• La junta de los cantantes frente al jefe había dado comienzo, los Senior se presentaban antes los nuevos Junior y ayudaban a los Rookie -no puedo creerlo lo gramos fuimos escogidos!- se escuchaban gritos de emoción por parte de los Junior, mientras que Blossom, Carry y Somna como Senior, solamente resaban por qué no les pasará nada.

    El jefe entro a la habitación y empezó su discurso de bienvenida -sean todos bienvenidos mis jóvenes promesas de la música, todos ustedes tienen un futuro brillante en la organización Animalium, prometemos que ustedes llegarán lejos y serán las estrellas que siempre han soñado ser- en las cabezas de todos los Senior solo cruzaba un mismo pensamiento "mentiroso rastrero" mientras la sangre les hervía de la impotencia.

    -sin embargo, de no hacerlo, serán amonestados- todos los Senior se quedaron confundidos, esa frase no era parte del discurso falso que siempre daba -ustedes firmaron el contrato, por lo que deben ser las estrellas que desean ser, si no habrá consecuencias- un pisotón fuerte resono en la habitación -espere jefe, no puede amonestarlos, son cantantes Junior, nisiquiera han tenido su cancion debut como espera que crescan en un día?- uno de los senior se alzo molesto -y como esta eso de que los hizo firmar el contrato, SON NIÑOS NISIQUIERA LLEGAN A ROOKIE!- otra cantante senior se alzo, sin embargo solo se escucho la fria risa del jefe -oh muchos, talentosos y estúpidos! Muchachos, sean niños o ancianos, USTEDES ME PERTENECEN NO TIENEN DERECHO A CONTRADECIRME O DUDAR DE MI!- el grito del jefe congelo a todos en la sala -Todo esto lo digo por qué un Rookie en especial, decidió desobedecer me antes del contrato, por lo que tuve que tomar medidas más drásticas saben?- las puertas de detrás del jefe se abrieron, unas llantas rechinaron entrando al gran salón, era una carretilla que cargaba con el cuerpo inerte de uno de los Rookies, la mirada de Blossom cambio de una aterrada a una amenazante y furiosa, está fue morada por sus amigas -Blossom... No te detendré... Si nos vamos al pozo- -iremos juntas- tanto Carry como Somna repitieron sus palabras.

    El jefe solo logra escuchar como Blossom tomaba sus dedos antes de ser golpeado por su micrófono, los guardias se abalanzaron a el rapidamente pero fueron incinerados por su chandelure -asi que ahora somos tuyos no? Pues disfruta, nuestra ira también te pertenece a ti- con un latigazo Blossom ato el cable de su micrófono al cuello del jefe, por la adrenalina consigo la fuerza para levantarlo en el aire y asotarlo contra el suelo con toda su fuerza -cuantas vidas más.... Cuantos niños más.... Te llevaste sus vidas... Sus familias.... SUS CUERPOS Y AUN TE ATREVES A QUERER MAS!- Blossom sollozaba mientras hablaba, usaba toda su fuerza para azotar al jefe contra el suelo y muros, los demás Senior no se quedaron atrás, algunos ayudaron a evacuar y los demás se quedaron a defender a Blossom.

    Los Junior se veían aterrados y desconcertados por todo, sin embargo simplemente siguieron a los senior, parecía que todos había salido huyendo, aunque algunos esperaron a que Blossom y las demás salieran.

    Cuando Daniel escucho la conmoción corrió hacia la sala de reuniones en busca de Blossom y las chicas, al llegar a la puerta logro escuchar el reventar de huesos, al entrar logró ver cómo el cuerpo del jefe descansaba frío en el suelo con su cabeza cercenada por la fuerza de los golpes y la fricción del cable contra su garganta -Daniel... Enciende el auto... Nos largamos, la jefa de política y el jefe comunicaciones no tardarán en llegar- Daniel no dijo ni una palabra, solo acato y llevo a los tres al auto -Cafeteria noctambula, ahí estarán seguros, buscaremos a alguien para que los sácate a ustedes y a sus familias del país, PERO EN FA!- Carry gritaba por la ventana a los demás muchachos quien se callaron y la obedecieron, -llamare a Incineroar seguramente el podrá ayudarnos a salir de alguna forma- Blossom hablaba con nerviosismo, aquella mirsda amebazante aún en sus ojos, todos oarecian estar en un estado catatonico por lo que hicieron pero no tenían ninguna otra opción, la verdadera guerra, apenas empezaba.
    La junta de los cantantes frente al jefe había dado comienzo, los Senior se presentaban antes los nuevos Junior y ayudaban a los Rookie -no puedo creerlo lo gramos fuimos escogidos!- se escuchaban gritos de emoción por parte de los Junior, mientras que Blossom, Carry y Somna como Senior, solamente resaban por qué no les pasará nada. El jefe entro a la habitación y empezó su discurso de bienvenida -sean todos bienvenidos mis jóvenes promesas de la música, todos ustedes tienen un futuro brillante en la organización Animalium, prometemos que ustedes llegarán lejos y serán las estrellas que siempre han soñado ser- en las cabezas de todos los Senior solo cruzaba un mismo pensamiento "mentiroso rastrero" mientras la sangre les hervía de la impotencia. -sin embargo, de no hacerlo, serán amonestados- todos los Senior se quedaron confundidos, esa frase no era parte del discurso falso que siempre daba -ustedes firmaron el contrato, por lo que deben ser las estrellas que desean ser, si no habrá consecuencias- un pisotón fuerte resono en la habitación -espere jefe, no puede amonestarlos, son cantantes Junior, nisiquiera han tenido su cancion debut como espera que crescan en un día?- uno de los senior se alzo molesto -y como esta eso de que los hizo firmar el contrato, SON NIÑOS NISIQUIERA LLEGAN A ROOKIE!- otra cantante senior se alzo, sin embargo solo se escucho la fria risa del jefe -oh muchos, talentosos y estúpidos! Muchachos, sean niños o ancianos, USTEDES ME PERTENECEN NO TIENEN DERECHO A CONTRADECIRME O DUDAR DE MI!- el grito del jefe congelo a todos en la sala -Todo esto lo digo por qué un Rookie en especial, decidió desobedecer me antes del contrato, por lo que tuve que tomar medidas más drásticas saben?- las puertas de detrás del jefe se abrieron, unas llantas rechinaron entrando al gran salón, era una carretilla que cargaba con el cuerpo inerte de uno de los Rookies, la mirada de Blossom cambio de una aterrada a una amenazante y furiosa, está fue morada por sus amigas -Blossom... No te detendré... Si nos vamos al pozo- -iremos juntas- tanto Carry como Somna repitieron sus palabras. El jefe solo logra escuchar como Blossom tomaba sus dedos antes de ser golpeado por su micrófono, los guardias se abalanzaron a el rapidamente pero fueron incinerados por su chandelure -asi que ahora somos tuyos no? Pues disfruta, nuestra ira también te pertenece a ti- con un latigazo Blossom ato el cable de su micrófono al cuello del jefe, por la adrenalina consigo la fuerza para levantarlo en el aire y asotarlo contra el suelo con toda su fuerza -cuantas vidas más.... Cuantos niños más.... Te llevaste sus vidas... Sus familias.... SUS CUERPOS Y AUN TE ATREVES A QUERER MAS!- Blossom sollozaba mientras hablaba, usaba toda su fuerza para azotar al jefe contra el suelo y muros, los demás Senior no se quedaron atrás, algunos ayudaron a evacuar y los demás se quedaron a defender a Blossom. Los Junior se veían aterrados y desconcertados por todo, sin embargo simplemente siguieron a los senior, parecía que todos había salido huyendo, aunque algunos esperaron a que Blossom y las demás salieran. Cuando Daniel escucho la conmoción corrió hacia la sala de reuniones en busca de Blossom y las chicas, al llegar a la puerta logro escuchar el reventar de huesos, al entrar logró ver cómo el cuerpo del jefe descansaba frío en el suelo con su cabeza cercenada por la fuerza de los golpes y la fricción del cable contra su garganta -Daniel... Enciende el auto... Nos largamos, la jefa de política y el jefe comunicaciones no tardarán en llegar- Daniel no dijo ni una palabra, solo acato y llevo a los tres al auto -Cafeteria noctambula, ahí estarán seguros, buscaremos a alguien para que los sácate a ustedes y a sus familias del país, PERO EN FA!- Carry gritaba por la ventana a los demás muchachos quien se callaron y la obedecieron, -llamare a [FireDarkKitty1] seguramente el podrá ayudarnos a salir de alguna forma- Blossom hablaba con nerviosismo, aquella mirsda amebazante aún en sus ojos, todos oarecian estar en un estado catatonico por lo que hicieron pero no tenían ninguna otra opción, la verdadera guerra, apenas empezaba.
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  • Anotación en Archivos: Hoy aprendí que algo sobre las fiestas, la música, el desorden y las situaciones incómodas con los chicos. Analisis final: Aparentemente, los amigos pueden meterte en problemas pero el Amor de familia puede sacarte.
    Anotación en Archivos: Hoy aprendí que algo sobre las fiestas, la música, el desorden y las situaciones incómodas con los chicos. Analisis final: Aparentemente, los amigos pueden meterte en problemas pero el Amor de familia puede sacarte.
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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  • Se había llevado esos aparatos, audífonos, a los oídos. La música que sonaba por ellos le ayudaba a callar los espíritus gritones y las risas burlonas... Tenía que compartirlo. Que la música aplacaba sus voces, y no requería una pizca de su magia... Además, sus palabras eran mágicas, tanto que evocaban recuerdos sin dolor.
    Se había llevado esos aparatos, audífonos, a los oídos. La música que sonaba por ellos le ayudaba a callar los espíritus gritones y las risas burlonas... Tenía que compartirlo. Que la música aplacaba sus voces, y no requería una pizca de su magia... Además, sus palabras eran mágicas, tanto que evocaban recuerdos sin dolor.
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  • Con la patrona tomando su tiempo para reordenar sus ideas, Dante se aprovecha de la soledad de la casa para hacer algunos experimentos de algunas recetas que algunos de los muchachos le habían recomendado, desde que había conseguido equipar la cocina lo suficiente para tener espacio y evitar la escases de ingredientes.

    Había sido una tarde realmente tranquila, mientras cocinaba y el fuego se encargaba de hacer lo suyo con los alimentos; había puesto algo de jazz en su reproductor mp3 para acompañar el momento, aunque la mezcla también habían algunas piezas de música clásica para poder variar.
    Con la patrona tomando su tiempo para reordenar sus ideas, Dante se aprovecha de la soledad de la casa para hacer algunos experimentos de algunas recetas que algunos de los muchachos le habían recomendado, desde que había conseguido equipar la cocina lo suficiente para tener espacio y evitar la escases de ingredientes. Había sido una tarde realmente tranquila, mientras cocinaba y el fuego se encargaba de hacer lo suyo con los alimentos; había puesto algo de jazz en su reproductor mp3 para acompañar el momento, aunque la mezcla también habían algunas piezas de música clásica para poder variar.
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  • - mis vecinos tienen un escándalo que durará toda la noche ( irl mis vecinos si tienen fiesta
    Aqui y su música durará toda la noche ) ...así que no podré dormir, será una noche larga..-
    - mis vecinos tienen un escándalo que durará toda la noche ( irl mis vecinos si tienen fiesta Aqui y su música durará toda la noche ) ...así que no podré dormir, será una noche larga..-
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  • *Llegó a su hogar, dulce, hogar, sumamente cansada físicamente, la ropa de trabajo le estorbaba, así que no dudó en quitarla de ella.

    Tomó una ducha caliente, dejando que cada gota tocara supiel canela, aplastando sus cabellos ondulados sobre los hombros y cuello.

    La música de los 80's y 90's no pueden faltar, hace su agonía más llevadera; en un instante escogió la pijama que usará, parecen más trapos de cocina que pijama... pero es su favorito por lo holgada y comoda que la hace sentir.

    ¿Su cena?, no tiene hambre, así que solo se acostará en su cama matrimonial, a descansar mientras escribe estás lineas para todos aquellos que deseen leerlas*.

    // Muy buenas noches a todos .
    *Llegó a su hogar, dulce, hogar, sumamente cansada físicamente, la ropa de trabajo le estorbaba, así que no dudó en quitarla de ella. Tomó una ducha caliente, dejando que cada gota tocara supiel canela, aplastando sus cabellos ondulados sobre los hombros y cuello. La música de los 80's y 90's no pueden faltar, hace su agonía más llevadera; en un instante escogió la pijama que usará, parecen más trapos de cocina que pijama... pero es su favorito por lo holgada y comoda que la hace sentir. ¿Su cena?, no tiene hambre, así que solo se acostará en su cama matrimonial, a descansar mientras escribe estás lineas para todos aquellos que deseen leerlas*. // Muy buenas noches a todos 😘.
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  • Blossom estaba en una fiesta de su empresa y parecía emocionado por el karaoke y micrófono abierto, pero le dijeron que ya se subió alguien antes que el -espera quien se subió?- Niña se acercó a Blossom y solo apunto al escenario -Samara.... Si va a estar bueno- ambos se aguantaron una risa -o por dios si, el jefe se va a enojar, pero nosotras abogamos por ella- ambos ya sabían que era lo que Samara planeaba cantar y estaban emocionados, más aún cuando la música de polka empezó a sonar y ella tomó el micrófono

    https://vm.tiktok.com/ZMhdUJ8kh/
    Blossom estaba en una fiesta de su empresa y parecía emocionado por el karaoke y micrófono abierto, pero le dijeron que ya se subió alguien antes que el -espera quien se subió?- Niña se acercó a Blossom y solo apunto al escenario -Samara.... Si va a estar bueno- ambos se aguantaron una risa -o por dios si, el jefe se va a enojar, pero nosotras abogamos por ella- ambos ya sabían que era lo que Samara planeaba cantar y estaban emocionados, más aún cuando la música de polka empezó a sonar y ella tomó el micrófono https://vm.tiktok.com/ZMhdUJ8kh/
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  • La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia.

    Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso.

    Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin.

    Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí.

    Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades.

    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.

    Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio.

    Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre.

    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.

    Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
    La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia. Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso. Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin. Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí. Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio. Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
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  • *Ya era hora de acostar a los niños. Erik solía leer un rato en la cama y tanto él como sus hermanos, habían cogido esa costumbre de sus padres. Erik estaba leyendo "Viaje al oeste, las aventuras del rey mono" y estaba muy metido en la historia. Pero cuando ve a su madre entrar, es hora de apagar la luz*

    Buenas noches, hijo.

    Buenas noches, mamá.

    *Ate da un beso en la frente de su hijo mayor y apaga la luz. El niño no tarda en dormir. Él es el último al que Ate le da el beso de buenas noches. Comienza con los mellizos, sigue con Letha y por último, él. Ate regresa junto a su esposo. Le sonrie, Jormun a ella. Sueña una suave música y muy juntos, abrazados, bailan al son de la meloda*
    *Ya era hora de acostar a los niños. Erik solía leer un rato en la cama y tanto él como sus hermanos, habían cogido esa costumbre de sus padres. Erik estaba leyendo "Viaje al oeste, las aventuras del rey mono" y estaba muy metido en la historia. Pero cuando ve a su madre entrar, es hora de apagar la luz* Buenas noches, hijo. Buenas noches, mamá. *Ate da un beso en la frente de su hijo mayor y apaga la luz. El niño no tarda en dormir. Él es el último al que Ate le da el beso de buenas noches. Comienza con los mellizos, sigue con Letha y por último, él. Ate regresa junto a su esposo. Le sonrie, Jormun a ella. Sueña una suave música y muy juntos, abrazados, bailan al son de la meloda*
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