacer la guerra en una tierra lejana, donde vivirían y morirían. Así, Godfrey y sus parientes se convirtieron en los primeros Sinluz,y abandonaron juntos las Tierras Intermedias en una peregrinación conocida como la Larga Marcha, al final de la cual Godfrey se despojó de la realeza y se convirtió una vez más en un simple guerrero [Marika : Mi señor. Os despojo a ti y a tus hombres de la Gracia. Con la mirada teñida de oscuro, seréis expulsados de las Tierras Intermedias. Guerrearéis en una tierra lejana, donde viviréis y moriréis.]
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  • <<Gran Señor : has de poner las armas en manos de guerreros que no sólo dominen el arte de la guerra sino el de las letras. Pues brutalidad hasta el animal ostenta: pero razón y criterio, sólo el hombre. >> #AshrahMortalKombat
    <<Gran Señor : has de poner las armas en manos de guerreros que no sólo dominen el arte de la guerra sino el de las letras. Pues brutalidad hasta el animal ostenta: pero razón y criterio, sólo el hombre. >> #AshrahMortalKombat
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [ Demos la bienvenida a nuestro invitado de honor. ¡Al lugar de origen de nuestra dinastía!]


    Mohg, también conocido como el Señor de la Sangre, nació del Linaje Dorado, los descendientes del primer Señor del Círculo, Godfrey y la Reina Márika la Eterna, y era el hermano gemelo de Morgott. Ambos gemelos nacieron como Augurios malditos y, como resultado, fueron confinados al Subsuelo de los marginados debajo de Leyndell. Debido a que nacieron de la realeza, sus cuernos no fueron cortados A diferencia de su hermano Morgott, Mohg abrazó su sangre de Augurio.

    En las profundidades subterráneas, Mohg entró en contacto con un dios exterior conocido como la Madre Informe. La Madre Informe hizo arder su sangre maldita, lo que lo llevó a desarrollar una poderosa magia de hemofuego.

    Tras la destrucción del Círculo de Elden a manos de su madre, Mohg escapó de su confinamiento y reclamó uno de los fragmentos del Círculo roto. Se desconoce el alcance de la participación de Mohg en la guerra posterior conocida como la Devastación, pero asumió el título de "Señor de la Sangre" y comenzó a reclutar seguidores en silencio desde su guarida en las profundidades de la tierra
    [ Demos la bienvenida a nuestro invitado de honor. ¡Al lugar de origen de nuestra dinastía!] Mohg, también conocido como el Señor de la Sangre, nació del Linaje Dorado, los descendientes del primer Señor del Círculo, Godfrey y la Reina Márika la Eterna, y era el hermano gemelo de Morgott. Ambos gemelos nacieron como Augurios malditos y, como resultado, fueron confinados al Subsuelo de los marginados debajo de Leyndell. Debido a que nacieron de la realeza, sus cuernos no fueron cortados A diferencia de su hermano Morgott, Mohg abrazó su sangre de Augurio. En las profundidades subterráneas, Mohg entró en contacto con un dios exterior conocido como la Madre Informe. La Madre Informe hizo arder su sangre maldita, lo que lo llevó a desarrollar una poderosa magia de hemofuego. Tras la destrucción del Círculo de Elden a manos de su madre, Mohg escapó de su confinamiento y reclamó uno de los fragmentos del Círculo roto. Se desconoce el alcance de la participación de Mohg en la guerra posterior conocida como la Devastación, pero asumió el título de "Señor de la Sangre" y comenzó a reclutar seguidores en silencio desde su guarida en las profundidades de la tierra
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  • El bardo se encontraba tocando su música en un teatro, rodeado de sus oyentes.
    Era tanta la dedicación que las partituras eran visibles en el lugar.

    𝐕𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚
    Verso 1:
    En tiempos de paz, los campos florecen,
    Los ríos susurran, el sol resplandece.
    Las gentes se ríen, las copas se alzan,
    Bajo la luna, la vida avanza.

    Coro:
    Pero en la lejanía se oyen tambores,
    El cielo oscurece con sombras mayores.
    Las espadas se afilan, las flechas esperan,
    Pues se acercan vientos de guerra.

    Verso 2:
    Las historias de héroes en bardos resuenan,
    De viejas batallas y amores que tiemblan.
    Pero el eco que hoy recorre el sendero,
    Es de sangre, de acero, de un destino fiero.

    Coro:
    Pero en la lejanía se oyen tambores,
    El cielo oscurece con sombras mayores.
    Las espadas se afilan, las flechas esperan,
    Pues se acercan vientos de guerra.

    Puente:
    La luna tiembla en su oscuro trono,
    El cuervo grita, augurio de encono.
    El bardo ya sabe, su canción se apaga,
    Los guerreros marchan, la paz se embriaga.

    Coro Final:
    En la lejanía, el trueno retumba,
    La muerte y la furia se alzan en tumba.
    Las espadas se alzan, la tormenta no espera,
    Pues se acercan vientos de guerra.
    El bardo se encontraba tocando su música en un teatro, rodeado de sus oyentes. Era tanta la dedicación que las partituras eran visibles en el lugar. 🎶 𝐕𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚🎶 Verso 1: En tiempos de paz, los campos florecen, Los ríos susurran, el sol resplandece. Las gentes se ríen, las copas se alzan, Bajo la luna, la vida avanza. Coro: Pero en la lejanía se oyen tambores, El cielo oscurece con sombras mayores. Las espadas se afilan, las flechas esperan, Pues se acercan vientos de guerra. Verso 2: Las historias de héroes en bardos resuenan, De viejas batallas y amores que tiemblan. Pero el eco que hoy recorre el sendero, Es de sangre, de acero, de un destino fiero. Coro: Pero en la lejanía se oyen tambores, El cielo oscurece con sombras mayores. Las espadas se afilan, las flechas esperan, Pues se acercan vientos de guerra. Puente: La luna tiembla en su oscuro trono, El cuervo grita, augurio de encono. El bardo ya sabe, su canción se apaga, Los guerreros marchan, la paz se embriaga. Coro Final: En la lejanía, el trueno retumba, La muerte y la furia se alzan en tumba. Las espadas se alzan, la tormenta no espera, Pues se acercan vientos de guerra.
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  • Por el nombre de mi madre, esta guerra terminara
    Por el nombre de mi madre, esta guerra terminara
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