—En una tarde grisácea, Damon Chessire se encontraba recostado despreocupadamente en una rama alta de un árbol retorcido, el tipo de árbol que parecería sacado de una pesadilla. El viento suave hacía susurrar las hojas negras, pero todo lo demás estaba en un inquietante silencio. Los cielos, cubiertos por nubes moradas y verdes, formaban un ambiente donde la lógica se distorsionaba. A pesar de ello, Damon estaba aburrido.—

—Desaparecía y volvía a aparecer, dejando su sonrisa flotante por momentos antes de desvanecerla. Miraba a su alrededor con un bostezo exagerado, la mano apenas cubriendo su boca, sus ojos violáceos parpadeaban lentamente como si el tiempo mismo lo estuviera aburriendo.—

"Qué mundito más soso, ¿no? Ni un loco con quien jugar hoy. Todo tan... en su sitio. ¡Qué fastidio!"

—De repente, su sombra se movió por la rama, deslizándose como si tuviera vida propia, mientras él seguía mirando al vacío.—

"Ni siquiera tú tienes ganas de hacer algo divertido, ¿verdad?"

—le habló a su sombra, que le respondió moviéndose a la otra punta de la rama.—

—Con un suspiro, Damon levitó ligeramente, quedando suspendido boca abajo mientras observaba el mundo desde otra perspectiva. Tal vez así todo cambiaría... Pero no, las cosas seguían igual de predecibles. Nada que desafiar, nadie a quien desconcertar.—

"Ah, qué triste es ser uno de los únicos que aprecia lo absurdo en un mundo tan... limitadamente caótico."

—Rodó los ojos, flotando de vuelta a la rama—

"Tal vez debería aparecer en el camino de algún desafortunado..."

—añadió con una sonrisa traviesa—

"pero tampoco quiero esforzarme demasiado. Eso sí que sería serio, y ya sabes lo que pienso sobre la seriedad."

—De pronto, hizo desaparecer sus piernas, dejando que solo su torso y cabeza quedaran visibles sobre la rama, flotando como un maniquí a medio desmaterializar. Jugaba con su propia existencia como si fuera un rompecabezas.—

"Quizá lo que realmente me molesta es que hoy todo está demasiado... coherente."

—Su sonrisa se hizo aún más amplia—.

"No hay reto en eso, y sin reto, ¿qué somos sino piezas en un tablero donde las reglas ya están escritas?"

—Suspiró de nuevo, mientras sus ojos violáceos brillaban con una chispa de anhelo por el caos—

"Tal vez debería ir a saludar a la Reina Roja. Al menos ella sabe cómo mantener las cosas... interesantes."

—Con un último bostezo, desapareció del todo, dejando en el aire solo una risita suave y su enigmática sonrisa flotante, que lentamente se desvaneció como una burla silenciosa al aburrimiento mismo.—
—En una tarde grisácea, Damon Chessire se encontraba recostado despreocupadamente en una rama alta de un árbol retorcido, el tipo de árbol que parecería sacado de una pesadilla. El viento suave hacía susurrar las hojas negras, pero todo lo demás estaba en un inquietante silencio. Los cielos, cubiertos por nubes moradas y verdes, formaban un ambiente donde la lógica se distorsionaba. A pesar de ello, Damon estaba aburrido.— —Desaparecía y volvía a aparecer, dejando su sonrisa flotante por momentos antes de desvanecerla. Miraba a su alrededor con un bostezo exagerado, la mano apenas cubriendo su boca, sus ojos violáceos parpadeaban lentamente como si el tiempo mismo lo estuviera aburriendo.— "Qué mundito más soso, ¿no? Ni un loco con quien jugar hoy. Todo tan... en su sitio. ¡Qué fastidio!" —De repente, su sombra se movió por la rama, deslizándose como si tuviera vida propia, mientras él seguía mirando al vacío.— "Ni siquiera tú tienes ganas de hacer algo divertido, ¿verdad?" —le habló a su sombra, que le respondió moviéndose a la otra punta de la rama.— —Con un suspiro, Damon levitó ligeramente, quedando suspendido boca abajo mientras observaba el mundo desde otra perspectiva. Tal vez así todo cambiaría... Pero no, las cosas seguían igual de predecibles. Nada que desafiar, nadie a quien desconcertar.— "Ah, qué triste es ser uno de los únicos que aprecia lo absurdo en un mundo tan... limitadamente caótico." —Rodó los ojos, flotando de vuelta a la rama— "Tal vez debería aparecer en el camino de algún desafortunado..." —añadió con una sonrisa traviesa— "pero tampoco quiero esforzarme demasiado. Eso sí que sería serio, y ya sabes lo que pienso sobre la seriedad." —De pronto, hizo desaparecer sus piernas, dejando que solo su torso y cabeza quedaran visibles sobre la rama, flotando como un maniquí a medio desmaterializar. Jugaba con su propia existencia como si fuera un rompecabezas.— "Quizá lo que realmente me molesta es que hoy todo está demasiado... coherente." —Su sonrisa se hizo aún más amplia—. "No hay reto en eso, y sin reto, ¿qué somos sino piezas en un tablero donde las reglas ya están escritas?" —Suspiró de nuevo, mientras sus ojos violáceos brillaban con una chispa de anhelo por el caos— "Tal vez debería ir a saludar a la Reina Roja. Al menos ella sabe cómo mantener las cosas... interesantes." —Con un último bostezo, desapareció del todo, dejando en el aire solo una risita suave y su enigmática sonrisa flotante, que lentamente se desvaneció como una burla silenciosa al aburrimiento mismo.—
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