• "Demonios"

    -dijo a ver la marca , había creado por usar el poder del grimorio aún algo pensativo, a la vez preocupado.-

    "Aun no estoy listo para contestarles , ¿Que harás Vanitas?"

    -se sentó así mientras se tomó su brazo y se puso a pensar una respuesta o el día que aquello pase Pero por ahora solo podría pensar que todo salió bien.-
    "Demonios" -dijo a ver la marca , había creado por usar el poder del grimorio aún algo pensativo, a la vez preocupado.- "Aun no estoy listo para contestarles , ¿Que harás Vanitas?" -se sentó así mientras se tomó su brazo y se puso a pensar una respuesta o el día que aquello pase Pero por ahora solo podría pensar que todo salió bien.-
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  • Tardó un poco más de lo que dijo, pero quería asegurarse de vestir algo especial, algo que nadie más le hubiera visto puesto por su trabajo y fuera sólo de ellos dos ahora, más sabiendo que le gustaba verlo en lencería.

    Nervioso, terminó de arreglarse, tomando un profundo respiro y saliendo lentamente del baño, mirándolo con una pequeña y apenada sonrisa, queriendo darse una nueva oportunidad de intentar aunque seguía inseguro.

    —G-Gatito... ¿Te... gusta?~
    Tardó un poco más de lo que dijo, pero quería asegurarse de vestir algo especial, algo que nadie más le hubiera visto puesto por su trabajo y fuera sólo de ellos dos ahora, más sabiendo que le gustaba verlo en lencería. Nervioso, terminó de arreglarse, tomando un profundo respiro y saliendo lentamente del baño, mirándolo con una pequeña y apenada sonrisa, queriendo darse una nueva oportunidad de intentar aunque seguía inseguro. —G-Gatito... ¿Te... gusta?~
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  • "vaya , día Pero por suerte todo terminó bien gracias a mi ¿Que es verdad? .... Aunque un poco impobisado".
    "vaya , día Pero por suerte todo terminó bien gracias a mi ¿Que es verdad? .... Aunque un poco impobisado".
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  • Durante un viaje nocturno por una carretera de cristal la cual reflejaba las estrellas del cosmos encima del auto, Jett hacia algo poco común, no prestar atención al camino.

    Pues su mente estaba centrada en repetir una canción que sonaba por la radio de su auto, tarareando y después de un tiempo cantándola completamente.


    https://youtu.be/SFbPtETVax4?si=8RA62sJSMzWtJHYt
    Durante un viaje nocturno por una carretera de cristal la cual reflejaba las estrellas del cosmos encima del auto, Jett hacia algo poco común, no prestar atención al camino. Pues su mente estaba centrada en repetir una canción que sonaba por la radio de su auto, tarareando y después de un tiempo cantándola completamente. https://youtu.be/SFbPtETVax4?si=8RA62sJSMzWtJHYt
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  • Kara:Sean todos bienvenidos a "Light Years", una odisea espacial. Este será un viaje único y especial sólo para valientes y almas deseosas de tener emoción, saciar su sed de aventura y descubrir misterios que hay más allá en la Tierra, descubrir otros mundos y conocer otras culturas. Incluso luchar con enemigos, tiranos y osen atacarnos o lastimen a inocentes. ¿Estoy bien, Anillo?. ¿Le agregó algo más?.

    Anillo: Se solicita que los futuros tripulantes se presenten para la entrevista con la Capitana Superchica, Kara Zor-El, o en su efecto, con unidad Anillo que soy yo, la piloto autómatico de la nave.
    👩 Kara:Sean todos bienvenidos a "Light Years", una odisea espacial. Este será un viaje único y especial sólo para valientes y almas deseosas de tener emoción, saciar su sed de aventura y descubrir misterios que hay más allá en la Tierra, descubrir otros mundos y conocer otras culturas. Incluso luchar con enemigos, tiranos y osen atacarnos o lastimen a inocentes. ¿Estoy bien, Anillo?. ¿Le agregó algo más?. 💍 Anillo: Se solicita que los futuros tripulantes se presenten para la entrevista con la Capitana Superchica, Kara Zor-El, o en su efecto, con unidad Anillo que soy yo, la piloto autómatico de la nave.
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  • La luz tenue del escenario iluminaba su rostro con un resplandor cálido, pero Irene no lo notaba. Estaba acostumbrada. La música era el único lugar donde no se sentía observada, sino libre.

    Sostenía el micrófono con una mano temblorosa al principio, aunque nadie lo notaría. Cerró los ojos apenas comenzó la melodía suave. Stay, de Rihanna. La había cantado muchas veces, pero cada vez era distinta. Esta noche, la canción le apretaba el pecho con fuerza.

    Su voz comenzó a fluir como un susurro sincero, quebrándose en las notas justas, llenando el bar de una melancolía dulce y espesa. Algunos clientes en las mesas dejaron sus copas a medio camino. Otros, desde la barra, bajaron el volumen de sus conversaciones sin darse cuenta. Incluso el jefe, desde la cocina, asomó un poco la cabeza. Era difícil ignorarla cuando cantaba así: como si estuviera pidiendo algo que no sabía poner en palabras.

    La canción terminó con un silencio breve, seguido de unos aplausos suaves, dispersos pero sentidos. Irene sonrió apenas, hizo una pequeña reverencia con la cabeza y bajó del pequeño escenario sin mirar a nadie directamente. Sabía que si se detenía a recibir elogios, se quebraría. Y no tenía tiempo para eso.

    Volvió tras la barra, se ató el delantal con rapidez y tomó la bandeja. La música de fondo regresó, más animada, y el murmullo del bar se reanudó como si nada. Como si esa voz no hubiese sido suya.

    —Mesa seis pidió otra ronda —le dijo Álex, su compañero de turno, señalando con la barbilla.

    —Voy —respondió ella sin pensarlo.

    Faltaban tres horas para las cuatro de la madrugada, su hora de salida. Sus pies ya dolían y su garganta se sentía áspera, pero estaba acostumbrada. El cansancio no pesaba tanto como la necesidad.

    Sirvió dos tragos más, esquivó un par de miradas curiosas y siguió trabajando. Porque así era su vida: un escenario por un instante, y después, volver al mundo.
    La luz tenue del escenario iluminaba su rostro con un resplandor cálido, pero Irene no lo notaba. Estaba acostumbrada. La música era el único lugar donde no se sentía observada, sino libre. Sostenía el micrófono con una mano temblorosa al principio, aunque nadie lo notaría. Cerró los ojos apenas comenzó la melodía suave. Stay, de Rihanna. La había cantado muchas veces, pero cada vez era distinta. Esta noche, la canción le apretaba el pecho con fuerza. Su voz comenzó a fluir como un susurro sincero, quebrándose en las notas justas, llenando el bar de una melancolía dulce y espesa. Algunos clientes en las mesas dejaron sus copas a medio camino. Otros, desde la barra, bajaron el volumen de sus conversaciones sin darse cuenta. Incluso el jefe, desde la cocina, asomó un poco la cabeza. Era difícil ignorarla cuando cantaba así: como si estuviera pidiendo algo que no sabía poner en palabras. La canción terminó con un silencio breve, seguido de unos aplausos suaves, dispersos pero sentidos. Irene sonrió apenas, hizo una pequeña reverencia con la cabeza y bajó del pequeño escenario sin mirar a nadie directamente. Sabía que si se detenía a recibir elogios, se quebraría. Y no tenía tiempo para eso. Volvió tras la barra, se ató el delantal con rapidez y tomó la bandeja. La música de fondo regresó, más animada, y el murmullo del bar se reanudó como si nada. Como si esa voz no hubiese sido suya. —Mesa seis pidió otra ronda —le dijo Álex, su compañero de turno, señalando con la barbilla. —Voy —respondió ella sin pensarlo. Faltaban tres horas para las cuatro de la madrugada, su hora de salida. Sus pies ya dolían y su garganta se sentía áspera, pero estaba acostumbrada. El cansancio no pesaba tanto como la necesidad. Sirvió dos tragos más, esquivó un par de miradas curiosas y siguió trabajando. Porque así era su vida: un escenario por un instante, y después, volver al mundo.
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  • La tranquilidad no dura demasiado para quienes se acostumbraron a caminar entre las sombras.

    Aunque el caso de la joven violinista se cerró con una resolución casi milagrosa, el eco de aquel encuentro —la ayuda silenciosa de esa figura que desapareció en cuanto el peligro cesó— seguía presente, persistente, como un nudo bajo la piel. Desde entonces, sus días se habían llenado de un silencio denso. Ya no había visitas inesperadas en su departamento, ni hojas con flores amarillas dibujadas y olvidadas en su recibidor.

    El desastre que tiñó de rojo las paredes de la ciudad marcó una cicatriz imborrable en su rutina. Las cámaras, los titulares, la presión interna por mantener la compostura en un lugar hecho pedazos por dentro… todo lo empujó de vuelta a su departamento, donde el único sonido era el zumbido tenue del refrigerador, una sirena a lo lejos, e incluso el suave ronroneo de su gato.

    Y aunque nadie hablaba ya de lo ocurrido en la veterinaria —como si la ciudad entera hubiese hecho un esfuerzo deliberado por sepultarlo bajo una nueva capa de normalidad—, él sabía que esa clase de paz era apenas una pausa.

    Esa noche volvió a sonar el teléfono. Una llamada interna, sin identificación visible.

    ⸻ ¿Dígame?

    Silencio al otro lado. Luego, una voz metálica, filtrada, conocida solo para quienes sabían buscar.⸻Tenemos otro. Distrito cuatro. El puente viejo. No avises a nadie más.

    La línea se cortó.

    Él se quedó mirando el aparato unos segundos más, el zumbido del refrigerador pareció desaparecer bajo un ruido más profundo: el regreso del instinto. Volvió a vestirse como quien se pone un papel ya olvidado. Guantes. Linterna. La vieja chaqueta. En su bolsillo, un cuaderno delgado, desgastado en las esquinas..

    La escena lo recibió con una luna apenas oculta tras las nubes. El puente viejo estaba cercado con cinta, pero no había patrullas. Aún no. Ni reporteros, ni testigos, solo el cuerpo. Colgado. Suspendido por los tobillos, boca abajo, con una máscara de conejo blanco pintada con lo que parecía ser… pintura. ¿O era sangre seca?

    Un símbolo extraño dibujado bajo el cadáver, como una firma retorcida. Algo nuevo. Algo que no tenía nada que ver con la veterinaria.

    Ni con la violinista.

    Ni con lo anterior.

    Y sin embargo… sentía que esa figura lo miraba directamente a él. Era repugnante. Como si le hablara. Como si supiera.


    #nightfallrevenge

































    // Así como muchos acá, me gusta tomar en cuenta las personas con quienes interactúa Joon y los roles que tiene (aunque parte de ellos han sido abandonados f) para el desarrollo de su historia.

    Vuelvo a mencionar que cualquier post mío es de libre interacción, a no ser que etiquete. No tengo mucho tiempo libre, pero si te interesa algún rolcito puedes escribirme por dm uu/
    La tranquilidad no dura demasiado para quienes se acostumbraron a caminar entre las sombras. Aunque el caso de la joven violinista se cerró con una resolución casi milagrosa, el eco de aquel encuentro —la ayuda silenciosa de esa figura que desapareció en cuanto el peligro cesó— seguía presente, persistente, como un nudo bajo la piel. Desde entonces, sus días se habían llenado de un silencio denso. Ya no había visitas inesperadas en su departamento, ni hojas con flores amarillas dibujadas y olvidadas en su recibidor. El desastre que tiñó de rojo las paredes de la ciudad marcó una cicatriz imborrable en su rutina. Las cámaras, los titulares, la presión interna por mantener la compostura en un lugar hecho pedazos por dentro… todo lo empujó de vuelta a su departamento, donde el único sonido era el zumbido tenue del refrigerador, una sirena a lo lejos, e incluso el suave ronroneo de su gato. Y aunque nadie hablaba ya de lo ocurrido en la veterinaria —como si la ciudad entera hubiese hecho un esfuerzo deliberado por sepultarlo bajo una nueva capa de normalidad—, él sabía que esa clase de paz era apenas una pausa. Esa noche volvió a sonar el teléfono. Una llamada interna, sin identificación visible. ⸻ ¿Dígame? Silencio al otro lado. Luego, una voz metálica, filtrada, conocida solo para quienes sabían buscar.⸻Tenemos otro. Distrito cuatro. El puente viejo. No avises a nadie más. La línea se cortó. Él se quedó mirando el aparato unos segundos más, el zumbido del refrigerador pareció desaparecer bajo un ruido más profundo: el regreso del instinto. Volvió a vestirse como quien se pone un papel ya olvidado. Guantes. Linterna. La vieja chaqueta. En su bolsillo, un cuaderno delgado, desgastado en las esquinas.. La escena lo recibió con una luna apenas oculta tras las nubes. El puente viejo estaba cercado con cinta, pero no había patrullas. Aún no. Ni reporteros, ni testigos, solo el cuerpo. Colgado. Suspendido por los tobillos, boca abajo, con una máscara de conejo blanco pintada con lo que parecía ser… pintura. ¿O era sangre seca? Un símbolo extraño dibujado bajo el cadáver, como una firma retorcida. Algo nuevo. Algo que no tenía nada que ver con la veterinaria. Ni con la violinista. Ni con lo anterior. Y sin embargo… sentía que esa figura lo miraba directamente a él. Era repugnante. Como si le hablara. Como si supiera. #nightfallrevenge // Así como muchos acá, me gusta tomar en cuenta las personas con quienes interactúa Joon y los roles que tiene (aunque parte de ellos han sido abandonados f) para el desarrollo de su historia. Vuelvo a mencionar que cualquier post mío es de libre interacción, a no ser que etiquete. No tengo mucho tiempo libre, pero si te interesa algún rolcito puedes escribirme por dm uu/
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  • En lo Profundo
    Fandom The Fucking Rangers
    Categoría Drama
    con Nairis de Tzelmúr

    Damian Rivas. Periodista independiente. 27 años. Solía cubrir casos de desapariciones y fenómenos paranormales. Seguido por nichos ocultistas. Un hombre solitario, algo paranoico. Curioso. Demasiado curioso y entrometido. Brillante, hasta que conoció a la persona equivocada. O lo que creyó que era una persona.

    Monster adoptó su rostro. Su voz. Su rutina. Ya se cumplen 17 días desde que mató a Damian, pulcro y preciso, asegurándose de no dejar nada más que el recuerdo difuso de alguien que “trabaja mucho” y “se aleja de todos”.

    - o - o -

    Una vez Nairis accede a acompañarle, el monstruo paga la cuenta sin hacer alarde. Lo hace con un gesto distraído, como si el dinero fuese un concepto sin importancia para él.

    La puerta de la cafetería se cierra tras ellos con un chirrido y el aire de la calle les recibe con ese sabor ácido de ciudad. Recorren unas pocas calles, sin prisa.

    — No es lejos de aquí, serán diez minutos andando.

    Un par de calles después, el paisaje cambia. Las luces se vuelven más débiles, las calles más sucias, el bullicio desaparece para dejar paso a murmullos y sirenas lejanas, puertas cerradas y barrotes en las ventas.

    La zona pobre de la ciudad.
    El corazón olvidado de la urbe.

    — Siempre me ha gustado esta parte de la ciudad. No por bonita, claro… Aquí la vida es honesta, cruda. Nadie se molesta en fingir.

    Mantiene la conversación ligera. Habla de trivialidades tanto como escucha cualquier retribución de su acompañante.

    — ¿Te molesta la decadencia? Hay gente que no soporta la fealdad cuando la perfección sabe a plástico. No me lo explico.

    Aquí las viviendas se amontonan unas sobre otras cual cuerpos sin sepultura. Edificios grises, viejos, cuya pintura se descascara como la piel de un leproso. No hay árboles. No hay flores. Solo concreto vandalizado y abandono.

    — La gente pinta cosas para sentirse inmortal —con un gesto, señala los gaffitis en la fachada del edificio— Y luego otros las borran para sentirse poderosos.

    Monster no pierde la amabilidad en su voz mientras se detiene frente a uno de esos edificios desgastados. Abre una reja oxidada y le guía por una escalera estrecha, húmeda, mal iluminada, apenas estable. Bajando un piso por debajo del nivel de la calle, llegan a una puerta metálica, marcada con el número 3B.

    — No es el sitio más bonito, lo sé —dice con una sonrisa torcida—, pero me permite estar cerca de la acción. No necesito más.

    Habla como si el entorno no importara más que un cuadro en la pared, como si tuviera sentido estar ahí.

    El departamento de Damian, ahora el del monstruo, es un monoambiente pequeño. Al entrar, lo primero que llega es el olor: una mezcla de humedad, tinta de impresora y ropa sin lavar. Desordenado pero funcional.

    Una mesa con papeles amontonados entre los que se cuentan cartas y facturas vencidas, un ordenador, varias pantallas, tazas sin lavar en el fregadero.

    Hay una cama sin hacer, un perchero con dos chaquetas, una estantería vencida repleta de libros sobre conspiraciones, teorías arcanas, tratados antiguos y una Biblia Negra.

    Ninguna ventana.
    Ni un rastro de sangre.
    Nada lujoso.
    Todo auténtico.

    Monster cierra la puerta tras Nairis y, por primera vez desde que la conoció, guarda silencio. Porque ahora está dentro. Y puede observar más de cerca.
    con [Nairis_La_Cartografa] Damian Rivas. Periodista independiente. 27 años. Solía cubrir casos de desapariciones y fenómenos paranormales. Seguido por nichos ocultistas. Un hombre solitario, algo paranoico. Curioso. Demasiado curioso y entrometido. Brillante, hasta que conoció a la persona equivocada. O lo que creyó que era una persona. Monster adoptó su rostro. Su voz. Su rutina. Ya se cumplen 17 días desde que mató a Damian, pulcro y preciso, asegurándose de no dejar nada más que el recuerdo difuso de alguien que “trabaja mucho” y “se aleja de todos”. - o - o - Una vez Nairis accede a acompañarle, el monstruo paga la cuenta sin hacer alarde. Lo hace con un gesto distraído, como si el dinero fuese un concepto sin importancia para él. La puerta de la cafetería se cierra tras ellos con un chirrido y el aire de la calle les recibe con ese sabor ácido de ciudad. Recorren unas pocas calles, sin prisa. — No es lejos de aquí, serán diez minutos andando. Un par de calles después, el paisaje cambia. Las luces se vuelven más débiles, las calles más sucias, el bullicio desaparece para dejar paso a murmullos y sirenas lejanas, puertas cerradas y barrotes en las ventas. La zona pobre de la ciudad. El corazón olvidado de la urbe. — Siempre me ha gustado esta parte de la ciudad. No por bonita, claro… Aquí la vida es honesta, cruda. Nadie se molesta en fingir. Mantiene la conversación ligera. Habla de trivialidades tanto como escucha cualquier retribución de su acompañante. — ¿Te molesta la decadencia? Hay gente que no soporta la fealdad cuando la perfección sabe a plástico. No me lo explico. Aquí las viviendas se amontonan unas sobre otras cual cuerpos sin sepultura. Edificios grises, viejos, cuya pintura se descascara como la piel de un leproso. No hay árboles. No hay flores. Solo concreto vandalizado y abandono. — La gente pinta cosas para sentirse inmortal —con un gesto, señala los gaffitis en la fachada del edificio— Y luego otros las borran para sentirse poderosos. Monster no pierde la amabilidad en su voz mientras se detiene frente a uno de esos edificios desgastados. Abre una reja oxidada y le guía por una escalera estrecha, húmeda, mal iluminada, apenas estable. Bajando un piso por debajo del nivel de la calle, llegan a una puerta metálica, marcada con el número 3B. — No es el sitio más bonito, lo sé —dice con una sonrisa torcida—, pero me permite estar cerca de la acción. No necesito más. Habla como si el entorno no importara más que un cuadro en la pared, como si tuviera sentido estar ahí. El departamento de Damian, ahora el del monstruo, es un monoambiente pequeño. Al entrar, lo primero que llega es el olor: una mezcla de humedad, tinta de impresora y ropa sin lavar. Desordenado pero funcional. Una mesa con papeles amontonados entre los que se cuentan cartas y facturas vencidas, un ordenador, varias pantallas, tazas sin lavar en el fregadero. Hay una cama sin hacer, un perchero con dos chaquetas, una estantería vencida repleta de libros sobre conspiraciones, teorías arcanas, tratados antiguos y una Biblia Negra. Ninguna ventana. Ni un rastro de sangre. Nada lujoso. Todo auténtico. Monster cierra la puerta tras Nairis y, por primera vez desde que la conoció, guarda silencio. Porque ahora está dentro. Y puede observar más de cerca.
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  • — Bueno al menos no estuvo mal

    Usar su propio cuerpo para muchas actividades, aunque tenía experiencia previa en Duviri, otra cosa es la Tierra con su gravedad y variedad de temperaturas.

    Toma un sorbo de la botella de vidrio con agua fresca, cuando la vacía, usa su habilidad del vacío para volver a rellenar el mismo con agua fresca, para volver a refrescarse.
    — Bueno al menos no estuvo mal Usar su propio cuerpo para muchas actividades, aunque tenía experiencia previa en Duviri, otra cosa es la Tierra con su gravedad y variedad de temperaturas. Toma un sorbo de la botella de vidrio con agua fresca, cuando la vacía, usa su habilidad del vacío para volver a rellenar el mismo con agua fresca, para volver a refrescarse.
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  • — Au revoir, monstre poilu en colère ~
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