• — Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia.

    Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar.

    No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar.

    Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad?

    Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan?

    Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.
    — Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia. Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar. No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar. Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad? Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan? Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.
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  • Noche, tal vez durante la madrugada. Kaelion afligido se levanto tambaleandose, mientras llegaba hacia un espejo que tenía junto a su cama, su cuerpo temblaba mientras el sin poder evitarlo durante el trayecto vomito en el suelo. Su malestar era genuino, aunque no era debido a una dolencia inmediata, y no a una enfermedad, al menos no una enfermedad que afectaba directamente su cuerpo.


    ⸻ Lo siento......

    Se limitó a decir mientras lagrimas brotaban de sus ojos, el vívido recuerdo de la destrucción de Eryndor apuñalaba su mente. Aquellos gritos de desesperación, el olor de la carne quemada, los edificios cayendo, los cuerpos inertes de la gente que confío en él para protegerlos. Con una mezcla de frustación y amargura, golpea el espejo con su mano izquierda, luego de eso miro su propio reflejo. Por más que ya hubieran pasado años de dicha tragedia, no lograba superarlo, ya que se sentía responsable. 

    ⸻ Debí salvarlos......debí hacerlo.....Si alguien podía hacerlo era yo......los deje morir..........


    Un elegido de los cielos, dotado de poder y sabuiduría. Incapaz de haber podido proteger a su gente. Una desesperación y odio inamovibles buscaban hundir a el noble rey en la depravación, pero el buscaba oponerse y resistir ¿Por cuanto tiempo lo lograría? ¿Prevalecería la luz o la oscuridad?, aquella noche donde la ciudad original de Eryndor fue extinta un mal ominoso fue desatado. Un mal deseoso de corromperlo.
    Noche, tal vez durante la madrugada. Kaelion afligido se levanto tambaleandose, mientras llegaba hacia un espejo que tenía junto a su cama, su cuerpo temblaba mientras el sin poder evitarlo durante el trayecto vomito en el suelo. Su malestar era genuino, aunque no era debido a una dolencia inmediata, y no a una enfermedad, al menos no una enfermedad que afectaba directamente su cuerpo. ⸻ Lo siento...... Se limitó a decir mientras lagrimas brotaban de sus ojos, el vívido recuerdo de la destrucción de Eryndor apuñalaba su mente. Aquellos gritos de desesperación, el olor de la carne quemada, los edificios cayendo, los cuerpos inertes de la gente que confío en él para protegerlos. Con una mezcla de frustación y amargura, golpea el espejo con su mano izquierda, luego de eso miro su propio reflejo. Por más que ya hubieran pasado años de dicha tragedia, no lograba superarlo, ya que se sentía responsable.  ⸻ Debí salvarlos......debí hacerlo.....Si alguien podía hacerlo era yo......los deje morir.......... Un elegido de los cielos, dotado de poder y sabuiduría. Incapaz de haber podido proteger a su gente. Una desesperación y odio inamovibles buscaban hundir a el noble rey en la depravación, pero el buscaba oponerse y resistir ¿Por cuanto tiempo lo lograría? ¿Prevalecería la luz o la oscuridad?, aquella noche donde la ciudad original de Eryndor fue extinta un mal ominoso fue desatado. Un mal deseoso de corromperlo.
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  • ¿Y después de una emergencia médica...?
    Fandom Original
    Categoría Acción
    Ryuna Takahari

    Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario.

    —No tiene porqué estar perdido…

    Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada.

    —Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado?

    Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima.

    —No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene.

    —Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él.

    Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a…

    Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora…

    Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento.

    -----

    —Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal...

    —Sí, ya sé que es epiléptica.

    Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías.

    —Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que…

    Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas…

    Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.
    [eclipse_violet_frog_172] Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario. —No tiene porqué estar perdido… Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada. —Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado? Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima. —No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene. —Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él. Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a… Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora… Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento. ----- —Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal... —Sí, ya sé que es epiléptica. Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías. —Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que… Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas… Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.
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  • Carlo.

    Un muchacho que falleció por la enfermedad de petrificación, el hijo de Geppetto, un joven con un futuro que jamás llegó.

    Desde el inicio muchos compararon a la marioneta con Carlo, después de todo, era básicamente la viva imagen del muchacho. Quienes lo veían por primera vez lo confundían y llamaban por ese nombre, pero al darse cuenta que no era quien creían se disculpaban de inmediato. P nunca mostró señal de que aquello le molestara. Incluso Gemini llegó a compararlo una vez, cuando encontraron el retrato de Carlo.

    "Hey, mira esto. ¡Se parece a ti! Un poco. Desde cierto ángulo. Ya sabes... si entre cierras un poco los ojos... Nah, ¡estoy bromeando, estoy bromeando! No, es que, se ve exactamente igual a ti. Es decir, tu lo ves, ¿cierto? Mira la nariz y el... ¿cierto?"

    Ni una sola vez hubo respuesta de la marioneta. Estaba bien, Geppetto por algo lo creó a la imagen de su hijo fallecido. Aún así, ¿P realmente lo aceptaba sin más? Era como no tener una identidad realmente propia, solo la sombra de alguien más, cumpliendo expectativas. ¿De verdad no sentía nada al respecto? No estaba seguro. Eran en esas ocasiones en las que llegaba a encontrarse pensando porqué todos se referían a él como "la marioneta de Geppetto" y no por un nombre. Y no por Carlo, un nombre específico solo para él.

    Quizás aún no estaba del todo listo, del todo completo, para tener una identidad fuera de ello. Aún no se había hecho con su propia historia. Aún no estaba del todo consciente que, en realidad, mientras más Ergo recolectaba, solo era para traer a Carlo de vuelta, sus memorias, su esencia.
    Carlo. Un muchacho que falleció por la enfermedad de petrificación, el hijo de Geppetto, un joven con un futuro que jamás llegó. Desde el inicio muchos compararon a la marioneta con Carlo, después de todo, era básicamente la viva imagen del muchacho. Quienes lo veían por primera vez lo confundían y llamaban por ese nombre, pero al darse cuenta que no era quien creían se disculpaban de inmediato. P nunca mostró señal de que aquello le molestara. Incluso Gemini llegó a compararlo una vez, cuando encontraron el retrato de Carlo. "Hey, mira esto. ¡Se parece a ti! Un poco. Desde cierto ángulo. Ya sabes... si entre cierras un poco los ojos... Nah, ¡estoy bromeando, estoy bromeando! No, es que, se ve exactamente igual a ti. Es decir, tu lo ves, ¿cierto? Mira la nariz y el... ¿cierto?" Ni una sola vez hubo respuesta de la marioneta. Estaba bien, Geppetto por algo lo creó a la imagen de su hijo fallecido. Aún así, ¿P realmente lo aceptaba sin más? Era como no tener una identidad realmente propia, solo la sombra de alguien más, cumpliendo expectativas. ¿De verdad no sentía nada al respecto? No estaba seguro. Eran en esas ocasiones en las que llegaba a encontrarse pensando porqué todos se referían a él como "la marioneta de Geppetto" y no por un nombre. Y no por Carlo, un nombre específico solo para él. Quizás aún no estaba del todo listo, del todo completo, para tener una identidad fuera de ello. Aún no se había hecho con su propia historia. Aún no estaba del todo consciente que, en realidad, mientras más Ergo recolectaba, solo era para traer a Carlo de vuelta, sus memorias, su esencia.
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  • La muerte de Asclepio, el hijo de Apolo, es una de las tragedias más desgarradoras que el dios del sol tuvo que enfrentar. Asclepio, nacido de la relación entre Apolo y la mortal Corónide, fue un ser extraordinario, dotado del don de curar enfermedades y devolver la vida a los muertos, un talento que Apolo mismo le inculcó. Sin embargo, su habilidad y ambición desafiaron las leyes naturales establecidas por los dioses, lo que atrajo la ira de Zeus.


    Cuando Zeus descubrió que Asclepio había resucitado a los muertos, temió que su poder alterara el equilibrio del mundo y desafiara la autoridad de los dioses sobre la vida y la muerte. Como castigo, Zeus lanzó un rayo fulminante que acabó con la vida de Asclepio.

    Cuando Apolo supo de la muerte de su hijo, su dolor fue inmenso, una tormenta que incluso su divinidad no pudo mitigar. El brillo del sol, normalmente cálido y vivificante, se tornó frío y distante, reflejando la furia contenida en su interior.

    Apolo (gritando al cielo):
    “¡Padre! ¿Cómo pudiste tomar a mi hijo, sangre de mi sangre? ¡Era un curador, no un destructor! Su don no era una amenaza, sino un regalo para la humanidad. ¡Tu injusticia no quedará impune!”

    La venganza.

    Cegado por la ira y el dolor, Apolo buscó venganza inmediata. No podía desafiar directamente a Zeus, su padre, pero desvió su furia hacia los ciclopes, los gigantes que habían forjado el rayo que mató a Asclepio. Apolo viajó al taller de los ciclopes, ubicado en el corazón del Monte Etna, donde el fuego eterno alimentaba sus forjas.

    Los ciclopes, criaturas de inmensa fuerza y habilidades, no se intimidaron ante la presencia del dios. Sin embargo, Apolo, impulsado por su dolor, brillaba con una intensidad cegadora, su arco y sus flechas como extensiones de su rabia.
    • Primera flecha: Atravesó el pecho de Brontes, el ciclón del trueno.
    • Segunda flecha: Alcanzó a Steropes, el maestro del rayo, dejándolo sin vida.
    • Tercera flecha: Hirió mortalmente a Arges, el ciclón del brillo, destruyendo la última chispa de resistencia de los forjadores.

    Los gritos de los ciclopes resonaron por todo el monte antes de que el fuego en sus forjas se extinguiera. Apolo no mostró misericordia, pues sentía que el dolor que le habían causado era mucho mayor que cualquier acto de venganza.


    Zeus, al enterarse de lo ocurrido, quedó profundamente enfurecido. Aunque Apolo era su hijo, no podía permitir que la muerte de los ciclopes, vitales para los dioses, quedara sin castigo. Como consecuencia, Zeus desterró a Apolo del Olimpo y lo condenó a servir como pastor al servicio del rey Admeto de Tesalia durante un año. Durante ese tiempo, Apolo aprendió la humildad y enfrentó el dolor como un mortal más.

    Sin embargo, incluso en el exilio, Apolo nunca olvidó a Asclepio. Utilizó su tiempo en la tierra para enseñar a los humanos sobre la medicina, perpetuando el legado de su hijo. Al final, su devoción logró que Asclepio fuera elevado al estatus de dios, encontrando un lugar en el Olimpo como el dios de la medicina.

    La historia de Apolo y la muerte de su hijo es un recordatorio de que incluso los dioses no están exentos del dolor, y que el amor de un padre puede desafiar incluso a las leyes divinas.
    La muerte de Asclepio, el hijo de Apolo, es una de las tragedias más desgarradoras que el dios del sol tuvo que enfrentar. Asclepio, nacido de la relación entre Apolo y la mortal Corónide, fue un ser extraordinario, dotado del don de curar enfermedades y devolver la vida a los muertos, un talento que Apolo mismo le inculcó. Sin embargo, su habilidad y ambición desafiaron las leyes naturales establecidas por los dioses, lo que atrajo la ira de Zeus. Cuando Zeus descubrió que Asclepio había resucitado a los muertos, temió que su poder alterara el equilibrio del mundo y desafiara la autoridad de los dioses sobre la vida y la muerte. Como castigo, Zeus lanzó un rayo fulminante que acabó con la vida de Asclepio. Cuando Apolo supo de la muerte de su hijo, su dolor fue inmenso, una tormenta que incluso su divinidad no pudo mitigar. El brillo del sol, normalmente cálido y vivificante, se tornó frío y distante, reflejando la furia contenida en su interior. Apolo (gritando al cielo): “¡Padre! ¿Cómo pudiste tomar a mi hijo, sangre de mi sangre? ¡Era un curador, no un destructor! Su don no era una amenaza, sino un regalo para la humanidad. ¡Tu injusticia no quedará impune!” La venganza. Cegado por la ira y el dolor, Apolo buscó venganza inmediata. No podía desafiar directamente a Zeus, su padre, pero desvió su furia hacia los ciclopes, los gigantes que habían forjado el rayo que mató a Asclepio. Apolo viajó al taller de los ciclopes, ubicado en el corazón del Monte Etna, donde el fuego eterno alimentaba sus forjas. Los ciclopes, criaturas de inmensa fuerza y habilidades, no se intimidaron ante la presencia del dios. Sin embargo, Apolo, impulsado por su dolor, brillaba con una intensidad cegadora, su arco y sus flechas como extensiones de su rabia. • Primera flecha: Atravesó el pecho de Brontes, el ciclón del trueno. • Segunda flecha: Alcanzó a Steropes, el maestro del rayo, dejándolo sin vida. • Tercera flecha: Hirió mortalmente a Arges, el ciclón del brillo, destruyendo la última chispa de resistencia de los forjadores. Los gritos de los ciclopes resonaron por todo el monte antes de que el fuego en sus forjas se extinguiera. Apolo no mostró misericordia, pues sentía que el dolor que le habían causado era mucho mayor que cualquier acto de venganza. Zeus, al enterarse de lo ocurrido, quedó profundamente enfurecido. Aunque Apolo era su hijo, no podía permitir que la muerte de los ciclopes, vitales para los dioses, quedara sin castigo. Como consecuencia, Zeus desterró a Apolo del Olimpo y lo condenó a servir como pastor al servicio del rey Admeto de Tesalia durante un año. Durante ese tiempo, Apolo aprendió la humildad y enfrentó el dolor como un mortal más. Sin embargo, incluso en el exilio, Apolo nunca olvidó a Asclepio. Utilizó su tiempo en la tierra para enseñar a los humanos sobre la medicina, perpetuando el legado de su hijo. Al final, su devoción logró que Asclepio fuera elevado al estatus de dios, encontrando un lugar en el Olimpo como el dios de la medicina. La historia de Apolo y la muerte de su hijo es un recordatorio de que incluso los dioses no están exentos del dolor, y que el amor de un padre puede desafiar incluso a las leyes divinas.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    /el nivel de enfermedad que manejo con este personaje es… Creo que queda claro por que entro poco aqui (¿)
    /el nivel de enfermedad que manejo con este personaje es… Creo que queda claro por que entro poco aqui (¿)
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  • El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti.

    En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste.

    Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso.

    Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original.

    Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas.

    La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte.

    Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes.

    Los que embalsamaron tu anatomía de bestia.

    Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti.

    No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños.


    Carne de mi carne, ruega por nosotros.

    Postre de mis entrañas, te rezo.


    Ante ti.

    Carmelo.

    Carmelo.

    Camelia.

    Cabeza.

    Coronas.

    Descubrimientos.

    Dibujos rupestres.

    En el revés de mi revés.


    Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia.


    En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario.


    Así te soñé.

    Eras mío.

    El final.

    Es.

    Inminente.

    Inclusive más lento.

    Te sueño.

    Tu compañía.

    mi consorte.

    Te sueño

    Surfista del mar de hierba.

    Espejo.

    censurados sueños.

    Consensuados.


    Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti.


    Amigo imaginario.

    Sé feliz.


    Amigo imaginario.

    Ruego y rezo.


    Por tu libertad.

    Sublime.

    Lamento.

    Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida.

    Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio.

    El Sol.fue mi aliado.
    Las estrellas.mi fuente.
    La Luna mi amante.
    Perpetúa adoración.

    Te recuerdo.
    Te veo. Te veo. Te veo.
    Huevo.
    adornado.
    Con ónix dormido.
    Mis adiamantados. Huesos.
    Océano de arena.

    Te pienso. Te pienso. Te pienso.

    Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero.

    ¿Por qué debí velar por tu integridad?
    ¿Por qué he de cargar con esta culpa?
    Tanteo la madera del sillón.
    Contemplo a la ventana.

    No sé. No sé. No sé.
    Mi cordura.
    Desconozco si la perderé.
    Un extravío.
    De mi cordura.
    Rescato con ella.

    Mi Paz.

    Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas.

    En.mi.mente.
    Respondo.
    En tu mente.
    Existo.

    Soy la libertad.
    Sublime.
    Me convierto.
    En.
    Crepúsculo.
    Luna Nueva.
    Eclipse.
    Amanecer de Medianoche.
    La elipsis.
    Y.en.mi.sárcofago.pienso.
    Reconozco.
    Que te extraño.
    El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti. En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste. Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso. Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original. Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas. La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte. Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes. Los que embalsamaron tu anatomía de bestia. Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti. No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños. Carne de mi carne, ruega por nosotros. Postre de mis entrañas, te rezo. Ante ti. Carmelo. Carmelo. Camelia. Cabeza. Coronas. Descubrimientos. Dibujos rupestres. En el revés de mi revés. Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia. En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario. Así te soñé. Eras mío. El final. Es. Inminente. Inclusive más lento. Te sueño. Tu compañía. mi consorte. Te sueño Surfista del mar de hierba. Espejo. censurados sueños. Consensuados. Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti. Amigo imaginario. Sé feliz. Amigo imaginario. Ruego y rezo. Por tu libertad. Sublime. Lamento. Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida. Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio. El Sol.fue mi aliado. Las estrellas.mi fuente. La Luna mi amante. Perpetúa adoración. Te recuerdo. Te veo. Te veo. Te veo. Huevo. adornado. Con ónix dormido. Mis adiamantados. Huesos. Océano de arena. Te pienso. Te pienso. Te pienso. Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero. ¿Por qué debí velar por tu integridad? ¿Por qué he de cargar con esta culpa? Tanteo la madera del sillón. Contemplo a la ventana. No sé. No sé. No sé. Mi cordura. Desconozco si la perderé. Un extravío. De mi cordura. Rescato con ella. Mi Paz. Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas. En.mi.mente. Respondo. En tu mente. Existo. Soy la libertad. Sublime. Me convierto. En. Crepúsculo. Luna Nueva. Eclipse. Amanecer de Medianoche. La elipsis. Y.en.mi.sárcofago.pienso. Reconozco. Que te extraño.
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  • "Por un segundo... fue el fin del mundo"
    Fandom The Walking Dead
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ "Y cuando todo parecía controlado y
    ㅤㅤㅤㅤlas medicinas llegaron… Todo tembló…
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Daryl Dixon


    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤLa semanas siguientes a aquel primer enfrentamiento con Woodbury fueron intensas para el grupo. Sabedores de que El Gobernador no se detendría en su empeño habían reforzado la cárcel, y en vista de que la reunión entre este y Rick -líder del grupo de Atlanta- había resultado ser totalmente estéril. Liv sabia que algo iba mal pero su padre todavía se empeñaba en guardar secretos sobre sus planes. Planes que solo llegó a compartir con Daryl y Hershel.

    Por esos dias, Andrea hizo una breve aparición en la cárcel, bastante tensa al principio, pues todo su interés era que cesaran las hostilidades, pero estaba claro que nadie en la prisión iba a ceder. No después de lo ocurrido a Maggie, Glenn o la pelea de zombies con Daryl y Merle. Ya no había punto y aparte en todo aquello… Era curioso pero a pesar de haber pasado meses sin verla, Liv todavía no había desarrollado simpatía por aquella mujer y, mucho menos, después de enterarse de lo acaecido en Woodbury entre ella, Michonne y aquel cabrón. ¿Qué clase de persona cambiaba a una amiga por un par de polvos? Aquello le hizo sentir una rara y repentina simpatía por Michonne. Lo que ayudó a que ambas mujeres estrecharan lazos.

    Fue demasiado tarde cuando Liv se enteró de los planes de Rick. Y es que al no ver en la prisión a Merle ni Michonne y tras escuchar a Daryl contarle la rara conversacion que había tenido con su hermano horas atrás, no le quedó ninguna duda de donde estaban ninguno de los dos. Ese cabrón había ido a entregar a Michonne. Y no había que ser muy inteligente para entender que ese era el secreto que Rick guardaba tras su reunión con El Gobernador.

    Merle había muerto intentando hacer algo bueno, pues al final en el último momento venció su honradez. No estaba mal un último acto de redención al dejar libre a Michonne y tratar de enfrentar él mismo al Gobernador…

    En lugar de plantar cara al Gobernador decidieron usar una táctica de tierra quemada… Si ellos aparentaban no estar en la cárcel cuando este llegara, ¿de qué le serviría siquiera al Gobernador aquel lugar? Absolutamente de nada.

    De ese modo no fue difícil repeler el ataque y El Gobernador y sus hombres tuvieron que salir de aquel lugar con el rabo entre las piernas. Lo que ninguno esperaba fueron las consecuencias de todo eso… Y es que el Gobernador asesino de forma cruel y despiadada al convoy de hombres que había llevado hasta la prisión… Después de esto, nadie lo volvió a ver…

    El grupo de la prisión decidió recoger a las personas residentes en Woodbury y llevarlos consigo a la prisión y… fue un alivio pues, horas mas tarde de aquello vieron una columna de humo gris alzarse entre los arboles dando clara evidencia de que el pueblo del Gobernador había ardido hasta los cimientos.

    >> Con el paso de las semanas y los meses se realizaron cambios dentro de la prisión… Rick había decidido renunciar al liderazgo del grupo, por lo que ahora este peso recaía en un Consejo formado por Hershel, Carol, Daryl y Sasha entre otros. Y, por supuesto, Liv.

    Hubo mejoras, tambien, en la organización de la prisión: se limpiaron dos pabellones y se estableció allí a los supervivientes de Woodbury y otros tantos que Daryl encontraba en la carretera mientras buscaba al Gobernador. Algunos en grupo como eran los siete miembros del grupo que Daryl encontró en Decatur, y otros solitarios, como fue Bob, un doctor al que parecía perseguir la mala suerte y que había encontrado en la prisión su segunda (o quinta) oportunidad.

    Por supuesto, la relacion entre Daryl y Liv se había vuelto muchisimo más estrecha y consolidada. A medida que los dos ocupaban sus puestos como miembros del Consejo se convertían en figuras de referencia para otros miembros de aquel grupo. Casi siempre se los veia juntos, pero no de un modo empalagoso o zanganeando… No, la verdad es que esos dos eran bastante activos y se habían dado cuenta de que su dinámica de pareja funcionaba sorprendentemente bien haciendo que se entendieran sin palabras apenas.

    Tenían su propia habitación en el bloque de celdas, a pesar de que a Liv le costó bastante que Daryl accediera a dormir en aquel cubículo, y se habían hecho dueños de una de las torres de vigilancia que prácticamente estaba decorada a su antojo, para hacerles más amenas las horas de vigilia allí arriba.

    -Feliz aniversario -le dijo un día Liv a Daryl sorprendiendo al sureño de buena mañana, y rápidamente añadió- No es que lleve la cuenta, pero… este me parece tan buen día como otro para decirlo…- rio antes de plantar un beso en los labios del arquero.

    Se construyó una pocilga para albergar cerdos salvajes capturados por Rick, tambien un par de cuadras para recoger caballos que Daryl había divisado en una granja cercana… y se habían creado campos de cultivo cuidados por Hershel, Rick y Carl… En el centro del patio se había construido una pérgola con materiales que fueron encontrando por la zona y se había construido una rudimentaria cocina exterior que daba de comer a los habitantes de la prisión.

    Aquellos meses de primavera habían sido favorables para el grupo superviviente de Atlanta y sus nuevos amigos. Todos se habían asentado y casi miraban con optimismo al futuro. Incluso Daryl había dejado de salir a buscar al Gobernador. No asi Michonne, quien cada vez parecía irse más lejos en busca de alguna pista pero siempre regresaba sin nada más que algunos comics, golosinas y algo que contarle a Carl… Esos dos habían hecho muy buenas migas… La samurái tampoco se olvidaba de Liv, pues en uno de sus viajes le trajo unas excelentes gafas de sol que hicieron las delicias de la hija del Sheriff.

    Pero, como siempre pasa en las grandes historias, las cosas habían de torcerse:

    Un brote de gripe asoló la prisión diezmando considerablemente la población del interior de la estructura. Entre los enfermos se contaban nombres como: Sasha, Glenn, Liv, Lizzie (una de las dos niñas que Carol se había visto obligada a adoptar). Cuando el medico que se ocupaba de los enfermos tambien sucumbió a la enfermedad fue Hershel quien se ocupo de mantener con vida a los enfermos del pabellón.

    Daryl, Tyresse, Bob y Michonne marcharon a un centro Universitario Veterinario en busca de medicamentos que pudieran paliar la situación de los enfermos.

    ¿He dicho que las cosas habían de torcerse? Aun faltaba lo peor: caos.

    Los enfermos que murieron en el pabellón donde se había aislado a las víctimas de aquella gripe despertaron convertidos en zombies y comenzaron a atacar a los pocos que restaban con vida, los muertos del exterior de la prisión casi lograron tirar la valla de no haber sido por Rick y Carl… Y cuando todo parecía controlado y las medicinas llegaron…

    Todo tembló…

    El Gobernador regresó con un nuevo grupo y había hecho prisioneros a Hershel y Michonne y, aunque Rick intentó mediar para proteger al grupo, no había palabras que convencieran a ese hombre… Decapitó a Hershel con la katana de Michonne y entonces… estalló la guerra. Todo fueron disparos, carreras…

    Siguiendo el plan de huida establecido meses atrás, Daryl instó a Liv de subir al autobús que sacaría a los enfermos de allí, prometiéndole que iria justo detrás de ella. Los minutos pasaban y Daryl no aparecia. El conductor del autobús apremio a Liv informándole de que no podían esperar más. Por lo que Liv bajó del vehículo y se cargó su arco y flechas al hombro dispuesta a buscar al arquero. Pero cuando regresó al centro de la batalla… se dio cuenta de que todo estaba perdido. La prisión estaba en llamas, el tanque del Gobernador había abierto boquetes irreparables en los muros y… todo estaba repleto de muertos que campaban a sus anchas. Se adentró en el patio lo justo para descubrir la sillita de bebé de Judith, su hermana a quien Carl había dado el nombre, llena de sangre. Aquello fue un mazazo emocional irreparable para Liv, quien tuvo que huir de la prisión haciendo un agujero en la valla y huyendo por el punto mas alejado de los muertos que ahora habían tomado aquel lugar.

    Lo había perdido todo. Absolutamente todo. A su familia. A sus amigos. A Daryl. Absolutamente… todo…

    Estaba sola. Y esta vez sin un Daryl que viniera a buscarla y llevarla de vuelta… La única esperanza que le quedaba era la de pensar en que podrían seguir con vida, aunque no volviera a verlos… Aunque hordas de muertos los separasen… Pero nada le aseguraba aquello…



    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #RolPrivado
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ "Y cuando todo parecía controlado y ㅤㅤㅤㅤlas medicinas llegaron… Todo tembló… ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [DarylDixon] ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤLa semanas siguientes a aquel primer enfrentamiento con Woodbury fueron intensas para el grupo. Sabedores de que El Gobernador no se detendría en su empeño habían reforzado la cárcel, y en vista de que la reunión entre este y Rick -líder del grupo de Atlanta- había resultado ser totalmente estéril. Liv sabia que algo iba mal pero su padre todavía se empeñaba en guardar secretos sobre sus planes. Planes que solo llegó a compartir con Daryl y Hershel. Por esos dias, Andrea hizo una breve aparición en la cárcel, bastante tensa al principio, pues todo su interés era que cesaran las hostilidades, pero estaba claro que nadie en la prisión iba a ceder. No después de lo ocurrido a Maggie, Glenn o la pelea de zombies con Daryl y Merle. Ya no había punto y aparte en todo aquello… Era curioso pero a pesar de haber pasado meses sin verla, Liv todavía no había desarrollado simpatía por aquella mujer y, mucho menos, después de enterarse de lo acaecido en Woodbury entre ella, Michonne y aquel cabrón. ¿Qué clase de persona cambiaba a una amiga por un par de polvos? Aquello le hizo sentir una rara y repentina simpatía por Michonne. Lo que ayudó a que ambas mujeres estrecharan lazos. Fue demasiado tarde cuando Liv se enteró de los planes de Rick. Y es que al no ver en la prisión a Merle ni Michonne y tras escuchar a Daryl contarle la rara conversacion que había tenido con su hermano horas atrás, no le quedó ninguna duda de donde estaban ninguno de los dos. Ese cabrón había ido a entregar a Michonne. Y no había que ser muy inteligente para entender que ese era el secreto que Rick guardaba tras su reunión con El Gobernador. Merle había muerto intentando hacer algo bueno, pues al final en el último momento venció su honradez. No estaba mal un último acto de redención al dejar libre a Michonne y tratar de enfrentar él mismo al Gobernador… En lugar de plantar cara al Gobernador decidieron usar una táctica de tierra quemada… Si ellos aparentaban no estar en la cárcel cuando este llegara, ¿de qué le serviría siquiera al Gobernador aquel lugar? Absolutamente de nada. De ese modo no fue difícil repeler el ataque y El Gobernador y sus hombres tuvieron que salir de aquel lugar con el rabo entre las piernas. Lo que ninguno esperaba fueron las consecuencias de todo eso… Y es que el Gobernador asesino de forma cruel y despiadada al convoy de hombres que había llevado hasta la prisión… Después de esto, nadie lo volvió a ver… El grupo de la prisión decidió recoger a las personas residentes en Woodbury y llevarlos consigo a la prisión y… fue un alivio pues, horas mas tarde de aquello vieron una columna de humo gris alzarse entre los arboles dando clara evidencia de que el pueblo del Gobernador había ardido hasta los cimientos. >> Con el paso de las semanas y los meses se realizaron cambios dentro de la prisión… Rick había decidido renunciar al liderazgo del grupo, por lo que ahora este peso recaía en un Consejo formado por Hershel, Carol, Daryl y Sasha entre otros. Y, por supuesto, Liv. Hubo mejoras, tambien, en la organización de la prisión: se limpiaron dos pabellones y se estableció allí a los supervivientes de Woodbury y otros tantos que Daryl encontraba en la carretera mientras buscaba al Gobernador. Algunos en grupo como eran los siete miembros del grupo que Daryl encontró en Decatur, y otros solitarios, como fue Bob, un doctor al que parecía perseguir la mala suerte y que había encontrado en la prisión su segunda (o quinta) oportunidad. Por supuesto, la relacion entre Daryl y Liv se había vuelto muchisimo más estrecha y consolidada. A medida que los dos ocupaban sus puestos como miembros del Consejo se convertían en figuras de referencia para otros miembros de aquel grupo. Casi siempre se los veia juntos, pero no de un modo empalagoso o zanganeando… No, la verdad es que esos dos eran bastante activos y se habían dado cuenta de que su dinámica de pareja funcionaba sorprendentemente bien haciendo que se entendieran sin palabras apenas. Tenían su propia habitación en el bloque de celdas, a pesar de que a Liv le costó bastante que Daryl accediera a dormir en aquel cubículo, y se habían hecho dueños de una de las torres de vigilancia que prácticamente estaba decorada a su antojo, para hacerles más amenas las horas de vigilia allí arriba. -Feliz aniversario -le dijo un día Liv a Daryl sorprendiendo al sureño de buena mañana, y rápidamente añadió- No es que lleve la cuenta, pero… este me parece tan buen día como otro para decirlo…- rio antes de plantar un beso en los labios del arquero. Se construyó una pocilga para albergar cerdos salvajes capturados por Rick, tambien un par de cuadras para recoger caballos que Daryl había divisado en una granja cercana… y se habían creado campos de cultivo cuidados por Hershel, Rick y Carl… En el centro del patio se había construido una pérgola con materiales que fueron encontrando por la zona y se había construido una rudimentaria cocina exterior que daba de comer a los habitantes de la prisión. Aquellos meses de primavera habían sido favorables para el grupo superviviente de Atlanta y sus nuevos amigos. Todos se habían asentado y casi miraban con optimismo al futuro. Incluso Daryl había dejado de salir a buscar al Gobernador. No asi Michonne, quien cada vez parecía irse más lejos en busca de alguna pista pero siempre regresaba sin nada más que algunos comics, golosinas y algo que contarle a Carl… Esos dos habían hecho muy buenas migas… La samurái tampoco se olvidaba de Liv, pues en uno de sus viajes le trajo unas excelentes gafas de sol que hicieron las delicias de la hija del Sheriff. Pero, como siempre pasa en las grandes historias, las cosas habían de torcerse: Un brote de gripe asoló la prisión diezmando considerablemente la población del interior de la estructura. Entre los enfermos se contaban nombres como: Sasha, Glenn, Liv, Lizzie (una de las dos niñas que Carol se había visto obligada a adoptar). Cuando el medico que se ocupaba de los enfermos tambien sucumbió a la enfermedad fue Hershel quien se ocupo de mantener con vida a los enfermos del pabellón. Daryl, Tyresse, Bob y Michonne marcharon a un centro Universitario Veterinario en busca de medicamentos que pudieran paliar la situación de los enfermos. ¿He dicho que las cosas habían de torcerse? Aun faltaba lo peor: caos. Los enfermos que murieron en el pabellón donde se había aislado a las víctimas de aquella gripe despertaron convertidos en zombies y comenzaron a atacar a los pocos que restaban con vida, los muertos del exterior de la prisión casi lograron tirar la valla de no haber sido por Rick y Carl… Y cuando todo parecía controlado y las medicinas llegaron… Todo tembló… El Gobernador regresó con un nuevo grupo y había hecho prisioneros a Hershel y Michonne y, aunque Rick intentó mediar para proteger al grupo, no había palabras que convencieran a ese hombre… Decapitó a Hershel con la katana de Michonne y entonces… estalló la guerra. Todo fueron disparos, carreras… Siguiendo el plan de huida establecido meses atrás, Daryl instó a Liv de subir al autobús que sacaría a los enfermos de allí, prometiéndole que iria justo detrás de ella. Los minutos pasaban y Daryl no aparecia. El conductor del autobús apremio a Liv informándole de que no podían esperar más. Por lo que Liv bajó del vehículo y se cargó su arco y flechas al hombro dispuesta a buscar al arquero. Pero cuando regresó al centro de la batalla… se dio cuenta de que todo estaba perdido. La prisión estaba en llamas, el tanque del Gobernador había abierto boquetes irreparables en los muros y… todo estaba repleto de muertos que campaban a sus anchas. Se adentró en el patio lo justo para descubrir la sillita de bebé de Judith, su hermana a quien Carl había dado el nombre, llena de sangre. Aquello fue un mazazo emocional irreparable para Liv, quien tuvo que huir de la prisión haciendo un agujero en la valla y huyendo por el punto mas alejado de los muertos que ahora habían tomado aquel lugar. Lo había perdido todo. Absolutamente todo. A su familia. A sus amigos. A Daryl. Absolutamente… todo… Estaba sola. Y esta vez sin un Daryl que viniera a buscarla y llevarla de vuelta… La única esperanza que le quedaba era la de pensar en que podrían seguir con vida, aunque no volviera a verlos… Aunque hordas de muertos los separasen… Pero nada le aseguraba aquello… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #RolPrivado
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
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    Disponible
    Me encocora
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  • —No le queda mucho tiempo—.

    "Lo sé".

    "Qué bueno".

    "Que se dé prisa".

    "Ya era hora".

    Había estado practicando para este momento por un largo, largo tiempo. Tantas cosas que pudo decir en ese instante, tan crueles como las que había escuchado de esos labios ahora secos, pálidos, resquebrajados por la enfermedad y la vejez.

    Y, sin embargo, su respuesta fue... ninguna.

    Silencio.

    No pudo decir nada. No pudo sentir nada. ¿Ira? ¿Felicidad? ¿Alivio? ¿Tristeza, incluso?

    ¿Nada? ¿De verdad no había nada?

    —No voy a decirle lo que tiene que hacer, pero... es su padre. Si hay algo que tengan que decirse, tiene que ser ahora—.

    El doctor tenía razón. Los doctores siempre suelen tener la razón, después de todo.

    Entró al cuarto, lo vio tendido ahí, rodeado de las máquinas que se esforzaban para mantenerlo aferrado a este mundo.

    Se miraron. Por una última vez, sus ojos se encontraron.

    Y entonces... nada.

    No había nada. Nunca hubo nada.

    Los resplandores de la pirotecnia tomaron turnos iluminando la habitación. Breves, fugaces, como los instantes que les quedaban. Y seguía sin haber nada.

    Como un susurro, apareció un conteo regresivo. Distante; una fiesta que cerraba el año anunciaba los segundos que quedaban antes de que un nuevo comienzo llegara. Distante, tan distante, que el sonido de las máquinas lo opacaba. Distante, pero presente.

    Diez, nueve, ocho, siete, seis.

    Todavía no había nada. Separó los labios, pero no hubo sonido que pudiera salir de ellos.

    Cinco, cuatro, tres, dos, uno.

    Plana, ininterrumpida como el ruido que ahora hacía quedó esa línea verde sobre el monitor. El personal del hospital apareció como si ese sonido los hubiera invocado.

    Ah, ahora sí había algo por decir.

    —Feliz Año Nuevo, viejo—.
    —No le queda mucho tiempo—. "Lo sé". "Qué bueno". "Que se dé prisa". "Ya era hora". Había estado practicando para este momento por un largo, largo tiempo. Tantas cosas que pudo decir en ese instante, tan crueles como las que había escuchado de esos labios ahora secos, pálidos, resquebrajados por la enfermedad y la vejez. Y, sin embargo, su respuesta fue... ninguna. Silencio. No pudo decir nada. No pudo sentir nada. ¿Ira? ¿Felicidad? ¿Alivio? ¿Tristeza, incluso? ¿Nada? ¿De verdad no había nada? —No voy a decirle lo que tiene que hacer, pero... es su padre. Si hay algo que tengan que decirse, tiene que ser ahora—. El doctor tenía razón. Los doctores siempre suelen tener la razón, después de todo. Entró al cuarto, lo vio tendido ahí, rodeado de las máquinas que se esforzaban para mantenerlo aferrado a este mundo. Se miraron. Por una última vez, sus ojos se encontraron. Y entonces... nada. No había nada. Nunca hubo nada. Los resplandores de la pirotecnia tomaron turnos iluminando la habitación. Breves, fugaces, como los instantes que les quedaban. Y seguía sin haber nada. Como un susurro, apareció un conteo regresivo. Distante; una fiesta que cerraba el año anunciaba los segundos que quedaban antes de que un nuevo comienzo llegara. Distante, tan distante, que el sonido de las máquinas lo opacaba. Distante, pero presente. Diez, nueve, ocho, siete, seis. Todavía no había nada. Separó los labios, pero no hubo sonido que pudiera salir de ellos. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Plana, ininterrumpida como el ruido que ahora hacía quedó esa línea verde sobre el monitor. El personal del hospital apareció como si ese sonido los hubiera invocado. Ah, ahora sí había algo por decir. —Feliz Año Nuevo, viejo—.
    Me entristece
    5
    0 turnos 0 maullidos 1050 vistas
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //Ya es un año completo en el que estoy aqui,francamente pense que era menos pero aqui estoy,tratando de ser alguien que de buen material a la plataforma pese a mi situación emocional y mental



    Hace varios meses atras tenia amigos y colegas con los cuales tenia con quien compartir mis ideas,ahora estoy (en cierto modo)
    Por mi cuenta en este lugar,lo cual hace mas dificil tener ganas en hacer contenido,se puede notar con somo ver mi actividad hace meses atras comparadas con la actividad actual,en este punto es en el que estoy en el borde del abismo,al borde de tirar todo esto que construi desde hace 5 años atras,todo el Lore de la Familia Wimbleton,mis personajes que tuvieron que desaparecer por mi falta de ganas de seguir haciendo esto me consume poco a poco,como si fuera una enfermedad terminal


    Admito que varias veces dije que me queria ir y al final segui haciendo mi trabajo,pero hasta ahora no me tome en serio esa decisión y ahora dependera de lo que pase de aqui hasta las fiestas para ver si yo,Marlboro Man,quiero seguir con esto


    DEDICADO A MIS PERSOANJES DESAPARECIDOS O MUERTOS


    •Bladewolf
    •Giancarlo Fisichella
    •Dimitri Spitnoski Kalashnicov
    •Lucille Denise Wimbleton
    •Michael Wimbleton
    •Steven "Deimos" Wimbleton
    •Stanley Wimbleton
    •Auditor
    •Joseph Wimbleton
    •Valentino
    •Clon 33
    •Shadow_Entity_41

    HANK JAMES WIMBLETON
    //Ya es un año completo en el que estoy aqui,francamente pense que era menos pero aqui estoy,tratando de ser alguien que de buen material a la plataforma pese a mi situación emocional y mental Hace varios meses atras tenia amigos y colegas con los cuales tenia con quien compartir mis ideas,ahora estoy (en cierto modo) Por mi cuenta en este lugar,lo cual hace mas dificil tener ganas en hacer contenido,se puede notar con somo ver mi actividad hace meses atras comparadas con la actividad actual,en este punto es en el que estoy en el borde del abismo,al borde de tirar todo esto que construi desde hace 5 años atras,todo el Lore de la Familia Wimbleton,mis personajes que tuvieron que desaparecer por mi falta de ganas de seguir haciendo esto me consume poco a poco,como si fuera una enfermedad terminal Admito que varias veces dije que me queria ir y al final segui haciendo mi trabajo,pero hasta ahora no me tome en serio esa decisión y ahora dependera de lo que pase de aqui hasta las fiestas para ver si yo,Marlboro Man,quiero seguir con esto DEDICADO A MIS PERSOANJES DESAPARECIDOS O MUERTOS •Bladewolf •Giancarlo Fisichella •Dimitri Spitnoski Kalashnicov •Lucille Denise Wimbleton •Michael Wimbleton •Steven "Deimos" Wimbleton •Stanley Wimbleton •Auditor •Joseph Wimbleton •Valentino •Clon 33 •Shadow_Entity_41 HANK JAMES WIMBLETON
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