«POV: Kafka»
Dolor, eso es lo que siento y lo peor es que no puedo recordar desde cuándo. Intenté ignorarlo y no pude, era demasiado. Intenté reducirlo, arrancando la piel de mi propio cuerpo, pero fue inútil. Intenté aceptarlo, cosa que solo lo intensificó.
...
Rojo, donde quiera que voltee, el color rojo es lo único que hay, tan extenso como el océano y tan ardiente como el aberno. Mi única compañía es una luz blanca, pura e intensa, que a duras penas atraviesa los espesos galones del inmenso cuerpo rojizo que me apresa en un inflexible abrazo. Posicionada en lo alto, cuál sol de medio día, yace estoica, esperando a que deje de hundirme para que pueda ascender y tomarla entre mis manos.
...
Aquí abajo no me acompaña nadie, ni siquiera el resplandor que me dió consuelo durante mi dolorosa estancia en la parte más rojiza de este infierno sin llamas. Estoy solo, en un indefinido descenso a un irreconocible destino. Bajé tanto que ya no hay diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados, de todas formas todo está a oscuras.
...
Desperté, aquí donde no había nada; Ni un resplandor, ni un mar rojo, ni una palpable penumbra. Abrí los ojos, justo en un lugar donde mi vista solo podía percibir incontables hectáreas de tierra blanca y agrietada.
Un páramo blanco. Solo así podría describir este lugar tan... Liminal, si es que se le puede llamar así.
"Remember who you are".
—... ¿"Remember"?
"Remember my name".
Una voz, la voz de mi cabeza. No, solo suena idéntica... Pero como si estuviera en mi cabeza.
Recordar... Algo debo recordar.
"Remember, Remember".
Todo empieza a dar vueltas, hasta el punto de que no puedo ni reconocer la distancia entre mis ojos y el suelo. Para colmo, como si no tuviera suficiente, esa voz, mi voz o lo que sea, no para de repetir lo mismo, una y otra vez.
"I gonna live forever".
—¡Cállate, Kaf...!
Sudor frío recorre mi frente, se desliza por mi cien hasta dejar su huella húmeda por mis mejillas. Iba a decir un nombre, pero escapó de mi ser en un inquietante y fugaz segundo.
—Ka... Kafff... ¡Carajo, Kaf...!
Mis párpados están pesados, sin importar cuánta fuerza ponga para mantener los ojos abiertos. El páramo blanco que me rodea empieza a desvanecerse en una niebla blanquecina, seguida de la oscuridad de mis párpados cerrados.
¿De quién era ese nombre? Y ¿Cuál era el mío?
...
”Remember my name
Fame!
I'm gonna live forever
I'm gonna learn how to fly
High!..."
La música llegó a mis oídos y enseguida me hizo conciente de un dolor punzante en mi cabeza. Estuve dormido, soñando cosas de las que apenas tengo memoria. La luz atraviesa el estrecho espacio entre mis entrecerrados párpados, dando paso a otro dolor; ardor en los ojos, como si hubiese estado despierto toda la noche.
Me cago, tantas cosas y apenas estoy despertando. Lo único que puedo hacer es llevar mis manos hasta mi rostro, para sobar mis adoloridos ojos.
—Ugh... Apaguen esa música de mierda...
La jaqueca me mata, empeorando cada segundo que "Fame" hace retumbar mis oídos con su eufórico estribillo. Mi voz somnolienta era opacada, estaba tan desganado que me sorprende no haberlo susurrado. Sin embargo mi pedido fue, parcialmente, concedido; poco a poco bajaron el volumen hasta hacerla casi imposible de escuchar.
—Veo que despertaste, bella durmiente. Arriba solecito, tenemos trabajo que hacer.
Una voz ronca fue lo que hizo que por fin me dignara a abrir los ojos, así fue como pude ver al que estaba haciendo tanto bullicio con esa canción; un hombre musculoso, semidesnudo y sin vergüenza de mostrar sus pronunciados pectorales o su lavadero al que seguramente llama abdomen; piel palida, no tanto a decir verdad; una maltrecha cabellera azabache con mechones que parecen púas; una mirada penetrante, de ojos dorados que ahora me miran con algo de burla.
"Ivan..."
Un nombre brotó en mi mente, resonó como un susurro desganado que salió de la nada misma. ¿De dónde lo conozco?
"Orfanato..."
Sí, ya estoy recordando, estuvimos en el mismo orfanato... ¿Pero qué hago aquí? ¿Donde se supone que estoy?
"Casa..."
Cierto; no tenía a donde ir.
—Dios... ¿Qué carajo pasó anoche? Me da vueltas el cerebro...
Tanta mierda pasando, espero no haber tomado alguna basura. Solo me quejé, mientras me tiento a mi mismo con dejarme consumir por la acogedora superficie del aparente sillón en el estoy echado.
—A eso se le llama jaqueca, tontito. Eso pasa cuando tomas mucho, en especial si es vodka puro. —Me regaña, pero notó perfectamente que en realidad se está burlando. —Levántate y deja de chillar. Iremos por unas pastillas de pasada. —Otra vez me ordenó que me levantara, pero no esperó a que respondiera; sentí su mano, callosa y firme, sujetando mi tobillo para jalar... Me caí de culo al piso.
—¡Ay! —Grité, como todo macho y con voz muy grave. —¿¡Qué te pasa!? ¡Ya me iba a levantar!
Tanta mierda, y eso que apenas estoy despertando.
«POV: Kafka»
Dolor, eso es lo que siento y lo peor es que no puedo recordar desde cuándo. Intenté ignorarlo y no pude, era demasiado. Intenté reducirlo, arrancando la piel de mi propio cuerpo, pero fue inútil. Intenté aceptarlo, cosa que solo lo intensificó.
...
Rojo, donde quiera que voltee, el color rojo es lo único que hay, tan extenso como el océano y tan ardiente como el aberno. Mi única compañía es una luz blanca, pura e intensa, que a duras penas atraviesa los espesos galones del inmenso cuerpo rojizo que me apresa en un inflexible abrazo. Posicionada en lo alto, cuál sol de medio día, yace estoica, esperando a que deje de hundirme para que pueda ascender y tomarla entre mis manos.
...
Aquí abajo no me acompaña nadie, ni siquiera el resplandor que me dió consuelo durante mi dolorosa estancia en la parte más rojiza de este infierno sin llamas. Estoy solo, en un indefinido descenso a un irreconocible destino. Bajé tanto que ya no hay diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados, de todas formas todo está a oscuras.
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Desperté, aquí donde no había nada; Ni un resplandor, ni un mar rojo, ni una palpable penumbra. Abrí los ojos, justo en un lugar donde mi vista solo podía percibir incontables hectáreas de tierra blanca y agrietada.
Un páramo blanco. Solo así podría describir este lugar tan... Liminal, si es que se le puede llamar así.
"Remember who you are".
—... ¿"Remember"?
"Remember my name".
Una voz, la voz de mi cabeza. No, solo suena idéntica... Pero como si estuviera en mi cabeza.
Recordar... Algo debo recordar.
"Remember, Remember".
Todo empieza a dar vueltas, hasta el punto de que no puedo ni reconocer la distancia entre mis ojos y el suelo. Para colmo, como si no tuviera suficiente, esa voz, mi voz o lo que sea, no para de repetir lo mismo, una y otra vez.
"I gonna live forever".
—¡Cállate, Kaf...!
Sudor frío recorre mi frente, se desliza por mi cien hasta dejar su huella húmeda por mis mejillas. Iba a decir un nombre, pero escapó de mi ser en un inquietante y fugaz segundo.
—Ka... Kafff... ¡Carajo, Kaf...!
Mis párpados están pesados, sin importar cuánta fuerza ponga para mantener los ojos abiertos. El páramo blanco que me rodea empieza a desvanecerse en una niebla blanquecina, seguida de la oscuridad de mis párpados cerrados.
¿De quién era ese nombre? Y ¿Cuál era el mío?
...
”Remember my name
Fame!
I'm gonna live forever
I'm gonna learn how to fly
High!..."
La música llegó a mis oídos y enseguida me hizo conciente de un dolor punzante en mi cabeza. Estuve dormido, soñando cosas de las que apenas tengo memoria. La luz atraviesa el estrecho espacio entre mis entrecerrados párpados, dando paso a otro dolor; ardor en los ojos, como si hubiese estado despierto toda la noche.
Me cago, tantas cosas y apenas estoy despertando. Lo único que puedo hacer es llevar mis manos hasta mi rostro, para sobar mis adoloridos ojos.
—Ugh... Apaguen esa música de mierda...
La jaqueca me mata, empeorando cada segundo que "Fame" hace retumbar mis oídos con su eufórico estribillo. Mi voz somnolienta era opacada, estaba tan desganado que me sorprende no haberlo susurrado. Sin embargo mi pedido fue, parcialmente, concedido; poco a poco bajaron el volumen hasta hacerla casi imposible de escuchar.
—Veo que despertaste, bella durmiente. Arriba solecito, tenemos trabajo que hacer.
Una voz ronca fue lo que hizo que por fin me dignara a abrir los ojos, así fue como pude ver al que estaba haciendo tanto bullicio con esa canción; un hombre musculoso, semidesnudo y sin vergüenza de mostrar sus pronunciados pectorales o su lavadero al que seguramente llama abdomen; piel palida, no tanto a decir verdad; una maltrecha cabellera azabache con mechones que parecen púas; una mirada penetrante, de ojos dorados que ahora me miran con algo de burla.
"Ivan..."
Un nombre brotó en mi mente, resonó como un susurro desganado que salió de la nada misma. ¿De dónde lo conozco?
"Orfanato..."
Sí, ya estoy recordando, estuvimos en el mismo orfanato... ¿Pero qué hago aquí? ¿Donde se supone que estoy?
"Casa..."
Cierto; no tenía a donde ir.
—Dios... ¿Qué carajo pasó anoche? Me da vueltas el cerebro...
Tanta mierda pasando, espero no haber tomado alguna basura. Solo me quejé, mientras me tiento a mi mismo con dejarme consumir por la acogedora superficie del aparente sillón en el estoy echado.
—A eso se le llama jaqueca, tontito. Eso pasa cuando tomas mucho, en especial si es vodka puro. —Me regaña, pero notó perfectamente que en realidad se está burlando. —Levántate y deja de chillar. Iremos por unas pastillas de pasada. —Otra vez me ordenó que me levantara, pero no esperó a que respondiera; sentí su mano, callosa y firme, sujetando mi tobillo para jalar... Me caí de culo al piso.
—¡Ay! —Grité, como todo macho y con voz muy grave. —¿¡Qué te pasa!? ¡Ya me iba a levantar!
Tanta mierda, y eso que apenas estoy despertando.