• Solo reproduce cualquier canción

    No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver.

    No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban.

    Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando.

    Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
    Solo reproduce cualquier canción No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver. No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban. Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando. Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
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  • ─ El clima esta pacifico, pero esta paz solo atrae a los "Renegados" de mi cabeza. Cuando me ven tranquilos ellos protestan, reclaman y escupen por justicia, aquellos que prometí revancha y los que murieron de forma injusta.

    Yo los escucho porque es lo mínimo que puedo hacer, les calma un poco ser escuchados, pero al final me rió y solo les afirmo que algún día ajustaran cuentas conmigo en el mas allá.

    Mientras tanto. . .Sigan viéndome desatar y disfrutar de esta tormenta.
    ㊗️ ─ El clima esta pacifico, pero esta paz solo atrae a los "Renegados" de mi cabeza. Cuando me ven tranquilos ellos protestan, reclaman y escupen por justicia, aquellos que prometí revancha y los que murieron de forma injusta. Yo los escucho porque es lo mínimo que puedo hacer, les calma un poco ser escuchados, pero al final me rió y solo les afirmo que algún día ajustaran cuentas conmigo en el mas allá. Mientras tanto. . .Sigan viéndome desatar y disfrutar de esta tormenta.
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  • Hace un buen clima hoy para estar en la playa todo el día.~
    Hace un buen clima hoy para estar en la playa todo el día.~
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  • La soledad era la mejor amante de todas.

    La época, el clima, las festividades.
    Todo parece diseñado para compartirse.
    El aire huele a café, a pan caliente, a conversaciones ajenas.
    Las luces titilan sobre las calles, los escaparates se llenan de adornos,
    y la ciudad se disfraza de alegría para no revelar lo cansada que está.

    Antes, yo también formaba parte de esa ilusión.
    Recuerdo haber caminado de su mano, buscando algún lugar tranquilo donde el silencio no pesara.
    Me gustaba observarla elegir el postre, discutir sobre trivialidades,
    esas pequeñas costumbres que uno solo entiende cuando ya no las tiene.

    Ahora camino solo.
    No porque me haya propuesto ser libre, sino porque ya no queda nadie que camine conmigo.
    Los restaurantes siguen abiertos, las calles siguen siendo las mismas,
    pero la comida ha perdido su gusto, y las luces me parecen demasiado brillantes.
    Aun así, no me quejo.
    El mundo nunca prometió compañía, y la soledad, con el tiempo, aprendió a ser suficiente.

    He descubierto que la soledad es una amante precisa:
    no exige nada, no pregunta, no reprocha.
    Se sienta junto a mí cuando escribo, respira despacio,
    me observa sin juzgar y espera a que termine cada párrafo para recordarme que sigo aquí,
    aunque no haya nadie más.

    A veces pienso en salir, en comprar boletos para algún evento,
    pero al final los regalo.
    No porque desprecie la vida afuera, sino porque hay algo honestamente bello en no fingir interés.
    La soledad tiene esa virtud: te enseña a dejar de mentirle al mundo.

    Y quizás eso sea lo más cercano al amor verdadero que me queda.
    Un silencio compartido conmigo mismo,
    sin promesas, sin expectativas, sin necesidad de entender nada.
    Solo la certeza de que, después de todo,
    nadie me ha conocido tan bien como ella.
    La soledad era la mejor amante de todas. La época, el clima, las festividades. Todo parece diseñado para compartirse. El aire huele a café, a pan caliente, a conversaciones ajenas. Las luces titilan sobre las calles, los escaparates se llenan de adornos, y la ciudad se disfraza de alegría para no revelar lo cansada que está. Antes, yo también formaba parte de esa ilusión. Recuerdo haber caminado de su mano, buscando algún lugar tranquilo donde el silencio no pesara. Me gustaba observarla elegir el postre, discutir sobre trivialidades, esas pequeñas costumbres que uno solo entiende cuando ya no las tiene. Ahora camino solo. No porque me haya propuesto ser libre, sino porque ya no queda nadie que camine conmigo. Los restaurantes siguen abiertos, las calles siguen siendo las mismas, pero la comida ha perdido su gusto, y las luces me parecen demasiado brillantes. Aun así, no me quejo. El mundo nunca prometió compañía, y la soledad, con el tiempo, aprendió a ser suficiente. He descubierto que la soledad es una amante precisa: no exige nada, no pregunta, no reprocha. Se sienta junto a mí cuando escribo, respira despacio, me observa sin juzgar y espera a que termine cada párrafo para recordarme que sigo aquí, aunque no haya nadie más. A veces pienso en salir, en comprar boletos para algún evento, pero al final los regalo. No porque desprecie la vida afuera, sino porque hay algo honestamente bello en no fingir interés. La soledad tiene esa virtud: te enseña a dejar de mentirle al mundo. Y quizás eso sea lo más cercano al amor verdadero que me queda. Un silencio compartido conmigo mismo, sin promesas, sin expectativas, sin necesidad de entender nada. Solo la certeza de que, después de todo, nadie me ha conocido tan bien como ella.
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  • The weather warmer, he is colder

    Si lo pensaba bien, el mar siempre había tenido un lugar especial en su corazón, por ello no lo pensó dos veces antes de salir corriendo luego de la presentación de sus estudiantes directo a la costa, aún vestido con traje y unas alas referentes a la temática del concierto, procuró tener un viaje tranquilo, lo suficiente para evitar que su corazón se acelerara demás por el estrés que le suelen causar los viajes medianamente largos. Durante todo el viaje, dónde apagó su teléfono y lo dejó resguardado en el bolsillo de su abrigo, mantuvo una de sus manos reposando sobre su pecho, como tratando de contar y evitar cualquier sobresalto ante algún imprevisto. Para tratar de calmarse durante el viaje en tren que le dejaría justo en la costa tarareaba todo el repertorio del recital del que venía.

    El clima cálido y el olor a salitre de la playa le dió la paz que había necesitado desde que comenzó el periodo escolar, apenas lo sintió sobre su piel supo que el invierno estaría por llegar a su fin, era lamentable que no sería igual en la ciudad que en el pueblo costero de donde venía, inhaló con calma el aire salado mientras sus zapatos deportivos (que rompen con la estética de su conjunto) se adentraba en la arena de la playa, Yuiichi solía tener una cara tranquila, sin emociones muy fuertes o rastros de nerviosismo excesivo, pero en ese momento habia que su rostro estaba por completo sonriente e iluminado ante la vista de la playa nublada y sombría propia del año.

    Extrañaba a su familia, no es que no los visitara, solo que ese día era uno de esos en los que quería estar con ellos existiendo nada más. La caminata relajada con pasos que resonaban en la arena húmeda le hacían cada vez más consciente de que muchas veces no disfrutaba de su día, claro que amaba enseñar y poder dedicarse a lo que le gustaba, pero sentía que cada día pasaba más rápido, lleno de expectativas e inclemente ante él, Yuiichi no lo admitiría nunca, pero sabía que a nivel físico era más débil que cualquiera que conociera, el pensamiento le hizo soltar una leve risa mientras colocaba sus manos en los costados de su cuello. Estaban frías.

    Resolvió el problema metiendo sus manos en ambos bolsillos del saco, tocando así con una mano el teléfono, ¿Qué estarían pensando sus compañeros de trabajo? lo más probable es que las llamadas hubieran cesado hace al menos una hora, por el momento no estaba preocupado por eso, solo sonreía mirando el horizonte, con el sol lo más parecido a una perla debido a la nube que cubría la luz que emitía.
    The weather warmer, he is colder Si lo pensaba bien, el mar siempre había tenido un lugar especial en su corazón, por ello no lo pensó dos veces antes de salir corriendo luego de la presentación de sus estudiantes directo a la costa, aún vestido con traje y unas alas referentes a la temática del concierto, procuró tener un viaje tranquilo, lo suficiente para evitar que su corazón se acelerara demás por el estrés que le suelen causar los viajes medianamente largos. Durante todo el viaje, dónde apagó su teléfono y lo dejó resguardado en el bolsillo de su abrigo, mantuvo una de sus manos reposando sobre su pecho, como tratando de contar y evitar cualquier sobresalto ante algún imprevisto. Para tratar de calmarse durante el viaje en tren que le dejaría justo en la costa tarareaba todo el repertorio del recital del que venía. El clima cálido y el olor a salitre de la playa le dió la paz que había necesitado desde que comenzó el periodo escolar, apenas lo sintió sobre su piel supo que el invierno estaría por llegar a su fin, era lamentable que no sería igual en la ciudad que en el pueblo costero de donde venía, inhaló con calma el aire salado mientras sus zapatos deportivos (que rompen con la estética de su conjunto) se adentraba en la arena de la playa, Yuiichi solía tener una cara tranquila, sin emociones muy fuertes o rastros de nerviosismo excesivo, pero en ese momento habia que su rostro estaba por completo sonriente e iluminado ante la vista de la playa nublada y sombría propia del año. Extrañaba a su familia, no es que no los visitara, solo que ese día era uno de esos en los que quería estar con ellos existiendo nada más. La caminata relajada con pasos que resonaban en la arena húmeda le hacían cada vez más consciente de que muchas veces no disfrutaba de su día, claro que amaba enseñar y poder dedicarse a lo que le gustaba, pero sentía que cada día pasaba más rápido, lleno de expectativas e inclemente ante él, Yuiichi no lo admitiría nunca, pero sabía que a nivel físico era más débil que cualquiera que conociera, el pensamiento le hizo soltar una leve risa mientras colocaba sus manos en los costados de su cuello. Estaban frías. Resolvió el problema metiendo sus manos en ambos bolsillos del saco, tocando así con una mano el teléfono, ¿Qué estarían pensando sus compañeros de trabajo? lo más probable es que las llamadas hubieran cesado hace al menos una hora, por el momento no estaba preocupado por eso, solo sonreía mirando el horizonte, con el sol lo más parecido a una perla debido a la nube que cubría la luz que emitía.
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  • ─ Octubre no perdona eh. . . ¡No esperaba menos de un mes bastante caluroso! No importa es el tipo de climas necesarios que haga recordar al cuerpo " Movimiento y mejora. "
    ㊗️ ─ Octubre no perdona eh. . . ¡No esperaba menos de un mes bastante caluroso! No importa es el tipo de climas necesarios que haga recordar al cuerpo " Movimiento y mejora. "
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  • Ir a la playa en climas como estos es una completa locura... Aun así, ¿quién quiere ir?
    Ir a la playa en climas como estos es una completa locura... Aun así, ¿quién quiere ir?
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  • 𝟎𝟒:𝟎𝟎 𝓟𝓜
    ═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════

    El clima estaba perfecto para una caminata sin rumbo. El sol caía suave, la brisa movía apenas el ala del sombrero y el bullicio del barrio se sentía más amable de lo habitual. Después de varias jornadas intensas, había decidido tomarse un momento para sí misma; nada de reportes, nada de reuniones.

    Con una una pequeña sonrisa, caminaba por las calles adoquinadas, observando los escaparates y los jardines florecidos a los costados. No tenía ningún destino concreto, solo la necesidad de respirar aire fresco.

    —Supongo que no está tan mal perderse un poco de vez en cuando...

    Dejo escapar una leve risa, acomodándose el sombrero mientras continuaba su paseo, sin sospechar que más de un curioso la seguía con la mirada al pasar.
    𝟎𝟒:𝟎𝟎 𝓟𝓜 ═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════ El clima estaba perfecto para una caminata sin rumbo. El sol caía suave, la brisa movía apenas el ala del sombrero y el bullicio del barrio se sentía más amable de lo habitual. Después de varias jornadas intensas, había decidido tomarse un momento para sí misma; nada de reportes, nada de reuniones. Con una una pequeña sonrisa, caminaba por las calles adoquinadas, observando los escaparates y los jardines florecidos a los costados. No tenía ningún destino concreto, solo la necesidad de respirar aire fresco. —Supongo que no está tan mal perderse un poco de vez en cuando... Dejo escapar una leve risa, acomodándose el sombrero mientras continuaba su paseo, sin sospechar que más de un curioso la seguía con la mirada al pasar.
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  • Aun no me logro acostumbrar al clima.
    Extraño la primavera..
    Aun no me logro acostumbrar al clima. Extraño la primavera..
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  • El Inicio de un Caos Espiritual parte 1


    Desde algún punto en que nunca me decidía, nada parecía preocuparme. Siempre me la pasaba cada noche mirando en Vallefresno cerca, justo en los pilotes más olvidados. Un islote donde siempre estaba para tener paz y tranquilidad. Incluso, las veladas en la avanzada de Zorangar son lo más maravilloso que hay en lo que se refiere al muelle cercano.

    Mis noches calaban con el frío hasta el tuétano de los huesos si no estabas bien abrigado, claramente. Pero los árboles de alrededor se ocupaban de que fuera fresco y no se transformase en un gélido infierno. Incluso, los animales también paseaban a plena vista a una distancia considerable. Ninguno era ingenuo como para acercarse... pero tal vez algo faltaba en la noche pesada.

    La luna era enorme y bañaba con su brillo hermoso el lugar, como un recordatorio de que siempre estaría ahí para consolarte. El recio viento suave no hacía más que mecer mi cabello como si de una caricia se tratase, haciendo que me acariciara el pelo por un instinto nato de darme algo de cariño. Pero ha cambiado el rumbo de mi tranquilidad. Las dos lunas restantes saldrían más tarde... pero algo no andaba bien para lo que era común. ¿Un instinto?... ¿Qué era...?

    —La noche está hermosa, aunque el frío no cesa con cada soplido... Es como si un espectro me quisiera hablar —dijo con algo de misterio.

    El calor de la fogata que ardía desde que empezó a caer y desatarse el velo de la noche era reconfortante. Sus manos suaves sostuvieron un cuenco de sopa y sus ojos azules cayeron ahí para mirar su reflejo, el cual era como sentir una caída en el precipicio más alto y sin fin... Algo se sintió tan vacío...

    —Hmmm... —gruñó, y con ello dio un sorbete del caldo que estaba hecho de ricas verduras que reservaba y un par de raíces, acompañado de un poco de carne de jabalí seca—. La sopa sabe amarga cuando no hay nadie con quien compartir...

    —Se siente un ambiente tan solitario... Es como si alguien quisiera manifestarse y con ello hablarme de algo. A lo mejor estoy muy cansado —se dijo una vez más, en cuanto se levantó después de tragar el sorbo del caliente caldo que ayudaría a regular su temperatura corporal.

    Pero eso no era algo que realmente le fuera de tanto interés o necesidad de hacer siempre. A pesar de todo, los orcos eran caracterizados por su resistencia y su piel gruesa, que era capaz de soportar el frío inusual que un humano no toleraría en segundos, o regular el calor que tal vez algún otro ser no haría más que tirar la toalla por el infernal clima flameante. Pero eso no era símbolo de que pudiera caminar sobre lava o vivir en un lugar volcánico.

    Se recompuso y, con sus suaves pasos, aún sostenía su sopa. El delicioso caldo temblaba mientras las ondas chocaban al ritmo de las paredes del tazón. Se sentó en su cama y miró con algo de curiosidad su dibujo en su carpa de pieles: el dibujo de su hermano, Thrall, líder de la Horda. Para él, es más que un tesoro. Era algo más que invaluable en lo que podría decirse del término valioso o de importancia material. Claramente es de un afecto enorme, en el que la familia podría identificarse, al ser lo único que le quedaba... Un lobo sobreviviente a tantas cosas que, aun así, en lo que era el lote de la vida, como un leve camino rocoso y con espinas, quizás trampas mortales, supo salir con vida y estar hasta ahora... lo que conoce como su hermano mayor... y para el otro, su hermano menor...

    Se dignó a contemplar la gracia de sus trazos mientras meditaba un poco con aprecio en silencio, bajo el chasquido de la fogata ruidosa y las velas que iluminaban sutilmente. Entonces se dijo para él, como si hablara con su hermano de verdad:

    —Desde que me alejé de ahí, no hago más que echarte de menos... Pero es difícil creer que preferirías más a otros antes que a tu hermano... Pero... de tal modo... —Hizo una pausa, volvió a mirar su reflejo en la luz tenue y con ello volvió a posar su vista en el dibujo. Su voz pragmática de apatía se tornó en lo que era nostalgia—. Te aprecio y admiro... No quería ponerte a escoger entre yo o la Horda... No hago más que decepcionarte, no te lo dije antes... Pero aun así no dejo siempre de dañar todo lo que está a mi paso...

    El dibujo cayó con una lentitud y una dramática caída lenta. Se sintió más que extraño... Fue un escalofrío lo que se desplegó sobre el joven orco y con ello, el material dibujado se acunó sobre el fuego de una vela cercana y ardió con furia. El instinto tomó el control, aunque muy tarde. El fuego comía el papel con hambre grotesca, mientras que, sin otro remedio, tiré el caldo de mis manos para apagar el fuego. El papel quedó reducido a cenizas. Lo único que sobrevivió fue un trozo del rostro de su hermano sonriendo, pero a media cara.

    El escalofrío recorrió una vez más su columna, sintiéndose más frío, y con ello, salió lleno de adrenalina desde la carpa y miró la luna una vez más, como si buscara la respuesta a lo que le había pasado hace un instante... Su corazón latió con algo más de prisa, como si de algún modo hubiera pasado algo mientras la noche transcurría con su frío desolador...

    El Inicio de un Caos Espiritual parte 1 Desde algún punto en que nunca me decidía, nada parecía preocuparme. Siempre me la pasaba cada noche mirando en Vallefresno cerca, justo en los pilotes más olvidados. Un islote donde siempre estaba para tener paz y tranquilidad. Incluso, las veladas en la avanzada de Zorangar son lo más maravilloso que hay en lo que se refiere al muelle cercano. Mis noches calaban con el frío hasta el tuétano de los huesos si no estabas bien abrigado, claramente. Pero los árboles de alrededor se ocupaban de que fuera fresco y no se transformase en un gélido infierno. Incluso, los animales también paseaban a plena vista a una distancia considerable. Ninguno era ingenuo como para acercarse... pero tal vez algo faltaba en la noche pesada. La luna era enorme y bañaba con su brillo hermoso el lugar, como un recordatorio de que siempre estaría ahí para consolarte. El recio viento suave no hacía más que mecer mi cabello como si de una caricia se tratase, haciendo que me acariciara el pelo por un instinto nato de darme algo de cariño. Pero ha cambiado el rumbo de mi tranquilidad. Las dos lunas restantes saldrían más tarde... pero algo no andaba bien para lo que era común. ¿Un instinto?... ¿Qué era...? —La noche está hermosa, aunque el frío no cesa con cada soplido... Es como si un espectro me quisiera hablar —dijo con algo de misterio. El calor de la fogata que ardía desde que empezó a caer y desatarse el velo de la noche era reconfortante. Sus manos suaves sostuvieron un cuenco de sopa y sus ojos azules cayeron ahí para mirar su reflejo, el cual era como sentir una caída en el precipicio más alto y sin fin... Algo se sintió tan vacío... —Hmmm... —gruñó, y con ello dio un sorbete del caldo que estaba hecho de ricas verduras que reservaba y un par de raíces, acompañado de un poco de carne de jabalí seca—. La sopa sabe amarga cuando no hay nadie con quien compartir... —Se siente un ambiente tan solitario... Es como si alguien quisiera manifestarse y con ello hablarme de algo. A lo mejor estoy muy cansado —se dijo una vez más, en cuanto se levantó después de tragar el sorbo del caliente caldo que ayudaría a regular su temperatura corporal. Pero eso no era algo que realmente le fuera de tanto interés o necesidad de hacer siempre. A pesar de todo, los orcos eran caracterizados por su resistencia y su piel gruesa, que era capaz de soportar el frío inusual que un humano no toleraría en segundos, o regular el calor que tal vez algún otro ser no haría más que tirar la toalla por el infernal clima flameante. Pero eso no era símbolo de que pudiera caminar sobre lava o vivir en un lugar volcánico. Se recompuso y, con sus suaves pasos, aún sostenía su sopa. El delicioso caldo temblaba mientras las ondas chocaban al ritmo de las paredes del tazón. Se sentó en su cama y miró con algo de curiosidad su dibujo en su carpa de pieles: el dibujo de su hermano, Thrall, líder de la Horda. Para él, es más que un tesoro. Era algo más que invaluable en lo que podría decirse del término valioso o de importancia material. Claramente es de un afecto enorme, en el que la familia podría identificarse, al ser lo único que le quedaba... Un lobo sobreviviente a tantas cosas que, aun así, en lo que era el lote de la vida, como un leve camino rocoso y con espinas, quizás trampas mortales, supo salir con vida y estar hasta ahora... lo que conoce como su hermano mayor... y para el otro, su hermano menor... Se dignó a contemplar la gracia de sus trazos mientras meditaba un poco con aprecio en silencio, bajo el chasquido de la fogata ruidosa y las velas que iluminaban sutilmente. Entonces se dijo para él, como si hablara con su hermano de verdad: —Desde que me alejé de ahí, no hago más que echarte de menos... Pero es difícil creer que preferirías más a otros antes que a tu hermano... Pero... de tal modo... —Hizo una pausa, volvió a mirar su reflejo en la luz tenue y con ello volvió a posar su vista en el dibujo. Su voz pragmática de apatía se tornó en lo que era nostalgia—. Te aprecio y admiro... No quería ponerte a escoger entre yo o la Horda... No hago más que decepcionarte, no te lo dije antes... Pero aun así no dejo siempre de dañar todo lo que está a mi paso... El dibujo cayó con una lentitud y una dramática caída lenta. Se sintió más que extraño... Fue un escalofrío lo que se desplegó sobre el joven orco y con ello, el material dibujado se acunó sobre el fuego de una vela cercana y ardió con furia. El instinto tomó el control, aunque muy tarde. El fuego comía el papel con hambre grotesca, mientras que, sin otro remedio, tiré el caldo de mis manos para apagar el fuego. El papel quedó reducido a cenizas. Lo único que sobrevivió fue un trozo del rostro de su hermano sonriendo, pero a media cara. El escalofrío recorrió una vez más su columna, sintiéndose más frío, y con ello, salió lleno de adrenalina desde la carpa y miró la luna una vez más, como si buscara la respuesta a lo que le había pasado hace un instante... Su corazón latió con algo más de prisa, como si de algún modo hubiera pasado algo mientras la noche transcurría con su frío desolador...
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