• -Arañó con profundidad una de las paredes cerca de su habitación antes de entrar, cerrando la puerta detrás de él.
    Su torso aún cubierto de sangre y la herida aún dolía, incluso más que cuando Adán se la hizo.
    Caminó con una mano ensangrentada en el pecho hasta llegar a su tocador donde se sostuvo con ambas manos. Levantando su mirada para ver su reflejo en el espejo, notando su aspecto desaliñado y la sangre sobre su ropa, sus garras se clavaron sobre la madera del mueble dejando profundos arañazos antes de lanzar todo lo que hubiera encima con evidente furia.

    El sonido de alguna botella de licor fuerte que tenía sobre el tocador al estrellarse contra el suelo resonando en la amplia habitación.-

    Si es que acaso cree que lo dejaré así...

    -Comenzó farfullando entre dientes, usando su magia para volver a cocer la herida hasta que se detuvo de repente. Una sensación, medio conocida medio desconocida lo detuvo desconcertandolo.
    La pérdida de algo que le pertenecía.

    La estática de radio se escuchó por un momento, incluso los diales en sus ojos aparecieron mientras él se quedaba como piedra.
    La habitación parecía repentinamente hundida en una penumbra sepulcral, un silencio estremecedor. La calma antes de la tormenta.

    Se percató enseguida. Lo notó. Una pequeña mascota suya se había librado de sus cadenas sin su consentimiento....-
    -Arañó con profundidad una de las paredes cerca de su habitación antes de entrar, cerrando la puerta detrás de él. Su torso aún cubierto de sangre y la herida aún dolía, incluso más que cuando Adán se la hizo. Caminó con una mano ensangrentada en el pecho hasta llegar a su tocador donde se sostuvo con ambas manos. Levantando su mirada para ver su reflejo en el espejo, notando su aspecto desaliñado y la sangre sobre su ropa, sus garras se clavaron sobre la madera del mueble dejando profundos arañazos antes de lanzar todo lo que hubiera encima con evidente furia. El sonido de alguna botella de licor fuerte que tenía sobre el tocador al estrellarse contra el suelo resonando en la amplia habitación.- Si es que acaso cree que lo dejaré así... -Comenzó farfullando entre dientes, usando su magia para volver a cocer la herida hasta que se detuvo de repente. Una sensación, medio conocida medio desconocida lo detuvo desconcertandolo. La pérdida de algo que le pertenecía. La estática de radio se escuchó por un momento, incluso los diales en sus ojos aparecieron mientras él se quedaba como piedra. La habitación parecía repentinamente hundida en una penumbra sepulcral, un silencio estremecedor. La calma antes de la tormenta. Se percató enseguida. Lo notó. Una pequeña mascota suya se había librado de sus cadenas sin su consentimiento....-
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    — Una Carta no Escrita a mi Caballero, Mordred.~

    Para ti, la que lleva mi sangre y mi pena,
    Si alguna vez esta carta logra cruzar el abismo de nuestro silencio y de Camelot, quiero que sepas algo que mis labios jamás pudieron pronunciar con la claridad que merecías.
    No hay día que pase en el que no sienta el peso de tu nacimiento y tu crianza. Yo te di una vida, pero te negué el reconocimiento, el tiempo y el amor que un padre debe a su hijo. Fue un acto de cobardía, una elección nacida del deber glacial de un rey, y no de la calidez de un corazón. Por ese error, por la soledad que sembré en tu alma, lo lamento con una profundidad que supera la traición.
    Convertiste ese dolor en la espada que partió mi reino. Lo sé. Lo vi. Y a pesar del fragor de esa batalla, a pesar de la sangre derramada y la caída de todo lo que protegí, una parte de mí... una parte simple y humana, nunca pudo dejar de verte como la niña que solo buscaba una mirada de aprobación.
    Fuiste y eres mi caballero más feroz, la imagen especular de mi fuerza y mi fracaso. Y aunque nuestras vidas fueron una tragedia forjada en acero y malentendidos, quiero que sepas: siempre te quise.
    Te quise por tu espíritu indomable, por la pasión con la que cargaste tus batallas, por la lealtad que me ofreciste antes de que la amargura la consumiera. Te quise como solo un padre roto puede querer a la hija a la que hizo sufrir.

    Descansa, mi Caballero de la Traición. Quizás en otro mundo, solo seamos Arturia y Mordred, sin coronas, sin espadas, solo... padre e hija.
    Con pesar y amor,
    Arturia Pendragon, El Rey.

    — Una Carta no Escrita a mi Caballero, Mordred.~ Para ti, la que lleva mi sangre y mi pena, Si alguna vez esta carta logra cruzar el abismo de nuestro silencio y de Camelot, quiero que sepas algo que mis labios jamás pudieron pronunciar con la claridad que merecías. No hay día que pase en el que no sienta el peso de tu nacimiento y tu crianza. Yo te di una vida, pero te negué el reconocimiento, el tiempo y el amor que un padre debe a su hijo. Fue un acto de cobardía, una elección nacida del deber glacial de un rey, y no de la calidez de un corazón. Por ese error, por la soledad que sembré en tu alma, lo lamento con una profundidad que supera la traición. Convertiste ese dolor en la espada que partió mi reino. Lo sé. Lo vi. Y a pesar del fragor de esa batalla, a pesar de la sangre derramada y la caída de todo lo que protegí, una parte de mí... una parte simple y humana, nunca pudo dejar de verte como la niña que solo buscaba una mirada de aprobación. Fuiste y eres mi caballero más feroz, la imagen especular de mi fuerza y mi fracaso. Y aunque nuestras vidas fueron una tragedia forjada en acero y malentendidos, quiero que sepas: siempre te quise. Te quise por tu espíritu indomable, por la pasión con la que cargaste tus batallas, por la lealtad que me ofreciste antes de que la amargura la consumiera. Te quise como solo un padre roto puede querer a la hija a la que hizo sufrir. Descansa, mi Caballero de la Traición. Quizás en otro mundo, solo seamos Arturia y Mordred, sin coronas, sin espadas, solo... padre e hija. Con pesar y amor, Arturia Pendragon, El Rey.
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    ❛ ㅤㅤㅤ 𝐂𝐡𝐞𝐥𝐝𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨.
    ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ
    ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤ ୧⸽ ፧ ㅤ 𝐫𝐞𝐚𝐝 𝐛𝐞𝐟𝐨𝐫𝐞 𝐚𝐝𝐝
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝐬𝐡𝐞/𝐡𝐞𝐫ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ゚「 ¿Creen que son los únicos
    ㅤ ㅤㅤ con ansias de aventuras? 」。 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗯𝗮𝘀𝗶𝗰
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒂. nombre: Chel.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒃. edad: atemporal
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒄. residencia: El Dorado, más varía según el rol.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒅. orientación sexual: heterosexual
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒆. pronombres: ella/la
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒇. especie: humana
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒈. FC: animado
    ㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ✗ avatar secundario ㅤ

    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗯𝗶𝗼𝗴𝗿𝗮𝗽𝗵𝘆
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ Nacida en el seno de una familia humilde dentro de las profundidades de El Dorado, Chel se crió bajo la estricta enseñanza de que sólo aquellos con poder y estatus obtenían lo que deseaban, quedándose ella con nada más que las sobras e ilusiones de un futuro prometedor.

    Con 11 años la abuela de Chel, una curandera poco reconocida entre el poblado indígena, la instruyó en el básico arte de la medicinas y la curación mediante remedios caseros. Más, aunque Chel aprendió con rapidez y sin quejas de por medio, jamás ejerció lo aprendido, trayendo así la decepción de la matriarca de su hogar y las miradas desaprobatorias de su familia.
    ㅤ ㅤ ㅤ
    A sus diecinueve años, Chel ya había abandonado el hogar que la vió crecer para convertirse en una ávida ladronzuela, robando así el oro necesario para largarse del pueblo que la tenía atada con cadenas imaginarias y empezar una nueva vida fuera de El Dorado.

    Un día, al ser capturada por los vigías en mitad de un acto de hurto, la joven Chel dió con Miguel y Tulio, dos españoles llegados desde las costas Europeas quiénes se hicieron pasar por falsos dioses para así obtener el favor del pueblo y llevarse su oro.

    Chel, al ser la única en aquel momento en descubrir su fachada, se unió al dúo para mantener la farsa con la promesa de huir con ellos una vez todo hubiera culminado.

    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗿𝗲𝗹𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻𝘀𝗵𝗶𝗽
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ⊱ Tulio.
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ꠴ amigo y pareja.
    ㅤ ㅤ ㅤ ⊱ Miguel.
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ꠴ amigo.
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗮𝗱𝗱𝗶𝘁𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊. habilidades: inteligencia, sigilo, liderazgo, seducción, manipulación.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊. hobbies: robar, bailar.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊𝒊. objetivos: irse de El Dorado para aventurarse en tierras lejanas.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒗. ocupación: no tiene.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒗. aliados: Miguel y Tulio.
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ

    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗼𝗳𝗳 𝗿𝗼𝗹
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊. ¡Hola! Antes que nada, gracias por tomarte el tiempo de leerme.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊. Puedes referirte a mí con el seudónimo de Via.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊𝒊. Pido mucha paciencia, porque soy un caos andante.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒗. Roleo en tercera persona y en muro.
    ㅤ ㅤ ㅤ 𝒗. El personaje pertenece al mundo de El Dorado, pero me tomaré la libertad de adaptar su trama para futuros roles y posibles AUs.
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
    ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
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    ❛ ㅤㅤㅤ 𝐂𝐡𝐞𝐥𝐝𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨. ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤ ୧⸽ ፧ ㅤ 𝐫𝐞𝐚𝐝 𝐛𝐞𝐟𝐨𝐫𝐞 𝐚𝐝𝐝 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝐬𝐡𝐞/𝐡𝐞𝐫ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ゚「 ¿Creen que son los únicos ㅤ ㅤㅤ con ansias de aventuras? 」。 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗯𝗮𝘀𝗶𝗰 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝒂. nombre: Chel. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒃. edad: atemporal ㅤ ㅤ ㅤ 𝒄. residencia: El Dorado, más varía según el rol. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒅. orientación sexual: heterosexual ㅤ ㅤ ㅤ 𝒆. pronombres: ella/la ㅤ ㅤ ㅤ 𝒇. especie: humana ㅤ ㅤ ㅤ 𝒈. FC: animado ㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ✗ avatar secundario ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗯𝗶𝗼𝗴𝗿𝗮𝗽𝗵𝘆 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ Nacida en el seno de una familia humilde dentro de las profundidades de El Dorado, Chel se crió bajo la estricta enseñanza de que sólo aquellos con poder y estatus obtenían lo que deseaban, quedándose ella con nada más que las sobras e ilusiones de un futuro prometedor. Con 11 años la abuela de Chel, una curandera poco reconocida entre el poblado indígena, la instruyó en el básico arte de la medicinas y la curación mediante remedios caseros. Más, aunque Chel aprendió con rapidez y sin quejas de por medio, jamás ejerció lo aprendido, trayendo así la decepción de la matriarca de su hogar y las miradas desaprobatorias de su familia. ㅤ ㅤ ㅤ A sus diecinueve años, Chel ya había abandonado el hogar que la vió crecer para convertirse en una ávida ladronzuela, robando así el oro necesario para largarse del pueblo que la tenía atada con cadenas imaginarias y empezar una nueva vida fuera de El Dorado. Un día, al ser capturada por los vigías en mitad de un acto de hurto, la joven Chel dió con Miguel y Tulio, dos españoles llegados desde las costas Europeas quiénes se hicieron pasar por falsos dioses para así obtener el favor del pueblo y llevarse su oro. Chel, al ser la única en aquel momento en descubrir su fachada, se unió al dúo para mantener la farsa con la promesa de huir con ellos una vez todo hubiera culminado. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗿𝗲𝗹𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻𝘀𝗵𝗶𝗽 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ⊱ Tulio. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ꠴ amigo y pareja. ㅤ ㅤ ㅤ ⊱ Miguel. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ꠴ amigo. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗮𝗱𝗱𝗶𝘁𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊. habilidades: inteligencia, sigilo, liderazgo, seducción, manipulación. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊. hobbies: robar, bailar. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊𝒊. objetivos: irse de El Dorado para aventurarse en tierras lejanas. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒗. ocupación: no tiene. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒗. aliados: Miguel y Tulio. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝗼𝗳𝗳 𝗿𝗼𝗹 ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊. ¡Hola! Antes que nada, gracias por tomarte el tiempo de leerme. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊. Puedes referirte a mí con el seudónimo de Via. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒊𝒊. Pido mucha paciencia, porque soy un caos andante. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒊𝒗. Roleo en tercera persona y en muro. ㅤ ㅤ ㅤ 𝒗. El personaje pertenece al mundo de El Dorado, pero me tomaré la libertad de adaptar su trama para futuros roles y posibles AUs. ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ
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  • #monorol
    -- Pilares de la Creación --

    [ Décadas atrás ]

    Nada más que un simple pueblo rural olvidado por Dios. Ni turismo, ni minería, ni cosechas abundantes, solo un par de casuchas polvorientas a mitad del desierto. Un lugar tan insignificante que bien podria ni existir y nadie notaría la diferencia.

    Sin embargo en los túneles subterráneos se ocultaba un secreto hasta ese día desconocido por el hombre. Secretos ancestrales tan antiguos que desafiaban todo lo establecido.

    "¡Apúrate, Cornelius!"
    El hombre que lideraba la expedición era Dominic Ryzenga, un joven micólogo que se había hecho de fama inusitada a su corta edad. No sólo fue él quien descubrió ese lugar, sino que habia descubierto nada menos que 78 especies diferentes de setas en ese abismo.

    "¿Podemos tomar un descanso? Saben que mi pierna ya no puede con este tipo de excursiones"
    El que se estaba rezagando era Cornelius Lenheim, un veterano de guerra que había heredado una fortuna tan inmensa de la noche a la mañana, tanto asi que no tenia idea qué hacer con ella. Se apoyaba de un bastón para caminar, cuando uno de los excursionistas regresó a ayudarle.

    "Creo que es buena idea tomar un descanso, Dominic".
    Su larga cabellera negra como la noche y su espada oriental eran inconfundibles. Amadeus Crowley, el filántropo y coleccionista que había decidido financiar la investigación del joven Ryzenga cuando el resto del mundo científico le había dado la espalda. Ahora la envidia de muchos gracias a la fructífera investigación del talentoso científico.

    Frente a los tres hombres y el resto de su expedición se encontraba una gruta natural, sinuosa y traicionera que llevaba a lo que Dominic habia llamado "Los Pilares de la Creación".

    Los pilares eran nada más que tres hongos de un colosal tamaño que desafiaba todo entendimiento moderno. Dominic había estimado que cada uno alcanzaba una profundidad de nada menos que ¡400 kilómetros!

    Desde ahí se esparcía una red de setas no solo a traves de esa área, sino a todos los rincones del mundo. Una red de información tan vieja como el propio planeta, aunque según Dominic, era aún más vieja que la tierra misma, o así lo explicaba una descabellada y atrevida teoría que él tenía.

    "La desdoblabilidad reversible del ADN" le llamaba. Fue recibida con burlas, pero Amadeus escuchó con atención e interés, y por supuesto, con fondos casi ilimitados. Fondos que provenían en gran parte de la familia Lenheim, ahora liderada por Cornelius.

    "¿Por qué siempre cargas esa espada?"
    Preguntó Cornelius como si fuera un tabú. Lo conocía desde hace casi un año y le había llamado la atención.

    "¿De qué hablas?"
    Amadeus respondió perplejo.
    "Yo no cargo nada. Ella es la que ha decidido acompañarme"

    "Es más que una espada para ti"
    Acotó Dominic con certeza.

    "Como estas setas son más que simples hongos para ti, ¿no es así?"
    Afirmó Amadeus.

    "Aquí no hay hongos ni setas"
    Dominic explicó.
    "Esos son los nombres que decidimos para los verdaderos habitantes de este mundo. Estuvieron aquí primero y estarán cuando nuestro turno termine. Ellos son los que deberían decidir si 'humano' es como nos deberíamos llamar"

    "¿En serio son así de importantes?"
    Pregunta Cornelius con cautela pues sabe lo apasionado que Dominic es en cuanto a este tema.

    "¿Importantes? Es lo único que importa, este planeta solo fue creado como un hogar para los Pilares. Comparados con ellos, los humanos somos solo personajes secundarios en este mundo"
    Dominic mostraba más intensidad a cada palabra.

    "En ese caso..."
    Completó Amadeus.
    "¿Qué tal si nosotros tres tomamos el papel protagónico de este mundo prestado?" Sólo un momento"
    #monorol -- Pilares de la Creación -- [ Décadas atrás ] Nada más que un simple pueblo rural olvidado por Dios. Ni turismo, ni minería, ni cosechas abundantes, solo un par de casuchas polvorientas a mitad del desierto. Un lugar tan insignificante que bien podria ni existir y nadie notaría la diferencia. Sin embargo en los túneles subterráneos se ocultaba un secreto hasta ese día desconocido por el hombre. Secretos ancestrales tan antiguos que desafiaban todo lo establecido. "¡Apúrate, Cornelius!" El hombre que lideraba la expedición era Dominic Ryzenga, un joven micólogo que se había hecho de fama inusitada a su corta edad. No sólo fue él quien descubrió ese lugar, sino que habia descubierto nada menos que 78 especies diferentes de setas en ese abismo. "¿Podemos tomar un descanso? Saben que mi pierna ya no puede con este tipo de excursiones" El que se estaba rezagando era Cornelius Lenheim, un veterano de guerra que había heredado una fortuna tan inmensa de la noche a la mañana, tanto asi que no tenia idea qué hacer con ella. Se apoyaba de un bastón para caminar, cuando uno de los excursionistas regresó a ayudarle. "Creo que es buena idea tomar un descanso, Dominic". Su larga cabellera negra como la noche y su espada oriental eran inconfundibles. Amadeus Crowley, el filántropo y coleccionista que había decidido financiar la investigación del joven Ryzenga cuando el resto del mundo científico le había dado la espalda. Ahora la envidia de muchos gracias a la fructífera investigación del talentoso científico. Frente a los tres hombres y el resto de su expedición se encontraba una gruta natural, sinuosa y traicionera que llevaba a lo que Dominic habia llamado "Los Pilares de la Creación". Los pilares eran nada más que tres hongos de un colosal tamaño que desafiaba todo entendimiento moderno. Dominic había estimado que cada uno alcanzaba una profundidad de nada menos que ¡400 kilómetros! Desde ahí se esparcía una red de setas no solo a traves de esa área, sino a todos los rincones del mundo. Una red de información tan vieja como el propio planeta, aunque según Dominic, era aún más vieja que la tierra misma, o así lo explicaba una descabellada y atrevida teoría que él tenía. "La desdoblabilidad reversible del ADN" le llamaba. Fue recibida con burlas, pero Amadeus escuchó con atención e interés, y por supuesto, con fondos casi ilimitados. Fondos que provenían en gran parte de la familia Lenheim, ahora liderada por Cornelius. "¿Por qué siempre cargas esa espada?" Preguntó Cornelius como si fuera un tabú. Lo conocía desde hace casi un año y le había llamado la atención. "¿De qué hablas?" Amadeus respondió perplejo. "Yo no cargo nada. Ella es la que ha decidido acompañarme" "Es más que una espada para ti" Acotó Dominic con certeza. "Como estas setas son más que simples hongos para ti, ¿no es así?" Afirmó Amadeus. "Aquí no hay hongos ni setas" Dominic explicó. "Esos son los nombres que decidimos para los verdaderos habitantes de este mundo. Estuvieron aquí primero y estarán cuando nuestro turno termine. Ellos son los que deberían decidir si 'humano' es como nos deberíamos llamar" "¿En serio son así de importantes?" Pregunta Cornelius con cautela pues sabe lo apasionado que Dominic es en cuanto a este tema. "¿Importantes? Es lo único que importa, este planeta solo fue creado como un hogar para los Pilares. Comparados con ellos, los humanos somos solo personajes secundarios en este mundo" Dominic mostraba más intensidad a cada palabra. "En ese caso..." Completó Amadeus. "¿Qué tal si nosotros tres tomamos el papel protagónico de este mundo prestado?" Sólo un momento"
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  • La soledad es aquello que nos hace más fuertes o eso dicen.

    La soledad es enemiga, amiga, incluso desconocida y amante. Miles de pensamientos rondaban la cabeza de la deidad de la primavera, cansada, hastiada de sus propios pensamientos, su honda respiración se hizo presente a la profundidad a la que sus pulmones llegaban a ese sentimiento de quemazón, después de tragar saliva, procesar y recapitular sus pensamientos, y ante todo controlar la impulsividad, llevó la mano zurda al pecho, a la zona del corazón.

    Apretó dicha zona como a un clavo ardiente, arrugando por ende toda aquella pieza del vestido, las lágrimas caían por sus mejillas, su rostro intentó metamorfosearle en rigidez, costaba, no era imposible, tampoco posible, pero ahí estaba, pivotando de un batiburrillo de pensamientos a cada cual, peor.

    Sentía calambres en la espalda, en el vientre incluso, temía a la más oscura de las sombras, tragó saliva, su pensamiento pivotó a otro, y sucesivamente, su piel se erizó... algo ocurrida en el cuerpo y mente de Perséfone, miles de sentimientos flotaban: ¿cariño, amor, pasión, miedo, lujuria...?
    La soledad es aquello que nos hace más fuertes o eso dicen. La soledad es enemiga, amiga, incluso desconocida y amante. Miles de pensamientos rondaban la cabeza de la deidad de la primavera, cansada, hastiada de sus propios pensamientos, su honda respiración se hizo presente a la profundidad a la que sus pulmones llegaban a ese sentimiento de quemazón, después de tragar saliva, procesar y recapitular sus pensamientos, y ante todo controlar la impulsividad, llevó la mano zurda al pecho, a la zona del corazón. Apretó dicha zona como a un clavo ardiente, arrugando por ende toda aquella pieza del vestido, las lágrimas caían por sus mejillas, su rostro intentó metamorfosearle en rigidez, costaba, no era imposible, tampoco posible, pero ahí estaba, pivotando de un batiburrillo de pensamientos a cada cual, peor. Sentía calambres en la espalda, en el vientre incluso, temía a la más oscura de las sombras, tragó saliva, su pensamiento pivotó a otro, y sucesivamente, su piel se erizó... algo ocurrida en el cuerpo y mente de Perséfone, miles de sentimientos flotaban: ¿cariño, amor, pasión, miedo, lujuria...?
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  • Aveces hay cosas fascinantes ocultos en las profundidades de los bosques....

    *Fue lo que penso el esqueleto al notar aquel angel de piedra lleno de aquellas plantas, tan solo se quedaria observando a este con calma, de forma inconsiente llegaba a ladear su cabeza al estarlo observando*
    Aveces hay cosas fascinantes ocultos en las profundidades de los bosques.... *Fue lo que penso el esqueleto al notar aquel angel de piedra lleno de aquellas plantas, tan solo se quedaria observando a este con calma, de forma inconsiente llegaba a ladear su cabeza al estarlo observando*
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    ¿Eres una persona creativa, detallista y que le encanta desarrollar vínculos complejos en el roleplay? ¡Pues, creo que podríamos hacer match!
    Tanto mi amigo como yo, estamos buscando partner para interpretar a Olivia Hamilton, hermana menor (19 años) de ambos personajes.


    ⋆𐙚 ̊.Detalles del personaje:

    • Edad: 19 años

    • Personalidad: libre interpretación (puede tener matices rebeldes, dulces, misteriosos o reservados, según se acuerde. La idea es que puedas sentirte completamente a gusto con la personalidad del personaje).

    • Contexto: Hermana menor de Ezra Hamilton y Katherine Hamilton, con una relación familiar llena de historia, emociones y matices.
    (Más cuestiones a desarrollar)

    • Ambientación: Moderna / urbana / adaptable al universo del rol.


    ˖᯽ ݁˖Requisitos:

    1. Compromiso con el desarrollo narrativo.

    2. Buena comunicación para coordinar trama y evolución entre los personajes.

    3. Nivel de escritura intermedio a avanzado. No lineas y acciones sin sentido.

    4. FC RECOMENDADA: Jessica Alexander.
    (Cualquier sugerencia o propuesta puede ser conversada)



    Si te interesa dar vida a Olivia y construir una historia con profundidad y química narrativa, envía tu propuesta o ficha breve del personaje.

    Se busca una Olivia con ganas de escribir algo memorable.
    ¿Eres una persona creativa, detallista y que le encanta desarrollar vínculos complejos en el roleplay? ¡Pues, creo que podríamos hacer match! Tanto mi amigo como yo, estamos buscando partner para interpretar a Olivia Hamilton, hermana menor (19 años) de ambos personajes. ⋆𐙚 ̊.Detalles del personaje: • Edad: 19 años • Personalidad: libre interpretación (puede tener matices rebeldes, dulces, misteriosos o reservados, según se acuerde. La idea es que puedas sentirte completamente a gusto con la personalidad del personaje). • Contexto: Hermana menor de Ezra Hamilton y Katherine Hamilton, con una relación familiar llena de historia, emociones y matices. (Más cuestiones a desarrollar) • Ambientación: Moderna / urbana / adaptable al universo del rol. ˖᯽ ݁˖Requisitos: 1. Compromiso con el desarrollo narrativo. 2. Buena comunicación para coordinar trama y evolución entre los personajes. 3. Nivel de escritura intermedio a avanzado. No lineas y acciones sin sentido. 4. FC RECOMENDADA: Jessica Alexander. (Cualquier sugerencia o propuesta puede ser conversada) Si te interesa dar vida a Olivia y construir una historia con profundidad y química narrativa, envía tu propuesta o ficha breve del personaje. 📩 Se busca una Olivia con ganas de escribir algo memorable.
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  • 𝐂𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄𝐉𝐎 - 𝐕𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    ────Yo, Anquises, hijo de Capis, descendiente Dárdano, presento ahora a mi hijo Eneas ante los dioses para pedir su protección y sus bendiciones.

    Al tercer día, como dictaban las costumbres de los troyanos, Anquises había alzado a su hijo frente al fuego del hogar, en una pequeña ceremonia a la que asistieron algunas de las familias nobles de las ciudades aliadas de Dardania. Luego, se volvió hacia el sacerdote, quién posó su mano sobre la cabeza de su hijo para bendecirlo.

    El sacerdote comenzó a recitar plegarias sagradas para el Portador de Tormentas, pero su voz, vieja y astillada como la corteza de un viejo roble, flotó a un lugar lejano para Afro. Ocupaba su sitio junto al resto de los sirvientes congregados en el patio del palacio, entre las sombras que retrocedían ante el fuego de las antorchas dispuestas a su alrededor. Se refugio bajo el largo velo que caía detrás de su espalda. Aunque era una noche de verano, el aire cargado del dulce aroma del incienso y jazmín estaba bastante fresco.

    ────¡Zeus Cronión! Portador del rayo, centelleante, tonante, fulminante; escúchanos ahora…

    Afro apretó las manos frente a su estómago y observó con cierto anhelo a los nobles aglomerados en el interior. No iba a negarlo: le habría encantado tener un sitio delante de todo ese gran gentío, a un lado de la reina Temiste, presenciando la ceremonia como lo que realmente era: la madre de Eneas. No obstante, estar hasta atrás también tenía sus ventajas; y es que mientras la ceremonia transcurría, Afro había tenido la ocasión de examinar con ojo curioso a los invitados.

    Observó sus ropajes, la calidad de las telas que eran superiores a lo que ella llevaba puesto, los colores, los bordados tan finos hechos con hilos de oro. Un hermoso collar de cuentas de ámbar rodeaba el cuello de una noble, resaltando el color de sus ojos felinos. «Ah, esta sabe perfectamente lo que lleva sobre las clavículas. Es su mejor arma, es obvio que acaparará todas las miradas. Y ya veo algunos cuellos curiosos erguidos en su dirección». Pensó Afro, apenas disimulando una sonrisa.

    En el otro extremo del salón, un hombre de túnica azul oscuro estaba parado a un costado de una columna, Afro arqueó una ceja. No parecía haber recibido la invitación con mucha antelación; había sido uno de los últimos invitados en atravesar las puertas y su sonrisa, aunque amable y cortes, supo ocultar el color en sus mejillas. ¿Habría corrido a toda prisa para llegar hasta el palacio? Una pulsera de diminutas conchas rodeaba su muñeca. Eso le hizo sospechar que quizás el hombre venía de las costas de Licia.

    Pero de todos los invitados, un grupo en particular llamó su atención. Nunca había visto a ninguno, a pesar de que había escuchado sus nombres; hacían compañía a la reina Temiste. La cercanía en su trato, la naturalidad con la que hablaban, tan amena y cercana, le indicó que ya existía confianza entre ellos desde hace un tiempo. Más tarde, Anquises se encargaría de contarle que se trataba de la casa real de Ilión (Troya). El rey Príamo con su corona de lapislázuli que resaltaba sobre la cascada de cabellos negros, llevaba del brazo a la reina Hécuba de mirada vivas y gentil. Y a su lado, se encontraban sus hijos, sosteniendo ramas de olivo y laurel entre sus manitas. Por la forma en que sus dedos jugueteaban con los tallos frescos, era evidente el gran esfuerzo que estaban poniendo en no pelear, ni bostezar.

    Que buenos estaban siendo esos niños, había pensado para sus adentros. Si ella tuviera ese nivel de paciencia, probablemente habría hecho grandes proezas hace mucho. Era un logro que debía reconocerse.

    Y casi como si le hubiera leído las palabras en la mente, la hija pequeña de Príamo giró la cabeza, en su dirección.

    Afro contuvo la respiración cuando esos ojos de obsidiana cruzaron con los suyos. ¿Por qué… esa niña la miraba así? Era la expresión de alguien que había encontrado un cabello en su comida y empieza, meticulosamente, a hacer una lista mental de posibles cabezas sospechosas a quién podría pertenecer esa hebra. Era la primera vez que un niño mortal la observaba de esa manera, con tanta suspicacia, y eso, para su propia sorpresa, le provocó un ligero nerviosismo.

    Forzó una sonrisa, la más amable que sus labios consiguieron esbozar y discretamente levantó la mano para saludarla. Pero su gesto se derritió al instante, como la nieve bajo el sol de primavera. La niña no solo no le devolvió el saludo, sino que su expresión ceñuda se tornó aún más analítica. Tragó saliva, aunque incomoda, Afro no se achicó, ni rompió el contacto visual. Dejó que la niña hiciera su análisis sobre ella, convirtiéndose en el objetivo de contemplación de su estudio. Creyó que la descomponía pieza por pieza, hasta entender cada función, o al menos, eso intentaba ¿Podía culparla? En su edad más temprana, motivada por la curiosidad inocente, Afro habría hecho lo mismo con una ostra y un cangrejo que encontró en las orillas de la playa de Chipre, la primera vez que pisó tierra firme después de su nacimiento en el seno de las profundidades del mar. Los dioses crecían a una velocidad alarmante, así que cuando el oleaje terminó de dar forma a la carne y la sangre celestial de su padre que habían sido arrojados al mar, las olas expulsaron a la superficie a una niña que, aunque frágil, tenía la fuerza suficiente en las extremidades para nadar hasta la costa.

    Su conocimiento sobre el mundo era limitado y sin nadie quién la supervisara, se dedicó a caminar por la playa desierta. La playa de arenas blancas era enorme, los árboles frondosos que se alzaban a la distancia no le inspiraron el menor deseo de adentrarse en su espesura. Vagó sin rumbo hasta que algo capturó su atención: una ostra. Era liviana entre sus manos y al no oír sonido alguno al sacudirla junto a su oído, la abrió con ayuda de una piedra de punta afilada. Dentro encontró un par de perlas que después convertiría en los pendientes que ahora llevaba puestos.

    Más adelante halló un cangrejo caminando detrás de una roca enorme. Se acuclilló para observarlo, fascinada por esa forma tan peculiar de moverse de lado. Cada vez que intentaba llegar al mar, ella le cortaba el paso con la mano. El pequeño insistía, avanzando primero hacia un lado y luego hacia el otro, y ella, divertida, volvía a interponerse. Un duelo de paciencia que él perdió primero. Entre risas, cuando volvió a bloquearle el camino, el cangrejo esa vez cerró sus pinzas con firmeza alrededor de su dedo.

    Aún recordaba el dolor que aquello le causó, tan vivido y punzante que podría jurar que, después de años, el cangrejo seguía aferrado a su dedo solo para darle una lección de límites. Y vaya que lo consiguió; aquella punzada fantasma bastó para devolverla, de golpe, a la realidad.

    «Está bien. Ganaste esta ronda, amigo crustáceo».

    Hizo una leve mueca, el recuerdo tardío de esas pinzas que, al parecer, aún tenían algo que reclamarle, antes de que el murmullo de la ceremonia la alcanzara en los oídos.

    Moiras santas. Eso... eso dolió bastante...

    Gracias a los dioses, el sacerdote terminó su labor, poniendo fin al análisis de aquella niña troyana. La reina Hécuba tomó de la mano a la niña para conducirla junto a sus hermanos al frente, y fue entonces que Afro descubrió el nombre de aquella chiquilla.

    ────Ven, Cassandra ─le dijo su madre─. Vamos a llevarle nuestros regalos al príncipe.

    Dedicándole una última mirada que prometía continuar con el estudio de su persona más tarde y sin hacer más, obediente, Cassandra dio media vuelta y se perdió entre la multitud de nobles que se amontonaba junto a sus hijos para presentar sus regalos a Eneas. Su familia se situó en el lugar de preeminencia que les correspondía, siendo ellos los primeros en entregar sus obsequios. Solo los hijos mayores de Príamo pasaron al frente para ofrecer las ramitas de olivo y laurel al pequeño príncipe. Claro, Eneas los observaba confundido con sus grandes ojitos. No comprendía lo que estaba ocurriendo. Pero su hijo ya desde bebé era valiente, ninguna sombra de duda o temor cubrió su rostro ante ninguno de esos extraños que se acercaron a darle la bienvenida al mundo.

    El banquete dio inicio y el palacio se llenó de música, cantos y risas. Las antorchas danzaban en los muros y las voces se mezclaron con el sonido de las copas. En lo que restó de la noche, Afro no volvió a saber nada de Cassandra ni de sus analíticos ojos de obsidiana. Por un momento, Afro se sintió como aquel cangrejo en la playa, solo que, a diferencia de él, ella ahora no tenía pinzas con que defenderse.

    Y no las necesitaba.
    𝐂𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄𝐉𝐎 - 𝐕𝐈 🦀 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 ────Yo, Anquises, hijo de Capis, descendiente Dárdano, presento ahora a mi hijo Eneas ante los dioses para pedir su protección y sus bendiciones. Al tercer día, como dictaban las costumbres de los troyanos, Anquises había alzado a su hijo frente al fuego del hogar, en una pequeña ceremonia a la que asistieron algunas de las familias nobles de las ciudades aliadas de Dardania. Luego, se volvió hacia el sacerdote, quién posó su mano sobre la cabeza de su hijo para bendecirlo. El sacerdote comenzó a recitar plegarias sagradas para el Portador de Tormentas, pero su voz, vieja y astillada como la corteza de un viejo roble, flotó a un lugar lejano para Afro. Ocupaba su sitio junto al resto de los sirvientes congregados en el patio del palacio, entre las sombras que retrocedían ante el fuego de las antorchas dispuestas a su alrededor. Se refugio bajo el largo velo que caía detrás de su espalda. Aunque era una noche de verano, el aire cargado del dulce aroma del incienso y jazmín estaba bastante fresco. ────¡Zeus Cronión! Portador del rayo, centelleante, tonante, fulminante; escúchanos ahora… Afro apretó las manos frente a su estómago y observó con cierto anhelo a los nobles aglomerados en el interior. No iba a negarlo: le habría encantado tener un sitio delante de todo ese gran gentío, a un lado de la reina Temiste, presenciando la ceremonia como lo que realmente era: la madre de Eneas. No obstante, estar hasta atrás también tenía sus ventajas; y es que mientras la ceremonia transcurría, Afro había tenido la ocasión de examinar con ojo curioso a los invitados. Observó sus ropajes, la calidad de las telas que eran superiores a lo que ella llevaba puesto, los colores, los bordados tan finos hechos con hilos de oro. Un hermoso collar de cuentas de ámbar rodeaba el cuello de una noble, resaltando el color de sus ojos felinos. «Ah, esta sabe perfectamente lo que lleva sobre las clavículas. Es su mejor arma, es obvio que acaparará todas las miradas. Y ya veo algunos cuellos curiosos erguidos en su dirección». Pensó Afro, apenas disimulando una sonrisa. En el otro extremo del salón, un hombre de túnica azul oscuro estaba parado a un costado de una columna, Afro arqueó una ceja. No parecía haber recibido la invitación con mucha antelación; había sido uno de los últimos invitados en atravesar las puertas y su sonrisa, aunque amable y cortes, supo ocultar el color en sus mejillas. ¿Habría corrido a toda prisa para llegar hasta el palacio? Una pulsera de diminutas conchas rodeaba su muñeca. Eso le hizo sospechar que quizás el hombre venía de las costas de Licia. Pero de todos los invitados, un grupo en particular llamó su atención. Nunca había visto a ninguno, a pesar de que había escuchado sus nombres; hacían compañía a la reina Temiste. La cercanía en su trato, la naturalidad con la que hablaban, tan amena y cercana, le indicó que ya existía confianza entre ellos desde hace un tiempo. Más tarde, Anquises se encargaría de contarle que se trataba de la casa real de Ilión (Troya). El rey Príamo con su corona de lapislázuli que resaltaba sobre la cascada de cabellos negros, llevaba del brazo a la reina Hécuba de mirada vivas y gentil. Y a su lado, se encontraban sus hijos, sosteniendo ramas de olivo y laurel entre sus manitas. Por la forma en que sus dedos jugueteaban con los tallos frescos, era evidente el gran esfuerzo que estaban poniendo en no pelear, ni bostezar. Que buenos estaban siendo esos niños, había pensado para sus adentros. Si ella tuviera ese nivel de paciencia, probablemente habría hecho grandes proezas hace mucho. Era un logro que debía reconocerse. Y casi como si le hubiera leído las palabras en la mente, la hija pequeña de Príamo giró la cabeza, en su dirección. Afro contuvo la respiración cuando esos ojos de obsidiana cruzaron con los suyos. ¿Por qué… esa niña la miraba así? Era la expresión de alguien que había encontrado un cabello en su comida y empieza, meticulosamente, a hacer una lista mental de posibles cabezas sospechosas a quién podría pertenecer esa hebra. Era la primera vez que un niño mortal la observaba de esa manera, con tanta suspicacia, y eso, para su propia sorpresa, le provocó un ligero nerviosismo. Forzó una sonrisa, la más amable que sus labios consiguieron esbozar y discretamente levantó la mano para saludarla. Pero su gesto se derritió al instante, como la nieve bajo el sol de primavera. La niña no solo no le devolvió el saludo, sino que su expresión ceñuda se tornó aún más analítica. Tragó saliva, aunque incomoda, Afro no se achicó, ni rompió el contacto visual. Dejó que la niña hiciera su análisis sobre ella, convirtiéndose en el objetivo de contemplación de su estudio. Creyó que la descomponía pieza por pieza, hasta entender cada función, o al menos, eso intentaba ¿Podía culparla? En su edad más temprana, motivada por la curiosidad inocente, Afro habría hecho lo mismo con una ostra y un cangrejo que encontró en las orillas de la playa de Chipre, la primera vez que pisó tierra firme después de su nacimiento en el seno de las profundidades del mar. Los dioses crecían a una velocidad alarmante, así que cuando el oleaje terminó de dar forma a la carne y la sangre celestial de su padre que habían sido arrojados al mar, las olas expulsaron a la superficie a una niña que, aunque frágil, tenía la fuerza suficiente en las extremidades para nadar hasta la costa. Su conocimiento sobre el mundo era limitado y sin nadie quién la supervisara, se dedicó a caminar por la playa desierta. La playa de arenas blancas era enorme, los árboles frondosos que se alzaban a la distancia no le inspiraron el menor deseo de adentrarse en su espesura. Vagó sin rumbo hasta que algo capturó su atención: una ostra. Era liviana entre sus manos y al no oír sonido alguno al sacudirla junto a su oído, la abrió con ayuda de una piedra de punta afilada. Dentro encontró un par de perlas que después convertiría en los pendientes que ahora llevaba puestos. Más adelante halló un cangrejo caminando detrás de una roca enorme. Se acuclilló para observarlo, fascinada por esa forma tan peculiar de moverse de lado. Cada vez que intentaba llegar al mar, ella le cortaba el paso con la mano. El pequeño insistía, avanzando primero hacia un lado y luego hacia el otro, y ella, divertida, volvía a interponerse. Un duelo de paciencia que él perdió primero. Entre risas, cuando volvió a bloquearle el camino, el cangrejo esa vez cerró sus pinzas con firmeza alrededor de su dedo. Aún recordaba el dolor que aquello le causó, tan vivido y punzante que podría jurar que, después de años, el cangrejo seguía aferrado a su dedo solo para darle una lección de límites. Y vaya que lo consiguió; aquella punzada fantasma bastó para devolverla, de golpe, a la realidad. «Está bien. Ganaste esta ronda, amigo crustáceo». Hizo una leve mueca, el recuerdo tardío de esas pinzas que, al parecer, aún tenían algo que reclamarle, antes de que el murmullo de la ceremonia la alcanzara en los oídos. Moiras santas. Eso... eso dolió bastante... Gracias a los dioses, el sacerdote terminó su labor, poniendo fin al análisis de aquella niña troyana. La reina Hécuba tomó de la mano a la niña para conducirla junto a sus hermanos al frente, y fue entonces que Afro descubrió el nombre de aquella chiquilla. ────Ven, Cassandra ─le dijo su madre─. Vamos a llevarle nuestros regalos al príncipe. Dedicándole una última mirada que prometía continuar con el estudio de su persona más tarde y sin hacer más, obediente, Cassandra dio media vuelta y se perdió entre la multitud de nobles que se amontonaba junto a sus hijos para presentar sus regalos a Eneas. Su familia se situó en el lugar de preeminencia que les correspondía, siendo ellos los primeros en entregar sus obsequios. Solo los hijos mayores de Príamo pasaron al frente para ofrecer las ramitas de olivo y laurel al pequeño príncipe. Claro, Eneas los observaba confundido con sus grandes ojitos. No comprendía lo que estaba ocurriendo. Pero su hijo ya desde bebé era valiente, ninguna sombra de duda o temor cubrió su rostro ante ninguno de esos extraños que se acercaron a darle la bienvenida al mundo. El banquete dio inicio y el palacio se llenó de música, cantos y risas. Las antorchas danzaban en los muros y las voces se mezclaron con el sonido de las copas. En lo que restó de la noche, Afro no volvió a saber nada de Cassandra ni de sus analíticos ojos de obsidiana. Por un momento, Afro se sintió como aquel cangrejo en la playa, solo que, a diferencia de él, ella ahora no tenía pinzas con que defenderse. Y no las necesitaba.
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  • ** Una cueva en las profundidades del amazonas contenia un ecosistema completo, alimentado por tomas de aire que tambien facilitaban la entrada de luz para la fotosintesis. En ese paraiso oculto para la mayoria del mundo crecian especies únicas de hongos, con efectos y propiedades aun desconocidos para la mayoria.

    Pero Amanita no era parte de esa mayoria. **

    Ven, ven... bien, ya estas limpio... ahh, mirate, ¿qué te pasó? Estás algo golpeado...hmm, ¿caracoles? Tengo que poner más trampas...

    ** Habla con las setas como siempre. Son las únicas que suelen escucharla sin juzgar, pero no imagina que alguien mas está ahi **

    Aikaterine Ouro
    ** Una cueva en las profundidades del amazonas contenia un ecosistema completo, alimentado por tomas de aire que tambien facilitaban la entrada de luz para la fotosintesis. En ese paraiso oculto para la mayoria del mundo crecian especies únicas de hongos, con efectos y propiedades aun desconocidos para la mayoria. Pero Amanita no era parte de esa mayoria. ** Ven, ven... bien, ya estas limpio... ahh, mirate, ¿qué te pasó? Estás algo golpeado...hmm, ¿caracoles? Tengo que poner más trampas... ** Habla con las setas como siempre. Son las únicas que suelen escucharla sin juzgar, pero no imagina que alguien mas está ahi ** [Mercenary1x]
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  • *Así que, al comenzar a hablar sobre Halloween, las horas pasaron, y Elios tuvo que irse porque le tocaba ir a trabajar por la mañana.
    Pero Cal y Adam continuaron hablando sobre el terror...*

    —El frío viene... Y aquel que susurra en la oscuridad prepara una trampa para que los perros te huelan y vengan por ti desde ángulos...
    —Has visto lo que no debías, y sabes demasiado. Las mentes como tú nunca pueden encontrar el descanso.
    —La llamada de Cthulhu se disfraza con flautas babeantes y estúpidas, sin razón, desde las profundidades del cosmos, y al usar la llave de plata no pudiste regresar tras cruzar el umbral.
    —Al mirar al abismo, descubriste esa locura que hay en las montañas, y Erick Zahn no hacía música de este universo...
    —Ratas en las paredes en la habitación cerrada, y Pickman pintaba lo indecible...
    —Pero eso es una nimiedad. El caos reptante sí es aterrador. Faraón de Egipto, y el doctor Dexter con sus panteras...
    —Pero mantente tranquilo. Cuando Ubbo Sathla despierte, no habrá más diferencias entre nosotros...
    *Así que, al comenzar a hablar sobre Halloween, las horas pasaron, y Elios tuvo que irse porque le tocaba ir a trabajar por la mañana. Pero Cal y Adam continuaron hablando sobre el terror...* —El frío viene... Y aquel que susurra en la oscuridad prepara una trampa para que los perros te huelan y vengan por ti desde ángulos... —Has visto lo que no debías, y sabes demasiado. Las mentes como tú nunca pueden encontrar el descanso. —La llamada de Cthulhu se disfraza con flautas babeantes y estúpidas, sin razón, desde las profundidades del cosmos, y al usar la llave de plata no pudiste regresar tras cruzar el umbral. —Al mirar al abismo, descubriste esa locura que hay en las montañas, y Erick Zahn no hacía música de este universo... —Ratas en las paredes en la habitación cerrada, y Pickman pintaba lo indecible... —Pero eso es una nimiedad. El caos reptante sí es aterrador. Faraón de Egipto, y el doctor Dexter con sus panteras... —Pero mantente tranquilo. Cuando Ubbo Sathla despierte, no habrá más diferencias entre nosotros...
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