𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏: 𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋
A las manos de Rennyn había llegado un nuevo caso, un hombre había desaparecido en la Alta Ciudad de Baldurs Gate, un hombre con influencias importantes, claro… “Desaparecer” era un término muy vago ya que lo único encontrado de él era una cantidad ingente de sangre por el suelo de su morada.
La única pista que tenían para investigar eran las relaciones de este hombre, es decir, amigos, vecinos, familiares, enemigos.
Por una parte tenía que el desaparecido era una persona amable con ganas de vivir la vida, según contaban sus amigos.
Por otra parte tenía a un hombre cariñoso y comprensivo, según su familia.
Por último tenía que era un hombre que debía demasiado dinero, según sus enemigos.
Hubiera sido fácil apuntar con el dedo a cualquiera de los que decían que debía dinero ¿Verdad? Y eso hubiera sido un error de novato.
Aquella noche había ido a su taberna de confianza a beber un buen vino, a veces el alcohol hace que todo vaya más lento y a Rennyn le de el tiempo suficiente para pensar en qué y cómo debe de actuar, le da tiempo para repasar punto por punto aquello que está investigando.
Y así fue se sumió en sus pensamientos de tal forma que se vio a sí misma en la escena del crimen, en una vista como el de una tercera persona, las manchas de sangre parecían demasiado calculadas, era como si específicamente se hubiera rociado la sangre para ocultar algo, tal vez un rastro ¿Era sangre humana? Eso habría que analizarlo, tal vez si encontraba a alguien con el olfato agudo… Lo segundo en lo que se fijó es que en las paredes había muy pocas manchas por lo que si hubiera, por ejemplo, degollado al desaparecido, este tendría que haber estado suspendido en el aire de forma horizontal, por lo que era demasiado improbable que el desaparecido estuviera muerto. Otra de las cosas que se fijó es que la casa estaba descuidada y no había arrastre de cosas o huellas en la sangre que indicasen unos pasos y alguien moviendo el cuerpo.
Sin duda toda aquella sangre, primero, no era humana y segundo estaba puesta ahí para ocultar más pistas. Ahora sabía lo que tenía que hacer, enviaría a los guardias a que investigasen la zona, revisar sótanos ocultos, habitaciones ocultas, tal vez hasta una salida al tejado que no hubieran visto, quería que examinasen los tablones de madera del suelo buscando indicios de forcejeo y lucha, quería una segunda opinión.
Aquella misma noche, tras su reflexión junto al alcohol hasta altas horas de la noche, caminó hasta quedar frente a la puerta de su hogar, no había luz alguna en las ventanas, por alguna razón esperaba que sí la hubiera, pero vivía sola.
Se quedó mirando aquella puerta de madera pulida, con detalles chapados en oro, un pomo dorado perfectamente redondo, tuvo el ademán de tomar el pomo y girarlo, pero no lo hizo ¿Qué iba a encontrar? Polvo, telas de araña y ratas.
Dio varios pasos atrás observando las dos ventanas que había sobre la puerta, daban al segundo piso, a lo que sería su habitación, allí si uno forzaba la vista, si uno no miraba, observaba podía adivinar unas cortinas de gasa blancas translúcidas, y tras ellas… la figura de un ser sonriendo.
Rennyn dio media vuelta atemorizada, volvería a “dormir” a su despacho, allí al menos se concentraría en su nuevo caso.
Tras una larga caminata desde su hogar hasta los juzgados, subió a su despacho, encendió las velas para tener la lumbre suficiente como para que pareciera un lugar “acogedor” y se sentó sobre su gran silla con las almohadillas forradas con terciopelo rojo.
— Si han ocultado que está, presuntamente, vivo.
Si han perdido el tiempo en borrar un rastro derramando sangre…
Tenemos que encontrar un desliz, algo debe de haber, algo se nos escapa.
Había cogido una pluma, la había cargado de tinta y escribía rápidamente, con una letra que solo Rennyn entendía, detallaba y documentaba el caso, sabía que aquello no quedaría resuelto en dos días. Necesitaba más información aquello era demasiado poco como para tener una hipótesis digna de un gran erudito de la resolución de casos.
Y mientras escribía le vino el recuerdo de aquella sonrisa siniestra que veía de vez en cuando en la ventana de su habitación más allá de la medianoche, la pluma se le resbaló de la mano dejando una gran mancha de tinta, se maldijo por haberse manchado. Y aquella sensación de querer abrir por la ventana, y saltar de esta y acabar con todo apareció en su menudo cuerpo, si bien no era la primera vez que lo pensaba desde que perdió la Perla familiar, aquel tesoro de la familia Silvershield, sí que caminó hasta el ventanal y abrió de par en par.
— Si por mil veces el mundo pereciera, estoy con aquellos que piensan que el mundo perecerá con el fuego.
Decir aquello en voz alta le dio una terrible idea, prender fuego a su hogar.
Desde el ventanal de su despacho podía ver el tejado de su morada en desuso, y si... ¿Y si le prendía fuego y dejaba que todo ardiera hasta los cimientos? Empezaba a necesitar darle a su pasado un bautismo de fuego.
La única pista que tenían para investigar eran las relaciones de este hombre, es decir, amigos, vecinos, familiares, enemigos.
Por una parte tenía que el desaparecido era una persona amable con ganas de vivir la vida, según contaban sus amigos.
Por otra parte tenía a un hombre cariñoso y comprensivo, según su familia.
Por último tenía que era un hombre que debía demasiado dinero, según sus enemigos.
Hubiera sido fácil apuntar con el dedo a cualquiera de los que decían que debía dinero ¿Verdad? Y eso hubiera sido un error de novato.
Aquella noche había ido a su taberna de confianza a beber un buen vino, a veces el alcohol hace que todo vaya más lento y a Rennyn le de el tiempo suficiente para pensar en qué y cómo debe de actuar, le da tiempo para repasar punto por punto aquello que está investigando.
Y así fue se sumió en sus pensamientos de tal forma que se vio a sí misma en la escena del crimen, en una vista como el de una tercera persona, las manchas de sangre parecían demasiado calculadas, era como si específicamente se hubiera rociado la sangre para ocultar algo, tal vez un rastro ¿Era sangre humana? Eso habría que analizarlo, tal vez si encontraba a alguien con el olfato agudo… Lo segundo en lo que se fijó es que en las paredes había muy pocas manchas por lo que si hubiera, por ejemplo, degollado al desaparecido, este tendría que haber estado suspendido en el aire de forma horizontal, por lo que era demasiado improbable que el desaparecido estuviera muerto. Otra de las cosas que se fijó es que la casa estaba descuidada y no había arrastre de cosas o huellas en la sangre que indicasen unos pasos y alguien moviendo el cuerpo.
Sin duda toda aquella sangre, primero, no era humana y segundo estaba puesta ahí para ocultar más pistas. Ahora sabía lo que tenía que hacer, enviaría a los guardias a que investigasen la zona, revisar sótanos ocultos, habitaciones ocultas, tal vez hasta una salida al tejado que no hubieran visto, quería que examinasen los tablones de madera del suelo buscando indicios de forcejeo y lucha, quería una segunda opinión.
Aquella misma noche, tras su reflexión junto al alcohol hasta altas horas de la noche, caminó hasta quedar frente a la puerta de su hogar, no había luz alguna en las ventanas, por alguna razón esperaba que sí la hubiera, pero vivía sola.
Se quedó mirando aquella puerta de madera pulida, con detalles chapados en oro, un pomo dorado perfectamente redondo, tuvo el ademán de tomar el pomo y girarlo, pero no lo hizo ¿Qué iba a encontrar? Polvo, telas de araña y ratas.
Dio varios pasos atrás observando las dos ventanas que había sobre la puerta, daban al segundo piso, a lo que sería su habitación, allí si uno forzaba la vista, si uno no miraba, observaba podía adivinar unas cortinas de gasa blancas translúcidas, y tras ellas… la figura de un ser sonriendo.
Rennyn dio media vuelta atemorizada, volvería a “dormir” a su despacho, allí al menos se concentraría en su nuevo caso.
Tras una larga caminata desde su hogar hasta los juzgados, subió a su despacho, encendió las velas para tener la lumbre suficiente como para que pareciera un lugar “acogedor” y se sentó sobre su gran silla con las almohadillas forradas con terciopelo rojo.
— Si han ocultado que está, presuntamente, vivo.
Si han perdido el tiempo en borrar un rastro derramando sangre…
Tenemos que encontrar un desliz, algo debe de haber, algo se nos escapa.
Había cogido una pluma, la había cargado de tinta y escribía rápidamente, con una letra que solo Rennyn entendía, detallaba y documentaba el caso, sabía que aquello no quedaría resuelto en dos días. Necesitaba más información aquello era demasiado poco como para tener una hipótesis digna de un gran erudito de la resolución de casos.
Y mientras escribía le vino el recuerdo de aquella sonrisa siniestra que veía de vez en cuando en la ventana de su habitación más allá de la medianoche, la pluma se le resbaló de la mano dejando una gran mancha de tinta, se maldijo por haberse manchado. Y aquella sensación de querer abrir por la ventana, y saltar de esta y acabar con todo apareció en su menudo cuerpo, si bien no era la primera vez que lo pensaba desde que perdió la Perla familiar, aquel tesoro de la familia Silvershield, sí que caminó hasta el ventanal y abrió de par en par.
— Si por mil veces el mundo pereciera, estoy con aquellos que piensan que el mundo perecerá con el fuego.
Decir aquello en voz alta le dio una terrible idea, prender fuego a su hogar.
Desde el ventanal de su despacho podía ver el tejado de su morada en desuso, y si... ¿Y si le prendía fuego y dejaba que todo ardiera hasta los cimientos? Empezaba a necesitar darle a su pasado un bautismo de fuego.
A las manos de Rennyn había llegado un nuevo caso, un hombre había desaparecido en la Alta Ciudad de Baldurs Gate, un hombre con influencias importantes, claro… “Desaparecer” era un término muy vago ya que lo único encontrado de él era una cantidad ingente de sangre por el suelo de su morada.
La única pista que tenían para investigar eran las relaciones de este hombre, es decir, amigos, vecinos, familiares, enemigos.
Por una parte tenía que el desaparecido era una persona amable con ganas de vivir la vida, según contaban sus amigos.
Por otra parte tenía a un hombre cariñoso y comprensivo, según su familia.
Por último tenía que era un hombre que debía demasiado dinero, según sus enemigos.
Hubiera sido fácil apuntar con el dedo a cualquiera de los que decían que debía dinero ¿Verdad? Y eso hubiera sido un error de novato.
Aquella noche había ido a su taberna de confianza a beber un buen vino, a veces el alcohol hace que todo vaya más lento y a Rennyn le de el tiempo suficiente para pensar en qué y cómo debe de actuar, le da tiempo para repasar punto por punto aquello que está investigando.
Y así fue se sumió en sus pensamientos de tal forma que se vio a sí misma en la escena del crimen, en una vista como el de una tercera persona, las manchas de sangre parecían demasiado calculadas, era como si específicamente se hubiera rociado la sangre para ocultar algo, tal vez un rastro ¿Era sangre humana? Eso habría que analizarlo, tal vez si encontraba a alguien con el olfato agudo… Lo segundo en lo que se fijó es que en las paredes había muy pocas manchas por lo que si hubiera, por ejemplo, degollado al desaparecido, este tendría que haber estado suspendido en el aire de forma horizontal, por lo que era demasiado improbable que el desaparecido estuviera muerto. Otra de las cosas que se fijó es que la casa estaba descuidada y no había arrastre de cosas o huellas en la sangre que indicasen unos pasos y alguien moviendo el cuerpo.
Sin duda toda aquella sangre, primero, no era humana y segundo estaba puesta ahí para ocultar más pistas. Ahora sabía lo que tenía que hacer, enviaría a los guardias a que investigasen la zona, revisar sótanos ocultos, habitaciones ocultas, tal vez hasta una salida al tejado que no hubieran visto, quería que examinasen los tablones de madera del suelo buscando indicios de forcejeo y lucha, quería una segunda opinión.
Aquella misma noche, tras su reflexión junto al alcohol hasta altas horas de la noche, caminó hasta quedar frente a la puerta de su hogar, no había luz alguna en las ventanas, por alguna razón esperaba que sí la hubiera, pero vivía sola.
Se quedó mirando aquella puerta de madera pulida, con detalles chapados en oro, un pomo dorado perfectamente redondo, tuvo el ademán de tomar el pomo y girarlo, pero no lo hizo ¿Qué iba a encontrar? Polvo, telas de araña y ratas.
Dio varios pasos atrás observando las dos ventanas que había sobre la puerta, daban al segundo piso, a lo que sería su habitación, allí si uno forzaba la vista, si uno no miraba, observaba podía adivinar unas cortinas de gasa blancas translúcidas, y tras ellas… la figura de un ser sonriendo.
Rennyn dio media vuelta atemorizada, volvería a “dormir” a su despacho, allí al menos se concentraría en su nuevo caso.
Tras una larga caminata desde su hogar hasta los juzgados, subió a su despacho, encendió las velas para tener la lumbre suficiente como para que pareciera un lugar “acogedor” y se sentó sobre su gran silla con las almohadillas forradas con terciopelo rojo.
— Si han ocultado que está, presuntamente, vivo.
Si han perdido el tiempo en borrar un rastro derramando sangre…
Tenemos que encontrar un desliz, algo debe de haber, algo se nos escapa.
Había cogido una pluma, la había cargado de tinta y escribía rápidamente, con una letra que solo Rennyn entendía, detallaba y documentaba el caso, sabía que aquello no quedaría resuelto en dos días. Necesitaba más información aquello era demasiado poco como para tener una hipótesis digna de un gran erudito de la resolución de casos.
Y mientras escribía le vino el recuerdo de aquella sonrisa siniestra que veía de vez en cuando en la ventana de su habitación más allá de la medianoche, la pluma se le resbaló de la mano dejando una gran mancha de tinta, se maldijo por haberse manchado. Y aquella sensación de querer abrir por la ventana, y saltar de esta y acabar con todo apareció en su menudo cuerpo, si bien no era la primera vez que lo pensaba desde que perdió la Perla familiar, aquel tesoro de la familia Silvershield, sí que caminó hasta el ventanal y abrió de par en par.
— Si por mil veces el mundo pereciera, estoy con aquellos que piensan que el mundo perecerá con el fuego.
Decir aquello en voz alta le dio una terrible idea, prender fuego a su hogar.
Desde el ventanal de su despacho podía ver el tejado de su morada en desuso, y si... ¿Y si le prendía fuego y dejaba que todo ardiera hasta los cimientos? Empezaba a necesitar darle a su pasado un bautismo de fuego.
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Terminado