• ×Peinando mi cabello, mientras una de mis almas sirvientas prepara mi ropa×

    Si Hortensia, eso de andar sola con mis tesoros no es divertido, los adoro, pero quiero algo de diversión para mi sola
    ×Peinando mi cabello, mientras una de mis almas sirvientas prepara mi ropa× Si Hortensia, eso de andar sola con mis tesoros no es divertido, los adoro, pero quiero algo de diversión para mi sola
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    Se buscan personajes de los juegos del hambre, no importa época en que sea, o si son multiera.

    La idea es rolear todos los intentos de rebelión, hasta llegar a los 74 juegos del hambre.

    Prometo diversión, y que me personaje parezca siempre drogada, pero no, es rarita nada más.
    Se buscan personajes de los juegos del hambre, no importa época en que sea, o si son multiera. La idea es rolear todos los intentos de rebelión, hasta llegar a los 74 juegos del hambre. Prometo diversión, y que me personaje parezca siempre drogada, pero no, es rarita nada más.
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  • El café estaba listo. La mujer que había tocado a su puerta, sentada en el sofá. Mediana edad, probablemente sólo una ama de casa.

    —Debería demandar a la revista por seguir dando mi dirección a todo el que pregunta —dijo él, luego bebió de su taza y dejó la otra en la mesa de centro.

    —Frederick no puede separarse de Sofía —la mujer se atrevía a hablar por fin. Levantó su cabeza para ver los cansados ojos del docente.

    —¿Disculpe? —

    —Frederick y Sofía tienen que quedarse juntos. No puede separarlos —ella habló con total seriedad.

    —¿De verdad vino usted aquí, a la casa de un completo extraño, a las once de la noche, a decir esto? —

    Increíble. Las amas de casa son algo fascinante.

    —¡No puede separarlos! ¡No puede, Frederick la ama, yo lo sé! —se había puesto de pie. Tomó al profesor por la camisa, lo sacudió un poco. —¡No los separe! —

    —Oiga, señora… se está tomando esto muy en serio, ¿no cree? —

    Sólo era un trabajo de medio tiempo escribiendo historias románticas en una revista para amas de casa. ¿Qué tan malo podía ser? Ah, parece que Sawajiri pecó de ingenuo. Otra vez. ¿Cuántas iban en el mes?

    —¡No los separe, no se atreva! —las manos femeninas volvieron a sacudirlo.

    —¡Frederick es un mujeriego, él no ama a nadie más que a sí mismo! —vociferó él. Oh, no, ¿se lo estaba tomando en serio también?

    —¡Cállese, usted no sabe nada de Frederick! —ella lo sacudió más todavía.

    —¿De qué carajo habla? ¡Yo creé a Frederick y a Sofía! —

    —¡No me importa! Él la ama y puede cambiar, las otras son sólo diversión —y no dejaba de sacudirlo.

    —¡Abra los ojos, señora! Los hombres como Frederick no cambian. Le pide perdón cuando la caga, y días después se está cogiendo a otra. Sofía va a perdonarlo una y otra vez, y en quince años, cuando esté llena de hijos, estrías y sueños inconclusos, él va a decirle que se descuidó y la dejará por una más joven. ¿Es eso lo que usted quiere para Sofía? —

    Los ojos de la mujer se abrieron de par en par, luego huyeron de la mirada masculina. La camisa soltó, parecía no saber qué hacer ahora con sus manos. Como un ruidoso juguete al que de pronto se le terminaron las baterías, la energía, se había apagado.

    —Señor, ¿usted cree que Sofía es tonta? —un tono más apagado, casi como un susurro, usó la ella.

    —¿…Eh? —

    —Sofía lo sabe. Ella sabe todo eso, y está dispuesta a sacrificarlo todo. Su vida, su futuro, sus sueños, todo. Porque ella… —

    —¿Porque ella lo ama? —

    —Porque ella… —volvió a mirarlo. Sus ojos luchaban por contener las lágrimas, unas que parecían tener mucho tiempo guardadas. —…es sólo una ama de casa. Una ama de casa con la esperanza de que, quizás sólo esta vez, la historia sea distinta. Porque es lo único que le queda—.

    Silencio. Largo, incómodo, asfixiante silencio.

    —¿Sabe algo, señora? —se encargó él de terminar el silencio. —Tal vez… Frederick sí puede cambiar—.
    El café estaba listo. La mujer que había tocado a su puerta, sentada en el sofá. Mediana edad, probablemente sólo una ama de casa. —Debería demandar a la revista por seguir dando mi dirección a todo el que pregunta —dijo él, luego bebió de su taza y dejó la otra en la mesa de centro. —Frederick no puede separarse de Sofía —la mujer se atrevía a hablar por fin. Levantó su cabeza para ver los cansados ojos del docente. —¿Disculpe? — —Frederick y Sofía tienen que quedarse juntos. No puede separarlos —ella habló con total seriedad. —¿De verdad vino usted aquí, a la casa de un completo extraño, a las once de la noche, a decir esto? — Increíble. Las amas de casa son algo fascinante. —¡No puede separarlos! ¡No puede, Frederick la ama, yo lo sé! —se había puesto de pie. Tomó al profesor por la camisa, lo sacudió un poco. —¡No los separe! — —Oiga, señora… se está tomando esto muy en serio, ¿no cree? — Sólo era un trabajo de medio tiempo escribiendo historias románticas en una revista para amas de casa. ¿Qué tan malo podía ser? Ah, parece que Sawajiri pecó de ingenuo. Otra vez. ¿Cuántas iban en el mes? —¡No los separe, no se atreva! —las manos femeninas volvieron a sacudirlo. —¡Frederick es un mujeriego, él no ama a nadie más que a sí mismo! —vociferó él. Oh, no, ¿se lo estaba tomando en serio también? —¡Cállese, usted no sabe nada de Frederick! —ella lo sacudió más todavía. —¿De qué carajo habla? ¡Yo creé a Frederick y a Sofía! — —¡No me importa! Él la ama y puede cambiar, las otras son sólo diversión —y no dejaba de sacudirlo. —¡Abra los ojos, señora! Los hombres como Frederick no cambian. Le pide perdón cuando la caga, y días después se está cogiendo a otra. Sofía va a perdonarlo una y otra vez, y en quince años, cuando esté llena de hijos, estrías y sueños inconclusos, él va a decirle que se descuidó y la dejará por una más joven. ¿Es eso lo que usted quiere para Sofía? — Los ojos de la mujer se abrieron de par en par, luego huyeron de la mirada masculina. La camisa soltó, parecía no saber qué hacer ahora con sus manos. Como un ruidoso juguete al que de pronto se le terminaron las baterías, la energía, se había apagado. —Señor, ¿usted cree que Sofía es tonta? —un tono más apagado, casi como un susurro, usó la ella. —¿…Eh? — —Sofía lo sabe. Ella sabe todo eso, y está dispuesta a sacrificarlo todo. Su vida, su futuro, sus sueños, todo. Porque ella… — —¿Porque ella lo ama? — —Porque ella… —volvió a mirarlo. Sus ojos luchaban por contener las lágrimas, unas que parecían tener mucho tiempo guardadas. —…es sólo una ama de casa. Una ama de casa con la esperanza de que, quizás sólo esta vez, la historia sea distinta. Porque es lo único que le queda—. Silencio. Largo, incómodo, asfixiante silencio. —¿Sabe algo, señora? —se encargó él de terminar el silencio. —Tal vez… Frederick sí puede cambiar—.
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  • #DiezCosasSobre Mi.

    — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado.

    — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión.

    — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura.

    — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo.

    — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas.

    — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto.

    — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable.

    — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida.

    — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades.

    — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
    #DiezCosasSobre Mi. — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado. — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión. — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura. — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo. — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas. — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto. — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable. — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida. — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades. — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
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  • «Soltar no es olvidar, dejar de mencionar... Soltar es dejar de necesitar. Y aún me falta mucho para soltar, deberás soportar mis oraciones por un rato mas... Pero a fin de cuentas, nos enamoramos juntos. Tu me enseñaste a amarte, y amar tu forma de amar.»pensó mientras nadaba hacia la orilla del mar.

    Sin embargo, se detuvo un momento a la deriva en ese hermoso mar abierto. Volvió a hablar una vez mas.

    —¿Contamos cuántos días serán suficientes para soltarte por fin?—sus ojos no brillaron como antes, pero en tono burlesco y rasposo:— oh vamos, naturaleza preciosa, cuéntale este chisme, estoy segura que esto amerita una de sus sonrisas... Además si fallo, también es válido, porque dejar de mencionarlo no me sale. Pero lo voy a cumplir a mi manera.

    Rió con un poco de resentimiento. ¿molesta? Ni idea. ¿diversión? Un poco. Reírse de la locura que estaba encima suyo, no era malo. Todo era valido. Si se trataba solo de... SOLTAR(?
    «Soltar no es olvidar, dejar de mencionar... Soltar es dejar de necesitar. Y aún me falta mucho para soltar, deberás soportar mis oraciones por un rato mas... Pero a fin de cuentas, nos enamoramos juntos. Tu me enseñaste a amarte, y amar tu forma de amar.»pensó mientras nadaba hacia la orilla del mar. Sin embargo, se detuvo un momento a la deriva en ese hermoso mar abierto. Volvió a hablar una vez mas. —¿Contamos cuántos días serán suficientes para soltarte por fin?—sus ojos no brillaron como antes, pero en tono burlesco y rasposo:— oh vamos, naturaleza preciosa, cuéntale este chisme, estoy segura que esto amerita una de sus sonrisas... Además si fallo, también es válido, porque dejar de mencionarlo no me sale. Pero lo voy a cumplir a mi manera. Rió con un poco de resentimiento. ¿molesta? Ni idea. ¿diversión? Un poco. Reírse de la locura que estaba encima suyo, no era malo. Todo era valido. Si se trataba solo de... SOLTAR(?
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    ¡ATENCIÓN, USUARIOS DE FICROL!

    ¿Eres fanático de Cartoon Network? ¿Siempre soñaste con rolear siendo un personaje épico, caótico o adorable? ¡Entonces este es TU MOMENTO!

    Estoy buscando personajes de Cartoon Network para crear tramas alocadas, emotivas, absurdamente divertidas y, por sobretodo... ¡Totalmente fuera de control! Desde los clásicos como Dexter, Coraje y Las Chicas Superpoderosas, hasta joyitas como Hora de Aventura o Steven Universe...¡TODOS SON BIENVENIDOS!

    ¡Ven a desatar el caos, salvar el día o simplemente causar carcajadas! ¡La diversión está garantizada y las historias están esperando por TI!

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  • -- 12:30 --

    Seis puertas se abren. ¡Todos los equipos sobreviven!

    El pequeño y travieso engaño de su anterior predicamento queda al descubierto: La ventana que mostraba una ventisca y un plano nevado, era meramente un video. Los cuartos eran enormes congeladores.

    Al salir todos, las puertas de sus prisiones se sellan tras ellos, y se encuentran en lo que parece el lobby principal de un lujoso hotel 5 estrellas. La temperatura es de unos muy cómodos 23°C.

    Las ventanas y puertas siguen selladas con barrotes de titanio, pero fuera de eso, parece un hotel de lujo como cualquier otro.

    -- 𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥𝗠𝗘𝗗𝗜𝗢 --
    ¡Felicitaciones a todos por sobrevivir! Pónganse cómodos, disfruten de su estadía y esperen nuestro siguiente evento. Hay habitaciones para cada uno de ustedes con cambios de ropa, comida y demás artículos necesarios.

    Aprovechen para descansar y quizás... ahogar algunas frustraciones.

    Y sólo por diversión, los resultados del anterior evento:

    Los equipos A, C, D y E salieron resolviendo sus acertijos. Sin embargo...

    Los equipos B y F decidieron jalar la palanca, pese a las consecuencias... ¿Cómo tomarán esto el resto de los participantes?

    Ingrid Rosemond [the_detective] [fusion_purple_goat_907] [Just_add_water] [galaxy_orange_whale_212] Faust Xin Yi Daniel Fernández Shiori Novella [lill3tblan] N–612 Cecilia Immergreen Yu Xuan ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ Sapphire Kawashima [Doctor_911] [tidal_peach_turtle_127] ̵K̵ō̵s̵ᴜ̵ᴋ̵ᴇ̵ ̵H̵ᴀ̵s̵ʜ̵ɪ̵ʙ̵ᴀ̵
    -- 12:30 -- Seis puertas se abren. ¡Todos los equipos sobreviven! El pequeño y travieso engaño de su anterior predicamento queda al descubierto: La ventana que mostraba una ventisca y un plano nevado, era meramente un video. Los cuartos eran enormes congeladores. Al salir todos, las puertas de sus prisiones se sellan tras ellos, y se encuentran en lo que parece el lobby principal de un lujoso hotel 5 estrellas. La temperatura es de unos muy cómodos 23°C. Las ventanas y puertas siguen selladas con barrotes de titanio, pero fuera de eso, parece un hotel de lujo como cualquier otro. -- 𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥𝗠𝗘𝗗𝗜𝗢 -- ¡Felicitaciones a todos por sobrevivir! Pónganse cómodos, disfruten de su estadía y esperen nuestro siguiente evento. Hay habitaciones para cada uno de ustedes con cambios de ropa, comida y demás artículos necesarios. Aprovechen para descansar y quizás... ahogar algunas frustraciones. Y sólo por diversión, los resultados del anterior evento: Los equipos A, C, D y E salieron resolviendo sus acertijos. Sin embargo... Los equipos B y F decidieron jalar la palanca, pese a las consecuencias... ¿Cómo tomarán esto el resto de los participantes? [rain_curtain] [the_detective] [fusion_purple_goat_907] [Just_add_water] [galaxy_orange_whale_212] [architecti_audi_nos] [xin_yi] [blaze_aqua_squirrel_523] [specter_copper_horse_768] [lill3tblan] [N.612] [ember_amethyst_octopus_437] [yu_xuan] [AfroTheSmilingOne] [Sapphire] [Doctor_911] [tidal_peach_turtle_127] [The_writer]
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  • Con esos grandes ojazos se puso a limpiar los cubiertos, ladeando un poco la cabeza ante una melodía que tarareaba con gustito. Mirando con diversión como el atardecer iba llegando a su fin y la noche también tomaba su lugar.

    Tal vez la charla le supo corta, porque lo disfrutó mucho.
    Con esos grandes ojazos se puso a limpiar los cubiertos, ladeando un poco la cabeza ante una melodía que tarareaba con gustito. Mirando con diversión como el atardecer iba llegando a su fin y la noche también tomaba su lugar. Tal vez la charla le supo corta, porque lo disfrutó mucho.
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  • -////-

    La lluvia cayó cerca de la casa, se refugió bajo las sábanas y donde el calor del cobijo no faltara, miró todo el día la lluvia pacífica, lo escuchó atentamente componiendo una nueva canción que todavía no veía final. El sueño ya le estaba nublando la vista, pero anhelaba terminarla antes de quedar dormida.

    Entre las gotas caer, escuchar que pensaban en ella, hizo que recordara por un breve instante lo que su primo Asclepius le había dicho en la tarde, no recordaba la frase tal para cual pero si entendió algo como:

    "Humanidad."

    Sabía que era con referencia a lo que ella ofrecía inconscientemente e incondicional, pero, no recordaba la frase específica y aquello la frustraba.

    «Todavía no dormiré, hasta acabar con la canción, pero si... Te he escuchado, y no sabes cuán feliz he sido hoy... ¡En tu honor de dicha, me he comido tres tarros de helado de pistacho!» como un susurro secretoso, aunque no tuviera nada de secreto, se escucharon suavemente de igual forma sus risitas de diversión.

    Sabía que él escucharía su voz, y su mensaje, no hacía falta mencionarlo, hoy todavía no, ni mucho menos porque aun no estaba del todo dormida. Aunque el cansancio se notase bajo sus párpados y sus ojos ardieran con deseo de obtener el descanso merecido.
    -////- La lluvia cayó cerca de la casa, se refugió bajo las sábanas y donde el calor del cobijo no faltara, miró todo el día la lluvia pacífica, lo escuchó atentamente componiendo una nueva canción que todavía no veía final. El sueño ya le estaba nublando la vista, pero anhelaba terminarla antes de quedar dormida. Entre las gotas caer, escuchar que pensaban en ella, hizo que recordara por un breve instante lo que su primo Asclepius le había dicho en la tarde, no recordaba la frase tal para cual pero si entendió algo como: "Humanidad." Sabía que era con referencia a lo que ella ofrecía inconscientemente e incondicional, pero, no recordaba la frase específica y aquello la frustraba. «Todavía no dormiré, hasta acabar con la canción, pero si... Te he escuchado, y no sabes cuán feliz he sido hoy... ¡En tu honor de dicha, me he comido tres tarros de helado de pistacho!» como un susurro secretoso, aunque no tuviera nada de secreto, se escucharon suavemente de igual forma sus risitas de diversión. Sabía que él escucharía su voz, y su mensaje, no hacía falta mencionarlo, hoy todavía no, ni mucho menos porque aun no estaba del todo dormida. Aunque el cansancio se notase bajo sus párpados y sus ojos ardieran con deseo de obtener el descanso merecido.
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  • El Encanto de lo Inesperado
    Fandom Harry Potter
    Categoría Fantasía
    Starter Balthazar Octavius Blythe


    Cazador de Secretos, guardiana de criaturas.


    “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.”



    >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo.

    – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo.

    – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha.

    En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler.

    Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre.

    Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído.
    Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza.
    Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado.



    Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow.
    Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas.

    Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley.

    El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”.

    – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca.

    – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía.

    – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía .

    – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento.

    Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar.

    – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro.

    – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –.

    Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida.

    En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia.

    Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre.

    Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo.

    No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar.

    – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –.

    Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.

    Starter [B0BProphet] Cazador de Secretos, guardiana de criaturas. “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.” >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo. – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo. – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha. En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler. Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre. Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído. Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza. Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado. Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow. Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas. Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley. El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”. – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca. – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía. – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía . – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento. Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar. – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro. – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –. Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida. En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia. Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre. Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo. No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar. – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –. Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.
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