• En el corazón de la espesura, un roble se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas.

    Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el epicentro: una luz dorada brilló momentáneamente debajo de la espada, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron.

    En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura encerrada había despertado lo suficiente para proteger su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante.

    Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: Permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas.

    Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada misteriosa. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado.

    Mientras los guerreros montaban guardia a gran distancia, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.

    En el corazón de la espesura, un roble se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas. Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el epicentro: una luz dorada brilló momentáneamente debajo de la espada, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron. En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura encerrada había despertado lo suficiente para proteger su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante. Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: Permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada misteriosa. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado. Mientras los guerreros montaban guardia a gran distancia, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.
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  • En el bullicioso corazón de Tokio, se encuentra la Preparatoria Shizuka, un instituto de educación secundaria conocido por su excelencia académica y su ambiente tranquilo. Entre sus profesores más queridos y respetados está Shizume Higurashi, una mujer de apariencia serena y sabiduría infinita que imparte clases de ciencias con una pasión que inspira a todos sus estudiantes.

    Sin embargo, pocos conocen la verdadera identidad de Shizuka Higurashi. Hace miles de años, en las tierras doradas de Egipto, ella fue conocida como Isis, la poderosa y benevolente diosa de la magia, la maternidad y la sabiduría. En aquellos tiempos, Isis era venerada por su habilidad para proteger a los suyos, sanar a los enfermos y guiar a las almas perdidas. Su vida estaba llena de aventuras, batallas épicas y rituales sagrados.

    Con el paso de los siglos y el cambio de las eras, Isis decidió que deseaba una existencia más tranquila, lejos de las responsabilidades divinas y los conflictos entre dioses y hombres. Utilizando su inmenso poder, se transformó en una mortal, adoptando la identidad de Shizume Higurashi y estableciéndose en Japón, un país que siempre le había fascinado por su cultura y belleza natural.

    En su nuevo rol como profesora de ciencias, Shizuka encontró un propósito renovado. Sus lecciones iban más allá de los libros de texto; ella enseñaba a sus estudiantes a observar el mundo con curiosidad, a cuestionar lo que parecía obvio y a buscar siempre la verdad oculta detrás de cada fenómeno natural. Aunque ya no poseía la inmortalidad y sus poderes estaban considerablemente disminuidos, su sabiduría y su compasión seguían intactas.
    En el bullicioso corazón de Tokio, se encuentra la Preparatoria Shizuka, un instituto de educación secundaria conocido por su excelencia académica y su ambiente tranquilo. Entre sus profesores más queridos y respetados está Shizume Higurashi, una mujer de apariencia serena y sabiduría infinita que imparte clases de ciencias con una pasión que inspira a todos sus estudiantes. Sin embargo, pocos conocen la verdadera identidad de Shizuka Higurashi. Hace miles de años, en las tierras doradas de Egipto, ella fue conocida como Isis, la poderosa y benevolente diosa de la magia, la maternidad y la sabiduría. En aquellos tiempos, Isis era venerada por su habilidad para proteger a los suyos, sanar a los enfermos y guiar a las almas perdidas. Su vida estaba llena de aventuras, batallas épicas y rituales sagrados. Con el paso de los siglos y el cambio de las eras, Isis decidió que deseaba una existencia más tranquila, lejos de las responsabilidades divinas y los conflictos entre dioses y hombres. Utilizando su inmenso poder, se transformó en una mortal, adoptando la identidad de Shizume Higurashi y estableciéndose en Japón, un país que siempre le había fascinado por su cultura y belleza natural. En su nuevo rol como profesora de ciencias, Shizuka encontró un propósito renovado. Sus lecciones iban más allá de los libros de texto; ella enseñaba a sus estudiantes a observar el mundo con curiosidad, a cuestionar lo que parecía obvio y a buscar siempre la verdad oculta detrás de cada fenómeno natural. Aunque ya no poseía la inmortalidad y sus poderes estaban considerablemente disminuidos, su sabiduría y su compasión seguían intactas.
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  • ────Ser general es mucho más que liderar ejércitos; es forjar un legado de invencibilidad. Mi voluntad es de hierro, y mi astucia estratégica me convierte en un líder temido y respetado.
    ────Ser general es mucho más que liderar ejércitos; es forjar un legado de invencibilidad. Mi voluntad es de hierro, y mi astucia estratégica me convierte en un líder temido y respetado.
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  • Mako (oc)

    *La verdad no sabría decir lo que pasó en este tiempo, que fui nadamás una persona común y sin un n trabajo o estatus de honor, en lo que sería que fuera respetado y amado, pero luego de muchos años pude conseguir mi respeto y el honor que merecía además era apodado como "la flor de la sangre o muerte" no era como piensan no era por ser algo malo solo que siempre era vestido por flores rojas tan característicos de Japón, que representaban la muerte y la soledad*

    - Mmmm.... Me siento algo bien... A pesar de todo.... Pero... Se siente algo de soledad....

    *Suspirando con pesadez mientras se encontraba mirando por su balcón de su gran mansión que se encontraba entre los grandes árboles, de ese bosque tan profundo y oscuro, que se alguna manera casi no se pudia encontrar ese lugar, además que era apartado de las demás ciudades o capitales, ya que era muy protegido por la secretos que se encontraban en ese lugar y su gran poder en esa raza tan rara la verdad*
    Mako (oc) *La verdad no sabría decir lo que pasó en este tiempo, que fui nadamás una persona común y sin un n trabajo o estatus de honor, en lo que sería que fuera respetado y amado, pero luego de muchos años pude conseguir mi respeto y el honor que merecía además era apodado como "la flor de la sangre o muerte" no era como piensan no era por ser algo malo solo que siempre era vestido por flores rojas tan característicos de Japón, que representaban la muerte y la soledad* - Mmmm.... Me siento algo bien... A pesar de todo.... Pero... Se siente algo de soledad.... *Suspirando con pesadez mientras se encontraba mirando por su balcón de su gran mansión que se encontraba entre los grandes árboles, de ese bosque tan profundo y oscuro, que se alguna manera casi no se pudia encontrar ese lugar, además que era apartado de las demás ciudades o capitales, ya que era muy protegido por la secretos que se encontraban en ese lugar y su gran poder en esa raza tan rara la verdad*
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  • ¿Por qué acabar con la población joven...?

    Sencillo.
    Ellos iniciaron este conflicto, si All-Mer no hubiese ascendido y respetado la vida humana, no hubieran acabado con el. Si la estúpida union entre Nilvan y Le'Garde no hubiera dado a luz a esa peste, no tendríamos un dios nuevo, lo bueno es que aún puede ser moldeado para evitar otro All-Mer. Ningun nuevo dios debería tener derecho a hablar, debería quedarse callados para siempre

    Gro-Goroth, Sylvian, Vinushka y toda la vieja guardia, ellos si deberían vivir eternamente en las creencias de los humanos
    ¿Por qué acabar con la población joven...? Sencillo. Ellos iniciaron este conflicto, si All-Mer no hubiese ascendido y respetado la vida humana, no hubieran acabado con el. Si la estúpida union entre Nilvan y Le'Garde no hubiera dado a luz a esa peste, no tendríamos un dios nuevo, lo bueno es que aún puede ser moldeado para evitar otro All-Mer. Ningun nuevo dios debería tener derecho a hablar, debería quedarse callados para siempre Gro-Goroth, Sylvian, Vinushka y toda la vieja guardia, ellos si deberían vivir eternamente en las creencias de los humanos
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  • Daozhang Xiao Xingchen

    Desenvaina..

    *Parecía más que dispuesto a tener una pequeña contienda, no se trataba de un entrenamiento en sí. Un pequeño malentendido había provocado que su esposo quedase deshonrado por sus propias palabras, aquello en su país era muy respetado*

    Te lo recomiendo, Daozhang.. Házlo pronto.


    [Daozhang_XiaoXingchen] Desenvaina.. *Parecía más que dispuesto a tener una pequeña contienda, no se trataba de un entrenamiento en sí. Un pequeño malentendido había provocado que su esposo quedase deshonrado por sus propias palabras, aquello en su país era muy respetado* Te lo recomiendo, Daozhang.. Házlo pronto.
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  • -Esta vez... gané, Diluc...

    Mencionó la rubia con una clara agitación en su voz, su rostro sudoroso e incluso los mechones de su cabello alborotado tras aquella batalla. Jean acostumbraba a retar al Mayor a alguno que otro combate de práctica cada que tuvieran oportunidad de los cuales más de la mitad de ellos los ganaba el varón .

    - 50-48...
    Dijo la Gran Maestra con una sonrisa en sus labios, sabía que el marcador estaba del lado del contrario, pero dijo los números a su favor. Con la rodilla sobre torso del pelirrojo se aseguraba de tenerlo a raya mientras que con la espada de práctica clavada al costado de su cuello aseguraba su victoria.

    Aquél combate lleno de adrenalina le había hecho decir su nombre cosa que, a pesar de tenerle confianza siempre lo ha respetado como su Mayor nombrándolo con su ex rango la mayor parte del tiempo. Había sido un combate tan intenso que con las habilidades de ambos de no ser espadas de práctica cualquiera pensaría que eran duelos a muerte, habilidades que con excepción sus capitanes, no podía explotar con sus caballeros pues aún les faltaba entrenamiento.
    -Esta vez... gané, Diluc... Mencionó la rubia con una clara agitación en su voz, su rostro sudoroso e incluso los mechones de su cabello alborotado tras aquella batalla. Jean acostumbraba a retar al Mayor a alguno que otro combate de práctica cada que tuvieran oportunidad de los cuales más de la mitad de ellos los ganaba el varón . - 50-48... Dijo la Gran Maestra con una sonrisa en sus labios, sabía que el marcador estaba del lado del contrario, pero dijo los números a su favor. Con la rodilla sobre torso del pelirrojo se aseguraba de tenerlo a raya mientras que con la espada de práctica clavada al costado de su cuello aseguraba su victoria. Aquél combate lleno de adrenalina le había hecho decir su nombre cosa que, a pesar de tenerle confianza siempre lo ha respetado como su Mayor nombrándolo con su ex rango la mayor parte del tiempo. Había sido un combate tan intenso que con las habilidades de ambos de no ser espadas de práctica cualquiera pensaría que eran duelos a muerte, habilidades que con excepción sus capitanes, no podía explotar con sus caballeros pues aún les faltaba entrenamiento.
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  • ─ Antaño fui un hombre temido y respetado, ahora soy RACISTA. (?)
    ─ Antaño fui un hombre temido y respetado, ahora soy RACISTA. (?)
    Me enjaja
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