• Ashrah ᵈᵉᵐᵒᶰᶤᵒ ᵈᵉ ˡᵘᶻ Sᶤˡᶠᶤᵈᵉ y Gazú Bonetti ,voy revisando los documentos que hay pendientes. Así tenéis menos trabajo cuando regresen a la Mansión. *Sonríe y tras sentarse tras el escritorio revisando algunos documentos*
    [Silfide] y [Gazu122101] ,voy revisando los documentos que hay pendientes. Así tenéis menos trabajo cuando regresen a la Mansión. *Sonríe y tras sentarse tras el escritorio revisando algunos documentos*
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  • La sala de tratamiento estaba en silencio, salvo por el tenue zumbido de los tubos fluorescentes. Shoko se inclinaba sobre una camilla vacía, limpiando las manchas de sangre seca en las sábanas con movimientos metódicos. No le gustaba dejar el trabajo a medias, aunque odiaba admitir que aquello le daba cierto sentido de control. El olor metálico de la sangre persistía, mezclándose con el desinfectante que había usado momentos antes.

    Se enderezó, encendiendo un cigarrillo con el encendedor desgastado que siempre llevaba en el bolsillo. Dio una larga calada, dejando que el humo llenara sus pulmones y luego se disipara en el aire. Miró el reloj en la pared: las tres de la madrugada. Esa era la hora en la que todo parecía más crudo, más honesto. La hora donde los pensamientos no pedían permiso para invadirla.

    Shoko caminó hacia la ventana abierta. Afuera, la luna bañaba el patio en una luz tenue y fría. El viento helado rozó su rostro, pero no hizo ningún intento por cerrarla. Era extraño cómo aquella brisa nocturna parecía ser lo único que le recordaba que aún estaba viva, que aún existía más allá de las sombras de los demás.

    Pensó en todo lo que había visto ese día: maldiciones que apenas lograron ser exorcizadas, estudiantes heridos que le pedían que no dejara de curarlos, aunque apenas podían hablar del dolor. Se había acostumbrado al trabajo, al horror constante. Pero a veces, como ahora, la acumulación de esas imágenes se filtraba en su mente, quedándose atrapadas en un rincón donde ni el humo podía alcanzarlas.

    Dejó escapar una risa seca. Había tenido la oportunidad de escoger una vida más sencilla. Podría haber sido médica en cualquier hospital ordinario, tratando enfermedades normales y lidiando con problemas humanos. Pero no, había elegido esto: sangre, maldiciones y cicatrices que nadie más podía ver.

    "¿Por qué lo hago?" murmuró en voz baja, dirigiéndose al reflejo borroso de su rostro en el vidrio de la ventana. "¿Por qué sigo aquí?"

    La respuesta no llegó. Nunca llegaba. Tal vez no existía.

    Apagó el cigarrillo contra el borde de la ventana y dejó que la colilla cayera al suelo del patio. Volvió a la sala de tratamiento, recogiendo las herramientas que había usado y guardándolas con precisión casi ritual. Cada objeto tenía su lugar, y esa rutina era lo único que le daba estructura a su caos interno.

    Finalmente, se sentó en la silla giratoria junto al escritorio, encendiendo otra vez su encendedor sin intención de usarlo. La llama bailaba delante de sus ojos, proyectando sombras que parecían figuras familiares: rostros de amigos que ya no estaban, de estudiantes que se habían marchado demasiado pronto. Cerró el encendedor con un chasquido y apoyó la cabeza entre las manos.

    El amanecer no estaba lejos, pero Shoko sabía que esa noche, como tantas otras, no dormiría. No porque no pudiera, sino porque no quería.
    La sala de tratamiento estaba en silencio, salvo por el tenue zumbido de los tubos fluorescentes. Shoko se inclinaba sobre una camilla vacía, limpiando las manchas de sangre seca en las sábanas con movimientos metódicos. No le gustaba dejar el trabajo a medias, aunque odiaba admitir que aquello le daba cierto sentido de control. El olor metálico de la sangre persistía, mezclándose con el desinfectante que había usado momentos antes. Se enderezó, encendiendo un cigarrillo con el encendedor desgastado que siempre llevaba en el bolsillo. Dio una larga calada, dejando que el humo llenara sus pulmones y luego se disipara en el aire. Miró el reloj en la pared: las tres de la madrugada. Esa era la hora en la que todo parecía más crudo, más honesto. La hora donde los pensamientos no pedían permiso para invadirla. Shoko caminó hacia la ventana abierta. Afuera, la luna bañaba el patio en una luz tenue y fría. El viento helado rozó su rostro, pero no hizo ningún intento por cerrarla. Era extraño cómo aquella brisa nocturna parecía ser lo único que le recordaba que aún estaba viva, que aún existía más allá de las sombras de los demás. Pensó en todo lo que había visto ese día: maldiciones que apenas lograron ser exorcizadas, estudiantes heridos que le pedían que no dejara de curarlos, aunque apenas podían hablar del dolor. Se había acostumbrado al trabajo, al horror constante. Pero a veces, como ahora, la acumulación de esas imágenes se filtraba en su mente, quedándose atrapadas en un rincón donde ni el humo podía alcanzarlas. Dejó escapar una risa seca. Había tenido la oportunidad de escoger una vida más sencilla. Podría haber sido médica en cualquier hospital ordinario, tratando enfermedades normales y lidiando con problemas humanos. Pero no, había elegido esto: sangre, maldiciones y cicatrices que nadie más podía ver. "¿Por qué lo hago?" murmuró en voz baja, dirigiéndose al reflejo borroso de su rostro en el vidrio de la ventana. "¿Por qué sigo aquí?" La respuesta no llegó. Nunca llegaba. Tal vez no existía. Apagó el cigarrillo contra el borde de la ventana y dejó que la colilla cayera al suelo del patio. Volvió a la sala de tratamiento, recogiendo las herramientas que había usado y guardándolas con precisión casi ritual. Cada objeto tenía su lugar, y esa rutina era lo único que le daba estructura a su caos interno. Finalmente, se sentó en la silla giratoria junto al escritorio, encendiendo otra vez su encendedor sin intención de usarlo. La llama bailaba delante de sus ojos, proyectando sombras que parecían figuras familiares: rostros de amigos que ya no estaban, de estudiantes que se habían marchado demasiado pronto. Cerró el encendedor con un chasquido y apoyó la cabeza entre las manos. El amanecer no estaba lejos, pero Shoko sabía que esa noche, como tantas otras, no dormiría. No porque no pudiera, sino porque no quería.
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  • —Son las 11 de la mañana y aun no ha visto aparecer a cierto escritor. No puede evitarlo pero mientras trabaja, elaborando la linea temporal en la pizarra frente a su escritorio, su mirada va /de tanto en tanto/ hacia las puertas del ascensor. Esperando verle aparecer con dos cafés en las manos y esa infantil sonrisa esbozada en sus labios. Pero siempre desvía la mirada intentando volver a concentrarse—


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Son las 11 de la mañana y aun no ha visto aparecer a cierto escritor. No puede evitarlo pero mientras trabaja, elaborando la linea temporal en la pizarra frente a su escritorio, su mirada va /de tanto en tanto/ hacia las puertas del ascensor. Esperando verle aparecer con dos cafés en las manos y esa infantil sonrisa esbozada en sus labios. Pero siempre desvía la mirada intentando volver a concentrarse— #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • -Elisabetta estaba fastidiada, las cosas se habían salido de control y ahora se siente sola, con nadie de su lado, Giovanni no esta, Dante tampoco, Leo fue a arreglar asuntos con la mafia Alemana, y Vladimir no está al tanto de todo lo que pasa.

    Estaba sentada en su escritorio, tomando un trago, tequila que sus hermanos mexicanos habían llevado, quiere desaparecer tan fácil pero en sus manos está, que la cosa nostra no caiga.-

    ...
    -Elisabetta estaba fastidiada, las cosas se habían salido de control y ahora se siente sola, con nadie de su lado, Giovanni no esta, Dante tampoco, Leo fue a arreglar asuntos con la mafia Alemana, y Vladimir no está al tanto de todo lo que pasa. Estaba sentada en su escritorio, tomando un trago, tequila que sus hermanos mexicanos habían llevado, quiere desaparecer tan fácil pero en sus manos está, que la cosa nostra no caiga.- ...
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  • “Querida Hermana:

    Se que el hecho de que haya vuelto luego de un par de años desaparecido, sin recuerdos, te ha afectado en cierta forma, tal vez a todos, pero así son las cosas. Sin olvidar el asunto que ocurrió con esa mafia rusa donde están Rubi y Ryan, aunque eso quedo ahí y no paso a mayores. ¿Verdad?

    Bueno, el asunto del ataque de esos hombres y yo haber estado inmiscuido indirectamente y por coincidencias retorcidas de la vida en ese asunto, me dejo pensando en lo inseguro que es si yo haya o no haya sido visto por esos sujetos, así que tome una decisión.

    Tú eres la líder de la familia por ahora, confió en que harás bien las cosas. Yo he decidido marcharme temporalmente, así, si hay algunos de esos sujetos buscándome, los mantendré alejado de ti y los demás, ya que estarán en mi búsqueda. Si no, bueno, de todas formas me encargaré de mis propios asuntos lejos de ti y los demás hermanos.

    Al reverso de esta carta te anote un nuevo número de teléfono donde me podrás contactar en caso de que ocurra algo que de verdad sea necesario.

    Aunque no intentes llamarme en estos próximos días, tendré el celular apagado, ya que tampoco es como que me dé la gana recibir llamadas, quiero un tiempo de tranquilidad.

    Se que nada volverá a ser como antes, sé que nunca recuperaré los recuerdos y nunca volveré a ser el mismo a quién recuerdas, pero eres mi hermana, los demás son mis hermanos, así que siempre los apoyaré.

    Tengo planes, estoy armando ciertas cosas en donde me encuentro ahora mismo, si llegan a funcionar y todo sale como lo planeo, nos traerá grandes beneficios a futuro, deséame suerte hermanita.

    ¡Nos vemos!

    Atentamente: Flavio Di Vincenzo.”

    ----------------------------------

    El envió de dicha carta había sido exitoso, el sobre se encontraba ahora mismo en el escritorio de Elisabetta, sería cosa de tiempo cuando ella finalmente le toque leer la respectiva correspondencia.
    “Querida Hermana: Se que el hecho de que haya vuelto luego de un par de años desaparecido, sin recuerdos, te ha afectado en cierta forma, tal vez a todos, pero así son las cosas. Sin olvidar el asunto que ocurrió con esa mafia rusa donde están Rubi y Ryan, aunque eso quedo ahí y no paso a mayores. ¿Verdad? Bueno, el asunto del ataque de esos hombres y yo haber estado inmiscuido indirectamente y por coincidencias retorcidas de la vida en ese asunto, me dejo pensando en lo inseguro que es si yo haya o no haya sido visto por esos sujetos, así que tome una decisión. Tú eres la líder de la familia por ahora, confió en que harás bien las cosas. Yo he decidido marcharme temporalmente, así, si hay algunos de esos sujetos buscándome, los mantendré alejado de ti y los demás, ya que estarán en mi búsqueda. Si no, bueno, de todas formas me encargaré de mis propios asuntos lejos de ti y los demás hermanos. Al reverso de esta carta te anote un nuevo número de teléfono donde me podrás contactar en caso de que ocurra algo que de verdad sea necesario. Aunque no intentes llamarme en estos próximos días, tendré el celular apagado, ya que tampoco es como que me dé la gana recibir llamadas, quiero un tiempo de tranquilidad. Se que nada volverá a ser como antes, sé que nunca recuperaré los recuerdos y nunca volveré a ser el mismo a quién recuerdas, pero eres mi hermana, los demás son mis hermanos, así que siempre los apoyaré. Tengo planes, estoy armando ciertas cosas en donde me encuentro ahora mismo, si llegan a funcionar y todo sale como lo planeo, nos traerá grandes beneficios a futuro, deséame suerte hermanita. ¡Nos vemos! Atentamente: Flavio Di Vincenzo.” ---------------------------------- El envió de dicha carta había sido exitoso, el sobre se encontraba ahora mismo en el escritorio de Elisabetta, sería cosa de tiempo cuando ella finalmente le toque leer la respectiva correspondencia.
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  • " 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚. "




    El agotamiento era visible. No había tenido descanso alguno desde hace días y su rostro reflejaba aquello. No solo tuvo que encargarse de "Limpiar" la ciudad, de los tipos que seguían a Rubí, si no también de verificar que los flujos de tráfico de drogas y armas, estuviera fluyendo de forma tranquila sin interrupciones por parte de la policía.

    Los múltiples negocios que manejaba crecían de forma rápida, gracias a un plan administrativo en la que trabajo Ryan. El problema era que tenía que comenzar a revisar ciertos papeles y asistir a ciertas reuniones de negocios que le quitaban horas de libertad y sueño, estaba totalmente irritado. Tenía que terminar con ello rápidamente si deseaba descansar cuando Ryan y Rubí se fueran de viaje por separado. Ambos eran esenciales para el manejo de la mafia, pero podría con ello solo.

    Terminó por apagar el cigarro que había estado consumiendo en el cenicero de su escritorio, y su vista se dirigío hacia las 3 filas de papeles que había ahí, esto era su peor pesadilla.

    — Проклятие... — Murmuró para si mismo. Dejo las cosas a un lado y se fijó en los papeles de permiso de vacaciones que tenía que firmar.

    Uno era de Rubí, que solicitaba sus vacaciones para irse al país más seguro de este planeta, Suiza. Esto para no solo mantenerse segura, si no porque también ya llegaba el día especial de ella. Tomó un bolígrafo y simplemente lo firmó para aceptar el permiso de vacaciones. Luego, miró los papeles de Ryan, Vanya le había dado la idea de que el rubio necesitaba sus vacaciones, estar en un ambiente totalmente diferente para poder sanar mentalmente. Era bien sabido que desde ese incidente con él psiquiatra, la cosas habían estado muy mal para él, tomar drogas felices no iban hacer la solución a este problema, él necesitaba poder estar en un ambiente sano que lo ayudara a salir del abismo en el que estaba atrapado, y aunque pudiera verse "normal" en realidad su amigo estaba sufriendo por ello.

    Estaba a punto de firmar los papeles cuando recibió un mensaje del susodicho, el cual leyó algo extrañado.

    "Hey! Mira que encontré"

    Junto al mensaje, había un vídeo, el cual termino por reproducir solo para escuchar la parte de una canción que decía : ¿Que paso con el que dijo que te amaba? ¿Acaso se fue y te ha dejado ilusionada?


    El teléfono terminó por caer al suelo, se mantuvo quieto mientras aún se escuchaba de fondo el resto de la canción. Hasta que simplemente comenzó a reír a carcajadas.

    — JAJAJA Maldito hijo de perra, agradece de que eres mi amigo y no te haya matado aún. — Miro los papeles con una sonrisa nada amistosa. Sus dedos golpeaban el escritorio de forma constantemente mientras miraba el papel de enfrente. No, no lo iba a firmar. Si quería esas vacaciones, se las tenía que ganar.

    — Marco, manda alistar las motos. Y envíale un mensaje a Ryan para verlo fuera de la ciudad, si quiere jugar, vamos a jugar en mis términos. — Ordenó mientras ponía los papeles del rubio a un lado, dejo por ahí su pluma y tomo los papeles de la pelirroja, iba a llevárselos y de paso pedirle un favor. Su asistente quien había estado mirándolo de lejos, se mantuvo quieto y movió su cabeza asintiendo en la petición, no iba a mencionar nada más, quería evitar hacerlo enojar ya que notaba que su jefe no andaba nada bien desde que cierta rubia habia desaparecido sin decir nada.
    " 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚. " El agotamiento era visible. No había tenido descanso alguno desde hace días y su rostro reflejaba aquello. No solo tuvo que encargarse de "Limpiar" la ciudad, de los tipos que seguían a Rubí, si no también de verificar que los flujos de tráfico de drogas y armas, estuviera fluyendo de forma tranquila sin interrupciones por parte de la policía. Los múltiples negocios que manejaba crecían de forma rápida, gracias a un plan administrativo en la que trabajo Ryan. El problema era que tenía que comenzar a revisar ciertos papeles y asistir a ciertas reuniones de negocios que le quitaban horas de libertad y sueño, estaba totalmente irritado. Tenía que terminar con ello rápidamente si deseaba descansar cuando Ryan y Rubí se fueran de viaje por separado. Ambos eran esenciales para el manejo de la mafia, pero podría con ello solo. Terminó por apagar el cigarro que había estado consumiendo en el cenicero de su escritorio, y su vista se dirigío hacia las 3 filas de papeles que había ahí, esto era su peor pesadilla. — Проклятие... — Murmuró para si mismo. Dejo las cosas a un lado y se fijó en los papeles de permiso de vacaciones que tenía que firmar. Uno era de Rubí, que solicitaba sus vacaciones para irse al país más seguro de este planeta, Suiza. Esto para no solo mantenerse segura, si no porque también ya llegaba el día especial de ella. Tomó un bolígrafo y simplemente lo firmó para aceptar el permiso de vacaciones. Luego, miró los papeles de Ryan, Vanya le había dado la idea de que el rubio necesitaba sus vacaciones, estar en un ambiente totalmente diferente para poder sanar mentalmente. Era bien sabido que desde ese incidente con él psiquiatra, la cosas habían estado muy mal para él, tomar drogas felices no iban hacer la solución a este problema, él necesitaba poder estar en un ambiente sano que lo ayudara a salir del abismo en el que estaba atrapado, y aunque pudiera verse "normal" en realidad su amigo estaba sufriendo por ello. Estaba a punto de firmar los papeles cuando recibió un mensaje del susodicho, el cual leyó algo extrañado. "Hey! Mira que encontré" Junto al mensaje, había un vídeo, el cual termino por reproducir solo para escuchar la parte de una canción que decía : ¿Que paso con el que dijo que te amaba? ¿Acaso se fue y te ha dejado ilusionada? El teléfono terminó por caer al suelo, se mantuvo quieto mientras aún se escuchaba de fondo el resto de la canción. Hasta que simplemente comenzó a reír a carcajadas. — JAJAJA Maldito hijo de perra, agradece de que eres mi amigo y no te haya matado aún. — Miro los papeles con una sonrisa nada amistosa. Sus dedos golpeaban el escritorio de forma constantemente mientras miraba el papel de enfrente. No, no lo iba a firmar. Si quería esas vacaciones, se las tenía que ganar. — Marco, manda alistar las motos. Y envíale un mensaje a Ryan para verlo fuera de la ciudad, si quiere jugar, vamos a jugar en mis términos. — Ordenó mientras ponía los papeles del rubio a un lado, dejo por ahí su pluma y tomo los papeles de la pelirroja, iba a llevárselos y de paso pedirle un favor. Su asistente quien había estado mirándolo de lejos, se mantuvo quieto y movió su cabeza asintiendo en la petición, no iba a mencionar nada más, quería evitar hacerlo enojar ya que notaba que su jefe no andaba nada bien desde que cierta rubia habia desaparecido sin decir nada.
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  • 𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐦𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞, 𝐦𝐲 𝐨𝐧𝐥𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞
    𝐘𝐨𝐮 𝐦𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐲 𝐰𝐡𝐞𝐧 𝐬𝐤𝐢𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐠𝐫𝐚𝐲
    𝐘𝐨𝐮'𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐝𝐞𝐚𝐫, 𝐡𝐨𝐰 𝐦𝐮𝐜𝐡 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮
    𝐏𝐥𝐞𝐚𝐬𝐞 𝐝𝐨𝐧'𝐭 𝐭𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞 𝐚𝐰𝐚𝐲

    𝐈'𝐥𝐥 𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐧𝐝 𝐦𝐚𝐤𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐲,
    𝐈𝐟 𝐲𝐨𝐮 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐨𝐧𝐥𝐲 𝐬𝐚𝐲 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐦𝐞.
    𝐁𝐮𝐭 𝐢𝐟 𝐲𝐨𝐮 𝐥𝐞𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐧𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐚𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫,
    𝐘𝐨𝐮'𝐥𝐥 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐭 𝐢𝐭 𝐚𝐥𝐥 𝐬𝐨𝐦𝐞 𝐝𝐚𝐲.

    Se reclinó hacia atrás en el asiento, la voz infantil de la pequeña aún rondaba en su cabeza; el teléfono estaba en silencio al igual que toda la oficina; no supo que hora era ni cuento tiempo permaneció en aquella burbuja temporal, los recuerdos le apretaban el pecho, entonces comprendió que el día casi acababa; sintió como la soledad le abofeteaba, hablar con Sally siempre había sido duro para el, y más desde la separación. Miró la única fotografía que adornaba su escritorio y se llevó el cigarrillo a la boca. Exhaló con pesadez entre papeles y botellas de alcohol.
    𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐦𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞, 𝐦𝐲 𝐨𝐧𝐥𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐦𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐲 𝐰𝐡𝐞𝐧 𝐬𝐤𝐢𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐠𝐫𝐚𝐲 𝐘𝐨𝐮'𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐝𝐞𝐚𝐫, 𝐡𝐨𝐰 𝐦𝐮𝐜𝐡 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐏𝐥𝐞𝐚𝐬𝐞 𝐝𝐨𝐧'𝐭 𝐭𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐲 𝐬𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞 𝐚𝐰𝐚𝐲 𝐈'𝐥𝐥 𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐧𝐝 𝐦𝐚𝐤𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐲, 𝐈𝐟 𝐲𝐨𝐮 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐨𝐧𝐥𝐲 𝐬𝐚𝐲 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐦𝐞. 𝐁𝐮𝐭 𝐢𝐟 𝐲𝐨𝐮 𝐥𝐞𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐧𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐚𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫, 𝐘𝐨𝐮'𝐥𝐥 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐭 𝐢𝐭 𝐚𝐥𝐥 𝐬𝐨𝐦𝐞 𝐝𝐚𝐲. Se reclinó hacia atrás en el asiento, la voz infantil de la pequeña aún rondaba en su cabeza; el teléfono estaba en silencio al igual que toda la oficina; no supo que hora era ni cuento tiempo permaneció en aquella burbuja temporal, los recuerdos le apretaban el pecho, entonces comprendió que el día casi acababa; sintió como la soledad le abofeteaba, hablar con Sally siempre había sido duro para el, y más desde la separación. Miró la única fotografía que adornaba su escritorio y se llevó el cigarrillo a la boca. Exhaló con pesadez entre papeles y botellas de alcohol.
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  • Habia decidido encerrarse en su habitación y sentarse en su escritorio para hacer una lista de cosas que tiene que realizar para ocupar sus tardes. Mordiendo un poco el bolígrafo y dejando escapar un leve suspiro. - Bien....veamos que puedo hacer..... para ocupar mis tardes.... Asi mantengo la mente ocupada.....- Se dijo para ella misma , mientras que escuchaba el jaleo en el exterior.

    Empezando a escribir:

    1. Voluntaria de monitora en el ala infantil del hospital.
    2. Voluntaria en el orfanato.
    3. Voluntaria para cuidar animales.
    4. Aprender la danza del vientre-
    5. Ir a Zumba.

    -¿Qué mas se me olvida?
    Habia decidido encerrarse en su habitación y sentarse en su escritorio para hacer una lista de cosas que tiene que realizar para ocupar sus tardes. Mordiendo un poco el bolígrafo y dejando escapar un leve suspiro. - Bien....veamos que puedo hacer..... para ocupar mis tardes.... Asi mantengo la mente ocupada.....- Se dijo para ella misma , mientras que escuchaba el jaleo en el exterior. Empezando a escribir: 1. Voluntaria de monitora en el ala infantil del hospital. 2. Voluntaria en el orfanato. 3. Voluntaria para cuidar animales. 4. Aprender la danza del vientre- 5. Ir a Zumba. -¿Qué mas se me olvida?
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  • En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita?

    -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo-


    Nessa
    En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita? -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo- [zephyr_lime_mule_692]
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  • Shoko estaba sentada en su oficina, los papeles del informe médico esparcidos sobre el escritorio. El silencio de la habitación solo era roto por el leve zumbido de la luz fluorescente sobre su cabeza. Miraba el documento frente a ella, leyendo una y otra vez los mismos párrafos, mientras su mente comenzaba a divagar.

    "Esquizofrenia... qué viaje del infierno debe ser eso." Su voz, suave y apenas audible, flotó en el aire vacío, sin dirigirse a nadie en particular. "Alucinaciones, delirios… ¿cómo será escuchar voces todo el tiempo? No de esas que te dan ideas brillantes, sino las que te atormentan. Voces que te critican, que te acusan… ¿Qué haría si no pudiera distinguir entre lo real y lo que mi cerebro está inventando?"

    Tomó el informe, inclinándose hacia atrás en su silla. "Y luego están los delirios. Creen que el mundo está en su contra o que son alguien importante. Vivir en tu propia realidad alterna, sin importar cuánta lógica te presenten... debe ser como caminar en una cuerda floja, esperando caer al vacío en cualquier momento."

    Shoko dejó el papel sobre el escritorio, encendiendo un cigarrillo mientras pensaba en silencio, observando el humo que comenzaba a llenar el espacio. "Pensamiento desorganizado... las ideas rotas, saltando de un lado a otro sin conexión. Como intentar armar un rompecabezas con piezas que ni siquiera pertenecen al mismo juego. Y la catatonia... quedarse paralizado, sin moverse ni hablar. Estar atrapado, congelado en tu propio cuerpo, mientras tu mente lucha por entender qué es real y qué no."

    Se quedó mirando la ventana unos segundos, sus ojos perdidos en el vacío. "Debe ser agotador... vivir con una mente que nunca se calla." Shoko apagó el cigarrillo, dejando caer las cenizas en el cenicero con un leve suspiro.

    "Y aquí estamos… nosotros, mirando desde fuera, intentando entender algo que nunca podremos experimentar realmente."

    Shoko estaba sentada en su oficina, los papeles del informe médico esparcidos sobre el escritorio. El silencio de la habitación solo era roto por el leve zumbido de la luz fluorescente sobre su cabeza. Miraba el documento frente a ella, leyendo una y otra vez los mismos párrafos, mientras su mente comenzaba a divagar. "Esquizofrenia... qué viaje del infierno debe ser eso." Su voz, suave y apenas audible, flotó en el aire vacío, sin dirigirse a nadie en particular. "Alucinaciones, delirios… ¿cómo será escuchar voces todo el tiempo? No de esas que te dan ideas brillantes, sino las que te atormentan. Voces que te critican, que te acusan… ¿Qué haría si no pudiera distinguir entre lo real y lo que mi cerebro está inventando?" Tomó el informe, inclinándose hacia atrás en su silla. "Y luego están los delirios. Creen que el mundo está en su contra o que son alguien importante. Vivir en tu propia realidad alterna, sin importar cuánta lógica te presenten... debe ser como caminar en una cuerda floja, esperando caer al vacío en cualquier momento." Shoko dejó el papel sobre el escritorio, encendiendo un cigarrillo mientras pensaba en silencio, observando el humo que comenzaba a llenar el espacio. "Pensamiento desorganizado... las ideas rotas, saltando de un lado a otro sin conexión. Como intentar armar un rompecabezas con piezas que ni siquiera pertenecen al mismo juego. Y la catatonia... quedarse paralizado, sin moverse ni hablar. Estar atrapado, congelado en tu propio cuerpo, mientras tu mente lucha por entender qué es real y qué no." Se quedó mirando la ventana unos segundos, sus ojos perdidos en el vacío. "Debe ser agotador... vivir con una mente que nunca se calla." Shoko apagó el cigarrillo, dejando caer las cenizas en el cenicero con un leve suspiro. "Y aquí estamos… nosotros, mirando desde fuera, intentando entender algo que nunca podremos experimentar realmente."
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