˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖
𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑳𝒂𝒔 𝑪𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒖𝒋𝒐
Querido diario…
Hoy he comprendido que no todas las jaulas son de hierro… algunas son de oro, cubiertas de terciopelo y perfumadas con rosas
En esta casa, el futuro no se elige: se dicta.
Cada uno de nosotros tiene un destino cuidadosamente bordado por las manos de mis padres, como si fuéramos piezas en un tapiz que debe mantenerse perfecto, sin hilos fuera de lugar.
Luca, mi hermano mayor, se casará con la princesa Enyadres de Bélgica.
Una unión estratégica, dicen.
La combinación ideal entre el poder de la vieja nobleza italiana y la elegancia de una corona europea.
Él no protestó.
Nunca lo hace.
Sus ojos grises no revelan emoción alguna, pero cada vez que la mencionan, su mandíbula se tensa.
Yo lo noto.
Siempre lo noto.
Adriano, en cambio, se unirá a la princesa Amara de Grecia, una mujer de belleza exótica y sonrisa disciplinada.
Él finge estar complacido, incluso bromea sobre ello, pero sus manos tiemblan cuando piensa que, al decir “sí”, estará enterrando la libertad que tanto ama.
Giulia, la joya más preciada de mi madre, sellará su futuro con el Duque Lorenzo di Castellano, un hombre doce años mayor que ella. Un matrimonio de conveniencia, disfrazado de elegancia.
Dicen que juntos representarán el renacer de la aristocracia italiana.
A veces veo a Giulia mirarse al espejo por horas, inmóvil, como si tratara de reconocer a la mujer que el destino le impuso ser.
Y yo…
Mi futuro también está escrito. Desde que era niña, he escuchado su nombre en los labios de mis padres, como una profecía que debía cumplirse: el príncipe Nikolai Romanov de Rusia.
El más admirado y temido entre los herederos de la nueva nobleza.
Dicen que su mirada puede congelar la sangre, y que su sonrisa es tan peligrosa como la corona que heredará algún día.
A los catorce, me dijeron que sería su prometida cuando cumpliera la mayoría de edad.
A los quince, me explicaron que mi unión con él no solo uniría dos linajes, sino que también aseguraría la inmortalidad del apellido Moretti.
Pero nadie me preguntó si quería ser inmortal.
No quiero un palacio en San Petersburgo ni un trono de invierno.
No quiero joyas que brillen más que mi risa ni vestidos tan pesados que ahoguen mi respiración.
Quiero… respirar sin permiso.
Quiero caminar sin que me sigan los pasos del deber.
Quiero vivir una vida que me pertenezca.
Esta noche he decidido algo, querido diario. No puedo seguir viviendo bajo el techo de quienes ya han decidido quién debo ser.
La perfección que tanto veneran es una prisión que no me deja existir.
Mañana, cuando el reloj del vestíbulo marque las tres y trece —esa hora maldita que detiene el tiempo en esta casa—, haré lo que ninguna Moretti se ha atrevido jamás a hacer:
romper mi destino.
Quizá el mundo fuera de estas paredes sea cruel. Quizá nadie recuerde mi nombre.
Pero prefiero eso a convertirme en una sombra elegante con un apellido brillante y un corazón vacío.
Si algún día alguien encuentra estas páginas, quiero que sepa que yo, Scarlett Moretti, nací con un fuego que no puede ser contenido por el mármol ni por los lazos de sangre.
Esta será la primera noche de mi libertad. O la última de mi nombre.
— 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑳𝒂𝒔 𝑪𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒖𝒋𝒐
Querido diario…
Hoy he comprendido que no todas las jaulas son de hierro… algunas son de oro, cubiertas de terciopelo y perfumadas con rosas
En esta casa, el futuro no se elige: se dicta.
Cada uno de nosotros tiene un destino cuidadosamente bordado por las manos de mis padres, como si fuéramos piezas en un tapiz que debe mantenerse perfecto, sin hilos fuera de lugar.
Luca, mi hermano mayor, se casará con la princesa Enyadres de Bélgica.
Una unión estratégica, dicen.
La combinación ideal entre el poder de la vieja nobleza italiana y la elegancia de una corona europea.
Él no protestó.
Nunca lo hace.
Sus ojos grises no revelan emoción alguna, pero cada vez que la mencionan, su mandíbula se tensa.
Yo lo noto.
Siempre lo noto.
Adriano, en cambio, se unirá a la princesa Amara de Grecia, una mujer de belleza exótica y sonrisa disciplinada.
Él finge estar complacido, incluso bromea sobre ello, pero sus manos tiemblan cuando piensa que, al decir “sí”, estará enterrando la libertad que tanto ama.
Giulia, la joya más preciada de mi madre, sellará su futuro con el Duque Lorenzo di Castellano, un hombre doce años mayor que ella. Un matrimonio de conveniencia, disfrazado de elegancia.
Dicen que juntos representarán el renacer de la aristocracia italiana.
A veces veo a Giulia mirarse al espejo por horas, inmóvil, como si tratara de reconocer a la mujer que el destino le impuso ser.
Y yo…
Mi futuro también está escrito. Desde que era niña, he escuchado su nombre en los labios de mis padres, como una profecía que debía cumplirse: el príncipe Nikolai Romanov de Rusia.
El más admirado y temido entre los herederos de la nueva nobleza.
Dicen que su mirada puede congelar la sangre, y que su sonrisa es tan peligrosa como la corona que heredará algún día.
A los catorce, me dijeron que sería su prometida cuando cumpliera la mayoría de edad.
A los quince, me explicaron que mi unión con él no solo uniría dos linajes, sino que también aseguraría la inmortalidad del apellido Moretti.
Pero nadie me preguntó si quería ser inmortal.
No quiero un palacio en San Petersburgo ni un trono de invierno.
No quiero joyas que brillen más que mi risa ni vestidos tan pesados que ahoguen mi respiración.
Quiero… respirar sin permiso.
Quiero caminar sin que me sigan los pasos del deber.
Quiero vivir una vida que me pertenezca.
Esta noche he decidido algo, querido diario. No puedo seguir viviendo bajo el techo de quienes ya han decidido quién debo ser.
La perfección que tanto veneran es una prisión que no me deja existir.
Mañana, cuando el reloj del vestíbulo marque las tres y trece —esa hora maldita que detiene el tiempo en esta casa—, haré lo que ninguna Moretti se ha atrevido jamás a hacer:
romper mi destino.
Quizá el mundo fuera de estas paredes sea cruel. Quizá nadie recuerde mi nombre.
Pero prefiero eso a convertirme en una sombra elegante con un apellido brillante y un corazón vacío.
Si algún día alguien encuentra estas páginas, quiero que sepa que yo, Scarlett Moretti, nací con un fuego que no puede ser contenido por el mármol ni por los lazos de sangre.
Esta será la primera noche de mi libertad. O la última de mi nombre.
— 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖
𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑳𝒂𝒔 𝑪𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒖𝒋𝒐
Querido diario…
Hoy he comprendido que no todas las jaulas son de hierro… algunas son de oro, cubiertas de terciopelo y perfumadas con rosas
En esta casa, el futuro no se elige: se dicta.
Cada uno de nosotros tiene un destino cuidadosamente bordado por las manos de mis padres, como si fuéramos piezas en un tapiz que debe mantenerse perfecto, sin hilos fuera de lugar.
Luca, mi hermano mayor, se casará con la princesa Enyadres de Bélgica.
Una unión estratégica, dicen.
La combinación ideal entre el poder de la vieja nobleza italiana y la elegancia de una corona europea.
Él no protestó.
Nunca lo hace.
Sus ojos grises no revelan emoción alguna, pero cada vez que la mencionan, su mandíbula se tensa.
Yo lo noto.
Siempre lo noto.
Adriano, en cambio, se unirá a la princesa Amara de Grecia, una mujer de belleza exótica y sonrisa disciplinada.
Él finge estar complacido, incluso bromea sobre ello, pero sus manos tiemblan cuando piensa que, al decir “sí”, estará enterrando la libertad que tanto ama.
Giulia, la joya más preciada de mi madre, sellará su futuro con el Duque Lorenzo di Castellano, un hombre doce años mayor que ella. Un matrimonio de conveniencia, disfrazado de elegancia.
Dicen que juntos representarán el renacer de la aristocracia italiana.
A veces veo a Giulia mirarse al espejo por horas, inmóvil, como si tratara de reconocer a la mujer que el destino le impuso ser.
Y yo…
Mi futuro también está escrito.
Desde que era niña, he escuchado su nombre en los labios de mis padres, como una profecía que debía cumplirse: el príncipe Nikolai Romanov de Rusia.
El más admirado y temido entre los herederos de la nueva nobleza.
Dicen que su mirada puede congelar la sangre, y que su sonrisa es tan peligrosa como la corona que heredará algún día.
A los catorce, me dijeron que sería su prometida cuando cumpliera la mayoría de edad.
A los quince, me explicaron que mi unión con él no solo uniría dos linajes, sino que también aseguraría la inmortalidad del apellido Moretti.
Pero nadie me preguntó si quería ser inmortal.
No quiero un palacio en San Petersburgo ni un trono de invierno.
No quiero joyas que brillen más que mi risa ni vestidos tan pesados que ahoguen mi respiración.
Quiero… respirar sin permiso.
Quiero caminar sin que me sigan los pasos del deber.
Quiero vivir una vida que me pertenezca.
Esta noche he decidido algo, querido diario.
No puedo seguir viviendo bajo el techo de quienes ya han decidido quién debo ser.
La perfección que tanto veneran es una prisión que no me deja existir.
Mañana, cuando el reloj del vestíbulo marque las tres y trece —esa hora maldita que detiene el tiempo en esta casa—, haré lo que ninguna Moretti se ha atrevido jamás a hacer:
romper mi destino.
Quizá el mundo fuera de estas paredes sea cruel.
Quizá nadie recuerde mi nombre.
Pero prefiero eso a convertirme en una sombra elegante con un apellido brillante y un corazón vacío.
Si algún día alguien encuentra estas páginas, quiero que sepa que yo, Scarlett Moretti, nací con un fuego que no puede ser contenido por el mármol ni por los lazos de sangre.
Esta será la primera noche de mi libertad.
O la última de mi nombre.
— 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖