• // Pensaba en dejar las cosas como estaban, pero dado a las recientes situaciones, me he sentido en la necesidad de aclarar ciertos puntos para seguir evitando malos entendidos y habladurías de ciertas personas.

    1- Creo que todos sabemos que app es un forma de entrenamiento muy bonita y divertida, más no una obligación. Por lo que se entiende que todos tenemos una vida fuera de esto.

    2- Todos tenemos derecho a la privacidad de nuestros asuntos fuera de aquí. Sea el que fuera, no lo hace más ni menos que otro.

    3- Para la persona D, que ha llevado esta situación al público. Quiero decirle que al menos si vas a dar una versión, hazlo con todo el contexto completo y las cosas tal cual pasaron. Puntuando que en ningún momento yo te pedí/exigí hacer un personaje netamente dedicado al mío. La situación empezó en que tú posteaste el querer participar en cualquier rol. Incluso aclaré que el rol que se formó no debería ser un interferente a que tú puedas acceder a otros. Porque supuestamente tu PJ es un "multishipp" y las interacciones con otros PJ han fluido de manera amena y notoria.

    4- Ese tema de "Nunca abandonar", me causa un poco de gracia que lo mencionas así, cuando tú sabes muy bien como han sucedido las cosas en un pasado.

    5- Todos invertimos tiempo y dedicación en las interacciones, por lo que lo hace valioso para todos, no solo el tuyo, campeón.

    6- No de todos me pude despedir por temas personales y que necesitaban mi atención inmediata. Por lo que si están leyendo esto les agradezco mucho las interacciones que hemos compartido y quizás en un futuro sería genial poder coincidir de nuevo .

    Solo vine para aclarar estos puntos. Ya que me parece de muy mal gusto este tipo de situaciones. Sobre todo si la otra persona involucrada no está presente. Así que te pido abstenerte a seguir haciendo un drama innecesario.

    Saludos...

    // Pensaba en dejar las cosas como estaban, pero dado a las recientes situaciones, me he sentido en la necesidad de aclarar ciertos puntos para seguir evitando malos entendidos y habladurías de ciertas personas. 1- Creo que todos sabemos que app es un forma de entrenamiento muy bonita y divertida, más no una obligación. Por lo que se entiende que todos tenemos una vida fuera de esto. 2- Todos tenemos derecho a la privacidad de nuestros asuntos fuera de aquí. Sea el que fuera, no lo hace más ni menos que otro. 3- Para la persona D, que ha llevado esta situación al público. Quiero decirle que al menos si vas a dar una versión, hazlo con todo el contexto completo y las cosas tal cual pasaron. Puntuando que en ningún momento yo te pedí/exigí hacer un personaje netamente dedicado al mío. La situación empezó en que tú posteaste el querer participar en cualquier rol. Incluso aclaré que el rol que se formó no debería ser un interferente a que tú puedas acceder a otros. Porque supuestamente tu PJ es un "multishipp" y las interacciones con otros PJ han fluido de manera amena y notoria. 4- Ese tema de "Nunca abandonar", me causa un poco de gracia que lo mencionas así, cuando tú sabes muy bien como han sucedido las cosas en un pasado. 5- Todos invertimos tiempo y dedicación en las interacciones, por lo que lo hace valioso para todos, no solo el tuyo, campeón. 6- No de todos me pude despedir por temas personales y que necesitaban mi atención inmediata. Por lo que si están leyendo esto les agradezco mucho las interacciones que hemos compartido y quizás en un futuro sería genial poder coincidir de nuevo ❤️. Solo vine para aclarar estos puntos. Ya que me parece de muy mal gusto este tipo de situaciones. Sobre todo si la otra persona involucrada no está presente. Así que te pido abstenerte a seguir haciendo un drama innecesario. Saludos...
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  • "Después de una semana extremadamente extenuante, es hora de volver a un entrenamiento arduo para mantener el ritmo y energía de.... Nah mejor me acuesto un ratito."

    *Procedo a taparme con las sábanas a ver videos de gatos en el internet.*
    "Después de una semana extremadamente extenuante, es hora de volver a un entrenamiento arduo para mantener el ritmo y energía de.... Nah mejor me acuesto un ratito." *Procedo a taparme con las sábanas a ver videos de gatos en el internet.*
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  • El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda.

    Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—.

    Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁.

    El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él.

    Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados.

    Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él.

    El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable.

    Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo.

    La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante?

    Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban.

    Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción.

    ──¿Micah Ravenscroft?

    Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía?

    Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando.

    "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar.
    ㅤㅤ
    [ Micah Ravenscroft ]
    El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda. Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—. Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁. El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él. Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados. Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él. El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable. Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo. La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante? Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban. Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción. ──¿Micah Ravenscroft? Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía? Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando. "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar. ㅤㅤ [ [M.C09] ]
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  • https://vm.tiktok.com/ZMA6ojgxX/

    -Después de tanto tiempo pude volver al gimnasio las máquinas me pesaban un poco más, los entrenamientos eran mis rudos pero era un recordatorio de que había sobrevivido y ya está casi sana y muy lista para enfrentarme a cualquier cosa

    Alessia Leone
    https://vm.tiktok.com/ZMA6ojgxX/ -Después de tanto tiempo pude volver al gimnasio las máquinas me pesaban un poco más, los entrenamientos eran mis rudos pero era un recordatorio de que había sobrevivido y ya está casi sana y muy lista para enfrentarme a cualquier cosa [eclipse_silver_bat_642]
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  • No nací para esto. Me hicieron así.

    Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo.

    Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta.

    A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas.

    A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte.

    A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti.

    Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más.

    Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre.

    ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos.

    Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva.

    ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí.

    No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
    No nací para esto. Me hicieron así. Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo. Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta. A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas. A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte. A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti. Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más. Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre. ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos. Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva. ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí. No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
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  • "Fue un buen día de entrenamiento con la espada."

    #SeductiveSunday.
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  • ¡Vaya! Nunca había tenido estos entrenamientos tan acalorados. A mis músculos le van de fábula.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    - En un video algo antiguo de fecha xx xx xx , es un video corto la mayoría de descripción esta censurada solo el titulo en pie "Que cosas que no debes hacer en tu entrenamiento de campo - clase commando" , investigas mas la computadora y detrás de ella hay escrito a mano varias hojas con una frase "no debo jugar con el tanque , no dejar el tanque en marcha "-
    - En un video algo antiguo de fecha xx xx xx , es un video corto la mayoría de descripción esta censurada solo el titulo en pie "Que cosas que no debes hacer en tu entrenamiento de campo - clase commando" , investigas mas la computadora y detrás de ella hay escrito a mano varias hojas con una frase "no debo jugar con el tanque , no dejar el tanque en marcha "-
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  • Muy buenos días por la mañana, ya hice mi entrenamiento diario, me he duchado y he desayunado. Hoy es un día bastante productivo, tengo muchas reuniones importantes y decisiones que tomar las cuales elevarán a Lynx Entertainment a la cúspide de la industria musical y de talentos.
    Muy buenos días por la mañana, ya hice mi entrenamiento diario, me he duchado y he desayunado. Hoy es un día bastante productivo, tengo muchas reuniones importantes y decisiones que tomar las cuales elevarán a Lynx Entertainment a la cúspide de la industria musical y de talentos.
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  • La noche dictaba lluvia en el territorio de los Di Vincenzo, y como siempre, éste se encargaba de algunas tareas necesarias, al menos para matar el tiempo muerto. Realmente le incomodaba estar sin hacer nada, el único descanso que ocasionalmente se permitía era leer un buen libro.

    La lluvia no ayudaba mucho, por lo que las tareas se limitaban al interior y al reducir su capacidad de movilidad. Tal vez entrenamiento, o verificar el registro de movimientos financieros, quizás las cámaras de seguridad.

    Habían algunas cosas disponibles, hasta que recordó el mantenimiento de algunos vehículos. Algunos necesitaban un cambio de aceite, así como un ajuste en los faros debido a una conexión mal instalada.
    La noche dictaba lluvia en el territorio de los Di Vincenzo, y como siempre, éste se encargaba de algunas tareas necesarias, al menos para matar el tiempo muerto. Realmente le incomodaba estar sin hacer nada, el único descanso que ocasionalmente se permitía era leer un buen libro. La lluvia no ayudaba mucho, por lo que las tareas se limitaban al interior y al reducir su capacidad de movilidad. Tal vez entrenamiento, o verificar el registro de movimientos financieros, quizás las cámaras de seguridad. Habían algunas cosas disponibles, hasta que recordó el mantenimiento de algunos vehículos. Algunos necesitaban un cambio de aceite, así como un ajuste en los faros debido a una conexión mal instalada.
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