La sonrisa irónica de Elsbeth era un espectáculo que nadie en la oficina quería presenciar. No sonreía casi nunca, y mucho menos cuando la situación lo exigía. Pero frente a ella estaba el tipo de hombre que siempre despertaba su diversión: un ego inflado que prometía una caída aún más espectacular. Sagitario lo sabía, y su placer era proporcional a la altura de su arrogancia.
La sonrisa irónica de Elsbeth era un espectáculo que nadie en la oficina quería presenciar. No sonreía casi nunca, y mucho menos cuando la situación lo exigía. Pero frente a ella estaba el tipo de hombre que siempre despertaba su diversión: un ego inflado que prometía una caída aún más espectacular. Sagitario lo sabía, y su placer era proporcional a la altura de su arrogancia.
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