• Por lo menos , salir a caminar por el reino me va ser olvidar esa pesadilla .
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  • Relagare Liornes es reino muy bello , además mi tío melodías ya está bastante preocupado por Tristán , la guerra contra Camelot ..... Aún no se sabe su final.
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  • Kaeya sentía curiosidad. Era como si sus huesos reconocieran en el otro, la misma dinastía perdida que lleva pintada en los ojos. Siente la presencia del albino como un eterno canto, que le atrae más de lo que debería y que le atormenta un poco, pues al final de día, Kaeya no puede atarse a nada más que a la promesa de un reino muerto.

    Y aún así, no se controla. No lo logra completamente. Se acomoda al lado del alquimista y una sonrisa, entre traviesa y coqueta, se le acomoda en los labios. Ah, como quisiera adueñarse de todo lo que el contrario puede ser. Se pregunta, en medio de todo, si se lo permitirá pasar unos momentos junto a él.

    Asistiendo en sus experimentos y quizá fingiendo un poco que le interesa la alquimia, cuando en realidad solo quiere verlo existir en el ámbito que el rubio más ama.

    Ah, esta perdidamente embelesado. Se pregunta si la vida sería más sencilla sin ese apabullador sentimiento en su pecho.

    No quiere averiguarlo. Le gusta la incertidumbre y el calor que se acomoda en su pecho en afecto, cuando piensa en Albedo.

    ─¿Qué haces? ─pregunta, no realmente interesado en el proceso, sino en escuchar su voz, una vez más.



    [Princeps_cret4ceus] .

    Kaeya sentía curiosidad. Era como si sus huesos reconocieran en el otro, la misma dinastía perdida que lleva pintada en los ojos. Siente la presencia del albino como un eterno canto, que le atrae más de lo que debería y que le atormenta un poco, pues al final de día, Kaeya no puede atarse a nada más que a la promesa de un reino muerto. Y aún así, no se controla. No lo logra completamente. Se acomoda al lado del alquimista y una sonrisa, entre traviesa y coqueta, se le acomoda en los labios. Ah, como quisiera adueñarse de todo lo que el contrario puede ser. Se pregunta, en medio de todo, si se lo permitirá pasar unos momentos junto a él. Asistiendo en sus experimentos y quizá fingiendo un poco que le interesa la alquimia, cuando en realidad solo quiere verlo existir en el ámbito que el rubio más ama. Ah, esta perdidamente embelesado. Se pregunta si la vida sería más sencilla sin ese apabullador sentimiento en su pecho. No quiere averiguarlo. Le gusta la incertidumbre y el calor que se acomoda en su pecho en afecto, cuando piensa en Albedo. ─¿Qué haces? ─pregunta, no realmente interesado en el proceso, sino en escuchar su voz, una vez más. [Princeps_cret4ceus] .
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  • [luka se alza sobre su trono de sombras, su silueta esculpida en la penumbra por las llamas que nunca cesan. Sus ojos, dos abismos sin fondo, contemplan la inmensidad de su dominio: un océano de almas rotas, un reino donde el tiempo no es más que un castigo.]

    *Su voz resuena como un trueno en el vacío, grave, eterna, cargada de un desprecio indiferente.*
    —Aquí no hay tiempo, solo el peso infinito de cada segundo que se arrastra sin fin…

    [Las llamas danzan a su alrededor, no queman carne, sino memorias. Se alimentan de lo que una vez fue, dejando tras de sí solo el eco de un ayer que nadie recuerda.]

    *Luka deja escapar una risa seca, amarga, sin alegría.*
    —Estoy solo… y aquí, la soledad es peor que el fuego.

    [El viento gélido trae susurros distorsionados, risas de aquellos que alguna vez intentaron desafiarle. Pero incluso esas voces se desvanecen, porque en este trono, en este reino maldito, la única verdad es la angustia sin fin.]

    *Sus garras se cierran en el aire vacío, como si intentara aferrarse a algo que dejó de existir.*
    —¿Cuánto más? ¿Cuánto más hasta que deje de importar?

    [Pero el infierno no responde. Solo el eco de su propia voz regresa a él, recordándole la única condena que ni siquiera un rey puede evitar: la soledad eterna.]
    [luka se alza sobre su trono de sombras, su silueta esculpida en la penumbra por las llamas que nunca cesan. Sus ojos, dos abismos sin fondo, contemplan la inmensidad de su dominio: un océano de almas rotas, un reino donde el tiempo no es más que un castigo.] *Su voz resuena como un trueno en el vacío, grave, eterna, cargada de un desprecio indiferente.* —Aquí no hay tiempo, solo el peso infinito de cada segundo que se arrastra sin fin… [Las llamas danzan a su alrededor, no queman carne, sino memorias. Se alimentan de lo que una vez fue, dejando tras de sí solo el eco de un ayer que nadie recuerda.] *Luka deja escapar una risa seca, amarga, sin alegría.* —Estoy solo… y aquí, la soledad es peor que el fuego. [El viento gélido trae susurros distorsionados, risas de aquellos que alguna vez intentaron desafiarle. Pero incluso esas voces se desvanecen, porque en este trono, en este reino maldito, la única verdad es la angustia sin fin.] *Sus garras se cierran en el aire vacío, como si intentara aferrarse a algo que dejó de existir.* —¿Cuánto más? ¿Cuánto más hasta que deje de importar? [Pero el infierno no responde. Solo el eco de su propia voz regresa a él, recordándole la única condena que ni siquiera un rey puede evitar: la soledad eterna.]
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  • Creo que no se que hacer , me siento muy sola .....
    Sera , que ustedes seran mi última compañía son ustedes .

    - Jugando con algunos gatitos del reino mientras hablaba con ellos . -
    Creo que no se que hacer , me siento muy sola ..... Sera , que ustedes seran mi última compañía son ustedes . - Jugando con algunos gatitos del reino mientras hablaba con ellos . -
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  • Esa noche el zorro traspasó el umbral entre el reino mundano y el de los espíritus. Llegó a aquella ciudad que nunca dormía, con su anochecer eterno y siempre en festejo; la muerte no se lloraba, si no que se celebraba el comienzo de una nueva vida.

    Este había decidido ir para buscar unas hierbas medicinales en un herbolario. Estas eran difíciles de encontrar en el mundo de los vivos, y no tenía ni la paciencia ni el tiempo para buscarlas. Usaría aquellas hierbas para hacer ungüentos calmantes; para el inchazon y dolor que sentía Elizabeth a causa del embarazo. Por ello era primordial encontrarlas cuanto antes.

    El zorro caminaba por las calles de la forma más desapercibida posible; en su forma humana, cabellos negros y ropajes oscuros. Si paseaba en todo su esplendor plateado, lo estarían parando demasiadas veces para saludarlo o invitarlo a manjares. De aquella forma ahorraría tiempo para concentrarse en su tarea.

    Esa noche el zorro traspasó el umbral entre el reino mundano y el de los espíritus. Llegó a aquella ciudad que nunca dormía, con su anochecer eterno y siempre en festejo; la muerte no se lloraba, si no que se celebraba el comienzo de una nueva vida. Este había decidido ir para buscar unas hierbas medicinales en un herbolario. Estas eran difíciles de encontrar en el mundo de los vivos, y no tenía ni la paciencia ni el tiempo para buscarlas. Usaría aquellas hierbas para hacer ungüentos calmantes; para el inchazon y dolor que sentía Elizabeth a causa del embarazo. Por ello era primordial encontrarlas cuanto antes. El zorro caminaba por las calles de la forma más desapercibida posible; en su forma humana, cabellos negros y ropajes oscuros. Si paseaba en todo su esplendor plateado, lo estarían parando demasiadas veces para saludarlo o invitarlo a manjares. De aquella forma ahorraría tiempo para concentrarse en su tarea.
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  • Aventura de hermanos... parte 1
    Categoría Aventura
    La noche había caído en el reino Fae y con ella la luna brillaba majestuosamente en cielo y Alexa se encontraba en las afueras de los terrenos Selene, mas específicamente en la lejanía de la mansión entre los arboles donde todos los Selene eran sepultados. Habían pasado ya un par de días tras la conversación con su hermano y los ataques del pasado donde lloro hasta quedarse dormida en los aposentos de Daniel.

    Alexa llevaba ropa oscura que cubría su cabello y rostro, enmascarando ligeramente su identidad, algo prácticamente imposible pues el aura y poder de los Selene era inconfundible, en esta ocasión no iría solo ella sino tambien su inexperto hermanito al cual había prometido darle respuesta y contarle todos los misterios que englobaban a la familia Selene y a los hijos de la luna.

    Seria una aventura divertida un viaje de no mas de 6 días a la biblioteca sagrada, la cual cuidaba su familia y resguardaba todos los secretos del reino mágico, pasarían por lugares no aptos para un noble como lo eran ellos por lo cual había dejado una nota que decía exactamente la lista de cosas que debía llevar, donde la vería y un regalo de parte de sus padres, su primer investidura de "soldado" o en este caso el traje de "acecino" que usaban solo los hijos de la luna de alto nivel, ya le contaría el significado de todo esto a su hermano y porque estas eran las prendas adecuadas para este momento, aquel viaje serviría para ayudar a Daniel y para resolver por fin todas las dudas de Alexa.

    -Porque tarda tanto... Cuanto tiempo puede tomar hacer una maleta y cambiarse...

    Estaba nerviosa, había pedido permiso a su padres para llevar a Daniel en esta alocada misión de investigación, ella era un soldado entrenado, llevar a alguien tan inexperto la asustaba, sobre todo porque era su hermanito, pero confiaría en el.

    -Ya no es un niño Alexandra recuérdalo Esto es bueno para el... Sera divertido...


    ||Rol con Daniel Selene
    La noche había caído en el reino Fae y con ella la luna brillaba majestuosamente en cielo y Alexa se encontraba en las afueras de los terrenos Selene, mas específicamente en la lejanía de la mansión entre los arboles donde todos los Selene eran sepultados. Habían pasado ya un par de días tras la conversación con su hermano y los ataques del pasado donde lloro hasta quedarse dormida en los aposentos de Daniel. Alexa llevaba ropa oscura que cubría su cabello y rostro, enmascarando ligeramente su identidad, algo prácticamente imposible pues el aura y poder de los Selene era inconfundible, en esta ocasión no iría solo ella sino tambien su inexperto hermanito al cual había prometido darle respuesta y contarle todos los misterios que englobaban a la familia Selene y a los hijos de la luna. Seria una aventura divertida un viaje de no mas de 6 días a la biblioteca sagrada, la cual cuidaba su familia y resguardaba todos los secretos del reino mágico, pasarían por lugares no aptos para un noble como lo eran ellos por lo cual había dejado una nota que decía exactamente la lista de cosas que debía llevar, donde la vería y un regalo de parte de sus padres, su primer investidura de "soldado" o en este caso el traje de "acecino" que usaban solo los hijos de la luna de alto nivel, ya le contaría el significado de todo esto a su hermano y porque estas eran las prendas adecuadas para este momento, aquel viaje serviría para ayudar a Daniel y para resolver por fin todas las dudas de Alexa. -Porque tarda tanto... Cuanto tiempo puede tomar hacer una maleta y cambiarse... Estaba nerviosa, había pedido permiso a su padres para llevar a Daniel en esta alocada misión de investigación, ella era un soldado entrenado, llevar a alguien tan inexperto la asustaba, sobre todo porque era su hermanito, pero confiaría en el. -Ya no es un niño Alexandra recuérdalo Esto es bueno para el... Sera divertido... ||Rol con [Hijo_de_la_luna]
    Tipo
    Individual
    Líneas
    10
    Estado
    Disponible
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  • -ella caminaba por el reino mientras miraba lo silencioso que era por la noche-
    -ella caminaba por el reino mientras miraba lo silencioso que era por la noche-
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  • Su hermano la había dejado a cargo del reino mientras el realizaba algunos viajes a los que no había podido faltar, principalmente por que aun no confiaban mucho en nadie de la corte para enviarlo en si representación, El asunto había terminado involucrando a la desaparición de la su hermana la ex Reina.

    Ella portaba la corona de reina impuesta por su hermano antes de su partida, aquella tarde había una reunión de consejo donde muchos estaban en desacuerdo con la reciente posición adquirida por Adriana, solo era una formalidad para darle el poder irrefutable y prevenir un golpe de estado en ausencia del legitimo Rey.

    Algunos nobles aun seguía inconformes por la situación del repentino asenso al trono de Adrián, en su ausencia y para aprovechar el repentino poder de la princesa de la que se rumoraba "Era infantil y de pensamiento algo escaso", incluso algunos se atavían a decir que "algo no le funcionaba bien en la cabeza" nada mas lejano a la realidad, la cabeza de Adriana funcionaba diferente, pero eso no era una desventaja para ella que le había aprendido a sacar todo el provecho.

    Los nobles habían jugado bien sus cartas tocando temas importantes aquella tarde tratando de confundirla o provecharse de su desinformación sobre el tema, sin embargo ella había leído informes durante dos días seguidos para aquel día. La conversación se había vuelto algo complicada en cada tema ella había respondido filosamente sin dejar su juguetona personalidad en ningún momento.

    -"Por ultimo el tema sobre el heredero real... Ya que su majestad no se encuentra, queremos que usted evalué la posibilidad de un matrimonio morganático con alguna de las jóvenes hijas de la nobleza de terra" -Dijo el lord a quien habían designado como vocero aquella tarde, no lo reconocía, pero al ver la sonrisa era claro que planeaban algo raro. -"En vista de que usted no se a casado aun, ni esta comprometida, tememos por el linaje real... Autorícenos comenzar a buscarle una reina digna a nuestro reino... "-

    Los ojos de Adriana se oscurecieron sintiendo aquello como una ofensa grabe tanto a ella como a su gemelo. No por que se insinuara un matrimonio morganático, eso era indiferente, sino por la intención de imponerle una pareja a su hermano.

    -"Se que su majestad comprende la importancia de un heredero y...."- Una risa salió de sus labios con fuerza, claramente molesta impidiéndolo continuar ella comenzó a hablar.

    -Me parece divertido que me lo proponga a mi y no a mi hermano el rey.... -Dijo suavemente en voz alta- Quiero que algo quede bien claro... Mientras mi hermano siga en este torno... Y yo este a su lado la única que puede usar este trono y la corona real... SOY YO... Y si no es por amor, mi hermano no tendrá una reina a su lado... Si pretenden tener mas poder casando a una de sus hijas con mi hermano... Tendrán que pasar por sobre mi....

    La sala quedo en un sepulcral silencio, aquella reacción fue inesperada por el consejo de la menor de los Salvatore, quien normalmente era infantil y dulce.

    -Esta reunión a terminado... Y no dejare pasar esta falta a mi hermano, ténganlo presente, el es el rey y ustedes sus súbditos...
    Su hermano la había dejado a cargo del reino mientras el realizaba algunos viajes a los que no había podido faltar, principalmente por que aun no confiaban mucho en nadie de la corte para enviarlo en si representación, El asunto había terminado involucrando a la desaparición de la su hermana la ex Reina. Ella portaba la corona de reina impuesta por su hermano antes de su partida, aquella tarde había una reunión de consejo donde muchos estaban en desacuerdo con la reciente posición adquirida por Adriana, solo era una formalidad para darle el poder irrefutable y prevenir un golpe de estado en ausencia del legitimo Rey. Algunos nobles aun seguía inconformes por la situación del repentino asenso al trono de Adrián, en su ausencia y para aprovechar el repentino poder de la princesa de la que se rumoraba "Era infantil y de pensamiento algo escaso", incluso algunos se atavían a decir que "algo no le funcionaba bien en la cabeza" nada mas lejano a la realidad, la cabeza de Adriana funcionaba diferente, pero eso no era una desventaja para ella que le había aprendido a sacar todo el provecho. Los nobles habían jugado bien sus cartas tocando temas importantes aquella tarde tratando de confundirla o provecharse de su desinformación sobre el tema, sin embargo ella había leído informes durante dos días seguidos para aquel día. La conversación se había vuelto algo complicada en cada tema ella había respondido filosamente sin dejar su juguetona personalidad en ningún momento. -"Por ultimo el tema sobre el heredero real... Ya que su majestad no se encuentra, queremos que usted evalué la posibilidad de un matrimonio morganático con alguna de las jóvenes hijas de la nobleza de terra" -Dijo el lord a quien habían designado como vocero aquella tarde, no lo reconocía, pero al ver la sonrisa era claro que planeaban algo raro. -"En vista de que usted no se a casado aun, ni esta comprometida, tememos por el linaje real... Autorícenos comenzar a buscarle una reina digna a nuestro reino... "- Los ojos de Adriana se oscurecieron sintiendo aquello como una ofensa grabe tanto a ella como a su gemelo. No por que se insinuara un matrimonio morganático, eso era indiferente, sino por la intención de imponerle una pareja a su hermano. -"Se que su majestad comprende la importancia de un heredero y...."- Una risa salió de sus labios con fuerza, claramente molesta impidiéndolo continuar ella comenzó a hablar. -Me parece divertido que me lo proponga a mi y no a mi hermano el rey.... -Dijo suavemente en voz alta- Quiero que algo quede bien claro... Mientras mi hermano siga en este torno... Y yo este a su lado la única que puede usar este trono y la corona real... SOY YO... Y si no es por amor, mi hermano no tendrá una reina a su lado... Si pretenden tener mas poder casando a una de sus hijas con mi hermano... Tendrán que pasar por sobre mi.... La sala quedo en un sepulcral silencio, aquella reacción fue inesperada por el consejo de la menor de los Salvatore, quien normalmente era infantil y dulce. -Esta reunión a terminado... Y no dejare pasar esta falta a mi hermano, ténganlo presente, el es el rey y ustedes sus súbditos...
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  • La coronación de Adrián estaba por comenzar, pero en su mente, todo era un caos. Apenas el domingo había recibido la impactante noticia de que su hermana mayor, Alía, quien era la reina del reino, había desaparecido sin dejar rastro. No había tenido tiempo de procesar lo sucedido, y ahora, tan solo dos días después, el martes, se encontraba de pie frente a una multitud que esperaba que asumiera el trono.

    El peso de la situación se sentía aplastante sobre sus hombros. Sabía que desde ese momento, su vida cambiaría por completo. Las aventuras despreocupadas, las bromas compartidas, las noches sin preocupaciones sobre el mañana... todo eso quedaba atrás. Ahora debía enfocarse en algo mucho más grande: el reino, su gente y las expectativas que todos habían puesto sobre él, aunque nadie le hubiera preguntado si estaba listo. La verdad era que ni siquiera él había tenido tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo había sucedido demasiado rápido.

    Los preparativos para su coronación comenzaron casi inmediatamente después de la desaparición de Alía, y Adrián apenas había tenido un momento para detenerse a pensar. Se sentía atrapado en una mezcla de confusión, tristeza y un sentido de responsabilidad que lo abrumaba, pero sabía que no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por esas emociones. El reino necesitaba un líder, y a él lo habían elegido, estuviera preparado o no.

    Junto a él, caminaba su hermana gemela, Adriana. Ella, a pesar de compartir la preocupación y el peso emocional del momento, intentaba infundirle ánimos con una ligera sonrisa y un toque de complicidad. Ambos avanzaban hacia el Gran Salón del Castillo Real, y en su trayecto, Adrián no pudo evitar notar algunas caras conocidas entre la multitud. Cerca de la entrada, sus ojos se encontraron brevemente con Alexa y Daniel Selene, quienes observaban la escena con una mezcla de preocupación y apoyo. Saber que ellos estaban presentes le brindó un leve consuelo, recordándole que, a pesar de todo, no estaba completamente solo en esta travesía.

    El Gran Salón estaba repleto de personas, y aunque trataba de mantener una fachada de compostura, cada vez le resultaba más difícil ignorar el peso de las miradas que lo observaban con duda, escepticismo, e incluso desdén. Después de todo, Adrián era conocido como el hijo ilegítimo del antiguo rey, y muchos todavía no aceptaban que alguien con su origen pudiera sentarse en el trono.

    El sumo sacerdote, encargado de presidir la ceremonia, se acercó a Adrián para comenzar el ritual de coronación. Mientras las oraciones y ofrendas a los dioses ancestrales resonaban en todo el salón, Adrián permanecía en silencio, con sus pensamientos acelerados. ¿Realmente estaba preparado para asumir ese papel? Sabía que su vida de libertad había llegado a su fin, y que ahora debía convertirse en el rey que su pueblo necesitaba, a pesar de que muchos no lo querían allí.

    — "Que los dioses antiguos bendigan este día y guíen al nuevo rey en su reinado,"—

    proclamó el sumo sacerdote con voz firme, mientras encendía una antorcha que simbolizaba el inicio de una nueva era. Adrián observó la llama con atención y, por un instante, se sintió reflejado en esa luz: rodeado por la oscuridad, pero tratando de brillar a pesar de todo.

    El sumo sacerdote, al terminar sus oraciones, se dirigió entonces a la multitud

    — "Hoy, el destino del reino está en las manos de Adrián Salvatore. Aunque su historia esté llena de sombras y secretos, ha sido llamado a guiar a su pueblo. Que la sabiduría de los dioses lo acompañe en cada paso que dé.—


    Estas palabras resonaron en el salón, provocando murmullos entre los presentes, pero la ceremonia continuaba imperturbable. Adrián sabía que el momento de hablar había llegado. Se acercó al estrado, tomó aire profundamente y enfrentó a la multitud, consciente de que debía elegir bien sus palabras, que debían ser sinceras y transmitir firmeza.


    — Gente del reino—

    comenzó con voz firme pero cargada de emoción

    — sé que esta situación ha sido inesperada para todos, incluyéndome a mí. Hace apenas unos dias, éramos gobernados por mi hermana Alía, y hoy me encuentro ante vosotros, asumiendo una responsabilidad que jamás imaginé que llegaría tan rápido—

    Hizo una pausa, permitiéndose observar a las personas frente a él. Sabía que muchos aún dudaban de su capacidad para gobernar, y eso lo motivaba a ser más honesto.

    — No tuve tiempo para prepararme, y soy consciente de que algunos de vosotros habéis dudado de mi habilidad para ser rey. También sé lo que significa mi origen para muchos de vosotros. Sin embargo, os prometo que mi compromiso con este reino es inquebrantable. No os fallaré.—

    Con cada palabra que pronunciaba, su voz se volvía más segura, aunque en su interior aún batallaba con el nerviosismo y la presión del momento.

    — Mi hermana, Alía, dejó un legado que siempre recordaré. Aunque ya no esté aquí para guiarme, sé que su espíritu me acompañará en cada decisión que tome. A partir de hoy, no caminaré solo, porque caminaré junto a vosotros. Juntos construiremos un futuro mejor para este reino.—

    El silencio que siguió a sus palabras estaba cargado de tensión, pero también de una nueva esperanza que comenzaba a surgir entre la multitud.

    El sumo sacerdote, entonces, se acercó con la corona dorada en sus manos, el símbolo máximo de poder y responsabilidad. Con un gesto solemne, la colocó sobre la cabeza de Adrián, declarando con voz ceremoniosa:

    — "Con esta corona, te declaro Adrián Salvatore, Rey de este...nuestro reino...nuestro hogar. Que gobiernes con justicia, fortaleza y compasión.—


    Una luz del sol entró por las grandes ventanas del salón, iluminando a Adrián con un resplandor dorado mientras la corona reposaba sobre su cabeza.

    Adrián levantó la mano derecha, preparándose para hacer el juramento que sellaría su destino


    — Yo, Adrián Salvatore, juro gobernar con justicia, defender este reino y a su gente con todo mi ser. No descansaré hasta demostrar que soy digno de vuestra confianza, y juntos construiremos un futuro mejor—

    Sus palabras resonaron en cada rincón del salón, cargadas de convicción. El sumo sacerdote, levantando sus manos hacia el cielo, finalizó el rito con un grito imponente

    — "¡Larga vida al Rey Adrián!"—

    La respuesta de la multitud fue inmediata y unánime, una explosión de voces que llenó el salón

    — "¡Larga vida al Rey Adrián! ¡Larga vida al Rey Adrián!"—

    Todos, desde los nobles hasta los ciudadanos más humildes, se arrodillaron ante su nuevo rey, inclinando la cabeza en señal de respeto.

    Adrián, observando cómo su pueblo se inclinaba ante él, sintió finalmente el verdadero peso de la corona sobre sus hombros. Su vida había cambiado de forma radical, y el destino de todo el reino descansaba ahora en sus manos.

    Con paso decidido, avanzó entre la multitud postrada, pero en lugar de dirigirse al Gran Salón donde comenzaba la celebración, optó por caminar hacia los Jardines Reales. Allí, el aire fresco lo recibió, proporcionándole unos momentos de tranquilidad en medio del caos que ahora era su vida. Sabía que su reinado apenas estaba comenzando, y que el camino por delante sería largo y arduo, pero, por primera vez en el día, sintió que tal vez, solo tal vez, estaba preparado para lo que vendría..

    //aqui pongan las reacciones si quieren y en el siguiente publicacion sera la comida con todos los invitados
    La coronación de Adrián estaba por comenzar, pero en su mente, todo era un caos. Apenas el domingo había recibido la impactante noticia de que su hermana mayor, Alía, quien era la reina del reino, había desaparecido sin dejar rastro. No había tenido tiempo de procesar lo sucedido, y ahora, tan solo dos días después, el martes, se encontraba de pie frente a una multitud que esperaba que asumiera el trono. El peso de la situación se sentía aplastante sobre sus hombros. Sabía que desde ese momento, su vida cambiaría por completo. Las aventuras despreocupadas, las bromas compartidas, las noches sin preocupaciones sobre el mañana... todo eso quedaba atrás. Ahora debía enfocarse en algo mucho más grande: el reino, su gente y las expectativas que todos habían puesto sobre él, aunque nadie le hubiera preguntado si estaba listo. La verdad era que ni siquiera él había tenido tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo había sucedido demasiado rápido. Los preparativos para su coronación comenzaron casi inmediatamente después de la desaparición de Alía, y Adrián apenas había tenido un momento para detenerse a pensar. Se sentía atrapado en una mezcla de confusión, tristeza y un sentido de responsabilidad que lo abrumaba, pero sabía que no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por esas emociones. El reino necesitaba un líder, y a él lo habían elegido, estuviera preparado o no. Junto a él, caminaba su hermana gemela, Adriana. Ella, a pesar de compartir la preocupación y el peso emocional del momento, intentaba infundirle ánimos con una ligera sonrisa y un toque de complicidad. Ambos avanzaban hacia el Gran Salón del Castillo Real, y en su trayecto, Adrián no pudo evitar notar algunas caras conocidas entre la multitud. Cerca de la entrada, sus ojos se encontraron brevemente con Alexa y Daniel Selene, quienes observaban la escena con una mezcla de preocupación y apoyo. Saber que ellos estaban presentes le brindó un leve consuelo, recordándole que, a pesar de todo, no estaba completamente solo en esta travesía. El Gran Salón estaba repleto de personas, y aunque trataba de mantener una fachada de compostura, cada vez le resultaba más difícil ignorar el peso de las miradas que lo observaban con duda, escepticismo, e incluso desdén. Después de todo, Adrián era conocido como el hijo ilegítimo del antiguo rey, y muchos todavía no aceptaban que alguien con su origen pudiera sentarse en el trono. El sumo sacerdote, encargado de presidir la ceremonia, se acercó a Adrián para comenzar el ritual de coronación. Mientras las oraciones y ofrendas a los dioses ancestrales resonaban en todo el salón, Adrián permanecía en silencio, con sus pensamientos acelerados. ¿Realmente estaba preparado para asumir ese papel? Sabía que su vida de libertad había llegado a su fin, y que ahora debía convertirse en el rey que su pueblo necesitaba, a pesar de que muchos no lo querían allí. — "Que los dioses antiguos bendigan este día y guíen al nuevo rey en su reinado,"— proclamó el sumo sacerdote con voz firme, mientras encendía una antorcha que simbolizaba el inicio de una nueva era. Adrián observó la llama con atención y, por un instante, se sintió reflejado en esa luz: rodeado por la oscuridad, pero tratando de brillar a pesar de todo. El sumo sacerdote, al terminar sus oraciones, se dirigió entonces a la multitud — "Hoy, el destino del reino está en las manos de Adrián Salvatore. Aunque su historia esté llena de sombras y secretos, ha sido llamado a guiar a su pueblo. Que la sabiduría de los dioses lo acompañe en cada paso que dé.— Estas palabras resonaron en el salón, provocando murmullos entre los presentes, pero la ceremonia continuaba imperturbable. Adrián sabía que el momento de hablar había llegado. Se acercó al estrado, tomó aire profundamente y enfrentó a la multitud, consciente de que debía elegir bien sus palabras, que debían ser sinceras y transmitir firmeza. — Gente del reino— comenzó con voz firme pero cargada de emoción — sé que esta situación ha sido inesperada para todos, incluyéndome a mí. Hace apenas unos dias, éramos gobernados por mi hermana Alía, y hoy me encuentro ante vosotros, asumiendo una responsabilidad que jamás imaginé que llegaría tan rápido— Hizo una pausa, permitiéndose observar a las personas frente a él. Sabía que muchos aún dudaban de su capacidad para gobernar, y eso lo motivaba a ser más honesto. — No tuve tiempo para prepararme, y soy consciente de que algunos de vosotros habéis dudado de mi habilidad para ser rey. También sé lo que significa mi origen para muchos de vosotros. Sin embargo, os prometo que mi compromiso con este reino es inquebrantable. No os fallaré.— Con cada palabra que pronunciaba, su voz se volvía más segura, aunque en su interior aún batallaba con el nerviosismo y la presión del momento. — Mi hermana, Alía, dejó un legado que siempre recordaré. Aunque ya no esté aquí para guiarme, sé que su espíritu me acompañará en cada decisión que tome. A partir de hoy, no caminaré solo, porque caminaré junto a vosotros. Juntos construiremos un futuro mejor para este reino.— El silencio que siguió a sus palabras estaba cargado de tensión, pero también de una nueva esperanza que comenzaba a surgir entre la multitud. El sumo sacerdote, entonces, se acercó con la corona dorada en sus manos, el símbolo máximo de poder y responsabilidad. Con un gesto solemne, la colocó sobre la cabeza de Adrián, declarando con voz ceremoniosa: — "Con esta corona, te declaro Adrián Salvatore, Rey de este...nuestro reino...nuestro hogar. Que gobiernes con justicia, fortaleza y compasión.— Una luz del sol entró por las grandes ventanas del salón, iluminando a Adrián con un resplandor dorado mientras la corona reposaba sobre su cabeza. Adrián levantó la mano derecha, preparándose para hacer el juramento que sellaría su destino — Yo, Adrián Salvatore, juro gobernar con justicia, defender este reino y a su gente con todo mi ser. No descansaré hasta demostrar que soy digno de vuestra confianza, y juntos construiremos un futuro mejor— Sus palabras resonaron en cada rincón del salón, cargadas de convicción. El sumo sacerdote, levantando sus manos hacia el cielo, finalizó el rito con un grito imponente — "¡Larga vida al Rey Adrián!"— La respuesta de la multitud fue inmediata y unánime, una explosión de voces que llenó el salón — "¡Larga vida al Rey Adrián! ¡Larga vida al Rey Adrián!"— Todos, desde los nobles hasta los ciudadanos más humildes, se arrodillaron ante su nuevo rey, inclinando la cabeza en señal de respeto. Adrián, observando cómo su pueblo se inclinaba ante él, sintió finalmente el verdadero peso de la corona sobre sus hombros. Su vida había cambiado de forma radical, y el destino de todo el reino descansaba ahora en sus manos. Con paso decidido, avanzó entre la multitud postrada, pero en lugar de dirigirse al Gran Salón donde comenzaba la celebración, optó por caminar hacia los Jardines Reales. Allí, el aire fresco lo recibió, proporcionándole unos momentos de tranquilidad en medio del caos que ahora era su vida. Sabía que su reinado apenas estaba comenzando, y que el camino por delante sería largo y arduo, pero, por primera vez en el día, sintió que tal vez, solo tal vez, estaba preparado para lo que vendría.. //aqui pongan las reacciones si quieren y en el siguiente publicacion sera la comida con todos los invitados
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