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La noche en que nació la Espada de Elune
El Yokai apenas respira.
Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
Akane tensa su poder.
Y yo…
Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.
No es un pensamiento.
No es una voz.
Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.
Veythra:
—Corta el viento.
Corta el hilo.
Su lamento… es tu filo.
Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
Y entonces aparece:
**La katana.
Veythra.
La Espada de Elune.**
Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.
Mi visión cambia.
El templo, Akane, el Yokai…
Todo se disuelve.
Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.
Uno brilla más que los demás.
Un hilo rojizo y tenso.
Y va directo al Yokai.
Tomo aire.
Torpe, inexperta.
Pero guiada por algo que no soy yo.
**Deslizo a Veythra.
Corto.**
El sonido no es un corte.
Es una implosión.
Un estallido invertido que devora todo ruido.
El mundo queda en silencio absoluto un instante.
La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.
Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
El Yokai queda anclado.
Expuesto.
Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.
Y entonces…
**El cielo se rompe.
Un dragón desciende.**
Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.
Sus alas eclipsan la luna roja.
Su rugido hace vibrar la llanura entera.
Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…
**Shein Williams Ishtar.
Nuestro ancestro.**
Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.
En un solo movimiento, elegante y mortal,
rebana la cabeza del Yokai.
La máscara cae.
El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.
—Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
Este Yokai era escurridizo incluso para mí.
---
La loba que escucha la luna
En la Tierra, muy lejos de nosotras,
Ryu observa la luna llena teñida de sangre.
La brisa le eriza el pelaje.
La pupila se le dilata.
Y aúlla.
No sólo por la luna.
No sólo por mí.
Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.
---
El arma huérfana
Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
Fría.
Hambrienta.
Shein se la tiende a Akane.
Ella la observa…
y retira la mano.
—No.
Esta cosa… no debe ser mía.
La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
Sin dueño.
Sin nombre.
Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
La abrazo y el templo suspira aliviado.
La noche en que nació la Espada de Elune
El Yokai apenas respira.
Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
Akane tensa su poder.
Y yo…
Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.
No es un pensamiento.
No es una voz.
Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.
Veythra:
—Corta el viento.
Corta el hilo.
Su lamento… es tu filo.
Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
Y entonces aparece:
**La katana.
Veythra.
La Espada de Elune.**
Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.
Mi visión cambia.
El templo, Akane, el Yokai…
Todo se disuelve.
Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.
Uno brilla más que los demás.
Un hilo rojizo y tenso.
Y va directo al Yokai.
Tomo aire.
Torpe, inexperta.
Pero guiada por algo que no soy yo.
**Deslizo a Veythra.
Corto.**
El sonido no es un corte.
Es una implosión.
Un estallido invertido que devora todo ruido.
El mundo queda en silencio absoluto un instante.
La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.
Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
El Yokai queda anclado.
Expuesto.
Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.
Y entonces…
**El cielo se rompe.
Un dragón desciende.**
Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.
Sus alas eclipsan la luna roja.
Su rugido hace vibrar la llanura entera.
Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…
**Shein Williams Ishtar.
Nuestro ancestro.**
Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.
En un solo movimiento, elegante y mortal,
rebana la cabeza del Yokai.
La máscara cae.
El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.
—Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
Este Yokai era escurridizo incluso para mí.
---
La loba que escucha la luna
En la Tierra, muy lejos de nosotras,
Ryu observa la luna llena teñida de sangre.
La brisa le eriza el pelaje.
La pupila se le dilata.
Y aúlla.
No sólo por la luna.
No sólo por mí.
Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.
---
El arma huérfana
Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
Fría.
Hambrienta.
Shein se la tiende a Akane.
Ella la observa…
y retira la mano.
—No.
Esta cosa… no debe ser mía.
La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
Sin dueño.
Sin nombre.
Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
La abrazo y el templo suspira aliviado.
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La noche en que nació la Espada de Elune
El Yokai apenas respira.
Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
Akane tensa su poder.
Y yo…
Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.
No es un pensamiento.
No es una voz.
Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.
Veythra:
—Corta el viento.
Corta el hilo.
Su lamento… es tu filo.
Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
Y entonces aparece:
**La katana.
Veythra.
La Espada de Elune.**
Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.
Mi visión cambia.
El templo, Akane, el Yokai…
Todo se disuelve.
Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.
Uno brilla más que los demás.
Un hilo rojizo y tenso.
Y va directo al Yokai.
Tomo aire.
Torpe, inexperta.
Pero guiada por algo que no soy yo.
**Deslizo a Veythra.
Corto.**
El sonido no es un corte.
Es una implosión.
Un estallido invertido que devora todo ruido.
El mundo queda en silencio absoluto un instante.
La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.
Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
El Yokai queda anclado.
Expuesto.
Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.
Y entonces…
**El cielo se rompe.
Un dragón desciende.**
Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.
Sus alas eclipsan la luna roja.
Su rugido hace vibrar la llanura entera.
Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…
**Shein Williams Ishtar.
Nuestro ancestro.**
Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.
En un solo movimiento, elegante y mortal,
rebana la cabeza del Yokai.
La máscara cae.
El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.
—Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
Este Yokai era escurridizo incluso para mí.
---
La loba que escucha la luna
En la Tierra, muy lejos de nosotras,
Ryu observa la luna llena teñida de sangre.
La brisa le eriza el pelaje.
La pupila se le dilata.
Y aúlla.
No sólo por la luna.
No sólo por mí.
Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.
---
El arma huérfana
Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
Fría.
Hambrienta.
Shein se la tiende a Akane.
Ella la observa…
y retira la mano.
—No.
Esta cosa… no debe ser mía.
La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
Sin dueño.
Sin nombre.
Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
La abrazo y el templo suspira aliviado.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La noche en que nació la Espada de Elune
El Yokai apenas respira.
Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
Akane tensa su poder.
Y yo…
Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.
No es un pensamiento.
No es una voz.
Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.
Veythra:
—Corta el viento.
Corta el hilo.
Su lamento… es tu filo.
Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
Y entonces aparece:
**La katana.
Veythra.
La Espada de Elune.**
Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.
Mi visión cambia.
El templo, Akane, el Yokai…
Todo se disuelve.
Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.
Uno brilla más que los demás.
Un hilo rojizo y tenso.
Y va directo al Yokai.
Tomo aire.
Torpe, inexperta.
Pero guiada por algo que no soy yo.
**Deslizo a Veythra.
Corto.**
El sonido no es un corte.
Es una implosión.
Un estallido invertido que devora todo ruido.
El mundo queda en silencio absoluto un instante.
La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.
Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
El Yokai queda anclado.
Expuesto.
Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.
Y entonces…
**El cielo se rompe.
Un dragón desciende.**
Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.
Sus alas eclipsan la luna roja.
Su rugido hace vibrar la llanura entera.
Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…
**Shein Williams Ishtar.
Nuestro ancestro.**
Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.
En un solo movimiento, elegante y mortal,
rebana la cabeza del Yokai.
La máscara cae.
El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.
—Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
Este Yokai era escurridizo incluso para mí.
---
La loba que escucha la luna
En la Tierra, muy lejos de nosotras,
Ryu observa la luna llena teñida de sangre.
La brisa le eriza el pelaje.
La pupila se le dilata.
Y aúlla.
No sólo por la luna.
No sólo por mí.
Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.
---
El arma huérfana
Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
Fría.
Hambrienta.
Shein se la tiende a Akane.
Ella la observa…
y retira la mano.
—No.
Esta cosa… no debe ser mía.
La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
Sin dueño.
Sin nombre.
Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
La abrazo y el templo suspira aliviado.
La noche en que nació la Espada de Elune
El Yokai apenas respira.
Yuna yace inmóvil entre las flores que mueren.
Akane tensa su poder.
Y yo…
Yo siento cómo Veythra despierta dentro de mí.
No es un pensamiento.
No es una voz.
Es una vibración antigua, un eco que nace en mis huesos.
Veythra:
—Corta el viento.
Corta el hilo.
Su lamento… es tu filo.
Mi sombra se curva, mi mano se extiende sin que yo la ordene.
Y entonces aparece:
**La katana.
Veythra.
La Espada de Elune.**
Negra y plateada a la vez, como luz atrapada en obsidiana.
El poder lunar y el Caos latiendo juntos en un mismo cuerpo.
Mi visión cambia.
El templo, Akane, el Yokai…
Todo se disuelve.
Y ante mí se abre un universo hecho de hilos:
miles, millones, infinitos filamentos que conectan vidas, sueños, cuerpos, almas.
Uno brilla más que los demás.
Un hilo rojizo y tenso.
Y va directo al Yokai.
Tomo aire.
Torpe, inexperta.
Pero guiada por algo que no soy yo.
**Deslizo a Veythra.
Corto.**
El sonido no es un corte.
Es una implosión.
Un estallido invertido que devora todo ruido.
El mundo queda en silencio absoluto un instante.
La brecha que creo atraviesa al Yokai, desgarrándolo de un modo perfecto y cruel.
Akane, ágil como un rayo, aprovecha la apertura.
ºUn conjuro cae sobre la criatura como grilletes de luz púrpura.
El Yokai queda anclado.
Expuesto.
Comienza a retorcerse, su máscara crujiendo como hueso bajo un peso divino.
Y entonces…
**El cielo se rompe.
Un dragón desciende.**
Un dragón inmenso, ancestral, invocado por el poder que acabamos de desatar.
Sus alas eclipsan la luna roja.
Su rugido hace vibrar la llanura entera.
Y junto a él, como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos…
**Shein Williams Ishtar.
Nuestro ancestro.**
Aparece entre destellos azulados, cayendo desde la espina del dragón como un cometa humano.
En un solo movimiento, elegante y mortal,
rebana la cabeza del Yokai.
La máscara cae.
El cuerpo se disuelve en cenizas negras.
El alma del Yokai queda atrapada en la hoja de Shein.
—Bien hecho, pequeñas. —dice, sin apenas esfuerzo—
Este Yokai era escurridizo incluso para mí.
---
La loba que escucha la luna
En la Tierra, muy lejos de nosotras,
Ryu observa la luna llena teñida de sangre.
La brisa le eriza el pelaje.
La pupila se le dilata.
Y aúlla.
No sólo por la luna.
No sólo por mí.
Sino por Veythra, cuya llamada siente en lo más profundo de su alma de licántropa.
---
El arma huérfana
Tras caer el Yokai, su alma toma forma en una espada completamente negra.
Fría.
Hambrienta.
Shein se la tiende a Akane.
Ella la observa…
y retira la mano.
—No.
Esta cosa… no debe ser mía.
La espada cae al suelo clavándose sin esfuerzo en la piedra lunar.
Sin dueño.
Sin nombre.
Yuna despierta, débil, confusa, pero viva.
La abrazo y el templo suspira aliviado.
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