• Amaya se detuvo unos metros más adelante, cuando el viento cambió de dirección y trajo consigo un susurro apenas audible, como una voz que el bosque intentaba ocultar. Sus dedos se tensaron, y un leve brillo etéreo recorrió la palma de su mano: el éter respondía a su inquietud. Había aprendido a no ignorar esos signos. Desde aquella noche en que su magia desató la tormenta, el mundo parecía hablarle de maneras que pocos podían comprender.

    El camino descendía hacia un valle cubierto por la neblina, donde se alzaban las ruinas de un antiguo santuario arcano. Era allí donde los ecos de su linaje la habían guiado, noche tras noche, en sueños imposibles de olvidar. Dio un paso al frente, y las runas de su capa cambiaron de color —del azul sereno al violeta profundo—, mientras murmuraba para sí:
    —Si el destino quiere respuestas… que las encuentre yo antes que La Orden, solo espero no arrepentirme al entrar aqui...- se decía Amaya para ella misma en voz baja.

    Amaya se detuvo unos metros más adelante, cuando el viento cambió de dirección y trajo consigo un susurro apenas audible, como una voz que el bosque intentaba ocultar. Sus dedos se tensaron, y un leve brillo etéreo recorrió la palma de su mano: el éter respondía a su inquietud. Había aprendido a no ignorar esos signos. Desde aquella noche en que su magia desató la tormenta, el mundo parecía hablarle de maneras que pocos podían comprender. El camino descendía hacia un valle cubierto por la neblina, donde se alzaban las ruinas de un antiguo santuario arcano. Era allí donde los ecos de su linaje la habían guiado, noche tras noche, en sueños imposibles de olvidar. Dio un paso al frente, y las runas de su capa cambiaron de color —del azul sereno al violeta profundo—, mientras murmuraba para sí: —Si el destino quiere respuestas… que las encuentre yo antes que La Orden, solo espero no arrepentirme al entrar aqui...- se decía Amaya para ella misma en voz baja.
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  • -relaxed.

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤY aunque todo se va al carajo.
    -relaxed. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤY aunque todo se va al carajo.
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  • Construir armas no es tan difícil, ni tan diferente de un extractor... el propósito es el mismo, aunque inverso, depositar DOLOR en la gente que me debe algo...
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  • Aun que el mundo caiga , yo sere la que este pie al final.
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  • Tsukumo Sana Espacio

    Bueno me convenciste de venir *Se mantenia a un lado de ella observando a su alrededor por un momento. El dia soleado e ideal para pasarlo en una playa. Y aun se le notaba un poco reservada en su postura ya que no suele tomar mucho tiempo libre para si misma. Divertirse no es algo que resulte natural para ella* Y ahora que sigue? Nadar?

    *Preguntaba esperando que la guiara en esa situacion a la que aun no termina de acostumbrarse por lo que optaria por seguir lo que haga su compañera*
    [blaze_titanium_scorpion_916] Bueno me convenciste de venir *Se mantenia a un lado de ella observando a su alrededor por un momento. El dia soleado e ideal para pasarlo en una playa. Y aun se le notaba un poco reservada en su postura ya que no suele tomar mucho tiempo libre para si misma. Divertirse no es algo que resulte natural para ella* Y ahora que sigue? Nadar? *Preguntaba esperando que la guiara en esa situacion a la que aun no termina de acostumbrarse por lo que optaria por seguir lo que haga su compañera*
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  • Me tomé unas fotos después de salir de la jornada laboral de hoy. Fue un día pesado en el trabajo. Sobretodo porque no tuve un buen almuerzo, por eso casi nunca me gusta comer en cualquier restaurante, ojalá aunque sea me hubieran devuelto el dinero.

    Aún así sigo viéndome bien, ¿cierto?
    Me tomé unas fotos después de salir de la jornada laboral de hoy. Fue un día pesado en el trabajo. Sobretodo porque no tuve un buen almuerzo, por eso casi nunca me gusta comer en cualquier restaurante, ojalá aunque sea me hubieran devuelto el dinero. Aún así sigo viéndome bien, ¿cierto?
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  • -El sol caía a plomo sobre la avenida principal, y el resplandor del mediodía se colaba por los amplios ventanales del Bar Lysandra, derramando destellos dorados sobre el mármol pulido de las mesas y el brillo oscuro de las botellas alineadas tras la barra. El aire olía a espresso recién molido, a madera encerada y a un leve toque de cítricos que provenía de las flores colocadas junto a la caja registradora. Zareth estaba de pie tras el mostrador, con las mangas de su camisa negra arremangadas hasta los codos y un delantal de lino que marcaba su silueta alta y elegante. Sus movimientos eran precisos, casi meticulosos, mientras secaba una copa con un paño blanco y la sostenía a contraluz, buscando imperfecciones como si fuera un ritual.-

    —La perfección no existe, Zareth. —La voz burlona de Ari, su compañera de trabajo, rompió la calma del lugar. Era una joven de cabello cobrizo y ojos traviesos, que mezclaba tragos con una soltura envidiable—. Aunque si seguís buscando, vas a terminar puliendo el vidrio hasta hacerlo desaparecer.

    —Si algo lleva mi nombre, no puede tener manchas —respondió con suavidad, sin apartar la vista del cristal. Su tono no era arrogante, sino tranquilo, cargado de esa clase de disciplina que solo los que amaban el detalle poseían.

    —Y ahí está el perfeccionista de nuevo —rió Theo, el otro camarero, mientras apoyaba una bandeja sobre el mostrador y se desabrochaba un botón del cuello—. No entiendo cómo podés mantenerte tan serio en un lugar donde todo el mundo viene a olvidar las formalidades.

    -Zareth levantó la mirada hacia él con una media sonrisa apenas perceptible. Su expresión solía parecer fría, pero en sus ojos había algo que desarmaba: una calma profunda, una quietud que no era de este mundo. Dejó la copa sobre el estante y se apoyó ligeramente contra la barra, observando cómo el reflejo del sol convertía el polvo suspendido en diminutos puntos de luz dorada.-

    —Alguien tiene que mantener el orden mientras los demás disfrutan del caos. —Su voz era baja, grave, pero extrañamente reconfortante.

    —¿Orden? En un bar como este… —Ari giró la coctelera con una sonrisa—. No sé si eso existe.

    -El murmullo de la calle entraba cada vez que la puerta se abría, mezclándose con el tintinear de las tazas y el sonido distante del molinillo de café. Afuera, la vida era rápida, bulliciosa; adentro, el mundo parecía más lento, contenido, como si el tiempo se rehusara a avanzar mientras Zareth estuviera allí. Él ajustó una botella, enderezó un menú, y luego alzó la vista hacia el reloj de pared.-

    —Van a empezar a llegar los habituales —murmuró—. Hoy tengo el presentimiento de que alguien nuevo también vendrá.

    —¿Otra de tus corazonadas? —preguntó Theo, arqueando una ceja.

    —No. —Zareth dejó una pausa, observando la luz del mediodía colarse por los cristales—. Algo distinto. Como si el aire lo estuviera anunciando.

    -Y entonces, justo cuando terminó la frase, el sonido suave de la campanilla sobre la puerta resonó por todo el lugar, arrastrando una brisa cálida y el aroma de algo desconocido.-
    -El sol caía a plomo sobre la avenida principal, y el resplandor del mediodía se colaba por los amplios ventanales del Bar Lysandra, derramando destellos dorados sobre el mármol pulido de las mesas y el brillo oscuro de las botellas alineadas tras la barra. El aire olía a espresso recién molido, a madera encerada y a un leve toque de cítricos que provenía de las flores colocadas junto a la caja registradora. Zareth estaba de pie tras el mostrador, con las mangas de su camisa negra arremangadas hasta los codos y un delantal de lino que marcaba su silueta alta y elegante. Sus movimientos eran precisos, casi meticulosos, mientras secaba una copa con un paño blanco y la sostenía a contraluz, buscando imperfecciones como si fuera un ritual.- —La perfección no existe, Zareth. —La voz burlona de Ari, su compañera de trabajo, rompió la calma del lugar. Era una joven de cabello cobrizo y ojos traviesos, que mezclaba tragos con una soltura envidiable—. Aunque si seguís buscando, vas a terminar puliendo el vidrio hasta hacerlo desaparecer. —Si algo lleva mi nombre, no puede tener manchas —respondió con suavidad, sin apartar la vista del cristal. Su tono no era arrogante, sino tranquilo, cargado de esa clase de disciplina que solo los que amaban el detalle poseían. —Y ahí está el perfeccionista de nuevo —rió Theo, el otro camarero, mientras apoyaba una bandeja sobre el mostrador y se desabrochaba un botón del cuello—. No entiendo cómo podés mantenerte tan serio en un lugar donde todo el mundo viene a olvidar las formalidades. -Zareth levantó la mirada hacia él con una media sonrisa apenas perceptible. Su expresión solía parecer fría, pero en sus ojos había algo que desarmaba: una calma profunda, una quietud que no era de este mundo. Dejó la copa sobre el estante y se apoyó ligeramente contra la barra, observando cómo el reflejo del sol convertía el polvo suspendido en diminutos puntos de luz dorada.- —Alguien tiene que mantener el orden mientras los demás disfrutan del caos. —Su voz era baja, grave, pero extrañamente reconfortante. —¿Orden? En un bar como este… —Ari giró la coctelera con una sonrisa—. No sé si eso existe. -El murmullo de la calle entraba cada vez que la puerta se abría, mezclándose con el tintinear de las tazas y el sonido distante del molinillo de café. Afuera, la vida era rápida, bulliciosa; adentro, el mundo parecía más lento, contenido, como si el tiempo se rehusara a avanzar mientras Zareth estuviera allí. Él ajustó una botella, enderezó un menú, y luego alzó la vista hacia el reloj de pared.- —Van a empezar a llegar los habituales —murmuró—. Hoy tengo el presentimiento de que alguien nuevo también vendrá. —¿Otra de tus corazonadas? —preguntó Theo, arqueando una ceja. —No. —Zareth dejó una pausa, observando la luz del mediodía colarse por los cristales—. Algo distinto. Como si el aire lo estuviera anunciando. -Y entonces, justo cuando terminó la frase, el sonido suave de la campanilla sobre la puerta resonó por todo el lugar, arrastrando una brisa cálida y el aroma de algo desconocido.-
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  • Esto no es divertido, no es tierno, no es “festivo”.
    Esto es asqueroso, violento y absurdo.
    No me vuelvo a meter en calabazas de Halloween en mi vida…
    Esto no es decoración, esto es una autopsia vegetal.
    Pero claro, todos muy monos diciendo “haz algo festivo”, “haz algo adorable”… ¿ADORABLE? Estoy cubierta de tripas de calabaza, huele a demonio húmedo y esto resbala como pescado caro.

    Y para colmo mi disfraz ...no disfraza nada. ME DELATA.
    Esto no es divertido, no es tierno, no es “festivo”. Esto es asqueroso, violento y absurdo. No me vuelvo a meter en calabazas de Halloween en mi vida… Esto no es decoración, esto es una autopsia vegetal. Pero claro, todos muy monos diciendo “haz algo festivo”, “haz algo adorable”… ¿ADORABLE? Estoy cubierta de tripas de calabaza, huele a demonio húmedo y esto resbala como pescado caro. Y para colmo mi disfraz ...no disfraza nada. ME DELATA.
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  • "-Dulce o truco..-"

    metal termino siguiendo a su creador en esto, aunque obviamente el no puede comer
    "-Dulce o truco..-" metal termino siguiendo a su creador en esto, aunque obviamente el no puede comer
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  • aun recuerdo los días trabajando en la comisaria, siempre al terminar mi turno iba a un bar a pedir un cafe amargo y me atendía una mujer muy agradable... debería volver algún dia.
    aun recuerdo los días trabajando en la comisaria, siempre al terminar mi turno iba a un bar a pedir un cafe amargo y me atendía una mujer muy agradable... debería volver algún dia.
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