Damon "Possy" Chessire, un joven de 16 años, es descendiente del mítico Gato de Cheshire. Travieso y enigmático, siempre lleva una sonrisa desconcertante que esconde su mente aguda. Con habilidades heredadas como la invisibilidad selectiva, la desmaterialización, y la levitación, juega con la percepción y la realidad de quienes lo rodean. Aunque parece despreocupado, su pasión por los acertijos y el caos revela su lado más profundo y calculador. Damon encarna la esencia del País de las Maravillas, siendo un ser impredecible que disfruta desafiando las normas y sembrando confusión a su paso.
  • Género Masculino
  • Raza ???
  • Fandom OC, Descendientes, Ever After High, Alicia en el Pais de las Maravillas
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  • Cumpleaños 13 de abril
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  • "Curioso de un solo ojo no me grites que estoy muy loco, porque novedad no es"
    "Curioso de un solo ojo no me grites que estoy muy loco, porque novedad no es" :STK-20:
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  • —El País de las Maravillas estaba, como siempre, en su caótica gloria: flores que cantaban desafinadas, setas que crecían y encogían al ritmo de un viento inexistente, y árboles que parecían retorcerse con vida propia. Damon flotaba sobre todo este panorama, aburrido y juguetón, su mirada viajaba de un lado a otro en busca de algo… o de alguien.—

    "¿Dónde podría encontrar una Alicia…? Mi padre siempre dijo que las Alicias son agradables. Aunque claro, también dijo que sólo existe una".

    —Frunció el ceño, flotando boca abajo y girando en el aire con un gesto de desdén—.

    "¿Cómo puede haber solo una Alicia? ¡En un lugar donde nada tiene sentido, lo más lógico sería que hubiera muchas Alicias!"

    —Se detuvo y se cruzó de brazos, haciendo una mueca de impaciencia, pero claro, aquí todo tiene que ser complicado, ¿no? Mi querido padre, el Gato de Cheshire, hablaba maravillas de ella.—

    "Alicia es agradable"

    Decía, pero... ¿dónde está ahora? ¿Por qué no puedo simplemente invocar a una Alicia cuando la necesito?

    —Damon flotó hacia una rama retorcida y se sentó, balanceando sus piernas, claramente aburrido de no tener éxito en su búsqueda.—

    —Me pregunto si todas las Alicias son tan agradables o si solo esa Alicia era especial. Aunque, siendo sincero… ni siquiera sé cómo luce una Alicia. ¿Rubia? ¿Con un vestido azul? O tal vez usa algo más moderno ahora, algo con estilo. Rió entre dientes, imaginando a Alicia con diferentes atuendos extravagantes—.

    "Seguro que se pondría de moda en el País de las Maravillas".

    —Bajó de la rama, caminando sobre el aire como si fuera una acera invisible.—

    "Y aquí estoy, en busca de una Alicia que tal vez ni siquiera quiera ser encontrada. Pero mi padre dijo que ella siempre termina apareciendo cuando más se la necesita, ¿no? O tal vez… cuando menos la esperan".

    —Se rascó la cabeza, como si el concepto lo confundiera por un momento—.

    "¿Eso significa que si la busco no la encontraré? ¡Qué lío!"

    —Damon de repente se detuvo en seco, sus ojos brillando con una idea.—

    "¡Ah, ya sé! Si no puedo encontrarla, haré que ella me encuentre a mí".

    —Levantó las manos al aire, como si convocara algo místico—.

    "¡Oh, Alicia! ¡Si estás por ahí, ven hacia mí! Yo soy mucho más divertido que cualquier conejo blanco, ¡te lo prometo!"

    —El viento pareció susurrar en respuesta, y Damon, siempre alerta a las señales más sutiles del País de las Maravillas, alzó una ceja.—

    "¿Lo ven? ¡El País de las Maravillas nunca decepciona! Algo siempre está a punto de suceder... o al menos eso espero".

    —Rió con suavidad, haciéndose el misterioso—.

    "A veces me pregunto si Alicia se siente tan perdida aquí como nosotros. Aunque, ¿quién podría culparla? Este lugar es tan caótico que hasta yo me pierdo de vez en cuando."

    —Damon comenzó a flotar de nuevo, esta vez trazando círculos en el aire, y se encogió de hombros.—

    "En fin, si alguna Alicia aparece, ya le diré que la estuve buscando… aunque no sé exactamente para qué. Tal vez solo para confirmar si es tan agradable como dijo mi padre. O tal vez simplemente porque estoy aburrido y quiero ver qué tal se divierte una Alicia".

    —Hizo una pausa dramática y luego se rió, bajando el tono de su voz—.

    "Aunque, siendo sincero, lo más probable es que yo me divierta más con ella".

    —Con un último giro elegante en el aire, Damon desapareció entre las ramas, dejando su característica sonrisa flotando por unos instantes más.—
    —El País de las Maravillas estaba, como siempre, en su caótica gloria: flores que cantaban desafinadas, setas que crecían y encogían al ritmo de un viento inexistente, y árboles que parecían retorcerse con vida propia. Damon flotaba sobre todo este panorama, aburrido y juguetón, su mirada viajaba de un lado a otro en busca de algo… o de alguien.— "¿Dónde podría encontrar una Alicia…? Mi padre siempre dijo que las Alicias son agradables. Aunque claro, también dijo que sólo existe una". —Frunció el ceño, flotando boca abajo y girando en el aire con un gesto de desdén—. "¿Cómo puede haber solo una Alicia? ¡En un lugar donde nada tiene sentido, lo más lógico sería que hubiera muchas Alicias!" —Se detuvo y se cruzó de brazos, haciendo una mueca de impaciencia, pero claro, aquí todo tiene que ser complicado, ¿no? Mi querido padre, el Gato de Cheshire, hablaba maravillas de ella.— "Alicia es agradable" Decía, pero... ¿dónde está ahora? ¿Por qué no puedo simplemente invocar a una Alicia cuando la necesito? —Damon flotó hacia una rama retorcida y se sentó, balanceando sus piernas, claramente aburrido de no tener éxito en su búsqueda.— —Me pregunto si todas las Alicias son tan agradables o si solo esa Alicia era especial. Aunque, siendo sincero… ni siquiera sé cómo luce una Alicia. ¿Rubia? ¿Con un vestido azul? O tal vez usa algo más moderno ahora, algo con estilo. Rió entre dientes, imaginando a Alicia con diferentes atuendos extravagantes—. "Seguro que se pondría de moda en el País de las Maravillas". —Bajó de la rama, caminando sobre el aire como si fuera una acera invisible.— "Y aquí estoy, en busca de una Alicia que tal vez ni siquiera quiera ser encontrada. Pero mi padre dijo que ella siempre termina apareciendo cuando más se la necesita, ¿no? O tal vez… cuando menos la esperan". —Se rascó la cabeza, como si el concepto lo confundiera por un momento—. "¿Eso significa que si la busco no la encontraré? ¡Qué lío!" —Damon de repente se detuvo en seco, sus ojos brillando con una idea.— "¡Ah, ya sé! Si no puedo encontrarla, haré que ella me encuentre a mí". —Levantó las manos al aire, como si convocara algo místico—. "¡Oh, Alicia! ¡Si estás por ahí, ven hacia mí! Yo soy mucho más divertido que cualquier conejo blanco, ¡te lo prometo!" —El viento pareció susurrar en respuesta, y Damon, siempre alerta a las señales más sutiles del País de las Maravillas, alzó una ceja.— "¿Lo ven? ¡El País de las Maravillas nunca decepciona! Algo siempre está a punto de suceder... o al menos eso espero". —Rió con suavidad, haciéndose el misterioso—. "A veces me pregunto si Alicia se siente tan perdida aquí como nosotros. Aunque, ¿quién podría culparla? Este lugar es tan caótico que hasta yo me pierdo de vez en cuando." —Damon comenzó a flotar de nuevo, esta vez trazando círculos en el aire, y se encogió de hombros.— "En fin, si alguna Alicia aparece, ya le diré que la estuve buscando… aunque no sé exactamente para qué. Tal vez solo para confirmar si es tan agradable como dijo mi padre. O tal vez simplemente porque estoy aburrido y quiero ver qué tal se divierte una Alicia". —Hizo una pausa dramática y luego se rió, bajando el tono de su voz—. "Aunque, siendo sincero, lo más probable es que yo me divierta más con ella". —Con un último giro elegante en el aire, Damon desapareció entre las ramas, dejando su característica sonrisa flotando por unos instantes más.—
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  • —El cielo en el País de las Maravillas estaba teñido de un tono anaranjado irreal, como si fuera la puesta de un sol que nunca existió. En un pequeño claro, cerca de un bosque torcido por la lógica distorsionada del lugar, una rama grande había caído al suelo. Aunque para cualquiera más parecería inofensiva, para Damon Chessire era una oportunidad perfecta para entretenerse.—

    —Transformado en su forma gatuna, una pequeña figura similar a un gato con pelaje púrpura y gris a rayas, Damon se movía con agilidad entre las hojas y la rama caída, sus ojos brillando con diversión. Sus patas delanteras golpeaban la rama juguetonamente, como si fuera un ratón que intentaba escapar de su alcance. De vez en cuando, su cola se desvanecía y aparecía en un lugar completamente diferente, lo que solo hacía más evidente que estaba jugando consigo mismo, como un felino que busca su propia sombra.—

    "Ah, qué simple placer."

    —Le dio un manotazo a la rama, haciendo que rodara un poco más lejos—.

    "Algo tan tonto, pero tan... entretenido. ¿No lo crees?"

    —dijo, aunque no había nadie alrededor.—

    —Rodó de espaldas, con la rama bajo sus patas, moviéndola de un lado a otro como si fuera lo más emocionante del mundo. Se giró de golpe y clavó las garras en la madera, soltando una pequeña risa gatuna mientras su cola se desvanecía y reaparecía entre las hojas del árbol cercano.—

    "¿Por qué la gente siempre se complica con las grandes preguntas cuando todo lo que necesitas para ser feliz es... una rama y un poco de imaginación?"

    —Hizo una pirueta en el aire, flotando brevemente antes de caer con gracia de vuelta sobre la rama.—

    —Por un momento, dejó que solo sus ojos fueran visibles, brillando con un tono violáceo, mientras la rama rodaba de nuevo hacia él como si fuera parte de un juego entre ambos. Sus ojos aparecían y desaparecían a medida que Damon alternaba entre la visibilidad y la invisibilidad.—

    —De pronto, decidió que era hora de llevar las cosas un paso más allá. Con un suave "miau", la rama se alzó en el aire, movida por su manipulación de la realidad. Giraba lentamente, como si estuviera viva, y Damon, aún en su forma de gato, la persiguió con un salto ágil. Su sonrisa apareció flotando mientras el cuerpo seguía en movimiento, una demostración perfecta de su habilidad para jugar tanto con el entorno como con las leyes de la física.—

    "¡Oh, lo mejor de todo es que la rama cree que puede ganar!"

    —exclamó mientras desaparecía por completo y luego reaparecía en la cima de la rama flotante, observando su propia creación—.

    "Pero siempre gano yo. Porque en este juego... ¡las reglas no existen!"

    —Finalmente, hizo que la rama cayera suavemente al suelo, como si se diera por vencida. Damon volvió a su forma humanoide, apoyándose en un árbol cercano, con una sonrisa satisfecha en el rostro.—

    "Bueno, pequeña rama, fue divertido. Pero como siempre, me aburro rápido."

    —Hizo un gesto como si despidiera a un amigo invisible—.

    "Otro día, otro juguete. Tal vez la próxima vez, seas tú quien gane."

    —Con eso, se desvaneció por completo, dejando solo su risa resonando suavemente en el aire, mientras la rama yacía inerte en el claro, como si nunca hubiera sido parte de un juego tan absurdo.—
    —El cielo en el País de las Maravillas estaba teñido de un tono anaranjado irreal, como si fuera la puesta de un sol que nunca existió. En un pequeño claro, cerca de un bosque torcido por la lógica distorsionada del lugar, una rama grande había caído al suelo. Aunque para cualquiera más parecería inofensiva, para Damon Chessire era una oportunidad perfecta para entretenerse.— —Transformado en su forma gatuna, una pequeña figura similar a un gato con pelaje púrpura y gris a rayas, Damon se movía con agilidad entre las hojas y la rama caída, sus ojos brillando con diversión. Sus patas delanteras golpeaban la rama juguetonamente, como si fuera un ratón que intentaba escapar de su alcance. De vez en cuando, su cola se desvanecía y aparecía en un lugar completamente diferente, lo que solo hacía más evidente que estaba jugando consigo mismo, como un felino que busca su propia sombra.— "Ah, qué simple placer." —Le dio un manotazo a la rama, haciendo que rodara un poco más lejos—. "Algo tan tonto, pero tan... entretenido. ¿No lo crees?" —dijo, aunque no había nadie alrededor.— —Rodó de espaldas, con la rama bajo sus patas, moviéndola de un lado a otro como si fuera lo más emocionante del mundo. Se giró de golpe y clavó las garras en la madera, soltando una pequeña risa gatuna mientras su cola se desvanecía y reaparecía entre las hojas del árbol cercano.— "¿Por qué la gente siempre se complica con las grandes preguntas cuando todo lo que necesitas para ser feliz es... una rama y un poco de imaginación?" —Hizo una pirueta en el aire, flotando brevemente antes de caer con gracia de vuelta sobre la rama.— —Por un momento, dejó que solo sus ojos fueran visibles, brillando con un tono violáceo, mientras la rama rodaba de nuevo hacia él como si fuera parte de un juego entre ambos. Sus ojos aparecían y desaparecían a medida que Damon alternaba entre la visibilidad y la invisibilidad.— —De pronto, decidió que era hora de llevar las cosas un paso más allá. Con un suave "miau", la rama se alzó en el aire, movida por su manipulación de la realidad. Giraba lentamente, como si estuviera viva, y Damon, aún en su forma de gato, la persiguió con un salto ágil. Su sonrisa apareció flotando mientras el cuerpo seguía en movimiento, una demostración perfecta de su habilidad para jugar tanto con el entorno como con las leyes de la física.— "¡Oh, lo mejor de todo es que la rama cree que puede ganar!" —exclamó mientras desaparecía por completo y luego reaparecía en la cima de la rama flotante, observando su propia creación—. "Pero siempre gano yo. Porque en este juego... ¡las reglas no existen!" —Finalmente, hizo que la rama cayera suavemente al suelo, como si se diera por vencida. Damon volvió a su forma humanoide, apoyándose en un árbol cercano, con una sonrisa satisfecha en el rostro.— "Bueno, pequeña rama, fue divertido. Pero como siempre, me aburro rápido." —Hizo un gesto como si despidiera a un amigo invisible—. "Otro día, otro juguete. Tal vez la próxima vez, seas tú quien gane." —Con eso, se desvaneció por completo, dejando solo su risa resonando suavemente en el aire, mientras la rama yacía inerte en el claro, como si nunca hubiera sido parte de un juego tan absurdo.—
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  • "¿Sabes? La diferencia entre el sueño y la locura es tan delgada que a veces me pregunto si estoy soñando o simplemente disfrutando del caos... Aunque, ¿para qué elegir si puedo hacer ambas?"
    "¿Sabes? La diferencia entre el sueño y la locura es tan delgada que a veces me pregunto si estoy soñando o simplemente disfrutando del caos... Aunque, ¿para qué elegir si puedo hacer ambas?"
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  • —Era un día brillante en el País de las Maravillas, con el sol asomándose entre las nubes. Damon, con una sonrisa traviesa, deambulaba por un sendero cubierto de flores multicolores, sosteniendo con un dedo una brillante corona que, aunque relucía con orgullo, claramente no le pertenecía.—

    "¡Miren, miren! ¡Soy el rey del País de las Maravillas!"
    —exclama con un tono dramático mientras hacia girar la corona entre sus manos—.

    "O quizás la reina... ¡Oh, las decisiones son tan difíciles!"

    —Se coloca la corona en la cabeza, y su sonrisa se amplía aún más. Al girar, se siente como si fuera el centro de atención en una corte llena de personajes excéntricos.—

    "Atención, súbditos de esta tierra de locura. Hoy, el Gato de Cheshire, ahora autoproclamado Rey, decreta que todos los días son días de no cumpleaños. ¡Y los chistes malos son obligatorios!"

    —Con cada paso que da, la corona se balancea de un lado a otro, brillando como si estuviera destinada a estar en una cabeza real. Se detiene y hace una reverencia exagerada, como si realmente tuviera súbditos que lo aclamaran.—

    "La Reina Roja se volvería loca si supiera que estoy jugando con su corona. ¿Pero qué es una buena aventura sin un poco de riesgo, verdad?"

    —Sigue deambulando, haciendo girar la corona en su dedo como si fuera un truco de magia, y sus ojos brillan con un poco de picardía.—

    "Ahora, solo tengo que asegurarme de que no se interponga en mi camino, porque cuando la Reina Roja se entere... ¡vaya que se pondrá roja! Pero, ¿quién podría resistirse a un poco de diversión?"

    —Se detiene repentinamente y se inclina hacia un grupo de flores que parecen escucharlo atentamente.—

    "¿Alguna de ustedes ha visto a la Reina Roja? No quiero que me agarre con esta belleza en la cabeza."

    —Las flores, por supuesto, no le prestan atencón mas embrascadas en ver sus petalos, pero Damon continúo con su actuación—

    "Bien, bien, las flores no son chismosas... ¡Todavía!"

    —De repente, escucha un ruido y, en un instante de pánico, se quita la corona y la esconde detrás de su espalda, tratando de parecer inocente.—

    "Oh, ¿qué es eso? No, no tengo nada que pueda desatar la furia de la reina... "

    —Con un último guiño a las flores, Damon desaparece entre los arbustos, dejando atrás solo la eco de su risa y la corona brillando a la luz del sol, como si ya estuviera preparándose para su próximo juego.—
    —Era un día brillante en el País de las Maravillas, con el sol asomándose entre las nubes. Damon, con una sonrisa traviesa, deambulaba por un sendero cubierto de flores multicolores, sosteniendo con un dedo una brillante corona que, aunque relucía con orgullo, claramente no le pertenecía.— "¡Miren, miren! ¡Soy el rey del País de las Maravillas!" —exclama con un tono dramático mientras hacia girar la corona entre sus manos—. "O quizás la reina... ¡Oh, las decisiones son tan difíciles!" —Se coloca la corona en la cabeza, y su sonrisa se amplía aún más. Al girar, se siente como si fuera el centro de atención en una corte llena de personajes excéntricos.— "Atención, súbditos de esta tierra de locura. Hoy, el Gato de Cheshire, ahora autoproclamado Rey, decreta que todos los días son días de no cumpleaños. ¡Y los chistes malos son obligatorios!" —Con cada paso que da, la corona se balancea de un lado a otro, brillando como si estuviera destinada a estar en una cabeza real. Se detiene y hace una reverencia exagerada, como si realmente tuviera súbditos que lo aclamaran.— "La Reina Roja se volvería loca si supiera que estoy jugando con su corona. ¿Pero qué es una buena aventura sin un poco de riesgo, verdad?" —Sigue deambulando, haciendo girar la corona en su dedo como si fuera un truco de magia, y sus ojos brillan con un poco de picardía.— "Ahora, solo tengo que asegurarme de que no se interponga en mi camino, porque cuando la Reina Roja se entere... ¡vaya que se pondrá roja! Pero, ¿quién podría resistirse a un poco de diversión?" —Se detiene repentinamente y se inclina hacia un grupo de flores que parecen escucharlo atentamente.— "¿Alguna de ustedes ha visto a la Reina Roja? No quiero que me agarre con esta belleza en la cabeza." —Las flores, por supuesto, no le prestan atencón mas embrascadas en ver sus petalos, pero Damon continúo con su actuación— "Bien, bien, las flores no son chismosas... ¡Todavía!" —De repente, escucha un ruido y, en un instante de pánico, se quita la corona y la esconde detrás de su espalda, tratando de parecer inocente.— "Oh, ¿qué es eso? No, no tengo nada que pueda desatar la furia de la reina... " —Con un último guiño a las flores, Damon desaparece entre los arbustos, dejando atrás solo la eco de su risa y la corona brillando a la luz del sol, como si ya estuviera preparándose para su próximo juego.—
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  • —En una tarde grisácea, Damon Chessire se encontraba recostado despreocupadamente en una rama alta de un árbol retorcido, el tipo de árbol que parecería sacado de una pesadilla. El viento suave hacía susurrar las hojas negras, pero todo lo demás estaba en un inquietante silencio. Los cielos, cubiertos por nubes moradas y verdes, formaban un ambiente donde la lógica se distorsionaba. A pesar de ello, Damon estaba aburrido.—

    —Desaparecía y volvía a aparecer, dejando su sonrisa flotante por momentos antes de desvanecerla. Miraba a su alrededor con un bostezo exagerado, la mano apenas cubriendo su boca, sus ojos violáceos parpadeaban lentamente como si el tiempo mismo lo estuviera aburriendo.—

    "Qué mundito más soso, ¿no? Ni un loco con quien jugar hoy. Todo tan... en su sitio. ¡Qué fastidio!"

    —De repente, su sombra se movió por la rama, deslizándose como si tuviera vida propia, mientras él seguía mirando al vacío.—

    "Ni siquiera tú tienes ganas de hacer algo divertido, ¿verdad?"

    —le habló a su sombra, que le respondió moviéndose a la otra punta de la rama.—

    —Con un suspiro, Damon levitó ligeramente, quedando suspendido boca abajo mientras observaba el mundo desde otra perspectiva. Tal vez así todo cambiaría... Pero no, las cosas seguían igual de predecibles. Nada que desafiar, nadie a quien desconcertar.—

    "Ah, qué triste es ser uno de los únicos que aprecia lo absurdo en un mundo tan... limitadamente caótico."

    —Rodó los ojos, flotando de vuelta a la rama—

    "Tal vez debería aparecer en el camino de algún desafortunado..."

    —añadió con una sonrisa traviesa—

    "pero tampoco quiero esforzarme demasiado. Eso sí que sería serio, y ya sabes lo que pienso sobre la seriedad."

    —De pronto, hizo desaparecer sus piernas, dejando que solo su torso y cabeza quedaran visibles sobre la rama, flotando como un maniquí a medio desmaterializar. Jugaba con su propia existencia como si fuera un rompecabezas.—

    "Quizá lo que realmente me molesta es que hoy todo está demasiado... coherente."

    —Su sonrisa se hizo aún más amplia—.

    "No hay reto en eso, y sin reto, ¿qué somos sino piezas en un tablero donde las reglas ya están escritas?"

    —Suspiró de nuevo, mientras sus ojos violáceos brillaban con una chispa de anhelo por el caos—

    "Tal vez debería ir a saludar a la Reina Roja. Al menos ella sabe cómo mantener las cosas... interesantes."

    —Con un último bostezo, desapareció del todo, dejando en el aire solo una risita suave y su enigmática sonrisa flotante, que lentamente se desvaneció como una burla silenciosa al aburrimiento mismo.—
    —En una tarde grisácea, Damon Chessire se encontraba recostado despreocupadamente en una rama alta de un árbol retorcido, el tipo de árbol que parecería sacado de una pesadilla. El viento suave hacía susurrar las hojas negras, pero todo lo demás estaba en un inquietante silencio. Los cielos, cubiertos por nubes moradas y verdes, formaban un ambiente donde la lógica se distorsionaba. A pesar de ello, Damon estaba aburrido.— —Desaparecía y volvía a aparecer, dejando su sonrisa flotante por momentos antes de desvanecerla. Miraba a su alrededor con un bostezo exagerado, la mano apenas cubriendo su boca, sus ojos violáceos parpadeaban lentamente como si el tiempo mismo lo estuviera aburriendo.— "Qué mundito más soso, ¿no? Ni un loco con quien jugar hoy. Todo tan... en su sitio. ¡Qué fastidio!" —De repente, su sombra se movió por la rama, deslizándose como si tuviera vida propia, mientras él seguía mirando al vacío.— "Ni siquiera tú tienes ganas de hacer algo divertido, ¿verdad?" —le habló a su sombra, que le respondió moviéndose a la otra punta de la rama.— —Con un suspiro, Damon levitó ligeramente, quedando suspendido boca abajo mientras observaba el mundo desde otra perspectiva. Tal vez así todo cambiaría... Pero no, las cosas seguían igual de predecibles. Nada que desafiar, nadie a quien desconcertar.— "Ah, qué triste es ser uno de los únicos que aprecia lo absurdo en un mundo tan... limitadamente caótico." —Rodó los ojos, flotando de vuelta a la rama— "Tal vez debería aparecer en el camino de algún desafortunado..." —añadió con una sonrisa traviesa— "pero tampoco quiero esforzarme demasiado. Eso sí que sería serio, y ya sabes lo que pienso sobre la seriedad." —De pronto, hizo desaparecer sus piernas, dejando que solo su torso y cabeza quedaran visibles sobre la rama, flotando como un maniquí a medio desmaterializar. Jugaba con su propia existencia como si fuera un rompecabezas.— "Quizá lo que realmente me molesta es que hoy todo está demasiado... coherente." —Su sonrisa se hizo aún más amplia—. "No hay reto en eso, y sin reto, ¿qué somos sino piezas en un tablero donde las reglas ya están escritas?" —Suspiró de nuevo, mientras sus ojos violáceos brillaban con una chispa de anhelo por el caos— "Tal vez debería ir a saludar a la Reina Roja. Al menos ella sabe cómo mantener las cosas... interesantes." —Con un último bostezo, desapareció del todo, dejando en el aire solo una risita suave y su enigmática sonrisa flotante, que lentamente se desvaneció como una burla silenciosa al aburrimiento mismo.—
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