• "Que bueno otro genial , día aunque Noe , tiene el sueño pesado como sea Ladys ..... Que tengan un excelente día como ustedes."
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  • El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento.

    Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora.

    Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett.

    Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar.

    Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador.

    Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando.

    —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó.

    Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta.

    —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje.

    Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud.

    Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
    El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento. Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora. Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett. Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar. Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador. Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando. —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó. Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta. —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje. Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud. Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
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  • la pista flotante serpenteaba entre praderas doradas y lagos cristalinos como si fuera una cinta de naranja chispeante sobre un campo de sueños.

    Jett venía cantando a todo pulmón dentro del nuevo y mejorado Deora-2 de color púrpura, golpeando el volante al ritmo de su música y con una botella de refresco de sabor dudoso entre las piernas.

    —¡Y en la curvaaa… giro como el vientooo…!

    Entonces lo vio.
    Un cervatillo.

    No uno común: este tenía astas cubiertas de cintas y campanitas, ojos que parecían conocer los secretos del universo… y estaba justo en medio de la pista.

    —¡¿QUÉ—?!

    Jett giró el volante con fuerza. El Deora-2 chilló, rozó el borde de la pista flotante y, como si fuera parte de un número de circo, salió volando con una vuelta elegante… directa al lago bajo la pista.

    **¡CHOF!**

    Burbujas. Silencio.
    Y luego, un portazo bajo el agua.

    Jett emergió nadando hasta la orilla, escupiendo agua. Su yukata goteaba, las zapatillas hacían “squish” al caminar, y su sombrilla flotaba cerca, girando con dignidad.

    Se sentó en la hierba, empapado, y miró hacia abajo. El Deora-2 reposaba en el fondo del lago, reflejando el cielo como si no hubiera pasado nada.

    —Bueno… —dijo, rascándose la cabeza— al menos no lo rayé.

    Suspiró.

    —Ahora… ¿cómo saco al Deora de ahí?

    Se quedó un rato en silencio, chasqueando la lengua.

    Lo pensó… y sonrió.

    —Ya se me ocurrirá algo.
    la pista flotante serpenteaba entre praderas doradas y lagos cristalinos como si fuera una cinta de naranja chispeante sobre un campo de sueños. Jett venía cantando a todo pulmón dentro del nuevo y mejorado Deora-2 de color púrpura, golpeando el volante al ritmo de su música y con una botella de refresco de sabor dudoso entre las piernas. —¡Y en la curvaaa… giro como el vientooo…! Entonces lo vio. Un cervatillo. No uno común: este tenía astas cubiertas de cintas y campanitas, ojos que parecían conocer los secretos del universo… y estaba justo en medio de la pista. —¡¿QUÉ—?! Jett giró el volante con fuerza. El Deora-2 chilló, rozó el borde de la pista flotante y, como si fuera parte de un número de circo, salió volando con una vuelta elegante… directa al lago bajo la pista. **¡CHOF!** Burbujas. Silencio. Y luego, un portazo bajo el agua. Jett emergió nadando hasta la orilla, escupiendo agua. Su yukata goteaba, las zapatillas hacían “squish” al caminar, y su sombrilla flotaba cerca, girando con dignidad. Se sentó en la hierba, empapado, y miró hacia abajo. El Deora-2 reposaba en el fondo del lago, reflejando el cielo como si no hubiera pasado nada. —Bueno… —dijo, rascándose la cabeza— al menos no lo rayé. Suspiró. —Ahora… ¿cómo saco al Deora de ahí? Se quedó un rato en silencio, chasqueando la lengua. Lo pensó… y sonrió. —Ya se me ocurrirá algo.
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  • *En ese momento, Ming Yue llego a un lugar que parecía como sacado de un sueño. *

    Hermoso....

    *Fue lo único que se dijo mientras sus ojos cambia a un hermoso azul intenso, que parecía brillar como si fuera algun gema de lo mas valiosa.

    Camino por el pasillo llegando a mesa, siguio su camino, hasta que se encontraba frente a la gran ventana que dejaba ver el hermoso paisaje que se abria ante sus ojos. *
    *En ese momento, Ming Yue llego a un lugar que parecía como sacado de un sueño. * Hermoso.... *Fue lo único que se dijo mientras sus ojos cambia a un hermoso azul intenso, que parecía brillar como si fuera algun gema de lo mas valiosa. Camino por el pasillo llegando a mesa, siguio su camino, hasta que se encontraba frente a la gran ventana que dejaba ver el hermoso paisaje que se abria ante sus ojos. *
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  • He venido en silencio, sin ruido ni prisa,
    con la bruma en los hombros y el tiempo en la risa.

    Fui guardián de los sueños, cantor del reposo, el que roza los párpados con un soplo hermoso.

    Pero el mundo ya no me espera dormido, me ha cambiado el insomnio, el pulso encendido.

    Las noches ya no son nido ni cielo, son jaulas de luz, sin tregua ni duelo.

    No hay ira en mi adiós, ni rencor ni condena, sólo un eco suave que al viento resuena.

    Parto con gracia, como el sueño al alba, como el beso último que todo lo salva.

    Si aún me recuerdas, ciérrate al ruido, apaga las luces, busca tu nido.

    Y si el corazón se rinde al sosiego, quizás, en la sombra, yo vuelva y te entrego un sueño antiguo, cálido, fiel, como el primer suspiro al caer la miel.

    Morfeo no muere, sólo se esconde, allí donde el alma callada responde...
    He venido en silencio, sin ruido ni prisa, con la bruma en los hombros y el tiempo en la risa. Fui guardián de los sueños, cantor del reposo, el que roza los párpados con un soplo hermoso. Pero el mundo ya no me espera dormido, me ha cambiado el insomnio, el pulso encendido. Las noches ya no son nido ni cielo, son jaulas de luz, sin tregua ni duelo. No hay ira en mi adiós, ni rencor ni condena, sólo un eco suave que al viento resuena. Parto con gracia, como el sueño al alba, como el beso último que todo lo salva. Si aún me recuerdas, ciérrate al ruido, apaga las luces, busca tu nido. Y si el corazón se rinde al sosiego, quizás, en la sombra, yo vuelva y te entrego un sueño antiguo, cálido, fiel, como el primer suspiro al caer la miel. Morfeo no muere, sólo se esconde, allí donde el alma callada responde...
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  • Buenos Días, ya hay un nuevo amanecer..... Con amor y sueño ♥️
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  • "Estoy agotada… pero si no me levanto, todo lo que soñé anoche se queda en eso: un sueño."
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  • Nya~ todo es solo un sueño. (?)
    Nya~ 💙 todo es solo un sueño. (?)
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    En su reino de susurros dormidos,
    guarda un amor que no ha sido vencido, una llama suave, un suspiro eterno, que florece solo en el reino interno.

    Ella, vestida de bruma y deseo,
    cruza las noches por su etéreo sendero.
    Morfeo la espera en lagunas de cielo, tejidas con luz y silencio sincero.

    No hay mortal que entienda su promesa, ni dioses que igualen su noble firmeza; pues en cada sueño que a ella le entrega, pone su alma sin miedo, sin tregua.

    Le canta en lenguas que el alma comprende, la envuelve en estrellas que el tiempo no muerde, y mientras reposa en su mundo encantado, la cuida de sombras, de todo pasado.

    Que nadie despierte el amor que custodia, ni rompa el hechizo que el sueño prodiga, pues Morfeo no duerme, aunque sueña en vigilia, amando en secreto, con fiel poesía.

    Así cada noche, sin nombre ni dueño, él la protege en lo profundo del sueño...
    En su reino de susurros dormidos, guarda un amor que no ha sido vencido, una llama suave, un suspiro eterno, que florece solo en el reino interno. Ella, vestida de bruma y deseo, cruza las noches por su etéreo sendero. Morfeo la espera en lagunas de cielo, tejidas con luz y silencio sincero. No hay mortal que entienda su promesa, ni dioses que igualen su noble firmeza; pues en cada sueño que a ella le entrega, pone su alma sin miedo, sin tregua. Le canta en lenguas que el alma comprende, la envuelve en estrellas que el tiempo no muerde, y mientras reposa en su mundo encantado, la cuida de sombras, de todo pasado. Que nadie despierte el amor que custodia, ni rompa el hechizo que el sueño prodiga, pues Morfeo no duerme, aunque sueña en vigilia, amando en secreto, con fiel poesía. Así cada noche, sin nombre ni dueño, él la protege en lo profundo del sueño...
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  • La espectral joven llegó con pasos suaves hasta el recinto donde se encontraba el oráculo, acompañada de aquella dualidad nata en ella. Seguida por sus sombras, tal como las polillas siguen a la luz. Entro lentamente con una actitud completamente respetuosa, dejando tras de ella las sombras que desaparecieron al entrar en contacto con la gran luz del lugar.

    En sus temblorosas mano llevaba una canasta tejida por ella misma, con una botella del mejor jugo de granada y lo que parecía un queso que la joven hizo con sus propias manos. Se detuvo, respirando como si pidiera permiso al viento para ello, su rostro imperturbable se vio iluminado al retirar el velo oscuro que la cubría. Y con voz serena y aterciopelada comenzó a hablar

    ─ Gran oráculo, te vengo a ver,
    No como dios, sino como hermana que quiere saber.
    Mi hermano Zagreus, guerrero valiente y fuerte,
    Lucha en el Inframundo, con fuego que arde sin muerte.
    Quiero saber si hay una profecía que lo espera,
    Y si puedes guiarme, para que yo pueda
    En su camino ser luz clara y sincera."

    La diosa iba no como tormenta, no como fuego abrazador, no como quien exige sino como quien suplica, quien añora respuestas. Levanto la canasta en directo del gran Apolo, mostrando su contenido. No era una deidad, no era oscuridad, no era nada mas que una hermana preocupada, una que añoraba encontrar un forma de ayudar a su querido hermano.

    ─ Pero se que todo tiene un costo, espero que esté pequeño gesto sea suficiente para lo que solicito...

    El dios sol al ver llegar a la joven, alzo las cejas algo sorprendido, su alegría era clara ante como la diosa se presento hablando en rima, honrándole así al ser dios de las artes y la poesía. Pero antes de poder abrir la boca, Apolo ya estaba soltando una profecía para la chica

    ─ Tu hermano no está perdido,
    duerme envuelto en rojo olvido.
    No lo salves por la fuerza,
    dale amor que le refuerza.
    Di su nombre con ternura,
    muéstrale que aún perdura.
    No es fantasma si hay amor:
    es camino, no dolor.

    Vio al dios terminar de hablar, volviendo a la normalidad, agradeciendo su ofrenda dejándola partir, con aun mas dudas. Su hermano el gran guerrero del inframundo en verdad la preocupaba, ella incapaz de dormir, siempre escuchaba los lamentos que Zagreus daba entre sueños. La preocupaba, en verdad quería ayudarle, esta profecía solo dejaba en claro una cosa, tendría que hablar con us hermano sin tapujos ni escudos, solo corazón y sinceridad en cada palabra.
    La espectral joven llegó con pasos suaves hasta el recinto donde se encontraba el oráculo, acompañada de aquella dualidad nata en ella. Seguida por sus sombras, tal como las polillas siguen a la luz. Entro lentamente con una actitud completamente respetuosa, dejando tras de ella las sombras que desaparecieron al entrar en contacto con la gran luz del lugar. En sus temblorosas mano llevaba una canasta tejida por ella misma, con una botella del mejor jugo de granada y lo que parecía un queso que la joven hizo con sus propias manos. Se detuvo, respirando como si pidiera permiso al viento para ello, su rostro imperturbable se vio iluminado al retirar el velo oscuro que la cubría. Y con voz serena y aterciopelada comenzó a hablar ─ Gran oráculo, te vengo a ver, No como dios, sino como hermana que quiere saber. Mi hermano Zagreus, guerrero valiente y fuerte, Lucha en el Inframundo, con fuego que arde sin muerte. Quiero saber si hay una profecía que lo espera, Y si puedes guiarme, para que yo pueda En su camino ser luz clara y sincera." La diosa iba no como tormenta, no como fuego abrazador, no como quien exige sino como quien suplica, quien añora respuestas. Levanto la canasta en directo del gran Apolo, mostrando su contenido. No era una deidad, no era oscuridad, no era nada mas que una hermana preocupada, una que añoraba encontrar un forma de ayudar a su querido hermano. ─ Pero se que todo tiene un costo, espero que esté pequeño gesto sea suficiente para lo que solicito... El dios sol al ver llegar a la joven, alzo las cejas algo sorprendido, su alegría era clara ante como la diosa se presento hablando en rima, honrándole así al ser dios de las artes y la poesía. Pero antes de poder abrir la boca, Apolo ya estaba soltando una profecía para la chica ─ Tu hermano no está perdido, duerme envuelto en rojo olvido. No lo salves por la fuerza, dale amor que le refuerza. Di su nombre con ternura, muéstrale que aún perdura. No es fantasma si hay amor: es camino, no dolor. Vio al dios terminar de hablar, volviendo a la normalidad, agradeciendo su ofrenda dejándola partir, con aun mas dudas. Su hermano el gran guerrero del inframundo en verdad la preocupaba, ella incapaz de dormir, siempre escuchaba los lamentos que Zagreus daba entre sueños. La preocupaba, en verdad quería ayudarle, esta profecía solo dejaba en claro una cosa, tendría que hablar con us hermano sin tapujos ni escudos, solo corazón y sinceridad en cada palabra.
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