— Oh, pequeña. ~ ¿Ibas a imaginar qué tantas repercursiones tendrían lo que hiciste? Casi me hace desear que estuvieras aquí para verlo. —
Un mundo gris, poblado por nada más que óxido y ceniza, se extendía ante ella. Un mundo de enorme significancia, tanto, que el acceso había estado prohibido para ella hasta hace poco.
— Otro pequeño desliz, Aika querida... Esperemos este no regrese a morderte muy fuerte. ~ —
Truenos y relámpagos le daban la bienvenida, como si su presencia fuese por eones anticipada. El sentimiento era mutuo.
Un mundo de muerte, de derrota. Del fracaso de la voluntad del tiempo y el espacio contra la frialdad del acero, el azote de lo metarreal. Un mundo olvidado, sí, pero no carente de enseñanzas para dar.
— Abran los ojos, hijos míos. No lo duden, quien los llama no es otra que su Madre. Ustedes, los olvidados, los marginados, los traicionados. Quienes carecen de futuro, de una voz; yo soy su Madre. —
Un mundo gris, poblado por nada más que óxido y ceniza, se extendía ante ella. Un mundo de enorme significancia, tanto, que el acceso había estado prohibido para ella hasta hace poco.
— Otro pequeño desliz, Aika querida... Esperemos este no regrese a morderte muy fuerte. ~ —
Truenos y relámpagos le daban la bienvenida, como si su presencia fuese por eones anticipada. El sentimiento era mutuo.
Un mundo de muerte, de derrota. Del fracaso de la voluntad del tiempo y el espacio contra la frialdad del acero, el azote de lo metarreal. Un mundo olvidado, sí, pero no carente de enseñanzas para dar.
— Abran los ojos, hijos míos. No lo duden, quien los llama no es otra que su Madre. Ustedes, los olvidados, los marginados, los traicionados. Quienes carecen de futuro, de una voz; yo soy su Madre. —
— Oh, pequeña. ~ ¿Ibas a imaginar qué tantas repercursiones tendrían lo que hiciste? Casi me hace desear que estuvieras aquí para verlo. —
Un mundo gris, poblado por nada más que óxido y ceniza, se extendía ante ella. Un mundo de enorme significancia, tanto, que el acceso había estado prohibido para ella hasta hace poco.
— Otro pequeño desliz, Aika querida... Esperemos este no regrese a morderte muy fuerte. ~ —
Truenos y relámpagos le daban la bienvenida, como si su presencia fuese por eones anticipada. El sentimiento era mutuo.
Un mundo de muerte, de derrota. Del fracaso de la voluntad del tiempo y el espacio contra la frialdad del acero, el azote de lo metarreal. Un mundo olvidado, sí, pero no carente de enseñanzas para dar.
— Abran los ojos, hijos míos. No lo duden, quien los llama no es otra que su Madre. Ustedes, los olvidados, los marginados, los traicionados. Quienes carecen de futuro, de una voz; yo soy su Madre. —

