• — El clima es súper raro ¿Cómo se pone a llover en un día tan soleado? — De la manita con su novia 𝑴𝒊𝒌𝒂 大沢
    — El clima es súper raro ¿Cómo se pone a llover en un día tan soleado? — De la manita con su novia [Mika.O]
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  • Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo.

    La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes.

    Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza.

    —Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos.
    Carmina sonríe.
    —Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas.

    Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre.

    A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso.

    —¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini.
    Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano.
    —Las hice anoche —responde.
    —Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora.

    Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo.

    De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo.

    La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando.
    Otoño siempre les sienta bien.
    Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo. La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes. Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza. —Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos. Carmina sonríe. —Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas. Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre. A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso. —¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini. Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano. —Las hice anoche —responde. —Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora. Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo. De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo. La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando. Otoño siempre les sienta bien.
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  • // Lamento la tardanza en contestar los mensajes //

    - El clima es tan perfecto -
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  • Ahhh... a veces el clima no ayuda, tengo un poco de calor...

    ×A veces no entiende porque los humanos, ven raro su cara, aunque si que tenia hambre×
    Ahhh... a veces el clima no ayuda, tengo un poco de calor... ×A veces no entiende porque los humanos, ven raro su cara, aunque si que tenia hambre×
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  • ❈•≫────≪•◦ -ƛ ƊƛƳ ƖƝ ƬӇЄ ԼƖƑЄ ƠƑ ƛ MƠƊЄԼ ƛƬ ƳƠƲƦ ƠƜƝ ƇƠMƤƛƝƳ ◦•≫────≪•❈


    El calor de los focos era casi tan palpable como la anticipación en el aire. El fotógrafo había estado jugando con la iluminación durante casi una hora, buscando ese punto exacto donde el azul de la tela brillara como un cielo nocturno y el rosa de tu cabello se volviera casi irreal.

    "¡Perfecto! Mantente ahí"-Grito el fotógrafo con entusiasta pasión

    -Esa intensidad en la mirada... sí. Ahora, un poco más de gracia en el brazo derecho. Siente la música... aunque no la haya- bromeó

    La dama se inclina ligeramente hacia adelante. Su brazo derecho está extendido hacia el frente y arriba, la mano abierta en un gesto dramático que dirige la mirada del espectador. La luz incide perfectamente, resaltando las curvas, el brillo de la tela y el poderoso color de su cabello. Hay una sensación de intensidad concentrada en su postura, como si estuviera a punto de desatar un torbellino de movimiento o esperando la señal del fotógrafo.

    En ese silencio cargado, podías sentir el clic inminente de la cámara, el momento exacto en que la luz congelaría su alma en esa forma etérea.

    La toma había sido un éxito. El clic de la cámara acababa de cesar, dejando un eco en el estudio climatizado. Rini mantuvo la pose un instante más por pura costumbre, el brazo alzado y el perfil inclinado. Su respiración volvía lentamente a un ritmo normal bajo la tela fresca y brillante. El calor de los focos era una molestia familiar, y la tela, aunque hermosa, ya se sentía un poco pesada.
    ❈•≫────≪•◦ -ƛ ƊƛƳ ƖƝ ƬӇЄ ԼƖƑЄ ƠƑ ƛ MƠƊЄԼ ƛƬ ƳƠƲƦ ƠƜƝ ƇƠMƤƛƝƳ ◦•≫────≪•❈ El calor de los focos era casi tan palpable como la anticipación en el aire. El fotógrafo había estado jugando con la iluminación durante casi una hora, buscando ese punto exacto donde el azul de la tela brillara como un cielo nocturno y el rosa de tu cabello se volviera casi irreal. "¡Perfecto! Mantente ahí"-Grito el fotógrafo con entusiasta pasión -Esa intensidad en la mirada... sí. Ahora, un poco más de gracia en el brazo derecho. Siente la música... aunque no la haya- bromeó La dama se inclina ligeramente hacia adelante. Su brazo derecho está extendido hacia el frente y arriba, la mano abierta en un gesto dramático que dirige la mirada del espectador. La luz incide perfectamente, resaltando las curvas, el brillo de la tela y el poderoso color de su cabello. Hay una sensación de intensidad concentrada en su postura, como si estuviera a punto de desatar un torbellino de movimiento o esperando la señal del fotógrafo. En ese silencio cargado, podías sentir el clic inminente de la cámara, el momento exacto en que la luz congelaría su alma en esa forma etérea. La toma había sido un éxito. El clic de la cámara acababa de cesar, dejando un eco en el estudio climatizado. Rini mantuvo la pose un instante más por pura costumbre, el brazo alzado y el perfil inclinado. Su respiración volvía lentamente a un ritmo normal bajo la tela fresca y brillante. El calor de los focos era una molestia familiar, y la tela, aunque hermosa, ya se sentía un poco pesada.
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  • El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir.

    Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido.

    Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse.

    Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas.

    #SeductiveSunday
    El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir. Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido. Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse. Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas. #SeductiveSunday
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  • Después de varias semanas de no ver el sol, por fin pude salir a asolearme un poco. Es agradable el clima aquí arriba.
    Después de varias semanas de no ver el sol, por fin pude salir a asolearme un poco. Es agradable el clima aquí arriba.
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  • Solo reproduce cualquier canción

    No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver.

    No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban.

    Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando.

    Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
    Solo reproduce cualquier canción No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver. No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban. Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando. Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
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  • ─ El clima esta pacifico, pero esta paz solo atrae a los "Renegados" de mi cabeza. Cuando me ven tranquilos ellos protestan, reclaman y escupen por justicia, aquellos que prometí revancha y los que murieron de forma injusta.

    Yo los escucho porque es lo mínimo que puedo hacer, les calma un poco ser escuchados, pero al final me rió y solo les afirmo que algún día ajustaran cuentas conmigo en el mas allá.

    Mientras tanto. . .Sigan viéndome desatar y disfrutar de esta tormenta.
    ㊗️ ─ El clima esta pacifico, pero esta paz solo atrae a los "Renegados" de mi cabeza. Cuando me ven tranquilos ellos protestan, reclaman y escupen por justicia, aquellos que prometí revancha y los que murieron de forma injusta. Yo los escucho porque es lo mínimo que puedo hacer, les calma un poco ser escuchados, pero al final me rió y solo les afirmo que algún día ajustaran cuentas conmigo en el mas allá. Mientras tanto. . .Sigan viéndome desatar y disfrutar de esta tormenta.
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  • Hace un buen clima hoy para estar en la playa todo el día.~
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