— Mírate. Un hombre roto, derrotado, solo, patético. Apabullado por el mundo, abandonado por la sociedad, traicionado por los que solías llamar "seres queridos". Ni los dioses ni los diablos quieren verte a la cara, y ahora recurres a mí, cuando no te queda nada. ¿No soy yo, entonces, como tu Diosa? ¿No soy todo lo que tienes? Alábame como tal, anda. Quizás así considere ayudarte. ~ —

— ¿Darte todo lo que deseas? Hah. No, eso puede hacerlo cualquier mago o dios de segunda. ¿Yo? Yo te daré lo que ni siquiera sabías que necesitabas. —

— ¿Puedes sentirlo? Cambios grandes se avecinan, y eso sólo significa una cosa: Hey negocios por hacer. —

— Me gusta tu rostro, ¿puedo sacarte el cerebro y ponerlo en un cuerpo de robot? ¿No? Pff, tú te lo pierdes. —

— Como siempre, tengo que hacerlo todo yo personalmente. Putas crías... —