— No te muevas...

Ekkora alza la mano, lentamente. Su voz es apenas un susurro donde se siente parte de diversión y parte de urgencia. Sus ojos, bien abiertos, fijos en la oscuridad al otro lado del pasillo: hay algo ahí. Algo que no se ve. Algo que se siente. Un aliento demasiado largo. El eco de una conciencia hambrienta.

La luz parpadea una vez.
Otra vez.

El silencio se prolonga.

Ekkora observa la oscuridad. La siente. Su cuerpo entero está inmóvil, en una postura relajada, muy contraria a la situación.

— Respira por la nariz... Lento. Muy lento. Piensa en cosas bonitas. Sonríe. Si detecta tu miedo, vendrá a por ti.

Detrás, algo cruje. Algo se acerca.
— No te muevas... Ekkora alza la mano, lentamente. Su voz es apenas un susurro donde se siente parte de diversión y parte de urgencia. Sus ojos, bien abiertos, fijos en la oscuridad al otro lado del pasillo: hay algo ahí. Algo que no se ve. Algo que se siente. Un aliento demasiado largo. El eco de una conciencia hambrienta. La luz parpadea una vez. Otra vez. El silencio se prolonga. Ekkora observa la oscuridad. La siente. Su cuerpo entero está inmóvil, en una postura relajada, muy contraria a la situación. — Respira por la nariz... Lento. Muy lento. Piensa en cosas bonitas. Sonríe. Si detecta tu miedo, vendrá a por ti. Detrás, algo cruje. Algo se acerca.
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