• ¡Hola aventurero! ¿Que te trae por aqui? ... ¿He? ¿Una apuesta para tomar cerveza? Hmm, no lo sé... puede que sea peligroso... pero necesito el dinero... ¡Acepto! Prometo cuidar de ti cuando termine el reto.
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  • Vestigia .

    El espejo

    Quien soy y que ha de ser .. maravillosa pregunta, a responder en la verdad diría un ilusionista, creador y destructor a voluntad, el suspiro de un corazón sin miedos y el latido que hace vibrar el espejo, revelado sin miedo, caballero y guerrero también aventurero, que no se diga que no dije y no advertí, pirata soy y mi placer es robar y conquistar corazones, que alguno venga con intención de hacerme guerra y lo haré vivir el peor error y lamentara las consecuencias de sus acciones, yo no conozco la piedad, el perdón no existe, vida por alma que mi tormento y mi castigo es eterno, que diré, quien soy, en este mundo y está versión soy un caballero con alma de fuego, escribiré canciones y daré versos, en este mundo, en esta vida, hasta que la vida me bendiga con una muerte digna, no tenga por mal alguno que está vida no soy de hacer mal soy de complacer, ni juzgo a quien porque no soy quien, versiones muchas y sin corazón, la lógica piensa el corazón no olvida, recuerdos y memorias vergüenzas o glorias, que más da si bailas con migo así sea una vez voy a ofrecerte un sueño irrepetible, porque eso somos irremediablemente fantasías en un espejo que no se repiten, el reflejo no regresa el tiempo .
    Vestigia . El espejo Quien soy y que ha de ser .. maravillosa pregunta, a responder en la verdad diría un ilusionista, creador y destructor a voluntad, el suspiro de un corazón sin miedos y el latido que hace vibrar el espejo, revelado sin miedo, caballero y guerrero también aventurero, que no se diga que no dije y no advertí, pirata soy y mi placer es robar y conquistar corazones, que alguno venga con intención de hacerme guerra y lo haré vivir el peor error y lamentara las consecuencias de sus acciones, yo no conozco la piedad, el perdón no existe, vida por alma que mi tormento y mi castigo es eterno, que diré, quien soy, en este mundo y está versión soy un caballero con alma de fuego, escribiré canciones y daré versos, en este mundo, en esta vida, hasta que la vida me bendiga con una muerte digna, no tenga por mal alguno que está vida no soy de hacer mal soy de complacer, ni juzgo a quien porque no soy quien, versiones muchas y sin corazón, la lógica piensa el corazón no olvida, recuerdos y memorias vergüenzas o glorias, que más da si bailas con migo así sea una vez voy a ofrecerte un sueño irrepetible, porque eso somos irremediablemente fantasías en un espejo que no se repiten, el reflejo no regresa el tiempo .
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  • La brisa nocturna despeinó su cabello mientras aterrizaba en la azotea con un giro acrobático, cayendo de pie con una gran sonrisa. La energía de su transformación se desvaneció en un destello, dejándolo nuevamente en su forma base. Se estiró con entusiasmo, sintiendo el cosquilleo de la emoción recorriéndole el cuerpo.

    *"¡Ahhh, esto nunca se vuelve aburrido!"* dijo para sí mismo, sacudiéndose el polvo de la chaqueta.

    Jimoto adoraba ser un héroe, no solo por las peleas épicas o las acrobacias impresionantes, sino por lo mejor de todo: ayudar a los demás. Sin perder un segundo, bajó de la azotea y comenzó su patrullaje con energía renovada.

    Mientras caminaba por la ciudad, saludaba a la gente con una gran sonrisa, lanzaba cumplidos al azar (*"¡Buena chaqueta, señor! ¡Te queda genial, señora!"*), y hasta hacía malabares con una manzana que compró en un puesto callejero.

    No tardó en encontrar su primer "rescate" de la noche: un niño con cara de preocupación buscando algo bajo un banco. Jimoto se agachó con una sonrisa. *"¿Qué pasó, campeón?"*

    *"Perdí mi moneda… era de la suerte."*

    *"¡Entonces es una misión importante! ¡Déjamelo a mí!"*

    Con la determinación de un guerrero y la energía de un niño, Jimoto comenzó la búsqueda, revisando bajo el banco, en las grietas de la acera y hasta detrás de un arbusto cercano. Después de unos segundos, ¡bingo! La moneda brilló bajo la luz de una farola.

    Jimoto la tomó y la sopló como si hubiera encontrado un tesoro legendario. *"Aquí tienes, joven aventurero. La suerte está de tu lado otra vez."*

    El niño tomó la moneda con los ojos brillantes. *"¡Gracias, señor héroe!"*

    Jimoto rió y le revolvió el cabello. *"¡Siempre a la orden! Pero dime ‘Jimoto’, que ‘señor héroe’ suena muy serio para mí, jaja."*

    Con una última sonrisa, siguió su camino, listo para la siguiente persona que necesitara una mano. Para Jimoto, ser un superhéroe no era solo salvar el día… era hacer que cada día fuera un poco mejor para alguien.
    La brisa nocturna despeinó su cabello mientras aterrizaba en la azotea con un giro acrobático, cayendo de pie con una gran sonrisa. La energía de su transformación se desvaneció en un destello, dejándolo nuevamente en su forma base. Se estiró con entusiasmo, sintiendo el cosquilleo de la emoción recorriéndole el cuerpo. *"¡Ahhh, esto nunca se vuelve aburrido!"* dijo para sí mismo, sacudiéndose el polvo de la chaqueta. Jimoto adoraba ser un héroe, no solo por las peleas épicas o las acrobacias impresionantes, sino por lo mejor de todo: ayudar a los demás. Sin perder un segundo, bajó de la azotea y comenzó su patrullaje con energía renovada. Mientras caminaba por la ciudad, saludaba a la gente con una gran sonrisa, lanzaba cumplidos al azar (*"¡Buena chaqueta, señor! ¡Te queda genial, señora!"*), y hasta hacía malabares con una manzana que compró en un puesto callejero. No tardó en encontrar su primer "rescate" de la noche: un niño con cara de preocupación buscando algo bajo un banco. Jimoto se agachó con una sonrisa. *"¿Qué pasó, campeón?"* *"Perdí mi moneda… era de la suerte."* *"¡Entonces es una misión importante! ¡Déjamelo a mí!"* Con la determinación de un guerrero y la energía de un niño, Jimoto comenzó la búsqueda, revisando bajo el banco, en las grietas de la acera y hasta detrás de un arbusto cercano. Después de unos segundos, ¡bingo! La moneda brilló bajo la luz de una farola. Jimoto la tomó y la sopló como si hubiera encontrado un tesoro legendario. *"Aquí tienes, joven aventurero. La suerte está de tu lado otra vez."* El niño tomó la moneda con los ojos brillantes. *"¡Gracias, señor héroe!"* Jimoto rió y le revolvió el cabello. *"¡Siempre a la orden! Pero dime ‘Jimoto’, que ‘señor héroe’ suena muy serio para mí, jaja."* Con una última sonrisa, siguió su camino, listo para la siguiente persona que necesitara una mano. Para Jimoto, ser un superhéroe no era solo salvar el día… era hacer que cada día fuera un poco mejor para alguien.
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  • La brisa nocturna despeinó su cabello mientras aterrizaba en la azotea con un giro acrobático, cayendo de pie con una gran sonrisa. La energía de su transformación se desvaneció en un destello, dejándolo nuevamente en su forma base. Se estiró con entusiasmo, sintiendo el cosquilleo de la emoción recorriéndole el cuerpo.

    *"¡Ahhh, esto nunca se vuelve aburrido!"* dijo para sí mismo, sacudiéndose el polvo de la chaqueta.

    Jimoto adoraba ser un héroe, no solo por las peleas épicas o las acrobacias impresionantes, sino por lo mejor de todo: ayudar a los demás. Sin perder un segundo, bajó de la azotea y comenzó su patrullaje con energía renovada.

    Mientras caminaba por la ciudad, saludaba a la gente con una gran sonrisa, lanzaba cumplidos al azar (*"¡Buena chaqueta, señor! ¡Te queda genial, señora!"*), y hasta hacía malabares con una manzana que compró en un puesto callejero.

    No tardó en encontrar su primer "rescate" de la noche: un niño con cara de preocupación buscando algo bajo un banco. Jimoto se agachó con una sonrisa. *"¿Qué pasó, campeón?"*

    *"Perdí mi moneda… era de la suerte."*

    *"¡Entonces es una misión importante! ¡Déjamelo a mí!"*

    Con la determinación de un guerrero y la energía de un niño, Jimoto comenzó la búsqueda, revisando bajo el banco, en las grietas de la acera y hasta detrás de un arbusto cercano. Después de unos segundos, ¡bingo! La moneda brilló bajo la luz de una farola.

    Jimoto la tomó y la sopló como si hubiera encontrado un tesoro legendario. *"Aquí tienes, joven aventurero. La suerte está de tu lado otra vez."*

    El niño tomó la moneda con los ojos brillantes. *"¡Gracias, señor héroe!"*

    Jimoto rió y le revolvió el cabello. *"¡Siempre a la orden! Pero dime ‘Jimoto’, que ‘señor héroe’ suena muy serio para mí, jaja."*

    Con una última sonrisa, siguió su camino, listo para la siguiente persona que necesitara una mano. Para Jimoto, ser un superhéroe no era solo salvar el día… era hacer que cada día fuera un poco mejor para alguien.
    La brisa nocturna despeinó su cabello mientras aterrizaba en la azotea con un giro acrobático, cayendo de pie con una gran sonrisa. La energía de su transformación se desvaneció en un destello, dejándolo nuevamente en su forma base. Se estiró con entusiasmo, sintiendo el cosquilleo de la emoción recorriéndole el cuerpo. *"¡Ahhh, esto nunca se vuelve aburrido!"* dijo para sí mismo, sacudiéndose el polvo de la chaqueta. Jimoto adoraba ser un héroe, no solo por las peleas épicas o las acrobacias impresionantes, sino por lo mejor de todo: ayudar a los demás. Sin perder un segundo, bajó de la azotea y comenzó su patrullaje con energía renovada. Mientras caminaba por la ciudad, saludaba a la gente con una gran sonrisa, lanzaba cumplidos al azar (*"¡Buena chaqueta, señor! ¡Te queda genial, señora!"*), y hasta hacía malabares con una manzana que compró en un puesto callejero. No tardó en encontrar su primer "rescate" de la noche: un niño con cara de preocupación buscando algo bajo un banco. Jimoto se agachó con una sonrisa. *"¿Qué pasó, campeón?"* *"Perdí mi moneda… era de la suerte."* *"¡Entonces es una misión importante! ¡Déjamelo a mí!"* Con la determinación de un guerrero y la energía de un niño, Jimoto comenzó la búsqueda, revisando bajo el banco, en las grietas de la acera y hasta detrás de un arbusto cercano. Después de unos segundos, ¡bingo! La moneda brilló bajo la luz de una farola. Jimoto la tomó y la sopló como si hubiera encontrado un tesoro legendario. *"Aquí tienes, joven aventurero. La suerte está de tu lado otra vez."* El niño tomó la moneda con los ojos brillantes. *"¡Gracias, señor héroe!"* Jimoto rió y le revolvió el cabello. *"¡Siempre a la orden! Pero dime ‘Jimoto’, que ‘señor héroe’ suena muy serio para mí, jaja."* Con una última sonrisa, siguió su camino, listo para la siguiente persona que necesitara una mano. Para Jimoto, ser un superhéroe no era solo salvar el día… era hacer que cada día fuera un poco mejor para alguien.
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  • ・‥…━━━━━━━ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ━━━━━━━…‥・

    Quien osara ascender todas las vetustas gradas de piedra que serpenteaban por la montaña habría de recibir una vital visión del destino; pero primero debía enfrentar no solo la extenuante fatiga del cuerpo, sino el juicio inexorable del alma, pues se decía que cada peldaño arrancaba un velo de la mente, exponiendo al viajero a sus más hondos temores y pecados olvidados... la niebla perpetua que cubría el sendero no era sino el aliento de aquellos que habían sucumbido en su ascenso, atrapados entre la ambición y la condena.

    A los pies de la montaña, congregábanse foráneos de miradas crédulas, guerreros con cicatrices de hierro y aventureros consumidos por preguntas que jamás debieron formularse, algunos preparándose con fervor para la subida y otros, espectros aún vivos, descendiendo en un mutismo sepulcral, sus ojos vacíos por visiones que la lengua no osaría describir.

    Aquel día, una mujer de ojos vendados se hallaba cerca del torii sagrado, umbral entre lo mundano y lo divino, su figura envuelta en un aire de inexorable predestinación; su postura, inmóvil, sugería a los ojos ajenos que parecía contemplar la idea de la peregrinación hacia lo más alto...
    ・‥…━━━━━━━ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ━━━━━━━…‥・ Quien osara ascender todas las vetustas gradas de piedra que serpenteaban por la montaña habría de recibir una vital visión del destino; pero primero debía enfrentar no solo la extenuante fatiga del cuerpo, sino el juicio inexorable del alma, pues se decía que cada peldaño arrancaba un velo de la mente, exponiendo al viajero a sus más hondos temores y pecados olvidados... la niebla perpetua que cubría el sendero no era sino el aliento de aquellos que habían sucumbido en su ascenso, atrapados entre la ambición y la condena. A los pies de la montaña, congregábanse foráneos de miradas crédulas, guerreros con cicatrices de hierro y aventureros consumidos por preguntas que jamás debieron formularse, algunos preparándose con fervor para la subida y otros, espectros aún vivos, descendiendo en un mutismo sepulcral, sus ojos vacíos por visiones que la lengua no osaría describir. Aquel día, una mujer de ojos vendados se hallaba cerca del torii sagrado, umbral entre lo mundano y lo divino, su figura envuelta en un aire de inexorable predestinación; su postura, inmóvil, sugería a los ojos ajenos que parecía contemplar la idea de la peregrinación hacia lo más alto...
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  • Entre sombras desenterradas
    Categoría Aventura
    Hacía ya mucho tiempo que Alex no visitaba los vestigios de lo que eran las antiguas academias para alquimistas. La orden solía abandonar los complejos cuando estos ya tenían algunas decenas o centenares de años; la piedra agrietada del viejo templo, los farallones ominosos que relucían ante la cala en la cual habían encallado viejos barcos abandonados, e incluso la presencia de cuerpos y esqueletos parcialmente erosionados no daban una buena señal para los que osaran asomar las narices por aquel sitio. La antigua generación de mutantes era todo un entramado de misterios sin resolver, recovecos en la historia que no debían ser exhumados o esclarecidos por mentes curiosas, pero ahora, ante esa enorme ensenada, el grupo conformado por el susodicho y cinco habilidosas personas más estaban a merced de la oscura senda que se avecinaba.

    Los aventureros habían sido convocados por una antigua y noble casa de la realeza del oeste para recopilar información y hacer un trabajo logístico, con el fin de poder aprovechar todo recurso natural, magia antigua y misterios que se pudieran usar en las próximas guerras que se rumoreaban estaban cerca. El pelilargo miró a sus compañeros de viaje mientras con su índice derecho indicaba el camino a seguir.

    —Muy bien, escuchen todos, se sabe poco de los antiguos alquimistas y sus métodos para ocultar misterios a lo largo del tiempo, ni siquiera la nueva orden conoce mucho de lo que ocurre por estos sitios, así que será difícil. Quien quiera claudicar, que hable ahora o se largue de mi vista; los demás, síganme—Dijo a la par que daba sus primeras pisadas por fuera del barco, sintiendo la humedad en sus pies junto a un ligero vaho en los alrededores.
    Hacía ya mucho tiempo que Alex no visitaba los vestigios de lo que eran las antiguas academias para alquimistas. La orden solía abandonar los complejos cuando estos ya tenían algunas decenas o centenares de años; la piedra agrietada del viejo templo, los farallones ominosos que relucían ante la cala en la cual habían encallado viejos barcos abandonados, e incluso la presencia de cuerpos y esqueletos parcialmente erosionados no daban una buena señal para los que osaran asomar las narices por aquel sitio. La antigua generación de mutantes era todo un entramado de misterios sin resolver, recovecos en la historia que no debían ser exhumados o esclarecidos por mentes curiosas, pero ahora, ante esa enorme ensenada, el grupo conformado por el susodicho y cinco habilidosas personas más estaban a merced de la oscura senda que se avecinaba. Los aventureros habían sido convocados por una antigua y noble casa de la realeza del oeste para recopilar información y hacer un trabajo logístico, con el fin de poder aprovechar todo recurso natural, magia antigua y misterios que se pudieran usar en las próximas guerras que se rumoreaban estaban cerca. El pelilargo miró a sus compañeros de viaje mientras con su índice derecho indicaba el camino a seguir. —Muy bien, escuchen todos, se sabe poco de los antiguos alquimistas y sus métodos para ocultar misterios a lo largo del tiempo, ni siquiera la nueva orden conoce mucho de lo que ocurre por estos sitios, así que será difícil. Quien quiera claudicar, que hable ahora o se largue de mi vista; los demás, síganme—Dijo a la par que daba sus primeras pisadas por fuera del barco, sintiendo la humedad en sus pies junto a un ligero vaho en los alrededores.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella.

    —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza.

    El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio.

    Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer…

    Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
    —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella. —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza. El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio. Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer… Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
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  • Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia.

    Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo.

    Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera.

    La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada?

    Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas.

    Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos.

    Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
    Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia. Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo. Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera. La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada? Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas. Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos. Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
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  • El era un rey, pero igualmente un aventurero. Un alma errante llena de pasión y curiosidad por lo desconocido, lo prohibido.

    En uno de sus númerosos viajes, terminaría por adentrarse a las cuevas de la Cueva de Movile (Rumania). Un ecosistema completamente aislado del exterior por millones de años. Un lugar que ocultaba grandes secretos. El rey primeramente paso más allá de las aréas delimitadas por investigadores, ya había caminado por aproximadamente 1 hora.


    ⸻Interesante, así que lo que se conoce es solo la entrada, pero este lugar es en realidad una red de varias cuevas. Que maravilloso


    Mantenia una gran sonrisa en su rostro, mientras no se detenía. Desviaba sus ojos ante las grandes revelaciones que llegaban a sus ojos, como lla fluoroluminiscencia que mantenía una buena visibilidad del lugar, las especies éxoticas como arañas de 12 patas, escarabajos de 2 cabezas, grillos de 2m de tamaño, etc. El propio aire del lugar ya era particular cargado de sulfuro de hidrógeno y dióxido de carbono, totalmente incomplatible para la vida humana. Pero ahí estaba él, caminando como si nada en tal lugar. Una de las tantas proesas que acumalaba.



    Rabny Thal Vorel
    El era un rey, pero igualmente un aventurero. Un alma errante llena de pasión y curiosidad por lo desconocido, lo prohibido. En uno de sus númerosos viajes, terminaría por adentrarse a las cuevas de la Cueva de Movile (Rumania). Un ecosistema completamente aislado del exterior por millones de años. Un lugar que ocultaba grandes secretos. El rey primeramente paso más allá de las aréas delimitadas por investigadores, ya había caminado por aproximadamente 1 hora. ⸻Interesante, así que lo que se conoce es solo la entrada, pero este lugar es en realidad una red de varias cuevas. Que maravilloso Mantenia una gran sonrisa en su rostro, mientras no se detenía. Desviaba sus ojos ante las grandes revelaciones que llegaban a sus ojos, como lla fluoroluminiscencia que mantenía una buena visibilidad del lugar, las especies éxoticas como arañas de 12 patas, escarabajos de 2 cabezas, grillos de 2m de tamaño, etc. El propio aire del lugar ya era particular cargado de sulfuro de hidrógeno y dióxido de carbono, totalmente incomplatible para la vida humana. Pero ahí estaba él, caminando como si nada en tal lugar. Una de las tantas proesas que acumalaba. [cyclone_turquoise_whale_133]
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  • "Mi amor, en este día especial quiero recordarte cuánto te amo y cuánto significas para mí. Eres la razón por la que mi corazón late con emoción, la luz que ilumina mi camino y el calor que me hace sentir vivo.

    Gracias por ser mi compañera, mi amiga y mi alma gemela. Gracias por los momentos que compartimos, por las risas y las lágrimas, por los sueños y las realidades.

    Te amo por quién eres, por tu belleza interior y exterior, por tu corazón generoso y tu espíritu aventurero. Te amo por ser mi hogar, mi refugio y mi paraíso.

    En este Día de San Valentín, quiero prometerte que te amaré por siempre, que te cuidaré y te protegeré, que te haré reír y te haré sentir amada.

    Te amo, mi reina, mi amor, mi todo."

    Melínoe Fleur
    "Mi amor, en este día especial quiero recordarte cuánto te amo y cuánto significas para mí. Eres la razón por la que mi corazón late con emoción, la luz que ilumina mi camino y el calor que me hace sentir vivo. Gracias por ser mi compañera, mi amiga y mi alma gemela. Gracias por los momentos que compartimos, por las risas y las lágrimas, por los sueños y las realidades. Te amo por quién eres, por tu belleza interior y exterior, por tu corazón generoso y tu espíritu aventurero. Te amo por ser mi hogar, mi refugio y mi paraíso. En este Día de San Valentín, quiero prometerte que te amaré por siempre, que te cuidaré y te protegeré, que te haré reír y te haré sentir amada. Te amo, mi reina, mi amor, mi todo." [Melinoe_Fleur]
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