• Ecos del Olvido

    Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras.

    Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida.
    La victoria no trajo paz, sino silencio.

    Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo.
    Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba.

    El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder.

    Y en ese vacío, comenzó a sentirlo:
    un llamado sin voz,
    una grieta en la realidad,
    un portal que no prometía destino… solo tránsito.

    Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos.
    Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad.

    Como si el universo le dijera:

    "No has terminado. Solo cambió el escenario."

    Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención,
    dio el paso.

    Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró.
    Pero su vínculo con todo lo conocido sí.
    Ya no era Regalia.
    Ya no era sombra de un dios.
    Era algo más, algo que ni él comprendía.

    El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia.
    Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas.
    Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos.
    Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido.

    Yukine caminó.
    No por fe, ni por deber.
    Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada.
    Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido.

    Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado…
    Pero nadie sabía qué.
    Ni cómo.
    Ni por qué él había llegado.

    Ecos del Olvido Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras. Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida. La victoria no trajo paz, sino silencio. Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo. Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba. El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder. Y en ese vacío, comenzó a sentirlo: un llamado sin voz, una grieta en la realidad, un portal que no prometía destino… solo tránsito. Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos. Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad. Como si el universo le dijera: "No has terminado. Solo cambió el escenario." Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención, dio el paso. Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró. Pero su vínculo con todo lo conocido sí. Ya no era Regalia. Ya no era sombra de un dios. Era algo más, algo que ni él comprendía. El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia. Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas. Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos. Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido. Yukine caminó. No por fe, ni por deber. Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada. Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido. Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado… Pero nadie sabía qué. Ni cómo. Ni por qué él había llegado.
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  • Crónicas del Olvido — Capítulo V: El Camino del Sacrificio

    Tras la restauración del Templo del Bosque, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino comienza a reconstruirse. Kael, ahora más conectado con la magia de origen, guía el proceso. Pero cada fragmento restaurado libera una onda que despierta enemigos ocultos: los Heraldos del Vacío, antiguos guardianes corrompidos por el Señor de las Sombras.

    El mundo comienza a cambiar. Las zonas purificadas se expanden lentamente. Aldeas olvidadas ven la luz por primera vez en años. Criaturas mágicas regresan. Pero con cada paso, el Cuarteto se enfrenta a enemigos más fuertes, más inteligentes, más crueles.

    Los Heraldos no son simples monstruos. Son estrategas. Algunos manipulan el tiempo, otros distorsionan la gravedad, y otros atacan directamente los vínculos emocionales del grupo.

    El grupo es dividido en planos temporales divergentes. No solo están separados físicamente, sino emocionalmente: cada uno vive una versión alternativa de su historia.

    Kael, atrapado en un bucle donde Yukine muere una y otra vez, comienza a perder noción del presente. En cada intento de salvarlo, el resultado es el mismo: fracaso.

    Kael (susurrando): “¿Cuántas veces debo fallar para entender que no todo puede salvarse?”

    Kael comienza a escribir runas en el aire, cada una representando una emoción: culpa, esperanza, fe. Solo la runa de “memoria” permanece. Con ella, Kael ancla su conciencia y rompe el bucle.
    Sira enfrenta versiones de sí misma: una que se rindió, otra que se volvió cruel, otra que nunca conoció a Lidica.

    Sira (gritando): “¡No soy lo que el dolor hizo de mí! Soy lo que elegí ser… por ella.”

    Al aceptar su vulnerabilidad, el plano se colapsa y Sira regresa.

    Tharos ve un mundo donde nunca se liberó. Su fuego es negro, su alma hueca. Pero al recordar el rostro de Elen, una chispa pura emerge.

    Tharos: “Si el fuego puede destruir… también puede iluminar.”

    Elen, atrapada en un tiempo donde el bosque nunca floreció, canaliza una semilla que crece a través de las eras. La raíz rompe el plano y la devuelve.

    El Heraldo de la Fractura se disuelve, no por fuerza, sino por sincronía emocional. El grupo se reúne, pero Kael comienza a escuchar ecos de futuros que aún no existen.

    Heraldo del Eco – Aeloria: El Reflejo que Miente

    El Heraldo del Eco no solo copia habilidades. Copia heridas. Cada réplica es una versión corrompida del alma.
    Kael ve una versión de sí mismo que usó el Amuleto como arma y destruyó el mundo.

    Kael (al reflejo): “No eres mi sombra. Eres mi advertencia. Y yo… ya elegí.”

    Kael conjura un sello de contención que no destruye al reflejo, lo encierra en una runa de propósito.

    Sira enfrenta una copia que manipula el viento con precisión quirúrgica. Cada ráfaga es perfecta. Pero sin alma.
    Sira: “El viento no se domina. Se escucha.”

    Sira deja de atacar. Se queda quieta. El viento real la envuelve, y la réplica se desvanece.

    Tharos ve una versión que abraza la ira como virtud. Lucha sin magia. Solo con voluntad.

    Tharos: “La furia me dio fuerza. Pero el perdón… me dio control.”

    Elen enfrenta una réplica que cura sin alma. Al canalizar su vínculo con las raíces vivas, purifica la réplica desde dentro.
    El Heraldo del Eco se disuelve, dejando una advertencia:
    “Toda luz genera sombra. Y ustedes… ya tienen demasiadas.”

    Heraldo de la Marea – Nymar: El Agua que Recuerda

    El agua se convierte en veneno emocional. Cada gota muestra un recuerdo feliz… corrompido.

    Kael ve a Yukine sonriendo, pero la sonrisa se convierte en grito.

    Kael: “No quiero cambiar el pasado. Solo honrarlo.”

    Kael conjura una barrera de aceptación. No repele el agua. La transforma.

    Sira ve a Lidica bailando en el viento, pero el viento se vuelve cuchilla.

    Sira: “Si el viento la llevó… que me lleve a mí también.”

    Sira canaliza su vínculo real y purifica la corriente.

    Tharos ve a su familia viva, luego ardiendo. Se sumerge en el lago, dejando que el fuego se apague. Emerge con una nueva llama: la llama del perdón.

    Elen ve a su madre cantando, pero la canción se distorsiona. Canta de nuevo, con voz temblorosa. El lago responde con luz.

    El Heraldo de la Marea se disuelve, pero deja una última frase:
    “La culpa no se vence. Se aprende a convivir con ella.”

    Después del Asedio

    El grupo no celebra. No hay victoria. Solo marcas.

    • Tharos pierde parte de su sensibilidad mágica.
    • Elen envejece físicamente por el uso excesivo de magia de raíz.
    • Sira comienza a perder la capacidad de distinguir sus propios recuerdos de los de Lidica.
    • Kael guarda silencio. Porque sabe que el Amuleto está casi completo… y que cuando lo esté, él será el canal.

    Kael (en voz baja): “No somos los héroes que el mundo esperaba. Somos los que eligieron no rendirse.”

    El grupo no habla de lo que pierde. Pero lo siente.

    • Tharos se aleja por momentos, temiendo que su fuego vuelva a corromperlo.
    • Elen comienza a escribir sus memorias, por si su mente se fragmenta.
    • Sira entrena sola, intentando recuperar el control de su percepción.
    • Kael solo observa a lo lejos.

    A pesar de todo, el mundo comienza a respirar.

    • En Khar-Dun, los monumentos a los caídos se iluminan por primera vez.
    • En Nymar, los niños juegan en lagos purificados.
    • En Tharion, los sabios regresan a enseñar.
    • En Aeloria, los campos florecen con flores que solo nacen tras la purificación.

    El Cuarteto no es celebrado. No busca gloria. Pero en cada pueblo, en cada rincón, se murmura:

    “El legado de los Heroes aun vive.”

    Con el Amuleto casi completo, el grupo se dirige al Corazón del Vacío, una región donde la oscuridad es tan densa que la luz no entra. Allí, el Señor de las Sombras ha comenzado a manifestarse físicamente. No como una figura… sino como un entorno. El mundo mismo se pliega a su voluntad.

    Antes de partir, el grupo se reúne en silencio.

    • Kael entrega sus notas a Elen, por si no regresa.
    • Sira deja sus dagas en el Templo, llevando solo una.
    • Tharos apaga su fuego voluntariamente, para no perder el control.
    • Elen planta una semilla en cada templo, como promesa de regreso.

    No saben si sobrevivirán. Pero saben que deben hacerlo.




    Crónicas del Olvido — Capítulo V: El Camino del Sacrificio Tras la restauración del Templo del Bosque, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino comienza a reconstruirse. Kael, ahora más conectado con la magia de origen, guía el proceso. Pero cada fragmento restaurado libera una onda que despierta enemigos ocultos: los Heraldos del Vacío, antiguos guardianes corrompidos por el Señor de las Sombras. El mundo comienza a cambiar. Las zonas purificadas se expanden lentamente. Aldeas olvidadas ven la luz por primera vez en años. Criaturas mágicas regresan. Pero con cada paso, el Cuarteto se enfrenta a enemigos más fuertes, más inteligentes, más crueles. Los Heraldos no son simples monstruos. Son estrategas. Algunos manipulan el tiempo, otros distorsionan la gravedad, y otros atacan directamente los vínculos emocionales del grupo. El grupo es dividido en planos temporales divergentes. No solo están separados físicamente, sino emocionalmente: cada uno vive una versión alternativa de su historia. Kael, atrapado en un bucle donde Yukine muere una y otra vez, comienza a perder noción del presente. En cada intento de salvarlo, el resultado es el mismo: fracaso. Kael (susurrando): “¿Cuántas veces debo fallar para entender que no todo puede salvarse?” Kael comienza a escribir runas en el aire, cada una representando una emoción: culpa, esperanza, fe. Solo la runa de “memoria” permanece. Con ella, Kael ancla su conciencia y rompe el bucle. Sira enfrenta versiones de sí misma: una que se rindió, otra que se volvió cruel, otra que nunca conoció a Lidica. Sira (gritando): “¡No soy lo que el dolor hizo de mí! Soy lo que elegí ser… por ella.” Al aceptar su vulnerabilidad, el plano se colapsa y Sira regresa. Tharos ve un mundo donde nunca se liberó. Su fuego es negro, su alma hueca. Pero al recordar el rostro de Elen, una chispa pura emerge. Tharos: “Si el fuego puede destruir… también puede iluminar.” Elen, atrapada en un tiempo donde el bosque nunca floreció, canaliza una semilla que crece a través de las eras. La raíz rompe el plano y la devuelve. El Heraldo de la Fractura se disuelve, no por fuerza, sino por sincronía emocional. El grupo se reúne, pero Kael comienza a escuchar ecos de futuros que aún no existen. Heraldo del Eco – Aeloria: El Reflejo que Miente El Heraldo del Eco no solo copia habilidades. Copia heridas. Cada réplica es una versión corrompida del alma. Kael ve una versión de sí mismo que usó el Amuleto como arma y destruyó el mundo. Kael (al reflejo): “No eres mi sombra. Eres mi advertencia. Y yo… ya elegí.” Kael conjura un sello de contención que no destruye al reflejo, lo encierra en una runa de propósito. Sira enfrenta una copia que manipula el viento con precisión quirúrgica. Cada ráfaga es perfecta. Pero sin alma. Sira: “El viento no se domina. Se escucha.” Sira deja de atacar. Se queda quieta. El viento real la envuelve, y la réplica se desvanece. Tharos ve una versión que abraza la ira como virtud. Lucha sin magia. Solo con voluntad. Tharos: “La furia me dio fuerza. Pero el perdón… me dio control.” Elen enfrenta una réplica que cura sin alma. Al canalizar su vínculo con las raíces vivas, purifica la réplica desde dentro. El Heraldo del Eco se disuelve, dejando una advertencia: “Toda luz genera sombra. Y ustedes… ya tienen demasiadas.” Heraldo de la Marea – Nymar: El Agua que Recuerda El agua se convierte en veneno emocional. Cada gota muestra un recuerdo feliz… corrompido. Kael ve a Yukine sonriendo, pero la sonrisa se convierte en grito. Kael: “No quiero cambiar el pasado. Solo honrarlo.” Kael conjura una barrera de aceptación. No repele el agua. La transforma. Sira ve a Lidica bailando en el viento, pero el viento se vuelve cuchilla. Sira: “Si el viento la llevó… que me lleve a mí también.” Sira canaliza su vínculo real y purifica la corriente. Tharos ve a su familia viva, luego ardiendo. Se sumerge en el lago, dejando que el fuego se apague. Emerge con una nueva llama: la llama del perdón. Elen ve a su madre cantando, pero la canción se distorsiona. Canta de nuevo, con voz temblorosa. El lago responde con luz. El Heraldo de la Marea se disuelve, pero deja una última frase: “La culpa no se vence. Se aprende a convivir con ella.” Después del Asedio El grupo no celebra. No hay victoria. Solo marcas. • Tharos pierde parte de su sensibilidad mágica. • Elen envejece físicamente por el uso excesivo de magia de raíz. • Sira comienza a perder la capacidad de distinguir sus propios recuerdos de los de Lidica. • Kael guarda silencio. Porque sabe que el Amuleto está casi completo… y que cuando lo esté, él será el canal. Kael (en voz baja): “No somos los héroes que el mundo esperaba. Somos los que eligieron no rendirse.” El grupo no habla de lo que pierde. Pero lo siente. • Tharos se aleja por momentos, temiendo que su fuego vuelva a corromperlo. • Elen comienza a escribir sus memorias, por si su mente se fragmenta. • Sira entrena sola, intentando recuperar el control de su percepción. • Kael solo observa a lo lejos. A pesar de todo, el mundo comienza a respirar. • En Khar-Dun, los monumentos a los caídos se iluminan por primera vez. • En Nymar, los niños juegan en lagos purificados. • En Tharion, los sabios regresan a enseñar. • En Aeloria, los campos florecen con flores que solo nacen tras la purificación. El Cuarteto no es celebrado. No busca gloria. Pero en cada pueblo, en cada rincón, se murmura: “El legado de los Heroes aun vive.” Con el Amuleto casi completo, el grupo se dirige al Corazón del Vacío, una región donde la oscuridad es tan densa que la luz no entra. Allí, el Señor de las Sombras ha comenzado a manifestarse físicamente. No como una figura… sino como un entorno. El mundo mismo se pliega a su voluntad. Antes de partir, el grupo se reúne en silencio. • Kael entrega sus notas a Elen, por si no regresa. • Sira deja sus dagas en el Templo, llevando solo una. • Tharos apaga su fuego voluntariamente, para no perder el control. • Elen planta una semilla en cada templo, como promesa de regreso. No saben si sobrevivirán. Pero saben que deben hacerlo.
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  • LA LUNA EXIGE FUEGO
    Fandom One Piece, libre
    Categoría Terror
    PORTGAS D. ACE

    *El campo era el infierno, pero no por mi voluntad, sino por la maldición que brotaba de mi piel. Cada uno de los enemigos cercanos se reducía a cenizas, y aunque eso podía celebrarse, yo no podía hacerlo.*

    *La luna llena colgaba como un ojo blanco sobre el caos, y su luz parecía clavarse en mi espalda, en mi pecho, en mis huesos, atravesándome dolorosamente, dejándome de rodillas, jadeando. Mis manos ya no eran mías. Ni siquiera eran humanas. Con ellas me aferraba al suelo, dejando marcas ardientes sobre la piedra. Las garras crecían, los colmillos se asomaban, y mi voz se quebraba entre rugidos y gritos.*

    —¡No ahora!

    *Un gruñido reemplazaba mi voz, mientras mi sombra se alargaba y se deformaba.
    Los soldados enemigos retrocedieron, no por miedo al fuego, sino por lo que veían emerger de él, de mí: un lobo envuelto en llamas, con ojos como carbones vivos y una furia que no distinguía aliados de amenazas.*

    —Aaaah!! Ggggghhh!!!

    *Pero aún resistía. Me aferraba a mi nombre, a mi memoria, a la promesa que había hecho bajo un cielo más amable, más natural, fuera de esta isla. Viviremos sin arrepentimientos, y seremos más libres que nadie...*

    *Cada latido era una batalla. Cada llama, una advertencia. Temblores incontrolables sacudían mi ser.
    Y entonces, en medio del estruendo, se alzó. Mitad hombre, mitad bestia, completamente fuego.
    No para destruir.
    Sino para proteger los secretos que se ocultaban en este lugar.*

    —Grrrrrrrrrr!!! GRRRRRR!!!

    *Las historias que escuché al fijar el rumbo hacia acá eran ciertas. En esta isla el aire está enrarecido, y la luna tiene un efecto maldito sobre aquellos a los que baña con su luz cuando mira en lo alto sin parpadear.
    La luna exige fuego, exige sangre enemiga, exige, reclama la fuerza de aquellos que doblega a su voluntad para proteger el tesoro que se guarda celosamente en algún lugar de esta isla...*

    —WAAAAAAUUUUUUUUUUU!!!!

    *Eché la cabeza atrás, ofrendando mi garganta a la luna, y un aullido animal cimbró el aire. Ya no era tan sólo un hombre que podía usar el fuego. Ahora era un licántropo...
    ¿Cuándo hubiera imaginado que mi deseo sería mi maldición?
    La pregunta de aquel anciano vagabundo al desembarcar en esta isla me había parecido extraña. Pero respondí con sinceridad. Si pudiera elegir alguna criatura de oscuridad que me gustaría ser, yo había escogido el hombre lobo. ¿Pero volverme uno así como así?
    Tenía que liberarme... Así que continuaba con esa lucha interior, aferrándome a la humanidad que aún conservaba, la cual se extinguía lenta, pero implacablemente.*

    "Debo volver al mar..."

    *Fue lo que quise decir. Pero en lugar de eso los rugidos completamente ininteligibles de una bestia sustituyeron mi voz...*
    PORTGAS D. ACE *El campo era el infierno, pero no por mi voluntad, sino por la maldición que brotaba de mi piel. Cada uno de los enemigos cercanos se reducía a cenizas, y aunque eso podía celebrarse, yo no podía hacerlo.* *La luna llena colgaba como un ojo blanco sobre el caos, y su luz parecía clavarse en mi espalda, en mi pecho, en mis huesos, atravesándome dolorosamente, dejándome de rodillas, jadeando. Mis manos ya no eran mías. Ni siquiera eran humanas. Con ellas me aferraba al suelo, dejando marcas ardientes sobre la piedra. Las garras crecían, los colmillos se asomaban, y mi voz se quebraba entre rugidos y gritos.* —¡No ahora! *Un gruñido reemplazaba mi voz, mientras mi sombra se alargaba y se deformaba. Los soldados enemigos retrocedieron, no por miedo al fuego, sino por lo que veían emerger de él, de mí: un lobo envuelto en llamas, con ojos como carbones vivos y una furia que no distinguía aliados de amenazas.* —Aaaah!! Ggggghhh!!! *Pero aún resistía. Me aferraba a mi nombre, a mi memoria, a la promesa que había hecho bajo un cielo más amable, más natural, fuera de esta isla. Viviremos sin arrepentimientos, y seremos más libres que nadie...* *Cada latido era una batalla. Cada llama, una advertencia. Temblores incontrolables sacudían mi ser. Y entonces, en medio del estruendo, se alzó. Mitad hombre, mitad bestia, completamente fuego. No para destruir. Sino para proteger los secretos que se ocultaban en este lugar.* —Grrrrrrrrrr!!! GRRRRRR!!! *Las historias que escuché al fijar el rumbo hacia acá eran ciertas. En esta isla el aire está enrarecido, y la luna tiene un efecto maldito sobre aquellos a los que baña con su luz cuando mira en lo alto sin parpadear. La luna exige fuego, exige sangre enemiga, exige, reclama la fuerza de aquellos que doblega a su voluntad para proteger el tesoro que se guarda celosamente en algún lugar de esta isla...* —WAAAAAAUUUUUUUUUUU!!!! *Eché la cabeza atrás, ofrendando mi garganta a la luna, y un aullido animal cimbró el aire. Ya no era tan sólo un hombre que podía usar el fuego. Ahora era un licántropo... ¿Cuándo hubiera imaginado que mi deseo sería mi maldición? La pregunta de aquel anciano vagabundo al desembarcar en esta isla me había parecido extraña. Pero respondí con sinceridad. Si pudiera elegir alguna criatura de oscuridad que me gustaría ser, yo había escogido el hombre lobo. ¿Pero volverme uno así como así? Tenía que liberarme... Así que continuaba con esa lucha interior, aferrándome a la humanidad que aún conservaba, la cual se extinguía lenta, pero implacablemente.* "Debo volver al mar..." *Fue lo que quise decir. Pero en lugar de eso los rugidos completamente ininteligibles de una bestia sustituyeron mi voz...*
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  • -Era poco más de medianoche mientras Mita se encontraba sentada en el sofá de su sala de estar... El Tv estaba apagado, las luces encendidos, sus inquilinos descasaban; y el único sonido presente era lo que se reproducía en su tableta, algún tipo de videojuego de disparos, sus afilados dientes estaban a la vista a través de una sonrisa perversa-

    -Había sido un día movido, fue una anfitriona muy atenta como siempre, y estaba estresada. Asi que desataba sus impulsos violentos contra enemigos virtuales.-

    —...

    -Hasta que..., la puerta de la habitación de invitados reclinó. Giró la cabeza a una velocidad que podría haberle dislocado el cuello. Una figura se asomó devolviendo la mirada... Mita no dijo nada, se sentía incordiaba, quería un descanso. Sin embargo esbozo una sonrisa traviesa que intentó ser amable, olvidándose de esconder sus dientes-

    —Buenas noches... ¿esta todo bien?

    #FreeRol
    -Era poco más de medianoche mientras Mita se encontraba sentada en el sofá de su sala de estar... El Tv estaba apagado, las luces encendidos, sus inquilinos descasaban; y el único sonido presente era lo que se reproducía en su tableta, algún tipo de videojuego de disparos, sus afilados dientes estaban a la vista a través de una sonrisa perversa- -Había sido un día movido, fue una anfitriona muy atenta como siempre, y estaba estresada. Asi que desataba sus impulsos violentos contra enemigos virtuales.- —... -Hasta que..., la puerta de la habitación de invitados reclinó. Giró la cabeza a una velocidad que podría haberle dislocado el cuello. Una figura se asomó devolviendo la mirada... Mita no dijo nada, se sentía incordiaba, quería un descanso. Sin embargo esbozo una sonrisa traviesa que intentó ser amable, olvidándose de esconder sus dientes- —Buenas noches... ¿esta todo bien? #FreeRol
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  • Better call Irina

    ​El aire dentro de la taberna de mala muerte, era una sopa densa de sudor, cerveza rancia y ceniza. Afuera, la lluvia azotaba los adoquines de los suburbios industriales de Kérstov; adentro, las risas ásperas y el tintineo de copas formaban el telón de fondo de una docena de dramas menores. Pero todo ese bullicio se estrellaba y moría a las puertas de una pequeña sala privada, en el fondo del local...
    ​Ahí estaba Irina.
    ​El cigarro prendido que ardía perezosamente entre sus dedos no lo fumaba por vicio, si no que era parte de una estrategia meticulosamente planeada; Soltaba espirales de humo gris que se adherían al techo y flotaban en el ambiente como un velo protector, lo suficientemente espeso como para diluir sus facciones.
    Su silueta, envuelta en telas negras, era una mancha de medianoche en la penumbra. El ala ancha del sombrero proyectaba una sombra impenetrable sobre su rostro, borrando cualquier rasgo, dejando solo la promesa de algo afilado y peligroso debajo.
    ​Irina no movía más que la mano que llevaba el cigarrillo a sus labios. Se sentó con la inmovilidad tensa de un depredador que espera, cada músculo afinado y listo para la detonación. Era un rumor en el bajo mundo, una leyenda que se susurraba en las mesas de caoba de los oligarcas y en las alcantarillas de los arrabales. La llamaban la "Hija del Trueno" no por su fuerza bruta, sino por la velocidad de un rayo con que resolvía lo imposible. Las cajas fuertes que nadie podía abrir, los enemigos que nadie podía encontrar, los tratos que nadie podía cerrar... ella los ejecutaba. No dejaba rastros, no hacía preguntas y, lo más importante, no fallaba.

    ​Su impaciencia crecía como una marea silenciosa. En este mundo de sombras y avaricia, el tiempo de Irina era el bien más preciado. Dejó caer la ceniza con un golpe seco en el cenicero de estaño. El golpe resonó en la pequeña habitación como un juicio.
    ​Quienquiera que la hubiera convocado a este agujero apestoso, ya estaba en mora. Y si había algo que la Hija del Trueno odiaba más que la incompetencia, era la falta de puntualidad.
    La mano, firme y elegante, se deslizó hacia el cinturón bajo su abrigo, buscando la familiar forma fría del acero. La reunión estaba a punto de empezar, quisiera o no el visitante.
    Better call Irina ​El aire dentro de la taberna de mala muerte, era una sopa densa de sudor, cerveza rancia y ceniza. Afuera, la lluvia azotaba los adoquines de los suburbios industriales de Kérstov; adentro, las risas ásperas y el tintineo de copas formaban el telón de fondo de una docena de dramas menores. Pero todo ese bullicio se estrellaba y moría a las puertas de una pequeña sala privada, en el fondo del local... ​Ahí estaba Irina. ​El cigarro prendido que ardía perezosamente entre sus dedos no lo fumaba por vicio, si no que era parte de una estrategia meticulosamente planeada; Soltaba espirales de humo gris que se adherían al techo y flotaban en el ambiente como un velo protector, lo suficientemente espeso como para diluir sus facciones. Su silueta, envuelta en telas negras, era una mancha de medianoche en la penumbra. El ala ancha del sombrero proyectaba una sombra impenetrable sobre su rostro, borrando cualquier rasgo, dejando solo la promesa de algo afilado y peligroso debajo. ​Irina no movía más que la mano que llevaba el cigarrillo a sus labios. Se sentó con la inmovilidad tensa de un depredador que espera, cada músculo afinado y listo para la detonación. Era un rumor en el bajo mundo, una leyenda que se susurraba en las mesas de caoba de los oligarcas y en las alcantarillas de los arrabales. La llamaban la "Hija del Trueno" no por su fuerza bruta, sino por la velocidad de un rayo con que resolvía lo imposible. Las cajas fuertes que nadie podía abrir, los enemigos que nadie podía encontrar, los tratos que nadie podía cerrar... ella los ejecutaba. No dejaba rastros, no hacía preguntas y, lo más importante, no fallaba. ​Su impaciencia crecía como una marea silenciosa. En este mundo de sombras y avaricia, el tiempo de Irina era el bien más preciado. Dejó caer la ceniza con un golpe seco en el cenicero de estaño. El golpe resonó en la pequeña habitación como un juicio. ​Quienquiera que la hubiera convocado a este agujero apestoso, ya estaba en mora. Y si había algo que la Hija del Trueno odiaba más que la incompetencia, era la falta de puntualidad. La mano, firme y elegante, se deslizó hacia el cinturón bajo su abrigo, buscando la familiar forma fría del acero. La reunión estaba a punto de empezar, quisiera o no el visitante.
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  • -La misión y el deber que se les dieron, era vigilar el proyecto Gestal, guiar a los que en ese mundo se les conoce como sombras.

    Devola y Popola debía guiar a los gestales, pero nunca imaginaron que los replicantes, obtuvieran conciencia, viendo a los seres que fueron sus almas como enemigos. Algunos gestales por desgracia se habían vuelvo agresivos, lograron que se desarrollara una guerra entre gestales y replicantes..

    Tanto cuerpo y alma se había vuelto enemigos.

    ¿Que les esperaba ahora a la humanidad por este suceso que nadie había visto venir? -
    -La misión y el deber que se les dieron, era vigilar el proyecto Gestal, guiar a los que en ese mundo se les conoce como sombras. Devola y Popola debía guiar a los gestales, pero nunca imaginaron que los replicantes, obtuvieran conciencia, viendo a los seres que fueron sus almas como enemigos. Algunos gestales por desgracia se habían vuelvo agresivos, lograron que se desarrollara una guerra entre gestales y replicantes.. Tanto cuerpo y alma se había vuelto enemigos. ¿Que les esperaba ahora a la humanidad por este suceso que nadie había visto venir? -
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  • - Ylva y su padre el dios de la luna estaba entrenando, con su hija ya que su padre era muy exigente como era de costubre.-

    Padre :
    Vamos ,hija mia debes seguir los enemigos no tienen piedad

    - Ylva daba lo mejor que ella en su entrenamito pero au no daba mas, si se quejaba o desia algo la veia debil como gerrera.-
    - Ylva y su padre el dios de la luna estaba entrenando, con su hija ya que su padre era muy exigente como era de costubre.- Padre : Vamos ,hija mia debes seguir los enemigos no tienen piedad - Ylva daba lo mejor que ella en su entrenamito pero au no daba mas, si se quejaba o desia algo la veia debil como gerrera.-
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  • Xue Yang
    Aun recuerdo el día que nuestros caminos se cruzaron.
    Fuimos enemigos pero el destino nos tenía preparado otras cosas.
    Curioso el destino, mas me alegra que terminaramos así.
    [XueChengmei] Aun recuerdo el día que nuestros caminos se cruzaron. Fuimos enemigos pero el destino nos tenía preparado otras cosas. Curioso el destino, mas me alegra que terminaramos así.
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  • -estaba escondira ya que estaba en la tierra de los gigantes (Jotunheim), enemigos de Asgard con su pequeño amigo y un cuchillo en la mano y asustada no era buena guerrera como su padre pero aqui se encontraba perdido una gema especial.-

    Si , los gigates me ven me van a matar, ya que are?
    -estaba escondira ya que estaba en la tierra de los gigantes (Jotunheim), enemigos de Asgard con su pequeño amigo y un cuchillo en la mano y asustada no era buena guerrera como su padre pero aqui se encontraba perdido una gema especial.- Si , los gigates me ven me van a matar, ya que are?
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  • Al final, cumplí mi promesa,vi el mar junto a Armin y Mikasa. Pero, solo podia pensar en una sola cosa. Los enemigos más alla del océano, eñ matarlos a todos para poder ser libres.
    Al final, cumplí mi promesa,vi el mar junto a Armin y Mikasa. Pero, solo podia pensar en una sola cosa. Los enemigos más alla del océano, eñ matarlos a todos para poder ser libres.
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