El mundo es un árbol.
La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses.
El tronco atestigua la cruda vida de los humanos.
Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres.

El señor de los rayos nos vigila.
Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal,
Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan.
Su justicia no es tal, sólo la muerte es real.

Y sólo el señor de los muertos es de fiar.
Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos.
Nos da la oveja y el carnero para criar.
Su música engaña al tiempo.

Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas,
Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades.
Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas,
Qué su magia sea inminente como las calamidades.
El mundo es un árbol. La copa es el reino de los cielos donde moran los dioses. El tronco atestigua la cruda vida de los humanos. Las raíces se hunden en la tierra de los cadáveres. El señor de los rayos nos vigila. Sus tormentas nos castigan sin que hagamos ningún mal, Sus criaturas nos atacan y sus guerras nos asesinan. Su justicia no es tal, sólo la muerte es real. Y sólo el señor de los muertos es de fiar. Roba la lluvia y la vierte en nuestros campos. Nos da la oveja y el carnero para criar. Su música engaña al tiempo. Desde la primera hasta la última y los hijos de todas ellas, Juramos mantener el pacto con el señor de las oscuridades. Qué su luna nos guíe y que someta a todas las estrellas, Qué su magia sea inminente como las calamidades.
Me encocora
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